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EX-LIBRIS
M. A. BUCHANAN
PRESENTED TO
THE LIBRARY
BY
PROFESSOR MILTON A. BUCHANAN
OF THE
DEPARTMENT OF ITALIAN AND SPANISH
1906-1946
"Vr
I
I
HISTORIA
LITERATURA ESPAÑOLA.
HISTORIA
DE LA
eos
LITERATURA ESPAÑOLA,
POR M. GrTICKNOR,
TRADUCIDA AL CASTELLANO, CON ADICIONES Y NOTAS CRÍTICAS,
por D. PASCUAL de GAYANGOS ,
individuo de la Real Academia de la Historia,
Y D. ENRIQUE de VEDIA.
TOMO CUARTO.
MADRID,
IMPRENTA Y ESTEREOTIPIA DE M. RIVADENEYRA .
Salon del Prado, núra. 8.
1856.
HISTORIA
DC LA
LITERATURA ESPAÑOLA.
ter:era época.
LITERATURA ESPAÑOLA DESDE QUE OCUPÓ EL TRONO LA DINASTÍA DE BORDÓN
HASTA LA INVASION FRANCESA, Ó SEA DESDE LA ENTRADA DEL SIGLO XVlll
HASTA LOS PRIMEROS AÑOS DEL XIX.
CAPITULO PRIMERO.
Guerra de sucesión.— Rama borbónica— Felipe V.— Academia Española de
la lengua; su Diccionario, Ortografía, Gramática y oirás obras.— Acade-
mia de Barcelona.— Real Academia de la Historia. -Estado de las letras.
—Poesía; Moraes, Barnuevo, Reinosa, Ceballos, Gerardo Lobo, Benegasi
y Jorge Pitillas.
Murió Carlos II el 1 .° de noviembre de 1700, dejando
el cultivo intelectual de sus reinos y la antigua literatu-
ra nacional tan mal parada y en tan triste estado como
acabamos de ver. Aun antes mismo que pudiera seria-
mente pensarse en reparar tamaño desasiré, una guer-
ra civil cundió por todos los ámbitos de la monarquía,
y agotó mas y mas sus recursos. Nadie ignoraba que
Francia y Austria pretenderían á un tiempo el trono es-
pañol tan pronto como quedase vacante por muerte de
su poseedor, y los partidarios de una y otra potencia,
numerosos y seguros del éxito, comenzaban á agitarse,
6 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
no solo en España , sino en toda Europa. En estos mo-
mentos críticos, y próximo ya al sepulcro , el último y
desventurado vastago de la casa de Austria, aunque con
marcada repugnancia, y no sin algún presentimiento de
los males que iban á sobrevenir, anunció por fin su pos-
trema voluntad , y en su testamento político y secreto
nombró único heredero de su corona y dominios al du-
que de Anjou, hijo segundo del Delfín, y nieto de Luis XIV
de Francia.
A nadie sorprendió una resolución como esta, que, so-
bre ser esperada, fué tan prudente y cuerda como la que
en iguales circunstancias hubiera podido adoptar un mo-
narca mas sagaz y entendido ; pero no por eso habia
de ser acatada y obedecida. Austria declaró la guerra
á la nueva dinastía tan pronto como se hizo pública la
última voluntad de Carlos II , y Holanda é Inglaterra,
irritadas al ver la mala fe del monarca francés, que dos
años antes habia acordado con ellas bases enteramente
distintas acerca de la sucesión al trono español, hicieron
liga con Austria. Encendióse por todas partes la guerra
llamada de sucesión; los ejércitos aliados invadieron á Es-
paña , y la lucha se prolongó en aquel desgraciado país,
sostenida tenazmente , ya por tropas extranjeras , ya
por partidarios de una y otra dinastía, hasta el año de
4713, en que el tratado de Utrecht confirmó los dere-
chos de la casa de Borbon, y restituyó la paz á Europa,
cansada ya de tan larga y sangrienta guerra.
Los resultados de la lucha fueron de la mayor tras-
cendencia para España , puesto que en ella perdió ca-
si la mitad de sus dominios en Europa , bajando consi-
derablemente, aunque no en proporción á su pérdida,
del rango que antes ocupaba entre las naciones. Por
TERCERA ÉPOCA. — CAPÍTULO PRIMERO. 7
otra parte, la nación conservó intactos los inmensos re-
cursos de sus colonias americanas ; también el pueblo
recobró su energía, empleándola en defensa de sus hoga-
res, y la antigua lealtad española se manifestó de una
manera poco común en torno de un príncipe joven, re-
suelto y animoso, y en quien, aunque extranjero, los
españoles no vieron sino un defensor mas contra el, co-
mún enemigo. De presumir era, pues, atendidas estas
circunstancias, que quedaban aun en España bastante vi-
talidad y sobrados restos del antiguo carácter nacional
para servir de base y asiento á una nueva civilización1.
Natural era que Felipe V desease restaurar la digni-
dad intelectual del país que con tanta generosidad y ta-
les sacrificios le habia aceptado por rey ; pero mientras
duró la guerra, esta absorbió necesariamente toda su aten-
ción, y terminada que fué, luego se echó de ver que,
aunque acometió la empresa con ardor, no tenia ni el
carácter personal ni las condiciones indispensables para
llevarla á cabo. A pesar de sus esfuerzos y diligencias
para asimilarse al pueblo que le reconocía por señor,
siempre fué Felipe V un extranjero poco informado de
su carácter y costumbres, y por mas que hizo, nunca pu-
do congeniar del todo con su nacionalidad propia y pe-
culiar. Habíase educado este príncipe en la corte de su
abuelo Luis XIV, á la sazón la mas brillante de Europa,
y en la que las letras eran no solo reputadas como par-
te indispensable de la educación , sino como honra y
gloria del imperio; era además de carácter algún tanto
1 La excelente «Historia déla guer- ter español , la misma impresión que
ra de sucesión en España», de Lord las relaciones contemporáneas; prue-
Mahon (Londres, 4852, 8.°), deja, en ba evidente de la verdad de nuestro
punto á los resultados y cousecuen- aserto',
cias de aquella lucha sobre el carác-
8 HISTORIA DE LA LITERATTRA ESPAÑOLA.
indolente, y así nunca manifestó gran resolución ni una
afición decidida á determinadas formas de cultivo intelec-
tual, si bien no carecía de buen gusto para apreciar la
refinada elegancia á que estaba acostumbrado y forma-
ba la base principal de su educación; en una palabra,
era francés, y como tal , nunca olvidó el imprudente en-
cargo de su abuelo, Luis XIV, de acordarse siempre que
lo era. Así es que,, cuando manifestó deseos de alentar
y proteger las letras, recurrió naturalmente á los mis-
mos medios que las habían hecho florecer en su propia
patria, donde, mas que en otra nación alguna de Eu-
ropa, recibieran grande impulso y protección de! poder
real. Pero, si bien es cierto que las circunstancias á que
hemos aludido, y el carácter personal de Felipe, le ha-
dan poco apto para ciertas cosas, en esta al menos an-
duvo muy afortunado, porque la primitiva literatura es-
pañola estaba tan perdida y aniquilada , que mal podían
sus débiles restos resistir á cualquiera innovación que
en ella se pretendiera introducir, ó á cualquiera tenta-
tiva de imprimirla un carácter menos antiguo.
Era muy genera! por aquellos tiempos el pensamien-
to de favoreceré impulsar las letras por medio de aca-
demias formadas con autorización del Gobierno y com-
puestas de los literatos mis distinguidos, porque la Aca-
demia Francesa, fundación del cardenal de Richelieu y
modelo de todas las de su clase, se hallaba á la sazón
en el apogeo de su fama y triunfos. De aquí nació que el
gran proyecto literario del reinado de Felipe V fuese la
creación de una Academia Española con esperanza de
iguales resultados2. Es probable que Felipe V abrigase
2 Ln Biblioteca Real, liov Nacional, le fué el primer pensamiento literario
de Madrid, que real y verdaderamen- de su reinado, se fundó en 1711, pe-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO PRIMERO. 9
muy desde los principios de su reinado semejante pen-
samiento; pero si lo tuvo, no lo dio á conocer de una
manera explícita hasta que en el año de 1713 fué anun-
ciado por el marqués de Villena , ilustre magnate que
en los intervalos de cinco vireinalos sucesivos tuvo tiem-
po, no solo para dedicarse á las letras, sino también pa-
ra cultivar algunos de los ramos mas difíciles de las
ciencias físico-matemáticas. El plan primitivo fué, se-
gún parece, el de formar una academia cuyos trabajos
se extendiesen á todos los ramos del saber humano, sub-
divididos por el sistema de Bacon; pero abandonóse lue-
go por demasiado vasto , y se acordó fijar con exacti-
tud las obligaciones del nuevo instituto, limitándolas «al
estudio y conservación de la pureza del idioma castella-
no». Con dicho fin fué, pues, creada la Academia Es-
pañola, por real decreto de 3 de octubre de 171 43.
Como sus constituciones estaban calcadas sobre las
de la Academia Francesa , el primer pensamiento de sus
individuos fué la formación de un Diccionario de la len-
gua castellana, obra muy necesaria; porque, si bien des-
de los tiempos de Fernando de Herrera esta nó se habia
notablemente enriquecido, habia, sin embargo, recibido
aumentos de alguna consideración. Introdujeron Men-
doza y Coloma algunas voces militares, que pasaron muy
pronto al dominio público , y tanto estos escritores, co-
mo Ercilia, Ürreay otros, se familiarizaron de tal ma-
nera con el italiano, que llegaron á considerar el rico
caudal de dicha lengua como cosa propia ; Cervantes
ro durante algunos años su importan- prologo al «Diccionario de la lengua
cia fué muy es&isa. « Kl lüh'iolerano castellana, por la Re;il Academia Es-
y e] Trovador», Madr.d, 181I, fot., pañola.»Madrid,l. i, 1756, f'ol. Sempe-
P-5. re y Guarinos,« Biblioteca», 1785. Dis-
3 «Historia de la Academia», en el curso preliminar y 1. 1, p. 55.
10 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
mismo hizo en este punto mas que todos ellos, pues si
bien no desconocía el peligro de adoptar libremente vo-
ces de origen extraño, ni tampoco los verdaderos prin-
cipios que deben presidir á su introducción cuando es
necesaria (como lo demostró en la conversación de Don
Quijote con los impresores durante su permanencia en
Barcelona y con Sancho en el castillo de los Duques), no
dejó por eso de usar ampliamente de los derechos que
da el talento, ejerciéndolos con mas osadía quizá que
ningún otro escritor. En efecto, muchos de sus giros y
modismos, sus frecuentes latinismos, el desenterramien-
to de voces anticuadas, el uso repetido de locuciones
italianas, son conocidos de todos sus lectores, con la par-
ticularidad de queen casi todos los casos las voces ex-
trañas por él introducidas forman ya hoy dia parte del
diccionario vulgar de la lengua castellana. Otros varios
escritores se aventuraron á seguir el mismo rumbo que
Cervantes, aunque no con tan buen éxito; si bien es
preciso confesar que con el pequeño glosario añadido
por Blasco al fin de su Universal Redención en 1 384, y el
que Lopez Pinciano puso en 1605 á su Pelayo, muchas
voces, cuya explicación se juzgaba por entonces ne-
cesaria, se hicieron después familiares, y que el cau-
dal de la lengua castellana se fué aumentando mas y
mas, durante los reinados de Felipe III y IV, con infinitos
vocablos, que hoy dia forman parte integrante del idio-
ma castellano K
4 Garcés, «Vigor y elegancia de la laud.) traían de lo que Cervantes hi-
lengua castellana», Madrid, 1791, dos zo en este particular, y Clemencin
tom. S.°, cu los prólogos á ambos, (edic. «Don Quijote», t. v, pp. 92, 292 y
Mendoza usó con repugnancia la pa- 557) inserta un catálogo de voces lati-
labra «centinela», y Coloma, que vi- nás, italianas y de otras lenguas, usa-
vió largo tiempo enFlándes, la de das por aquel, si bien no todas alcan-
«dique»,etc.Naviarrete(«Vida deCer- zaron curia de naturaleza; pero en
vántes», pp. 1G3-169) y Garcés (loe. otras de sus notas habla de su intro-
TERCERA ÉPOCA. — CAPÍTULO PRIMERO. 11
Es de advertir, sin embargo, que durante el siglo xvn
se hizo un abuso muy grande de la antigua lengua cas-
tellana. Desde la aparición de Góngora muchos escri-
tores distinguidos la miraron con desden, y se cuidaron
muy poco de conservar íntegra su pureza y genio ca-
racterístico. La Culta Latiniparla, como Quevedo llama
á la afectada manía de su tiempo, introdujo muchos
vocablos latinos y frases extrañas contrarias en todo
á la índole del castellano ; novedad que gozó de gran
favor; pues aun cuando Lope de Vega, Calderón y otros
escritores ilustres de aquel tiempo las calificaron de
afectadas y les negaron decididamente su apoyo, hu-
bieron, con todo, de ceder alguna vez que otra al gusto
dominante de la época , y usar de ellas para granjear-
se el aplauso popular y coger los laureles que propor-
cionaban s.
Era pues de todo punto indispensable un Diccionario
de autoridades y ejemplos, que al paso que admitiese las
voces debidamente introducidas en la lengua castellana,
y provistas , por decirlo así, de carta de naturaleza , re-
chazase las que no merecían los honores de la adop-
ción; trabajo enteramente nuevo en España, por cuanto
durante todo el siglo anterior no se habia publicado mas
duccion en términos menos favora- s Imposible es leer las obras de Vi-
bles que Garcés. No menos curiosas llamediana y demás discípulos de
son las que Blasco y Lopez Pinciano, Góngora, sin encontrar á cada paso
en sus obras arriba 'citadas, juzgaron en ellas pruebas patentes de su afán
necesario incluir en sus respectivos por variar completamente el lengua-
glosarios, definiéndolas para instruc- je de la literatura española ; una lis—
cion y aprovechamiento de los lecto- la, aunque incompleta y diminuta, de
res, entre las cuales se cuentan las las voces y frases introducidas por es-
siguientes : «fatal, natal, fugaz, gru- tos innovadores se hallará en la «De-
ta, abandonar, adular, anhelo, aplau- clamacion contra los abusos déla len-
so, arrojarse, asedio, etc. »,yotrasque gua castellana», por Vargas Ponce,
hoy dia se consideran como castella- p. ISO; obra que ilustra mucho esta
ñas. materia.
12 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
que un diccionario castellano digno de ser consuliado
por la Academia; á saber, el Tesoro de Covarrubias,
impreso por primera vez en 1611; obra curiosa , llena
de erudición, y en la parte etimológica apreciable, aun-
que algún tanto afectada y falta de agudeza filosófica en
las definiciones6.
Poco pudo, pues , la nueva Academia aprovecharse de
los trabajos de sus predecesores, y así es que para en-
contrar algo de provecho hubo de retroceder hasta Le-
brija y sus editores; mas los académicos trabajaron con
mucho tesón y diligencia , dando á luz entre los años de
1726 y 1739 su Diccionario, compuesto de seis tomos
en folio; obra que en general les honra, pues aunque
algunas veces peca por falta de madura reflexion y rec-
to juicio , omitiéndose en ella no pocas voces que de-
bieron incluirse, é introduciéndose indebidamente otras,
que muchas veces no se apoyan en testimonios satisfac-
torios; con todo, ¡as definiciones son en su mayor parte
buenas, las etimologías (de que no cuidaron gran cosa
los redactores) respetables, y las citas extensas y opor-
tunas, de manera que cuantos trabajos se habían hecho
hasta entonces en este género se quedaban muy atrás
del nuevo Diccionario .
Mas no tardaron los académicos en conocer que una
obra tan voluminosa no podia ejercer en el pueblo la in-
fluencia apetecida, y así es que comenzaron poco tiem-
po después á preparar un compeudio de toda la obra, en
un solo tomo, destinado al uso general de las gentes,
publicando la primera edición de él en 1780. El pro-
yecto era juicioso y la ejecución fué acertada : omilié-
G Hay una edición del «Tesoro» de Noydens (Madrid. -1674. fol.), que es
Covarrubias, por Benito Remigio mejor y mus completa que la original.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO TRÍMERO. 13
ronseenél las discusiones, citas y etimologías de la
obra grande, pero al propio tiempo se mejoró conside-
rablemente el vocabulario y se dio mayor claridad á las
definiciones. El Diccionario, pues, fué mirado desde su
piimera aparición como una colección de autoridades
en materia de lenguaje, y merced á los perseverantes
trabajos de la Academia, ha continuado desde entonces
siendo, en las ediciones sucesivas, el tipo fiel y exacto
del idioma castellano, si bien las tareas de aquel cuer-
po desde fines del siglo xvm han debido ser mas fati-
gosas, difíciles y hasta desagradables por la tendencia
constante de los mejores escritores, incluso Melendez y
su escuela, á incurrir en galicismos, que el frecuente
trato con Francia inoculó y puso de moda en la sociedad
de aquellos tiempos.
Otra dificultad, mas grave aun que el voluminoso apa-
rato de su Diccionario, encontró luego la Academia
en la ortografía que había adoptado, porque la pronun-
ciación y escritura de la lengua castellana , ya sea por
los muchos y diversos elementos que entraron en su
composición , ya por el carácter popular de su literatu-
ra, habían sido siempre mas vagas y fluctuantes que las
de los demás idiomas europeos. Lebrija, eminente es-
critor y profundo gramático del tiempo de los Reyes Ca-
tólicos, fué el primero que trató de ponerla en orden, y
la sencillez de su sistema, publicado por primera vez en
4517, hizo concebir esperanzas de que seria bien aco-
gido y umversalmente aceptado; pero á este trabajo del
célebre humanista siguieron treinta tratados cuando
menos, publicados en diferentes épocas, y que, excep-
tuado el ingenioso y agudísimo de Mateo Alemán, im-
14 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
preso en Méjico en 1609, mas sirvieron para embrollar
y oscurecer el asunto que para ilustrarle ".
No es de extrañar, pues, que la primera tentativa de
la Academia, hecha en forma de un breve discurso pre-
liminar á su Diccionario produjese escasos resultados.
Algo mas, aunque no mucho, adelantó después con una
obrita separada, impresa en 1742, y cuyas ediciones
sucesivas mas bien sirvieron para demostrar lo indeciso
déla cuestión que para resolverla. Por fin, en 1815,
al dar la Academia á luz la octava edición de su Ortogra-
fía, y al publicar en 1817, la quinta de su Diccionario,
comenzó á introducir alteraciones y reformas importan-
tes, que han adoptado después los escritores mas auto-
rizados, siu que por eso se haya cerrado la puerta á nue-
vas modificaciones, que, á decir verdad, no serian8 del
todo inoportunas.
Disponían los Estatutos de la Academia que al Dic-
cionario de la lengua acompañase una Gramática ; mas
7 La «Ortografía fie la lengua cas- misma pureza y gracia. Hayal princi-
tellana» (Méjico, 1609, 4.°) es un tra- pió una canción de Lope de Vega, en
tado importantísimo y muy agradable, elogio del libro, pero no sabemos que
comenzado á escribir en Castilla, co- estese haya nunca reimpreso, vio ex-
mo dice su autor, y acabado en Amé- trañamos, porque es de los mas en-
rica. En él propone la adopción de tretenidos y amenos en su clase,
una c inversa para espresar la ch en 8 Las dificultades de la ortografía
mucho, usa dos clases de r, escribe la castellana están muy bien explicadas
conjunción y siempre ¿, como Salva, y en el « Diálogo de las lenguas » ( Ma-
opina que la s, la // y la » son letras yansy Sisear, «Orígenes», pp. 47-6o);
distintas y separadas, hecho admití- pero su autor se muestra demasiado
do mucho tiempo hace. severo con Lebrija. Un escritor anóni-
Al hablar de Mateo Alemán, citaré- mo que insertó un excelente artículo
mossu «San Antonio de Padua» (12.°, sobre esta materia en el «Repertorio
Valencia, 1607), que pertenece al mis- americano» (t. i, p.27), trata la cues-
mo género de literatura que el «San tion con mucho mas juicio. A pesar
PatriciosdeBíontalvan, aunque esmas de todo, aun existen dudas en esta
devoto y está mejor escrito. En él trae materia, pues en el «Manual del ca-
gran número de milagros del Santo, jista», por José María Palacios, Ma-
que tienen el mismo carácter nove- drid , 1845. 8.° (pp. 134-154), se in-
lesco que los cuentos de su 'Guzman serta un «Prontuario de las voces de
de Alfarache», y están escritos con la dudosa ortografía», conmas de 1,800.
TERCERA ÉPOCA. — CAPÍTULO PRIMERO. 15
los primitivos individuos de aquel cuerpo, entre loscua-
les eran pocos los distinguidos y de autoridad, se mos-
traron poco dispuestos á acometer empresa tan difícil y
trabajosa , y así es que nada hicieron basta el año de
1740; aun entonces caminaron con lentitud y con cier-
ta vacilación y zozobra, de suerte que el resultado de
sus tareas no vio la luz pública hasta 1771. Semejante
dilación no dejaba de ser fundada : por una parte los
académicos no tenían mas guia que las gramáticas riva-
les de S. Pedro y de Gayoso, publicadas á la sazón que
el cuerpo confeccionaba la suya, y la tentativa original
de Lebrija, ya entonces enteramente olvidada. Después
de tanta tardanza, natural era esperar cosa digna de la
corporación, y sin embargo, los académicos solo pre-
sentaron una obra antiíilosófica é impracticable, que, si
bien después fué enmendada y revisada varias veces,
estuvo muy lejos de lo que debiera ser, y quedó muy
inferior á la gramática de Salva 9.
Taeabien formaba parte de los Estatutos de la Aca-
demia la obligación de trabajar una historia de la len-
gua castellana y un arte poética; pero no llegaron nun-
ca á publicarse, si bien es cierto que, en vez de estos,
ha dado posteriormente á luz en varias ocasiones otros
9 Ya tratamos en otro lugar de la cia, 1769, 8.° Gayoso atacó esta últ¡-
gramática de Lebrija (t. 11, cap. 5, ma, encubierto bajo el anagrama de
p. 107), la cual se reimprimió por es- Gobeyos,en un libro intitulado «Con-
tos tiempos en fol. menor, falsifican- versaciones criticas», por D. Antonio
do la primera edición de 1492, espe- Gobeyos (Madrid, 1780.8.°), proban-
cie de superchería muy común en do que S. Pedro no dijo nada nuevo,
aquella época, según el P. Méndez, y tratándole además con sobrado ri-
quien la supone hecha unos veinte gor. La «Gramática de la lengua cas-
años antes de la publicación de su tellana como ahora se habla», de Sal-
«Typografia» (1796); véase p. 242. Así va. se imprimió por primera vez en
y con todo es tan rara, que cuesta mu- 1851, y en 1844 se dio á luz en Madrid
cho trabajo encontrarla. la sexta edición en 8."; prueba eviden-
LadeGayososeimprimióenMadrid, te de la mucha falta que hacia seme-
4745, 8.°, y la de San Pedro en Valen- jante obra.
16 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
trabajos que no la fueron encomendados, publicando es-
meradasediciones de obras de reconocida autoridad, y
entre ellas la magnífica y costosa del Quijote en cuatro to-
mos, 1780-84. Desde el año de 1777 acá ha abiertocon-
cursos, premiando las mejores composiciones poéticas,
aunque, como suele suceder en semejantes casos, los re-
sultados no siempre han correspondido á las esperanzas.
Por último, de vez en cuando ha costeado de los fondos
suministrados por el Gobierno obras dignas por su mé-
rito de tamaña distinción , y entre ellas el excelente tra-
tado de Garcés, intitulado: Fundamento del vigor y elegan-
cia de la lengua castellana, que salió á luz en 1791, bajo
sus auspicios 10. La Academia Española pues, ocupada
durante todo el siglo xvni de la manera que hemos visto,
ha seguido después siendo una institución útil, y que, sin
tratar como la francesa, su modelo, lo hizo en su princi-
pio, de imponer preceptos al gusto público, no ha olvi-
dado nunca los objetos para que fué instituida, si bien
no siempre se ha mostrado tan activa y diligente como
debiera.
Otro resultado produjo el establecimiento de la Aca-
demia, que fué la formación de otras corporaciones ó
institutos para fines análogos. Eran estas academiasmuy
diversas de aquellas reuniones amistosas y confidencia-
les que, á imitación de las italianas, se introdujeron en
España en tiempo de Carlos V, como la que se celebra-
ba en casa de Hernán Cortés , el célebre conquistador
de Méjico "; aunque de presumir es que estas antiguas
10 D. Gregorio Garcés fué un je- gado por Carlos IV. aboliendo el de so
suita de los expulsos, que vivió y es- padre sobre la expulsion de la Com-
cribió en Ferrara cerca de treinta pañia en 1767.
años . hasta que en 1798 volvió á su il Véase el t. n, cap. v. p. 94.
patria en virtud del decreto proniul-
TEIICERA ÉPOCA. — CAPÍTULO PRIMERO. 17
asociaciones diesen materia para la formación de las mo-
dernas ; así sucedió al menos con la Academia de Bar-
celona, que ha prestado importantes servicios á las le-
tras desde el año 1751 , en que fué fundada, ó por me-
jor decir, comenzó á trabajar , después de haber existi-
do muchos años bajo la afectada denominación de Aca-
demia de los Desconfiados . Mas la única que ha influido de
una manera sensible en la literatura general del país es
la establecida durante el reinado de Felipe V, con el tí-
tulo de Real Academia de la Historia, fundada en 1738,
y cuyos trabajos, así impresos como inéditos, son dig-
nos de atención por su calidad é importancia, y honran
mucho á sus individuos 12.
Empero , asociaciones de este género , aunque útilí-
simas é importantes bajo otros conceptos , nunca ni en
parte alguna tuvieron fuerza bastante para crear una li-
teratura nueva, ó resucitar la antigua después de muer-
ta. En España las academias no fueron mas felices : to-
do géflero de cultivo literario habia desaparecido casi
del todo antes de la entrada de los Borbones,, y era tan-
ta la frialdad y despego con que miraban las letras aque-
llas clases de la sociedad que mas debieran haberlas
protegido, que bien se conocía ser necesario mucho
tiempo para dar vida al cadáver, y que la tierra des-
cansase antes de poderse esperar de ella nueva cosecha.
Así es, que durante todo el reinado de Felipe V, que,
contando con su abdicación nominal y pasajera en favor
42 Noticias de esta academia se desaparecido ya, cediendo el campo
hallarán en la « Biblioteca» de Sem- á las tertulias ó reuniones literarias
pere, y de la de la Historia en el pri- de ambos sexos, que también han si-
mer tomo de sus «Memorias». Las do puestas en ridículo por tí. Ramon
antiguas academias, imitando las ita- de la Cruz y D. Juan del Castillo en
lianas, y puestas en ridiculo en el sus saínetes.
«Diablo Cojuelo» , tranco ix , habían
T. IV. 9
18 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
de su hijo , abraza un espacio de cerca de cuarenta y
seis años, hallamos huellas indelebles de este triste es-
tado de cosas; apenas aparece un escritor que merezca
mencionarse, y muy pocos son los que requieren un exa-
men y estudio esmerado.
Continuábase escribiendo poesía, ó mas bien una cosa
á que se daba este nombre, é imprimíanse algunos tra-
bajos en medio del desaliento que naturalmente habiade
producir la general indiferencia; Botello Moraes, caba-
llero portugués, escribió en castellano dos poemas he-
roicos, el primero sobre el descubrimiento del Nuevo
Mundo, que dio á luz en 1701, y el otro sobre la fun-
dación del reino de Portugal, impreso en 1712; ambos
se publicaron sin concluir, sin duda por el afán que te-
nia su autor de alcanzar fama y nombradía, y el primero
de ellos permanece aun en tal estado. Mucho tiempo ha-
ce, sin embargo, que uno y otro están olvidados; aquel,
lleno de alegorías extravagantes y ridiculas , tuvo muy
en breve el fin que el autor mismo conoció merecía, y
este , aunque mas ajustado á las reglas del arte y varias
veces reimpreso , no alcanzó mejor fortuna.
La obra mas entretenida de Botello es una sátira en
prosa, impresa en 1734, é intitulada Las cuevas de Sa-
lamanca. Finge el autor que en ciertas grutas misterio-
sas , situadas á orillas del Tórmes , y , según la vulgar
opinion, cerradas con sellos mágicos, encuentra á Ama-
dís de Gaula, á Oriana y á Celestina, y habla con ellos
y otros personajes fantásticos, de lo primero que le viene
á las mientes. Hay en el libro trozos llenos de fantasía;
otros muy entretenidos y bien pensados, especialmente
el que trata de la lengua española y de las academias, y
el en que diserta acerca del Telémaco, de Fenelon, libro
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO PRIMERO. 49
que estaba á la sazón en el apogeo de su gloria. La obra
en general no adolece mucho de aquel estilo afectado que
aun entonces seguía corrompiendo y desfigurando toda
la literatura del país, y que, aunque ridiculizado en las
Cuevas de Salamanca , se deja ver en otros escritos del
mismo autor 13.
El año de 17351 se imprimió en Lima un poema he-
roico harto largo, y dividido en dos partes, cuyo asunto
es la conquista del Perú por los Pizarras. Siguió su autor
principalmente los Comentarios del inca Garcilaso , pero
rara vez interesa tanto su obra como la narración histó-
rica que tomó por modelo; llamábase D. Pedro de Peralta
Barnuevo, fué empleado en el ramo de hacienda del Perú,
y en el prólogo á su poema incluye un extenso catálogo
de sus obras, así impresas como manuscritas. Era indu-
dablemente erudito , aunque no poeta; como Botello dio
á la historia una interpretación mística , algunos trozos
de su poema, como el en que América se presenta á Dios
suplicando ser conquistada para ser convertida, son una
pura alegoría, y en general la interpretación á que hay
necesariamente que recurrir es forzada y antinatural. To-
do el poema es pesado y de mal gusto, y las octavas en
que está escrito revelan poca facilidad y soltura para
versificar ".
13 Hay una edición del «Nuevo singular y nueva ortografía. «Las
Mundo» hecha en Barcelona, 1701, Cuevas de^Salamanca» (s. I., 1734) es
4.°, con muchos trozos en blanco, un tomito dividido en siete libros,
que el autor se proponía llenar. El escrito quizá en dicha ciudad, donde
«Alfonso, ó fundación del reino de Moraes gustaba de residir, y adonde
Portugal», se imprimió en 1712,1716, se retiró en su vejez; además de las
4731 y 1757. En Barbosa (t. n, p. 119) citadas, publicó en castellano otras
hay una milicia del autor, que se lia- dos obras, y dos mas en latin, todas
maba Francisco Bolelho Moraes y ellas de poco interés.
Vasconcellos, y al tin de la edición ** «Lima fundada», poema heroico
de Salamanca, 1731, se halla un de D. Pedro de Peralta Barnuevo, Li-
discurso en que el autor defiende su raa, 1732, 4.". de unas 700 páginas.
20 HISTORIA DE LA LITERATTRA ESPAÑOLA.
AI mismo período corresponden otros poemas reli-
giosos , como son uno de Pedro de Reinosa , impreso
en 1727, sobre Santa Casilda, la hija de un rey moro
del siglo xi, que se convirtió al catolicismo, y otro inti-
tulado La elocuencia del silencio , en que se cantan las
virtudes de S. Juan Nepomuck ó Nepomuceno , que en
el siglo xiv fué arrojado al Moldau por orden de un rey
de Bohemia , por no haber querido revelar al Monar-
ca celoso el secreto que la Reina le habia confiado bajo
el sello de la confesión. Ambos están escritos en octa-
vas, y manifiestan muy á las claras los defectos de su
tiempo. Dos burlescos que aparecieron por el mismo
tiempo tampoco son de mas valer 13.
Ni es mas favorable el juicio que habremos de formar
de la poesía lírica de la época que vamos recorriendo,
por cuanto es del mismo gusto que la narrativa. La me-
jor, ó mas bien la que entonces pasaba por mejor, se
hallará en las obras poéticas de D. Eugenio Gerardo
Lobo, impresas por primera vez en 1738. Militar de
profesión, parece no haber tenido otro objeto al hacer
versos que el de divertirse; mas sus amigos, que le pro-
fesaban una admiración muy superior á su mérito , fue-
ron imprimiéndolos por partes á medida que los iba Coin-
's «Santa Casilda», poema en octa- otro se intitula «La Burromaquia», y
vas reales, por el R. P. Fr. Pedro de es mejor, aunque no muy enireteni-
Reinosa, Madrid , 1757, 4." Consta de do : está incompleto , y se encuentra
siete cantos , 5 cada uno de estos tie- entre las «Obras postumas de Gabriel
ne una especie de apéndice , que el Alvarez de Toledo»; los cantos llevan
autor ¡lama con afectación «contra- el r.ombre de «rebuznos». He visto
punto». «La elocuencia del silen- también extractos, harto malos por
ció», poema heroico por Miguel de cierto, de un poema del P. Butrón
la Reina Ceballos, Madrid, 1758, l.° á Sla. Teresa, impreso en 1722,? de
Dolos poemas burlescos menciona- otro á S. Jerónimo, que publicó en
dos en el texto, el uno es « La Pro- 1726 Fr. Francisco de Lara; pero nun-
serpina , poema heroico joco-sério, ca lie podido haber á las manos los
por I). Pedro silvestre, Madrid, 1721, poemas completos, que deben ser tan
•i.", en doce cantos larguísimos; el malos como casi todos los de sudase.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO PRIMERO. 21
poniendo, hasta que, por último, el mismo autor se de-
cidió á permitir que cierta cofradía devota los impri-
miese por completo. Son varios en la forma , pues hay
dos fragmentos de poemas épicos y muchos sonetos;
y no menos diversos en el gusto y en la entonación,
corriendo su autor todos los géneros conocidos, desde
el villancico religioso hasta la sátira mas cruda; pero en
general son de muy mal gusto, y solo muy rara vez se
encuentra en ellos un rasgo de verdadera poesía. Bene-
gasi yLuxan, que publicó en 1743 un tomo de varias
poesías del género agradable y ligero, propio de la socie-
dad en que vivia , escribió con mas sencillez que Lobo,
aunque no logró mayor concepto; mas exceptuando á
estos dos escritores y algunos pocos que los imitaron,
como Gabriel Alvarez de Toledo y Antonio Muñoz, nada
hallamos en España durante el reinado del primer Bor-
bon. que merezca particular mención en ninguna de las
dos clases de poesía que acabamos de examinar 1G.
Mas características , sin embargo , que estas son dos
colecciones de versos, escritas, como lo expresan sus
títulos, por los mejores poetas de aquel tiempo, en elo-
gio del Rey y de la Reina, quienes encontrándose casual-
mente con el Viático que un sacerdote llevaba á casa de
una pobre mujer, cedieron su coche, val estilo del país,
le acompañaron á pié con la mayor reverencia. Los
nombres del autor dramático, D. Antonio de Zamora,
de D. Diego de Torres , tan conocido por sus obras lite-
rarias, físicas y matemáticas, y de otros poetas, cuya
oor
Mad
joco-sérias»,su autov 1). José Joaq...
Benegasi y Luxau, Madrid, 1745, 4.°
22 HISTORIA DE LA LITERATURA ESAÑOLA.
memoria aun vive, adornan la colección primera; pero
todos los demás que á ella contribuyeron son tan oscu-
ros como sus obras, y, además, la colección entera
revela la deplorable situación en que se encontraba en
materias de gusto un público que apreciaba semejantes
trabajos r' .
Un solo punto brillante se divisa en todo este período
de la historia de la poesía, tanto mas notable, cuanto ma-
yor es la oscuridad que le rodea ; es una sátira atribui-
da á un escritor llamado Herbás, y no conocido por otros
escritos , que se disfrazó con el seudónimo de Jorje Pi-
tillas, y la publicó en un periódico literario. Es verdade-
ramente felicísima para los tiempos en que salió á luz,
circunstancia digna de atención, pues no parece excitó
emulación alguna , ni sirvió de estímulo á su autor para
volverse á presentar al público. El asunto de su compo-
sición fué bien escogido, á saber, los malos escritores
de la época; desempeñólo con maestría y vigor, de-
signando á sus víctimas unas veces por su nombre , y
pintándolas otras de manera que no podian equivocarse;
sus principales dotes son la facilidad y sencillez del es-
tilo, la verdad y rigor de la sátira y las buenas imita-
ciones de los antiguos , particularmente de Persio y de
Juvenal, á quien se parece bastante en lo conciso y sen-
tencioso 1S.
17 « Sagradas flores del Parnaso, gusto en que eslá escrita. Ambas
consonancias métricas de la bien tem- reunidas forman un tomo de unas 200
piada lira de Apolo, que á la reveren- páginas, con poesías de hasta citicuen-
te católica acción de haber ido acom- la ingenios, todas ellas en el estilo
pañando SS. MM, el Santísimo Sacra- mas afectado y ridiculo que puede
mentó, que iba á darse por viático á darse: las últimas heces del gongo-
una enferma, el dia 28 de noviembre rismo.
de 1722, cantaron los mejores cisnes ls «Sátira contra los malos escri-
de España.» Insertamos íntegro el ti- tores de su tiempo t. Se atribuye ge-
tulo de la primera de estas obras, co- neralmente a I). José Gerardo de Her-
ni(i testimonio patente del pésimo bás ; pero Tapia (t Civilización.» to-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO PRIMERO.
23
mo iv, p. 266) la cree obra de D. José
Cobo de la Torre ; y además está in-
serta en el «Rebusco de las obras lite-
rarias de J. F. de Isla » (Madrid, 1790,
8.°), como si fuera de este último á
no dudarlo. Publicóse por la vez pri-
mera en la segunda edición del t. vil
del «Diario de los literatos» , primera
publicación ajustada al espíritu de la
crítica moderna que se hizo en Es-
paña, y tan avanzada para aquellos
tiempos, que no llegó al segundo
año , pues comenzó á salir en i 737, y
continuó solo durante veinte y uñ
meses, formando en todo siete to-
mos. En vano la favorecieron el mis-
mo monarca y los personajes mas
distinguidos de la corte ; era obra
demasiado profunda y meditada , era
cosa nueva, lo cual desagrada gene-
ralmente á los españoles; severa en
su crítica, y así fué que todos los es-
critores de aquel tiempo se conjura-
ron contra ella, y la acabaron y des-
truyeron.
A la misma época que la « Sátira »
de Pitillas pertenece el poema de
«Deucalion», por D. Alonso Verdugo
de Castilla, conde de Torrepalma; es
una imitación de Ovidio en sesenta
octavas, poco mas ó menos, notable
por la robustez y valentía de la ver-
sificación ; pero en época mas propi-
cia al arte apenas hubiera llamado la
atención del público.
CAPITULO II.
El marqués de San Felipe. — Influencia francesa en la literatura española. —
Luzan. — Sus predecesores y doctrinas. — Triste estado del cultivo inte-
lectual en España. — Feijoó.
Pertenece enteramente al reinado de Felipe V una
obra histórica de alguna importancia, cual es la historia
de España desde el año de 1701 hasta el de 1725, por
el marqués de San Felipe. Fué este un caballero espa-
ñol de origen, aunque nacido en Cerdeña á fines del si-
glo xvn, que desempeñó en su juventud varios cargos
importantes del uobierno español; pero, conquistada su
patria por los austríacos , permaneció fiel á la dinastía
francesa y huyó á Madrid. Allí fué recibido del Mo-
narca y creado marqués, escogiendo él mismo el título
de San Felipe, en obsequio á su rey, quien, además de
emplearle durante la guerra en asuntos militares , le
nombró por último su embajador cerca de la república
de Genova , y después en el Haya, donde falleció á 1 .°de
julio de 1 7¿G.
Ilabia el Marqués recibido una educación esmerada,
y así es que en medio de los graves cargos á que fué des-
tinado, buscó distracción y recreo en el estudio. En 1709
imprimió un poema en octavas, fundado sobre el Libro de
Tobías y también compuso una Historia de la monarquía
hebrea, tomada principalmente de la Biblia y de Josefo,
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO 11. 25
que no salió á luz hasta 1727, un año después de su
muerte. Pero su principal trabajo literario es la Histo-
ria de la guerra de sucesión; verdad es que el motivo que
le impulsó á escribirla fué su adhesion á los Borbones,
y que la posición elevada que ocupó, y su intervención
en los negocios públicos, le proporcionaron copiosos ma-
teriales, que pocos hubieran podido disfrutar. Intitulóla
Comentarios de la guerra de España , é historia de su rey
Felipe V el Animoso, desde el principio de su reinado hasta
el año de 17:2o; pero aunque el obsequio á su soberano,
que aparece en la portada, continúa por toda la obra,
no dejó por eso de hallar obstáculos y dificultades en su
publicación. Imprimióse en Madrid, yen folio, el primer
tomo de ella; mas al poco tiempo de haberse publicado
fué recogido de real orden, por respeto sin duda á la
honra de algunas familias españolas que hacian un pa-
pel poco lucido en las turbulencias de aquella época; de
manera que la primera edición completa salió á luz en
Genova, sin fecha, aunque probablemente en 1729.
Está escrita la obra con cierta animación , abrazando
con ardor la causa de Castilla contra Cataluña ; pero, á
pesar de su carácter decididamente parcial y apasiona-
do, es la mejor narración délos acontecimientos que re-
fiere, y si bien participa en gran manera de la ligereza
y superficialidad de las memorias francesas, que tan de
moda estaban á la sazón , respira los antiguos sentimien-
tos españoles de religion y lealtad, sentimientos que ve-
mos por la lectura de este libro habían sobrevivido á la rui-
na completa del carácter nacional durante el siglo xvu,
y á las convulsiones que agitaron el país á principios
del xviu. El estilo no es enteramente puro, advirtiéndo-
se en algunas voces y modismos la educación sarda del
26 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
autor , así como ciertos toques epigramáticos y tal cual
sentencia ingeniosa y aguda de la escuela retórica de
Gracian, á quien se propuso seguir, declarándose su
verdadero y fiel discípulo en poesía. Con todos estos de-
fectos, los Comentarios son un libro muy entretenido, lle-
no de pormenores, referidos con suma modestia; siem-
pre el autor mismo figura en ellos, y con aquel colorido
que solo puede dar á una relación quien ha tomado par-
te en los mismos hechos1.
Pero al hablar de la literatura española en el reinado
de Felipe Y, no debemos echar en olvido que la influen-
cia francesa iba sucesivamente haciéndose sentir mas y
mas en el cultivo intelectual de España ; verdad es que
ni las masas populares hacían alto en esta mudanza , ni
la resistían , y que el nuevo gobierno procuraba con su-
mo estudio evitar cuanto pudiese herir ó rebajar el an-
tiguo espíritu castellano ; pero Paris era entonces, como
lo habia sido por mucho tiempo, la capital mas adelan-
tada y brillante de Europa, y las cortes de Luis XIV y
Luis XV, íntimamente relacionadas con la de Felipe V,
habían necesariamente de introducir en Madrid el mis-
mo tono y las mismas maneras que iban ya propagán-
dose por Alemania y por las partes mas avanzadas del
Norte.
En efecto , comenzábase ya á hablar francés en la so-
ciedad mas elegante y culta de la capital y de la corte;
cosa absolutamente desconocida hasta entonces en Es-
1 «Los Tobias », su vida escrita en paña hasta el año de 1725 » , Genova,
octavas porD. Vicente BacallarySan- sin fecha, 2 torn, , -i.0 Hay una pobrí-
na , marqués de San Felipe, etc., 4. u, sima continuación de ellos hasta el
de 178 pp., sin fecha; pero el privile- año de 1742, intitulada «Conliima-
gio de impresión es de 1709. «Monar- cion de los comentarios, etc., por don
ehia hebrea);, Madrid, 1727, 2 torn., José del Campo Raso», Madrid, 17üG-
4.° « Comentarios de la guerra de Es- 63 , 2 torn. , 1°
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO II. 27
paña , á pesar de que repetidas veces habían ocupado el
trono español princesas nacidas en Francia. Dicha inno-
vación era un obsequio al monarca reinante, y así es que
los cortesanos la adoptaron y siguieron con todo ahin-
co. Jorge Pitillas, bajo el pretexto de burlarse de sí
propio, como pecador en el asunto, ridiculiza con mucha
gracia á los que seguían la nueva moda, y diciendo :
Hablo francés, aquello que me basta
Para que no me entiendan ni yo entienda,
Y fermentar la castellana pasta.
Y el P. Isla se ríe de lo mismo, pintando á un hombre
que cree casarse con una andaluza ó castellana, y se en-
cuentra con que su mujer es una francesa hecha y de-
recha 2.
Menudearon entonces las traducciones del francés, y
por fin se acometió la empresa formal de introducir en
España un sistema poético fundado sobre las doctrinas
críticas á la sazón dominantes en Francia. Fué el autor
de este proyecto D. Ignacio de Luzan, caballero arago-
nés, que pasó muy niño á Italia, donde recibió una edu-
cación clásica en Milan , Palermo y Ñapóles ; allí residió
por espacio de diez y ocho años, disfrutando el trato y
amistad de los primeros poetas italianos de su tiempo,
y entre ellos de Maffei y Metastasio. Volvió por último á
su patria, en 1733, lleno de erudición clásica, empapa-
do en las doctrinas dominantes en Italia, y conocedor
profundo de las lenguas italiana y francesa, que hablaba
y escribía con igual perfección.
Asuntos personales, y su carácter naturalmente mo-
desto, le hicieron por algún tiempo vivir retirado en una
'Pitillas, RSátira*.— Isla. A losque afectan ser extranjeros.— Rebusco,
degenerando del carácter español, p. 178.
28 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
de sus haciendas situadas en el reino de Aragón; mas
en el estado de postración en que se hallaba la literatura
del país., un hombre de sus conocimientos no podia me-
nos de ejercer, cuando quisiese, grande influencia. La
de Luzan comenzó á manifestarse muy en breve , por-
que era aficionadísimo á escribir , y lo hacia con suma
facilidad. Ya en Italia y Sicilia habia publicado varias
obras en italiano ven francés; en su casa y en medio de
sus paisanos se puso naturalmente a escribir en castella-
no. Hizo traducciones de Anacreonte, Safo y Museo;
acomodó los dramas de Maffei, Lachaussée y Metas-
tasio á la escena española, y escribió además gran nú-
mero de versos cortos, y una comedia original intitula-
da La virtud honrada, que se representó en Zaragoza en
una casa particular.
Todo cuanto salia de su pluma era bien recibido, si
bien entonces imprimió muy poco , y aun después la ma-
yor parte ha quedado inédita; sus Odas a la conquista de
Oran excitaron la admiración de sus amigos, y aunque
algún tanto frias, continúan aun leyéndose con gusto.
Estas y otras composiciones llamaron la atención del go-
bierno español, ven 1747 fué nombrado secretario de la
embajada de- Paris. Allí permaneció tres años, y por au-
sencia de su jefe, desempeñó durante mucho tiempo las
funciones de representante español en aquella corte. A
su vuelta á España siguió disfrutando el favor y la
confianza del Monarca, y cuando en 17o6 falleció de
muerte repentina, gozaba inmenso crédito y estaba en
vísperas de ser nombrado para un puesto mas impor-
tante que cuantos habia tenido hasta entonces 3.
3 Latassi.' lübl. Nueva» . í.v.p.12. y su iiijo. 1789. Sus poesías nunca se ban
prólogo á la (Poética de Luzan», por recogido enteras, y solo publicaron
TERCERA ÉPOCA. CAPITULO II. 29
Las circunstancias especiales del país, y las de su
educación, posición y gustos literarios, abrieron á Lu-
zan , como crítico , una carrera en la que no podia rae-
nos de alcanzar señalados triunfos. Estaba todo tan caí-
do y rebajado , que nadie era capaz de resistir á su en-
señanza y doctrinas: la importancia política de España
entre las demás naciones era punto menos que nula,
su dignidad moral insignificante, su escuela poética en-
teramente destruida ; el antiguo orden de cosas en Es-
paña relativo al cultivo literario habia pasado para no
volver mas, juntamente con la dinastía austriaca, que lo
habia introducido y fomentado ; hay mas aun : ninguna
tentativa digna de este nombre indicaba aun el carácter
intelectual del sistema que habia de reemplazarle. En
tales circunstancias un esfuerzo, por leve que fuese,
debia imprimir á la máquina un movimiento decisivo, y
Luzan era el hombre mas á propósito para tomar la ini-
ciativa. Educado enteramente en los principios riguro-
sos y clásicos de la escuela francesa, poseía los medios
necesarios para exponer sus doctrinas y sostenerlas. En
1728, y estando en Palermo, ofreció á la Academia de
aquella ciudad, cuyo individuo era, seis disertaciones
críticas sobre la poesía, escritas en italiano; de modo
que cuando volvió á España no tuvo mas que refundir
sus propios materiales y formar con ellos un cuerpo ho-
mogéneo , acomodado á las necesidades literarias de su
país; liízolo así, y el resultado de este trabajo fué su
algunas de ellas Sedaño, Quinta- ciones á las distribuciones de pre-
ña , etc. Las octavas que reciió á la mios en 1754 y publicadas en las <d¡e-
inauguracion de la academia de Be- laciones, etc. «(Madrid, folio), son mag
lias Artes de San Fernando en 175-, bien una prueba de su aventajada po-
impresas en la p. 21 de la «Abertura sicion social y de su instrucción que
solemne, ele. >, publicada con tal mo- de otra cosa. Latassa insería un largo
tivo (Madrid, folio) , y otras composi- catálogo de sus obras inéditas.
30 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Arte poética , que se imprimió por la vez primera en
1737.
No era nueva la empresa , porque mucho antes se ha-
bían anunciado y defendido en España las reglas y doc-
trinas de los antiguos en materia de retórica y gusto li-
terario. El mismo Juan del Encina, de quien bien puede
decirse fué el primero en considerar la poesía castellana
como arte, no ignoraba los preceptos de Cicerón y Quin-
tiliano, si bien en su brevísimo tratado, escrito con me-
jor gusto y mas cordura que la que podia esperarse de
su siglo , trató el asunto del mismo modo que el mar-
qués deSantillana y los provenzales lo habían hecho an-
tes que él, es decir, considerando la poesía principal-
mente con relación á formas mecánicas4. Rengifo, lec-
tor de gramática y retórica en Salamanca, cuyo Arte de
poesía castellana se publicó en 1592, se limitó igual-
mente á la simple estructura del verso y á las formas
técnicas de la composición que usaron los antiguos poe-
tas españoles, comprendiendo además las italianas, in-
troducidas por Boscan ; discusión curiosísima, en la que,
valiéndose de la autoridad de los antiguos, ventila muy
bien el mérito de la escuela nacional y sus metros pecu-
liares 5.
Alonso Lopez, llamado comunmente el Pinciano, au-
tor del poema épico El Pelayo, que hemos examinado en
otra parte, fué mas adelante. En 1596 publicó su Filo-
sofía antigua poética, en que, bajo la forma de diálogo
entre dos amigos, manifiesta con tanta erudición como
* Precede al «Cancionero» del 5 «Arte poética española, su autor
mismo Encina, cuya primera edición Juan Diaz Hengifo» (Salamanca , 1592,
es de 149ü, folio, lo mismo que á las 4."), aumentada, aunque no mejora-
sucesiviis, y consta de nueve capílu- da,enlasedicionesdel700, 1737, etc.,
los cortos. de José Vicens.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO II. 31
ingenio su opinion en punto á los preceptos de los an-
tiguos maestros sobre las diversas formas de composi-
ción poética 6. Siguióle Cáscales en 1616 con unos diálo-
gos mas familiares que las cartas graves y mesuradas del
Pinciano, y allegándose mas á las doctrinas de Horacio,
cuya epístola á los Pisones imprimió después con un co-
mentario latino muy bien escrito7. Salas, al contrario,
en su Nueva idea de la tragedia antigua, que salió á luz
en 1633, prefirió á todas las demás autoridades la de
Aristóteles, é ilustró su disertación, la mas hábil quizá
que hay en toda la literatura española en este punto, con
una traducción de Las Troyanas de Séneca y un discur-
so que el teatro de todos los tiempos antiguos y moder-
nos dirige á sus respectivos auditorios 8.
Sin embargo, todos estos escritores, y los de otras tres
ó cuatro obras sobre el mismo asunto, aunque menos im-
portantes, al tratar de establecer la doctrina poética so-
bre principios filosóficos, no echaron mano de otros argu-
mentos que de las reglas de Aristóteles ó de los retóricos
romanos9, lo cual era un error muy grave; porque mal
podían los principios retóricos de la clásica antigüe-
dad aplicarse estrictamente á ninguna poesía moderna,
y mucho menos á la española. Así vemos la escuela de
Lope de Vega arrollarlos y pasar por encima de ellos
G « Philosophia antigua poética del D. Jusepe Antonio Gonzalez de Sa-
doctor Alonso López Pinciano, médi- las», Madrid , 1653,4.°
co cesáreo», Madrid, 1596, i.° 9 Vahemos hablado del tratado de
1 «Tablas poéticas del licenciado Argote de Molina que antecede á su
Francisco Cáscales» , 1616. Otra edi- edición del «Conde Lucanor» de 1600
cion de Madrid, 17T9, 8.°, contiene y del poema de Juan de la Cueva. Otro
una vida del autor por Mayans y Sis- pequeño discurso , intitulado « Libro
car. Cáscales tuvo la presunción de de erudición poética», se publicó en-
aneglar el «Ai te poética de Horacio» tre las obras de D.Luis Carrillo (1611),
en una forma que él creyó mejor. y pudiéramos añadir algunas epíslo-
8 «Nueva idea de la tragedia anli- las de Cristóbal de Mesa; pero lasúl-
gua, é ilustración última al libro sin- timas valen poco, y el discurso de
guiar de Poética de Aristóteles , por Carrillo es de pésimo gusto.
32 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
como un torrente impetuoso, que apenas deja rastro de
las obras hidráulicas construidas para contener su cor-
riente. Pero Luzan siguió diverso rumbo : sus inmedia-
tos predecesores habían sido Gracia nt defensor y re-
presentante del gongorismo de la época anterior , y Ar-
tigas, que en un largo tratado De la elocuencia española,
escrito en romances, parece quiso alentar el malísimo
gusto que reinaba á principios del siglo xvm i0.
Luzan no hizo caso de ellos; siguió el sistema poéti-
co de Boileauy Lebossu , sin olvidará los antiguos maes-
tros, pero acomodando sus doctrinas á las necesidades
de la poesía moderna, como lo habia hecho anterior-
mente Muratori, y esforzándolas con el ejemplo de la
escuela francesa, mas admirada á la sazón en Europa que
otra ninguna11. Su objeto, como después lo explicó él
mismo, fué «sujetar la poesía española á los preceptos
que usan las naciones cultas»; y la obra está escrita
con todo el tacto necesario para conseguir dicho fin.
Trata el primer libro del origen y naturaleza de la poe-
sía, y el segundo de los placeres y ventajasque propor-
ciona su ejercicio. Estos dos constituyen la primera mi-
tad de toda la obra, y después de explicar en ellos lomas
preciso acerca de las partes del arte que él consideraba
como menos importantes, á saber, la poesía lírica, la sá-
'l'' También liemos hecho ya mención 1845 , t. i . p. 21 ) dice que Luzan co-
deGracian. El«Epítomedelaelocuen- pió el libro de Muralori «Delia per-
cia española por D. Francisco Arli- f'etta poesía », en tales términos, que
gas, o/¿mí Artieda » , es. segur! el pri- el tratado español le sirvió mucho á
vilegio de impresión , de 1725, y con- él (White) para aprender el italiano,
tiene unos trece mil versos : libro sin- Pero en realidad Luzan no copió á
gulary verdaderamente ridículo, pero Muratori con la imperdonable liber-
muy importante como muestra del mal tad que indica esta observación, aun-
gusto de su época, sobre todo en queadoptó su sistema, reconociéndo-
lo relativo á la elocuencia del pul- le con franqueza y citándole freeuen-
pito. mente.
11 Blanco Whke(<tVida», porThom.,
TEIICERA ÉPOCA. — CAPÍTULO II. 33
tira y el género bucólico ó pastoril, consagra los otros
dos libros á tratar del drama y déla poesía épica, ramos
que el ingenio español habia cultivado con mas preferen-
cia y afición que otro alguno. El libro es rigurosamente
metódico y arreglado , y el estilo, si no tan rico como el
de los prosadores antiguos, y aun menos quizá de lo que
permite la misma índole de la lengua, es claro, sencillo
y expresivo. Cuando explana y defiende sus opiniones es
cuerdo y templado, y las numerosas ilustraciones que
acompañan á su trabajo , tomadas no solo del castella-
no, francés , griego, latín, sino también del portugués é
italiano, están escogidas con exquisito gusto, y muy
bien aplicadas para esforzar los argumentos y robus-
tecer el intento de la obra. En esta parte es difícil escri-
bir otra mejor.
El efecto que produjo fué grande y rápido. Todo el
mundo vio en Luzan el remedio del mal gusto que ha-
bía acompañado, y en gran parte apresurado, la deca-
dencia de la literatura desde los tiempos de Góngora;
fué por lo mismo leida con ardor, como obra de todo pun-
to necesaria, y si á esto se agrega que la literatura fran-
cesa del siglo de Luis XIY, que él proponía como mo-
delo de todas las del mundo, era á la sazón mirada en
toda Europa con entusiasmo y admiración , no nos cau-
sará extrañeza que la Poética de Luzan ejerciese, desde
el momento en que apareció, una autoridad absoluta en
la corte española, en punto á materias literarias, y que
entrasen desde luego en el número de sus admiradores
y secuaces los pocos hombres distinguidos que entonces
habia en el país1"2.
41 La primera edición de la «Poéti- 1757,, folio, con aprobaciones muy
caí de Luzan salió a luz en Zaragoza, encomiásticas de Navarro y Galline-
TOM. IV. 3
34 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Pero algo masque una reforma del gusto dominante se
necesitaba en España para establecer sólidamente en ella
los cimientos en que debia estribar un adelanto sensible
de la amena literatura. Hacia tanto tiempo que se habían
perdido de vista en el país las formas mas comunes de
la verdad, que el ingenio parecía allí como aniquilado
y raquítico por falta de un alimento propio y saludable.
Las ciencias físicas y morales, que durante un siglo mar-
chaban á pasos agigantados en los demás pueblos de Eu-
ropa , no habían podido forzar el cordon que el despo-
tismo civil y eclesiástico habían establecido con vigilan-
cia suma en los pasos del Pirineo. Desde el tiempo de
las Comunidades y la reforma de Lulero, cuando las sec-
tas religiosas comenzaron á discutir la autoridad délos
príncipes y los derechos de los pueblos, cuando el cas-
tigo de las opiniones llegó á ser la base principal del
sistema político del gobierno español, mirábase como
peligrosísimo todo lo que olia á instrucción y no esta-
ba sancionado por la Iglesia. En las universidades, que
por razón de su origen eran corporaciones puramen-
te eclesiásticas , y por lo mismo sostenían con todo su
poder la influencia del clero, nada se concedia al estu-
dio de ¡a amena literatura, y solo se toleraba lo pu-
ramente necesario para formar sacerdotes versados en
las ciencias escolásticas y fieles católicos. Las ciencias
ro, amigos del aulor. La segunda, hubiese puesto algunas excepciones
muy mejorada con adiciones sacadas á sus alabanzas y recomendación, Lu-
de los manuscritos de Luzan, se im- zan, que era hombre muy suscepti-
primió en Madrid, en dos lomos en ble, contestó con mucha acrimonia,
8.°, 1789. Cuando se publicó la pri- bajo el nombre de Iñigo de Lanuza, .
mera, * Fl Diario de los literatos » Pamplona (1740). 8.°, conunsinlin
(t. vii, 1738) la elogió mucho; pero de notas muy pesadas y eruditas, es-
como uno de los críticos redactores critas por Colmenares, á quien el li-
de aquel periódico , que era Iriarte. y bro estaba dedicado,
escribió la última paite del artículo,
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO II. 35
físicas y exactas estaban rigurosamente prohibidas, re-
duciéndose su enseñanza á la doctrina de Aristóteles, y
como decía Jovellanos con gran resolución, en un me-
morial á Carlos IV: «Hasta la misma medicina y juris-
prudencia hubieran sido desatendidas , si el instinto na-
tural permitiera al hombre olvidar los medios de prote-
ger su existencia y su propiedad15.»
En efecto, las universidades españolas seservianaun
de los mismos libros y métodos de enseñanza que en
tiempo del cardenal Jimenez de Cisneros , y la filosofía
escolástica se consideraba como el pináculo del estudio
y del cultivo intelectual. Don Diego de Torres, tan cé-
lebre después por sus conocimientos físicos , nacido y
educado en Salamanca en la primera mitad del siglo xvín,
dice que, después de haber frecuentado por espacio de
cinco años las aulas de aquella universidad, supo ca-
sualmente que habia ciencias matemáticas14; y cincuen-
ta años después Blanco White declaraba que, lo mismo
que sus demás condiscípulos, hubiera concluido sus es-
tudios teológicos en la universidad de Sevilla sin saber
que hubiese literatura, á no haberle la suerte proporcio-
nado el conocimiento de una persona que le enseñó los
primeros rudimentos de la poesía española 15.
Llegó pues á triunfar completamente el antiguo orden
de cosas, y la ignorancia cundió de una manera tan ex-
traordinaria como increíble. Por otra parte, así como las
tinieblas siguen de cerca la falta de luz, brotaron de to-
13 Cean Bermudez, «Memorias de do de la esfera del padre Clavio, dice :
Jovellanos», Madrid, Í814, 8.°, cap.x, «Creo que fué la primera noticia que
p. 221. habia llegado á mis oidos de que lia-
11 «Vida, ascendencia, ele. ,deldoc- bia ciencias matemáticas en elmuc-
tor D. Diego de Torres Villarroel», do.» (p. 34.)
Madrid , 1789, 4.°; autobiografía es- 1S «Cartas de Doblado», 1822. pá-
critaenelgustomasperversodeaquel gina 113.
tiempo (1743). Hablando de un Trata-
36 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
das partes las mayores locuras, extravagancias y ab-
surdos; pocos eran los españoles, á principios del siglo,
que no creian en las ridiculeces de laastrología judicia-
ria , y menos aun los que negaban la influencia malig-
na de los cometas y eclipses. El sistema de Copérnico,
no solo era mirado con desvío, sino que estaba prohi-
bida su enseñanza, como contraria á las sagradas Escri-
turas. Desconocíase de todo punto la filosofía de Bacon,
con todas sus deducciones y consecuencias; y si bien no
nos atreveremos á decir que los salutíferos raudales del sa-
ber hubiesen enteramente retrocedido á su fuente, bien
se puede asegurar que no habian sido agitados por fuer-
za alguna de inteligencia, y que permanecían inmóvilesy
estancados, en términos que ni habia en ellos vida , ni
podían ya soportarla. Parece como que las facultades de
pensar y raciocinar, en la verdadera acepción de estas
palabras, ó habian del todo desaparecido de España, ó
se conservaban parcialmente en algunos individuos, po-
cos y aislados, que, temerosos de la tiranía civil y reli-
giosa, no osaban difundir la escasa y pobre luz que veían
sus ojos.
Situación semejante no era posible que durase; el es-
píritu humano no puede permanecer mucho tiempo en
estado de cautiverio, y la prueba evidente de este hecho
consolador se halla en que el primero que acometió la
noble empresa de la emancipación intelectual en Espa-
ña no fué un hombre de extraordinarias dotes ni cuya
posición fuese bastante ventajosa y elevada para el pen-
samiento á que consagró toda su vida , sino un monje
pacífico y templado, el P. Fr. Benito Jerónimo Feijoó.
Nacido en 1676, de una familia respetable, en Galicia,
sus padres le destinaron desde luego á la carrera ecle-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO 11. 37
siástica, á pesar de ser el primogénito, y llamado por lo
tanto á sostener los honores de su casa y disfrutar las
rentas que constituían su patrimonio. A la edad, pues,
de catorce años Feijoó abrazó el estado eclesiástico ; pe-
ro, como amaba el estudio, no solo se aplicó á la teo-
logía , sino también á la medicina y a las ciencias físico-
matemáticas, según lo permitían entonces los escasos
medios y estado lamentable de la enseñanza. En 4717
entró en su convento de benedictinos de Oviedo, donde
vivió cuarenta y siete años en el retiro, consagrado en-
teramente al estudio, y fiando de vez en cuando á 3a
imprenta el fruto de sus trabajos para la enseñanza y
aprovechamiento de sus compatriotas.
Su carácter personal y recursos le hacían en cierta
manera muy apto para la inmensa empresa que acome-
tió. Era católico sincero y piadoso, lo cual contribuyó
eficazmente á fortificar su repugnancia en atacar abusos
que protegía abiertamente la autoridad de su iglesia;
circunstancia sin la cual se le hubieran suscitado mil obs-
táculos á los primeros pasos. Era de razón vigorosa y
espíritu paciente é incansable, y si por una parte su po-
sición y carácter ponían coto á sus investigaciones, le
proporcionaban por otra la inmensa ventaja, que poquí-
simos españoles disfrutaban á la sazón, de saber mucho
de lo que en Francia, Italia y aun Inglaterra se habia
trabajado en beneficio de las ciencias durante el siglo
anterior. Era, sobre todo, honradísimo, y escribía lleno
de buena fe. A medida que fué adelantando, fué cono-
ciendo mas y mas el abismo que separaba á su patria del
resto de Europa, vio que en muchos puntos importantes
la verdad era completamente desconocida, y que mien-
tras Cervantes y Lope de Vega, Calderón y Quevedo
38 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
se habían solazado libremente y sin trabas en el campo
de la imaginación , el mundo solemne do la realidad, el
mundo de la verdad física y moral había estado en Es-
paña completamente cerrado á toda investigación, como
si dicho país no formara parte de la Europa civilizada.
Alguna vez manifestó Feijoó inquietud por el resulla-
do de sus tareas, pero en general no conoció el des-
aliento. No era un genio superior ni hombre capaz de
inventar un sistema nuevo de filosofía ó metafísica; pero
era un erudito de recto juicio, algún tanto empañado,
aunque no del todo oscurecido, por preocupaciones re-
ligiosas, de que no era posible se emancipase completa-
mente ; hombre que conocía y apreciaba en su justo va-
lor los trabajos de Galileo , Bacon y Newton, Leibnitz,
Pascal y Gassendi, y mas que todo, dotado de una reso-
lución incontrastable para comunicar á sus paisanos los
progresos científicos que la cristiandad toda habia he-
cho bajo la influencia de aquellos genios creadores. Al-
go contribuyó al logro de tamaña empresa la guerra de
Sucesión, sacando de su letargo al carácter nacional, y
llamando la atención de los españoles hacia lo quepasa-
baal otro lado del Pirineo; si bien en otras materias nada
hizo, según ya dijimos, en provecho déla cultura nacio-
nal. Sin embargo, cuando en 1726 Feijoó imprimió el
tomo con que comenzó su obra , fué bien acogido del
público y alentado en sus tareas; intitulóle Teatro criti-
co , y en las disertaciones de que se compone, que son
papeles sueltos, como los del Espectador inglés, aunque
mas extensos y sobre puntos mas graves, atacó con el
mayor vigor la dialéctica v metafísica que entonces se
enseñaban en España ; defendió el sistema de inducción
en las ciencias físicas, proclamado por Bacon; ridiculi-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO II. 39
zó las opiniones vulgares respecto á los cometas, eclip-
ses , artes mágicas y divinatorias ; estableció reglas de
fe histórica , que excluían las tradiciones primitivas del
país; manifestó mayor deferencia y respeto á la mujer,
reclamando para ella un puesto mas elevado en la so-
ciedad , y mas digno que el que le concedia la influen-
cia déla iglesia española ; y en fin , aconsejó eficazmen-
te á sus compatriotas la investigación de la verdad y el
adelantamiento de la vida social. Ocho tomos de esta
obra notable salieron sucesivamente á luz hasta 1739, en
cuya época cesó sin razón ni motivo conocido. Volvió
Feijoóen 1742 á continuar las mismas discusiones en otra,
intitulada Cartas eruditas, que concluyó en 1760 con un
tomo quinto , cerrando con él esta larga serie de filosó-
ficas, al par que filantrópicas, tareas.
Excusado es advertir que hubo de sufrir rudos ata-
ques. Desde un principio apareció un Antiteatro crítico,
siguió luego otro tratado casi con el mismo título, y des-
pués varios tomos y cuadernos sueltos, dirigidos contra
diferentes discursos de los que él publicaba; pero Fei-
joó supo defenderse. Escribía con claridad y buen gusto,
cuando todos sus antagonistas empleaban un estilo os-
curo y afectado , y si alguna vez incurrió en galicismos,
por los muchos libros franceses que hubo de manejar
en busca de materiales, no pecó en esto sino muy rara
vez, v generalmente hablando , su estilo es castizo v ver-
daderameníe castellano. Tampoco le faltaron ingenio y
agudeza, si bien con su habitual prudencia los usó con
parsimonia, y siempre demostró la energía que suele
acompañar al juicio sano y á la sabiduría práctica , cua-
lidades todas asaz escasas en los claustros, donde Feijoó
pasó su vida.
40 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Por consiguiente, los ataques que le dirigieron sus
émulos no sirvieron mas que para excitar mas y mas la
atención del público hacia sus obras; de modo que, en
vez de perjudicar á la causa que defendía, la favore-
cieron. Hasta la misma Inquisición, á la que fué dela-
tado repetidas veces, le citó en vano ante su tribu-
nal 16. Su fe era incuestionable, y su causa mas fuerte que
la suya; así es que, á pesar de lo voluminoso de sus obras,
quince ediciones nada menos se imprimieron en medio
siglo, creciendo hasta tal punto su reputación, que á su
muerte, ocurrida en 1764, pudo volver la vista atrás lle-
no de complacencia , y contemplar el impulso que había
dado al espíritu humano en su patria; pues aunque no
llegó ni aun con macho ú elevar ¡a filosofía española al
nivel de la de Francia é Inglaterra, la dio buena direc-
ción, haciendo él solo en favor de la vida intelectual de
sus paisanos mas de loque habían hecho sus predece-
sores en un siglo entero17.
16 Llórenle, o Histor. de la Inquis.», eruditas y curiosas», con la polémica
t. ii , p. 146. El inglés Goldsmith pa- <jiie suscitaron , forman quiuce ó diez
ga un justo tributo al mérito del pa- y seis tomos. La edición de 1778 tiene
dre Feijoó, refiriendo de él lasiguien- la vida de Feijoó escrita por D, Pedro
te anécdota. Dice que pasando por Rodríguez Campomanes, ilustre mi-
una aldea á la sazón que la gente de uistro de Estado en tiempo de Cár-
ella estaba alborotada con un mita- los 111 , y el mismo que, á propuesta
gro, les demostró que no era tal mi- de Franklin, fué admitido miembro
¡agro sino un efecto natural de la re- de la sociedad filosófica americana de
tracción de la luz. (« La Abeja» . nú- Filadelfia. Clemencin , hablando de
mero 3.°, 20 de octubre de 1759, Lón- Feijoó, dice con mucha razón: «A cu-
dres. «Obras misceláneas» (Londres, ya ilustrada religiosidad se debió el
1812,8.°, t. iv, p. 19o). Después de desengaño de muchos errores comu-
muerlo Feijoó, la Inquisición hizo nes, y gran parle de los adelantos
una ligera corrección en uno de los de la civilización española en el siglo
tomos de su «Teatro critico». índice último.» Motas al «Don Quijote», t. v,
expurgatorio, 1790. 18 6, p. 3o.
1 7 El «Teatro critico» y las «Cartas
CAPITULO III.
Intolerancia, credulidad y superstición.— Reinado de Fernando VI.— Seña-
les de mejoría. — La literatura. — Saladueña. — Moraleja. — Academia del
Buen Gusto. — Velazquez. — Mayans. — Nasarre.
Bien puede asegurarse, sin temor de contradicción, que
durante los cuarenta y seis años del reinado de Felipe V
muy poco ó nada cedió el espíritu de rigor é intoleran-
cia que oprimia á las letras. Verdad es que el progreso
intelectual se iba poco á poco abriendo camino y aco-
piando materiales para resistir á su fuerza; mas esta se
conservaba entera, y su actividad era tan temible como
siempre. Luis XIV, cuya vida disipada y sensual tuvo
por término una vejez débil y supersticiosa, aconsejó á
su sobrino que sostuviese á toda costa la Inquisición,
como uno de los medios mas eficaces para la conserva-
ción y mantenimiento del gobierno político del país; y
este consejo, fundado en el conocimiento del carácter
español, fué seguido, si no con mucha insistencia, al
menos con el mejor resultado.
Parece, en efecto, que en un principio el Rey andu-
vo algo vacilante y flojo con respecto á esta poderosa
máquina de autoridad. La primera vez que la Inquisición
le propuso celebrar un auto de fe , como parte de las
demostraciones públicas y solemnes propias de la inau-
guración de una nueva dinastía, el Monarca, joven aun
42 HISTORIA DE LA LITERATURA KSi'AÑOLA.
y recién llegado de la magnífica y elegante corte de
Versalles, se negó á autorizar con su presencia seme-
jante barbarie. Mas tarde alentó á Macanaz, que ocupa-
ba un elevado puesto, a publicar una obra en defensa
de las regalías de la corona contra las exageradas pre-
tensiones de la corte romana, y hasta hubo momentos
en que trató seriamente de suspender al Santo Oficio y
aun abolido del todo *.
Pero estas disposiciones eran pasajeras, y el clero es-
pañol consiguió muy pronto que el Rey variase de modo
de pensar. Durante la guerra de Sucesión , cuando su
posición llegó á ser muy crítica, Felipe expidió un real
decreto en favor de las doctrinas de la inmaculada Con-
cepción, que tan veneradas eran de los españoles, y
cuando Feíreras en su concienzuda y minuciosa historia
de España se atrevió á poner en duda la autenticidad de
la milagrosa tradición de la Virgen del Pilar de Zarago-
za , el Rey mismo le obligó a borrar el pasaje en que tal
decia, y promulgó un edicto sobre el asunto, á guisa de
expiación -, y como para congraciarse la Iglesia ultra-
1 Llórente, «Histor. de la Inquis.», dosa contienda con una simple de-
l. iv, 1818. pp. 29 v 43. El papel de claracion en lasor del milagro. Véase
Macanaz se baila incluido en el Indi- la «Anlidefensa» de O Luis Sala/ ir y
ce expurgatorio de 1790. la « Continuación de la crisis Ferré-
• « Lúgubres obsequios de la uni- rica », Zaragoza. 1740, 4 °. pp. 4 y si-
versidad de Salamanca áD. Felipe V», guientes; y á Soutliey, «Peninsular
Madrid. 1747, 4.°, p. 23. Don Francisco War», 1823, 8.°, t. i, p. 402, nota. La
Freyle, que predicó en esta solemni- verdad es que Felipe V, desde el mo-
dada atribuye la victoria decisiva ga- mentó en que se puso en camino para
nada por el Rey en Almansa en 1707, recibir la corona, trató de acomodar-
es decir, un año después de publicado se lo mas (pie pudo á los usos y cos-
el decreto , a su celo y prontitud en tumbles de Kspaña, pues cuando lle-
sustentar la doctrina de la inmaculada go a Bayona se observó por los de su
Concepción. En cuanto á los pasajes comitiva cuan puntual y exacto era
de Ferreras, citados en el texto, yque en el cumplimiento de sus deberes
se hallaran en los torn, i y u de su religiosos , oyendo misa todos los
«Historia», no solo produjeron viva dias y asistiendo a vísperas a pesar
controversia, sino que salieron á luz del nial tiempo, l'or la primera vez
infinitos folletos contra su autor, y en la historia de dicha ciudad se ofre-
Felipe V buho de p.mer fin á tan rui- ció el publico espectáculo de una cor-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO III. 43
jada. La muerte de su esposa, ocurrida en 1715, y que
le sumió en profunda melancolía , contribuyó poderosa-
mente á aumentar la influencia y poder del clero que le
rodeaba, y al siguiente año, cuando la Inquisición atacó
á Macanaz é invadió resueltamente el terreno de las re-
galías de la corona, el Rey cedió, y Macanaz se vio
obligado á huir á Francia. Por último, cuando en 1724,
y después de una abdicación de pocos meses , Felipe
volvió á tomar las riendas del gobierno , que nunca de-
bió abandonar, la influencia eclesiástica tuvo no poca
parte en la energía y vigor con que desempeñó las fun-
ciones de su elevado puesto. Conforme iba adelantando
en años, íbase haciendo mas preocupado, y en su ve-
jez , cuando la destrucción de los pocos privilegios que
aun quedaban en Aragón y Cataluña aumentó la suma
de su poder y le constituyó el monarca mas absoluto que
hubo jamás en el solio español, se dedicó con la misma
complacencia y fervor que cualquiera de sus anteceso-
res á acrecer los intereses , el poder y la influencia de
la Iglesia.
En nada, pues, cedió el espíritu intolerante y perse-
guidor deesta: las hogueras de la Inquisición ardían como
si hubiera aun reinadoFelipe II; celebráronse autos de fe,
á razón de uno al año cuando menos, en cada uno de los
diez y siete tribunales en que el país estaba dividido,
de manera que en tiempo de Felipe V, por el cálculo
mas corto, subieron á setecientos ochenta estos terribles
espectáculos populares de la Inquisición y del fanatismo.
No se sabe con exactitud el número de víctimas conde-
rida de toros , dada en honor del Mo- da del Bey nuestro señor en Bayo-
narca, y á la que este asistió con to- na», etc/, Madrid , 27 de enero de
da su comitiva. «Relación de la entra- 1701, i.°
44 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
nadas á la hoguera y abrasadas cnlre ¡as llamas; perose
cree con fundamento que pasaron de un millar, y que no
bajaron de doce mil las perseguidas y castigadas con la
pública deshonra y otras penas no menos duras é infa-
mantes. El judaismo, que desde la conquista de Portugal
en el siglo xvi había vuelto á retoñar en España, era el
delito capital, el crimen por excelencia ; perseguíase con
todo el encarnizamiento posible , y no cabe duda , sino
que lo poco que aun quedaba del pueblo hebreo y de sus
creencias fué entonces por segunda vez aniquilado y
destruido, á lo menos en cuanto lo permitieron el sigilo
de la propia conciencia y las precauciones que dictan
el odio y el terror. No pararon aquí las cosas; literatos
distinguidos, como el Padre Jesús Belando, autor de una
historia civil de parte del reinado de Felipe V, dedicada
al mismo monarca é impresa con todas las licencias y
requisitos legales , fueron castigados bajo pretexto de
herejía é incredulidad; otros, como Macanaz, sospe-
chados de opiniones políticas hostiles á la Iglesia ó al
Gobierno, procesados por el Santo Oficio, y no siendo
posible probarles delito alguno, obligados á expatriarse
ó retirarse á una soledad. De modo que, considerada
la época en general hasta la muerte de Felipe V, la an-
tigua alianza entre el poder civil y religioso, alianza
mantenida por el asentimiento general del pueblo , con-
tinuó robusta y firme sin contratiempo alguno, bastando
su autoridad para poner trabas á la libertad de discusión
y restringir é imponer silencio á cualquiera actividad
intelectual que le pareciese peligrosa 5.
3 Llórenle, '>H¡stori:i», t. it, pp. 420- se aproximen á la verdad, siempre
424; t. iv, p. 31. Los dalos de Lloren- cansan pavor. Sin embargo, en un
te no son tan exactos como pudieran folleto impreso en 1817 (como él
y debieran serlo; pero, por poco que mismo lo dice en su autobiografía.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO III. 45
Durante el reinado de Fernando VI, que duró trece
años, y concluyó en 1759, las cosas mejoraron sensible-
mente. Las semillas sembradas en tiempo de su padre,
aunque no cuidadas con el esmero y solicitud debidas,
empezaban ya á germinar y crecer en el terreno frió y
tenaz á que habían sido arrojadas. Las relaciones con el
extranjero, y particularmente conFrancia, iban introdu-
ciendo ideas nuevas: Ferreras, erudito y diligente, aun-
que pesada analista de su patria; D. Juan de Iriarte, */"
ilustre bibliotecario de la Real ; su sabio sucesoTifcrT'eT;
Mayans , tan conocido por su decidida afición á recoger
y publicar libros; y sobretodo, el sabio y modesto Padre ^
Fejjoó , no habian trabajado en vano, y vivieron bastan-
te para contemplar y gozar de! fruto de sus tareas.
La misma Iglesia empezó á reconocer, aunque con
bastante lentitud, la fuerza irresistible de la inteligencia
en su marcha progresiva, y la Inquisición sintió su influ-
jo, sin quererlo confesar. Tan solo diez reos murieron
en sus hogueras en tiempo de Fernando VI, todos judíos
oscuros y relapsos , hombres cuya triste suerte no deja
de ser un cargo para la Inquisición por no haber sido
personas notables é ilustres, pero cuyo castigo no causó
ni con mucho el terror y la lástima que el de los pro-
testantes de Valladolid ó los patriotas aragoneses en el
siglo xvi. En realidad, las persecuciones del Santo Ofi-
cio, no solo disminuyeron en número y rigor, sino que
se subordinaron en cierto modo á la autoridad política
p. 170), asegura que desde 1680 has- trescientas y sesenta y cuatro vícli-
ta 1808 perecieron en las hogueras mas; las mifquinientas setenta y ocho
de la Inquisición mil quinientas y se- debieron perecer todas entre 1680
tenta y ocho personas; y que once y 1781 , en cuyo año, según diremos
mil novecientas noventa y ocho mas en el capitulo siguiente, se verificó
sufrieron castigos degradantes ; lo el último suplicio,
cual forma un total de catorce mil
46 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
del país, y se dirigieron mas eficazmente contra la secta
de los francmasones, recien introducida entonces en
España y que tenia inquieto y receloso al Gobierno. En
medio de todo, el sistema político de Fernando VI fué
pacífico, dulce y humano; hiciéronse vivas diligencias
para recoger documentos que ilustrasen la historia pa-
tria desde la mas remota antigüedad ; enviáronse fuera
jóvenes que estudiasen á expensas del tesoro público,
se invitó y animó á extranjeros distinguidos á estable-
cerse en España y comunicar y difundir en ella los co-
nocimientos que habian adquirido en países mas ade-
lantados y felices; todo, en tin, anunciaba, si no un
progreso completo, al menos un cambio muy favo-
rable 4.
A pesar de lo que llevamos expuesto, el espíritu y
dirección de la literatura eran los mismos que á princi-
pios del siglo, y los esfuerzos hechos para marchar por
el camino de los antiguos escritores tan efímeros como
poco satisfactorios; y en prueba de ello citaremos un
largo poema narrativo del conde de Saldueña, sobre la
historia de D. Pelayo, y dos imitaciones pobrísimas del
Para todos de Montalvan, una de Moraleja y otra de un
tal Ortiz; bien es cierto que cuanto en este género se
intentaba, además de ser escaso, habia necesariamente
de producir cada vez menos efecto, porque la escuela
francesa iba ganando terreno y conquistando el favor
popular en todos los ramos de la amena literatura s.
* «Noticia del viaje de España», he- de las Varillas, conde de Saldue"
cho de orden del Rej por L). L. J. Ve- fia, etc. (Madrid, 1754, A.°) , const*
lazquez. Madrid, 1705, 4.u, « passim», de doce cantos en octavas, y está es-
Llorente , t. iv, p. 51; Tapia, t. iv, crito con muciía afectación. José Mo-
p 73. raleja, «El Entretenido», segunda par-
8 «El Pelayo», poema de D. Alonso te (Madrid, 1741, 4.°), continuación
de Solís Eolcli de Cardona ííodriüuez del «Entretenido» de Sanchez Tór-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO III. 47
También ejerció saludable influencia en este punto /
una denominada Academia del Buen Gusto, muy de mo- [/
da á la sazón y relacionada con la corte; fundóse en
1749, quizá á imitación de aquellas coteries francesas
que comenzaron en el palacio de Rambouillet en tiempo
de Luis XIII, y que tanta importancia adquirieron des-
pués en la historia política y literaria de Francia. Fué
su fundadora la condesa de Lémus , en cuya casa se
reunía , la cual logró ir poco á poco reuniendo en ella
los personajes mas distinguidos de la aristocracia y de
las letras, entre ellos á Luzan, Montiano, Nasarre y
Velazquez , todos conocidos entonces ó después por sus
obras 6.
Excepto Luzan, de quien ya hemos hablado, el mas
distinguido de todos sus individuos fué D. Luis José Ve-
lazquez, descendiente de una familia ilustre y antigua
del Andalucía. Nacido en 1722, la posición social que
tuvo le obligó á pasar la mayor parle de su vida en la
toles; el argumentóse resume en una semejantes papeles, y traíase por
reunion de amigos que se divierten medio de la Academia ú de otro mo-
duranle cuatro dias recitando entre- do de resucitar el espíritu de los si-
meses, cuentos, composiciones poéti- glos xvi y xvn on materia de roman-
eas, cálculos astronómicos, etc., inez- ees. La empresa era digna de Melen-
cla ridicula y absurda. Baeria («Hi- dez; mas la verdadera poesía popu-
jos de Madrid «, t. m , p. 81 ), trae la lar es como un torrente impetuoso,
vida del autor. Las «Noches alegres», que no es posible detener en su cur-
de Isidoro F. Ortiz Gallardo de Villa- so , y mucho menos hacerle brotar y
roel (Salamanca, 1758, i. "), son mas salir por una boca artificial. El pue-
cortas y todas en verso. Ambos li- blo tendrá siempre una literatura
bros son de lo peor que puede darse, suya propia , acomodada á sus hábi-
6 Luzan, «Arte poética», edic. 1789, tos y sentimientos; y así es que hoy
t. i, pp. xix, etc. Tengo en mi libre- dia, en pleno siglo xix, se imprimeu
ría gran número de papeles sueltos, y circulan en Kspañn la misma clase
romances de ciegos, etc. , que indi- de jácaras y romances que Melendez
can suficientemente cuál era el gusto hace un siglo denunciaba á las iras
popular entre 1700 y 1760 , sobre todo del Gobierno ; pero ninguna escuela
unos veinte sobre el advenimiento al poética es responsable de produc-
trono de Fernando VI en 17.46. No ciones de este género, tan insulsas
puede darse nada peor, y tenia mu- y extravagantes. Véanse los « üiscur-
cha razón Melendez Valdés, quien en sos forenses de Melendez Valdés»,
un informe fiscal pidió que el Go- 1821 , pp. 167 y siguientes,
bierno prohibiese la publicación de
48 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
corte, hasta que envuelto y comprometido en las tur-
bulencias é intrigas políticas del reinado de Carlos III,
sufrió una larga prisión (1766 á 1772),. y murió de apo-
plejía el mismo año en que recobró su libertad.
Fué Velazquez hombre laborioso y asiduo y de mas
talento que ingenio; individuo, no solo de las princi-
pales academias españolas, sino de la francesa de Ins-
cripciones y Bellas Letras, y dejó escritas varias obras
muy eruditas sobre las antigüedades y literatura de su
patria. La mas apreciable de todas hoy dia es la publi-
/ cada en 1754 con el título de Orígenes de la poesía caste-
*/ llana, y es la historia de ella hasta los tiempos del autor ó
poco menos. La obra es muy sucinta , poco metódica, y
demasiado breve para daral lector una idea satisfactoria
del asunto; pero en cambio está escrita en buen estilo,
y á veces con bastante agudeza é ingenio en los juicios
críticos. Echase de ver, sin embargo, que está vaciada
en el molde de la escuela francesa , y que no es mas que
una tentativa de robustecer por medio de una discusión
histórica las mismas doctrinas que veinte años antes ha-
bía predicado Luzan en su Teoría de la composición
poética '.
Mayans, caballero valenciano muy instruido, y de
los que mas influencia ejercieron en la literatura espa-
ñola de este período , siguió el mismo rumbo en su Re-
tórica, publicada en 1757; obra fundada mas bien en
las opiniones filosóficas de los preceptistas romanos que
7 D. Luis José Velazquez, «Orige- valor. La vida de Velazquez, que era
ues de la poesía castellana);, Mala- titulo de Castilla con el nombre de
ga, 1731, 4.u, de 175 pág. 'I*. A. Dieze, marqués de Valdeflores, aunque rara
profesor en la universidad de Gotin- vez usaba este dictado en sus obras
ga, que murió en 178b, publicó en impresas, se encontrará en Sempere
•1769, una traducción alemana, con ex- y Guarinos, «Biblioteca », t. vi, pá-
celentes y copiosas notas, que dupli- gina 139.
can la obra original en tamaño y en
TBKCERA ÉPOCA. CAPÍTULO III. 49
en las modificaciones introducidas en ellas por Boileau
y sus discípulos. Es obra larga y pesadísima , menos
acomodada á las necesidades de la época que la de Lu-
zan, y mas hostil aun que aquella al antiguo espíritu
castellano, que siempre se manifestó enemigo de reglas
y preceptos; pero, por otra parte, preciso es confesar
que es un gran almacén de curiosos extractos de autores
pertenecientes al mejor tiempo de la literatura española,
escogidos siempre con tino, aunque no siempre aplicados
con oportunidad á ¡a materia que se discute8.
A estas obras de Mayans, Velazquez y Luzan debe
añadirse el prólogo de Nasarre á la edición de las come-
dias de Cervantes, publicadas en 1749, en el que, va-
liéndose de la autoridad de aquel gran nombre, y que-
riendo explicar la escuela dominante de su tiempo, pre-
tende demostrar que los trabajos poco felices del autor
del Quijote fueron solo- otras tantas caricaturas para ri-
diculizar á Lope de Vega, y no composiciones dramáti-
cas escritas con intención de cultivar el ancho campo de
extravagancias que el ingenio ameno y variado de Lope
abrió á sus contemporáneos. Pero esta idea era tan po-
co fundada, que ninguna aceptación tuvo en su tiempo,
y solo la mencionamos como una de las muchas tentati-
vas hechas para desconceptuar el antiguo teatro, de que
hablaremos mas adelante 9.
8 D. .Gregorio Mayans y Sisear, que derno intitulado «Sinrazón impug-
escrihió y publicó muchos lilaos, nula». 4.", 1750, p 25, y ademas
asi latinos como castellanos, nació atacó su prólogo [). T. de Zaha'eta
en 1699 y murió en 1782. Jhneno, to- en su « Discurso crítico», etc (4 o,
mo ii , p. 524. y Faster, t. u, p. 93, 1750, p. 258), que es una defensa ge-
dan largas noticias de su vida é in- rieraJ y muy desleída de Lope y su
serian un catalogo de sus diferentes escuela. Nada de esto se necesitaba ;
obras. la leona de Nasarre era (an absurda,
9 Respondió con mucha dureza á que mal podia adquirir secuaces.
Nasarre l). José Carrillo en un cua-
T. IV. i
CAPITULO IV.
Lentos progresos de la cultura. —Carlos III y su política. — Padre Isla. — Su
Fray Gerundio.— Su Cicerón. — Su Gil Blas.— Esfuerzos para restablecer la
antigua escuela poética. — Huerta. — Sedaño- — Sanchez. — Sarmiento. —
Conatos de introducir la escuela francesa. — Moratin el padre y su ter-
tulia.— Cadahalso, Iriarle, Sanianiego, Arroyal . Montengon, Salas, Me-
ras, Noroña.
Poco notable por su energía política el reinado de
Fernando VI, terminó lúgubremente con la muerte del
Rey, de resultas del pesar que le causó la pérdida de su
esposa, pero no sin dejar tras de sí algunas inlluencias
saludables para el país. Por primera vez, desde el des-
cubrimiento de América, se había introducido una pru-
dente economía en la administración de los negocios pú-
blicos. El poder abusivo de la Iglesia se habia restringido
en virtud de un concordato con el Papa; la instrucción
habia progresado. y al P. Feijoó, aun vigoroso, aunque
anciano , le era todavía permitido , si bien no era au-
xiliado en sus útiles tareas, proseguir su grande obra, y
fundar una escuela sobre los nuevos principios filosófi-
cos reconocidos en Francia é Inglaterra.
Xo nos dejemos, sin embargo , alucinar por esta ha-
lagüeña perspectiva. A pesar demedio siglo de adelanta-
miento general , España se hallaba todavía en un atraso
deplorable respecto á los demás países occidentales de Eu-
ropa en cuanto á cultivo intelectual, sin el cual no puede,
TEÍICEIÍA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 51
en los tiempos modernos, ser próspera, fuerte ui respeta-
da ninguna nación. «No sé, decía el marqués de la En-
senada, como ministro de Estado, en un memorial al
Rey, no seque haya cátedra alguna de derecho público,
de física experimental, de anatomía y botánica No
hay puntuales cartas geográficas del reino y de sus pro-
vincias, ni quien las sepa grabar, ni tenemos otras que
las imperfectas que vienen de Francia y Holanda. De es-
to proviene que ignorárnosla verdadera situación délos
pueblos y su distancia, que es una vergüenza *.»
En tales circunstancias, el advenimiento al trono de
un príncipe como Carlos III fué un fausto acontecimien-
to para la nación. Hombre enérgico y de buen senti-
do, español por su cuna y por carácter, habia ocupado
por espacio de treinta y cuatro años el trono de Ñapó-
les, durante los cuales procuró restituir su dignidad á una
monarquía abatida, y adquirió entero conocimiento de
la situación políásca de Europa allende el Pirineo. Así
es que cuando la muerte de su primo Fernando VI le
llamó, al trono español, fué provisto del suficiente cau-
dal de conocimientos y experiencia para regir, durante
veinte y nueve años , los destinos de una monarquía mas
importante y mas desgraciada aun que aquella.
1 Tapia, «Historia», t. iv. c. 15. — análogos. Su primera ultra conocida
Los mejores datos sobre el estado de fué una traducción libre del ensayo
la cultura de España durante el rei- de Mura tori. «Sobre el buen gusto», al
nado de Carlos 111 se hallarán en la cual añadió un tratada origina! «So-
«Biblioteca de los mejores escritores bre el progreso déla literatura de los
del reinado de Carlos ill », por .luán españoles en este siglo», que mas tar-
Semperey Guarinos; Madrid. 1787-89, de incluyó, con algunas ligeras altera-
seis torn. 8.° — Treinta y cinco años ciones,ensu«Biblioteca>;.Estediligen-
tenia el autor cuando publicó esta su te escritórmurió, según creo, en 1854.
obra ; pero posteriormente se distin- — Su biografía, escrita probablemen-
guió mucho mas como escritor poli- te con arreglo á noticias facilitadas
tico con sus «Observacionessobre las por él mismo, se publicó- en Madrid
Cortes» (1810), con su «Historiadelas enuncuaderno en 8.°, impreso en 1821
Cortes» (1815), y con otros trabajos por Amarita.
52 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Afortunadamente el nuevo monarca dio desde luego
muestras de haber comprendido su verdadera posición,
y de que conocía estar llamado á una gran tarea de re-
generación y de reforma, cuyo punto capital eran los
abusos eclesiásticos.
La fortuna vino en cierta manera á coronar sus esfuer-
zos. Sus ministros, Roda, Floridablanca. ArandayCam-
pomanes eran hombres hábiles y entendidos. Por sus
consejos, y con su ayuda , logró limitar de tal manera el
poder de la curia romana, que ninguna bula ni rescrip-
to del Papa era obedecida en España sin obtener antes
la sanción real; redujo el ejercicio de la autoridad de
la Inquisición á los casos meramente de herejía obstina-
da ó apostasía ; prohibió que se condenase ningún libro
sin oir antes en su defensa ai autor ó á los interesados;
y finalmente, considerando á losjesuitas como los mas
■ elicaces y activos contrarios de las reformas que procu-
raba plantear, los expulsó en masa de todos sus domi-
nios en un mismo dia, cerrando sus escuelas y confis-
cando sus cuantiosos bienes'2. Al mismo tiempo procuró
la mejora del plan de estudios, organizó la educación
popular como nunca lo había estado en España, y me-
joró la instrucción y métodos de enseñanza en aquellos
pocos establecimientos superiores á que pudo llegar el
pleno ejercicio de su autoridad.
Muchos abusos lograron, sin embargo, sustraerse á
su actividad. Al dirigirse á las universidades, excitándo-
las á que cambiasen sus antiguos hábitos y planteasen
la enseñanza de la física y ciencias exactas, la de Sala-
manca contestó en 1771 : «Nada enseña Newton para
2 Llórente. «Historia déla inquisición», t. iv; «Carlas de Doblado», 1822,
apéndice a las carias ni y vn.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 53
hacer buenos lógicos ó melafísicos , y Gassendi y Des-
cartes no van tan acordes como Aristóteles con la ver-
dad revelada. » Las demás universidades mostraron mas
ó menos el mismo espíritu que la de Salamanca.
Con la Inquisición, el éxito de sus medidas estuvo
muy lejos de ser completo, y su autoridad fué resistida
en cuanto la resistencia era posible; pero, por otra parle,
el progreso de la inteligencia quitaba cada dia al fana-
tismo religioso una parte de su actividad y energía; y
ora se considere como una gloria de su reinado, ora como
una afrenta , lo cierto es quela última persona que pere-
ció en las llamas en España, por autoridad eclesiástica,
fué una desdichada mujer, quemada en Sevilla por he-
chicera en 1781 3.
Bajo la influencia de un espíritu como el de Carlos ÍIÍ,
durante un reinado de veinte y nueve años, echáronse
de ver por todas parles nuevos y considerables adelan-
tos en todo cuanto tiende á hacer apetecible la vida. La
población, ahuyentada ó extinguida, parecía renacer
de nuevo en aquellos lugares que la tiranía habia de-
jado desiertos; y habiendo vuelto algún lanto sobre sí
bajo el primer Borbon, se rehacía entonces rápidamen-
te, bajo el tercero, de las pérdidas sufridas en los tiem-
pos de la casa de Austria por las guerras que España
sostuvo en todo el mundo, por las emigraciones, por la
persecución de los judíos y la expulsion de los moris-
cos, por la mala legíslarion y por el sañudo espíritu de
intolerancia religiosa. Triplicáronse durante el mismo
período las rentas públicas, sin imponer al pueblo nue-
3 Sempere yOuarinos, «Hiblinip- gp d'Espagne» fs. I., 1785,42.°, p. 48),
ca», t. iv., art « Planos de estudios»; dice que la pobre mujer quemada en
Tapia, t. iv, c. 16: Llórenle.) iv.p.270. Sevilla era «herniosa y joven».
El marqués de Lauyle, en su «Voya-
54 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
vos gravámenes , y la nación parecía salir de un estado
de completa bancarota para pasar á otro , comparati-
vamente hablando, de abundante prosperidad. Era evi-
dente que España salia de la postración á que se vio
reducida en tiempo de Carlos II i.
Mas todo cultivo intelectual se opera lentamente , y
mas lentamente aun las reformas intelectuales. Es cier-
to que por todas partes se veian brotar los gérmenes
de vida y de salud , restaurando y renovando las fuerzas
del país, tan largo tiempo abatidas , y que en algún pe-
ríodo parecían haber estado próximas á un inminente
aniquilamiento ; pero al mismo tiempo se echaba de ver
que había de transcurrir mucho tiempo antes que la sa-
via bienhechora se extendiese á todos los ramos de cul-
tura , y mas tiempo todavía antes de que pudiese revi-
vir aquella elegante literatura, flor delicada y producto
exclusivo de una verdadera civilización. Comenzaba la
vida , veíase ya la luz , pero aun era la del crepúsculo.
El primer resultado notable producido por este mo-
vimiento vivificador en los reinados de Fernando Vi y
Carlos III, fué una obra muy en armonía con el espí-
ritu nacional, sublevado ya entonces contra los abusos
clericales, que por tan largo tiempo le habian subyuga-
do. Era esta obra un ataque al estilo común de los pre-
dicadores, que, corrompido primitivamente por Para-
vicino, distinguido secuaz de Góngora, habia ido deca-
yendo sin cesar , hasta dar por último en el mayor ex-
tremo posible de vulgaridad y degradación.
* Tapia, t. iv, pp. 12i, etc. Cuando millones y medio; disminución mons-
Cárlos V subió al trono contaba Es- truosa, si se atiende al acrecen tamien-
paña diez millones y medio de habi- to que la población del resto de Bu-
lantes ; cuando se celebró el tratado ropa iba lomando por la misma época,
de Utrecht tenia únicamente siete
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 55
Fué su autor el P. Isla , jesuíta, nacido en 1703, y
muerto en 1781 en Bolonia, adonde fué destinado al
tiempo de la expulsion de la Compañía de los dominios
españoles5. La primera obra que publicó, ó en que to-
mó parte , fué te Juventud triunfante , impresa en 1727,
que contiene la relación de unas fiesías celebradas en
el mismo año, y durante once días consecutivos, en Sa-
lamanca en honor de dos jesuítas muy jóvenes que Bene-
dicto Xllí acababa por entonces de canonizar; relación
entretenida , llena de poesías, farsas y descripciones de
mascaradas y corridas de toros que tuvieron lugar en
aquella ocasión , y en la que se trasluce bastante el hu-
iliQr_satiricQ.de su autor, aunque disimulado con suma
destreza.
Algo mas al descubierto empleó el P. Isla su sátira
en otra obra semejante, describiendo la proclamación de
Fernando el Sexto, celebrada en Pamplona en 1746 con
tan extravagantes y ridiculas ceremonias, que, habién-
dosele encargado escribir una relación de ellas, no pudo
irse á la mano en sus burlescos instintos. Pero hízolo de
una manera tan delicada y sutil , que los mismos que eran
objeto de su burla no la sospecharon siquiera en un prin-
cipio. Al contrario, la diputación de Navarra le dio las
gracias por el honor que la había dispensado , el Arzo-
bispo y el Obispo le cumplimentaron por su trabajo, mu-
chas personas de quien habia hecho especia! mención
le hicieron algunos obsequios: y cuando llegó á sospe-
charse la ironía, fué objeto de pública controversia, co-
mo sucedió con el opúsculo de Daniel de Foe, intitula-
do El camino mas corto con los disidentes, el determinar
s «Vida de J. F. de IslaB, por J. f. de Salas; Madrid, 1803, 12. °
56 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
si los elogios del aulor eran en burla ó de veras; defen-
diéndose Isla con admirable tálenlo é ingenuidad, como
si se le infiriese una injuria personal al dudar de la sin-
ceridad desús alabanzas. La discusión, por último, pa-
róen su salida de Pamplona, fugitivo ó desterrado6.
Ocupábase, no obstante, en esta época de objetos mas
graves, que le proporcionaron ocasión y motivo para dar
mayores pruebas de su talento. Desde la edad de trein-
ta y cuatro años habia ejercido dignamente el cargo de
predicador, desempeñándolo con fervor y celo hasta la
crue! expulsion de su Orden. Habia. durante sus apos-
tólicas funciones, observado cuan poco digno de tan
sagrado ministerio era el estilo que generalmente se
empleaba en el pulpito, cuánto se envilecía la oratoria
sagrada por el pésimo gusto, por la forma ridicula de
las composiciones, por los fallos conceptos, sutilezas y
hasta bufonadas groseras á que se entregaban los frai-
les y misioneros para obtener e! aplauso de un auditorio
estúpido, que los escuchaba en iglesias, calles y pla-
zas, y para atraerse una abundante cosecha de ofrendas
y regalos, que procuraban acrecentar por medios tan po-
co nobles y decorosos. Cuéntase que el mismo Padre
Isla se dejó llevaren un principio de la corriente, es-
cribiendo hasta cierto punto en el estilo de ios demás;
pero pronto debió reconocer su error, pues los nume-
rosos sermones que de él se conservan , predicados en-
tre 1729 y 1754, se distinguen generalmente poruña
pureza de estilo desconocida hacia mucho tiempo , y que,
6 «Juventud triunfante», Salaman- de octubre de 1781. El otro aulor de
ca. 1727,4 ° «Din grande de Navarra», la ol>ra se llamaba el P. Losada; pero
segunda edic, Mullid. 17Í6.4." «Se- es de creer que los chistes son'del
manario Pintoresco», 1810, p. 150. mismo I*. Isla.
Caita á su hermana, con fecha de 21
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 57
sin llegar á la facundia y fervorosa unción de Leon y de
Granada , no hubiera seguramente sido indigna del pul-
pito español, aun en los tiempos de aquellos ilustres es-
critores7.
Isla, sin embargo, no se contentó con dar un buen
ejemplo con sus sermones,, y resolvió atacar directa-
mente el mal. Con este objeto compuso la Historia del
famoso predicador Fray Gerundio; novela satírica, en la
que pinta la vida de uno de aquellos predicadores vul-
gares, desde su nacimiento en una oscura aldea, refi-
riendo'sus estudios en el convento, y sus aventuras co-
mo misionero por los pueblos de la comarca, y conclu-
yendo con los preparativos del protagonista para predi-
car, una serie de sermones en cierta población, que pa-
rece ser Madrid. Está escrita la obra con gran ingenio,
y no solo el carácter y las costumbres nacionales resal-
tan por do quiera , sino que en los episodios y descrip-
ciones de la vida conventual y religiosa de su tiempo se
echa claramente de ver que copiaba del natural, valién-
dose el autor de su propia experiencia. Su plan se ase-
meja a!gun tanto a! del Quijote, pero en su ejecución se
acerca mas al redundante estilo de Rabelais, aunque sin Y
sus groserías. Grave y seria, cual corresponde al carác-
ter español, oculta bajo su misma gravedad un espíritu
sarcástico , que en otros países no se considera compa-
tible con la verdadera dignidad, pero que en España se
ha conciliado con ella en mas de una ocasión con muy
feliz resultado.
Lo mejor que contiene el Fray Gerundio son las va-
7 «Vida de isla». § 3; «^ermones», muñesen 1680, cuando madama d'Aul-
Malrid, I7!i2 93, seis toin.8.0 — Los noy se'halhiba en Lspaña. «Viaje»,
sermones en las calles eran ya co- edic. de lü93, t. u, p. lo'8.
58 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
rias muestras del estilo oratorio usado entonces en el
pulpito, y sirven de mucho para ilustrar la historia li-
teraria del siglo xvni. Es muy bueno el siguiente retra-
to del padre predicador á quien Fr. Gerundio habia to-
mado por modelo:
«Hallábase el padre predicador mayor en lo mas flo-
rido de la edad, esto es, en los treinta y tres años caba-
les. Su estatura procerosa , robusta y corpulenta; miem-
bros bien repartidos y asaz simétricos y proporciona-
dos ; muy derecho de andadura, algo salido de panza,
cuellierguido, su cerquillo copetudo, estudiosamente ar-
remolinado; hábitos siempre limpios y muy prolijo de
pliegues, zapato ajustado,, y sobre todo, su solideo de
seda, hecho deahuja, con muchas y muy graciosas la-
bores, elevándose en el centro una borlita muy airosa;
obra toda de ciertas beatas que se desvivian por su pa-
dre predicador. En conclusion, él era mozo galán, y
juntándose á todo esto una voz clara y sonora , algo de
ceceo, gracia especial para contar un cuentecillo, ta-
lento conocid ) para remedar, despejo en las acciones,
popularidad en los modales, boato en el estilo y osadía
en los pensamientos, sin olvidarse jamásde sembrar sus
sermones de chistes, gracias, refranes y frases de chi-
meneas, encajadas con gran donosura , no solo se arras-
traba ios concursos, sino que se llevaba de calle los
estrados \
No menos fidedigno y característico que el retrato de
8 «Historia del famoso predicador raímente se ha creído supuesto, pero
Fray Gerundio de[Campazas».Madrid, que realmente era el de un ámi-
1813, cuatro lonh 8.°, t. i, p. 307. En go, párroco de Villagarcia . donde el
la primera edición y en otras varias P. Isla, que hace mención de él en
so dice escrita la obra por Francisco sus carias, escribió su «Fray Gerun-
Lobon de Salazar, nombre que sene- dio».
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 59
este eclesiástico jaque, es el siguiente trozo de elocuen-
cia que el P. Isla pone en su boca, pues, según dice él
mismo, lo tomó , según acostumbraba en tales casos, de
un sermon predicado real y efectivamente 9:
«Ya era sabido que siempre habia de dar principio á
sus sermones, ó con algún refrán, ó con algún chiste, ó
con alguna frase de bodegón , ó con alguna cláusula en-
fática ó partida , que á primera vista pareciese una blas-
femia , una impiedad ó un desacato , hasta que de?pues
de tener suspenso al auditorio por un rato, acababa la
cláusula ó salia con una explicación que venia á quedar
en una grandísima friolera. Predicando un dia del mis-
terio de la Trinidad, dio principio á su sermon con este
período : Niego que Uios sea uno en esencia y trino en per-
sonas; y paróse un poco. Los oyentes, claro está, co-
menzaron á mirarse los unos á los otros, ó como escan-
dalizados, ó como suspensos, esperando en qué habia
de parar aquella blasfemia heretical. Y cuando á nues-
tro predicador le pareció que ya los tenia cogidos, pro-
sigue con la insulsez de añadir: Asi lo dice el evionista,
el marcionista, el amano, el maniqueo , el sociniano ;
pero yo lo pruebo contra ellos con la Escritura , con los con-
cilios y con los Padres. — En otro sermon de la Encar-
nación comenzó de esta manera: A la salud de ustedes,
caballeros; y como todo el auditorio se riese á carcaja-
da tendida , porque lo dijo con chulada , él prosiguió
diciendo: No hay que reírse, porque á la salud de us-
tedes , á la mia y á la de todos , bajó del cielo Jesucris-
to y encarnó en las entrañas de María. Es artículo de
fe , pruébolo : Propter nos , homines , et propter nostram
salutem . descendit de ccelis, et incarnatus est. Al oír esto
9 «Cartas familiares», 1790,1. vi. p. 313.
60 HISTOHIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
quedó iodo el auditorio como suspenso y embobado,
mirándose los unos á los otros, y cundiendo por toda la
iglesia una especie de murmullo, que faltó poco para que
parase en pública aclamación10.»
El primer tomo del Fnvj Gerundio se imprimió en 1 758,
algo mas pronto de lo que el autor deseaba, y los en-
cargados de la edición, que estaban en el secreto, la pu-
sieron^en venta sin conocimiento suyo, despachando en
un solo dia ochocientos ejemplares !1; popularidad ex-
traordinaria, que no redundó, sin embargo, en beneficio
de su autor, porque el clero, yen especial los padres pre-
dicadores, se ensañaron con una obra que dirigia con-
tra su profesión los ataques mas formidables y rudos que
se habían visto jamás en España; resultando de ahí que,
aunque el Rey y la corte prestaron su asentimiento á la
sátira, se nególa licencia para continuar su publicación;
que el autor fué citado ante la Inquisición, y su obra con-
denada en 1760. Pero el P. isla estaba demasiado bien
defendido por la opinion pública y por el respeto que
infundían los jesuitas. para ser sujetado á una correc-
ción personal ; era su Fray Gerundio un vivo y fiel retra-
to déla realidad, y habíase esparcido demasiado para
que le alcanzase otro anatema que el de una prohibición
ilusoria ,2.
El segundo tomo no tuvo tan buena suerte; y con la
censura del primero quedó por largo tiempo manuscri-
to, como libro prohibido. Publicóse por primera vez en
10 «Fray Gerundio», t. i, p. 309. respecto ni «Fray Gerundio», en el se-
11 «Cartas familiares», t. n. p. 170. guudo lomo de las «Carlas familia-
12 «Vida de Isla», p 65. Llórente res» La Inquisición («Index», 1790),
«Hisl », i ii, p. 450. «Caitas familia- no tan solo prohibió esta ol>ra, sino
res de Isla», t. ii, pp. 168, etc., y t. ni, cualquier escrito en favor ó eu contra
p. 213. Hay varias muy entretenidas de ella.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 61
Inglaterra, y en lengua inglesa, en 1772, por interme-
dio de Barretti, á quien el original habia sido enviado
después de la salida del autor á Italia. Poco después sa-
lió á luz en Bayona una edición completa de todo el li-
bro en castellano, seguida de otras varias en diversos
puntos; y aunque hasta 1813 no se levantó su prohi-
bición en la Península (y eso para ser prohibida de nue-
vo al siguiente año, á la vuelta de Fernando Vil), con
todo, pocos libros habrá en España mas conocidos de
las personas instruidas que el Fray Gerundio, desde su
primera publicación hasta el présenle ; y lo que aun es
mas importante, pocos han obtenido desde luego un
éxito tan conforme al objeto que su autor se propuso.
El sobrenombre de Fray Gerundio se aplicó en seguida
á los que empleaban aquel vulgar y desatinado estilo de
predicar, y bastaba que un predicador mereciese con
justicia semejante calificación, para no tener otro au-
ditorio que el del populacho de las calles y plazas 15.
A consecuencia del susto y ansiedad que le oca-
sionó la repentina y violenta expulsion de toda su or-
denen 1767, el P.Jsla sufrió en el camino de laCoruña,
donde se embarcó, un ataque de perlesía, que le dejó
postrado durante los catorce años restantes de su vida,
uno de los cuales pasó en Córcega y los demás en Bolonia
y sus inmediaciones, víctima de las turbulencias y per-
secuciones que trujo consigo la guerra , y viviendo algún
tiempo á expensas de sus amigos. A pesar de esto, no es-
tuvo ocioso durante aquel triste período, según se echó
de ver después de su muerte. Entre sus papeles se halló
^s Wnts, «Biblioteca*, art. Isla Wie- la traducción del «Fr.ny Gerundio»,
land. «Teutsche Mevkur» , 1773. t.in. Londres; 1772, dos loni. 8.°
p. 19G. Prospecto de Barretli, unido á
62 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
un poema eadiez y seis cantos, titulado Cicerón, que está
muy lejos de ser, como él pretende, una vida del célebre
orador romano. Redúcese á una sátira contra los vicios y
extravagancias de su tiempo, comenzada en España, aun-
que escrita en su mayor parte en Italia durante su destier-
ro; comprende algunos trozos de una supuesta vida de la
madre de Cicerón ; pero en cuanto á este orador, el poe-
ma le deja aun en la cuna, á los diez y ocho meses de
edad. Uno de los objetos de su sátira es ridiculizar los
poemas narrativos castellanos, y particularmente los con-
sagrados á las vidas de santos, de los que bien puede de-
cirse que su Cicerón es una especie de parodia: pero
el primero y principal parece haber sido burlarse de los
currutacos y madamitas de nuevo cuño, como á la sazón
llamaban á los elegantes que adoptaban con ansia las
modas francesas. Hállanse, con lodo, en la obra discusio-
nes inoportunas sobre Italia, la poesía y costumbres del
país , y sátiras no menos inoportunas contra los teatros,
contra los músicos y los poetas, que se alaban y aplau-
den recíprocamente : en (in, contra cuanto al agrio hu-
mor del P. Isla sana al paso según iba escribiendo.
Parece ser que á medida que adelantaba en su tra-
bajo lo iba leyendo en una reunion de amigos, com-
puesta probablemente de algunos de sus muchos com-
pañeros de destierro, que vivían como él en Bolonia, y
reducidos á la triste peusion señalada por el gobierno
español, y no pagada con mucha puntualidad. Para este
fin particular la obra se adaptaba bien, por el estilo cla-
ro y fácil y lo punzante de la sátira ; pero, por sus largas,
pesadas é infinitas digresiones, á veces triviales por la
forma y el asunto, era poco á propósito para ver la luz
pública. Presentóse, sin embargo, á la censura, y fuéle
TERCEP.A ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 63
negada la licencia para imprimiría , aunque con razo-
nes tan frivolas , que bien se echaba de ver no ser su
oposición tanto al poema como al autor11.
Otras obras del P. Isla obtuvieron mejor fortuna. Im-
primiéronse seis tomos de sus sermones, y otros seis de
cartas, la mayor parte dirigidas á su hermana y á su cu-
ñado, y escritas en estilo afectuoso y jovial, lleno de na-
turalidad y de gracia : á las cuales deben añadirse otros
trabajos de menor cuantía y de carácter mas ligero, es-
critos en varias épocas , y uno ó dos mas sobre asuntos
religiosos1'5.
Pero lo que mas llamó la atención del mundo litera—
u El manuscrito autógrafo «.le
"El Gieeron», en 219 páginas en fo-
lio, de buen carácter de letra, á dos
columnas, con las correcciones del
autor y las del censor, se guarda en
ei Ateneo de Boston. Contiene ade-
más tres cartas autógrafas del Padre
Isla, el dictamen del censor opi-
nando contra la publicación, y una
respuesta á dicho dictamen, ambos
papeles anónimos Estos curiosos y
estimables manuscritos fueron ad-
quiridos en Madrid por E. Weston,
esq., y regalados por élá la biblioteca
de dicho establecimiento en 1844.
13 Estas obras son «El Mercurio ge-
neral» (Madrid, 1784, 8.°), ó sea ex-
tractos de relaciones que se suponen
escritas por el P. Isla, para aquel pe-
riódico, en 1738, sobre los asuntos de
Europa durante dicho año, pero que
seguramente no son de él; «Carlas
de Juan de la Encina» (Madrid, 1784,
en 18.' ), obra satírica contra losabsur-
dos de la medicina en España ; «Car-
tas familiares», escritas entre 1744
y 1781, publicadas en 1781-86, y se-
gunda vez, Madrid, 1790, seis tomos
8.° ; « Colección de papeles críti-
co-apologéticos» (1788, dos tomos
12.°) , en defensa de Feijoó; «Sermo-
nes», Madrid, 1792, seis torn. 8.°;
«Rebusco», etc. (Madrid, 1790, 12.9);
colección do obras misceláneas , las
mas de las cuales no son probable-
mente suyas; «Los Aldeanos críti-
cos, nueva defensa de su Fray Gerun-
dio»; y varios papeles en el «Sema-
nario erudito», tona, xvi, xx y xxxiv, y
en el tomo suplementario del «Fray
Gerundio»; un poema titulado «Sue-
ño político» (Madrid, 178o, 18.°), con
motivo del advenimiento al trono de
Carlos III, que también se le atribu-
ye falsamente ; y por ultimo, las «Car-
ias atrasadas del Parnaso», sátira en
que se encuentran algunas reminis-
cencias del «Cicerón».
De sus traducciones, exceptuada
la del «Gil Blas», de que diremos mas
adelante, parece excusado tratar. Bas-
te solo decir que en 1751 tradujo el
«Theodosio el Grande», de Flechier,
y poco después el «Compendio de his-
toria de España» del padre Duchesne;
ambas traducciones las hizo algunos
años antes que se publicasen , y la
última ha sido durante mucho tiem-
po el texto favorito de las escuelas de
párvulos de España, no tanto por el
conocido mérito de su original fran-
cés , cuanto por las juiciosas adicio-
nes del traductor, y por un sumario
en verso antepuesto á cada período
histórico, que losniñosaprendiande
memoria y retenían con facilidad.
64 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
rio fué su traducción del Gil Blas, impresa en 1787, en
la que trató de reclamar para su patria la obra que mas
fama habia dado al francés Le-Sage, obra, según él di-
ce, «robada á España» (son palabras textuales del Pa-
dre Isla), y restituida á su patria por un español celo-
so16. Los fundamentos de esta grave acusación carecen
de solidez. Voltaire fué el primero que en su Siglo de
Luis XIV declaró que el Gil Blas se habia sacado de la
vida del escudero Marcos de Obregon , de Espinel. Este
cargo, según ya vimos en otro lugar, es infundado, y
debemos presumir, con alguna razón, que procede de
la enemiga personal de Voltaire, quien se vio zaherido
en el Gil Blas, y llegada á entender, de una manera ó de
otra, que Le-Sage se habia aprovechado de los trabajos
de Espinel. Posteriormente se repitió esta misma espe-
cie y otras análogas en dos ó tres obras de poco crédito,
y entre ellas, en un diccionario biográfico impreso en
Amsterdam en 1 771 .
Inducido, sin embargo, por tan leves sugestiones, el
P. isla emprendió su traducción, añadiendo á ella una
larga y poco atinada continuación17, y declarando, sin
10 La traducción del P. Isla lleva el Julio Monti, ciño «Gil Blas» se impri-
siguiente título: «Aventuras di> Gil mió en 1735. Monti murió en 1717.
Blas de Santillana, robadas á España, El ejemplar que poseo de dicha Obra
adoptadas en Francia por Monsieur es de 1755, quinta edición, en ocho
Le-Sage, restituidas á su patria y á tomos Concluye con la «Historia de
su lengua nal iva por un español ce- un hijo de Gil Rías», que el P. Isla
loso, que no sufre que se burlen de no tradujo. Oda continuación del
su nación»; Madrid, 17S7, seis to m. «Gil Blas», menos feliz aun que la
8.° De ella se hicieron posteriormen- del canónigo ¡Monti, se publicó en
te repetidas ediciones , siendo muy Madrid en 1792, en dos torn, en 8.°,
de ootar que el producto de la tra- la cual lleva por lilulo «Genealogía
duccion lo destinase generosamente de Gil Blas; continuación de la vida
el P. Isla, pobre y desterrado á la de este famoso sugelo, por su hijo
sazón, á socorrer la miseria de un D. Alfonso Blas de Liria». Su autor,
caballero, compatriotasuyo, pobre y D. Bernardo María de Calzada, que
desgraciado como él. se habia ocupado anteriormente en
17 Es obra del canónigo de Bolonia varias traducciones del francés (Sem-
TERCERA ÉPOCA. CAPITULO IV. 65
mas prueba ni ceremonia, ser el Gil Blas obra de un ajno- \/
gado andaluz que habia confiado el manuscrito áLe-Sa-
ge cuando este estuvo en España en calidad de secre-
tario de la embajada francesa ó como amigo del Em-
bajador. Mas esta suposición carece de valor alguno,
puesto que ni se ha descubierto nunca el manuscrito
original . ni se ha dado con el nombre de semejante abo-
gado, ni Le-Sage estuvo jamás en España. No por eso
cesaron las reclamaciones por parte de los españoles. Al
contrario, Llórente, en dos escritos de bastante ingenio
y erudición, publicados en !82¿. uno en francés y otro
én español, insiste de nuevo en ella con grande ahinco,
pretendiendo demostrar con razones de íntimo conven-
cimiento, mas bien que con pruebas positivas , que el
Gil Blas es sin duda alguna de origen español, y obra
probablemente, no ya del abogado andaluz del P. Isla,
sino del historiador Solís ; opinion en cuyo apoyo no
aduce mejores razones que la de ser imposible que otro
alguno pudiera escribir en la época á que se refiere el
Gil Blas una novela semejante I8.
•
pese, « Biblioteca», t. vi,' p. 231), de-f bajo el nombre deTriaquero,. lib. x,
clara que su obra es también tradu- cap. 5. Pero la mas importante y cu-
cidade dicho idioma, añadiendo, co- riosa délas polémicas relativas.'! la
ino Isla, «que la restituye a su lengua autenticidad del «Gil lilas» es la sos-
primitiva ». Pero esta continuación tenida entrel818 y 1822 por Francisco
(que no llegó á concluirse) es una de Neufcbáteau y Antonio de Llo-
liccion insustancial (incluso su mis- rente, autor de la' «Historia de la fu-
mo titulo), sin contar que la pretcn- quisicion». Comienza con una memo-
sion de dar a Gil Blas una noble y ria leída por el primero á la Acade-
preclara ascendencia por parle de mía Francesa en 1818, v una edición
madre se conoce desde luego ser del «Gil Blas» (Paris, 1820, tres to-
iuvenciou española. Véanse los li- mos, 8.°), en la que mantiene ser
bros ni y iv. Le-Sage e! verdadero autor de aque-
18 Voltaire, «OEuvres», edición lia novela. Impugnóle Llórente en
Beaumarcliais, l.xx, p. lo.'j. Le-Sa- otra memoria dirigida también ala
ge, «OEuvres», Paris, 1810, 8.", to- Academia Francesa, y en sus «Ob-
mo i, p. 59, donde se lee que Voltai- serva tions sur Gil Blas» (Paris, 1822.
re fué atacado por Le-Sage en uno 12."), y sus «Observaciones sobre el
de sus dramas; y también se supone Gil Blas*» '(Madrid, 1822, 8."), sus-
que está ridiculizado en el «Gil Blas» tentando en ambos escritos, aunque
TOM. IV. 5
66 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Pero hay respuesta fácil que dar á toda esta crítica
meramente conjetural. Le-Sage procedió, como nove-
lista , del mismo modo que lo habia hecho cuando escri-
bia para el teatro; y el resultado en ambos casos pre-
senta gran semejanza. En el drama comenzó por tra-
ducciones ó imitaciones del teatro español , como en su
Punto de Honor, que tomó conocidamente de Rojas, y
en su Don César Ursino . tomado de Calderón; mas ha-
biendo con el tiempo adquirido cierta confianza en su
propio talento . gracias al buen resultado de estos ensa-
yos, dio á luz su Turcaret, comedia enteramente origi-
nal. que sobrepujó en mérito á sus anteriores obras,
manifestando lo mucho, que habia malgastado sus pro-
pias fuerzas reduciéndose al papel de imitador. La mis-
ma marcha siguió ai escribir sus novelas. Principió tra-
duciendo el Don Quijote de Avellaneda, arreglando y am-
pliando el Diablo cojudo de Guevara: mas el Gil Blas,
la mayor y mejor de sus creaciones en prosa . es el re-
sultado de la conciencia de su propio mérito, y le perte-
nece tan exclusivamente como el Turcaret.
En cuestiones de esta especie el convencimiento ín-
timo es casi tan decisivo cómo las pruebas externas.
Los frecuentes errores geográficos é históricos que se
advierten en el Gil Blas demuestran que esta notable
no con las mismas razones , si bien que vio la luz publica en 1758» Esta
deduciendo de ellas iguales conse- teoría de Llórente fué explanada aun
cuencias.que el «Gil lilas» es español con mas habilidad y tálenlo por el dis-
en su origen, y probablemente obra tingnido literato, boy difunto, M. A.
del historiador Solis , quien, según H. Everett, en un articulo que se pu-
Llorente conjetura, escribió una no- blicó primero en la «Revista Norte-
vela titulada « E! bachiller de Sala- Americana» del mes de octubre de
manca », cuyo manuscrito , yendo a 1827, siendo su autor embajador de
parar á manos de Le-Sage, le pro- los Estados-Unidos en España , y mas
porcionó los materiales para su «Gil tarde en sus entretenidos «Critical
Blas», publicado en 1715-33 ', y aun and Miscellaneous Essays», Boston,
para su «Bachelier de Salamanqués, 1845, 12."
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 67
novela no puede ser obra de un español, y menos aun
de un autor tan instruido como el historiador Solís; por
otra parte, las anécdotas relativas á la sociedad francesa
del tiempo de Luis XIV y Luis XV manifiestan que de-
bió precisamente ser francés el autor de ellas, al paso
que la franqueza y libertad con que á cada momento se
aprovechaba, ya de un cuento sacado del Marcos de Obre-
gon, ya de un, enredo ó relación de comedia de Men-
doza, Rojas ó Figueroa, están perfectamente de acuer-
do con sus hábitos anteriores y su práctica de entretejer
diestramente en sus trabajos cuanto hallaba en los es-
critores españoles y podia serle útil. De todo, pues, re-
sulta queLe-Sage, por la fuerza de su propio ingenio,
produjo una obra de gran mérito, en la que, familiari-
zado como lo estaba con la literatura española, y poco
escrupuloso en aprovechar sus materiales, conservó con
tal fidelidad el colorido nacional, que á cualquier espa-
ñol le es sumamente difícil resolverse á creer, especial-
mente después de haber leído la valiente, aunque no
siempre fiel, traducción del P. Isla, que el Gil Blas pue-
da ser obra de autor extranjero19.
19 «El punto de honor» está tomado miliario, las pruebas abundan. Ya
de «No hay amigo para amigo», que dijimos en otro lugar, al hablar de
es la primera de l.:s comedias de Ro- Kspinel ( t. m, pp. óO^-T), lo mucho
jas , impresas en 1680: y « Don César que Le-Sage tomó de su « Marcos de*
Ursino. i do «Peor está que estaba», de Obregon»; aquí añadiremos que las
Calderón •(«Comedias». 1763, t. in), avenluras de D. Rafael con el señor
Los errores del «Gil Blas» en geo- de Moradas en el «Gil Rías» (lib. v.
grafía é historia de España, los se- cap. 1) están sacadas de los «Empé-
ñala Llórenle como otros tantos des- ños del mentir», de Mendoza (« Fénix
propósitos de Le-Sage y descuidos castellano», 1690, p. 254); que la his-
suyos al trasladar los originales; toria del «Casamiento por venganza»
mientras que, por otra parte, Neuf- («Gil Blas», lib. iv, cap. 4) lo está de
chateau apoya su defensa en las fre- la comedia de Rojas «Casarse por
cuentes alusiones que Le-Sage hace vengarse»; y la historia de Aurora
á la sociedad parisiense contempo- de Guzman («Gil Rías», lib. iv, capí-
ránea. En cuanto á la libertad con lulos 5 y 6) de «Todo es enredos
que este se aprovechaba constante- amor», de'D. Diego de Córdova y Fi-
niente de libros españoles, sin lo- gueroa; y así á este tenor. Véanse el
marse siquiera el trabajo de disi- prólogo de Tieck á su traducción del
68 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Consistía el principal talento del P. isla en la sátira,
y de ella se valió para prestar á su patria un señalado
servicio, que fué desterrar del pulpito el vulgar y bajo
estilo con que por largo tiempo le habían infestado los
predicadores; empresa que llevó á cabo su Fray Gerun-
dio, tan completamente como lo habia hecho antes el
Quijote, concluyendo con la desordenada afición á los li-
bros de caballería dominante en el siglo wx:vii.
Otras tentativas se hacían al propio tiempo, aunque por
diverso camino, para restaurar la literatura nacional, ya
procurando resucitar el gusto déla antigua poesía, ya in-
troduciendo las doctrinas literarias del siglo de Luis XíV,
ya, por último, tratando de conciliar, aunque de una
manera vaga y poco definida , ambos elementos, y for-
mar con ellos una nueva escuela distinta de una y otra,
aunque mas adelantada que entrambas.
Poco se adelantó directamente en favor de la antigua
poesía nacional, pero algún mal resultado se obtuvo por
otros medios. Huerta , ardiente aunque desigual adver-
sario de las innovaciones francesas, imprimió en 1778
un tomo de poesías escritas casi enteramente en el gus-
to antiguo; pero su obra estaba demasiado impregnada
del mal gusto dominante en el sigloanterior para poder,
á pesar del aplauso pasajero que mereció su autor, ar-
rastrar secuaces de alguna nota en una senda que ya se
iba abandonando casi del todo 2U.
« Marcos de Obregon» (1827), las da tres años después del último to-
« Poesías de Calderón y plagios de mo del «Gil Blas», que esta traduci-
Le-Sage», por Adolfo de Castro (Cá- da de un manuscrito español, siendo
diz, 184\>, 12.0), opúsculo interesan- asi que la historia de l).a Cinlia de
te y curioso; el cuarto libro del «Con- la Carrera , en los capítulos ü4 v 5o,
de-duque de Olivares », del mismo está evidentemente tomada del «Des-
(Cádiz, 1846, 4.°). Eu su « Baehelier den con el Desden », de Moreto , co-
de Salamanqués, Le-Sage fué aun media bien conocida de todos,
mas lejos, pues dice expresamente 2ü «Poesías de D. Vicente García de
en el titulo de esta novela, publica- la Huerta», Madrid, 1778, 12.°,reim-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 69
Mas felices fueron los esfuerzos de otra especie para
rehabilitar la memoria de los antiguos escritores. Lopez
de Sedaño, entre 1768 y 1778, publicó su Parnaso es-
pañol en nueve tomos; obra que, á pesar de su mal mé-
todo y no mejor gusto en la elección yen la crítica, cons-
tituye un rico depósito de poesía nacional en sus mejo-
res tiempos, y contiene importantes materiales para la
historia de la literatura española desde los tiempos de
Boscan v >Garcilaso 21.
Sanchez tomó después la tarea desde tiempos mas re-
motos, ofreciendo al público en 1779 el tesoro de la
poesía en los siglos heroicos, comenzando con el antiguo
poema del Cid ; desgraciadamente dejó incompleta su
obra , en la que dio muestras de mas erudición y celo
que de talento é ingenio22. Por último, Sarmiento, ami-
go deFeijoó, y uno de sus acérrimos y mas competen-
tes defensores, emprendió una historia de la poesía es-
pañola con importantes discusiones sobre el período
mismo que abrazan las investigaciones de Sanchez; pe-
ro también quedó la obra incompleta por muerte de su
venerable autor, ocurrida en 1770, y no se publicó has-
ta cinco años después 2~\ Aunque estas tres produccio-
prcsas en 1786. «La Perromaquia», Londres, 1825, 8.°, p.25). triarte pu-
poema heróico-burlesco sobre los hlicó contra ella, en 1778, uiiUialogo
amores y contiendas de algunos per- tiluiado «Donde las dan las toman »,
ros, por Francisco Nieto Molina (Ma- lleno de severidad («Obras », 1805,
drill, 1765, 8.°), no merece ser men- t. vi); y en 1785 contestó Sedaño,
donado sino como una tentativa en bajo el seudónimo de Juan María
favor de la antigua versificación co- Chavero y Eslava de Ronda, con cua-
nocida con el nombre de «redondi- tro tontitos en 12°, publicados en
lias». Malaga con el titulo de «Coloquios
21 .i. J. Lopez de Sedaño, «Parnaso de la Espina».
Español» (Madrid, Sancha, 1768-78, *22 T. A. Sanchez (nacido en 1732,
nueve torn, en 8.°); obra que dio lu- muerto en 1798) publicó sus «Poesias
gar desde su aparición á muy hue- anteriores al siglo xv» (Madrid, cua-
nos trabajos críticos. La tertulia de tro tom. 8.°, 1779-90); pero apenas
Moralin , padre , la recibió muy mal se conocen de él otros trabajos.
(«Obras postumas de N. E. Moralin», í3 Martin Sarmiento, «Memorias
70 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
nes excitaron poco la atención del público en un prin-
cipio, son, sin embargo, de mucha importancia, y sirvie-
ron de fundamento para mejorar en lo sucesivo el estado
de las letras.
Las doctrinas de la escuela francesa, algún tanto mo-
dificadas quizá con la reproducción de los modelos de
la antigua literatura castellana, aunque sin cambiar por
eso sustancialmente su índole y carácter, tuvieron pro-
pagadores mas numerosos y activos. Durante el reina-
do de Carlos III, Moratin el padre, descendiente de
una noble familia de Vizcaya, nacido en 1737, muerto
en 1780, fué el sucesor, y hasta cierto punto el herede-
ro de las opiniones de Luzan , dedicándose por su par-
te á reformar el gusto literario de su país. Fué amigo
deMontiano, quien habia procurado también introdu-
cir la tragedia clásica en la escena española , é influyó
probablemente en el carácter literario del joven poeta.
Pero la corte , según costumbre, fué un poderoso auxi-
liar de este movimiento. Moratin, protegido por el duque
de Medina-Sidonia , cabeza entonces de la ilustre casa
de los Guzmanes; por el duque de Osuna, embajador
largo tiempo en Francia ; por el conde de Aranda , sabio
ministro de Estado . que rara vez olvidó alentar la cul-
tura intelectual , y por el infante D. Gabriel deBorbon,
elegante traductor de Salustio, pudo con tales ventajas
influir poderosamente en el movimiento literario de Es-
paña.
para la historia ele la poesía y poetas algunos trozos de ella. Su «Historia
españoles» (Madrid, 177b, en l.° ). de la poesía «, impresa como primer
Nació este escritor en 1692, escribió tomo de la « Colección de sus obras
mucho . pero publicó muy poco. Su postumas » (que no continuó), es de
defensa del maestro Feijoó (1732) gran valor, por cuanto, siguiendo
corre unida al «Teatro critico», de un rumbo culeramente distinto del
este; y en el «Semanario erudito», de Sanchez, viene á parar con fre-
tom. s , vi , xix y xx se hallan también cuencia á un mismo resultado.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 74
Su primer trabajo de alguna importancia , prescin-
diendo del teatro , de que hablaremos mas adelante, fué
su Poeta, que apareció eu 1761 ; colección de poesías
que puede servir como prueba del escaso interés que á
la sazón inspiraba la literatura, puesto que, á pesar de
no contener mas que unas ciento selenta páginas, fué
preciso acudir al espediente de publicarla en nueve cua-
dernos sucesivos para facilitar su circulación y lectura.
Al año siguiente dio á luz la Diana, pequeño poema
didáctico, en seis libros, sobre la caza, y en 1785 un
poema descriptivo, intitulado Las naves de Cortés des- \^^
fruidas, & cuyos trabajos debemos añadir un reducido
volumen que su hijo publicó en 182 1 , y que contiene,
además de la vida de su autor, modesta y bellamente
escrita, una colección de poesías, la mayor parte iné-
ditas.
El valor de estos trabajos no es muy considerable,
pero algunos de ellos merecen, sin embargo, nuestra
consideración. El Canto épico , como su autor le intitula,
sobre la quema de las naves de Cortés es la mejor de
esta clase de producciones en España durante el si-
glo xviii, y se lee con mas gusto que cualquiera otro de
los numerosos poemas históricos que le precedieron. Al-
gunas de sus composiciones cortas, tales como sus Ro-
mances moriscos, y las famosas quintillas á una fiesta de
toros en .Madrid f espectáculo á que Moratin era muy afi-
cionado , y del cual escribió un apreciable bosquejo
histórico), son muy bellas y bien escritas. Las dotes que
principalmente distinguen á este escritor son la pureza
y exactitud del lenguaje y la armonía de la versificación,
echándose de ver que aunque poseía en grado extra-
ordinario e! don de improvisar, componia, sin embargo,
72 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
con mucho esmero y acababa sus versos con mucha pa-
ciencia; pero donde mejor éxito obtuvo .Moratin en su
noble empresa de corregir el mal gusto de su tiempo,
uniendo al ejemplo modesto desús propias obras, sus
constantes esfuerzos como profesor , fué en el desem-
peño de la cátedra de poética del colegio Imperial, en la
que reemplazó á su amigo Avala21.
Moratin, hombre amable en su trato privado, reunió
á su alrededor un círculo de amigos, los cuales concur-
rían a uno de los principales calés de Madrid la fonda
de San Sebastian), formando una especie de tertulia lite-
raria, cuyas puertas se abrían con facilidad á cuantos de-
seaban formar parte de ella. Avala, poeta trágico; Cer-
da , literato y anticuario , Rios , autor del Análisis de Don
Quijote, publicado con la edición déla Academia Espa-
ñola; Ortega, botánico y ¡itéralo; Pizzi. profesor de li-
teratura arábiga; Cadahalso, poeta y autor de varias
obras sueltas; Muñoz, historiador del Nuevo-rMundo;
Iriaríe, el fabulista ; Conti , traductor italiano de una co-
lección de poesías españolas ; Signorelli, autor de la his-
toria general de los teatros, y otros varios, asistían de
ordinario á aquella apacible reunion.
Cuan conforme al carácter español y ai estado de la
España era el espíritu que presidia en aquella sociedad,
-; Además de las poesías mencio- Pn Londres en 182o. en 8 ° La «Carla
nadas en el texto, tengo de Moratin sobre las tiestas de loros. (Madrid,
el padre una oda escrita para cele- 1777, 12.°; es un ligero escrito en
brar un acto de clemencia de Car- prosa, en que el autor pretende dé-
los III en 1772, y la «Égloga a Ve- mostrar históricamente el origen y
lasco y González», impresa con mo- carácter español de dicho espectá-
tivo de la exposición de sus respecti- culo; punto sobre ei cual deben abri-
vos retratos en la Academia; una y gar pocas dudas los que hayan leido
otra de [toco mérito, aunque, si no las crónicas de Muiilaner y del Cid.
estoy equivocado, no se hallan cita- Moratin poseía en grado eminente la
das en ninguna parte Sus «Obras facultad de improvisar. («Obras»,
póstumasw fueron impresas en Bar- 182o, pp. 34-39. J
celona en 1821, en 4.", y reimpresas
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 73
lo demuestra el hecho de no haberse establecido para
su régimen interno mas que una sola ley, á saber: que
solamente había de tratarse en ella de teatros , de toros,
de amor y de poesía; pero cualquiera que fuese la ma-
teria que allí se discutía, lo era con profundidad y de ve-
ras. Leíanse las obras de los concurrentes, criticándo-
las todos fraternalmente ; discutíanse , analizábanse con
libertad los escritos nuevos que salían á luz ; en una pa-
labra, hacían cuanto consideraban oportuno para sacar
de su postración la literatura nacional. Examinábase
también la extranjera ; y si bien es cierto que las ten-
dencias de la reunion estaban por la escuela de Boi-
leau y los grandes maestros de la Italia, mas aun de lo '
que podía esperarse del espíritu que en ella presidía, de-
be tenerse en cuenta que dos de sus miembros mas ac-
tivos eran literatos italianos, á quienes la corte habia
traido recientemente de Ñapóles, y que el gusto de aque-
lla época propendía á favorecer todo lo que era fran-
cés, especialmente en materias de teatro20.
Figuraba, como hemos visto, entre los miembros de
esta agradable sociedad D. José de Cadahalso, caballe-
ro descendiente de una antigua familia de las monta-
ñas de Santander, aunque nacido en Cádiz en 1741.
Recibió su educación juvenil en Paris, y antes de los trein-
ta años habia recorrido la Italia , la Alemania , Inglater-
ra y Portugal , adquiriendo el conocimiento de las len-
guas y literatura de estos países, sobre lodo de la ingle-
sa; con lo cual, y emancipado de muchas preocupacio-
nes nacionales, podia servir con mas ventaja la causa
de las buenas letras en España. A su vuelta tomó el há-
bito militar de Santiago y entró en el ejército, llegan-
K N. F. Moratin, «Obras postumas», 1821 , pp. 24-31.
74 HISTOKIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
do en poco tiempo al grado de corone!; pero en todos
los puntos adonde le llevaron su propia elección ó las
exigencias del servicio (Zaragoza, Madrid, Alcalá de
Henares y Salamanca) aprovechó las ocasiones de con-
tinuar sus estudios literarios, relacionándose a! propio
tiempo con los mayores ingenios de su tiempo, tales co-
mo Moratin. Iglesias, Iriarte , el sabio Jovellanos y el
joven Melendez Yaldés, que ya daba muestras por en-
tonces de lo que habia de ser mas adelante. Pero duró
poco su gloriosa carrera, pues murió en el sitio de Gi-
braltar, herido de un casco de bomba, el 27 de febrero
de 1782 , tomando parte el gobernador de la plaza sitia-
da en el duelo general causado por la pérdida de un ca-
ballero tan distinguido en las letras como en las armas26.
En 1772 Cadahalso publicó sus Eruditos á la violeta,
curso completo de todas las ciencias; graciosa sátira de los
estudios superficiales, escrita en forma de lecciones, so-
bre el modo de aprender todos los conocimientos huma-
nos en el corto espacio de una semana ; siendo tal el
éxito de la obra, que al siguiente año publicó un suple-
mento con varias ilustraciones del mismo asunto, y al-
gunas cartas de supuestos discípulos del autor, dándole
cuenta del deplorable resultado de su aprendizaje por
aquel lastimoso método. Los Eruditos á la violeta, y su
suplemento, un tomo mas de poesías, impreso alano
siguiente, con algunas traducciones bastante esmeradas
de los antiguos clásicos, unas cuantas composiciones
burlescas imitando á Quevedo , y varias anacreónticas
y letrillas por el estilo de las de Villegas, son las únicas
obras publicadas durante la vida de este notable es-
critor.
20 Sempore . « Bibliotecj » , t. n, p. 21 ; í'uibusijut' , i. » , p. 493.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO IV. 75
Pero después de su muerte se haüó entre sus papeles
una colección de cartas , que se supone escritas por per-
sona relacionada con el embajador de Marruecos en Es-
paña y dirigidas á sus compatriotas. Este trabajo per-
tenece á la gran familia de obras de imaginación . que
inauguró Maraña con su Espía turco, y son imitación
de las Cartas persas del célebre Montesquieu ; aunque
en realidad la obra de Cadahalso tiene en el fondo mas
analogía con el Cosmopolita de Goldsmith, si bien es
cierto que entra mas en discusiones literarias y sátiras
de costumbres contemporáneas que ninguna de las dos
mencionadas: y por lo tanto, aunque escrita en un es-
tilo puro y agradable, con agudeza é ingenio, está le-
jos de haber obtenido en el mundo la misma aceptación
que aquellas. Con todo, las Cartas marruecas , así co-
mo las demás obras postumas de este autor, que cons-
tan de varias sátiras en prosa y algunas composiciones
en versos cortos, siempre populares en España, han si-
do reimpresas varias veces, y no caerán fácilmente en
el olvido '2T.
Otro miembro de la sociedad fundada porMoratin, y
uno de los mas eminentes , fué D. Tomás de Iriartc. na-
tural de la isla de Tenerife , nacido en 1730 y educado
en Madrid bajo los auspicios de su lio D. Juan de Jriar-
te , distinguido bibliotecario de S. M. Dióse el sobrino
á conocer como escritor dramático desde la edad de diez
y ocho años , traduciendo del francés varias comedias
para el Teatro real á los treinta y uno; mas tarde pu-
17 Sus «Eruditos á la violeta» y sus de sus obras con una excelente bio-
poesias «Ocios de mi juventud» se im- grafía escrita por Navarrele, que se
primieron en Madrid en 1772 y 1775, ha reimpreso después mas de una
en i.°, bajo el seudónimo de José vez. Respecto a la opinion de sus
Vazquez. En 1818 se publicó en Ma- contemporáneos véase á Sempere,
drid, en tres lom. en 8.°, una edición « Biblioteca», en eí luíjar citado.
76 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
bSicó en latin una excelente composición poética con
motivo del nacimiento del Infante, después rey Car-
los IV; y distinguiéndose en la corle por otras produc-
ciones literarias, obtuvo varios cargos públicos, que,
absorbiendo la mayor parte de su tiempo, ya en el mi-
nislerio de Estado, ya en el de la Guerra, le impidieron
el dedicarse con la asiduidad que antes á sus estudios
poéticos. Tuvo algunas rivalidades y reyertas con Seda-
no , Melendez , Forner y otros contemporáneos suyos , y
en 1786 hubo de comparecer ante el tribunal de la In-
quisición , acusado de seguir la nueva escuela filosó-
fica de Francia. El resultado de todas estas contrarie-
dades é interrupciones cu sus estudios fué, que al reco-
gery darse á luz después de su muerte, ocurrida en 1 791 ,
sus obras completas, se echó de ver que mas de la mi-
tad de los ocho volúmenes de que constan se componían
de traducciones y controversias personales; las prime-
ras hechas con destreza, y las segundas escritas con agu-
deza é ingenio, aunque unas y otras de poca impor-
tancia.
Algo mejores son sus poesías originales, las que se
distinguen mas por la pureza, regularidad y elegancia
del estilo que por su fuerza y elevación. Lo mas es-
cogido de .sus trabajos sueltos se encuentra en once
epístolas, en una de las cuales, dirigida á su amigo
Cadahalso , le dedica su traducción del Arte poética de
Horacio. .Mas dos fueron los géneros á que Iriarte se
dedicó con preferencia y en que mas sobresalió , siendo
el primero de ellos la poesía didáctica. Su Poema de la
Música (asunto que eligió por ser muy aficionado y co-
nocedor de este arte) salió á luz en 1780, y fué recibido
con aceptación, no solo en España, sino en Francia é
TERCERA ÉPOCA. CAPITULO IV. 77
Italia. Consta de cinco libros, en queelautor disente con
exactitud lüosóíica los elementos de la música, sn varia
expresión según los diferentes géneros, y especialmen-
te en el marcial y sagrado ; la música teatral , la de so-
ciedad y la del hombre en soledad. Escrito en las es-
trofas irregulares conocidas en castellano con el nom-
bre de silvas, está dispuesto con bastante acierto; pero
en general le faltan vigor y energía para vivificar las
formas, frias por sí, de un tratado didáctico, á que el
autor se ciñó rigurosamente 2S.
El otro género en que Iriarte se distinguió fué la fá-
bula , en el que abrió hasta cierto punto una nueva sen-
da : pues no solo todas las que compuso son originales,
cosa que no se observa en ningún otro fabulista antiguo
ni moderno, sino que su objeto moral tiende exclusiva-
mente á corregirlas faltas y vicios délos literatos; apli-
cación que nadie antes que él dio á este género de poe-
sía. El número total de ellas, inclusas unas cuantas que
dejó inéditas y se publicaron después de su muerte, as-
ciende próximamente á ochenta , de las cuales como
unas sesenta se imprimieron en 1782. Escribiólas con
gran esmero, en cuarenta diferentes metros, mostrando
una extraordinaria facilidad para adaptar los instintos y
atributos de los animales á la enseñanza, no ya de la
28 Al lado del «Poema de la Músi- cionado á la poesía y á la pintura;
ca»,de Iriarte, debemos ponerotrode aunque su principal ocupación fué el
mérito inferior, publicado poco liem- desempeño de una pinza importan-
po después por D. Diego Antonio le en el ministerio de Estado. Murió
Kejou de Silva : «La Pintura», poema en 179G. Sempére y Guarióos ( «Bi-
didáctico en tres cantos (Segovia, hlioteea», t. v, pp. 1-6) hace una re-
1786, 8.") , de los cuales el primero seña de sus obras, cortas en mime-
trala del diseño, el segundo de la ro y de poca importancia , y Cean
composición y el iercero del colorí- Bermudez («Diccionario», t. iv,pá-
do, con varias notas y una defensa gina I6i) da también una breve no-
de los artistas españoles. Fué su au- ticia de- su vida,
tor un caballero murciano muv a(i-
78 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
humanidad entera, como siempre se había hechoantes,
sino de una clase muy reducida, entre la cual y los se-
res inferiores de la creación parece difícil hallar puntos
de semejanza. Tal vez por esta razón abunda demasia-
do en ellas la parte narrativa, echándose algún tanto de
menos la vivacidad natural que distingue á EsopoyáLa-
Fontaine, los dos grandes maestros del apólogo y déla
fábula ; pero el correctivo que se propuso administrar era
tan oportuno y necesario en la época de mal gusto litera-
rio en que íriarle vivía , y al propio tiempo las fábulas
mismas están escritas en versos tan fáciles y agradables,
que no solo obtuvieron gran favor en un principio, sino
que todavía no le han perdido, constituyendo hoy dia la
base principalen que estríbala reputación literaria de su
autor29.
Criarte i sin embargo, tuvo un rival que compartió
con él dicho honor, y aun se le anticipó en cierto modo:
hablamos de Sam aniego, caballero vascongado, nacido
en 1745, y que murió en 180 I , después de haber con-
sagrado su vida con el mayor desinterés al fomento y
bienestar de su país natal. Fué Samaniego uno de los
principales y mas activos miembros de la primera de
29 «Obr'asdeD. Tomás de ¡norte»,
Madrid, 180o, ocho torn. 8°: Villanue-
va, «Memorias», Londres, 182'J, 8.°.
t. i, p. 27; Sempere, «Biblioteca», io-
nio vi. p. 190; Llórente . « Historia »,
t. ii, p. -149; F lorian tradujo ó para-
fraseó muchas de las fábulas de Ii ¡ar-
te en la colección que de las suyas
propias publicó en 1792 , y en la que
al tratar de triarte se expresa en es-
tos l ér minos : "Un espagnol, nommé
Iriarte, poete dont je fais grand cas,
el qui m'a Iburni mes apologues les
plus heureux.»
Quizá no parezca inoportuna la
observación que desde los tiempos
del arcipreste de Hita la fábula ade-
lantó po^o en España, j no tuvo el
mejor éxito. Es cierto (pie las dePil-
pay se tradujeron n¡ castellano y se
imprimieron en 1495 y 1TU7 (Sar-
miento, pp. 333-íO) ; que las de Eso-
po las tradujo Pedro Simon Abril , y
se imprimieron en 1o7o y 1647('(Cle-
mens' Specimen», 4753, p, iioj. Pero
si exceptuamos las anteriores tra-
ducciones, apenas recordamos al-
guna que otra contenida en las obras
de los Argensolas y en el « Fabula-
rio» (Valencia, 1614, 8.°) de Sebas-
tian Mey, pariente del célebre impre-
sor, quien las tomó casi todas de Fe-
dro. Jimeno, t. i, p. 264.
TERCERA ÉPOCA. CAPITULO IV. 79
aquellas sociedades conocidas con ei nombre de Amigos
del país , que comenzaron en ei reinado de Carlos III , y
que esparcidas poco después por toda la Península, ejer-
cieron grande influencia en la educación y economía
pública del reino, procurando sacar las arles útiles de
la degradante condición á que habian llegado durante
el último período de la dominación austríaca.
La sociedad vascongada , establecida en 1765, se de-
dicó con ahinco á mejorar la educación popular, y Sa-
maniego , secundando sus esfuerzos, emprendió escribir
una colección de fábulas acomodada á la capacidad de
los niños que concurrían al seminario de dicha sociedad.
No consta en qué tiempo dio principio á esta tarea; pero
en la primera parte, publicada en 1781, y por lo tanto un
año antes que la colección de Iriarte , habla de este co-
mo de su modelo , sin dejar duda por lo mismo de que
había visto sus fábulas. Publicóse ¡asegunda en 1784.
cuando ya la de su rival habia sido aplaudida por el pú-
blico, de donde se originó la ruptura de sus buenas re-
laciones, mediando entre ambos cuestiones y folletos
que les hacen poco honor. La colección completa de Sa-
maniego contiene ciento cincuenta y siete fábulas, de
las cuales las últimas noventa , con algunas otras mas,
son originales, y el resto lomadas en parte de Esopo,
Fedro y los fabulistas orientales, aunque principalmen-
te de La-Fontaine y de Gay. Sus fábulas tuvieron gran
aceptación ; los muchachos las estudiaban de memoria,
y los maestros hallaron en ellas un texto de lectura en-
tretenida y oportunas reflexiones morales para sus dis-
cípulos. No están seguramente tan bien escritas co-
mo las de Iriarte, ni aplicadas con tanta exactitud y
originalidad; pero son mas sencillas, mas naturales y
80 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
mas á propósito para el común de los lectores; en suma,
revelan un genio poético mas fácil, y por lo tanto, aun-
que no sobrepujan en mérito á las de Iriarte , han goza-
do y gozan aun de mayor popularidad r<0.
Las mejores entre ellas son las mas corlas y sencillas,
tales como la siguiente, la cual está muy en armonía con
la época en que salió á luz. y difícilmente dejará de te-
ner aplicación en cualquiera otra :
LOS GATOS ESCRUPULOSOS.
Micizuf y Zapiron
Se comieron un capon
En un asador metido;
Después de haberle comido ,
Traíaron en conferencia
Si obrarían con prudencia
En comerse el asador ;
¿ Le comieron ? No , Señor ;
Era caso de conciencia 31.
No fué Samaniego el único de los que, sin pertenecer
á la tertulia de Moratin y sus amigos, contribuyó con
ellos al adelantamienlo de la literatura. Otros varios,
aunque con menor éxito . cooperaron á dicho fin, como
Arroya], que en 1784 publicó una colección de poesías
con el título de Odas, compuesta en su mayor parte
de epigramas; Montengon, jesuíta, queen 1786, poco
después de la expulsion de su orden, dio á luz el Ense-
bio, obra de educación, en que trató en cierto modo de
30 Félix Mária de Samaniego, «Fá- '«Obras» de este. En cuanto á las «so-
bulas en verso castellano para el uso ciedades económicas», véase aSem-
del real seminario Vascongado», pere, « Biblioteca») , t. v, p. 13ü, yto-
Nueva York. 1826, en 18.° El lomo iv mo vi. p. L.
de la colección de Quintana contiene 31 Parte 2.a, lib. u, fábula 9, déla
la vida de Samaniego por Navarrele, cual escribió además una ampliación,
y una réplica ásu ataque contra Iriar- aunque de mérito muy inferior á la
te se lee en el sexto lomo de las primera : Il/iov ffpiwu T.a\zóc.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO tV. 81
imitar al Telémaco; un poema en prosa intitulado el Ro-
drigo, un tomo de odas, y algunas otras producciones,
todas escritas con mediano talento, y que, por la in-
corrección de su estilo, indican bien que el autor, de
resultas de su larga residencia en Italia, habia llegado
á olvidar la pureza de su idioma nativo. También de-
bemos mencionar á Gregorio de Salas, dulce y apaci-
ble eclesiástico, que escribió odas, fábulas y otras com-
posiciones ligeras y burlescas , impresas repetidas veces
desde 1790; á Ignacio de Meras, palaciego de los peores
tiempos de Carlos IV, cuyos dramas, de poco ó ningún
mérito, y algunas poesías sueltas, salieron á luz en
1792; y al conde de Noroña, military diplomático á un
tiempo, quien además de un pesado canto épico sobre
la separación del imperio muslímico de España del im-
perio árabe oriental , imprimió en 1799-1800 dos to-
mitos de poesías tan ligeras y frivolas, que alguna vez
le valieron el nombre del Dorat español. Mas todos los
escritores arriba nombrados manifestaron tendencias
cada vez mas decididas hacia lafriay débil escuela fran-
cesa del siglo xvii ; y careciendo, como carecían todos
ellos , del talento que distinguía á los pocos genios crea-
dores reunidos en la fonda de San Sebastian , no pudie-
ron ejercer como ellos ninguna influencia favorable en
la poesía contemporánea 32.
32 No estarán demás algunas no- 2. Pedro de Montengon, «Eusehio»,
ticias de estos cinco escritores y de Madrid, 1786-87, cuatro tom. 8.°
sus obras: Los dos primeros produjeron cierto
1. Las «Odas» de Leon de Arro- escándalo, por notarse en ellos la
yal, Madrid, 1784, 8.°, concluyen con ausencia completa de máximas reli-
unas cuantas anacreónticas de muy giosas como parle de la primera edu-
poco mérito, por una dama, cuyo cacion: y aunque en los dos siguien-
nombre no se expresa. El libro co- tes el autor procuró remediar esta
mienza con una definición muy «es- falta, puede sospecharse con algún
pañola» de la poesía lírica; á saber, fundamento que se propuso seguir
la poesía cuyos versos pueden reci- el sistema del «Emilio». El «Ante-
tarse, cantarse ó «bailarse». nom (Madrid, 1778 , dos tom. 8.°),
TOM. IV. 6
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
82
poema en prosa sobre la fundación
de Padua por los tróvanos. El «Ro-
drigo» (Madrid, 1793,*8.°). Otro poe-
ma en prosa en doce libros sobre el
último de los reyes godos. «Eudoxia»
(Madrid, 1793, 8."), libro de educación
destinado á las mujeres. «Odas» (Ma-
drid, 1394, 8.°). de poco ó ningún
mérito. Monlengou, que además de
estas, escribió algunasotrascosillas,
nació en Alicante en 1745, y vivía aun
en 1813. Entró, siendo aun muy jo-
ven, en la carrera eclesiástica, y re-
sidió habitualmente en Ñapóles, don-
de se dedicó después exclusivamen-
te á ocupaciones seculares.
3. Francisco Gregorio de Salas,
«Colección de epigramas, ele. «.1792,
cuarta edición, Madrid, 1797, dos lo-
mos 8.") Su « Observatorio rústico»
(1770, décima edición , 1830) es una
égloga larga y prosaica, dividida en
seis partes, que alcanzó una popula-
ridad muy poco merecida. L. F. Mo-
ratin («Obras», 1830, t. ív, pp. 287 y
551) escribió un epitafio á Salas y
una inleresante biografía, en la que
el carácter personal de este venera-
ble eclesiástico excita mas simpatías
que sus trabajos poéticos; y Sempere
(«biblioteca», t. v, pp. 69, etc.) pu-
blicó una lista de sus obras, todas
las cuales, según creemos, se bailan
comprendidas en la ya citada colec-
ción, publicada en Madrid en 1797.
Creemos que el último de sus traba-
jos fué un cuaderno titulado «Para-
bolas morales, etc.» (Madrid, 1803,
8."), que contiene varios apólogos en
prosa, algo mejores por cierto que
todo lo que anteriormente habia es-
crito.
i. Ignacio de Meras, «Obras poé-
ticas» (Madrid, 1797, dos torn. 8.°).
Contienen una tragedia llamada
«Teonea», en verso suelto, escrita
con sujeción á las reglas , pero des-
nuda de mérito ; una comedia titula-
da «La Pupila de Madrid», del gé-
nero antiguo llamado de «figurón»,
que también vale muy poco; un cauto
épico á la conquista de Menorca en
1782, imitando «Las naves de Cor-
tés», de Mofatin ; un poema á la
muerte de Barbaroja en 1518; y por
último, sonetos y odas, parte de las
cuales debieran llamarse romances,
y algunas de ellas sátiras , todo muy
flojo y de escaso mérito.
5. Gaspar de Noroña , de origen
portugués. Se educó en la milicia y
asistió al sitio de Gibraltar, donde
escribió una elegía á la muerte de
Cadahalso («Poesías de Noroña», Ma-
drid , 1799-1800, dos turn. 8.°, t. n,
p. 190). Llego al grado de teniente
general,}' publicó entonces su oda
«A la paz de 1795» (t. i, p. 172), con la
que se dio por primera veza conocer
como poeta, yes, exceptuando quizá
alguna queolra de sus poesíascorlas,
el mejor de sus trabajos. Mas tarde
obtuvo la embajada de busia, de don-
de Volvió para defenderá su patria de
la invasion francesa, siendo nombrado
gobernador de Cadiz. Murió en 1815
(Fuster, <t Biblioteca», t. u, p. 381).
En 1816 sepublicó en Madrid, en dos
tomos en 8.°, su poema titulado
«Ommiada », compuesto de mas de
quince mil versos, el cual, si bien es
tan desmayado y flojo como los demás
de su clase , que tanto abundan en la
literatura española, peca menos con-
tra las reglas del buen gusto que la
mayor parte de ellos. En 1835 apare-
cieron en Madrid sus «Poesías asiáti-
cas , puestas en verso castellano »,
traducciones del árabe, del persa y
del turco, hechas, según él mismo
dice en su prólogo, con el fin de jun-
tar materiales para su poema. Entre
sus poesías, impresas en 1800, se en-
cuentra la « Quicaida o , poema he-
róico-burlesco en ocho cantos, lleno
de parodias , y en extremo pesado y
fastidioso.
CAPITULO V.
Escuela de Salamanca.— Melendez Valdés.— Gonzalez.— Forner.— Iglesias. —
Cienfuegos.— .lovellanos.— Muñoz.— Escoiquiz.— Moratin el hijo.— Quin-
tana.
Los dos partidos en que se hallaba dividida la lite-
ratura española á mediados del siglo xvm sustentaban
opiniones extremas, que rara vez suelen ser acertadas,
sobre todo en materias de buen gusto. Moratin no tenia
razón al despreciar , como lo hacia, el bellísimo roman-
ce viejo de Calaínos, y Huerta procedía con la misma
injusticia sosteniendo que la Thalía de Racine era bue-
na cuando mas para ser representada en un seminario
conciliar. Natura! era, por lo tanto, que se formase un
tercer partido ó nueva escuela con el fin de evilar los
excesos de ¡as dos precedentes , reuniendo lo bueno de
ambas, y que, sin desdeñarla pompa y la riqueza de
los antiguos escritores del tiempo de los Felipes, huye-
se, sin embargo, de sus extravagancias y mal gusto,
acomodándose en lo posible alas reglas severas del gus-
to literario que á la sazón dominaba en el continente.
Nació esta escuela en Salamanca á fines del reinado de
Carlos III y principios del siguiente.
Debióse en gran parte su fundación á D.Juan Melen-
dez Valdés, nacido en Extremadura en 1754, y quepa-
84 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
só á estudiar a Salamanca de edad de diez yc-cho años,
donde , si no residió constantemente , pasó al menos los
mejoresy mas dichosos años de su vida1. Comenzó muy
pronto á versificar, con muy mal gusto y siguiendo las
huellas de Lobo, que aun era entonces leído y admira-
do; pero no tardó mucho en caer indirectamente bajo
la influencia de Moratin y de sus amigos de Madrid; pues
Cadahalso, que habia tenido que abandonar reciente-
mente las tertulias de la fonda de San Sebastian, llegó
en aquella sazón á Salamanca, y habiendo descubierto
en el joven Melendez talento y disposición , le recibió
en su casa y le inició en las bellezas de la antigua lite-
ratura castellana , así como de otras naciones ilustradas
de Europa; dedicándose con grande ahinco y afecto á
cultivar el ingenio de su joven discípulo, de tal manera,
que se dijo después, con bastante razón, que la mejor
j obra de Cadahalso habia sido Melendez. Por aquel mis-
mo tiempo este entró en relaciones con Iglesias y Gon-
zalez, y por medio del último con Jovellanos, ingenio
superior, que hubo de ejercer sobre él saludable in-
fluencia.
En 1780 Melendez se dio á conocer por primera vez
con una oda, premiada por la Real Academia Española.
Iriarte, quecontaba algunos años masy era ya conocido
ventajosamente en la corte , fué su mas temible rival en
aquel certamen; pero su trabajo en alabanza de la vi-
da campestre es el de un hombre cansado del bullicio
de la corte, y participa del estilo grave y declamatorio
que se advierte aun en los mas felices trozos de la an-
1 Grandes mejoras habia obtenido pero aun quedaban que corregir mu-
ya la enseñanza en Salamanca cuando chos abusos deplorables.
Melendez pasó a aquella universidad;
TERCENA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 85
tigua pastoral castellana ; al paso que la égloga de Me-
lendez, escrita recien llegado este de los amenos cam-
pos, «huele á tomillo», según la expresión feliz de uno
de los jueces del certamen. Era en efecto, por su dul-
zura y sencillez, ya que no por su originalidad y vigor, el
mejor recuerdo de las suaves melodías de Garcilaso que
se habiaoidoen España de un siglo antes. Aunque íriarte
obtuvo el segundo premio, quedó muy disgustado con
dicha decision , desahogando su mal humor en una in-
justa crítica de la égloga de su rival. La opinion pú-
blica, sin embargo, sancionó la sentencia de la Aca-
demia, cuya justicia en aquel acto nadie hasta hoy ha
puesto en duda.
Al siguiente año vino Melendez á Madrid , donde fué
acogido afectuosamente por Joveílanosy sus amigos, re-
cibiendo nuevos honores de la Academia por su oda A la
Gloria enlas arles; mas echando de menos su tranquilo
y poético retiro á orillas del Tórmes, y habiendo con-
seguido la cátedra de prima de letras humanas en Sa-
lamanca , corrió gozoso á entregarse ásus nuevas y mo-
destas funciones.-
En 1 784 , á excitación de Jovellanos , concurrió á un
premio ofrecido por la villa de Madrid á la mejor come-
dia, escribiendo con dicho objeto Las bodas de Camocho
el rico; pero el talento de Melendez no era dramático, y
así es que, aun cuando obtuvo los votos de sus jueces,
no consiguió en la representación el favor del público,
con gran descontento de su patrono y protector.
Compensó, no obstante, este contratiempo al siguien-
te año con la publicación de un tomito de poesías, la ma-
yor parte líricas y pastorales, escritas generalmente en
versos cortos , y casi todas notables por su elegancia y
86 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
delicadeza. Recuerdan sus anacreónticas las de Villegas,
revelando aun mas filosofía y mayor ternura sus roman-
ces(género de poesía para el cual tenia igualmente dispo-
sición) ; pues si bien carecen del enérgico vigor de los
antiguos, tienen, sin embargo , ía gracia, la ligereza y
la esmerada ejecución que caracteriza la poesía de una
nación en épocas de mayor adelantamiento y civiliza-
ción, cuando la lira popular ha cesado ya de producir
nuevas y originales melodías. Hállanse por do quiera en
la colección rastros de una imaginación brillante y crea-
dora, y gran delicadeza de percepción, que así pinta con
fidelidad y gallardía las mudas escenas de la naturale-
za, como penetra hasta los mas íntimos y tiernos senti-
mientos del corazón humano. Son en efecto sus poesías
lo mejor que ha producido España desde que se eclip-
saron los grandes luminares de los siglos xvi y xvn, y
por lo mismo fueron recibidas con general aplauso,
no solo por lo que en sí valian, como por ser el primer
albor, largo tiempo esperado, de un día mas brillante.
No acertó, sin embargo, Melendez á utilizar cual con-
venia tan felices disposiciones. Acostumbraba á pasar
sus vacaciones en la corte, donde le dispensaban favor
muchas personas distinguidas. Luego que se vio con tí-
tulos suficientes á la pública consideración , solicitó del
Gobierno un destino, achaque frecuente y antiguo del
carácter español ; que aun cuando se disfrace con el nom-
bre de lealtad y de celo por el servicio público, no es
menos cierto que la empleomanía en España ha privado
de su independencia y retraído de los estudios literarios
á muchas inteligencias privilegiadas. Desgraciadamente
Melendez obtuvo lo que deseaba, siendo primeramente
nombrado juez en Zaragoza en 1789, y ascendido des-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 87
pues, en 1791 , á oidor de la cnancillería de Valladolid;
viéndose de esta manera mas ó menos comprometido
en los asuntos políticos y de gobierno durante la admi-
nistración del príncipe de la Paz, quien supo hacer délos
funcionarios públicos otros tantos agéntese instrumentos
desús fines particulares. '
Mas no por eso abandonó Melendez del todo sus ocu-
paciones favoritas ; pues, aunque cumpliendo con la ma-
yor escrupulosidad todas las obligaciones de su empleo,
todavía hallaba gran placer en dedicar sus ocios al cul-
tivo de las Musas. En 1797 publicó una nueva edición de
sus obras, aumentada considerablemente y dedicada al
ministro favorito, arbitro ala sazón del poder y dispensa-
dor de gracias en el país que tan mal gobernaba. Obtuvo
esta el mismo aplauso que la anterior ; manifestando el
autor en las nuevas composiciones con que salió enri-
quecida, alguna mas gravedad y filosofía que en sus
primeras poesías líricas y pastorales, como también ha-
ber hecho estudios serios en las literaturas inglesa y
alemana; aunque esto en realidad no era una mejoría.
Sin duda el auto.' imaginó que las terribles revoluciones
deque el mundo era ala sazón testigo, y que derrocaban
por do quiera los tronos, conmoviendo profundamente
la sociedad , prescribían á la poesía asuntos mas eleva-
dos y solemnes de los que hasta entonces habia canta-
do; y así se esforzó por corresponder dignamente á tan
grave exigencia. Una ó dos veces se confiesa inferior á
tamaña empresa , y sin embargo , su oda Al invierno,
considerado como tiempo propio de reflexiones profun-
das , en la que mostró haber leido con cuidado á Thom-
son, y otra A la verdad, y A la presencia de Dios en sus
obras, en nada desdicen de tan elevados asuntos. Tam-
88 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
bien son buenas algunas de sus epístolas filosóficas, y
especialmente una dirigida á Jovellanos y otra al prín-
cipe de la Paz. Mas no fué tan feliz en sus Canciones, en
las que quiso imitar á Petrarca, y en su Caída de Luzbel,
en que siguió las huellas de Milton2.
En suma, los esfuerzos que Melendez hizo, por con-
sejo de Jovellanos, para introducir en la poesía españo-
la un tono de discusión moral y hasta cierto punto meta-
física, si no disminuyeron su gloria, en nada aumen-
taron su fama. La concisa energía y precision filosófica
que semejante entonación exige , son realmente ajenas
de la índole fervorosa del antiguo verso castellano, y
no se compadecen bien con la humilde fe religiosa, que
es uno de los mas importantes elementos del carácter
nacional. En esta parte Melendez tuvo pocos imitadores.
La nueva edición de sus obras obtuvo, sin embargo,
favorable acogida, según ya hemos indicado. El príncipe
de la Paz quedó muy. complacido con la parle que en ella
le cupo; y Melendez fué agraciado con un destino impor-
tante en la corte, donde elevado después su fiel amigo
Jovellanos al ministerio de Estado, llegó á hacerse mas
agradable y ventajosa su posición social por el momen-
to, abriéndose delante de él una halagüeña perspectiva
de fama y de adelantamiento en su carrera. Pero al año
siguiente aquel hombre sabio y virtuoso, fundamento de
tantas esperanzas, cayó de su alto puesto, y, según la
antigua costumbre de la monarquía española, arrastró
2 Ignoro si la «Caída de Luzbel» título y de escaso mérito, que se di-
se escribió ó no en concurso a! prp- ceserde Manuel Perez Vaiderrábano
mió ofrecido por la Academia Espa- (Patencia, 177(3, 12.°), y compuesta
ñola, en 178o, á la mejor poesia so- para aquel certamen , cuyas condi-
bre este asunto, que no pasase de ciones parece llenar cumplidamente
cíen octavas reales; pero tengo en la oda de Melendez. El premio ofre-
mi poder una composición con igual cido no llegó á adjudicarse.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 89
en su caida á sus amigos políticos. Melendez fué des-
terrado primeramente á Medina del Campo, y después
á Zamora; pero en 1802 se mitigó algún tanto el rigor
de su persecución, siéndole permitido volver á Sala-
manca, teatro de sus primeros triunfos y cuna de su
gloria.
Pero Melendez, que ya no era joven , habia perdido
parle de su antigua energía, y la desgracia le habia aba-
tido. Con poca afición ya á los estudios poéticos, y sin
la tranquilidad de espíritu que estos requieren, no tardó
mucho en ser víctima de nuevos disgustos y sinsabores.
AI cabo de seis años, pasados en la inacción, estalló el
motin deAranjuez, y Melendez, libre de nuevo, se apre-
suró á volver á Madrid. Pero ya era tarde; el Rey se
habia dirigido á Bayona , y los franceses dominaban en
la capital. Por desgracia Melendez se adhirió al gobier-
no de José , participando primero de sus desastres, y al
fin de su derrota. Faltóle poco para perecer en una con-
moción popular ocurrida en la ciudad de Oviedo , adon-
de habia sido enviado concierta comisión; en otra oca-
sión saquearon su casa en Salamanca, destruyendo su
preciosa librería los mismos franceses á cuyo servicio
se habia consagrado. Por último, hubo de emigrar al
extranjero cuando aqueliosfueron arrojados de España.
Al cruzar la frontera se arrodilló y besó por última vez
el suelo español ; luego, al pasar el Bidasoa, y después
de haber acrecentado con sus lágrimas el raudal de sus
aguas , exclamó, lleno de angustia : j Ya no volveré ja-
más á pisar el suelo de mi querida patria ! » Triste profe-
cía, que fué prontamente cumplida. El 24 de mayo de
1817 bajó al sepulcro en Montpeller el pobre emigra-
do, al cabo de cuatro años de mísera existencia, pasada
90 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
entre congojas y azares en el mediodía de Francia ?.
Para pasar menos mal las tristes horas de su destier-
ro, Meleodez se ocupó en ordenar una edición comple-
ta de todas sus obras, añadiendo muchas nuevas y cor-
rigiendo las primitivas; edición que salió á luz en 1820,
y es base de cuantas se han hecho posteriormente. Las
obras de este escritor no revelan un genio poético de pri-
mer orden ni tampoco muy flexible y variado; pero en
cambio, su entonación es dulcísima y delicada, siempre
seductora y halagüeña cuando trata asuntos tiernos, y
vigorosa á veces é imponente cuando se ocupa de otros
mas graves. Lasbuenas composiciones de Melendez de-
jan muy atrás las de Montiano y aun las del mismo Mo-
ratin el padre; son mas castellanas y están escritas cbn
mas sentimiento que las de aquellos poetas; también su
estilo era mas fácil, y contribuyó en gran manera á fijar
la manera poética que después ha prevalecido. Nótanse
en ellas algunos galicismos, que hubiera podido evitar y
que desde entonces acá han obtenido en su mayor par-
te carta de naturaleza en la poesía española ; pero al
mismo tiempo Melendez sacó del olvido palabras y aun
frases antiguas, restableciendo su uso y enriqueciendo
con ellas el lenguaje. En general, sus versos son, no so-
lamente fáciles, sino muy acomodados á los asuntos que
trata ; y considerando sus propios trabajos., y la influen-
cia que ejerció en los demás (especialmente al leer la
3 Según el médico que le asistió, pceta D. Juan Nicasio Gallegos tuvie-
la miierle de Melendez provino del ron mucha dilicultad en encontrar
uso exclusivo de alimentos vegeta- sus restos mortales y darles mas dig-
les, á que se hahia reducido por ca- na morada en uno de los principales
recer absolutamente de medios para cementerios de Montpeller, donde
adquirir otros mas sustanciosos, y erigieron un monumento á su me-
por la misma razón fué tan oscuro é moría; historia triste en verdad y la-
ignorado el lugar de su sepultura, mentable. «Semanario Pintoresco»,
que, en 1828, el duque de Friasy el año de 1839, pp. 551-333.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 91
colección que publicó en sus juveniles años, cuando aun
era desconocido en la corte y ajeno á las convulsiones
políticasenquefué después envuelto), no cabe duda que
él era mas á propósito para fundar una nueva escuela
y dar un movimiento reguladora la poesía nacional, que
ningún otro de los escritores que durante un siglo hubo
en España4.
De mas edad que Melendez, aunque participando co-
mo él del gusto de Cadahalso , que ejerció sobre ambos
bastaute influjo con su ejemplo y consejos , fué el mo-
desto Fr. Diego Gonzalez, monje agustino, que pasó
parte de su vida en Sajamanca, entregado a los debe-
res religiosos de su estado, parte en Sevilla, donde tra-
bó amistad con Jovellanos , y últimamente en Madrid,
donde murió en 1794, á los sesenta años, sinceramen-
te llorado por los mas nobles ingenios de aquel tiempo.
4 Juan Melendez Váleles, i Poesías»,
Madrid, 1785, 8.°: 1797, tres tomos,
8.°; 1820, cuatro tom., 8.°; la últi-
ma de estas ediciones tiene una bio-
grafía por Quintana. fPuybusque,
t. ii, p. 496.) Tengo entendido que
con la edicíon-genuina del iomito de
poesías, publicado en 1785. apare-
cieron simultáneamente otras tres
fraudulentas: tan grande fué desde
un principio su popularidad.
El primer tomo de Hermosilla
(«Juicio critico de los principales
poetas españoles de la ultima era»,
Paris, 1840, dos lorn., 8.°) contiene
una crítica de Melendez tan severa,
que no acierto á explicarme el moti-
vo que la produjo. La opinion de
Martinez de la Kosa en las notas á su
«Poética» es mucho mas exacta y
fundada. Melendez corregía sus ver-
sos'con grande esmero y algunas ve-
ces.con demasiada escrupulosidad,
como podrá verlo quien compare al-
gunas de sus poesías publicadas en
1785 con las mismas corregidas pos-
teriormente en la colección de sus
obras de 1820.
Poco después de la muerte de Me-
lendez se publicaron algunos de sus
discursos en el primero de los tres
tomos que forman la continuación
del «Almacén de frutos literarios».
(Madrid, 1818, 4.") Mas tarde, en
1821, se reimprimieron lodos juntos
en un tomito , salido de la Imprenta
Real, con el titulo de «Discursos
forenses». Una mitad de ellos (en
todo son diez) son acusaciones fis-
cales en causas criminales célebres,
durante el tiempo que fué fiscal de
corle; los demás son oraciones ó
arengas pronunciadas en asambleas
literarias. Son, generalmente ha-
blando, muy elocuentes, llenas de
nervio y vigor, y respiran una eleva-
ción de alma y de ideas digna de un
discípulo de Jovellanos. No tienen
mas falta que una entonación deci-
didamente francesa, la cual es bas-
tante perceptible en sus versos, y
mucho mas aun en su prosa.
92 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Gonzalez , como poeta , seadhirió mas que Melendez á
la antigua escuela castellana , aunque eligiendo uno de
sus mejores modelos, pues imitó á Fr. Luis de Leon con
tan feliz éxito, que al leer sus odas y algunas de sus ver-
siones de los salmos, nos parece oir aun la solemne en-
tonación de su gran maestro. Sus poesías mas popula-
res, sin embargo, pertenecen al género festivo, tales
como El murciélago alevoso , que se reimprimió muchas
veces; sus versóse la quemadura de un dedo de Filis, y
otros juguetes semejantes, en que se mostró dueño ab-
soluto de cuantos giros felices y gracias de estilo en-
cierra el antiguo lenguaje poético de Castilla. Un poema
didáctico sobre Las cuatro edades del hombre , que co-
menzó, dedicándoselo á Jovellanos, quedó sin concluir.
Sus poesías, que circularon con profusion durante su
vida, parecen haber sido para él de muy poca impor-
tancia, y así es que su íntimo amigo D. Juan Fernan-
dez tuvogran dificultad , después de su muerte , en reu-
nirías y darlas á luz 5.
Otros poetas, entre los cuales se cuenta á Forner,
iglesias y Cienfuegos, sintieron la influencia de la es-
cuela de Salamanca aun mas que el mismo maestro Gon-
zalez. Forner , extremeño como Melendez , fué condis-
cípulo suyo en aquella universidad. Sus opiniones crí-
ticas, consignadas parteen una sátira Contra los vicios in-
troducidos en la poesía castellana , que obtuvo un premio
académico en 1782, y parte en sus controversias con
Huerta sobre el teatro español, se inclinan mucho á la
5 «Poesías del M. Fr. Diego de Jovellanos y Melendez, tal vez tuvié-
Gonzalez» , Madrid, -1812, 8." Fué ramos hoy una escuela moderna de
natural de Ciudad-Rodrigo, nacido Sevilla, coinu tenemos la de Sala-
eu 17~).i. Si hubiera tenido menos manca,
modestia, y na tanta intimidad coa
TERCRRA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 93
rígida escuela francesa. Sin embargo, en la práctica se
separó algún tanto de ella, y en los últimos años de su
vida , siendo magistrado en Sevilla , estudió á Herrera,
Rioja y demás poetas antiguos andaluces, adhiriéndose
mas decididamente al estilo nacional y aproximándose
mas que en un principio á la severa gravedad de Gon-
zalez. Por desgracia su vida, muy ocupada en los ne-
gocios públicos, fué también bastante corla. Murió en
1797, á los cuarenta y un años; y exceptuando sus obras
en prosa, la mejor de las cuales es una apología bien
escrita del mérito literario de su patria, contra las inju-
riosas imputaciones de los extranjeros, dejó escrito de-
masiado poco para poder apreciar su mérito peculiar, ó
la influencia que por su parte ejerció6.
Iglesias , aunque vivió todavía menos que el anterior,
fué, en cierto modo, mas afortunado. Nació en Sala-
manca, donde recibió su educación bajo los mas favo-
rables auspicios. Indignado de la inmoralidad de su
ciudad natal , se entregó en un principio á la sátira bajo
las formas mas libres de la versificación castellana : ro-
mances, apólogos, epigramas, y especialmente letrillas
semi-sa líricas , en lasque obtuvo un éxito brillante. Mas
ya cuando llegó á ser cura párroco creyó que seme-
jantes bagatelas desdecían de la dignidad de su estado
y del buen ejemplo que estaba obligado á dará sus fe-
ligreses. Entregóse, por lo tanto, á composiciones mas
graves y austeras, escribiendo romances, églogas y sil—
6 Juan Pablo Forner, «Oración vela» (Burdeos, 1819, cuatro lomos
apologética por la España y su mé- en 8.°), y en el cuarto tomo de las
rito literario», Madrid, 1786, 8.° Sus «Poesías" selectas de Quintana»,
controversias y discusiones críticas En 1843 se empezó á publicar en
salieron á luz bajo los nombres su- Madrid por D. Luis Villanueva una
puestos de Tome Cecial, Varas, Dar- edición de todas sus obras, que no
tolo, etc. ; sus poesías se encuentran pasó del primer tomo,
en la «Biblioteca de Meudivil y Sil-
94 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPASOLA.
vas á la manera de Melendez, y publicando además un
poema didáctico sobre la Teología; todas ellas conse-
cuencia de su nuevo propósito y escritas en aquel esti-
lo puro que es una de las cualidades que mas le real-
zan ; pero que , no siendo producto de los naturales ins-
tintos de su ingenio, en nada contribuyeron á aumentar
su fama, según se echó de ver después de su muerte,
ocurrida en 1791, á los treinta y ocho años de edad. Pu-
blicáronse sus obras en dos tomos: el primero contiene
las poesías de estilo mas grave, y el segundo las satí-
ricas. La decision del público fué instantánea; sus poe-
sías ligeras, quizá algo libres, siendo, como lo son en
efecto , la mejor imitación de Quevedo que se haya he-
cho desde su tiempo, fueron leidascon avidez; las otras,
por el contrario, pesadas y fastidiosas, cesaron pronto de
ser leídas7.
Cienfuegos , que contaba diez años mas de edad que
Meiendez, siguió mas de cerca aun las huellas de este
que los dos anteriores ; pero alcanzó peores tiempos, y
por lo tanto su carrera , que prometía ser brillante, fué
interrumpida prematuramente por las turbulencias en
que se vio envuelto. En 1778 dio á luz sus obras poéti-
cas, en las cuales se encuentran muchas anacreónticas,
odas, romances, epístolas y elegías , que, si bien reve-
lan gran talento y vigor, manifiestan , sin embargo, un
sentimentalismo exagerado, así como el afán de imi-
tar el estilo meta físico y filosófico que se creia reclama-
7 «Poesías de D. Josef Iglesias de además otras muchas, y entre ellas
la Casa» , Salamanca, 1798, dos to- una en cuatro tomilos, 1840, el últi-
mos, 8.", segunda edic. ; fueron mo de los cuales contiene gran nú-
probibidas por la Inquisición. «Indi- mero de poesías no publicadas ante-
ce expurgatorio» , 1803, p. 27. Las nórmente , cuya mayor parle, y tal
mejores ediciones son las de Barce- vez todas ellas, son apócrifas,
lona, 1820, y la de París, 1821 ; bay
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 95
ba el espíritu de la época ; defectos ambos que pueden
muy bien achacarse al ejemplo, por una parte, de su
amiíío v maestro Melendez, á cuyas lecciones concurrió
largo tiempo en los claustros de Salamanca, y por otra,
á cierta afectación artificial , de la que sin duda hubiera
llegado á emanciparse con el tiempo un hombre de ca-
rácter tan impetuoso y varonil como Cienfuegos.
El aplauso que obtuvo esta publicación le valió el em-
pleo de director de la Gaceta de Madrid , y cuando los fran-
ceses invadieren la capital en 1808 permaneció firme
en su puesto , decidido á servir en él cumplidamente los
intereses de su patria. Murat, que mandaba las tropas
invasoras , procuró al principio seducirle ó someterle, y
no habiendo conseguido ni uno ni otro, le condenó á
muerte; sentencia que infaliblemente se hubiera lleva-
do á ejecución (pues Cienfuegos rehusaba de todo punto
hacer la menor concesión á las autoridades francesas)
si , interviniendo sus amigos , no hubieran alcanzado la
conmutación de su pena de muerte en la de destierro á
Francia; cambio que por sus resultados vino en cierto
modo á no ser una gracia, porque sus padecimientos en
el camino , que hizo como prisionero de guerra ; el do-
lor de dejar á sus amigos en poder de unos invasores,
de cuyas manos él habia escapado á duras penas con
vida; la perspectiva de un largo destierro en país ene-
migo, quebrantaron la energía de aquel espíritu patrióti-
co y fogoso, ocasionándole la muerte á los cuarenta y
cinco años, en julio de 1 809 , á los pocos dias de su lle-
gada al punto donde fué destinado8.
s <iOb''as poéticas de D. Nicasio Al- arcaísmos, y de estos últimos se atri-
varez de Cienfuegos». Madrid , 1818, huye la culpa, aunque sin razón su-
dos torn. , 8.° Se lia criticado su es- üciente, a su maestro Melendez.
tilo por sus muchos neologismos y
96 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Gira persona, de quien ya hemos hablado con en-
comio, debe ser mencionada aquí particularmente; cu-
ya vida , si bien consagrada de ordinario al servicio del
Estado como empleado público, no por eso fué extraña,
sin embargo , á la poesía , y ejerció sobre la escuela de
Salamanca una influencia que pertenece de derecho á
la historia literaria. Hablamos de Jovellanos, ilustre ma-
gistrado y ministro de Carlos IV, que fué víctima de la
miligna debilidad de su rey y de la venganza de su fa-
vorito. Habia Jovellanos nacido en Gijon , puerto de
Asturias, en 1744, mostrando desde los primeros años
grande afición á todo género de cultivo intelectual y
aquella elevación de carácter que le distinguió en sus
años maduros. La posición de su familia le proporcionó
desdo, luego una educación esmerada: destinado en un
principioá las altasdignidadesdelaíglesia, cursó filosofía,
cánones y leyes en Oviedo. Avila, Alcalá de Henares y
Madrid; peroápuntoya de abrazar la carrera eclesiástica,
algunos de sus amigos, y en especial el distinguido esta-
dista Juan Arias de Saavedra, que fué para él un segun-
do padre, le disuadieran de ello y cambiaron su destino.
La primera consecuencia de este cambio fué su nom-
bramiento, en 1767, para un empleo de la magistratura
en Sevilla, donde por su carácter humano, su desinterés
y asiduidad en el ejercicio de aquel difícil y poco agrada-
ble puesto, se hizo amar y respetar generalmente; al
paso que con los estudios que entonces hizo en econo-
mía política y legislación fué preparando la senda de su
futura elevación y haciéndose apto para el desempeño
de los negocios públicos.
Simpatizaba Jovellanos porcarácter y por instinto con
todo cuanto era noble y elevado. Muy pronto descubrió
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 97
en Sevilla el mérito del maestro Gonzalez, por interme-
dio del cual entabló correspondencia con Melendez, se-
gún se echa de ver por su epístola poética ásus amigos
de Salamanca, animándolos á cultivar los géneros mas
sublimes de la poesía. Posteriormente sus relaciones
con Melendez, que también fueron muy útiles al joven
estudiante de Salamanca, dieron sin duda ocasión y es-
tímulo á Jovellanos para emprender de nuevo el cultivo
de la literatura, del que, á pesar de su grande afición,
le habían distraído por algún tiempo mas graves ocu-
paciones.
A consecuencia de cierta conversación accidental,
escribió en Sevilla su comedia en prosa EL delincuente
honrado, que obtuvo grande aplauso, y en 1769 prepa-
ró su tragedia en verso El Pelayo, que no se imprimió
hasta algunos años después. Otras composiciones poé-
ticas mas breves, ya graves, ya festivas, le sirvieron de
desahogo en los intervalos de sus penosas tareas, y
cuando, al cabo de diez años, abandonó la brillante ca-
pital de Andalucía , su epístola á los amigos que en ella
dejaba muestra bien el profundo sentimiento con que
se despedía de aquel período, el mas feliz de su vida.
En 1778 fué llamado á Madrid á desempeñar uno de
los mas principales cargos de justicia en la corle , y por
lo tanto hubo de volver nuevamente á las tareas de la
administración de la justicia criminal, de las cuales ha-
bía sido relevado durante su permanencia en Sevilla; y
aunque estas eran poco conformes con su inclinación
natural, llenábalas, no obstante, con esmerado celo,
consolándose del disgusto que le causaban, con el trato
amistoso de hombres como Campomanes y Cabarrus,
dedicados, como él, á realzar y mejorar la condición
TOM. IV. 7
98 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
del pueblo. Claro está que Jovellanosno podia tener por
entonces mucho espacio para dedicarse al comercio de
las musas; mas habiendo ido casualmente al convento
del Paular con una comisión importante del servicio, de
tal manera hirió su imaginación la solemne magnificen-
cia de la escena y el tranquilo reposo de aquel santo re-
tiro, que no pudo menos de desahogar su inspiración
poética, escribiendo á Mariano Colon, descendiente del
ilustre descubridor délas Americas, una bellísima epís-
tola, impregnada de la majestuosa austeridad de aquel
lugar apacible y del hondo sentimiento que el autor ex-
perimentaba al tener que abandonarle.
En 1780 fué ascendido Jovellanos á una plaza en el
Consejo de las Ordenes, donde gozando de mayor des-
canso, pudo ocuparse de objetos mas elevados, tales
como un informe al Tribunal de las Ordenes, un plan de
enseñanza para el colegio imperial de Calatrava, un dis-
curso sobre el estudio de la historia como parte esencial
del de la jurisprudencia, y otros trabajos análogos, que
le acreditaron de excelente escritor en prosa y de pri-
mer filósofo y estadista del reino. Dedicábase al mismo
tiempo á tareas literarias mas amenas, hallando gran
distracción y placer en reunir en torno suyo poetas y
hombres de letras.
En 478o escribió algunos romances burlescos con
motivo de las contiendas de Huerta , Iriarte y Forner
acerca del teatro ; y al siguiente año publicó dos sátiras
en verso suelto y en el estilo de Juvenal contra las cos-
tumbres corrompidas de la época. Todas estas produc-
ciones fueron muy bien recibidas ; especialmente los ro-
mances , que, aunque no se imprimieron hasta mucho
después, quizá eran entonces mas buscados y leidos
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 99
con mas afán , por lo mismo que circulaban solamente
manuscritos.
Personas de este temple é influencia en los negocios
públicos podían fácilmente sostenerse y brillar en la cor-
te de un rey como Carlos III ; pero eran poco a propósi-
to para la de su hijo y sucesor Carlos IV. En 1790, dos
años después del advenimiento de Carlos IV, el con-
de de Cabarrus, no solo cayó del poder, sino que fué
reducido á prisión , y Jovellanos, que no vaciló en salir
á su defensa, fué confinado á Asturias en una especie
de destierro honroso que duró ocho años. Apenas lle-
gado á su ciudad nata! , se dedicó asiduamente á fo-
mentar cuanto creia útil y conveniente á su país, ocu-
pándose sin descanso de minas, de carreteras, y par-
ticularmente de mejorar la educación popular con el mas
desinteresado celo. Durante este período de- retiro forza-
do, dirigió muchas exposiciones al Gobierno sobre dife-
rentes objetos de interés público, escribiendo además
un excelente discurso Sobre las diversiones públicas , dado
á luz posteriormente por la Real Academia déla Historia,
y un tratado de legislación con relación á ¡a agricultura,
que extendió su nombre por toda Europa , y ha sido la
base de todo cuanto después se ha hecho en España
en esta delicada materia.
En 1797 volvió el conde de Cabarrús á la gracia del
príncipe de la Paz, regresando Jovellanos á la corle á
encargarse del ministerio de Gracia v Justicia. Pero du-
ró poco esta nueva época de favor: Godoy odiaba aun
las altas cualidades del hombre ilustre en quien habia
delegado, á pesar suyo, una pequeña parte de su po-
der; y en 1798, bajo el pretexto de que pudiera conti-
nuar dedicándose á sus anteriores tareas, Jovellanos
100 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
fué confinado de nuevo á las montañas de Asturias, á
las que, así como otros varios hombres distinguidos que
de ellas han salido, profesaba un afecto exagerado,
que rayaba en pasión, sin tomarse la pena de disimu-
larlo.
No satisfizo, sin embargo, este nuevo destierro al
suspicaz favorito: en 1801, Jovellanos, víctimaen par-
te de los manejos de la Inquisición , y principalmente
de una intriga política, fué arrancado á deshora de su
cama, conducido como un malhechor á través de la Pe-
nínsula , y embarcado en Barcelona con dirección á Ma-
llorca, donde fué confinado , primero en un convento y
después en un castillo, con tanto rigor, que le fué casi
enteramente prohibida toda comunicación con sus ami-
gos. Allí permaneció durante siete años, sujeto á priva-
ciones y disgustos, que afectaron considerablemente su
salud. Verificóse, por último, la abdicación y caida de su
débil é ingrato soberano; «y entonces, como dice Sou-
they en su Historia de la guerra de la Península , » llegó
la hora del castigo de Godoy. después del cual lo que
los españoles deseaban con mas ansia era la libertad de
Jovellanos.» Volvió, pues, este de su destierro, sien-
do recibido en todas partes con el grande amor y res-
peto que inspiraban sus muchos servicios y sus injus-
tos padecimientos.
Pero la falta de salud le molestaba bastante, y por lo
tanto, se negó resueltamente á aceptar ningún cargo pú-
blico, aun al lado de aquellos de sus amigos que se
habian consagrado en aquella triste época á la defensa
de la causa nacional; rechazó indignado la oferta que
los franceses invasores le hicieron, de uno de los prin-
cipales ministerios en el nuevo gobierno que trataban
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO T. 101
de establecer, retirándose tristemente á buscar en sus
montañas nativas el reposo que necesitaba , y del que
no le fué dado gozar por mucho tiempo. No bien se hu-
bo organizado en Sevilla la Junta Central, cuando fué
comisionado para representar en ella al principado de
Asturias, siendo el alma de sus deliberaciones en los
mas sombríos y apurados momentos de aquella lucha de
vida ó muerte á que España se vio reducida. Al disol-
verse la Junta (disolución que Jovellanos deseaba ar-
dientemente), volvió de nuevo á su retiro, agoviado
con los años, los pesares y los trabajos, y esperando
concluir allí tranquilamente el resto de sus dias.
Pero hombres del temple y de la influencia de Jove-
llanos han sido casi siempre perseguidos en España , y
no era de esperar que sus enemigos le dejaran en paz:
vióse, como otros, en aquellos dias de revueltas, ata-
cado por el sañudo espíritu de partido, y en i 81 1 con-
testó victoriosamente á sus acusadores en una defensa,
de lo que puede considerarse como su administración en
España durante los dos años precedentes, escrita en el
estilo grave , candoroso y puro que distingue sus mejo-
res obras, y con un fervor aun mas elocuente y podero-
so que el que hasta entonces habia mostrado. Hacia el
tin de esta vindicación personal, admirable, tanto por
su modestia como por su energía , dice con profundo
sentimiento, que no pretendía ocultar:
«Con todo, al levantar la pluma, una secreta pena
queda en mi corazón , que le turbará en el resto de mis
dias: yo no he podido defenderme á mí sin ofender á
otros, y temo que por la primera vez de mi vida empe-
zaré á tener enemigos que yo mismo haya excitado.
Pero, herido en lo mas vivo y sensible de mi honor, y no
102 HISTOP.IA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
hallando autoridad que le protegiese y salvase, era pre-
ciso buscar mi defensa en la pluma , única arma que ha
quedado en mis manos. Manejarla con templanza cuan-
do un dolor tan agudo la impelía , era muy difícil. Otro
mas diestro en estas lides la hubiera esgrimido con
mas arte y herido mas, exponiéndose menos ; yo, ataca-
do con vehemencia , y entrando en la lucha inexperto y
solo, me entregué á ella á cuerpo descubierto, y por
salir del peligro presente no me curé de los que podian
sobrevenir. Tal era el impulso que me arrastraba , que
me hizo perder de vista todas aquellas consideraciones
que tanto pudieran sobre mí en otro tiempo. Venera-
ción á la autoridad pública, respeto á las personas cons-
tituidas en dignidad, afecciones privadas de amistad, de
inclinación, de trato y familiaridad; todo cedió en mi
espíritu al amor á la justicia y al deseo de que la ver-
dad y la inocencia triunfasen sobre la envidia y la ca-
lumnia. Y ¿será tanto perdonado por los que me persi-
guieron ni por los que me negaron su protección? Pero
no importa : llegó ya para mí el tiempo en que toda des-
aprobación que no venga de los hombres de bien y
amantes de la justicia deba serme indiferente. Cuando
me hallo tan cercano á la edad que señala un término
infalible á la vida del hombre; cuando estoy pobre y
desvalido, y sin hogar ni protección en mi misma patria,
¿qué me queda que desear, después de su gloria y su
libertad , sino morir con el buen nombre que procuré
adquirir en ella? » 9
Al tiempo que esta elocuente defensa salia á luz , los
franceses se apoderaban de su ciudad natal, viéndose,
9 «D. Gaspar de Jovellanos á sus compatriotas», Coruña, 1811, i.*, t. i,
pp. 154-5.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 103
por lo tanto , obligado á refugiarse apresuradamente á
bordo de un buque que se dio á la vela sin rumbo ni di-
rección determinada. Después de haber sufrido durante
ocho dias consecutivos los rigores de una tormenta en
el golfo de Vizcaya, llegó de arribada al humilde puerto
de Vega, tan enfermo y débil, que falleció el 27 de no-
viembre, á las cuarenta y ocho horas después de haber
saltado en tierra, y álos sesenta y ochoaños de suedad.
Muy pocas personas habia á la muerte de Jovellanos,
tanto en su patria como fuera de ella , que le excedie-
sen en elevación de sentimientos , y menos aun en la
intachable pureza de su carácter. Fué objeto fijo de to-
das sus meditaciones y esfuerzos el bienestar de Espa-
ña y de los españoles, á cuyo servicio se consagrócons-
tantemente, lo mismo en sus dias afortunados como en
los de tribulación y desgracia. Este pensamiento, do-
minaba exclusivamente en él , así cuando aconsejaba á
los poetas de la escuela de Salamanca que levantasen
el tono de su lira , como en sus propias odas cuando es-
timulaba el ardor patriótico y marcial de sus conciuda-
danos contra la invasion francesa : rebosa también este
sentimiento en sus paternales desvelos por la educación
popular el tiempo que estuvo desterrado en Asturias ó
prisionero en Mallorca, en el ejercicio de su autoridad
como magistrado y ministro de Carlos IV, y como jefe
del gobierno supremo en Sevilla. Vivió ciertamente en
tiempos muy turbulentos, pero sus virtudes igualaron
siempre la gravedad de las circunstancias y de los con-
flictos que le rodearon, llevando consigo, al morir en
una miserable posada, la consoladora esperanza de que
España llegaría á triunfar en aquella terrible lucha, cu-
yos principios él mismo habia dirigido , y presintiendo
104 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
en el fondo de su corazón que algún día las Cortes ha-
bían de honrar su nombre á la faz del mundo, decla-
rándole benemérito de la patria 10.
No debe pasarse en silencio una obra histórica del
reinado de Carlos IV, debida á la pluma de D. Juan Bau-
tista Muñoz, y comenzada por orden especial de Car-
los III, quien en 1779 encargó al autor una historia
completa del descubrimiento y conquista de los españo-
les en América. Pero Muñoz encontró mil obstáculos
en la ejecución de su trabajo. Los individuos de laReal
Academia de la Historia no llevaron á bien el que á un
particular se diera encargo que parecía pertenecer mas
bien á la jurisdicción de la misma Academia ; así fué
que habiéndose pasado á su examen la primera parte de
la obra, por acuerdo del Rey, la lentitud empleada en
su reconocimiento, mas aun que el rigor con que se eje-
cutaba, mostró claramente el deseo que existia de impedir
ó retardar su publicación. Removió, sin embargo, este
inconveniente una orden terminante del Rey, y el primer
10 «Colección de obras de D. Gas- casi siempre se publicó con su nom-
par Melchor de Jovellanos», Ma- bre en las ediciones sucesivas. Jove-
drid, 1830-52, siete tom. , -i.0 Hase llanos estaba muy familiarizado con
atribuido á Jovellanos una sátira en la literatura inglesa, y tradujo el pri-
prosa, en estilo declamatorio, sobre mer libro del « Paraíso perdido», aun-
el estado de España en tiempo de que no con mucho acierto. Quien de-
Cárlos IV, que se supone fué distri- see noticias mas individuales de este
buida al pueblo en la plaza de toros personaje las hallara en las «Memo-
eu Madrid en 1796; lleva el titulo de rias de Jovellanos», por i). Agustín
«Pan y toros», recordando el anti- CeanBermudez, Madrid, 1814,12.°; la
guo grito de Roma : « Panem et cir- biografía inserta al final de la colec-
censes», y fué suprimida tan pronto cion de sus obr.is, la «Vida de Lope
como salió á luz, aunque después se de Vega » por Lord Holland , 1817,
ha reimpreso varias veces. Este es- t.n, en que el digno sobrino de Mr. Fox
crilo , entre otras cosas notables, paga un justo tributo á Jovellanos; y
ofrece la singular circunstancia de Llórenle, t. u, p. 540, y t. iv, p. 122,
haber sido traducido al inglés éim- donde se da noticia de la indigna
preso privadamente en 1815a bordo persecución deque fué victima. Jo-
de un buque de guerra de aquella na- vellanos escribía á veces su apellido
cion estacionado en el Mediterráneo; tíove Llanos», y según presumo, así
mas noesobradeJovellanos, aunque debieron de usarle sus mayores.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 105
tomo, que alcanza hasta el año de 1500, salió á luz en
1793, pero no así los restantes; quedando la obra in-
terrumpida después de la muerte de Muñoz, ocurrida
en 1799, á los cincuenta y cuatro años de edad, y sin que
desde entonces se haya pensado en continuarla y con-
cluirla. Es, sin embargo, tal como aquel la dejó, un
fragmento histórico escrito con filosofía y naturalidad,
aunque de poca importancia, por abrazar una parte muy
pequeña del vasto asunto á que la obra estaba consa-
grada M.
Por estos tiempos se hizo una tentativa épica, aunque
de poca importancia, á saber: Méjico conquistada, poema
heroico en veinte y seis libros, y cerca de veinte y cin-
co mil versos, que comienza con la exigencia de Cortés
en Tlascala, de ser recibido en persona por Motezuma,
y concluye con la toma de Méjico y la prisión de Guati-
mocin. Fué su autor D. Juan Escoiquiz, tutor de Fer-
nando, príncipe de Asturias, y sifconsejeroen los dis-
turbios del Escoria!, Aranjuez y Bayona, donde dio
muestras de honradez y rectitud; cualidades que atraje-
ron sobre él la venganza del príncipe de la Paz , de Car-
los IV, de Bonaparte, y últimamente del mismo Fer-
nando.
La afición literaria de Escoiquiz data , sin embargo,
de fecha mas antigua , y continúa aun después de aquel
aciago período, en que su rectitud é integridad se vieron
sometidas á tan duros conflictos por las revueltas y per-
secuciones políticas. En 1797 publicó una traducción de
11 «Historia del Nuevo-Mundo», por t. in de las «Memorias de la Aca-
D. Juan Baulisla Muñoz, Madrid, 1793, demia», una defensa de su «Histo-
en fól. menor; Fuster, «Bibl.», t. n, ria» y dos ó tres tratados en latin,
p. 191; «Memorias de la Acad. de la son lo único que conocemos de es-
Historia», t. i, p. lxv. «El elogio de te autor, además de su citada liis-
Lebrija» , por Muñoz, inserto en el toria.
106 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
las Meditaciones nocturnas de Young; y mientras estuvo
prisionero en Francia, desde 1808 á 1814, trabajó en
la version castellana del Paraíso perdí do, de Milton ;
prueba , cuando menos, del placer con que se entre-
gaba al cultivo de las letras, y la distracción que en
ellas encontraba en medio do sus privaciones é infor-
tunios. Su Méjico, impreso por primera vez en 1798, se
acerca algo mas á la verdadera forma épica que los poe-
mas de la misma clase que tanto abundan en la época
de los Felipes, empleando su autor con mas éxito que
sus predecesores el recurso sobrenatural de la maqui-
; naria cristiana, introducido primeramente por el Tasso.
Mas también adolece, como ellos, de frialdad y del
uso excesivo de personajes alegóricos, asignándoles pa-
peles demasiado importantes en el curso de la acción;
y, por otra parte, ni la rigurosa exactitud histórica en
que se encierra, ni la unidad del plan, ni sus regulares
proporciones, pueden compensar el descuido con que
está versificada la obra, y la monotonía de su cansada
relación. La historia en prosa de Solíses mucho mas in-
teresante y poética que aquel insípido poema , cuyos
principales hechos están tomados de la obra del citado
historiador ii.
Leandro Fernandez de Moralin , hijo del poeta de este
mismo apellido que floreció en el reinado de Carlos III,
sufrió en cierto modo aun mas que Escoiquiz por las
convulsiones políticas de la época en que vivió ; pero se
distinguió mucho mas que él en el mundo literario. Su
<f «México conquistada», poema años antes Francisco Ruiz de Leon
heróienpor U. Juan de Escoiquiz. Ma- con «La Hernandia». «Triunfos de
drid, 1798, tres torn. . 8.° Otra tenia- la Fe » ( Madrid , 1755 , 4.°) , poema
Uva épica, mas desgraciada aun que que consta de unas 400 páginas y so-
la suya, al mismo asunto de la con • bre 1,600 octavas,
quista de Méjico , hizo unos cuarenta
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO Hf.V 107
fama principal la debe á sus comedias, de las que ha-
blaremos mas adelante extensamente; bastando insi-
nuar aquí que en los demás géneros de poesía siguió
las huellas de su padre, modificando, sin embargo, su
estilo de tal manera, bajo la influencia de Conti, litera-
to italiano que vivió largo tiempo en Madrid, que en sus
composiciones cortas llegó á conciliar la ternura y de-
licadeza de la lengua italiana con la pureza y energía
del castellano. Obsérvase esto particularmente en sus
odas y sonetos , y en el bello coro de Los padres del
Limbo , composición solemne que se acerca á la majes-
tad fervorosa de Fray Luis de Granada. Sus romances,
por otra parte, aunque acabados con mucho esmero,
son mas nacionales por su entonación que todas las de-
más poesías de este autor; pero las mejores y mas inte-
resantes son aquellas en que se abandona por completo
á las impresiones de su propio temperamento ó de sus
afectos, tales como la epístola A Jovellanos y su oda A la
muerte de Conde el historiador.
En ninguna de sus relaciones personales aparece, sin
embargo, Moratin bajo un aspecto tan favorable como
en las varias y difíciles que mantuvo en diversas ocasio-
nes con el príncipe de la Paz. Debia Moratin á este cor-
rompido favorito, no solamente los medios que le abrie-
ron el camino para distinguirse como escritor dramáti-
co, sino también una posición social que aseguraba
hasta cierto punto el buen éxito de sus producciones.
Sonó la hora de la justicia, cayendo el Príncipe de su
alto puesto, y aunque Moratin participó en cierta mane-
ra de su desgracia y de las persecuciones de sus ene-
migos, negóse resueltamente á unir su voz al coro uni-
versal que celebraba la caida de aquel personaje; ale-
108 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
gando con nobleza y dignidad, « yo no soy ni su amigo
ni su consejero ni su criado; pero lodo lo que soy se
lo debo á él; y aunque está hoy en uso cierta filosofía
acomodaticia, queacostumbrarecibirbeneficiossin agra-
decerlos, pagando, cuando se mudan las circunstancias,
los favores con ofensas, yo estimo demasiado mi buena
opinion para suscribir á semejante infamia. > Persona
que obraba á impulsos de principios tan rectos y tan
honrados no podia medrar en el reinado de Fernan-
do VII; así pues, no es extraño que Moratin pasase el
resto de sus dias, voluntariamente ó contra su gusto,
fuera de su país, y que muriera por último en el des-
tierro 15.
E! último de los escritores de esta clase que debemos
mencionar en el reinado de Carlos IV es Quintana,
quien, así como Jovellanos, Moratin y Escoiquiz, tuvo
mucho que sufrir de las revoluciones acaecidas en su
tiempo; pero que logrando sobrevivirá su violencia, ha
llegado á disfrutar y disfruta una honrosa y tranquila
ancianidad. Nació en Madrid en 1772, recibiendo lo
mas esencial de su educación literaria en Salamanca,
donde se relacionó con Melendez y Cienfuegos. Fué su
profesión la abogacía, que comenzó á ejercer en la ca-
pital, protegido y alentado por Jovellanos; pero Quinta-
na preferia el cultivo de las letras , que llegó á con-
vertirse en pasión con el estímulo de una reducida so-
ciedad de amigos que concurría por las noches á su ca-
13 « Obras de L. F. Moratin » , Ma- cuentran las «Observaciones sobre el
drid, 1830-34, cuatro tona., 8.° mayor, principe de la Paz., y una nolicia de
divididos en seis , cuya edición pre- sus relaciones con Gonti en la p. 542.
paro él mismo . y publico después de Hermosilla, en el primer tomo de su
su muerte laRealAcad.de la Histo- «Juicio critico», ya citado, hace un
ria. Su biografía se encuentra en el elogioexagerado délas obras de este
primer tomo y sus poesías sueltas en autor,
el ultimo, donde á la p. 555 se en-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 109
sa. En 1801 dio al público su tragedia El duque de Vi-
seo , imitación de El fantasma del castillo, de Lewis; y en
1805 puso en escena su Pelayo, con el patriótico fin de
animar á sus conciudadanos , con tan notable ejemplo de
su propia historia, á resistir la opresión extranjera. La
primera de dichas tragedias no tuvo grande acogida; pe-
ro la segunda, aunque escrita con sujeción á las reglas
y doctrinas de una escuela mas severa, hirió vivamente
el corazón desús oyentes, y obtuvo un éxito brillante. Al
mismo tiempo , y en el intermedio de una á oíra , publi-
có en 1802 un tomito de poesías , casi todas líricas, em-
pleando el mismo tono noble y patriótico que en su
aplaudida tragedia, y mostrando un ingenio mas pro-
fundo y ardiente que los demás poetas de la escuela de
Salamanca , á laque se complacía en pertenecer, como
resulta claramente de su Epístola á Batilo. Animado
del mismo espíritu, publicó en 1 807 un tomo con las vi-
das de cinco españoles ilustres, que como el Cid y el Gran
Capitán, triunfaron de los enemigos de su patria dentro y
fuera de ella; y casi al propio tiempo preparaba la pu-
blicación de otros tres tomos de poesías escogidas de au-
tores españoles, acompañadas de notas críticas, que,
si no tan profundas como podían esperarse de Quinta-
na, y quizá menos generosas de lo que debieran en los
elogios, son mas españolasen su tendencia y están me-
jor escritas que los trabajos de esta clase ejecutados
hasta entonces. Nótase quizá en una y otra una imita-
ción demasiado franca de la escuela francesa , y alguno
que otro galicismo; por lo demás ambas obras están escri-
tas en una prosa clara y agradable, ambas fueron muy
bien recibidas del público ilustrado, como no podían
menos de serlo, y una y otra fueron mucho tiempo des-
HO HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
pues ampliadaspor su distinguido autor; la primera con la
adición de las vidas de otros cuatro españoles ilustres, y
la segunda con trozos escogidos de los poetas del último
período y de los mejores épicos antiguos.
Mas aunque el gusto de Quintana se inclinaba algún
tantoá la literatura de Francia, abrigaba, con todo, en su
pecho un corazón muy español y muy leal. Aun antes
de la invasion francesa procuró apartarse tan cuidadosa-
mente de la influencia y patrocinio del príncipe de la
Paz , que . á pesar de pertenecer, estrictamente hablan-
do, á la misma escuela poética que Moratin . estos dos
hombres distinguidos vivían en Madrid aislados el uno
del otro, y acaudillando en cierto modo dos sociedades
literarias distintas, cuyas relaciones mutuas no eran tan
benévolas como hubiera sido de desear. Llegó la revo-
lución de 4808 , y Quintana hizo en ella el papel á que
se sentía naturalmente llamado; publicó primero sus
valientes Odas á la emancipación de España , escribió en
los diarios de aquel tiempo cuanto creia oportuno para
despertar en sus compatriotas el espíritu de resistencia,
fué secretario de las Cortes y de la Regencia, y redactó
muchas de aquellas proclamas, manifiestos y alocucio-
nes que tan noblemente distinguieron la marcha de las
diferentes administraciones de que formo parte durante
la sangrienta guerra déla Independencia; en suma,
Quintana consagró todo su talento y su fortuna al servi-
,; ció de su patria en aquellos calamitosos tiempos.
Servicios tan eminentes fueron, sin embargo, mal
premiados. Mucho de lo que los representantes del pue-
blo español habían hecho en nombre de Fernando VII
durante su cautiverio en Francia , fué anulado por la im-
bécil ceguedad de este monarca, ácuya vuelta, en 4 814,
I
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V. 1H
siguió inmediatamente la persecución de los que mas
habían contribuido á la adopción de aquellas medidas
que acababa de anular. Una de las primeras víctimas
fué Quintana , que se vio encerrado en la ciudadela de
Pamplona durante seis años, privado de todos los me-
dios de escribir y de toda comunicación con sus ami-
gos. La revolución de 1820 devolvió a Quintana su li-
bertad cuando menos lo esperaba , restituyéndole todos
sus honores, y aun dándole por algún tiempo mayores
distinciones; pero tres años después un nuevo cambio
político le privó de sus empleos y de su influencia , y
Quintana hubo de retirarse á Extremadura, donde se de-
dicó exclusivamente al cultivo de !as letras hasta que,
aclarado el horizonte político con la muerte del Rey,
volvió al ejercicio de sus antiguos cargos públicos, que
tan bien habia llenado , añadiendo á ellos la honrosa
distinción de senador del reino. Mas desde el dia en
que por primera vez llamó la atención del público con
sus bellas odas Al Océano, y A la benéfica expedición en-
viada á América para propagar la vacuna , la literatura ha
sido siempre su ocupación predilecta , constituyendo su
orgullo mientras excitaba con sus versos el ardor pa-
triótico de sus conciudadanos; su consuelo en el cauti-
verio y en el destierro , y su brillante corona hoy dia, en
una apacible y honrada ancianidad i4.
il «Poesías de M. J. Quintana», caito un tomito con diez ó doce com-
Madrid, 18'21, dos torn. , 8.° La parte posiciones suyas y el siguiente tí-
lírica se ha reimpreso repetidas ve- tulo : «Poesías de D. Manuel Josef
ees desde que en 1802 salió á luz la Quintana». Kn la dedicatoria al conde
colección de sus versos en un lindo de Florida-Blanca habla de ellas co-
tomito en 8.°, de 170 páginas. Su mo de «unas primicias que mi inge-
biografia se lee en la excelente «Fio- nio ha formado en otro tiempo», y de
resta» de Woif, en Ochoa, Ferrer del él mismo como habiendo dejado el
Rio, etc. asilo de las Musas para entregarse
Ya en 1788, y cuando apenas con- al estudio de la jurisprudencia,
taba diez y seis años, se habia publi-
CAPITULO VI.
Tealro en el siglo xvui.— Traducciones del francés. — Comedias originales.
— Operas. — Teatro nacional. Caslro, Añorbe. — Imitaciones del teatro
francés. Montiano, Moratin el padre, Cadahalso, Sebastian y Latre.
Trigueros, Iriarte, Avala, Huerta, Jovellanos.— Prohibición de los au-
tos sacramentales. — Teatros públicos y particulares. — Ramon de la
Cruz, Sedaño, Cortés, Cienfuegos y otros. — Colección de comedias an-
tiguas, ríe Huerta.— Discusiones. — Valladares. — Zabala. — Cornelia. — Mo-
ratin el joven. — Estado del drama al comenzar el siglo xix.
Donde mas se echa de ver el movimiento literario del
siglo xviii , y lo que mejor le caracteriza , es el drama,
porque á él, primero que á otro género alguno de poe-
sía , se trató de aplicar las reglas del clasicismo fran-
cés. Ya en el reinado de Felipe V, y así que hubo con-
cluido la guerra de Sucesión , se hicieron algunas ten-
tativas en este género. En 1713 el marqués de San
Juan tradujo el Cinna, de Corneille ; primera tragedia
ajustada á las reglas del teatro francés, que salió á luz
en España , debiendo probablemente osla distinción á las
circunstancias especiales de un país en que gran núme-
ro de personas distinguidas se hallaban en el caso de
conciliarse la clemencia del nuevo soberano, cuyo po-
der habían resistido durante la pasada guerra civil1. Pe-
ro dicha traducción no llegó á representarse, y cayó pron-
to en olvido. Cañizares, el último de los escritores dra-
1 Montiano y Lujando, «Discurso de la tragedia », Madrid, 17o0, 8.°, p. 66.
TERCERA ÉPOC.\. CAPÍTULO VI. 113
máticos que conservo algún tanto las tradiciones del an-
tiguo teatro español , se inclinó también mas de una vez
á la nueva escuela, calificando su Sacrificio de ¡ftgenia,
composición absurda , que (sea dicho de paso) tiene muy
poco de la Ifigetiia de Racine , de imitación de la escue-
la francesa-. Pero ni esta ni otras varias piezas de formas
irregulares y aun vulgares, como las de Diego de Tor-
res, catedrático de filosofía natural; Lobo, oficial de
ejército, y el sastre Salvo, obtuvieron favor permanen-
te , ni eran á propósito para servir de base á la restau-
ración del drama nacional. Lo único que á la sazón se
oia en la escena española , digno de semejantes preten-
siones, eran las obras de los antiguos dramáticos y las
de sus pobres imitadores, Cañizares y Zamora "'.
Hallábase entonces el teatro español en plena deca-
dencia y entregado en manos del populacho, á quien no
2 Dice este autor a! final de su co-
media que su intento fué <( mostrar
como se» escribían comedias a! estilo
francés». Representábanse aun en-
tonces de vez en cuarrdo comed ¡;is de
circunstancias, mas en consonancia
con las formas y carácter de las del
sigloantci'ior, aunquecon puco éxito
y pronto olvidadas: citaremos dos de
ellas por ser las mas curiosas. Lláma-
se la primera, que es de autor anóni-
mo,comootra de Lope de Vega, «Sue-
ños hay que son verdades », la cual
comienza con un sueño del rey de
Portugal y concluye con la realiza-
ción de dicho sueño en la toma de
Monsanto por las tropas de Felipe V
en 1704. La otra es de Rodrigo Pedro
de Lrrutia.yse intitula «Rey decreta-
do del cielo », abrazando un espacio
de mas de seis años , que comienza
anunciando Luis XIV al duque de An-
jou, en la primera escena, que el tes-
tamento de Carlos II le declaraba rey
de España, y concluye con la victo-
ria de Almansa en 1707. Ambas valen
TOY?. IV.
muy poco, y dan, á mi juicio, idea
del escaso mérito de las pocas come-
dias históricas que España produjo
al principio del siglo xviu.
5 Acerca del teatro español, du-
rante esta especie de interregno que
duró desde 1700 á 1790.se hallarán en
Signorelli «Storia critica dei leatri»,
(Ñapóles, 1813, 8.°, torn, ix, pp. 56-
236); L. F. Moralin (Obras, torn, ii,
parte 1.a. prólogo), y en cuatro artícu-
los de Rianco White (en los tomos x
y X! del «New Monthly Magazine»,
Londres , 1824). Son importantes los
datos y opiniones de Signorelli en la
materia, porcuanto residió en Madrid
desde 1765 á 1785 (Storia, torn, ix,
p. 189), y era uno de Jos individuos
del club ó tertulia de la fonda de
San Sebastian ,que se componía prin-
cipalmente de autores dramáticos, y
cuyas discusiones versaban casi siem-
pre sobre el teatro. «Obras postumas
de N. F. Moratin», Londres, 1825,
p. XXIV. •
8
114 BISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
solo debió en tiempos mas felices una buena parle del
carácter que le distinguía , sino que Tur su protector mas
decidido y constante en sus dias de adversidad y des-
gracia. Ni podia tampoco en su estado actual aspirar con
fundamento á mas alta protección. Eran todavía en Ma-
drid ios teatros públicos verdaderos corrales al aire li-
bre., rodeados de galerías ó corredores, sin mas res-
guardo, en caso de lluvia, para los numerosos especta-
dores del palio, que veian la comedia en pié, que un
toldo insuíicienie, ó el recurso de invadir las galerías;
de suerte que cuando la mucha concurrencia de estas
les impedía ponerse al abrigo de la intemperie, se sus-
pendía la función y se dispersaba el auditorio. La repre-
sentación se hacia de dia , era casi enteramente desco-
nocido el aparato escénico, y recogíase en metálico á la
puerta el precio de la entrada, que se reducía á unos
cuantos maravedises por persona.
Mal podia la segunda esposa de Felipe V , Isabel
Farnesio. acostumbrada como lo eslaba á las represen-
taciones escénicas de Italia, contentarse con semejante
estado de cosas ; y así es que, aprovechando la existen-
cia de un mezquino teatro, en el que una compañía ita-
liana solia de vez en cuando dar óperas, lo hizo ensan-
char y embellece:', y dispuso que en dicho local se esta-
bleciese desde 1737, de una manera permanente, un
teatro para su propio recreo. Produjo su efecto este im-
portante cambio, y sirvió de estímulo para que los dos
antiguos corrales, el uno primero, y después el otro, co-
menzaran á reformarse, rivalizando desde entonces en
las mejoras materiales, como durante siglo y medio ha-
bían rivalizado en indolencia y desaliño, y que se esme-
rasen no menos en granjearse el favor del público. Ba-
TERCERA ÉPOCA. CAPULLO VI. H5
jo tales auspicios se construyó el nuevo teatro de la Cruz
en 1743, yon 1745 el del Príncipe.
Mas bajo otros aspectos el cambio fué ineficaz é in-
suficiente. Fieles á las tradiciones de su origen , los nue-
vos coliseos continuaron llamándose corrales, y sus pal-
cos aposentos ; la cazuela siguió destinada únicamente á
las mujeres, tapadas con sus mantos amanera de monjas,
aunque muydistantesdemerecereste nombreporsu por-
te y compostura; aparecía aun en el proscenio el alcalde
de corte, acompañado de sus dos alguaciles, para impo-
ner respeto y conservar el orden. Semíramis salia ala es-
cena vestida con tontillo y calzada con chapines, y Ju-
lio César caia bajo el puñal de sus asesinos con una enor-
me peluca rizada, una chupa de terciopelo y un som-
brero de plumas debajo del brazo. Continuaban, por lo
tanto, según se echa de ver , las antiguas aficiones, por
mas que en la arquitectura y disposición de los nuevos
coliseos se hubiesen introducido mejoras de considera-
ción.
Contribuyó bastante á esto último la protección exclu-
siva que dos reinas italianas dispensaron sucesivamente
á la ópera, así como también las nuevas relaciones po-
líticas entre España é Italia. El teatro del Buen-Retiro,
donde tantos triunfos habia alcanzado Calderón, fué de-
corado con extraordinaria magnificencia por Farinelli,
el primer cantante de aquella época , traído á España
para distraer el melancólico humor de Felipe V , y que
continuó después disfrutando el favor especial de Fer-
nando VI. Luzan tradujo \a Clemencia de Tito, de Metas-
tasio, para la apertura de aquel brillante coliseo en 1747,
y durante un largo período, cuantos recursos pudo la
corte destinar al fomento de la poesía y de la música,
116 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
ó á realzar la pompa y ostentación del aparato escéni-
co, se prodigaron en un espectáculo exótico que no
habia, por último, de aclimatarse fácilmente en el país4.
Mientras tanto abastecían el teatro nacional , aban-
donado por la corte y por las clases elevadas, escrito-
res como Francisco de Castro, actor que solicitaba con
farsas vulgares los aplausos de la ínfima plebe5, y To-
más de Añorbe , capellán del monasterio de monjas de
la Encarnación de Madrid, cuyo Paulino, anunciado co-
mo drama á la moda francesa con todo rigor del arte,
provocó la justa rechifla de Luzan , y cuya Virtud ven-
ce al destino, si bien no menos extravagante , encierra
cierta intención moral de combatir la aslrología y la su-
persticiosa creencia en el influjo de ios astros6. Viendo
el éxito que obtenían tales absurdos, los literatos y los
hombres de gusto parecían desesperar del remedio. Mon-
tiano, caballero castellano que ocupaba en la corte un
puesto importante, y era además individuo de la acade-
mia del Buen Gusto, que se reunía en casa de la conde-
sa de Lémos , fué el primero que salió á la palestra en
1750 con una tragedia intitulada Virginia, tomada de la
historia romana , la que presentó como prueba délo que
podia hacerse para la reforma del teatro español ; acom-
pañándola de un extenso y esmerado discurso, en que
pretende demostrar que Bermudez , Cueva , Virués y al-
1 L. F. Moratin , prólogo ut su- ras, pero chavacanos en el estilo, y
¡n. i . y Pellicer, «Origen del teatro», en general de ningún valor.
1802, t i, p. 264. e Tomás de Añorbe y Corregel pu-
s «Alegría cómica» (Zaragoza, (o- blicó su «Virtud vence al destino»
mo i, 1700: t. u, 170-2 ) y « Cómico en 1753 y su «Paulino) en ! 7i0. Llá-
festejo» (Madrid, 1742) son tres pe- mase á sí mismo capellán del real
queííos volúmenes de entremeses, por monasterio de la Encarnación en la
Francisco de Castro, el ultimo délos portada de la primera de estas come-
cuales se publicó después de la muer- dias, insertando en los intermedios
te de su autor, no desprovistos en- de sus jornadas dos absurdos entre-
leramente de ingenio como caricatu- meses de su propia invención.
TEKCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VI. 117
gunos nías de lo; antiguos escritores habían tratado de
arreglarse á las mismas doctrinas seguidas por él.
Esta tragedia, pues, que viene á ser una especie de
apéndiceá su discurso , y como un ejemplo práctico de
la aplicación de sus doctrinas, está enteramente ajus-
tada á los modelos de la escuela francesa, especialmen-
te á los de Racine; todas las reglas, hablando técnica-
mente, inclusa la de no dejar nunca la escena vacía
durante !a representación de un acto, están rigurosamen-
te observadas; pero, á pesar de todo, la composición
es tan fría como regular; semejante á los límpidos rau-
dales que descienden de los Alpes, su misma pureza re-
vela ¡as frígidas regiones de donde salen. Su versifica-
ción en endecasílabos asonantados se aparta lo mas po-
sible del fuego , robustez y soltura de la antigua poesía
castellana , que tanto florece en el drama del siglo xvn;
su acción es lánguida , y la catástrofe, huyendo el autor
del escollo de ensangrentar la escena, viene á daren el
opuesto, y deja ya de ser catástrofe. No se trató siquie-
ra de ponerla en escena, y su lectura influyó muy poco
en la opinion pública.
Montiano, sin embargo, no desmayó por eso. En
1753 publicó otro discurso crítico y otra tragedia con
iguales condiciones y los mismos defectos, tomada del
reinado y muerte de Ataúlfo , tal como se refiere en los
antiguos cronicones; pero, así como la anterior, ni llegó
á representarse, ni es hoy leida7.
7 «Discurso sobre las comedias (Berlin, 1794, \S." , t. xxn, p. 9o).
españolas ele D. Agustín Montiano y Pero la noticia mas circunstancia-
Luyando», Madrid, 1750, 8.u;«D¡s- da de su vida y escritos se hallara en
curso segundo », Madrid , 1755, 8.° su «Oración fúnebre», por el muy
Tradújolos ambos al francés M. Her- reverendo padre maestro Vr. Alonso
millv, y de ellos y de su autor se ha- Cano, Madrid , 1765. 4.° Nació Mon-
ee mención en las «Obras de Lessing» tiano , según allí se lee, en Vallado-
118 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
La primera comedia ajustada á las reglas francesas
que apareció en castellano, fué una traducción del Pré-
jugé á la mode, de Lachaussée, hecha por Luzan, é im-
presa en 17o I 8, en la que este tuvo la acertada precau-
ción de emplear los asonantt :s, tan populares en España.
Siguió á ella, en 1754, la At alia , de Racine, tradu-
cida en verso suelto y con mucha gracia por Llaguno y
Amírola, secretario de la Heal Academia de la Historia.
Pero la primera comedia española original de este géne-
ro fué la Petimetra (Je Moratin el padre. Imprimióse en
1762, precedida de una disertación, en la que. si bien
se aprecian , aunque imperfectamente, las buenas pren-
das que brillan en la escuela de Lope y Calderón, se
poden muy de bulto sus defectos, dejando mal parados
á los antiguos ingenios dramáticos.
lid en 1697, y pasó su niñez :il cuida-
do de un lio, que ocupaba alli uu
puesto distinguido en la administra-
ción. A la edad de veinte años escri-
bió su «Robo de Dina», poema en
1Í2M octavas, escrito en estilo mas
puro y castizo del que a la sazón se
acostumbraba, aunque falto de vigor
y nervio, y versando sobre un asnillo
muy poco á propósito para el caso
(«Génesis», cap. 24). Imprimióse pri-
meramente sin su consentimiento , y
mas tarde, en Barcelona sin año , cui-
dando él mismo de la im¡
Montiano fué oficial de la secretaria
de Estado . y pasó en Madrid los años
mas lloridos desu vida, consagrando
el tiempo que los negocios le deja-
ban libre al cultivo de las letras, y
gastando una buena parle de sus
rentasen socorrer a literatos menos
favorecidos que él por la fortuna. A
su muerte, ocurrida en 17Go, era di-
rector de la Meal Acad, de la Histo-
ria, á la que leyó la oración sobre
Alonso Cano arriba citada. El asunto
desu «Ataúlfo» esta sacado de la
«Crónica general », parle n, cap 22.
La «Virginia», asi en el modo de
presentar las costumbres romanas
como en el e-tro poético, no puede
de mai. era alguna sostener la com-
paración con la tragedia de Allien
al mismo asunto. Lo cierto es que
Montiano era tan ciego partidario
v admirador de la escinda france-
sa, que su obcecación y entusias-
mo por ella le impedían comprender
las excelencias \ bellezas que encier-
ra la castellana. En la «Aprobación»
que escribió para la edición del
Quijote» de Avellaneda , publicada
en 4732, dire, comparando la su-
puesta segunda ¡ arle de este con la
genuina de Cervantes : "No creo que
ningún hombre de juicio pueda de-
clararse en favor de Cervantes si
compara una paite con otra».
8 «La razón contra la moda» (Ma-
drid. 8.°, 1751) salió á luz sin el nom-
bre del traductor, y contiene una mo-
desta defensa de las reglas clásicas
francesas en forma de dedicatoria á
la marquesa de Sarria, insistiendo
sobre su utilidad, y atacando enérgi-
ca, aunque embozadamente, la inmo-
ralidad «leí drama antiguo.
Las obras de Moratin , el padre, se
bailarán en el t. n de la « Biblioteca »
de Rivadeneyra.
TERCERA ÉPOCA. CAPITULO VI. H9
En la comedia misma trató, según parece, Moratin,
de contemporizar hasta cierto punto con los afectos y sen-
timientos del público, en aquella parte en que todavía
manifestaba apego por la antigua escuela, y por las des-
graciadas é insulsas imitaciones que de vez en cuando
salían á la escena. Repartióla, pues, en tres jornadas,
siguiendo la antigua usanza , y empleólos antiguos me-
tros castellanos, usando unas veces la rima perfecta y
otras el asonante. Pero el compromiso que envolvía esta
especie de transacción no fué cordialmente aceptado.
El carácter principal de la comedia, D.a Jerónima, está
débilmente trazado . y si bien es cierto que la versifica-
ción y el estilo son siempre fáciles y corrientes, y algu-
nas veces hasta bellos, también lo es que la tentativa de
conciliar el genio de la antigua comedia con lo que Mo-
ratin llama en la portada de su obra «el rigor del arte»,
no tuvo buen éxito. Otra tentativa análoga hizo al año
siguiente en la tragedia, tomando por asunto la muerte de
Lucrecia, y adoptando mas francamente las reglas con-
vencionales del. teatro francés , pero tampoco tuvo me-
jor resultado. Wi una ni otra alcanzaron los honores de
la pública representación.
Cupo esta distinción, en 1770, aunque con alguna di-
ficultad, á la tragedia del mismo autor titulada Horme-
sinda, primer drama original á la manera de Comedie
y de Racine, que apareció en los teatros públicos de Es-
paña. Fúndase su acción en sucesos enlazados con la
invasion sarracena y las hazañas de Pelayo , y está es-
crito, así como la Lucrecia, en las estrofas irregulares,
parte rimadas y parte no, conocidas en castellano con
el nombre de diva, y que son, por su naturaleza, laclase
de verso mas acomodada para la improvisación.
120 HISTORIA DE LA LITEP.ATTRA ESPAÑOLA.
El buen éxito obtenido en parle por esta pieza, que,
á pesar de una infundada conjuración contra ella , era
digna del favor con que fué acogida, indujo ásu autor,
en 1777, á escribir su Guzman el Bueno, dedicado á su
protector el duque de Medina -Sidonia, descendiente de
aquel ilustre personaje, y que se liabia ocupado algu-
nos años antes en traducir al castellano la Iftgenia , da
Racine. El carácter bien conocido del héroe, que pre-
firió la muerte de su hijo por los árabes á la entrega de
la plaza de Tarifa, cuya defensa le estaba encomenda-
da, si bien no está pintado con todo el vigor de las an-
tiguas crónicas ni del drama de Guevara . está al menos
bien sostenido , y revela mayor esfuerzo poético que las
demás obras dramáticas de este escritor. Pero este es
quizá su único mérito ; por lo demás, la última tragedia
de Moratin, ni obtuvo mejor fortuna que la primera , ni
tal vez la merecia.
Cadahalso, su amigo, de quien ya tratamos anterior-
mente, calificándole de partidario de las mismas doctri-
nas , dio un nuevo paso en la imitación de los clásicos
franceses. Su Don Sancho García, tragedia ajustada alas
reglas, aunque fria, se imprimió en 1771 . y fué repre-
sentada algo después. Está escrita en endecasílabos pa-
reados; innovación que no podia menos de tildarse de
monótona en un teatro como el español , donde siempre
sehabia hecho gala de una lozana y abundante varie-
dad de metros. No tuvieron mejor éxito los esfuerzos
hechos por Sebastian y Latre para ajustar á las nuevas
teorías dramáticas dos comedias antiguas, una.de Ro-
jas y otra de Moreto . que aun hoy dia siguen represen-
tándose , y reducirlas al estrecho límite de las tres uni-
dades , á pesar de que los gastos necesarios para poner
TKRCÉRA ÉPOCA. CAPÍTULO VI. 121
en escena una de ellas fueron costeados por el ministro
de Estado, conde de Aranda. igual fin tuvieron las ten-
tativas hechas por Trigueros, de ajustar algunas de las
mejores comedias de Lope de Vega al mismo sistema.
Era tanta la diferencia de ambas escuelas, y tan violen-
to su maridaje, que debia necesariamente perderse en
la refundición gran parte de la gracia y agudeza de los
originales, quedando de este modo defraudada lana-
tura! esperanza de los espectadores 9.
Iriarte, mas conocido como poeta didáctico y fabulis-
ta , goza, sin embargo , el honor de haber escrito la pri-
mera comedia original sujeta al rigor del arte, que se re-
presentó en España. Siendo aun muy joven, compuso
una, que no conceptuó digna, según parece, de figurar
después en la colección de sus obras ; ocupóse también
en traducciones de Voltaire y de Destouches y en algu-
nos otros ensayos de menos importancia, escribiendo,
por último, dos comedias completamente originales, que
valen mas que cuanto habia antes producido en este gé-
nero la escuela á que pertenecía. Una de ellas , El sefío-
ritomimado, apareció en 1778, y la otra, La señorita mal
criada, diez años después. La primera tiene por objeto
9 El « Don Sancho García » de C.a- de Sevilla», reducidas á las tres uni-
tahalso se imprimió por primera vez dades por O. Candido Mana Trigue-
en 1771 con el nombre de Juan de ros, se imprimieron en Madrid yen
Valle y en 1801 con e! de su verdade- Londres. Este ultimo autor gozó una
ro autor, acompañado de una pobre reputación transitoria hacia lines del
imitación en prosa de las «Noches lú- siglo xvín , y su obra principal «La
gubres» de Young y otras varias com- Riada», que consta de cuatro cantos
posiciones. «Las refundiciones» de en silvas, fué atacada en una carta
Laire se imprimieron con bastante de Vargas Ponce y en un discurso
lujo, probablemente á expensas del satírico que Forner publicó con el
conde de Aranda, con el titulo de nombre de Antonio \ aras. Ignoro
«Fnsavo sobre el teatro español», cuándo murió; pero en la « Bibliote-
Madrid , 1773, en fól. menor. Latassa ca» de Sempere y Guarinos, t. vi, se
(«Bibl. Nueva», t. v, p. 513) hace mé- encuentra una lista de sus obras y
rilo de este autor, que murió en 1792. algunas noticias de su vida.
«El anzuelo de Fenisa» y la «Estrella
122 HISTORIA f)E LA LITERATURA ESPAÑOLA.
demostrar los daños producidos por la indiscreta indul-
gencia de una madre en la educación de su hijo , y la
segunda iguales perjuicios ocasionados por el ciego ca-
riño y el descuido de un padre rico con su hija. Una y
otra constan de tres actos, y están escritas en versos
cortos rimados, género de versificación siempre grata
á oidos españoles. Hay en ambas caracteres bien de-
lineados y un estilo fácil y agradable , y que si no revela
gran travesura de ingenio, no está enteramente falto de
cierta originalidad de pensamiento. Pero exceptuando
estas comedias de Iriarte , las de Moratin , y una , poco
feliz por cierto, de Melendez Yaldés en 1784, sacada
de las bodasdeCamachoen el Quijote, con algunas poe-
sías pastorales bastante buenas, aunque no muy aco-
modadas á las rústicas y maliciosas agudezas de Sancho,
nada hay en la Talía española del último periodo del
reinado de Carlos III 10 que sea digno de mención.
Peores aun fueron los ensayos hechos en la tragedia.
La Numancia destruida, escrita por Avala, literato y cen-
sor de los teatros públicos de Madrid , se puso en esce-
na en 1775. El argumento es el mismo que el de la Nu-
mancia de Cervantes; pero los horrores del asedio no
excitan tan vivamente la simpatía del auditorio como la-
pintura de los padecimientos individuales de los numan-
tinos, hecha por el autor del Quijote, y por lo tanto pro-
duce mucho menos efecto. No carece, sin embargo, de
mérito en su desempeño. Échase de ver en esta tragedia
la tentativa, á que ya aludimosanleriormente, de tran-
10 Las «Obras de triarte» (Ma- so intituln «Hacer que hacemos». «Las
drid, 1805, ocho lom. 12.°) contienen bodasde Camacho», de Melendez Val-
todas sus comedias, excopio la pri- des, se hallara en el segundo tomo
mera , que compuso cuando no con- de sus obras, 1707.
laba mas que diez y ocho años, y que
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VI. 123
sigir hasta cierto punto con el gusto del público en pun-
to á la versificación, pues se emplean los asonantes cas-
tellanos, aunque usados en versos largos, como si el au-
tor hubiera querido al propio tiempo pagar tributo á la
moda francesa ; tentativa que no fué mas afortunada que
la anterior; por lo demás, e! estilo es rico y enérgico
y la entonación elevada. Tal vez los ardientes arranques
de patriotismo y de odio á la opresión extranjera que
contiene hayan contribuido á que esta tragedia se pusie-
ra en escena, tanto quizá como su verdadero mérito poé-
tico.
La Raquel, de Huerta, impresa en 17.7,8, tres años des-
pués de la Numancia. no honra tanto á su autor, y pro-
dujo en el público una impresión menos duradera. E!
argumento , que es el mismo de la Judía de Toledo, ma-
nejado ya con bastante frecuencia por los poetas espa-
ñoles, está tomado de una comedia de Diamante; y aun
cuando Huerta ordenó algo mejor los materiales que es-
ta le ofrecía, y los revistió de mas grave y sonora ver-
sificación, disminuyó algún tanto el movimiento y es-
pontaneidad de la acción, por la necesidad de reducirla
á las rígidas convenciones que se impuso, y la hizo per-
der mucho de su primitivo interés; de suerte que, á pe-
sar de la grande aceptación que tuvo en un principio,
cayó prontamente en olvido".
El primero que obtuvo un verdadero triunfo, intro-
duciendo en la escena española algo de la francesa, fué
Jovellanos, si bien no siguió rigurosamente el clasicis-
mo de Racine y de Boiieau. Había este escritor en sus
« «Las tragedias» de Avala se lian la «Electra» de Sófocles» v la «Zaira»
impreso varias veces. La «Haquel» de de Voltaire. La edición primitiva de
Huerta se hallará entre su obras (to- la «Raquel» es anónima , sin fecha ni
mo i, 1786), con sus traducciones de lugar de impresión.
12 i HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
verdes años compuesto una tragedia intitulada Pelayo,
en el mismo género de metro que la Numancia de Aya-
la, y tomando casi el mismo argumento que Moratin el
padre usó en su Hormesinda; pero el ilustre filósofo y
político, aunque escribía muy buenos versos líricos, no
tenia , sin embargo , las dotes necesarias para poeta trá-
gico. Fué, no obstante (lo que importa algo mas), un
hombre de bien en tuda la extension de la palabra. La
honradez de sus sentimientos y su filantropía le mo-
vieron á escribir, en 1773, su Delincuente honrado, en
que se propuso combatir la crueldad e ineficacia de las
terribles leyes contra el desafío, que estaban aun vi-
gentes en España. Es esta una comedia sentimental, en
prosa . por el estilo del Hijo natural, de Diderot, que,
además de ser el primer ensayo de este género en la
escena española , reúne la circunstancia de haber conse-
guido mejor fortuna que todas las demás que la siguie-
ron. Su argumento está reducido á lo siguiente: un ca-
ballero después de rehusar repetidas veces un duelo,
mata en desafío y sin testigos á su contrario, indigno
esposo de una señora con la cual el matador se casa mas
adelante; mas confesando después su delito por salvar
á un amigo, injustamente acusado de aquel homicidio,
es condenado á muerte por un juez inflexible, que im-
pensadamente resulta ser su mismo padre, salvándose,
por último, del suplicio por la clemencia del Rey, aun-
que no de una pena rigurosa.
Desde luego se echa de ver lo mucho que un argumen-
to como este se presta á situaciones interesantes y doloro-
sas escenas; supo Jovellanos aprovecharlas con destreza,
manejando el asunto de la manera mas sencilla y opor-
tuna , con gran calor y afecto en los sentimientos, y en
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO V!. 125
un estilo cuya pureza y corrección no son el menor de
sus atractivos. La comedia de El delincuente honrado fué,
pues, muy bien acogida desde luego, y siempre que sea
bien representada, no dejará de arrancar lágrimas á los
espectadores. Hízose por primera vez en uno de los tea-
tros reales, sin saber el nombre de su autor; difundióse
en seguida por toda España, representándose en Cádiz
en castellano y en francés, y por último, llegó áser fami-
liar en los teatros de Francia y Alemania ; éx.ilo porten-
toso, de que no había ejemplo mucho tiempo antes en la
historia literaria de España1"2.
Desde la primera tentativa de introducir en la esce-
na española comedias ajustadas á los modelos franceses,
habíase suscitado una reñida contienda, que, si bien
parecía deber terminar á favor de los innovadores, se ha-
llaba aun muy lejos de estar completamente acabada.
En 1762 Moratin el padre publicó lo que él llamaba Des-
engaño al teatro español, en tres valientes discursos con-
tra el teatro antiguo, y especialmente contra los autos
sacramentales en general , en que, sin desconocer e! mé-
rito poético de los de Calderón, declaraba y sostenía que
representaciones tan rudas, groseras y blasfemas como
lo. eran aquellas por punto general, no debían tolerar-
se en una nación culta y devota. Por lo que toca á los \
autos, las reclamaciones de Moratin fueron escuchadas
12 Yo poseo la octava edición del obras, publicadas por Cañedo). Es
«. Delincuente honrado», 1^05, en la cosa digna de notarse que precisa-
cual todavía no consta el nombre de mente cuando apareció en España
su autor. Fué tan popular esta come- el « Delincuente honrado» publicaba
(li.¡, que se imprimió muchas veces también en Francia Fenouillet una co-
clandestinamente por copias sacada media con el mismo titulo, eL'Hon-
(I ura ii le su representación en los mis- néte crimine!», bien que, lacrad*' es-
mos teatr is, v aun Fué ptiesta en nía- la circunstancia, en nada se parecen
los versos antes de que Jovellaoos una y otra , ni aun en su argumento.
auto: ¡/.ase la impresión del manus- («Theatre du second ordre », ele )
crilo origina! (Véase el t. vn de sus
126 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
y tuvieron buen éxito . siendo prohibida su representa-
ción por una pragmálica de 17 de junio de 1765 ; y si
bien es cierto que aun en el presente siglo no puede de-
cirse que hayan desaparecido del todo en pueblos y al-
deas, donde ya de muy antiguo, y anteriormente ai rei-
nado de D. Alonso el Sabio, hacian la delicia del vulgo,
también lo es que ni en Madrid ni en las ciudades prin-
cipales han vuelto á representarse desde su prohibi-
ción13.
Pero esto, y no mas, fué lo que alcanzó Moratin. En la
escena profana nada influyeron, por punto general, ni su
poesía ni su ingenio. Dos partidos estacionados en los
doscoliseosde Madrid, y que habían adoptado porcon-
traseña y distintivo una cinta en los sombreros, capita-
neados por frailes groseros y rudos artesanos, tan osa-
dos por una parte como desprovistos por otra de deco-
ro y urbanidad . aunque acordes en .hacer guerra abier-
ta a toda innovación, consiguieron impedir hasta 1770
la representación pública de todos los dramas regulares
escritos por aquellos años. Toleraban hasta cierto punto
á los antiguos maestros, especialmente á Calderón, Mo-
reto y á los dramáticos del último períododel siglo xvn;
pero sus autores predilectos eran Ibañez, Lobera, el có-
mico Vicente Guerrero , el coplero Julian de Castro, au-
tor de romances de ciegos, que acabó su vida en un
hospital, y otros de la misma laya, dignos favoritos del
auditorio que los aplaudía.
Después de la salida del conde de Aranda del minis-
13 «Desengaño al teatro español», el tiempo que lo conservaron, has-
tres discursos en un tomo en 8." me- tara leer el «índice expurgatorio» de
nor, p. 80. Huella. «Escena española 166", p. 84, que es el mas volumino-
defendida», Madrid, 1786, p. xi.m. so de todos, y en el que sen muypo-
l'ar.i apreciar debidamente el favor eos los prohibidos, y aun creo que
que los auios tuvieron en España, y estos son lodos portugueses.
TERCERA ÉPOCA. — CAPITULO VI. 127
terio, en 177:3, cambió algún tanto el estado de las co-
sas, pero no se obtuvo por el pronto mejoría alguna. Ver-
dad es que bajo su administración ios teatros de los sitios
reales habían abierto sus puertas á la tragedia y á la co-
media, representándose en ellos ante un auditorio esco-
gido deia corte, con bastante acierto, varias traduccio-
nes del francés. También se había extendido la vigilancia
del Ministro á los dos coliseos populares de Madrid, in-
troduciendo mejorasensu parte material, y ensanchando
considerablemente e! escenario, desdeel año de 1768, en
que se principió ya á dar funciones por la noche14; con-
tinuaba, sin embargo, e! teatro en una situación muy de-
plorable. Un herrero era quien ejercía la dictadura de la
crítica, y cuya venia se impetraba para poner en escena
una pieza en cualquiera de los dos coliseos; de manera
que entre las composiciones regulares traducidas del
francés y representadas con aplauso ante la corte, ó las
obras originales de los ingenios arriba citados por una par-
te, y las comedias de los antiguos poetas dramáticos, que
aun se oian de vez en cuando , y las compuestas por los
verdaderos favoritos de la plebe, que predominaban so-
bre todas las demás en los repertorios teatrales y en la
general aceplaeion, resultaba una extraña y confusa mez-
cla. Pero, cualesquiera que fuesen las producciones pues-
tas en escena, tanto en los entreactos como al principio
y fin de la pieza princ.pal se ejecutaban tonadillas, se-
guidillas, romances y todo linaje de entremeses, saine-
tes y bailes, comunes en el siglo anterior, ó inventa-
dos en el presente , llegando á veces á dividirse un mis-
mo acto para dar lugar á uno ú otro de aquellos espec-
" Ramon de la Cruz y Cauo, «Teatro», Madrid, 1786-91, diez torn. 12.°,
t. ix, p. 3.
128 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAIÑOLS.
táculos, á tin de complacer y agradar á un auditorio que
se mostraba cada vez mas intolerante de lodo lo que no
era farsa popular13.
En medio de esta confusion de lo antiguo y de lo nue-
vo, de la rigidez, corrección y regularidad del teatro
extranjero y del desaliño y desconcierto de las produc-
ciones nacionales que inundaban la escena, apareció
un escritor que, por la fuerza sola de su natural talen-
to, acertó instintivamente con cierto género no indig-
no del teatro, y obtuvo, gracias á é! , un grado de favor
negado á personas de mayor importancia poética. Fué
este autor D. Ramon de la Cruz, de noble cuna y em-
pleado del gobierno de Madrid, nacido en 1731, y que
desde 1765 hasta su muerte, ocurrida á fines del siglo,
entretuvo constantemente al público de la capital con
producciones que así servían para deleitar al publico en
los teatros de Palacio como en los coliseos públicos y
en los de algunas casas de la nobleza, como eran el de
la duquesa de Osuna y el del conde de Aranda, minis-
tro de Estado.
Escribió este autor sobre trescientas composiciones,
de las cuales tan solo imprimió una tercera parte, las
mas de ellas simples farsas, sin otro objeto que el de agra-
dar al vulgo. Llenan unos diez tomos, y en todas, con
muy raras excepciones, usó su autor los versos cortos
del antiguo drama nacional. Diólas diferentes nombres,
que unas veces son bastante característicos, y otras no
tanto, pues unas son llamadas caprichos dramáticos , tal
vez porque su índole no permite calificarlas de una ma-
nera mas adecuada; otras saínetes para cantar, y otras,
13 L. V. Mora fin, «Obras», t. i¡, parle 1.a, prólogo.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VI. 129
en ñn . tragedias burlescas. En ciertos y determinados ca-
sos, no solo carecen de título especial, sino que hasta
faltan los nombres de los personajes, leyéndose única-
mente los de los actores encargados de sus diversos pa-
peles ; y en otros son designadas con el de loas , entre-
meses y zarzuelas, aunque en verdad tienen muy poca se-
mejanza con las composiciones conocidas con estos nom-
bres en el antiguo teatro. Alguna vez, como en la Clemen-
tina, el autor trató de ajustarse á las reglas de la escuela
francesa ; mas siendo estas poco acomodadas á su genio,
casi siempre prescindió de ellas. Su principal mérito
consiste en sus saínetes . y así es que cuando Duran , á
quien tanto debe el teatro español , trató de publicar
una colección escogida del de D. Ramon de la Cruz, se
limitó tan solo á recoger y publicar como unos ciento y
diez de sus saínetes.
Sus argumentos son variados y de desigual exten-
sion; mas en medio de su variedad, tienen una circuns-
tancia, que les aseguró siempre buena acogida , y es la
deestar generalmente fundadosen las costumbres de las
clases media e íntima de la sociedad de la corte, lasque
el autor supo retratar con gran verdad y viveza, ora
escogiese sus personajes en las tertulias de medio pelo,
en las que un apuesto y almibarado abate y un cortejo
reconocido se disputaban los favores del ama de la casa;
ora en el concurrido salon del Prado y entre los ociosos
de la Puerta del Sol , donde los atavíos y modas de los
petimetres daban al populacho ocasión para burlas y
graciosos dicharachos ; ora, por último, en el Lavapiés y
Maravillas, donde la clase baja , con sus vistosos y pin-
torescos trajes, y sus costumbres tradicionales é inva-
riables, reinaba libre y exclusivamente.
TOM. IV. 9
130 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
En todas circunstancias y condiciones D. Ramon de
la Cruz acertó con sus saínetes á entretener agradable-
mente á su auditorio, aun cuando se cuidó muy poco
de dar un giro dramático á sus combinaciones y prepa-
rar un desenlace; aunque su estilo es generalmente in-
correcto y poco esmerada su versificación, sin embar-
go sus saínetes están tan llenos de gracias y chistes , y
sus caracteres, que bien pudieran llamarse caricaturas,
están tan bien trazados,, y retratan con tanta exacti-
tud las costumbres del pueblo, son tan nacionales en
su forma y entonación, que parecen hechos para servir
de remate y acompañamiento á los dramas de Calde-
rón y de Lope, con los que tienen al menos de común
el ser dictados por ei espíritu popular 1tj.
La prensa, entre tanto, daba ya mas señales de vi-
da. Sedaño publicaba su Jahel, tomada del Libro de los
Jueces, Lassala su Ifigenia, Trigueros sus Tenderos de
Madrid, y Cortés su Atahualpa; estas dos últimas, es-
16 [¿;i el prólogo responde á Signo- grésera. En 1845-6 D. Adolfo de Cas-
relli, quien en et cap. 7 del lib. 9 de sa tro publicó en Cádiz una colección
«Sloria dei teatri»le dióunrudo ata- de sus obras, entre las cuales bay
que, principalmente sobre ciertas ira- unos treinta saínetes, una tragedia
ducciones que La Cruz, no babia pu- intitulada «Numa», una comedia en
blicado, según parece. La colección tres netos con el titulo de «La ma-
de saínetes, tanto impresos como iné- dre hipócrita », un poema á manera
ditos, de D. Ramon de hi Cruz, con un de invectiva contra los franceses, lln-
discursoprelimin irdeD. AgustinDu- mado «La Galíada », y una escena lí-
ran, etc., se imprimió en Madrid en rica sobre el asunto de Aníbal; todo
•1843, dos torn. 8.° Baena, «Hijos», ello en cuatro torn, en 8.° Lo mejor
etc., t. iv, p. 2S0, trac noticiáis de su de todo son sus «Saínetes», los cua-
vida. les, por la variedad de sus asuntos, la
Casi al mismo tiempo que D. Ka- fidelidad y exactitud coa que están
mon de la Cruz entretenía a! público pintadas las costumbres nacionales,
de Madrid con sus farsas y saínetes, y la sal y gracejo de su sal ira, pre-
ñada otro tanto en Cádiz Juan Igna- sentan bastante semejanza con los de
ció Gonzalez del Castillo, natural de D. Ramon de la Cruz, aunque por
dicha ciudad y apuntador de su tea- otra parte Castillo nos parece menos
tro. Nació en 1763, y murió de la fíe- fecundo y simpático, y se advierte
bre amarilla en 1800. tan sumamen- menos espontaneidad y soltura en
te pobre, que hubieron de enterrar- sus composiciones,
le á costa de la parroquia cuyo feli-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VI. 131
critas con aceptación para las mismas fieslas de 1784,
para las que Melendez compuso con tan poco éxito sus
Bodas de Camacho. Cienfuegos , poeta mas original y de ^
mas ingenio que ninguno de ellos, escribió su Pitaco,
que le abrió las puertas de la Academia Española; su Ido-
meneo, del cual , á imitación de Alfieri , excluyó la pa-
sión del amor, y su Condesa de Castilla y su Zoraida,
tomadas ambas de las antiguas tradiciones de las guer-
ras y contiendas nacionales. En todas estas obras dio
Cienfuegos pruebas de talento , pero de talento mas bien
lírico que dramático; en todas mostró su adhesion a los
modelos griegos, poco oportunos por cierto en lo to-
cante á la Zoraida, cuya escena pasa en los jardines de
la Alhambra1'; pero todas ellas, al menos en cuanto á su
representación, yacen hoy dia en completo olvido. Por
otra parte, Huerta en 1785 publicó catorce tomitos de
comedias antiguas y uno de Entremeses; obra con que
pretendió vindicar al teatro español del siglo preceden-
te, y colocarle á tanta altura, ó quizá mayor, que los de-
más de Europa. .Mas no acertó Huerta á llenar bien su
objeto; porque una colección destinada á realzar el mé-
rito de los grandes maestros de la escena española, y i
que, por no hablar de oirás imperfecciones, prescindía [
completamente de Lope de Vega, llevaba ya en sí mis-
ma un defecto capital. Y esta circunstancia, juntamen-
te con el tono arrogante del editor en sus prefacios, y ¡a
evidente contradicción de sus opiniones, con el ejemplo
que ofrecían sus propios trabajos en este género, tales
como !a Raquel, ajustada enteramente á las reglas del
teatro francés, y sus traducciones de la Elcclra de Sófo-
« «Obras de Cienfuegos'),. Madrid, 1798, dos toin. 8.° Es la única edición
publicada por el autor.
\l
132 HISTORIA ¡)E LA LITERATURA •ESPAÑOLA.
cíes y de ¡a Zaira ele Voltaire, con que pretendió defen-
der la escuela francesa . fueron parle para que su Tea-
tro español no produjese el efecto que de otro modo se
hubiera conseguido con su publicación, no del todo in-
oportuna18. Los Ira bajos de Huerta fueron, con todo, im-
portantes'y tuvieron resultados que el público supo mas
tarde apreciar: porque las discusiones y contiendas li-
terarias que suscitaron , contribuyeron en cierto modo
á infundir nueva vida en el teatro mismo. Ya desde la
publicación de la primera tragedia de Montiano, en 1750
(fecha que puede considerarse como el punto divisorio
de la historia del teatro español durante el siglo svm),
habían surgido éntrelos dos opuestos bandos largas dis-
cusiones, en que cada uno pretendía establecer la su-
perioridad de su escuela ; estas cobraron nueva tuerza
y animación, ya por el creciente interés que el drama
nacional excitaba generalmente, ya por el fogoso tem-
peramento del mismo Huerta. Uno de los resultados in-
1' mediatos de semejante estado de cosas fué el gran in-
cremento que tomaron las comedias, de las cuales salie-
ron á luz, durante La segunda mitad de aquel siglo,
diez veces mas que en la mitad anterior; y si bien se
notaban menos mejoras en la condición del teatro, de
las que podían presumirse de aquella competencia, sin
embargo, hemos visto ya salir poetas y hombres de ta-
18 Vicente Garcia de la Huerta na- tuvo con sus contemporáneos. No
ció en 17.~4 y murió en 1787. Una eslá mal pintado su carácter en el
breve reseña de su vida, une fué de siguiente epitafio, escrito, según se
alguna importancia literaria y social, cree, por Iriarte, uno de sus conlrin-
aunque interrumpida por un periodo cantes :
de desi ierro y de desgracia, se pue-
de ver en el «Semanario pintoresco» De juicio sí, mas no de ingenio escaso,
M841» n otra v en la nota inmedia- Af|ui ,Iuei't;i el audaz desC;inso ?oza :
iin+_, p. ovo), j en ía non ínmeiiu u- un pttest0 vacante en el parnaso
la daremos algunos datos sobre las Y una jaula varía en Zaragoza.
varias contiendas literarias que sos-
TERCERA ÉPOCA'. — CAPÍTULO VI. K)3
lento, como I). Ramon de la Cruz, arrastrados por el
movimiento general, y genios previsores, como el de Jo-
vellanos, pronosticando mejores tiempos para la (es-
cena 19.
Pero el mayor ODStáculo á los progresos del teatro
consistía en los muchos escritores que halagaban con sus \
obras el mal gusto de la clase baja y del vulgo de su
tiempo. Entre los mas notables de estos se cuentan Va-
lladares y Zabala. El primero escribió hasta cien dra-
mas sobre todo género de asuntos, trágicos y cómicos,
publicando además al frente de su Emperador Alberto
un discurso en e! sentido de los de Huerta, en que pre- L
tendía defender el drama español de los ataques de sus
vecinos los franceses. El segundo escribiría la mitad de
aquel número, algunos de los cuales, como por ejem-
plo, sus Víctimas del amor, son del género sentimental, — =*■
al paso que otros , como tres que compuso sobre la his-
toria de Carlos XII de Suecia, son tan extravagantes co-
mo el peor de cuantos habian escrito los dramáticos á
quienes pretendía imitar. Uno y otro emplearon la an-
tigua versificación . procurando á porfía seguir y hala-
gar en cuanto podián el pésimo gusto del público en
sus composiciones estrafalarias; si bien alguna vez que
D. Jaime Doms atacó á Monliano debieron probablemente circular so-
en una carta, sin lugar ni año de i mi- lamente manuscritos, según la cos-
presioD, y fué contestado por Do- Cumbre de aquel tiempo, mientras
mingo Luis de Guevara en tros car- que oíros, contó los de Cosme Da-
ta's (Madrid, I7.T), Ir? "i , á quien di- mián, Tomé Cecial (esto os, J. P. ¡"'di-
rigió una contraréplica Faustino de ner), etc., se imprimieron en 1785,
Quevedo, en Salamanca, en 4754;12.° contestando á ellos Huerta con su
La publicación del«Teatro»deHuer- áspera «Lección crítica» en el mis-
t:i excitó aun mayor discusión. El rao año. Todo este período de la lite-
mismo habla (ert su «Escena españo- ratura española le llenaron casi ex-
la defendida», Madrid, 1786, 8 °, pá- elusivamente las contiendas de Se-
gina CLiii) del enorme número de fo- daño, Forner, Huerta , triarte, sus
lletos que salieron a luz contra su amigos y adversarios.
«Prólogo», muchos de los cuales
1 3 i- HISTORIA riK LA LITERATURA ESPAÑOLA.
otra, como lo hizo Zavala en su Triunfo de amor y de
amistad, escribieron en prosa, y otras, como en La de-
fensa de la virtud , mostraron tendencias á observar las
reglas del teatro francés. Pero la verdad es que care-
cían completamente de principio- y ríe talento poético,
y escribían tan solo para divertir á un populacho mas
ignorante aun y rudo que ellos mismos.
Algo mejor que los dos anteriores, y seguramente
mas aplaudido por la clase culta de sus contemporá-
neos, fué Cornelia . que igualó en fecundidad de inge-
nio á Valladares. Su facilidad en escribir y en inventar
nuevas é inesperadas situaciones parecía haber produ-
cido en sus oyentes el mismo encanto que Lope y Cal-
derón produjeron en su tiempo. Pero por desgracia Co-
rnelia carecía del ingenio de estos grandes hombres.
Sus fábulas son tan enmarañadas, y á veces tan intere-
santes como las de aquellos poetas; pero, generalmente
hablando, rayan en el mas alto grado de necedad y de
absurdo. Aun tratando asuntos tan conocidos como los
de Cristina de Suecia , Luis XIV y Federico el Grande,
Cornelia prescinde completamente de la verdad históri-
ca, déla verosimilitud y aun de la conveniencia. Su ver-
sificación es también pobrísima, pues aunque empleaba
el género de metro que tan popular fué siempre en Cas-
tilla , carece de la variedad, riqueza y energía que tan-
to distingue a los antiguos poetas. Con todo, es preci-
so confesar que con sus diálogos en romance, con ¡a ter-
nura y honradez de sus sentimientos, y la buena elección
del asunto, Cornelia supo de tal manera ganarse el fa-
vor de su auditorio, que mas de ciento de sus dispara-
tados dramas (unos en prosa, los mas en verso, ya so-
bre asuntos históricos, va sobre anécdotas amorosas
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VI. 135
de su propia invención) fueron recibidos con grande
aplauso, y produjeron mas ganancia á los teatros que
todo cuanto por entonces podían ofrecer á la multitud,
de quien dependía su existencia -°.
Pero mientras Cornelia gozaba de su mas alta repu-
tación, aparecía un formidable antagonista, no solo su-
yo , sino de toda la raza de escritores por él represen-
tada. Fué este Mora tin el jóy en, hijo del poeta que dio
al teatro español la primera comedia original escrita con
sujeción á las doctrinas francesas. Nacido en 1760, su
padre, no pudiendo dejarle una fortuna independiente,
deque carecía él mismo, le puso de aprendiz en casa
de un joyero, cuyo oficio ejerció hasta la edad de vein-
te y tres años, manteniendo de este modo durante una
parte de su aprendizaje á su madre, ya viuda.
Pero su natural inclinación á la poesía era demasiado
fuerte para que pudieran sofocarla las apuradas circuns-
tancias de su posición. A los siete años componía ya
versos, y á los diez y ocho obtuvo el segundo premio
de los ofrecidos por la Real Academia Española al me-
jor poema sobré la conquista de Granada ; suceso que
sorprendió mas que á nadie á su propia familia, pues el
joven Moratin había escrito ocultamente su poema y lo
habia presenlado bajo un nombre supuesto. Otro triun-
fo de la misma especie, obtenido dos años después,
atrajo nuevamente !a atención del público sobre el des-
valido joyero; y por último, en 1787, fué nombrado,
,0 La popularidad de Antonio Va- lia época, tales como Luis Moncin,
Hadares tie Sotomayor.de Gaspar de Vicente Rodriguez de Arellano, José
Zabala y Zamora y de Luciano Fian- Concha, etc. Solo de Cornelia tengo
cisco Cornelia, no fué bastante á con- treinta, y no me atrevo, por vergüen-
seguir que se coleccionasen sus za , á confesar cuántas de ellas he
obras. Yo poseo, sin embargo, algu- leido por el único placer de entrete-
nas comedias sueltas de esios auto- nerme con sus extravagantes fábu-
res y de otros, ya olvidados, de aque- las.
136 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
por influjo de Jovellanos, secretario de la embajada es-
pañola en París, pasando á dicha capital en compañía
del embajador conde de Cabarrus. Durante los dos años
que allí estuvo, trabó amistad con Goldoni y con otros
literatos, que influyeron poderosamente en la dirección
de sus estudios ulteriores y en el carácter de sus co-
medias.
De vuelta á Madrid obtuvo la protección de D. Ma-
nuel Godoy, poco después el poderoso príncipe de la
Paz, y desde aquel momento su suerte parecía asegu-
rada. Pasó con encargo especial, y por cuenta del Es-
tado, á estudiar los teatros de Alemania y de Inglater-
ra, como también los de Italia y Francia; disfrutaba al
mismo tiempo varias pensiones y cargos en España , y
á pesar de que á su vuelta á su patria le aguardaba un
puesto honorífico en la secretaría de Estado, que habia
de darle una distinguida posición social, todavía le que-
dó tiempo para dedicarse al cultivo de las letras, que
él prefería, y con mucho , a toda su prosperidad y á sus
honores oíiciales.
Tan felices circunstancias duraron para Moralio has-
ta la invasion francesa en 1808 , que sus relaciones so-
ciales y su carácter de hombre público ocasionaron su
desgracia. La corriente de los sucesos le privó de su
puesto, derribando también ásu protector; y aun cuan-
do él mismo no tomó parte de modo alguno contra su
patria en aquellas azarosas circunstancias, vióse, sin
embargo, envuelto y complicado con las nuevas auto-
ridades , en términos que al regreso de Fernando VII
fué tratado por algún tiempo con sumo rigor. Pasó, no
obstante, la tempestad, yMoratin volvió de nuevo á ser
considerado y protegido; mas no dejó por eso de sufrir.
TERCERA ÉPOCA. — CAPITULO VI. 137
Sus amigos yacían cu el destierro, y viéndose sin ellos
aisladoy solitario, pasó á buscarlos á Francia. Un impru-
dente deseo le condujo de nuevo á su patria, donde ya
encontró tan cambiadas las cosas por el despotismo, á
la sazón triunfante, que no hallando ya la España que él
creia , resolvió establecerse definitivamente en Paris,
donde murió en 1828, siendo enterrado junto á Molie-
re, á cuyo lado descansa, y á quien había honrado y
procurado imitar durante su vida.
Al empezar Moralin su carrera dramática encontró
por todas partes obstáculos. La tragedia Hnnnesinda,
de su padre, se había puesto en escena merced solo
á la protección ministerial del conde de Aranda y
contra la voluntad de los actores -1. Cienfuegos, que
siguió sus huellas, tampoco consiguió sino á duras pe-
nas que se representasen dos de sus cinco tragedias;
y si una de ellas obtuvo en parte favorable acogida, fué
quizá debido, mas que á otra cosa, á la circunstancia
de estar fundado su argumento en sucesos familiares á
todos los españoles desde el tiempo de sus antiguos ro-
mances, y siempre agradables á su corazón. Quintana,
cuyo nombre era ya antes de esto respetado, y que
ejercía no poca influencia , no fué mas afortunado con su
Duque de Visco. Otros escritores se desanimaron al ver tal
oposición, y desistieron de dedicarse á un género de
literatura en que tan pocas esperanzas había de buen
éxito.
Tales eran las circunstancias de la escena española
cuando Moralin el joven se presentó como candidato
ante el público de Madrid. La nueva escuela había ga-
54 «Obras postumas de N. F. Moralin», 1825, p. xvi.
138 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
nado bastante terreno , y Cornelia era el menos malo
de los representantes de la antigua; pero el gusto del
público no había cambiado, y los empresarios del tea-
tro se veian obligados, y aun arrastrados por su propia
inclinación, á contemporizar con las exigencias y con el
gusto del auditorio.
Moratin resolvió, sin embargo, seguir las huellas de
su padre, á cuya memoria siempre profesóun culto sin-
cero. Escribió, pues, su primera comedia^/ viejo y la
niña, enteramente ajustada á las reglas, acabada con
gran esmero, aunque dividida, como las antiguas
comedias españolas, en solos tres actos, y empleando
el romance octosílavo , siempre popular. Mas cuan-
do en 1786 ofreció su comedia para ser representa-
da, la sencillez de la trama, tan ajena de las enmara-
ñadas fábulas con que tanto se deleitaba aun el común
de las gentes; la quietud y decoro que reinaban en toda
ella, alarmaron á los adores encargados de su repre-
sentación, y les hicieron concebir temores acerca de su
buen éxito. Hiciéronse mil objeciones, que juntamente
con otras circunstancias, fueron causa de que se retar-
dase durante cuatro años su representación: y cuando,
por último, llegó á ponerse en escena . fué recibida con
un moderado aplauso, que no satisfizo á ninguno de los
dos partidos extremos en que se hallaba á la sazón di-
vidido el auditorio: quizá no fué del todo injusto el fa-
llo del público respecto á una comedia cuya acción es
algún tanto lánguida y fría, aunque su mérito poético,
por otra parte, es bastante notable.
Mas sea de esto lo que fuere, ello es cierto que Mo-
ratin ganó mucho en consideración y aprecio. Por de
pronto consiguió hacerse oir: su mérito, al menos en
TERCERA ÉPOCA. — CAPÍTULO VI. 139
parte, fué reconocido: y por lo tanto, resolvió seguir
adelante, sacando á la pública vergüenza en el teatro
mismo á aquellos escritores vulgares que lo profanaban
con sus absurdas producciones. Escribió con este obje-
to la Comedia nueva, cuyo argumento se reduce á ex-
poner los motivos que obligan por lo común á un autor
necesitado á componer uno de aquellos desordenados y
extravagantes dramas que con tanto aplauso eran aun
recibidos en la escena española , y á dar cuenta del re-
sultado de su primera representación; lodo esto referi-
do por el aulor mismo y sus amigos , reunidos en un café
contiguo a! teatro, y en el momento mismo de la su-
puesta representación.
Consta la comedia de dos actos en prosa , y su desen-
lace consiste en la confusion del autor y de su familia al
oir el mal éxito de la pieza. Desempeñada con acierto,
produce mayor efecto del que podia esperarse de la
sencillez de la trama. Tuvo una acogida con que segu-
ramente no contaban ni Mora tin ni sus amigos. Cornelia
fué desde luego designado como el protagonista, y el
carácter de algunos otros personajes se aplicó, justa ó
injustamente, á otros individuos que figuraban por en-
tonces: reconociéndose en la Comedia nueva una bri-
llante sátira, severa sin duda alguna, pero muy bien >
merecida y felizmente aplicada. Desde aquella época,
1792, á pesar de la exasperada oposición de los parti-
darios de la antigua escuela , adquirió Moratin un pues-
to permanente en la escena nacional, y lo que aun es
mas notable, esta comedia ligera, que casi puede de-
cirse que carece de acción regular, y que está fundada
tan solo en intereses puramente- locales, se tradujo,
merced al ingenio y originalidad que en ella brillan, y
440 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
fué representada con éxito y aceptación en Francia y en
Italia -.
El Baron, que también consta de dos actos, en ver-
so, y se habia escrito primitivamente para cantar, fué
convertida en comedia sin licencia de Moratin, y repre-
sentada en uno de los teatros de la corte durante su
ausencia de España. A su vuelta la mejoró con varias
adiciones, y la hizo representar de nuevo en 1803. Es
la mas endeble de todas sus producciones dramáticas,
y sin embargo , fué bien acogida del público, á pesar de
una vasta conjuración urdida en contra de su autor, y
que tenia por objeto apoyar otra comedia escrita sobre
el mismo asunto, y representada al mismo tiempo para
disputarle la victoria.
Mientras Moratin se ocupaba en arreglar su Barón para
ponerla en escena, traia entre manos otra comedia en
verso, que habia de dar mayor lustre aun á su reputa-
ción. Era esta La Mogigala, escrita ya en 1791, y re-
presentada varias veces en casas particulares, aunque
no concluyó de retocarla ni fué dada al público hasta
1804. Es una excelente muestra de caracteres bien tra-
zados, siendo los dos principales el de una joven que,
para desarmar la severa vigilancia de sus padres, apa-
renta una devoción que no tiene, y el de una prima su-
ya, cuyo carácter contrasta singularmente con el suyo,
y es franca y simpática de resultas de un tratamiento en-
teramente opuesto. Este asunto colocaba á Moratin en
92 Según una carta de Moratin, pu- minada cinco veces, no se obtuvo si-
blicada en el «Semanario pintoresco» no el día mismo para el cual esta-
H84-Í, p. 45), parece que Cornelia y ba anunciada la representación. El
sus amigos estorbaron por algún aplauso con que fué recibida indem-
tiempo la representación de la «Co- ni/ó, sin embargo, a Moratin de los
media nueva», y que el permiso para disgustos <|ne le causaron con este
representarla, después de ser exa- motivo sus rivales y enemigos.
TERCERA ÉPOCA. — CAPÍTULO VI. 141
un terreno resbaladizo y expuesto, y así es que la In-
quisición se apresuró á prohibir la representación <Je su
comedia; pero ya no era este tribunal, otras veces tan
formidable, mas que un instrumento en manos del po-
der civil, y así fué' que la autoridad del príncipe de la
Paz, no soio libertó á Moratin de consecuencias des-
agradables, sino que bastó para que el público de Ma-
drid pudiera recrearse con la representación de una
pieza que deseaba ver, por lo mismo que habia sido pro-
hibida.
El último trabajo dramático y original de Moratin fué
una larga comedia en tres actos y en prosa, titulada El
Sí de las niñas, que se representó en 1 800, y cuya acción
camina con mucha naturalidad, al paso que participa al-
gún tanto del enredo y movimiento que tanto agradaron
en el antiguo teatro español. Una niña joven, criada en un
convenio de monjas, se enamora, durante el período de
su educación, de un apuesto mancebo, oficial de drago-
nes: su madre, ignorando estos amores, la saca del
convento, y trata de casarla con un respetable anciano,
á quien su hija no ha visto nunca, y acepta por esposo
por debilidad mas bien y por respeto á su madre. Jún-
tanse todos en una posada del camino, adonde el ofi-
cial acude para ver si logrará impedir la boda ; pero
entonces descubre, con gran pesar suyo, que su rival
es su tio, á quien respeta y quiere entrañablemente,
y á quien es deudor de grandes beneficios. Los lances
y enredos de una noche que pasan en la posada pres-
tan mucha animación á la comedia y están referidos con
mucha gracia; por otra parle, la pasión desinteresada
de los amantes y la benevolencia, del anciano lio au-
142 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
menta n la complicada situación de los personajes y de
sus mutuas relaciones, produciendo escenas muy inte-
resantes y nuevas, y de gran efecto en la representa-
ción: terminando la comedia con descubrirse el verda-
dero estado del corazón de la niña, y con la generosa
renuncia del lio en favor de su sobrino, á quien nom-
bra su heredero.
Hacia ya mucho tiempo que ninguna comedia habia
sido tan bien recibida en los teatros españoles : repre-
sentóse durante treinta y seis noches consecutivas ante
un público acostumbrado á oir cada dia una función
nueva, y solo dejó de echarse por sobrevenirla Cuares-
ma, durante la cual se cerraban los teatros. La crítica
no tuvo acentos sino para elogiarla, y el éxito fué com-
pleto. Pero estaba escrito que Moratin no gozada mu-
cho tiempo de su triunfo. Los disturbios de su país co-
menzaron muy pronto, y ties años después los france-
ses eran dueños de casi toda la Península. Posterior-
mente tradujo y arregló con gran sagacidad y tino dos
comedias de Moliere : La escuela de los maridos , que se
representó en 1812, y El médico úpalos, que se puso en
escena en 1814; pero á excepción de esta y de otra
traducción poco acertada en prosa del Hamlet de Sha-
kespeare, impresa en 1798, y que nunca llegó á re-
presentarse, no escribió para el teatro mas que las
cinco comedias arriba mencionadas. Bastan estas, sin
embargo, si no para constituir una reputación dramáti-
ca de primer orden , al menos para asegurar á su autor
una fama duradera; pues si no logró con ellas fundar
una escuela bastante fuerte para concluir de una vez
con las malas imitaciones de los antiguos maestros, que
TERCERA ÉPOCA. CAPULLO VI. i 43
aun inundaban la escena, han conservado, sin embargo,
y conservan todavía , un puesto distinguido en la litera-
tura dramática española 23.
No se puede dudar que durante e¡ siglo trascurrido
entre el advenimiento al trono de la casa de Borbon y
su temporal expulsion por las armas de Bonaparte, el
drama español Iiabia en cierto modo adelantado. Ha-
bíanse construido edificios mas propios para esta cla-
se de espectáculos, no solo en la capital, sino también
en las principales ciudades del reino. Habíanse adop-
tado nuevas y variadas formas de composición dramáti-
ca , que, si no llenaban por completo las exigencias del
carácter nacional, verán en general poco favorecidas del
pueblo, habian al menos sido bien recibidas perla [jar-
te mas culta de la nación, y contribuyeron en gran ma-
nera, ya á llamar la atención del publico hacia la deca-
dencia del teatro. en general, ya á mover los ánimos ha-
cia su restauración. Aparecieron de vez en cuando ac-
tores de extraordinario mérito, taies como Damián de
Castro, para quien Zamora y Cañizares escribieron co-
medias; María L'Advenant , á quien Signorelli calificó de
excelente actriz para los papeles de damas de Calderón
y de Moreto; la Tirana, cuyo talento trágico dejó ad-
mirado al inglés Cumberland, tan perito en su arte; y
por último, Maiquez, que gozó de la amistad y aplauso
de casi todos los hombres de letras de su tiempo u.
sr> El que desee noticias extensas y otra fueron restablecidas de nuevo
<le Mora ti a el joven, puede consultar en su forma original en 1838.
la excelente edición de sus obras pu- -' C Pellicer, «Origen », t. u , pá-
blicada por la Real Academia de la gina 41. Signorelli, «Storia», lib. ix,
Historia. Larra («Obras», Madrid, cap. 8. R. Cumberland («Memoirs of
1813, <8.°, t. ii, pp. 183-187) dice que Himself», London, 1807,8.°, t. u, pá-
«La Mogigata» fué prohibida según- gina 107) habla de la Tirana como de
da vez, y que «El Si de las niñas » su- una actriz eminente , y añade que en
frió algunas mutilaciones; pero una cierta ocasión en que él se hallaba
144 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Pero nacía de esto recordaba el espíritu y la vida del
antiguo drama del siglo xvu. El auditorio, que así se
diferenciaba del de los tiempos caballerescos de Feli-
pe IV, como las rudas y extravagantes composiciones
que pretería en la escena , comparadas con las de
los antiguos poetas dramáticos, contribuyó por su par-
te á degradar el teatro, tanto y mas que los escri-
tores y actores á quienes aplaudía con preferencia.
Las dos escuelas se hallaban frente á frente, dispután-
dose continuamente la victoria, y la multitud pare-
cía entretenida con el espectáculo mismo de esta con-
tienda, mas bien que alentada con ia esperanza de
que produjese en el teatro provechosos resultados. Por
una parte, se representaban con aplauso dramas absur-
dos y extravagantes, llenos de hinchazón y de bufona-
das groseras: por otra, mezquinas comedias sentimen-
tales é insulsas, traducidas del francés, y que los acto-
res se veian precisados á poner en escena, instigados por
personas queejercian sobre ellos alguna influencia. En
medio de esto, y con beneplácito de unos y otros, la
Inquisición y la censura prohibían centenares de come-
dias del antiguo repertorio , y entre ellas, no pocas de las
que habian dado su gran reputación á Calderón y á Lo-
pe. El siglo xviii es, por lo tanto, en lo relativo al teatro
español , un período de verdadera revolución y cambio
radica!; pues , al paso que vemos hacia su conclusion que
el drama nacional no puede ya ser restablecido en ia
presente, su energía trágica impre- y «Obras de N. F. Moralim;, t. iv, pá-
sionó ile tal modo al auditorio, cpie gina 515;. El papel que este actor re-
hubo que correr el telón antes de presentaba con mayor efecto y de
concluirse la pieza. Maiquez fué ami- una manera admirable, parece ser el
gode lílanco, de Moratin el joven, ele. de Garcia del Castañar eg lacomedia
(«New Monthly Magaz.», t. ix, p. 187, de Rojas.
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VI. 145
plenitud de sus antiguos derechos, así también se ob-
serva que el nuevo drama, fundado en las doctrinas de
Luzan y en la práctica de los Moralines, tampoco con-
sigue reemplazarle 2'.
53 La guerra entre la Iglesia y el
teatro §e mantuvo viva durante todo
el siglo xvm y hasta fines del reinado
de Fernando Vil, en el xix. No es de-
cir por esto que estuviesen absoluta-
mente prohibidas las comedias du-
rante todo este tiempo en la capital
y en el resto de la monarquía , sino
solo en diferentes intervalos, en
ciertos periodos de ansiedad y de
luto nacional, especialmente hacia
los años de 1748, en que, á conse-
cuencia del terremoto de Valencia, y
bajo la influencia del arzobispo de
aquella ciudad, permaneció cerrado
su teatro por espacio de doce años
(Luis Lamarca, «Teatro de Valencia»,
Valencia, 1840,8.°, pp. 52-36), y ha-
cia 1754, en que, predicando una mi-
sión el P. Calatayud , y habiendo
publicado un libro contra las come-
dias, hubo con este motivo en las
provincias gran reacción. Fernan-
do VI dio sobre este asunto varias
pragmáticas muy severas; aunque
fueron poco respetadas, y en dióce-
sis y ciudades, como las de Lérida,
Palencia, Calahorra, Zaragoza, Ali-
cante, Córdoba y otras, los teatros
estuvieron de tiempo en tiempo, y
basta 1807, sujetos á la influencia
clerical, siendo prohibidas las come-
dia, y cerrados los teatros con asen-
timiento del público. En Murcia,
donde parece haber sucedido lo pro-
pio desde 1754 hasta 1789, en que se
toleraron de nuevo las representa-
cionesleatrales, las autoridades ecle-
siásticas resistieron abiertamente la
apertura del teatro , y no solo llega-
ron á negar los sacramentos á los ac-
tores , sino que también procuraron
privarlos del goce de sus derechos
civiles, como de recibir mandas ó le-
gados, etc. Era verdaderamente un
estado de cosas anómalo y absurdo el
que en la capital del reino se tolerase
como inocente lo que se consideraba
TOM. IV.
criminal y pecaminoso en las provin-
cias. Era una guerra de escaramuzas
hecha después de rendida la plaza,
pero que no por eso dejaba de pro-
ducir su efecto, sintiéndose su in-
fluencia hasta tanto que, con el cam-
bio de gobierno, hubo en todo una
mejora completa y radical. Hállanse
muchos y muy curiosos datos relati-
vos á este asunto en un libro muy
disparatado, escrito, según parece,
por un eclesiástico de Murcia , entre
1789 y 1814, en cuyo último año salió
á luz con el título de «^antoja, ó re-
solución histórica teológica de un
caso práctico de moral sobre come-
dias». Pautoja era el nombre de una
señora, verdadera ó supuesta , que
habia consultado ciertos escrúpulos
acerca de la legalidad de las come-
dias, y á quien se contesta en el li-
bro de la manera mas ridicula y cha-
vacana. Cuál fuese el estado del tea-
tro á fines del siglo xviu y principios
del xix podrá verse en el «Teatro
nuevo español» (Madrid , 4800-1801,
cinco torn, en 8.°), colección llena de
comedias originales y traducidas,
que á la sazón estaban de moda , y
que contiene además una lista de las
prohibidas, en la que, aunque in-
completa, se citan nada menos que
quinientas á seiscientas, entre ellas
«La vida es sueño», de Calderón,
«El tejedor de Segovia», de Alarcon,
y olías muchas de las mejores de la
antigua escuela. Duran , en una nota
de su «Prólogo á los saínetes de Don
Ramon de la Cruz» (t. i, p. v), da á
entender que esta persecución del
teatro se debió en gran parte á la in-
fluencia de los que sustentaban las
doctrinas francesas; y sin embargo,
solo veinte años antes las mejores
comedias en este género habían sido
silbadas», pues Bourgoing, que viajó
por España enl7¡s2-8o, dice: «lis ont
éléplus scandalises du«Misanlrope»
10
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
146
de Moliere et de « L'Alhalie», qu'ils
ne le sont des indecences de leurs
saynetes» («Voyage»,ediciondel789,
t. u, p. 568) ; pero es preciso advertir
queBourgoing consideraba al teatro
español todo fcnjo el punto de vista
francés, y por lo tanto, es excesiva-
mente severo, y aun parcial , en sus
juicios. (Véase allí mismo, pp. 327 y
399.) El número de comedias repre-
sentadas ó escritas desde 1700 á 1823,
ya que no pueda compararse con el
de igual período anterior á 1700, es,
sin embargo, bastante considerable;
sino me engaño, la lista publicada
por Moratin contiene como unas mil
cuatrocientas, casi todas ellas poste-
riores á 1750.
CAPITULO VIL
Reinado de Carlos IV. — Revolución francesa.— Inquisición. — Motín del Es-
corial.—Fernando VII.— Bonaparte.— Invasion y ocupación de España por
los franceses.— Restauración de Fernando Vil.— Su gobierno absoluto. —
Interregno literario. — Reacción. — Conclusion.
No fué el reinado de Carlos IV de aquellos en que las
contiendas literarias suelen producir provechosos resul-
tados, pues faltaba la libertad, elemento indispensable
de todo progreso intelectual. Su corrompido favorito,
el príncipe de la Paz , durante el largo período de su
administración ejerció una influencia casi tan perniciosa
y nociva para todo aquello que patrocinaba , como pa-
ra lo que era objeto de su animadversion. La revolución
francesa, rechazada en un principio en España, como lo
fué en los demás países, aunque después se contempo-
rizó baja y servilmente con ella, causó en Madrid el
mismo temor que en Ñapóles y en Roma ; y si bien es
cierto que las tendencias anticristianas de aquel movi-
miento causaron aun mas horror en la mayoría de los
españoles que entre los habitantes de la misma Italia,
no por eso dejó de hacer mella en los antiguos hábitos
de religion y lealtad, preparando los ánimos para cam-
bios semejantes á los que hacían ya temblar los tronos
en media Europa. Aprovechando esta confusion de ideas
y de cosas, la Inquisición, que se habia convertido en ins-
trumento dócil y máquina política en manos delGobier-
148 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
no, aunque sin renunciar por eso á sus antiguas pre-
tensiones religiosas, publicó su último índice expurga-
torio , para servir de dique y barrera contra el desbor-
damiento de las opiniones y el filosofismo de la Francia *.
De este modo, y siguiendo las órdenes del poder político,
admitió contra los literatos , y especialmente contra aque-
llos que tenían relaciones con las universidades, infini-
tas denuncias , que, si bien rara vez llegaron á producir
castigos personales, fueron, sin embargo, lo bastante
para encadenar el pensamiento é impedir la emisión pú-
blica de ciertas opiniones, que hubieran infaliblemente
atraído sobre sus autores inminentes riesgos. Dejóse ver
en todas partes, y bajo sus formas mas horribles, el des-
potismo civil y religioso, desplegando por do quiera nue-
va y portentosa energía. No habia nadie á quien no al-
canzase su perniciosa influencia, y hasta el mismo prin-
cipio vital, contenido en la atmósfera, parecía contami-
nado y corrupto ; mas todos presentían que en aquella
atmósfera se encerraba el germen de una gran revolu-
ción; los mas alentados caminaban con cautela, aguar-
dando en silencio el cambio de las cosas y el choque ter-
rible de elementos contrarios, que ninguno podia encon-
trar de frente.
1 El último «índice expurgatorio» cuál era el punto en que el Santo
es de Madrid, 1790(4.°, 305 hojas), Tribunal veia mayor peligro. Así y
al cual babrá de añadirse un suple- con todo, para evitar que ningún li-
mento de 53 páginas, publicado en bro pernicioso escapase á su vigi-
4805 ; ambos muy reducidos si se lancia , se previene que todo papeL
comparan con lostomazosenfóliode tratado ó libro acerca de la revolu-
los dos siglos anteriores, de los cua- cion francesa, que pudiese inspirar
les el de 1667 forma, con su suple- pensamientos sediciosos, fuese in-
mento, un volumen de mas de 1,200 mediatamente entregado á los de-
páginas. El último de todos, sin em- pendientes del Santo Olicio. « Suple-
bargo, que es el arriba citado, iguala, mentó» de 1805, p. 5. Las «Reflexio-
si no excede, á los demás en rigor; nos» de burke se prohibieron tam-
mostrando bien, por el gran número bien en este «índice»,
de libros franceses en él prohibidos,
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO Vil. 149
Llegó por último el terrible lance. En 1807 el here-
dero del trono se declaró en abierta lucha con el prín-
cipe de la Paz, tomando al propio tiempo sus medidas
para defender sus derechos personales. Siguió de cerca
la intriga y causa del Escorial, mas tenebrosa aun que
las lúgubres celdas donde fué fraguada. A instigación
del favorito, el príncipe D. Fernando fué acusado de
atentar á la vida y trono de sus padres, y por poco mas,
la Europa toda hubiera presenciado un crimen que aun
el despotismo poco escrupuloso de Felipe II no se atre-
vió á consumar , y que evitaron por fin la constancia y
esfuerzos varoniles de Escoiquiz. Pero no podían las co-
sas continuar por mucho tiempo en la posición falsa y
alevosa en que las habia colocado aquella impruden-
te tentativa. La gran revolución estalló al finen Aranjuez
por marzo de 1808. Carlos IV abdicó , lleno de ter-
ror y de vergüenza, y Fernando VII subió al trono va-
cilante de sus antepasados en medio de las aclamacio-
nes de su pueblo. Pero Napoleon, que se hallaba á la
sazón en el pináculo de su gloria y poderío, tomó parte
é intervino en aquellos disturbios, que él mismo habia
fomentado, so pretexto de que las fatales disputas entre
padre é hijo podían complicar gravemente los negocios
públicos de Europa. Con engaños sacó fuera de Espa-
ña ala familia real, llevándola á Bayona, donde la co-
rona, que los Borbones le cedieron ignominiosamente,
fué dada por él á su propio hermano , á la sazón rey de
Ñapóles.
Todo esto fué obra de pocas semanas , y la suerte de
España parecia ya irrevocablemente fijada de una manera
que todos los esfuerzos humanos no hubieran podido con-
trastar ; mas los habitantes de aquel país clásico de la
150 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
lealtad y de la caballería no olvidaron su deber en aque-
llos aciagos momentos. La nación en masa se negó á rati-
ficar el afrentoso tratado con que sus reyes, padreé hijo,
habían deshonrado su nombre ; y empuñando con reso-
lución las armas, se aprestaron á rechazar la dominación
extranjera ; empresa atrevida y que dio lugar á una lu-
cha sangrienta. Durante seis años consecutivos los ejér-
citos de Francia se mantuvieron en la Península , unas
veces ocupándola casi toda , y reducidos otras á ciertos
y determinados distritos, aunque sin ejercer en uno y
otro caso mas autoridad que la que les daban las armas
en las provincias y distritos que ocupaban militarmente
ó en las plazas que guarnecían. Por último, en 1813,
con auxilio de Inglaterra, el ejército invasor fué arro-
jado mas allá del Pirineo, y en justa reparación al ho-
nor ofendido de Europa, Fernando Ylífué restablecido
en el trono que tan cobardemente habia abandonado.
Recibióle su pueblo con aquellas demostraciones de
lealtad y júbilo dignas de los primeros tiempos de la
monarquía; pero Fernando volvió de su cautiverio sin
haber aprendido nada en la desgracia y sin manifestar
el menor agradecimiento por aquella heroica fidelidad
con que una generación entera habia aventurado su vida
y su bienestar en defensa de su trono. Luego , sin pér-
dida de tiempo, restableció las formas todas del antiguo
despotismo, alejando de sí aquellos mismos hombres á
quienes debia su propia libertad y la independencia de
su patria, y que no pedían mas recompensa que una
libertad moderada , sin la cual el mismo Monarca no
podría ya mantenerse en el trono á que le habían resti-
tuido la constancia y valor ele sus subditos'2. La Inqui-
2 Uno de los actos mas odiosos de la restauración de Fernando VII tie-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VII. 151
sicion misma , cuya abolición fué uno de los actos mas
populares de los franceses, y que las cortes nacionales
habían declarado serincompatible con la Constitución de
la monarquía , fué solemnemente restablecida ; y si bien
es cierto que durante un reinado deplorable de veinte
años hubo épocas, aunque cortas, en que la palabra,
el pensamiento y la prensa obtuvieron alguna mas li-
bertad, esto fué debido solamente á cambios políticos
ajenos de la voluntad del Monarca, y en los cuales apa-
reció mas como víctima que como autor 3.
En medio de tamaña violencia y confusion, y cuando
los españoles todos vivian , por decirlo así , preparados
y apercibidos para la pelea, como allá en los primitivos
tiempos de la lucha con los árabes , cuando nadie sabia
al acostarse, si !a mañana siguiente se veria amanecer
entre los suyos ó rodeado de enemigos, fácilmente se
comprende que la amena literatura no echase raíces ni
hiciera progresos de ningún género. Las graves cues-
tiones políticas que agitaban el país y conmovían la so-
ciedad hasta sus cimientos eran de tal naturaleza , que
debían preocupar, á un tiempo y de una misma manera,
así á los hombres instruidos como á las masas igno-
ne relación á la guerra de los comu- «Comuneros», Paris, 1834, 8.°, pa-
neros, acaecida unos tres siglos an- gina208; obra interesante y digna de
tes. Degollado Juan de Padilla, y des- fe, escrita en gran parte sobre do-
terrada su noble viuda, en 1521, fué cumentos inéditos,
arrasada la casa que habitaban en 5 Llórente, «Historia de la Inqui-
Toledo , colocándose en el sitio que sicion »,t. iv,pp. 145-154. Southey,
antes ocupaba una inscripción infa- «Historia de la guerra de la Peninsu-
matoria, que las Cortes mandaron la», Londres, 1823, i.'\ t. i. La In-
quitar, colocándose en su lugar un quisicion, abolida de nuevo por la
sencillo monumento en honor de revolución de 1820, no se llegó á res-
aquellos mártires políticos. En 1823 tablecer en 1825 con el gobierno ab-
Fernando VII mandó derribar aquel soluto. Es, por tanto, de esperar que
monumento y poner de nuevo la anti- aquella institución , la mas odiosa de
gua inscripción. Pero Martinez de la cuantas' se han cobijado indebida-
Rosa habia ya levantado otro monu- mente á la sombra del cristianismo,
mentó mas digno á su memoria, es- no volverá á manchar la historia de
cribiendo su «Viuda de Padilla». España.
Véase á Enrique Ternaux , en sus
152 historia de la literatura española.
rantes , exponiéndolos á los mismos peligros y persecu-
ciones. Y así sucedió ; porque casi todos los poetas y
escritores conocidos como tales hacia fines del reinado
de Carlos IY se vieron envueltos en los cambios polí-
ticos de aquella época; cambios tan repentinos y violen-
tos, que los que conseguian escapará las consecuencias
de uno de ellos, estaban casi seguros de ser envueltos
en el siguiente.
Los jóvenes que durante este desastroso período co-
menzaban á dar muestras de su ingenio vieron cortada
su carrera muy á los principios. Martinez de la Rosa,
prisionero de estado durante cinco años en un presidio
de Africa , y antes de cumplir los treinta de su vida;
D. Ángel Saavedra, hoy duque de Ribas, mas joven
todavía, dejado por muerto en los campos de Ocaña;
Galiano , sentenciado á muerte en su patria y precisado
á ganar su vida, en Londres, desempeñando una cáte-
dra de español ; Toreno , conducido á su patria en un
ataúd, al volver de su tercer destierro; Arriaza, sir-
viendo en los ejércitos de Fernando VII ; Arjona y San-
chez Barbero, reducidos al silencio ; Burgos, Juan Nica-
sio Gallego, Xérica, Hermosilla, Mauri, Mora, Tapia, y
otros muchos, todos jóvenes ala sazón y llenos de aque-
lla fe y esperanza que las letras alimentan en pechos ge-
nerosos, se vieron arrastrados por la corriente de los
sucesos políticos, las exigencias de los partidos ó las
inspiraciones del patriotismo, á seguir una senda muy
diferente de la que su talento, su gusto y sus relaciones
sociales les tenían marcada ; senda que muchos de ellos
han recorrido ya en gran parte, y á la que unos y otros
son deudores délas brillantes distinciones y de la envi-
diable posición que ocupan.
Aun lo pasaron peor aquellos que, perteneciendo á
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VII. 153
una época anterior, se habían distinguido con sus escri-
tos y ganado el favor del público; porque la misma ce-
lebridad de que tan justamente gozaban fué una razón
mas para que fuesen alternativamente perseguidos , ya
por uno ya por otro de los partidos que se disputaban el
poder. Jovellanosy Cienfuegos, según hemos visto, mu-
rieron víctimas de su patriotismo; Melendez Valdés su-
cumbió mas tarde con circunstancias aun mas agravan-
tes; Conde y Escoiquiz fueron desterrados por causas
enteramente opuestas; Moratin, después de haber lu-
chado en su propio país con la mas espantosa miseria,
terminó sus dias en Francia en el estado mas deplora-
ble; Quintana fué encerrado por su ingrato soberano en
la ciudadela de Pamplona, con manifiesta intención de
que acabaseallísus dias. A todos les fuénegadala suer-
te de gozar tranquilamente del aplauso y de los place-
res que proporciona el cultivo de las letras, á que se
habían consagrado, alentados en su carrera por amigos
y conciudadanos. Los mas de entre ellos, y otros muchos
déla clase media, á que pertenecían, emigraron, volun-
tariamente ó por fuerza , dejando atrás las fronteras de
un país que aun pudieran haber amado, pero que ya no
po.dian respetar. Los demás callaron; resultando de aquí
un período tal de ignorancia y embrutecimiento cual ;
nose vio jamás en nación alguna, ni aun en la misma
España durante la guerra de Sucesión.
Mas no era posible que durase mucho tiempo un es-
tado de cosas semejante. Aun en vida de Fernando Vil
comenzó en España un movimiento literario, cuyo pri-
mer impulso fué debido á los emigrados españoles, que
procuraban solazar con el cultivo de las letras los años
de su emigración en Francia é Inglaterra ; movimiento
154 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
progresivo, que fué aumentando después que por muer-
te de aquel monarca ingrato les fué permitido restituir-
se á los patrios hogares, y que desde entonces acá ha
crecido considerablemente en la Península 4.
Adonde camina dicho movimiento, qué dirección lle-
va y dónde concluirá , son cuestiones que no pueden re-
solverse en las actuales circunstancias. Podrá ser que la
demasiada influencia extranjera, y la tendencia á intro-
ducir el espíritu del Norte en una poesía cuyo carácter
es esencialmente meridional, le perjudiquen y le apar-
ten por algún tiempo de su curso natural. O tal vez el
genio nacional, saltando por cima de todo aquello que
embaraza sus naturales instintos, y rechazando auxilios
extraños que amengüen su antigua energía, tome sin
vacilar el verdadero camino, completando el suntuoso
edificio de su literatura, y dando á sus múltiples y va-
riadas formas, á veces bosquejadas solamente por los
grandes maestros del siglo de oro , todas las proporcio-
nes , la gracia y la grandiosidad que de derecho le per-
tenecen.
Mas sea de esto lo que fuere , y haya ó no de esperarse
pronto en España un gran adelantamiento intelectual, lo
cierto es que la ley inmutable del progreso, que impele
una nación hacia el bien ó hacia el mal , impera en la
Península como en las demás naciones del mundo habi-
tado; su destino está en manos de Dios, y habrá de cum-
plirse. Los recursos materiales que la proporcionan su
posición geográfica y la fertilidad de su suelo son tan
4 Este movimiento, tan honroso trióticos, y publicada en Londres en
para el carácter español , se advierte siete tom. en 8.°, desde abril de 1824
en los «Ocios de españoles emigra- basta octubre de 1827, por los pa-
dos», obra periódica escrita en es- triotas refugiados en Paris y Londres,
pañol con talento y sentimientos pa-
TERCERA ÉPOCA. CAPÍTULO VII. 155
grandes y tan abundantes como los de cualquiera na-
ción de las que ocupan la superficie del globo. Sus ha-
bitantes, y especialmente los de los campos, han expe-
rimentado menos cambios, y están en cierta manera me-
nos corrompidos y viciados por las revoluciones del úl-
timo siglo , que los de aquellas mismas naciones que han
invadido sus fronteras ó luchado con ella de poder á po-
der. Son aun la misma raza de hombres que por dos ve-
ces contuvieron el empuje del islamismo y salvaron la
cristiandad y la civilización en Europa , los mismos que
pelearon entre las humeantes ruinas de Zaragoza y que
sucumbieron dos mil años antes en Sagunto. No han per-
dido nada de su vigor y energía ; y mientras conserven
vivo el sentimiento de su honra , la sinceridad y el des-
precio de todo lo que es bajo é indigno , dotes que fue-
ron por mucho tiempo las de su carácter nacional, no
hay que temer que degeneren.
No : yo confio en que un pueblo como el español , va-
liente, altivo aun, y leal en sus clases menos favoreci-
das, ya que no enaquellas cuyos nombres apenas y rara
vez reflejan la gloria que heredaron, llegará con el tiem-
po á crear una literatura acomodada á su noble carácter
y á su natural poético. Los antiguos romances no vol-
verán ya mas, porque los sentimientos que los produje-
ron pertenecen ya á la historia. El antiguo drama no re-
sucitará, porque ni aun en España podría la sociedad to-
lerar hoy dia su desenvoltura y excesos. Los mismos cro-
nistas antiguos, si levantaran la cabeza, no hallarian ya
prodigios de valor ó superstición que narrar, ni creduli-
dad bastante en sus lectores para darles fe y crédito. Sus
poetas no serán ya monjes y soldados, como en los tiem-
pos en que las guerras religiosas y los odios nacionales
156 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
prestaban su colorido, ora brillante, ora lúgubre y som-
brío, aunque siempre fuerte y vigoroso, á los principales
elementos de la vida social, porque la civilización que la
produjo pasó ya para no volver mas. Pero el pueblo es-
pañol, aquella antigua raza castellana, que bajando de los
montes, que fueron su asilo, llenó la Península toda de sus
heroicas hazañas, tiene seguramente delante de sí un
porvenir digno de su antigua gloria , un porvenir lleno
de materiales para la historia, y una poesía, si cabe, mas
noble aun. Dichoso él si, endoctrinado por la experien-
cia, ha llegado á comprender que, al paso que la reveren-
cia á lo que es noble y digno constituye la esencia de la
inspiración poética , y que la fe y los sentimientos reli-
giosos son sus mas firmes fundamentos , hay también
cierta especie de respeto y lealtad bastarda, que así de-
grada al que hace alarde de ella como al que es objeto
de su culto; cierta sumisión ciega y exagerada á la auto-
ridad sacerdotal , que rebaja y envilece las mas nobles
facultades del alma, y que es tanto mas peligrosa cuan-
to mas sutilmente se insinúa. Pero ¡ ay de él, si despre-
cia el aprovechamiento de esta lección solemne, escrita
por el dedo mismo de Dios en los muros vacilantes del
alcázar de sus antiguas instituciones : porque sonó ya la
última hora de su brillante carrera de civilización y de
literatura !
APÉNDICES.
APÉNDICE A.
DEL ORIGEN BE LA LEXGÜA CASTELLAN*.
(Véase cl torn, i, pp. 13-59.;
El pais que hoy se conoce con el nombre de España ha ex-
perimentado, mas que otro alguno de la Europa moderna , re-
voluciones y cambios, que han dejado rastros permanentes en
su población, lengua y literatura *.
En distintas épocas, y hasta donde alcanzan los testimonios
auténticos de la historia , fué invadida y ocupada la Península
por fenicios, romanos, godos y árabes ; razas de hombres com-
pletamente diversas por su condición y sus hábitos, que, mez-
cladas entre sí ó con los primitivos moradores, dieron origen á
nuevas razas, no menos distintas y características que aquellas.
De la fusion de todas ellas, llevada á cabo durante tres mil años
por medio de cambios y revoluciones sucesivas, resultó la ac-
tual nación española , cuya literatura hemos examinado ya en
los anteriores tomos por un espacio de siete siglos.
Mas no es tarea fácil el examinar y estudiar la literatura de un
pueblo sin tener algunas ideas previas de los elementos primiti-
vos y de la historia de la lengua en que dicha literatura está for-
mulada, y que constituyen necesariamente una parte no peque-
1 «Spain, Espagne, España, Hispa- tores españoles lian propuesto las
nía», son evidentemente una misma conjeturas mas absurdas acerca de es-
voz. Su etimología, sin embargo, no te particular. Véase á Aldrete, «Orí-
puede lijarse de una manera satisfac- gen de la lenguacastellana»,ed.l674,
loria. Sesun la opinion de YV. Von lib. ni, cap. 2, fól. 68; Mariana, « His-
Humboldt («Prüfung der untersu- toria», lib. i, cap. 12; y Mendoza,
chungen über die Uibewohner His- «Guerra de Granada», ed. 1766, li-
paniens»,4.°, 1821, p. 60). Los escri- bro ív, p. 29o.
100 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
ña de su carácter esencial. Este examen y estudio del origen y
progresos del idioma lleva forzosamente consigo el de aquellas
naciones que contribuyeron sucesivamente y poco á poco á darle
consistencia, hasta llegar á fijarle tal cual se halla en las formas
mas perfectas y acabadas de la poesía y elocuente prosa. Así
pues, por via de apéndice á esta historia literaria de España, ha-
remos una breve reseña de las diferentes naciones que en dis-
tintas épocas ocuparon la península ibérica, y han ido trayendo
su caudal mas ó menos considerable para la formación del actual
carácter de la nación española , de su lengua y cultura.
El mas antiguo de estos pueblos, y el que debemos considerar
como primitivo en la Península, son los iberos. Los pálidos re-
flejos de la mas remota tradición nos permiten verlos ya exten-
didos por todo el territorio, y dando nombre á sus montes, rios
y ciudades ; raza indómita, cuya fiereza nunca logró quebrantar
por entero la larga serie de naciones invasoras que, en diferen-
tes épocas, ocuparon el resto de la Península. Aun hoy dia , los
vascos del Pirineo, menos cambiados y mezclados de lo que de-
biera suponerse , atendido su contacto con las diferentes nacio-
nes que han ido sucesivamente estrechando sus fronteras, son
considerados, y con razón bastante, como descendientes legíti-
mos de aquella antiquísima raza. Pero sean ó no originarios de
los iberos, ello es cierto que los vascos han sido y son una raza
distinta y separada : hablan un idioma especial, tienen institu-
ciones locales de índole peculiar, y una literatura que parece
remontarse á mayor antigüedad, no solo que la de otro pueblo
alguno de los que habitan la península española, sino también
de toda la Europa meridional. Parece, en efecto, estar formado
por una raza distinta y aislada de todas las demás, y apenas en-
lazada aun por los vínculos naturales del lenguaje, siempre los
mas duraderos, con cualquiera de las existentes hoy dia, ó de que
hay memoria ; al paso que algunas de sus actuales costumbres y
leyendas populares parecen proceder de una época adonde no
llegan , sino envueltas en misteriosas sombras , la historia y la
tradición. La conjetura mas probable, y que mejor explica has-
ta ahora lo que ciertamente hay de singular y notable en las
naciones vascas, es la que los supone descendientes de aque-
llos antiguos y misteriosos iberos, cuyo lenguaje parece haber
APÉNDICE A. 161
sido en algún tiempo general en toda la Península, dejando
huellas que aun se reconocen en el castellano moderno -.
Los primeros invasores de la Iberia fueron los celtas, quie-
nes, según la teoría del Dr. Percy, formaban la primera oleada
en las inundaciones sucesivas de gente que el Asia derramó so-
bre Europa. No puede determinarse á punto fijo la época en
que estas gentes penetraron en España y demás regiones occi-
dentales de Europa; pero la lucha entre los invasores y los pri-
mitivos habitantes debió ser larga y sangrienta, si hemos de juz-
gar por los escasos datos que han llegado hasta nosotros; suce-
diendo al fin lo que generalmente ha sucedido en las primitivas
•Acerca de los vascos, y derivación acostumbrada erudición y agudeza,
de su lengua de la de ios antiguos «Hist, de la Gauleméridionale»,1836,
iberos, bastará citar las dos obras si- 8.°, t. u, app. ni. Nada diré del agrada-
guientes : primera, «Uber die canta- ble «Tratado de la antigüedad y uni-
brische oder Baskische Sprache», por versalidad del vascuence en España»,
Guillermo de Humboldt, publicada que publicó Larramendi en 1728 ; ni
como apéndice al «Milhridates» de del prólogo y apéndice á su «Arte de
Adelung y Vater, iheil iv, 1817, 8.", la lengua vascongada», 1729; ni de
pp. 275-360; segunda, «Prüt'ung der la «Apología», de Astarloa, 1803; ni
Untersuchungen über die Urbewóh- de la «Lengua primitiva», de Erro,
ner Hispaniens verniillelst der Vas- 1806; ni de su «Mundo primitivo»,
kiscbeu Sprache» , etc., por el mismo, obra que no llegó á concluir, 1815;
4.°, Berlin, 1821. La admirable erudi- porque todas ellas pecan por falta de
cion, filosofía y agudeza que este dis- critica. Si alguno, no obstante, desea
tinguido escritor fia manifestado siem- satisfacer su curiosidad , puede con-
pre en todas sus investigaciones filo- sultar un buen compendio de las dos
lógicas brillan mas que minea en estos últimas obras citadas, con bastante
dos tratados, los cuales son tanto referencia a las dos primeras , publi-
mas importantes para el asunto que cado en Boston, en 1829, por G. VValdo
se discute , cuanto que , habiendo su Erving, ministro que fué de los Esta-
autor ejercido durante algún tiempo dos-L'nidos en Madrid , con un prólo-
el cargo de ministro de Prusia en Ma- go y notas, bajo el titulo de « El alfa-
diid , visitó las provincias vasconga- beto de la lengua primitiva de Espa-
das, y estudió su lengua entre ellos, ña». — Humboldt, sin embargo, es
El mas antiguo fragmento de poesía considerado, y con razón, como la au-
vascongada hallado por él, y publicado toridad mas segura en este asunto,
después en el «Mithridales»(t. iv,pá- pues aunque la obra de Astarloa no
ginas 554-356), se supone por algunos carece de cierta erudición é ingenio,
eruditos de Vizcaya ser contemporá- sin embargo, así él como Erro, que
neo (ó poco menos) de Augusto, á cu escribió después, y Larramendi, que
yas guerras con los cántabros hace había escrito antes, pretenden probar
referencia; conjetura que dificilmen- principalmente que el vascuence es
te puede admitirse, si bien no cabe la lengua primitiva de toda la raza
duda que es el mas antiguo de cuan- humana , entregándose á este propó-
tos presenta la literatura poética de sito á delirios1 y conjeturas á cuál
la Península. Así y con todo, es un mas absurdas; y no merecen, por lo
documento importantísimo, y que ha tanto, ser considerados como guias
sido analizado por Fauriel con su seguros en esta materia.
TOM. IV. 11
162 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
invasiones de países por masas flotantes de la raza humana, que
una parte de los antiguos habitantes se refugió en las asperezas
de los montes, y el resto se fué poco á poco amalgamando con
los conquistadores. La nueva nación, así formada por la union
de dos razas que tuvieron en lo antiguo fama de guerreras y po-
derosas, fué llamada con propiedad celtíbera3, constituyendo
una masa de población distribuida en tribus varias, aunque de
costumbres é instituciones muy semejantes, la cual ocupaba la
Península cuando esta empezó á ser conocida de las naciones
civilizadas de Europa. El idioma de los celtas, como era de es-
perar, se trasluce todavía en el castellano moderno , así como
en el francés v aun en el kaliano , aunque ligeramente en todos
ellos K
Hasta aquí todos los invasores de España habían llegado por
tierra ; porque en las primeras épocas de la historia del mundo
no se conocía otro género de emigración ó invasion. Pero los fe-
nicios, primer pueblo comercial de la clásica antigüedad, arri-
baron poco después á la Península á través del Mediterráneo ; si
bien se ignora la época exacta en que fundaron en ella su pri-
mera colonia. Rodea á este pueblo singular un misterio profun-
do, mayor aun del que debia esperarse de la época en que flore-
ció, y debido sin duda á la manera cautelosa y astuta con que
3 Es bien conocido un pasaje ñola- sas teorías filosóficas propuestas por
ble de Diodoro Siculo (« Bit). Hist.», algunos escritores modernos. Los que
lib. v, cap. 53); pero debemos llamar tengan afición á esta clase de inves-
particularmente la atención sóbrelas ligaciones hallarán abundantes ma-
palabras que emplea al hablar de la leriales de estudio en las notables
mezcla de aquella población : Suow «Discusiones sobre la historia física
éOvwv «Axip-uw ;j.r/ Oí/Tur/. También de la humanidad.», del Dr. J. C. Pri-
debe leerse la sección 40 del « Prü- chard, cinco tomos en 8.°, Londres,
fung» de Humboldt, y el principio del 1846-47; y en el ingenioso «Informe»
lib. ív de Estrabon, donde, según del caballero Bunsen, leído en la de-
acostumbra este geógrafo, da muchos cimasétima reunion de la Asociación
y curiosos pormenores acerca de la Británica, Londres, 1848, pp. 2o4-
historia y costumbres, si bien algunos 299- Siguiendo las teorías de estos
de ellos son al^o difíciles de creer dos filósofos , el vascuence debe ser
como el de que°los turdetanos cono- considerado como lengua de una raza
cian ya la poesía y el arte poética seis sal¡da originariamente de las regiones
mil anos antes de su tiempo. (Ed. Ca- tIel »orte de Asia y Europa , que Pn-
saub , 1720 p 130) chard denomina ugro-tartara, mien-
1 A'l trotar 'de los dos primitivos iras que la lengua céltica corresponde
idiomas de la península española, me á las grandes emigraciones proceden-
he limitado á hechos conocidos, sin tes de comarcas mas meridionalesdel
entrar en la apreciación de las curiu- Asia , que Bunsen llama jafeücas.
APÉNDICE A. 163
hacían sus expediciones mercantiles. Su posición geográfica les
obligaba á promover la fundación de colonias como el medio mas
á propósito, y acaso el único, de fomentar su riqueza comercial, y
España era el país que mas se brindaba para dicho objeto. Sus
principales colonias españolas estuvieron cerca de las columnas
de Hércules, á la inmediación de la moderna Cádiz, que proba-
blemente les debe su origen, y no lejos de la embocadura y so-
bre las orillas del Guadalquivir ; siendo el primordial objeto que
allí los atrajo la explotación de las ricas minas de metales precio-
sos en que abundaba su tierra; porque España, desde los tiem-
pos primitivos de su historia hasta la caida del imperio romano,
fué un verdadero Eí-Dorado para el resto del mundo habitado,
suministrándole en gran parte los metales preciosos para la cir-
culación 5. Parece que durante un largo período de tiempo los
fenicios fueron los únicos que tuvieron noticia de estas ricas mi-
nas, y que procuraron reservar para sí solos el secreto que tan
gran poder é influencia les daba sobre las naciones vecinas, es-
tableciendo al propio tiempo colonias, como era su costumbre,
con el fin de asegurar las ventajas de su comercio, é introdu-
ciendo su lengua y costumbres en una gran parte del mediodía
de España, y aun hasta las orillas del Atlántico 6.
Mas los fenicios habian ya antes fundado en la costa septen-
trional de Africa una colonia, que, bajo el nombre de Cartago,
habia de llegar á ser mas poderosa aun que la madre patria. Los
medios que para ello emplearon los cartagineses fueron idénti-
cos, pues eran un pueblo eminentemente mercantil, que depen-
5 Sobre este punto puede leerse á él (ideen, 1824, t. i, ij,p. 68), suponen
Mariana (lib. i, cap. lo), quien trata (pie el «Tarshish»de los profetas Eee-
la materia en general, y apoyándose quiel (xxvij) é Isaías (Ix, 8,9)esluvo
indistintamente, ya en la tradición, en España , y que no fué otra cosa si-
ya en la fábula y en la historia, aun- no el antiguo Tartessus; pero esta
que con la poca crítica que acostum- opinion ha sido posteriormente com-
bran los historiadores españoles. Al- batida («Memorias de la Real Acade-
gunos hechos aislados que refiere Tito mia de la Historia», t. m, p. 520), y á
Livio ( lib. xxxiv, cap. 10, 46; lib. xl, no dudarlo, si el Tarshish de los pro-
cap. 45, con las notas de Draken- fetas perteneció á España, debió ha-
borch ) dan una idea mas clara de las ber en Cilicia otro Tarshish, mencio-
inmensas riquezas que se sacaban nado en varios pasajes de la Escri-
antiguamente de España, que !a que tura.
proporcionan las escasas relaciones 6 Léase á Heeren («Ideen», t. i,
de Estrabon, Diodoro, etc. Heeren, y pp. 24-71, cuarta edic. , 4824), donde
otros escritores antes y después de hay una disertación sobre este asunto.
164 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
(lia en gran manera de los recursos de sus colonias. Siguiendo
paso á paso las huellas de la metrópoli , consiguieron á menudo
suplantar su poder, y por medio de las mismas colonias fenicias
lograron poner el pié en la Península, de cuyo codiciado terri-
torio tan solo los separaba el Mediterráneo. Durante largo tiem-
po, aunque mantuvieron en Cádiz una numerosa guarnición, y
fueron extendiendo con osadía y fortuna sus conquistas á lo lar-
go de la costa, no parecían muy inclinados á penetrar en el in-
terior, limitándose á ocupar los puntos estratégicos necesarios
para mantener á raya la población indígena y proteger su pro-
pio tráfico. Mas cuando, de resultas de la primera guerra púni-
ca, España adquirió para los cartagineses mayor importancia de
la que hasta entonces habia tenido, emprendieron su completa
conquista y ocupación. Al mando de Hamílcar, padre de Aní-
bal, y unos doscientos veinte y siete años antes de la era cris-
tiana, los nuevos pobladores se extendieron por casi todo el
territorio comarcano hasta llegar al Iberus (Ebro), y fundando á
Cartagena y otras plazas fuertes, se hicieron dueños casi absolu-
tos de la Península antes que los romanos pusiesen en ella la
planta.
No dejaron estos de apercibirse muy luego de las grandes ven-
tajas que dicha posesión proporcionaba á sus poderosos rivales.
En el primer tratado de paz celebrado entre estas dos grandes
potencias se estipuló que los cartagineses no pasarían adelante
en sus conquistas, ni molestarían á Sagunto, ni atravesarían el
Ebro; condiciones todas que Aníbal violó mas tarde, estallando
de resultas la segunda guerra púnica, doscientos diez y ocho
años antes de la era cristiana 7. A consecuencia de esto los Esci-
piones entraron en España, y al fin de aquella guerra (A. C. 201)
los cartagineses habían perdido todas sus posesiones en Europa,
dejando, sin embargo, como descendientes de los fenicios, en la
7 « Ne transieris Iberum; ne quid lor de sus soldados y animarlos con-
rei libi sitcum saguntinis. Ad Iberum tía los romanos, por las durísimas
est Sagunlum ; nunquam le vestigio condiciones que le habían impuesto,
moveris.» Tales son las palabras que precisamente al tiempo mismo que él
Tito Livio pone en boca de Anníbal, Halaba de quebrantar la paz. («Hisl.»,
cuando este trataba de excitar el va- lib. sxi, cap. 44.)
APÉNDICE A. 165
población y lengua de España huellas profundas, que aun no se
han borrado del todo 8.
Pero 9 aunque los cartagineses fueron completamente ex-
pulsados de la península española , los romanos tardaron mucho
en tomar entera y segura posesión del territorio. Aun los mismos
cartagineses, ocupados casi exclusivamente en el ejercicio de
un comercio pacífico, estuvieron en perpetua lucha con las be-
licosas tribus celtíberas del interior; y así es que los romanos, en
su calidad de invasores, hubieron necesariamente de aceptar la
herencia de guerra que aquellos les legaron. Verdad es que el
8 Heeren («Ideen», t. u, p. 8o-
99 y 172-199) da bastantes noticias
acerca del establecimiento de los car-
tagineses en España ; pero la relación
de Mariana es mas nacional y mas
ajustada á las ideas y tradiciones es-
pañolas. (Lib. i, cap. 19, etc.) Dep-
ping es aun mas extenso.
9 («Hist, genérale de l'Espagne»,
1811, t. i, pp. 64 y 96.) De los griegos
en España hemos creído necesario
uo tratar en este lugar. Los pocos
establecimientos que se sabe funda-
ron, estuvieron en la costa meridio-
nal, ó mas bien en la de levante; pe-
ro tuvieron poca importancia, y no
parece ejercieron influjo alguno en el
carácter ni en el idioma del país, de-
biendo en realidad ser considerados
ya como otras tantas hijuelas de las
ricas y cultas colonias por ellos esta-
blecidas en el mediodía de Fran-
cia, y cuya capital fué la moderna
Marsella, ó ya como resultado del es-
píritu aventurero de los habitantes de
Rhodas y otras ciudades marítimas.
Véase la «Hist, literaria de la Fran-
cia», por los benedictinos (1733, 4.°,
1. 1, p. 71, etc.). Quien desee mas am-
plias noticias acerca de este punto,
las hallará con profusion en la minu-
ciosa y pesada obra de Masdeu («Hist.
crit. de España», t. i, p. 211; t. m,
p.76, etc.). Aldrete («Origen de la
lengua española», 1674, rol. 6o) juntó
unas noventa palabras castellanas,
que, según él , son de origen griego;
pero casi todas ellas pueden ser redu-
cidas al latin, ó pertenecen al idioma
de los bárbaros del Norte ó al italia-
no. Mariana, autoridad respetable en
esta materia, dice : «No niego ni se
puede dudar que en la lengua espa-
ñola existen muchos vocablos pura-
mente griegos, y algunas frases y
locuciones del gusto ático; pero esto
consiste en que la lengua latina, ma-
dre de la nuestra, Tas había adoptado
desde su mismo origen ,» etc. (« Me-
morias de la Heal Academia de la
Historia», t. iv , p. 47.) Nuñez de Liao
(«Origem da lingoa portuguesa», Lis-
boa, 1784, p. 52) cita una curiosa
inscripción de un templo erigido en
Ampúrias por los griegos á la Diana
de Efeso, en la que se lee : «Nec re-
licta grsecorum lingua, nec idiomate
patrian Iberas recepto, in mores, in
liiiguam, in jura, in dictionem cesse-
re romanam, M. Cathego et L. Apro-
nio Coss. » A no dudarlo, estos grie-
gos vinieron de Marsella ó mantuvie-
ron relaciones con dicha ciudad , y
también puede asegurarse que habla-
ban latin. Por otra parte, la antigua
lengua ibérica parece haber existido
también entre ellos. De todos modos,
Ampúrias ha sido siempre conside-
rada en España como colonia griega,
según puede probarse por el texto
de varios autores, y especialmente
por estos versos de Pedro de Espi-
nosa, quien, al llevar allí á Alambron
con la infanta Fenisa, dice :
Juntan á#la ciudad, que fué fundada
De cautos griegos, rica y bastecida.
(«Segunda parte del Orlando», ed. de 1556,
canto xxxii.)
166 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
senado romano, siguiendo su política habitual , procuró hacer
de la España, después de terminada la segunda guerra púnica,
no tanto una conquista, como una provincia de su vasto imperio,
y que por este medio llegó á obtener pacífica posesión de una
gran parte de ella. Pero desde que las legiones romanas en-
traron por la primera vez en la Península, hasta que llegaron á
hacerse dueñas de ella (excepto, no obstante , la region monta-
ñosa del norueste, que nunca sucumbió á su poder), pasaron dos
siglos enteros de sangrientas luchas é iniquidades, ninguna
provincia hubo que Roma pagase á mas alto precio. Los varios
sitios de Numancia durante un período de catorce años, las
guerras contra Viriato y la de Sertorio, por no decir nada de la
de César y Pompeyo, manifiestan muy á las claras lo terrible y
formidable de la lucha que la poderosa Roma hubo de em-
peñar y sostener para consolidar su imperio en la Península ; en
términos que, siendo España la primera porción del continente,
fuera de Italia, que los romanos ocuparon como provincia, fué,
sin embargo, la última que llegaron á poseer tranquilamente10.
Hubo, con todo, desde un principio, allí donde los conquista-
dores lograron establecer la tranquilidad y el orden, cierta ten-
dencia de union entre las dos razas; porque las grandes ventajas
de la civilización romana no podían obtenerse de otra manera
que por la adopción de las costumbres y de la lengua del Lacio.
Esta union , atendida la grande importancia de España como
provincia , era no menos apetecida de los romanos que de los
habitantes indígenas de aquella. Cuarenta y siete años después
de la entrada de aquellos en España, establecióse ya, por decre-
to formal del Senado, una colonia, compuesta de descendientes
de la raza formada por la mezcla de los romanos con los natu-
rales, á la que fueron desde luego concedidos privilegios é in-
i° Livius, oHist. Rom.», lib. xxxvin, ilustrarlas batallas campales de los
cap. -12 ; sus palabras son muy nota- romanos, puso en la portada del fa-
bles : «Itaque ergo prima Romnnis Helo á que va adju' to, que su objeto
initia pro\hitiarum, quíequidemcon- al publicarlo no fué otro que el pro-
tinentissint , postrema omnium, nos- bar lo que dice la «Sagrada Escritura»,
trá demum setale, ductu auspitioque que los romanos conquistaron á Es-
Augusti Cjesaris , perdomita est» paña «con consejo y paciencia», alu-
Cuando el erudito Florez, autor de la diendo a un pusaj'1 notable del prin-
« España Sagrada», publicó en 1744 cipio del capítulo 8/' del primer libro
un mapa de la España antigua para de los «Macabeus»
APÉNDICE A. 167
munidades superiores á los que la política de su gobierno con-
cedía habitualmente **. Aumentáronse poco después las colo-
nias de todas clases; y es imposible leer á César y á Livio sin co-
nocer que la política romana fué mucho mas generosa con Es-
paña que con ninguna délas demás regiones que sucesivamente
fueron cayendo en su poder. Tarragona , donde aportaron por
primera vez los Escipiones; Cartagena, fundada por Asdrúbal,
y Córdoba, que siempre tuvo grande importancia, tomaron des-
de luego la forma y carácter de los municipios italianos; y en
tiempo de Estrabon, Cádiz, por su población, riqueza y activi-
dad comercial, ocupaba el segundo lugar después de Roma 4í.
Mucho antes pues que Agripa hubiese hollado el poder de los
montañeses del Norte, el Mediodía entero, con sus ricas y fértiles
llanuras, estaba convertido en una segunda Italia ; hecho acer-
ca del cual la descripción que Plinio hace en el libro tercero de
su Natural Historia no deja ninguna duda ; siendo al propio
tiempo muy de notar que el emperador Vespasiano , poco des-
pués de la pacificación del Norte , considerase oportuno y con-
veniente extender á toda España el privilegio de los municipios
del Lacio13.
También obtuvieron los españoles antes que otra nación al-
guna aquellas distinciones de que los romanos se mostraban
tan codiciosos, y que auna sus mismos conciudadanos dispen-
saban con dificultad. El primer extranjero que obtuvo la dig-
nidad consular fuéBalbo, natural de Cádiz, así como también
fué el primero que alcanzó los honores del triunfo en Roma.
El primer extranjero que ocupó el trono del mundo fué Tra-
jano , natural de Itálica, cerca de Sevilla il ; y en verdad que si
il Livio, « Hist. Rom. », lib. xlhi, propios de lugares de España, núme-
cap. 3. roproporcionalmenle superior al que
« Estrabon , lib.m, y especialmen- presenta ningún otro país , excepto
te en las pp. 168-169, ed. Casaubon, Grecia vía Italia.»
fól. 1620; y Plin., «Hist. Nat.», lib.m, 13 Plin. ,« Hist. Nat.», lib. vii.capí-
§§.2-4, pero particularmente t. i, tulo 44, habla de esto con cierta espe-
ed. Franzii, 1778, p. 547. Una prueba cié de sorpresa, diciendo que era «un
muy convincente de la gran impor- honor que nuestros antepasados ha-
tancia que España tuvo antiguamente bian rehusado hasta al mismo Lacio» .
se hallará en estas palabras de Guiller- u Plin., «Hist. Nat.», lib. v., cap. 5,
mo de Humboldt (Prüfung, etc., §. 2, con la nota de Hardouin, y N. Anto-
p. 5): «Los antiguos escritores nos nio, «Biblioteca Hispana Velus», folio
han dejado gran número de nombres 1787, lib. i, cap. 2.
168 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
examinamos con atención la historia de Roma desde los tiem-
pos de Aníbal hasta la caida del imperio de Occidente , proba-
blemente hallaremos que ninguna region del mundo, fuera de
Italia, contribuyó tanto como España á la riqueza, engrandeci-
miento y poderío de su metrópoli, Roma, así como ninguna
provincia recibió en cambio tal copia de honores y dignidades.
Por esta y otras causas las relaciones de España con Roma fue-
ron muy íntimas y estrechas, y la civilización y cultura de la pro-
vincia se formuló y entonó sobre la de la metrópoli. Sertorio, si-
guiendo una política muy acertada, dispuso que los hijos de las
principales familias españolas aprendiesen latin y griego, y se ins-
truyesen á fondo en la literatura de aquellas dos admirables len-
guas 13; y cuando diez años después Mételo, á su vez, destruyó el
poder de Sertorio y volvió triunfante á Roma, llevó consigo gran
número de poetas cordobeses , en cuyo latin los delicados oídos
de Cicerón no tuvieron otra cosa que reprender, sino pingue
quiddam adque peregrinum; esto es, algo de craso y extran-
jero !6.
Desde este tiempo España comenzó periódicamente á proveer
á Roma de escritores 17. Porcio Latron, natural de Córdoba, que
ejerció en Roma la abogacía con el mayor aplauso, fundó la pri-
mera de aquellas escuelas de retórica que llegaron á ser con el
tiempo tan célebres y concurridas, y enquese educaron hombres
tan distinguidos como Octavio César, Mecenas, Marco Agripa y
Ovidio. Los dos Sénecas fueron españoles, como también lo fué
Lucano ; nombres bastante célebres para dar por sí solos fama
duradera á cualquiera de las ciudades pertenecientes al imperio.
Marcial fué natural de Bílbilis, y en su vejez se retiró á su patria
para terminar tranquilamente sus dias en medio de las apacibles
escenas que tanto parecía haber amado durante toda su vida.
Columela, el mejor de los escritores latinos de re rustica, fué
también español; siendo muy probable que también lo fuesen
13 Plutarchus, «in Sertorium i>, ca- las excelentes observaciones conteni-
pítuloi4. ilas en la introducción á la «Historia
V 1B «Pro Archiá»,§.10. Debe notar- de la Galia bajóla administración ro-
se que Cicerón los llama naturales de mana», por Amadeo Thierry (8.°,
Córdoba : «Cordubse nalis poetis.» 4840, 1. 1, pp. 211-218); obra que de-
17 Pueden leerse sobre estepunto jamuy pocoque desear en la materia.
APÉNDICE A. 169
Quintiliano y Silvio Itálico. Otros muchos pudiéramos añadir,
que gozaron gran reputación en la capital del mundo durante
los últimos tiempos de la república ó en los mejores diasdel im-
perio : oradores, historiadores y poetas; si bien sus obras, aun-
que muy celebradas en aquella época, han perecido en el gene-
ral naufragio de una gran parte de la antigua literatura. Los
principales escritos, debidos á la pluma de españoles, son, con
todo, muy conocidos y constituyen , á no dudarlo, una buena
parte de nuestro caudal literario clasico-latino, así como un tes-
timonio brillante de la civilización romana 18.
Desde este período hasta la ruina del imperio no ocurrió
en la Península española cambio notable que merezca ser men-
cionado 49. Es indudable que en las regiones del norueste, y
especialmente en las montañas y valles que hoy dia llevan el
nombre de Provincias Vascongadas, nunca lograron introducír-
sela lengua ni las instituciones de Roma 20. Mas en el resto de
España todo cuanto pertenecía ala política, á la administración
ó al cultivo intelectual, se acomodó á la civilización de Roma.
Esta comenzó, sin embargo , á decaer allí como en todas partes,
y si bien durante los últimos cuatro siglos de la dominación ro-
18 Las noticias sobre escritores la- aquel tiempo en España (circa A.D.
linos-españoles abundan; pero el li- 200) mas lengua que la latina ; pues
bro primero de la « Dibljolheca Ve- cuando los «greci plusculi » echaban
tus» , de D. N. Antonio, es mas que en cara á Antouino la pobreza de la
suficiente para formar una idea com- literatura latina , diciéndole que á él
pleta de ellos. De lodo cuanto acerca le tocaba también parte de dicha cen-
de ellos se ha escrito, loque mas me sura,él se defendió como hubiera po-
llama la atención es la expresión de dido hacerlo un verdadero romano,
Horacio, quien, para caracterizar mas aduciendo en su apoyo citas de poe-
puntualmente á los españoles de su tas latinos ; siendo en este caso su
tiempo, emplea la voz peritus (II, patriotismo verdaderamente romano,
Od. xx, 19), ano ser que usase dicha y la patria lingua á cuya defensa salía,
voz (de experior) en el sentido de él idioma del Lacio.
«bábil ó experto». Sir Jantes Mackin- 20 En el bellísimo fragmento de una
tosh, al hablar de los escritores lati- «Historia de Inglaterra», por Sir
nos que España produjo , dice que J. Mackintosh {tit supra), dice este con
«eran los mas famosos entre sus con- aquel espíritu de generalización filo-
temporáneos». («Hist, of England», sólica que tanto le distingue: «La po-
vol. i, p. 51, London, 1850.) tilica ordinaria de Roma consistía en
19 La anécdota que Aulo Gelio contener á los bárbaros dentro desús
(«Noc. At.», lib. xix, cap. 9) refiere montañas.» El notable poema vascon-
de Antonio Juliano, español, queejer- gado, publicado por Humboldt, « Mi-
da en Roma la profesión de retórico, thridates», t. iv, p. 334, revela el mis-
muestra bien que no se hablaba en mo hecho con relación á Vizcaya.
170 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
mana en España la Península gozó mas tranquilidad que nin-
guna otra de las provincias del imperio, sufrió, con todo, gran-
des trastornos políticos durante todo aquel fatal período, y fué
poco á poco sucumbiendo á la suerte común.
Durante este calamitoso intervalo se introdujo en España, y
comenzó á producir sus efectos en la cultura intelectual, otro
nuevo elemento, que fué el cristianismo. No puede determinar-
se á punto fijo ni la manera ni el tiempo de su introducción,
aunque puede asegurarse que tuvo lugar en el segundo siglo, y
que vino tal vez de Africa, extendiéndose por las provincias del
mediodía **. En un principio los cristianos fueron perseguidos
en España, como en las demás partes, y tuvieron que profesar su
religion en secreto ; sin embargo , ya en el año 300 existían pú-
blicamente varias iglesias , y desde el tiempo de Constantino y
de Osio el- cordobés el cristianismo era reconocido como reli-
gion dominante en gran parte de la Península. Lo que princi-
palmente importa á nuestro propósito es dejar aquí consignado
el hecho de que el idioma de la cristiandad en España fué el la-
tin; que la enseñanza se hacia en esta lengua, y que en ella tam-
bién se escribieron los primeros y mas antiguos documentos li-
terarios que se conservan de aquel tiempo 22. Esto es muy
importante, no solo para probar lo muy extendido que el latin
se hallaba desde el siglo m hasta el vni , sino también para
deducir la necesaria consecuencia de que no quedó en la Pe-
nínsula ninguna otra lengua bastante poderosa para luchar con
él, al menos en las provincias del centro y mediodía.
El clero cristiano , sin embargo, y esto debe tenerse bien pre-
sente, hizo muy poco ó nada por conservar la antigua pureza
del idioma latino en España , y fomentar la cultura intelectual
21 «Depping» , t. n, pp. 118, etc. Depping, ano ser que el lector quiera
Pero el que quiera ver los muchos ab- hacer un estudio profundo y especial
surdos en que incurrieron hasta los de la materia, en cuyo caso le reco-
historiadores mas graves al hablar de mendarénios la «España Sagrada» de
la historia primitiva del cristianismo Florez y Risco , y las autoridades en
en España, puede consultar el lib. iv que estos se apoyan. Debe, sin embar-
de Marianay lasobrasdeotrosmuchos go, proceder con mucha cautela, por-
escritores españoles. que hallará en la obra bastantes er-
22 Acerca de los primeros tiempos rores del género de los que hemos
del cristianismo en España se halla- mencionado en la precedente nota,
rán bastantes datos en el lib. ív de
APÉNDICE A. 171
debida á las instituciones y escuelas de los romanos 23. Ignora-
mos la época fija en que estas instituciones, y especialmente las
antiguas escuelas, comenzaron á decaer; pero, á no dudarlo, esto
sucedió en España antes que en ninguna otra parte del imperio.
En los siglos v, viy vu los eclesiásticos se hallaban aun sumidos
en tan grosera ignorancia, que cuando Gregorio el Magno, que
fué papa desde 590 á 604, escribió á Liciniano , obispo de Car-
tagena, prohibiéndole el conferir las sagradas órdenes á personas
que careciesen de instrucción, este contestó que, á no permi-
tírsele ordenar á los que por toda ciencia sabian únicamente que
Jesucristo habia muerto en la cruz, no respondía de hallar quien
ejerciese dignamente los oficios eclesiásticos 24. En efecto, San
Isidoro, el célebre arzobispo de Sevilla , que murió en 656, es el
último de los eclesiásticos españoles que conservó en sus escri-
tos algo de la pureza del latín , á pesar de que tenia tan mala opi-
nion de la antigüedad clásica, que prohibió á los monjes de su
83 Una de las razones por las que
el clero se cuidó muy poco de con-
servar la pureza del latin, y aun fué
causa muy inmediata de su corrup-
ción en el mediodía de Europa , fue
la necesidad en que se vio , para ha-
cerse comprenderdel pueblo bajo, de
emplear un latió adulterado y bastar-
do en sus pláticas á los üeles, que cons-
tituían su ocupación casi exclusiva du-
rante losprimeros tiempos de la Igle-
sia; porque el clero cristiano, así en
España como en los demás países, se
dirigió en un principio, y durante un
largo periodo de tiempo, á las clases
mas ínfimas é ignorantes de la socie-
dad, puestoque la cull a y elevada tenia
á menos escucharle. Mas el latin que
aquellas hablaban, fueseónolo que se
entiende por «lingua rustica» , era,
á no dudarlo, muy diferente del idio-
ma puro y elegante, propio de las
clases altas, como lo fué en Italia, y
quizá aun mas diferente. Los docto-
res cristianes , pues , debieron consi-
derar conveniente yacaso indispensa-
ble el uso del latin corrupto, que era
la lengua del pueblo; llegando, por
último, á ser este el único inteligible
para ellos mismos, pues el latin gra-
matical dejó pronto de serlo aun para
celebrar el oficio de la misa. Bajo este
punto de vista, el cristianismo debió
contribuir materialmente v de una ma-
nera directa á la corrupción del latin
y á la formación de nuevos dialectos,
así como contribuyó á crear una nue-
va civilización distinta de la antigua.
Pero sin entrar ahora en la aprecia-
ción de las infinitas cuestiones susci-
tadas con motivo de la lingua rustica
ó quotidiana , su origen , carácter ó
influencia, no podemos menos de de-
jar aquí consignada nuestra opinion
en este punto, á saber, que las lenguas
modernas del mediodía de Europa y
sus varios dialectos se formaron, en
lo relativo al latin, sobre el idioma
vulgar que el pueblo hablaba , y que
el cristianismo fue la causa mas eficaz
y poderosa de llevar definitivamente
á cabo dicho cambio. Acerca de la
lingua rustica , véase á Morhof , « De
Patavinitate Liviana» ,capítulos6, 7 y
9 , y á Du Cange, «De Causis corruptas
Latinitatis», §§.13-25, en su Glosario.
2* El pasaje de Liciniano que se
cita se halla en una nota del « Alge-
meine Geschichte der cultur», por
Eichhorn, 1799, 8°, t. n,p. 467. Véase
también á Castro, «Biblioteca Espa-
ñola», 1786, fól., t. h, p. 275.
172 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
diócesis la lectura de libros escritos por los antiguos gentiles 83,
privándoles así del único medio de evitar la corrupción inmi-
nente de la lengua que hablaban y escribían 26. Aumentóse
esta rápidamente á favor de la confusion y de las turbulencias
políticas, hasta el punto que el idioma vulgar del pueblo llegó á
ser una jerga casi ininteligible para los que no eran habitantes
de la Península, y que los oficios de la Iglesia, tales cuales se
decían en la misa y en las fiestas solemnes, eran incomprensibles
para el común délos fieles. Provino esto en parte déla decadencia
de todas las instituciones romanas, así como del olvido completo
de todos los principios en que se apoyaban aquellas institucio-
nes, y en parte también de la invasion y conquista de los bár-
baros del Norte, cuya violenta irrupción hizo imposibles du-
rante largo tiempo la tranquilidad y reposo necesarios para de-
dicarse aun á las mas humildes tareas del cultivo intelectual 27.
Esta gran irrupción de los bárbaros del Norte produjo una
nueva y muy importante revolución en el idioma de la Península,
revistiéndole de un nuevo carácter; porque la raza de hombres
que la llevó á cabo diferia completamente, ya por su origen,
23 San Isidoro, citado á menudo por id. est, vela de pellibus, qualia in
Eichhorn en su «Culuu», t. u, p. 470, Éxodo !eguntur»(«Etym.»,fóI.97, b),
nota (i). que laminen ha pasado sin modilica-
20 Respecto á Isidoro Hispalense, cion alguna al castellano; — cantistas
véase áN. Antonio, « Líib. Vet .», lib. v, vocamusquod in his dormimus inca-
capítulos 3. 4, y a Castro, «Bib. Esp.», mis» («Elym.», fól. 96, b), cuya última
t. ti, pp. 293-34-1. El juicio que hemos palabra , cama , explica después de
hecho del latin de San Isidoro está este modo: «Leelus brevis et circa
basado principalmenleen sus «Ety- terrain» («Elym.», fól. 101,a),usán-
mologiarum», lib. xx, y «De Summo dose una y oíra actualmente en Es-
Bono», lib. m , ful. 1483. Hay sin du- paña en el mismo sentido;— «maníum
da en las obras de Isidoro de Sevilla hispani vocant, quod manus tegat
muchas voces que carecen de auto- tantum ; est enim brevis amictus»
ridad clásica, algunas de las cuales él («Elym.», fól. 97, a), que es eltnantode
mismo designa como vulgares, y otras lasespañolas;— y á este tenor otras va-
no; pero en general su latin es bas- rias voces, curiosas únicamente como
tante bueno. Entre las palabras cor- restos del latin corrupto que siguió
rupias que emplea, algunas son muy hablándose hasta que algunos siglos
curiosas por la circunstancia de ha- después comenzó el castellano mo-
ber pasado al castellano moderno; ta- derno.
les como «astrosas, ab astro dictus, "27 Véase á Eichhorn, «Cultur», t. n,
quasi malo sidere natus» («Etimol.», pp. 472, etc.; y si se quieren mas am-
-1483, fól. 50. a), de donde vino astroso plias noticias, la «Bib. Vet.», de N.
y descifrado, palabrasfamiiiares en el Antonio, libros v y vi; y Castro, «Bi-
castellano, autorizadas por la Acade- blioteca Esp.»,t. n.
mia ; — cortina, que deüue: «Aulaea,
APÉNDICE A. 173
ya por su lengua , ya, en fin , por todo cuanto caracteriza á una
nación, de las cuatro razas que anteriormente la habían ocu-
pado. Los nuevos invasores formaban parte de aquella vasta
multitud establecida en las regiones del otro lado del Rin, y bien
conocidas de los romanos desde los tiempos de Julio César, y
que en la época á que nos referimos, hacia ya mas de un siglo
que estaban sacudiendo con portentosa fuerza las vacilantes
barreras que á orillas de aquel glorioso rio habian señalado du-
rante largo tiempo los límites del romano imperio. Impelidos,
no solo por la tendencia natural de todas las naciones del Nor-
te á ocupar climas mas benignos, y de los pueblos bárbaros en
general á recoger los despojos de civilizaciones mas avanzadas,
arrastrados también por el movimiento impulsivo de los tártaros
del Asia superior , comunicado por las tribus eslavas á las ger-
mánicas, toda aquella masa de fuerza acumulada cayó de im-
proviso y con irresistible furia, á principios del siglo v, sobre
las extensas y mal defendidas fronteras del imperio. Sin de-
tenernos ahora en particularizar sus primeras tentativas de con-
quista, contenidas unas y rechazadas otras con mas ó menos
energía, que precedieron á esta fatal y definitiva invasion,
basta á nuestro intento decir que las primeras hordas de aque-
lla inundación humana que derrocó el imperio del mundo co-
menzaron á pasar el Rin á fines del año de 406 y principios
de 407. Pero estas hordas eran empujadas (bien puede decirse
así) por la fuerza material de grandes masas de hombres que las
seguían de cerca. Una tribu sucedía á otra con la rapidez y
desembarazo propios de los pueblos nómadas, que ni conocen
intereses ni tienen aficiones de localidad, y con toda la violencia
y rigor de bárbaros , buscando con ansia las comodidades y
lujo de la civilización; de manera que cuando, al concluir aquel
siglo, la última de estas emigraciones guerreras logró estable-
cerse por fuerza dentro de los límites del imperio romano, bien
podía decirse sin temor de contradicción que desde el Rin y el
canal de la Mancha por un lado, hasta la Calabria y Gibraltar
por el otro , apenas habia una region en el imperio romano que
no hubiesen invadido y donde no fuesen ya señores del suelo ó
dueños del poder militar y político 28.
28 Gibbon, cap. 30.
174 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
En cuanto al carácter especial de las naciones bárbaras que
definitivamente se establecieron en su territorio, España fué
seguramente menos desgraciada que la mayor parte de los pue-
blos de Europa víctimas de la misma invasion. Las primeras
tribus que se lanzaron al través del Pirineo, los francos, que
llevaban la vanguardia en la general irrupción, y los vánda-
los, suevos y alanos , que fueron los primeros en penetrar en
España, cometieron sin duda alguna horribles excesos, cau-
sando los males y sufrimientos que con tanta elocuencia é indig-
nación describe Mariana en un pasaje muy conocido de su
historia 29 ; pero en un período de tiempo comparativamente
breve, estas tribus ó naciones pasaron al Africa y no volvieron
mas á la Península. Los godos , que vinieron después de ellos,
aunque tan bárbaros como sus predecesores, eran de índole mas
mansa y de carácter mas generoso; habian residido ya en Italia,
y adquirido allí algún conocimiento de las leyes, costumbres y
lengua de los romanos, y cuando en 411 atravesaron el medio-
día de Francia y penetraron en la Península , fueron recibidos
mas bien como amigos que como conquistadores 30. En un
principio llegaron hasta á mandar en nombre del imperio, pero
antes de transcurrir un siglo habia cesado de reinar el último
emperador de Occidente, y por una especie de necesidad im-
prescindible, la dinastía visigoda se estableció en casi toda Es-
paña, y fué reconocida por Odoacer, el primer rey bárbaro de
Italia.
Mas antes de entrar en España, los visigodos habian sido ya
convertidos al cristianismo por el venerable Ulfikts , y entre los
años de 466 y 488, período para ellos de guerras y revueltas, se
habian formado un código criminal, al cual añadieron mas tarde,
en 506, otro civil; sirviendo ambos de baseá la importante co-
lección de leyes promulgada un siglo después por el cuarto
concilio toledano ". Pero si bien los visigodos adoptaron algu-
nos de los medios mas eficaces de civilización y cultura, su len-
gua, como la délas demás naciones septentrionales que invadie-
ron á Europa , permaneció esencialmente bárbara y ruda. En
29 Lib. v ,cap. i. la «Revista de Edimburgo», t. xxxi,
3ft Mariana, lib. v., cap. 2. sobre las leyes visigodas de España;
31 Gibbon , cap. 37, y articulo de Depping, t. u, pp. 217, etc.
APÉNDICE A. 175
ningún tiempo llegó á ser en España idioma escrito. Pertene-
cía á la familia teutónica, y no tenia analogía ninguna con el
latin , si bien es cierto que los que la hablaban estaban tan ínti-
mamente ligados con el pueblo conquistado, y por otra parte,
vencedores y vencidos se hallaban en tal situación y dependencia
uno de otro, que forzosamente habían de buscar un medio de
comunicación acomodado al roce continuo y trato familiar de
la vida. Sucedió, pues, allí lo que en otras provincias del imperio
romano, invadidas de la misma suerte y por gentes del mismo
origen; verificóse luego cierta fusion y amalgama de las dos
lenguas, aunque en proporciones muy desiguales, como no po-
dia menos de suceder, puesto que aliado del latín militaban, no
solo las instituciones á la sazón existentes , aunque en decaden-
cia, del país, sino también cuantos elementos de civilización y
cultura podían entonces hallarse en el mundo , sin contar el
vasto y creciente poderío del cristianismo, con su clero y sacer-
docio organizados, que no querían ser escuchados en otro idio-
ma que no fuese aquel. Así pues, si bien los godos tenian de su
parte la autoridad civil y militar , y quizá también un carácter
intelectual mas lozano y vigoroso, viéronse, sin embargo, obli-
gados á someterse á las influencias arriba indicadas, y á adoptar
en gran manera aquella habla que sola podia proporcionarles
los goces de una sociedad mas culta y avanzada. El latín , pues,
corrompido y degradado comoá la sazón se hallaba, se conservó
en España, según se habia conservado en otras provincias del im-
perio romano sometidas al yugo de los bárbaros , constituyendo
desde entonces el elemento principal y mas importante del idio-
ma vulgar, producido por su fusion y amalgama, y la base del
castellano moderno.
La alteración mas importante hecha por los invasores en la
lengua de los españoles de aquel tiempo fué su estructura gra-
matical. Los godos, como los demás pueblos rudos, aprendían
con facilidad palabras aisladas de una lengua mas perfecta que
la suya y que oian pronunciar diariamente ; pero érales muy
difícil entender el espíritu filosófico de su gramática. Así pues,
al paso que adoptaron libremente el extenso y rico vocabulario
de la lengua latina, amoldaron sus complicadas yartificiosas for-
mas al mecanismo, mas sencillo y natural, de sus dialectos nati-
176 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
vos. Esto se echa de ver claramente en las notables variaciones
por ellos hechas en las inflexiones de los nombres y verbos lati-
nos. Los romanos, como lo sabe cualquiera medianamente ins-
truido , tenian declinaciones para designar la relación de los
nombres, y también conjugaciones con que distinguirlos tiem-
pos y modos de sus verbos; carecian los godos de estos ins-
trumentos , y empleaban artículos unidos á preposiciones para
señalar los casos de sus nombres , y auxiliares de varias espe-
cies para marcar los cambios en la significación de los verbos 3i.
Al recibir, pues, en España la lengua latina, que carece de ar-
tículos, hicieron que el ¡lie, palabra la mas aproximada que pu-
dieron encontrar, les sirviese de artículo definido, y el unusáe
indefinido; de aquí proviene que en sus documentos y escritu-
ras primitivas se halle Ule homo (el hombre), itnus homo (un
hombre), illa mulier (la mujer), y así á este tenor, locuciones de
las que los españoles tomaron sus artículos el, la, uno y una, etc.,
á la manera que los franceses, siguiendo un camino semejante,
tomaron sus artículos le, la, un y une; y los italianos el il, la,
uno y una 33. En vez de vici (be vencido i, dijeron habeo victum ;
en vez de amor, soy amado, sum amaíus; y del uso frecuente de
habere y esse se introdujeron en el castellano los auxiliares ha-
ber y ser , así como los italianos adoptaron el avere y essere, y
los franceses su avoir y étre 3i. Este ejemplo del efecto produ-
cido por los godos en los nombres y verbos latinos no es mas
que una muestra de las muchas alteraciones por ellos hechas en la
estructura general de la lengua, corrompiéndola paulatinamen-
te, y contribuyendo así á formar el castellano actual; revolución
inmensa, para cuya elaboración se necesitaron mas de siete si-
32 En el libro gótico mas antiguo mo desde entonces acá los han usa-
(«Los Evangelios» traducidos por Lili- do. Véase á Ululas. «GotischeBibelü-
las, hacia los años 570 dé J. C.) no se bersetzung», ed. Zahn, 180o, 4.°, y es-
encuentra artículo indelinido, yel de- pecialmente la introducción, pp. 28-
finido no siempre aparece cuando está 37.
en el griego; debiendo advertirse que 33 Raynouard, «Troubadours», t.i,
el venerable Obispo los tradujo de pp. 59, ¿3,48, etc., y üiez,«Gramma-
esta lengua, y no déla latina. Pero, á tikderRomanischenSprachen», 1838,
nuestromodo de ver, no hay motivo 8.°, t. it, pp. 13, 14.98, 100, 144,145.
bastante para suponer que los godos 3i Raynouard, i Troubadours», t. i,
y las demás tribus septentrionales en pp. 76-85.
el siglo v, usasen de uno y otro , co-
APÉNDICE A. 177
glos , sin contar otros dos ó tres mas para llevarla completa-
mente á cabo 3S.
España en tanto era presa de otra nueva y formidable inva-
sion imprevista, irresistible y que amenazaba destruir por ente-
ro los pocos restos de civilización y progreso que aun quedaban
de las antiguas instituciones del país, ó habian surgido de nue-
vo bajo los últimos dominadores. Hablamos de la notabilísima
invasion délos árabes; hecbo que naturalmente nos obliga á bus-
car en el riñon del Asia algunos de los materiales del carácter,
lengua y literatura de los españoles, así como ya hubimos de
acudir con dicho fin al norte de Europa.
Los árabes, que en todas las épocas de su historia se presen-
tan siempre á nuestra imaginación como un pueblo singular y
romántico , recibieron de la fe religiosa que les supo inspirar el
genio y el fanatismo de su profeta, un impulso tal, que, consi-
derado bajo cierto aspecto, no hallamos su par en los anales de
género humano. En el año de 623 de Jesucristo aun andaba
i ndecisa y vacilante la fortuna de Mahoma dentro del estrecho
territoriohabitadopor.su tribu, pobre y vagabunda, y sin em-
bargo, en menos de un siglo la Persia, la Siria, gran parte del Asia
Occidental, el Egipto y toda la costa septentrional del Africa su-
cumbían ante la energía de su fe religiosa y entusiasmo guerrero.
Triunfo tan rápido y extenso, fundado completamente sobre el
fanatismo, y seguido de cerca de la pompa y arreos de la ci-
vilización, es un suceso único en la historia del mundo 36. Así
que los árabes se vieron en posesión tranquila de las ciudades
35 Sobre la formación de los dialec- convincenle de alteraciones en la
tos modernos de la Europa Meridional lengua como la otra, porque pueden
puede leerse la ya citada y excelente haber nacido del descuido é ignoran-
«Grammatik der Romauischen Spra- cia de los copiantes. Muestras de todo
chen», de FedericoDiez,Donn., 18o6. generóse hallan en la «Colección de
En materia de ejemplos de corrupción cédulas», 1. 1, p. 47, nota; y en la «Co-
de la lengua española, además de los lección defueros municipales», de Don
citados en el texto, merecen darse los Tomás Muñoz y Romero ; Madrid,
siguientes : Orate ^ru ;¡os, en vez de 18-i", fól., 1. 1.
orate pro nobis; Sedeat segregates ti 50 En las agradables « Lecciones
corpus el sanguis Domini, en vez de ti de historia moderna », del Dr. Smyth.
corpore elsanguine» (Marina, «Ensa- (Londres, 1840, 8°),t. i, pp. 66,
yo», p. 22, nota. «Memorias de la 67, etc., se hallanobservacionesmuy
Real Academia de la Historia», l. iv.) nuevas y curiosas acerca de la vida y
Los cambios de ortografía son innu- hechos de Mahoma.
merables, pero no son una prueba tan
T. IV. 12
178 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
situadas en la costa de Africa, natural era que echasen sus miradas
sobre España, separada únicamente por el estrecho mar Mediter-
ráneo; desembarcaron, pues, en7H, con fuerzas considerables,
siguió labatalla llamada por sus escritores deGuadalete,ypor los
cristianos de Jerez, y en el corto espacio de tres años, con su
acostumbrado ímpetu y rapidez, habían ya conquistado la Es-
paña entera, á excepción de las provincias del noroeste, á cuyas
ásperas montañas se recogió un número considerable de cris-
tianos, acaudillados por Pelayo, dejando el resto del país en ma-
no de los vencedores.
Pero mientras los godos que lograron salvarse del casi general
naufragio se parapetaban en las gargantas y valles de Vizcaya
y Asturias, y empeñaban desde allí una lucha desesperada de
ocho siglos, que había de terminar con la final expulsion de sus
invasores; los moros, que vivían en el centro, y especialmente
en el mediodía, de la Península *7, constituían y cimentaban un
imperio tan espléndido y civilizado como lo permitían los ele-
mentos de su religion y carácter.
Mucho se ha escrito acerca de las glorias de este imperio , y
la influencia que ejerció en las costumbres y literatura moder-
nas; tiempo hace que Huet y Massieu fueron de opinion que la
rima y las ficciones caballerescas se debían á los árabes españoles;
mas desde entonces acá se ha probado de una manera satisfac-
toria que una y otras son producto espontáneo del entendimien-
to humano , elaboradas en distintas épocas y por diversas na-
ciones88. Posteriormente el abate Andrés, sabio jesuíta español,
que escribió en Italia y en lengua italiana, ganoso de asegurar
á su patria el honor de haber comunicado al resto de Europa el
primer impulso civilizador después de la ruina del imperio ro-
mano, anunció otra teoría aun mas vasta y determinada que la pro-
37 Llamáronse así por su residen- ballerescas». Las notas de Price á la
cia en la Mauritania, provincia de edición en 8.° dan mucho valor ala
Africa, heredando naturalmente el discusión de estascuesüones. «Poesía
nombre de los antiguos manri. inglesa de Warton», 1824, 8.°, t. i.
38 Véase á Huet, «Origine ejes Ro- Massieu («Hist.de la poesie fran-
mans» (ed. Í693, p. 24), y especial- coisc^, 1739, p. 62), y Quadrio(«Sto-
mente á Warton en su primera «Di- ria d'ogni poesía», 17Í9,t. iv. pp. 299,
ser lacion sobre el origen oriental y 500) siguen á Huet, aunque con in-
árabe de las primeras Gcciones ca- genio y habilidad.
APÉNDICE A. 179
puesta porHuet, á saber: que la poesía provenzal, 'universal-
mente reconocida como la mas antigua de la Europa meridional
en los tiempos modernos , se tomó directamente de los árabes
españoles; teoría que adoptaron y siguieron luego Guinguené,
Sismondi y los autores de la Historia literaria de Francia s9.
Mas todos estos escritores, ola mayor parte de ellos, caminan
bajo el supuesto falso de que la rima y la composición métrica,
así como el espíritu poético, comenzaron en la Provenza mucho
después de lo que realmente sucedió, según lo han puesto en
claro investigaciones posteriormente hechas. Porque el abate
Andrés y Guinguené fijan la época de la influencia arábigo-his-
pana sobre el mediodía de Francia después de la reconquista
de Toledo, y en 1085, cuando, á no dudarlo, el tratoy comuni-
cación entre ambas naciones se hizo mas frecuente 40. Pero
Raynouard il ha publicado después el fragmento de un poema,
cuyo manuscrito no parece posterior al año de 1000, probando
así que la literatura provenzal existia cuando menos un siglo
antes, y se remonta á la época de la corrupción gradual de la
lengua latina y á la formación consiguiente de los idiomas mo-
dernos. También Schle'gel, el mayor , participó de esta teoría,
esforzándola con nuevos argumentos que prueban el fundamen-
to y solidez de las opiniones de Raynouard en esta materia *2.
"'' El abate Andrés manifiesta re- i0 Andrés, «Storia» , t. i , p.273.
suelta y deciclidamentesuopinion con Guinguené. t. i, pp. 248-250. Este úl-
estas palabras : «Quest'usodegli spag- timo dice : «Quizá por este tiempo
nuolidi verseggiarenella lingua, nelia (1083) comenzaron ios primeros ensa-
misura , é nella rima degii arabi, puo jos poéticos en España, así como ve-
dirsi con fundamento la prima origine mos aparecer los primeros cantos de
della moderna poesía.» («Storia d'ogni nuestros trovadores.»
Iett»,lib. i, cap. 11, §. 161, y pp. 163- il « Fragment d' un poéme en vers
272, edic. 1808, -i.0) Todavía explican romans , sur Boéce», publicado por
y apoyan esta misma teoría con mayor M. Raynouard, de Paris, 8.°, 1817, y
calor Guinguené, «Hist. lilt. d'Ila- en sus «Poesías de los trovadores»",
lie», 1811 , t. i, pp. 187-285. Sismon- t.n. Consúltese además la «Gramática
di, «Litt. du Midi», 1815, t.i, pp. 58- de la lengua románica», en la misma
416, y «Hist, des francais», 8.°, t. iv, obra,t. i.
1824, pp. 482-494 ; y finalmente , los w iNos referimos alas «Observacio-
autores de la « Historia literaria de nes sobre la lengua y literatura pro-
Francia», 4.°, 1814, t. xvn, pp. 42 y vénzales», de A. W. Schlegel, Paris,
45. Pero estos últimos escritores en 1818, 8.°, impresas privadamente,
nada aumentan la autoridad del abate Véase especj límente la página 75,
Andrés, puesto que ninguno de ellos en la que el aulor habla de lo diame-
hace mas que repetir los argumentos tralmente opuestas al gusto árabe
de aquel. que son en tono y espíritu las pri-
180 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Mas si no podemos, con el abate Andrés y sus secuaces, atribuir
principalmente el origen de la poesía y civilización del mediodía
de Europa en los tiempos modernos á los árabes españoles,
es al menos indudable que algo influyeron en la lengua y litera-
tura de los españoles, porque los adelantos de aquellos en la
carrera de la ilustración y del saber no fueron ciertamente me-
nos brillantes y rápidos que en la déla dominación y de las ar-
mas. Los reinados de los dos Abderahmanes, y el glorioso pe-
ríodo del califato de Córdoba, que comenzó por los años de 750 y
continuó casi hasta la toma de dicha capital por los cristianos
en 1236 , mirados bajo el punto de vista intelectual, fueron los
primeros de su tiempo en el mundo ; y si bien es cierto que el
reino de Granada, que terminó en 1492, no llegó en este ramo
á tanta altura , los aventajó quizá en magnificencia y esplen-
dor i3. Las escuelas públicas y bibliotecas de los árabes españo-
les eran frecuentadas, no solo por los musulmanes indígenas ó
procedentes de Oriente, sino también por cristianos de diferen-
tes puntos de Europa; y se cree comunmente que el papa Silves-
tre 11, uno délos hombres mas eminentes de su siglo, debió prin-
cipalmente su elevación al pontificado á su esmerada educación
en Córdoba y Sevilla H.
En medio de es'.e floreciente imperio vivía una masa consi-
derable de cristianos , que , en lugar de seguir á sus indómitos
meras poesías proveníales, y mas aun no es de creer que los cristianos tu-
las españolas. Diez, « í'oesie des viesen en Sevilla y Córdoba escuelas
trouvadours » , 8.°, 1826, pp. 19 y importantes, como las que se sabe te-
siguientes ; obra de mucho mérito. nian los árabes , las autoridades que
13 Conde, «Historia de la domina- Andrés alega dicen que Gerberto es-
cion de los árabes en España», Ma- ludió con los moros, y por consiguien-
do!, 1820-1821, 4.°, t. i y n, pero es- le, prueban mas de In que él quiere,
pecialmente en el i, pp. 158-226, 425- Gerberto, tumo todos los hombres de
489,524-547. ciencia en la edad media, fuéconsi-
11 Silvestre II (Gerberto) ocupó la derado como nigromántico y hechice-
sede romana desde 999 á 1005, y fué ro. En !a «Historia literaria de Fran-
el primer caudillo que Francia dio á cia», t. vi, pp. 559-614, hay una
la Iglesia, bien sabemos que los be- noticia extensa de sus obras. A este
nedictinos, «Hist, liter, de ti Fran- papa Silvestre se atribuye comunmen-
cia», t. vi, p. 560, indican que aun- te la introducción délos números ará-
que estuvo en España, no pasó de Cor- bigos en Europa; si el hecho es cierto,
tloba; y tampoco ignoramos que el es el mayor servicio que pudo hacer
abate Andrés, 1. 1, pp. 175-178, c< n- al mundo civilizado. Aschbach, «Ges-
cediendo que estuvo en Sevilla, niega cha lite der Ommiaden in Spanien»,
que estudiase en ctras escuelas que S .", 1830, t.n, pp. 235,551.
enlascristiauas. Pero a demás deque
APÉNDICE A. 181
compatriotas en su marcha al norte de la Península, alas órde-
nes de Pelayo, continuaron mezclados con los conquistadores, á
favor de la amplia tolerancia que en sus principios predicaba y
ejercía la religion del Islam. A excepción de que , como venci-
dos, pagaban un tributo doble del de los moros, y además otra
contribución por los bienes y propiedades de su iglesia , estos
cristianos sufrían pocas cargas y gravámenes, y hasta les fué
permitido conservar sus obispos é iglesias ó monasterios , y aun
ser juzgados por sus leyes y tribunales en todas las cuestiones
de interés propio, á no ser en delitos de pena capital *5. Pero
si bien vivían hasta cierto punto como un pueblo separado , y
considerada su situación particular, mantenían, como nunca
pudieran imaginarlo, su fe y su lealtad religiosa, la influencia de
un imperio brillante y poderoso , y el espectáculo de una pobla-
ción mas adelantada y feliz no podía menos de obrar poderosa-
mente en ellos. Consecuencia inevitable de esta acción lenta,
aunque continua, fué que el carácter nacional gradualmente
cedió; que los cristianos llegaron á vestir el traje de los vencedo-
res, se acomodaron á sus costumbres, se alistaron en sus ejércitos,
y hasta ocuparon distinguid s puestos en las cortes musulma-
nas de Córdoba y Granada; mereciendo así el dictado de mo-
zárabes ó muzárabes , es decir árabes por idioma y hábitos , que
les fué dado , y mezclándose con los conquistadores en térmi-
nos, que al cabo de algún tiempo se confundían enteramen-
te con ellos , sin distinguirse mas que por su creencia reli-
giosa 46.
43 La condición de los cristianos ragoza, Risco, t. xxx, p. 205, y t. xxxt,
bajo el yugo musulmán en la Penin- pp. 112-117; para Leon , t. xxxiv, pá-
suía, se trasluce en muchos pasajes gina 132, y así á este tenor. En efecto,
de Conde, t. i, pp 39, 82, etc. Pero por la historia de la mayor parte de
sobre todo las involuntarias confesio- las iglesias, cuyos anales nos presen-
iles de Florez y Risco, en los cuarenta tan estos dos eruditos, exornados con
y cinco tomos de la «España sagra- ricos éinmensosmaleriales, se ve que
da», prueban basta la evidencia lato- los moros ejercieron una tolerancia
lerancia con que los moros procedie- que mutatis mutandis hubieran ellos
roa, y confirman lo que en este punto admitido muy gustosos departe de los
refieren los historiadores árabes En cristianos en los tiempos de Felipe III.
cuanto a Toledo, véase á Florez, t. v, 4tí Mucho se ha disputado acerca de
pp. 323-329; para Complutum ó Alca- la verdadera significación déla voz
lá de Henares, t. vii, p. 1ST; para Se- muzárabe; la'opinion mas acertada
villa, t. ix, p. 234; para Córdoba y sus parecía ser la que la derivaba de mix-
márlires, t. x, pp. 245-471 ; para Za- ti-arabes , Covarrubias , « Tesoro »,
182 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
El efecto de todas estas circunstancias reunidas sobre lo que
aun quedaba de la lengua y literatura romanas, fué, por consi-
guiente, muy perceptible desde un principio. Los habitantes in-
dígenas que vivían entre los moros olvidaron muy pronto su
latín corrupto, y comenzaron á hablar el árabe ; en 794 los con-
quistadores juzgaron ya conveniente establecer escuelas en que
enseñar su lengua á sus subditos cristianos, imponiéndoles
hasta la obligación de no frecuentar otras 17. Alvaro de Córdoba,
que escribió su Indiculus Luminosus en 8o4 *8, yes testigo abo-
nado en la materia, asegura que lo lograron del todo, pues se
queja amargamente de que en su tiempo los cristianos despre-
ciaban el latin y aprendían la lengua arábiga, hasta el punto de
que entre mil cristianos era difícil encontrar uno que supiese
escribir una carta latina á un correligionario suyo , al paso que
era muy frecuente hallar quien escribiese poesía en competen-
cia con los mismos árabes i0. Llegó en realidad esta lengua á
•1674, ad verb. Que tal era la acepción bres,pero que poseyéndola, habla co-
genuina y común de dicha palal raen mo extranjero.» La palabra se usa
los tiempos antiguos , se prueba por aun hoy dia para designar el ritualde
un texto de la «Chronica de España», algunas parroquias en Toledo. Cas-
parten; y que continuó asi, también tro, «Biblioteca», t. n,p. 458, y «Paleó-
se evidencia con muchos textos, y graphia Esp.», p. 16. Por el contrario,
principalmente con el siguiente pasa- ios moros que, con el progreso de las
je de «Los Muzárabes de Toledo», co- armas cristianas hacia el Mediodía,
media inserta en la «Colección de co- quedaron encerrados dentro delapo-
medins escogidas», t. xxxvin, 4672, bl ación cristiana y hablaron su len-
p. 157, en la que un muzárabe, expli- gua, recibieron el nombre de moros
cando á Alfonso VII quién es él y quié- latinados; véase el « Poema del Cid»,
res sus compañeros, poco ¿ules de la v. 2,676, y la «Crónica general», edi-
toma de la ciudad, le dice: cion 1604* fól. 304, adonde, hablando
Mucárabes nos llamamos, d,el moroAlfaraxi, convertidodespu.es
Porque entre árabes mezclados, al cristianismo y consejero del Cid,
Los mandamientos sagrados dice que «era de tan buen entendi-
De nuestra ley verdadera miento é era tan ladino, que semejaba
Con valor y fe sincera chrisliano».
Han sido tiempre guardados. i-, con(]e t. T n 2^9.
(Jomada ni.) ¿8 Fiorez'? «España'sagrada» , t. xt,
Pero éntrelas eruditas investiga- p.42.
ciones contenidas en las notas á las 49 El «Indiculus luminosus» es
«Dinastías mahometanas en España», una defensa de los mártires de Córdo-
4.°, Londres, 1840, vol. i, pp. 419-420, ba que padecieron en los reinados de
ha llegado quizá su autor á fijar esta Abderrahman II y de su hijo. El pasaje
cuestión, si no importante, al menos á que aludimos, con todas sus faltas
muy agitada. Mozárabe ó muzárabe, de pura latinidad y buen gusto, es el
según él dice, «es el iw-áh^mustárab, siguiente: «Heu, proh dolor! linguam
hombre que quiere imitar al árabe y suam nesciunt chrisliani, et linguam
hacerse árabe en la lengua y coslum- propiam non advertunt latini, ita ut
APÉNDICE A. 183
ser tan general entre los cristianos , que Juan, obispo de Sevi-
lla, varón venerable, y tan respetado délos musulmanes como
de los suyos, conoció la necesidad de trasladar al arábigo la Sa-
grada Escritura , en atención á que sus feligreses no podían ya
leerla en otra lengua 50. Hasta los libros de las iglesias parro-
quiales, desde esta época en adelante, durante algunos siglos, se
llevaban en arábigo , y en el archivo de la catedral de Toledo se
conservaban , y es probable que aun existan mas de dos mil es-
crituras arábigas , otorgadas principalmente por cristianos y aun
por eclesiásticos 3l.
Ni varió este estado de cosas cuando los cristianos que ba-
jaban del Norte fueron ganando terreno , porque aun después de
reconquistado el centro del país, las monedas acuñadas por los
reyes cristianos para circular entre sus subditos estaban cuaja-
das de inscripciones arábigas, como puede verse en las de Al-
fonso VI y Alfonso VIII, por los años de 1185, 1188, 1191,
1192, 1199 y 1212 b3.
Cuando D. Alonso el Sabio, por su cédula dada en Burgos á 18
de diciembre de 1252, creó escuelas públicas en Sevilla, esta-
bleció también que en ellas se enseñase la lengua arábiga, al
omni Cbristi collegio vix inveniatur K0 No se sabe á punto fijo la época
unus in millenó hominum numero, en que vivió Juan de Sevilla (Florez,
qui salutatoriasfratri possit raliona- t. ix, pp. 242 y siguientes); pero esto
biliter dirigere literas ; eí reperitur no importa a nuestro intento. El he-
absque numero multiplex turba, qui cho de haberse traducido la «Biblia»
erudilé caldaicas verhorum explicet al arábigo consta de la «Crónica ge-
pompas, ila ul metricé erudition ab nerab (parte m, cap. 2, fol. 9, edición
ipsis gentibus carmine et sublimiori 1604): «Trasladó las Sanctas Escrip-
pulcliritudine, etc.» Se encuentra al turas en arávigo, é tizo las exposicio-
tin del tratado que reimprimió Florez, nes dellas, según conviene a laSanc-
t.xi, pp. 221-273. Lafrase «omni Chris- ta Eseriptura.» Mariana explica muy
ti collegio» la supone siempre Mabi- bien la razón que hubo para ello ; dí-
llon, « Lie re diplomática» , fól. 4861, ciendoque fué « á causa que la lengua
Jib. ii, cap. 1, p. 55, relativa al clero, arábiga se usaba mucho entre todos;
en cuyo caso la ponderación es aun la latina ordinariamente ni se usaba,
mayor, y significa que «demilclérigos ni se sabia». (Lib. vn, cap. 5, prope
apenas había uno que supiese saludar finem.) Véase también á Antonio, «Bi-
por escrito á uno de sus hermanos», blioteca Vet.», lib. vi, cap. 9; Cas-
(Hallam, « La edad media», Londres, tro, «Bibliot. Esp.», t. n, pp. 454, etc.
8.°, 1819, t. in, p. 552); pero presumí- 51 «Paleografía española», p. 22.
mos que al hablar Alvaro en estos tér- 'úi «Memorias de la Beal Acad.de
minos, trata solamente de la población la Hist.», t. iv; «Ensayo» de Marina,
cristiana de Córdoba y susinmedia- pp. 40-45.
ciones.
184 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
propio tiempo que la latina 5S. Mas tarde aun, y rayando
casi el siglo xiv, los autos y escrituras públicas de aquella
parte de España se extendian frecuentemente en lengua arábi-
ga, y documentos eclesiásticos hay de grande importancia , en
los que las firmas de los otorgantes están hechas con letras ará-
bigas, aun cuando el cuerpo del escrito lo esté en latin ó en
castellano, como sucede con cierto privilegio otorgado á las
monjas de San Clemente de Toledo por Fernando IV 5*. De ma-
nera que es á todas luces evidente que casi hasta la toma de
Granada, y en ciertas cosas aun después, la lengua, costumbres
y civilización de los árabes se hallaban muy encarnadas en la
población cristiana del centro y mediodía de la Península.
Así es que cuando los cristianos del norte , después de una
lucha la mas tenaz y prolongada , lograron arrancar la mayor
parte del suelo patrio al yugo musulmán, y acorralar al enemigo
enlas provincias del sur déla Península, se hallaron, á medida que
iban avanzando, rodeados de multitud de sus antiguos compa-
triotas, cristianos, es verdad, en la fe y en el sentimiento, aunque
ignorantes de la moral y doctrina católicas, y completamente mo-
ros en el traje, hábitos y lengua. Entonces fué cuando se amalga-
maron y confundieron dos masas que los azares de la guerra ha-
bían tenido por largo tiempo separadas, y que, aunque de un
mismo origen y enlazadas aun por las simpatías, mas justas, de la
naturaleza humana, hacia siglos que no tenían un idioma común,
único medio posible de mantener el trato y comunicación diaria
de la vida. Mas esta union de dos partes de un mismo pueblo,
donde quieray en cualquiera tiempo que se verificase, habia ne-
cesariamente de producir, corno siempre lo ha hecho, unamo-
dificacion inmediata del idioma hablado por ambas. A no du-
darlo, esta recomposición del latin, ya gotificado, por decirlo así,
y corrompido , venia verificándose en cierta manera desde los
tiempos de la conquista de los árabes ; mas en la época á que
nos referimos, no podia menos de ser llevada á cabo ; y la len-
gua arábiga , por consiguiente , entró á formar parte integrante
53 Mondéjar, «Memorias de Don M «Memorias déla Real Acad.de la
Alonso el Sabio», fól. 1777, p 43; Historia», t. iv; «Ensayo» de Marina.
Ortiz de Zúñiga, «Anales de Sevilla», p. 40.
fól. 1677, p. 79.
APÉNDICE A. 185
del idioma vulgar 55, siendo este el último elemento importante
que el castellano recibió dentro de sí. Dicha lengua fué sucesi-
vamente perfeccionándose y puliéndose durante algunos siglos
de adelantamiento en ciencias y civilización , si bien en sus
principales rasgos se conserva la misma, y tal cual apareció poco
después del importante suceso llamado con característica na-
cionalidad «la restauración de España» 56.
Mas esta lengua, que los cristianos triunfantes trajeron del
norte y que luego se fué modificando á medida que aquellos
avanzaban sobre la población musulmana del sur, no era, se-
gún hemos visto ya , el latin clásico ; era un latin adulterado y
corrupto, primero por las causas que habían contribuido á vi-
ciarlo dentro del mismo imperio romano, y aun antes de su rui-
na; después por la inevitable influencia que en él debió ejercer
el establecimiento de los godos y otras naciones bárbaras en el
territorio español; y por último, por el aumento que mas ade-
lante recibió de voces ibéricas ó vascongadas, adquiridas du-
rante la residencia de los cristianos fugitivos al tiempo de la con-
quista musulmana, entre montañeses que conservaron siempre
su idioma nativo. La principal causa, sin embargo, de la última
corrupción de la lengua latina en las comarcas del norte de Es-
paña á mediados del siglo vm, debió ser, á no dudarlo, la misera-
ble y triste condición del pueblo que la hablaba. Habíanse los
cristianos refugiadoallíá consecuencia déla ruina totaldel impe-
rio latinizado délos godos, y fueron perseguidos por los aceros mu-
sulmanes hasta encontrarse reunidos en las agrestes montañas
de Asturias y Vizcaya. Allí, sin las instituciones sociales ácuya
sombra se habian educado , y que, á pesar de su decadencia y
ruina, les representaban las tristes reliquias de civilización que
habia aun en el país; mezclados con un pueblo que conservaba
'Vi En cuanto á la copiosa incorpo- les emigrados», t. n, p. 16,y t. m, pa-
racion del árabe en la lengua espa- ginas291, hay dos artículos que ilus-
íiola, véase á Aldrele, «Origen», li- tranmuchola materia, aunque en uno
bro ni, cap. 15; Covarrubias, «Tesoro», de ellos se da al elemento arábigo
passim,y el catálogo de 85 paginasen demasiada importancia,
el t. iv de las «Memorias de la Real s6 La frase vulgar y característica
Academia de la Historia». A esto pue- usada desde muy antiguo para expre-
den añadirse los curiosísimos «Ves- sar la conquista de España por los
ligios da lingua arábica em Portugal», árabes es <¡\apérdida de España»; del
per Joao de Sousa; Lisboa, 1789, 4.° mismo modo se ha llamado la recon-
Finalmente, eu los « Ocios de españo- quista «la restauración de España».
186 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
aun parte de la rudeza y barbarie con que habia resistido las
invasiones de romanos y godos ; aglomerados en un estrecho
recinto y dentro de un territorio pobre é inculto, que apenas
les proporcionaba medios bastantes de subsistencia , los cristia-
nos del norte llegaron casi á convertirse en un pueblo de sal-
vajes : situación poco propia por cierto para conservar la pure-
za de su idioma 57. Ni era mas ventajosa su posición para dichos
fines, cuando, á impulsos de la desesperación, comenzaron á
recobrar el suelo que habían perdido sus mayores; porque, con-
tinuamente armados , envueltos en incesantes trabajos y an-
gustiosos peligros, abrigando contra el común enemigo un odio
intenso , nacional y religioso , mal podían pensar en otra cosa
que no fuese guerra y venganza , y así es que, al avanzar con sus
conquistas hacia al mediodía y el oriente, se fueron poco á poco
hallando en contacto con gentes de su propia raza , que habían
seguido viviendo entre los moros, y cuya superior civilización
y cultura no tardaron mucho en reconocer.
Eran inevitables las consecuencias del roce y contacto á que
hemos aludido, y así es que el cambio que entonces se operó
en la lengua del pueblo fué en cierta manera debido á las cir-
cunstancias particulares de su posición ; porque , así como los
godos entre los siglos v y vm recibieron muchas voces del latin,
por ser la lengua de un pueblo con quien mantenían estrechas
relaciones, y que estaba infinitamente mas ilustrado y adelan-
tado que ellos; así, ahora por iguales causas, la nación toda reci-
bió del árabe, entre los siglos vm y xm, otro aumento conside-
rable para su vocabulario , acomodándose de una manera muy
notable á la civilización , mas adelantada , de sus compatriotas
del sur y de sus nuevos subditos musulmanes.
No es fácil señalar con exactitud la época fija en que esta
union del latin gotiticado y corrompido , que vino del norte,
57 Los datos de los historiadores dnzados en andrajos, etc. (Conde,
árabes, que, como escritores contení- «Dominación», etc., parten, cap. 18.)
poráneos, son dignos de crédito, pre- Las noticias pintorescas, aunque du-
sentan una pintura muy viva de los dosas, de la « Crónica general n en su
cristianos del norte de España en el parte ni, y la narración, mas grave, de
siglo vm : «Viven como lieras , que Mariana (lib. vn), no dejan la menor
nunca lavan sus cuerpos investidos, duda acerca de la exactitud y verdad
que no se los mudan, y los llevan de esta descripción,
puestos hasta que se les caen despe-
APÉNDICE A. 187
con el árabe del mediodía, llegó á formar la lengua llamada des-
pués española ó castellana 58 ; porque este amalgama debió ser
natural resultado de uno de aquellos cambios lentos y silencio-
sos que se suelen operar en el carácter esencial de un pueblo
entero , aunque sin dejar monumentos duraderos ni memorias
exactas. Marina, cuya opinion en la materia es muy res-
petable, asegura que, en su juicio, no existe documento alguno
en lengua castellana anterior al año de 1 140 59. En efecto, el mas
antiguo que se cita es la confirmación de los fueros de Aviles,
en Asturias , hecha en 1 15o por Alfonso Vil 60 ; y por lo tanto,
58 Véase á Marina, dínsayo», p. 19.
59 Ibid., pp. 23, 24.
6U El fuero de Oviedo no ha sido
aun, á lo que que creemos, examinado
con lal escrupulosidad, que se pueda
sentar una opinion decisiva acerca
de su antigüedad y carácter. Mas ten-
go entre mis papeles una copia de la
parte de dicho fuero, que está en el
dialecto moderno, tal como se in-
serta en una confirmación del dicho
fuero por Fernando IV en 1293, en
cuya época es muy posible que las
palabras mismas, ó su ortografía, ha-
yan sido alteradas , y aun quizá tam-
bién que el documento se haya tra-
ducido, como sucedia á menudo en
semejantes casos. Véase lo que ya di-
jimos en el tomo i, p. 51, nota 26, y
también á Dozy , «Recherches», to-
mo i, p. 641, n. 2.
Para muestra del romance usado
en el fuero, copiaremos un trozo de
él : «Hié si vecino á vecino tiadura
negar, tolla del fiador á doble , á ca-
bo que si podier arrancar perjudicio
della villa quel peche el dublo; et si
dos ornes trabaren magar que el
maiorino ósagione delant estant, non
haian hi nada, si uno dellos non Ili
da sua voz, si fierro molido hie non
sacar á mal fazer.»
Pero cualesquiera que sean la duda
é incertidumbre acerca del fuero de
Oviedo, lo cierto es que no existen
con respecto á la carta-puebla de
Aviles, y como esta última es solo
posterior de dos años, es decir de
1245,yprocede de la misma provincia
de España, no puede apenas haber
diferencia alguna perceptible entre
unoy otro documento. Pasemos, pues,
á tratar de la carta-puebla de Aviles,
en la cual hallamos, así en el or-
den y sintaxis de las palabras, co-
mo en la ortografía, cierto sabor de
antigüedad , si cabe aun mayor que
en el fuero de Oviedo, así como indi-
cios evidentes de un dialecto luchan-
do por tomar formas permanentes y
fijas.
La carta-puebla de Aviles es consi-
derada por cuantos de ella han hecho
mención como un documento impor-
tantísimo para la primitiva historia de
la lengua castellana. Citóla el prime-
ro, si no estamos equivocados, el
P. Risco en su «Historia de la ciudad
y corte de Leon» ( Madrid, 1795, 4.°,
t. i, pp. 252 y 253), después Marina en
su «Ensayo» («Memorias de la Real
Acad. de la Hist.», t. iv, 1805, p. 53),
ambos jueces muy competentes, que
la declararon genuina. Pero Risco
nada imprimió de ella, y Marina solo
publicó algunos extractos. Por últi-
mo, dióse integra á luz en la «Revista
de Madrid», segunda época, t. vii, pá-
ginas 267-522) , según los originales
mas antiguos existentes en el país,
por D. Rafael Gonzalez Llanos, erudi-
to asturiano, natural de Aviles, quien
en dicho articulo se muestra aman-
tísimo de su ciudad natal, y muy
familiarizado con sus antigüedades.
La carta-puebla de Aviles fuéorigi-
nariamenle otorgada por D. Alfon-
so VI, quereinó desde 1073 hasta 1109,
en el latin que á la sazón se usaba;
mas en 1274 los pobladores hicieron
188 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
por muy lenta y oscura que haya sido la formación del caste-
llano como lengua viva de la España moderna , bien se puede
asegurar que á mediados del siglo xn habia conseguido ya ele-
presente á D. Alonso el Sabio que mines cun armas derumpent casa, et
aquel documento habia perecido en de rotura de orta serrada, lx sólidos
el asalto de la villa por su hijo D. San- al don de la orta , el medio al rei é
cho; el original, pues, se perdió, y medioaldondela. — Homines popula-
sabemos cómo. tores de Abilies , non dent portage ni
La que hoy existe es una traducción rivage desde la mar at a Leon.» (Ibid.,
de dicha carta-puebla, hecha al tiem- p. 522.)
po desu confirmación por Alonso VII, Según laopii, ion unánime decuan-
en i 155, y se conserva aun en el ar- tos han examinado esta carta-puebla,
chivo de la villa, en un pergamino es un documento legítimo en dialecto
formado de dos pieles juntas y cosi- vulgar de aquel periodo, dialectoque
das, que tiene cuatro pies y once pul- el Sr. Gonzalez Llanos opina recibió
gadas de largo y diez y nueve pulga- su carácter esencial y propio en 1206,
das de ancho. Está unido el sello de es decir seis años antes de la batalla
Alfonso Vil y las firmas originales de de lasNavas; aunque mucho después
los diferentes personajesque lo auto- de ella se encuentran documentos
rizaron, y además está revestida de llenos de frases y voces latinas. («Re-
las confirmaciones sucesivas hechas vista», ut supr., t. vin, p. 197 )
durantecinco siglos. (Véase «Revista» No ignoramos que Mr. Hallam,en
ut supr. pp. 329, 530.) Ue manera que una nota a la parte n, cap. 9, desu
todo, inclusa la aspereza del perga- «Historia déla edad media», Londres,
mino, la letra y el estilo, anuncia que 1819,8.°, t. m, p. 554, cita dos docu-
el documento es genuino y legitimo, mentos en castellano, que supone de
tanto como cualquiera otro de su fecha anterior á este, diciendo : «El
época. primer escrito en castellano que re-
Despues de un encabezamiento en cuerdo es un instrumento publicado
mal latin, comienza con las palabras por Marlene («Thesaurus Anecdoto-
siguientes : «Estos sunt los foros que rum», t. i, p. 265), cuya fecha es de
deu el rey D. Alfonso ad Abilies, 1095; pero no dudo que otros mas
cuando la poblou par foro Sancti Fa- versados en las antigüedades de aquel
cundi et otorgo lo Emperador em país adelantarán aun mas. Marina, en
primo, per solar prender, I solido á su «Teoría de las Cortes», t. in, p. 1,
lo reu, etll denarios alo saion,é cada publicó otro de 1101, que está en un
ano un solido en censo per lo solar : Vidimus de D. Pedro el Cruel, y no
i qui lo vender, de I solido á Iorai, puedo resolverme á creer que sea
é quil comparar dará II denarios á lo traducción del latin. «Pocos votos po-
saion,» etc., p. 267. drán hallarse de mas autoridad en pun-
Parte de uno de sus artículos mas tos históricos que el de Mr. Hallam, y
importantes dice asi : « Toth homine su dicho llevaría la fecha auténtica del
qui populador for ela villa del rey, de idioma de Castilla sesenta años antes
quant aver quiser aver, si aver co- del período en que nosotros le (¡ja-
mo heredat, dé fer en toth suo placer mos. Pero examinados escrupulo-
de vender ó de dar, et á quen lo do- sámente los documentos que cita, los
nar que sedeat stabile si filio non juzgamos posteriores á la carla-pue-
haver, et si lilio aver del, délo á ma- bla de Aviles. El de Marlene es una
no il lo quis quiser é fur placer que mera anécdota relativa á la toma de
non deserede de loto: et si tolo lo Exea por I). Sancho de Aragón ; el len-
deseredar, toto lo perdan aquellos á guaje se parece mucho al de las «Par-
quen lo der.x («Revista», p.315.) tidas», lo cual le hace descender á
Las últimas disposiciones están con- mediados del siglo xni;pero enreali-
cebidasen eslos términos: «Duos ho- dad no tiene fecha, y solamente dice
APÉNDICE A. i 89
varse ala categoría de lengua escrita, y figuraba en los docu-
mentos públicos importantes de aquel tiempo.
Desde esta época, pues, debemos admitir ya en España la exis-
tencia de una lengua, que se fué extendiendo gradualmente por
casi toda la Península; distinta del latin puro y del latin corrup-
to que después se habló, y mas distinta todavía del árabe, aun-
que formada sin duda alguna de la union de ambos idiomas, y
modificada por el espíritu y analogías de los dialectos góticos;
aumentada, por fin, con los restos del vocabulario de las tribus
germánicas, así como con el de los iberos, celtas y fenicios, que
en varios tiempos ocuparon la Península toda ó parte de ella.
La lengua así formada recibió en su cuna el nombre de roman-
ce, por ser en su mayor parte hija de la romana, á la manera
que los cristianos refugiados en las montañas del norte eran lla-
mados rom ó arromi por los árabes, que los creian descendien-
tes de los antiguos romanos61. Denominóse después española,
del nombre tomado por el pueblo que la usó, y posteriormente
ha sido llamada con mas frecuencia castellana, por aquella parte
del país cuyo poder político predominó mas tarde, hasta el pun-
to de dar á su habla una preponderancia marcada sobre las
demás de la Península, como son el gallego, el catalán y el
valenciano, dialectos todos que, durante mas ó menos tiempo,
fueron lenguas escritas y tuvieron literatura propia.
La proporción exacta en que cada una de las lenguas compo-
nentes del castellano contribuyó á la formación de este no ha
podido nunca averiguarse de una manera satisfactoria , si bien
existen datos bastantes para un cálculo aproximado con que
apreciar las relaciones generales de unas con otras. Sarmiento,
que la villa de Kxea se tomó á los escribiese el primitivo castellano. El
moros en las nonas de abril de 109o. documento citado por Marina es de
Debe, por lo tanto, haber alguna equi- fecha conocida y mas moderna toda-
vocacion , pues D. Sancho de Aragón, vía , y se reduce á una carta de privi-
que aquí se supone su conquistador, legio que D. Alonso VI concedió á los
murió el 4 de junio de 1094, y lesuce- muzárabes de Toledo, traducida al
dio Ü. Pedro 1, y el autor de esta castellano en 1540, al confirmarla Don
relación, que en último resultado pa- Alonso XI. Así lo indica el mismo
rece ser extracto de alguna crónica Marina, que al citarla en el índice de
monástica, no parece vivió tan cerca su libro, la menciona expresamente
de aquella fecha que supiese bien el como «traducida al castellano»,
hecho. Exea está además en Aragón, cl Marina, «Ensayo», p. 19.
donde no es probable se hablase ni
190 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
que estudió detenidamente este asunto, es de opinion que, di-
vididas las voces del castellano en cien partes iguales, las sesenta
son latinas, ó puras ó corruptas; las diez eclesiásticas ó griegas;
otras diez son septentrionales , antiguas , medias y modernas;
otras diez orientales , anteriores y posteriores á la invasion de
los árabes, y las diez restantes se componen de voces de las In-
dias Orientales y Occidentales, alemanas, borgoñonas y de la
jerga de los gitanos. Probable es que este cálculo no diste mucho
de la verdad ; pero Larramendi y Humboldt han probado hasta
la evidencia que á los elementos ya citados habia que añadir el
vascongado; y mientras que, con respecto al arábigo, Marina
disminuye la cuota, G... la eleva á un octavo en vez de un dé-
cimo. Sea de esto lo que fuere, un hecho hay indudable, y es,
que el origen principal, el cimiento, por decirlo así, del caste-
llano, se halla en el latin, al cual pertenecen en realidad todas
ó casi todas las raíces que comunmente suelen atribuirse al grie-
go 62.
c2 La mejor prueba qu¡7á que pue- sa que latin corrupto.» Añade el au-
de aducirse del gran número de vo- tor haber visto muchas cartas españo-
ces y construcciones latinas que el lasquenoeran sino latinas, ypresenta
actual castellano ha conservado, se para muestra una de ellas. Asimismo
encuentra en muchas páginas en pro- pueden citarse el «Diálogo de Fernán
sa y verso, escritas en diversas épo- Perez de Oliva», y una «Epístola» de
cas, y (¡ue pueden leerse asi en latin Ambrosio de Morales, el historiador,
como en castellano. Kl primer ensayo impresas ambas entre las ohras del
de este género que conocemos es un primero; un soneto publicado por
trabajo de I). Juan Martinez Silíceo, Rengifo en su «Arle poética», 1592;
arzobispo de Toledo y ayo de Feli- y finalmente, un tomito muy raro de
pe II, que estando en Italia, escribió tercetos, que compuso Diego de
una breve disertación en prosa para Agiar, impreso en 1621, con el título
leerse en ambas lenguas , dirigida á de «Tercetos en latin congruo y puro
probará varios eruditosamigos suyos castellano» , del cual copiaremos los
en aquel pais, que el castellano tenia dos primeros :
mas semejanza con el latin que el c ., , . , .
italiano- esfuerzo ríe ingenio one ¡m- ScIlbo nist0l'ias graves, generosos
uaiiano, esiuerzo cíe ingenio que im- Sp¡ritus ,iivinos heroes puros,
pnmio en su « Iratadode aritmética» Magnánimos, insignes, bellicosos;
en l-i 14. (Antonio, « Bibl. Nov.», t. n, Canto de Marte defensores duros,
p. 737.) Otros ejemplos se encuentran Animosos leones, excellentes, [ros,
mas adelante: el uno es una «ramáli- °e rara industria, invictos, grandes rau-
ca española impresa en Lovaina en ^ os animas íllustres, prominentes,
1555, intitulad.) : «Útil y breve institu- ,inoco> elc-
cion para aprender lengua hespaño- En versosde esta clase ni el latin ni
lav: libro curioso que habla del cas- el castellano se hacen notar por su
tellano comouna délas varias leuguas pureza, pero sirven para probar la
vulgares de la Peninsula en aquel semejanza entre ambos idiomas,
tiempo, diciendo de él: «No es otra co- Con respecto á las lenguas que en-
APÉNDICE A. 191
La lengua española ó castellana así formada fué generalizán-
dose con mas prontitud y facilidad que ninguna otra de sus her-
manas de nueva creación, que, al desaparecerla confusion de la
edad media, brotaron en el mediodía de Europa, y reemplazaron
así el idioma universal del imperio romano. Consistió esto en que
las relaciones íntimas y extraordinarias entre moros, muzárabes
y cristianos hacían mas necesaria que en otras partes su creación
y uso; que el reinado de San Fernando, principalmente hasta la
conquista de Sevilla en 1247, fué un período, sino de tranquili-
dad absoluta, al menos próspero y aun brillante; que el latín, así
el escrito como el hablado, habia entonces llegado á tal punto
de degradación, que no podia ofrecer en España la misma resis-
tencia que en otros países, donde á la sazón se realizaban cam-
bios de la misma especie 63. No debemos, pues, maravillarnos al
encontrar, no solo muestras, sino monumentos considerables de
literatura española, muy poco después de la formación de la len-
gua. El poema narrativo del Cid, por ejemplo, no puede razona-
blemente colocarse mas tarde que el año de 1200; y Berceo, que
floreció entre 1220 y 1240, á pesar de que casi casi se disculpa
de no escribir en latín u, manifestando de esta manera vivir en
traron á formar la española, véase á Roman paladino significa el «roman-
Sarmiento, «Mernorias»,_177o, p. 107. ee vulgar y corriente», puesopinamos,
— Larraniendi, « Antigüedad y üniver- con Sanchez, que paladino viene de
salidail del vascuence», 1728, cap. 16. paiam , aunque Sarmiento (en su di-
— Vargas Ponce, «Disertación», 1795. sertacion manuscrita sobreel «Amadis
pp. 10-26.— Rosseeuw de Saiut-Hi- de Gaula», ya cítala al hablar de este
laire, «Estudios sobre el origen de la libro), refiriéndoseáestemismoverso,
lengua y de los romances españoles», dice : «Paladino es de palatino, y este
Tesis, 1838, p.H. — W.von Humboldt, es de palacio.» Otrolatino equivale,
«Prüfung», etc. , vacilado —Marina, pues, al primer latín mas ó menos
«Ensayo», en las «Mem. de la Acad. de corrupto. Usa Cervantes la voz ladino
la Histor.», t. iv. 180o, y un articulo en equivalencia de español («Don
del British and foreign Review (nú- Quijote», parte i , cap. 41, y la nota de
mero xv, 1859), escrito por D. P. de O. Clemencin), y también Dante (parte
63 Todos los privilegios concedidos m, 63 ) la usó en el sentido de « llano.
á Sevilla por S. Fernando después fácil», ejemplos ambos curiosísimos
de la conquista, están escritos en el de una significación indirecta, im-
romance ó lengua vulgar de la época, puesta violentamente á una palabra.
(Ortiz y Zúñiga, «Anales de Sevilla», Por prosa entendemos cuento ó narra-
fól. 1677, p. 89.) cion. Biagioli (Ad Purgatorio xxvi,
6i Quiero fer una prosa en román pala- 1 18) dice : «Prosa, nell' italiano e nell
[diño Provenzale del seco'o x¡¡¡ , significa
En qual sude el pueblo fablar á su vecino, precisamente istoria ó narrazione in
Ca non so tan letrado por ser otrolatino. versh) puede cj,]darse s¡ el autor ap|¡.
intúí'oVÍVl.) miUS ,,,Ca" có con razón esta observación alpa-
192 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
tiempo que luchaban aun las dos lenguas, nos ha dejado , con
todo, muchas poesías verdaderamente españolas ó castellanas.
Sin embargo, en tiempos posteriores y principalmente en el rei-
nado de D. Alonso el Sabio , desde 12o2 á 1282, es donde debe
buscarse el origen del castellano como lengua escrita, fija y
perfeccionada. Por su mandato la Vulgata se tradujo al castella-
no; él dispuso que todos los contratos civiles y documentos le-
gales se escribiesen en dicho idioma; y finalmente, con su gran-
dioso y notable código de Las Partidas, echó los cimientos de
su autoridad y extension mientras duren la raza y poder de los
españoles 63. Este, pues , debe ser el punto de partida de toda
investigación sobre el origen y desarrollo de la lengua en la li-
teratura propiamente llamada castellana.
APÉNDICE B.
III. LOS ro'maxceros.
(Véase el tomo i, pág. 111.)
Siendo, como son, los mas antiguos romances que conocemos,
obra de poetas anónimos, y recogidos en diferentes épocas de la
tradición oral , imposible es conocerlos y apreciarlos bien sin
tener antes alguna noticia de las colecciones llamadas Roman-
ceros, en que por primera vez fueron incluidos y publicados
aquellos. Ya el erudito D. Fernando Wolf, en un tratadito espe-
cial , impreso en el tomo cxiv del Yarbücher der Literatur de
saje del Dante, mas no cahe duda que misma voz, tan frecuente y conocida
es aplicable al de Berceo, cuyo ver- en el rezo eclesiástico, (Du Cange,
dadero sentido no comprendió Bou- «Glossarium», adverb.): mas nosotros
terwek ni sus traductores españoles opinamos que los primeros versifica-
( Bouterwek , trad. Cortina, etc., 8.°, dores españoles la tomaron del pro-
Madrid, 1829, t. 1, pp. 60 y 119). Fer- venza!, y no del latín eclesiástico,
nando Wolf, en su erudila'obra «l'ber 6S Mondéjar, «Memorias del rey Don
die Lais, Sequencen und Ceiche», Alonso el Sabio» , fól., Madrid, 1777,
Heidelberg, 1841, 8.°, pp. 92 y 304, pp. 450-452; Mariana, «Hist.», lib. xiv,
es de parecer que la voz prosa en es- cap. 7, y Castro , «Bib.», 1. 1, páginas
te pasaje, y en toda la primitiva lite- 411, etc.
ratura española, se refiere al uso de la
APÉNDICE B. 493
Viena (1846, pp. 1-72), trató esta cuestión importante con laeru-
dicion y tino que le son propios, y por lo tanto, al entrar en
asunto de sí tan delicado y tan bien tratado por aquel ilustre li-
terato, lo hacemos con cierto temor y no poca repugnancia;
mas, como tengamos en nuestro poder ó hayamos visto varios
Romanceros que él no ha logrado ver, y como, por otra parte, no
podamos adoptar su opinion respecto al que él cree mas antiguo,
y por consiguiente, mas importante de todos, habremos necesa-
riamente de decir lo que se nos alcanza en este oscurísimo ramo
de bibliografía española lo mas brevemente que nos sea posi-
ble, limitándonos tan solo a hacer aquellas observaciones que no
hayan sido anteriormente propuestas, y tratando la cuestión
en cuanto tiene relación con la historia de la poesía española 4.
Tanto en bibliotecas públicas de Europa, como en librerías de
aficionados, se hallan muchos romances impresos en letra de
Tórtis, y en uno ó dos pliegos sueltos, como son El conde Alar-
eos, El moro Calaínos, y otros. Dos colecciones de estos roman-
ces sueltos, compuestas la una de doce y la otra de cincuenta
y nueve , se vendieron en Londres entre los libros de M. He-
ber; y Brunet, en el articulo Romanceros, cita también varios ba-
jo el título de Romances separes. Ninguno de ellos, sin embar-
go, tiene fecha de impresión, y por lo tanto , muy difícil es fijar
el año en que respectivamente salieron á luz. Si hemos de juzgar
por los que hemos visto, nos inclinamos mas bien á creer que
estén tomados, en su mayor parte, de colecciones impresas ya,
y que se sabe ban existido ó existen todavía, que no que havan
servido para formar dichas colecciones, de las cuales, la mas
antigua se anuncia, al publicarse, como formada de romances
conservados en la memoria de las gentes , ó en copias manus-
critas y poco correctas , que circulaban solo entre el pueblo 2.
* Desde que en 1849 se publicó en lung SpanischerRomanzen»,pp.l33y
ingles la primera edición deesia obra, siguientes.
el autor de ella ha tenido la mayor 2 El citado D. Fernando Wolf halló
satisfacción al ver que el erudito Don en 1848 ó 1849, en la biblioteca de la
Fernando Wolf participa también úc universidad de Praga, un lomoen4.°
esta opinion relativamente á la co- forrado en pergamiuo y que contenía
lección mas antigua de romances, se- mas de ochenta de esto's pliegos suel-
gun lo manifiesta en un papel leído a tos con romances. Ninguno de ellos
la Academia Imperial de ( iencias de tiene fecha, exceptuados tan solo cin-
Viena en 1850, con el titulo de n-Samm- coque se imprimieron entre 1550 y
TOM. IV. J3
194 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
í. La primera colección separada de romances es laque, con
el título de Silva de varios romances, imprimió Esteban G. de
Nájera en Zaragoza, año de 1550, y dividida en dos partes.
(Véase á Brunet, Manuel du libraire, ed. 1845, art. Silva.) He-
mos tenido á la vista un ejemplar de esta Silva, que en 1838 era
propiedad de M. Henri Ternaux-Compans, de Paris. En el pró-
logo ó introducción á la primera parte, el editor dice haberse
tomado el trabajo de juntar todos los romances de que tuvo
noticia, y después añade : «Puede ser que falten aquí algunos
(aunque muy pocos) de los romances viejos, los cuales yo no
puse, ó porque no han llegado á mi noticia, ó porque no los hallé
tan completos y períéctos como quisiera , y no niego que en
los que aquí van impresos haya alguna falta ; pero esto debe-
rá imputarse á los ejemplares de donde los saqué , que estaban
muy corruptos, y á la flaqueza de la memoria de algunos que
me los dictaron , que no se podían acordar de ellos perfecta-
mente. Yo hice toda diligencia porque hubiese las menos faltas
posibles, y no me ha sido poco trabajo juntarlos y enmendarlos,
y añadir algunos que estaban imperfectos. También quise tu-
viesen alguna orden, y puse primero los de devoción y sacados
de las Santas Escrituras , después los de cosas de España , los
de Troya, y por último, los de cosas de amores.»
Después de dichos romances, que ocupan las ciento y noventa
1564; pero todos ellos son anteriores, co mencionados por Duran se hallan
según opina Mr. Wolf, al año 1570. comprendidos entre ellos, ó son otros
Muchos de ellos contienen Ires y mas diferentesy distintos; pero por lama-
romances populares, entre los cuales ñera de citarlos infiero que el erudito
unos treinta eran enteramente deseo- alemán no llegó á verlos. Mas, sea de
nocidos. La colección toda se halla ám- esto lo que fuere, tengo el convencí •
pliamente descrita en otro papel del miento intimo de que el número de
Sr. Wolf, leido ala Academia Imperial romances impresos en pliegos sueltos
de Ciencias de Viena, «líber eine antes del año 1550 es muy reducido,
Sanimlung SpanischerHomanzen». aunque efectivamente los ha habido.
Tan solo cinco, si no me engaño, de Es este un hecho de que yo tenia mis
los 150 pliegos sueltos de poesia po- dudas antes de haber leido la nota á
pulur, atribuidos por Duran («Roman- la página 155 de la erudita y concien-
cero general», t. i, pp. 67-80), á poe- zuda «Disertación» de Wolf. En prue-
tas del siglo xvi.son de fecha ante- ha de su corto número citaré la opi-
rior al año de 1550, y de estos cinco, nion de Duran(«Romancero General»,
tengo yo tres que no son romances. 1849, t. i,p. 25, nota 18), deque no
Wolf,en su papelarriha citado fp. 155, se hallan romances en colecciones
nota), cita otros seis pliegos de la mis- manuscritas anteriores al año de 1550.
nía clase; pero no sabré decir si loscin-
APÉNDICE B. 195
y seis hojas primeras del tomo, siguen veinte y cinco hojas mas
de canciones, villancicos y chistes, éntrelos cuales, á fojas 199,
se halla el famoso é ingeniosísimo Diálogo entre Castillejo y su
pluma. Al concluir la primera parte (fól. 221) se halla la si-
guiente advertencia al lector, en la que el editor, cambiando sú-
bitamente de opinion en cuanto á haber logrado reunir todos
los romances viejos, á excepción de unos cuantos, nos dice : «Al-
gunos amigos mios, como supiesen que yo imprimía este Can-
cionero, me trajeron muchos romances que tenían, para que los
pusiese en él, y como ya íbamos al fin de la impresión, acordé no
ponerlos, porque fuera interrumpir el orden encomenzado, sino
hacer otro volumen, que será la segunda parte de esta Silva de
varios romanceros, la cual se queda imprimiendo. Vale, i
Esta segunda parte se imprimió en efecto en el mismo año
de 1550, y consta de doscientas y tres hojas de romances, nue-
ve de chistes, y dos de tabla , concluida la cual, se halla una
advertencia del impresor del tenor siguiente: «No quise in-
cluir en esta parte ninguno mas de estos chistes cortos, porque,
Dios mediante, irán en otra tercera parte, con otras muchas co-
sas de placer para el curioso lector. Vale. » No hemos llegado á
ver esta tercera parte, ni la hallo citada en ningún autor ; pero
no nos cabe duda de que se llegó á imprimir, puesto que en la
portada de la Silva de varios romances, de que Wolf y Brunet
citan varias ediciones hechas entre los años de 1578 y 1673, y
de la que poseemos una hecha en 1602, se declara que «con-
tiene los mejores romances de los tres libros de la Silva» .
II. Las dos primeras partes, formando una sola, aunque sin
los chistes, salieron luego á luz en Ambéres, considerablemen-
te aumentadas, é impresas, aunque sin fecha, por Martin Nució,
célebre impresor de libros castellanos. El prólogo de esta edi-
ción es casi idéntico al de la primera parte de la Silva de Nájéra;
mas al anunciar el orden y colocación de los romances , el im-
presor cambia de método, colocando en primer lugar los rela-
tivos «á Francia y á los doce pares», en seguida «los de histo-
rias castellanas» , después «los de Troya», y últimamente «los
amatorios» . Omítense algunos de los que se hallan en la edición
de Zaragoza, y se cambia el título en Cancionero de romances;
guárdase un ejemplar de este libro en la biblioteca del Arsenal,
196 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
en Paris. Que la edición sea posterior á la Silva de Zaragoza, y
formada de ella, parece indudable, puesto que la una debió ser
tomada de la otra ; que la nota final de la edición de Zaragoza
declara que los romances en ella contenidos fueron recogidos
é impresos en diferentes tiempos , al paso que el orden y colo-
cación del Cancionero de romances de Ambares manifiesta que
su editor los tuvo presentes al formar su colección. Además,
¿cómo es posible que Nució pudiese recoger romances conser-
vados en la memoria de las gentes que vivian en Ambéres, don-
de no liabia á la sazón sino muy pocos españoles, y esos solda-
dos? ¿Y de cuánto menos valor no debió ser una colección así
formada, comparada con una hecha en España?
III. Otro Cancionero de romances hay impreso en Ambéres,
en casa de Martin Nució, 15oo, del cual se conserva también
un ejemplar en la referida biblioteca del Arsenal, en Paris. Tie-
ne el mismo prólogo que la edición que acabamos de describir,
y se diferencia solamente en que tiene siete romances menos y
treinta y siete mas que la citada edición. Las erratas que se ha-
llan señaladas á fojas 272 de la edición sin fecha están corre-
gidas en la de 4550, lo cual es una prueba evidente de que esta
edición es posterior, como lo es también el contener romances
que no se hallan en la otra.
JV. La precitada edición de 1550 parece haber sido impresa
con portadas diferentes, pues Wolf cita un ejemplar déla biblio-
teca Imperial de Yiena, con fecha de 4ooi. Casi todos los demás
que se conocen tienen la de 15oo, bajo cuya fecha la citada co-
lección es mas conocida y comunmente citada. Es una reim-
presión de la edición de 1550, que ya dijimos se conserva en la
biblioteca del Arsenal, hecha á plana y renglón, y como no hay
señales de que la portada haya sido contrahecha, habremos de
inferir que en el mismo año de looO, en que la Silva salió por la
primera vez á luz en Zaragoza, se hicieron tres ediciones mas,
dos de ellas por Martin Nució, de Ambéres. Que todas tres son
una misma se manifiesta por la circunstancia de que, en general,
tienen los mismos romances , de que el prólogo también es el
mismo , aunque algún tanto variado en la segunda y tercera
edición, por razón de los romances nuevamente añadidos. Todas
ellas son en 12.°: la primera, con sus dos partes, ocupa cuatro-
APÉNDICE B. 197
tientas y treinta y seis hojas, la segunda doscientas y veinte Jy
seis, y la tercera ciento. La ultimase reimprimió muchas ve-
ces , y Wolf cita ediciones de ella de Ambéres, 1568 y 1573;
Lisboa, 1581, y Barcelona, 1587 y 1626.
Con posterioridad á la Silva de Zaragoza , se hicieron otras
colecciones de romances, de que ya hablamos en el texto, co-
mo la de Sepúlveda, 1551; Timoneda, 157o; Linares, 1575; Padi-
lla, 1583; Maldonado, 1586; y Cueva, 1587; las cuales todas con-
tienen romances, compuestos en su mayor parte por dichos au-
tores. Por último, hízose la tentativa de formar con estos mate-
riales, ya escritos, ya conservados en la memoria ó tradición de
las gentes, principales elementos para la formación de este lina-
je de libros, un Romancero general, que los comprendiese y abra-
zase todos, y llevóse á cabo, según parece , en Valencia, donde
un tal Andrés Villalta publicó la primera y segunda parte de Flor
de varios ij nuevos romances, seguidas de una tercera, por Feli-
pe Mey, literato y poeta, al propio tiempo que librero , quien
las imprimió juntas en un tomo en 1593, aunque de creer es
estuvieran ya antes impresas separadamente. Cita esta edición
el Sr. Duran en la advertencia á sus Romances caballerescos
(Madrid, 1852, 8.°, tomoi) ; y por los que de ella sacó, no
cabe duda que sus tres partes se diferenciaban muy poco de las
tres primeras del Romancero general, impreso algún tiempo des-
pués. El segundo tomo de esta colección , intitulado Cuarta y
quinta parte de flor de romances , fué compilado por Sebastian
Velez de Guevara, racionero de la colegiata de Santander, é im-
preso en Burgos en 1594, en un tomo en 12.°, de ciento y no-
venta y una hojas. No es evidentemente la primera edición,
puesto que la aprobación dada por Pedro de Padilla, y la Ucencia
para imprimir, son de 1592, al paso que la de esta edición tiene
la fecha de 11 de agosto de 1594, y en ella se expresa que el li-
bro habia sido otras veces impreso. De suponer es, pues, que las
dos partes (cuarta y quinta) se imprimieron en un principio por
separado.
El tomo tercero, y mas importante, se intitula : Sexta parte de
flor de romances nuevos , recopilados de muchos autores por
Pedro de Flores, librero. Imprimióse en Toledo , 1594, en un
tomo en 12.°, de ciento y noventa hojas. Es sin duda alguna la
198 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
edición príncipe ; pero en la licencia parece hacerse alusión á
una cuarta y quinta parte , también compilada por Flores. En
un romance puesto en cabeza de este tercer tomo, el editor,
Pedro de Flores, es acusado ante el dios Apolo de haber toma-
do mucho trabajo en la confección de él.
De diversas flores
Un ramillete ha juntado.
Las cuales con grande afán
De extrañas partes buscaron.
Aloque, en propia defensa, que sigue después, contesta Flo-
res, eran romances que anclaban descarriados , los que juntó
con sumo trabajo. Añade además que publica los romances
completos , y no á la manera de los ciegos y cantores, que, des-
pués de cantar una mitad, dicen estar cansados, y omiten la otra
mitad : todo lo cual nos persuade á creer que la mayor parte de
los romances contenidos en esta Sexta parte, que es excelen-
te, y consta de ciento y cincuenta y ocho, fueron recogidos
por el mismo Flores de la memoria de las gentes.
El cuarto torno contiene la Sétima y octava parte de flor de
varios romances nuevos, recopilados de muchos autores, y se
imprimió por Juan Iñiguez de Lequerica (Alcalá de Henares,
1597, 12.°). Hay dos licencias, una para cada parte, la primera
con fecha de 4 ele mayo de 1596, en que se reconoce ser reim-
presión, y la segunda de 50 de setiembre de 1597, como si fuera
primera edición, con el título de Flores del Parnaso, octava
parte. Una y otra tienen foliación separada, constando la séti-
ma de ciento sesenta y ocho hojas, y la octava de ciento treinta
y dos.
El quinto y último tomo lleva el título de Flor de varios ro-
mances, diferentes de todos los impresos, novena parte (Madrid,
Juan Flamenco, 1597, 12.°, de ciento y cuarenta y cuatro hojas).
La aprobación es de 4 de setiembre de 1597, y en la tasa, que es
de 22 de marzo de 1596, se habla de ella como si formase la oc-
tava y novena partes; pero la licencia, que no tiene fecha, es
solamente para la Novena parte.
V. Con estas nueve partes , con muy ligeros cambios y alte-
raciones, principalmente hacia lo último, se confeccionó el Ro-
mancero general, que se imprimió en Madrid en 1600, 4.°, cuya
APÉNDICE B. 199
tasa tiene la fecha de 16 de diciembre de 1599. Un ejemplar de
él se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. Segunda edi-
ción, también con algunos cambios y alteraciones, hizo Juan
de la Cuesta (Madrid, 1614, 4.°); si bien otro mercader de libros,
llamado Miguel de Madrigal, habia ya anteriormente publicado
la Segunda parte del Romancero general y flor de diversa poesía
(Valladolid, 1605, 4.°), la cual puede propiamente añadirse á
cualquiera de las dos últimas ediciones del Romancero princi-
pal , y ser considerada como su segundo tomo. Así pues , las
nueve partes que componen todas las cuatro ediciones, se ex-
tendieron hasta trece. Todas ellas son en 4.° menor, y consti-
tuyen los que en bibliografía son llamados Romanceros ge-
nerales.
La publicación de tantas colecciones de romances diferentes
en la última mitad del siglo xvi y primeros años del xvn, no de-
ja duda alguna de que los romances eran ya conocidos en to-
das las clases déla sociedad, y se iban abriendo camino y adqui-
riendo favor entre las mas elevadas. Pero los Romanceros gene-
rales eran demasiado abultados y voluminosos para uso del
pueblo. Imprimiéronse,' pues, colecciones de ellos mas reduci-
das, tales como el Jardín de amadores, de Juan de la Puen-
te, 1611; la Primavera, de Arias Perez, hecha con mucho acier-
to, y publicada en 1626, 1659, etc., con la continuación del al-
férez Jacinto Segura; las Maravillas del Parnaso, de Jorge Pinto
Morales, 164.0; los Romances varios, de Pablo de Val, 1655, ge-
neralmente hablando, ligeros y satíricos , entre los cuales hay
varios de Quevedo; los Romances varios, de Antonio Diez, y mu-
chas mas, por no decir nada de otras menos considerables, com-
puestas de uno ó dos pliegos, que citan Depping y Wolf, y fue-
ron publicadas para satisfacer la siempre creciente afición del
vulgo á esta clase de literatura, de la misma manera que han se-
guido y siguen reimprimiéndose hasta nuestros dias. Por las
mismas razones, aunque quizá también por satisfacer y halagar
la pasión militar de la época , y proporcionar solaz y recreo á
los soldados de Italia y Flándes y aventureros de América, se
escogían y entresacaban de los Romanceros generales y de otras
fuentes, romances de gusto mas marcial, y propios para mante-
ner vivo el entusiasmo guerrero de los que los leían; tales como
200 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
la Floresta de romances de los doce pares de Francia, compilada
por Damián Lopez de Tortajada, cuya primera edición se hizo
en Alcalá en 1608, y el Romancero del Cid, por Juan de Esco-
bar, también impreso por primera vez en Alcalá , 1642 (Anto-
nio, Bib. nov., t. i, p. 684); colecciones ambas que se han re-
impreso muchas veces después.
Esta afición á los antiguos romances y á otros géneros de
la antigua literatura castellana comenzó visiblemente á decaer
entre las clases altas de la sociedad al finalizar el siglo xvi , y
con el advenimiento al trono de la rama de Borbon , se extin-
guió casi por entero. Pero un sentimiento tan fuerte, y que
habia echado hondas raíces en el carácter nacional, no podia
ser desarraigado de un solo golpe. Verdad es que los romances
dejaron de estar de moda , y fueron casi olvidados de los cor-
tesanos y de los nobles, así como de las clases mas cultas de la
sociedad en general ; pero la masa del pueblo continuó fiel y
constante en sus aficiones, como lo prueban suficientemente el
testimonio del P. Sarmiento , y el hecho de haberse seguido
imprimiendo, casi sin interrupción, en forma popular y en
pliegos sueltos. Por último, en 1796 Fernandez (Estala) intentó
resucitar este género de literatura, publicando dos tomos de ro-
mances en su colección de Poesías escogidas, Quintana formó
con ellos un florido y perfumado, aunque exiguo, ramillete,
para su Colección de poesías, impresa en 1807, anteponiendo á
cada uno de ellos un prólogo, en que encomia su mérito y gra-
cias, aunque, á nuestro modo de ver, no con todo el fervor y
ahinco que merecen. Poco ó ningún efecto produjeron en Espa-
ña estas tentativas, aunque se dejó sentir fuera de una manera
visible. En 181o Jacobo Grimm publicó en Viena una pequeña
colección de los mejores romances viejos, sacados principal-
mente del Romancero de looo; y mas tarde G. B. Depping dio
áluz, enLeipzick, 1817, otra mas extensa, compuesta de unos
trescientos, con un prólogo y notas en alemán, la cual se reim-
primió después en castellano con algunas adiciones y correc-
ciones, primeramente en Londres por D. Vicente Salva, en 1825,
y después con grandes é importantes aumentos por el mismo
Depping, auxiliado por D. Antonio Alcalá Galiano, en 1844; pu-
blicaciones todas de bastante mérito , y que han contribuido
APÉNDICE B. 201
mas que ninguna de las anteriores á generalizar en Europa el
gusto por los antiguos romances españoles, produciendo las ad-
mirables y valientes traducciones del inglés Lockhart en 1823,
y la que con buena crítica y ordenación histórica ha hecho pos-
teriormente, en prosa francesa, ¡VI. Damas Hinardde unos tres-
cientos (Romancero español, Paris, 1844).
La mas importante , empero, de cuantas colecciones se han
hecho hasta el dia, y la mas extensa, se debe á la misma Espa-
ña, y ha sido formada porD. Agustín Duran, literato distinguido,
á quien deben mucho el teatro y otros géneros de la antigua lite-
ratura castellana. Comenzó en 1828 publicando los romances
moriscos del Romancero de 1614, y continuó en 1829 con dos
tomos mas de líricos, terminando su tarea en 1852 con otros dos
de caballerescos é históricos; formando así una colección en
cinco tomos, de los cuales, los cuatro últimos están sacados de
las fuentes que el autor pudo haber á las manos, anteriores al
siglo xvii , reimprimiéndose mas tarde dicha colección en Pa-
rís, con adiciones de Ochoa, en 1838; y en Barcelona, por
Pons, en 1840.
Pero no han parado aquí los laboriosos desvelos del Sr. Du-
ran. No satisfecho con su primer Romancero , acaba de publi-
car otro mucho mas completo y copioso, en la Riblioteca de auto-
res españoles,' del Sr. Kivadeueyra, tomo x y xvi, el cual com-
prende cerca de 2,000 romances, todos anteriores al año 1700,
ordenados y dispuestos con sumo tino y acierto. Son dignos de
elogio los detalles bibliográficos que atestiguan su legitimidad,
así como las notas críticas é históricas que los ilustran. Reunido
cuanto se ha hecho hasta el dia por propios y extraños para
poner en evidencia este interesante, aunque oscuro, géne-
ro de la primitiva literatura castellana, es nada en comparación
de lo que el modesto literato español ha hecho con sola esta
su obra.
202 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
APÉNDICE C.
DEL BACHILLER FERNÁN GOMEZ Y Sü CENTÓN EPISTOLARIO.
(Véase el tomo i , pág. 420.)
Hemos tratado del Centón epistolario en el texto y en el lu-
gar correspondiente, como de una colección de cartas llenas de
naturalidad y gracia, escritas por un hombre sencillo, aunque
algún tanto vanidoso , que sirvió durante cuarenta años á Don
Juan ÍI en calidad de físico, y debió, por lo tanto, estar bien in-
formado de cuanto ocurría en su corte. Mas , á pesar de todo,
no han dejado de suscitarse dudas acerca de la legitimidad de la
obra. Don Gregorio Mayans y Sisear (en sus Orígenes, t. i,
1757, p. 205), al hablar de D. Antonio de Vera y Zúñiga,
conde de la Roca, autor muy conocido, y diplomático de los
tiempos de Felipe IV, llamado algunas veces Vera y Figueroa,
dice de él que feamente adulteró las epístolas históricas del ba-
chiller Fernán Gomez de Cibdareal; mas, al fulminar acusa-
ción tan severa , Mayans no presenta prueba alguna , y así fué
agriamente reprendido por Diosdado Caballero (en su tratado
De prima Typographic Hispánica: ¿Etate, Roma, 1794, p. 74),
quien califica dicho aserto de «atrox aecusatio». También
Quintana, en su vida de D. Alvaro de Luna (Vidas de españoles
célebres, t. m, 1853, p. 248, nota), halló tal contradicción entre
la noticia que el Rachiller da de la muerte del Condestable y los
hechos históricamente conocidos, que suscitó todo género de
dudas , y concluye diciendo «que ha seguido al Rachiller como
autoridad suficiente , cuando no le contradicen otros datos de
mas seguridad é importancia».
Mi opinion en la materia, si he de decir verdad, es, que el libro
entero , desde el principio hasta el fin , es una superchería inge-
niosa, aunque de tan feliz desempeño y tan agradable, que es
triste cosa haber de calificarla con tanta dureza y despojarla
del eminente puesto que por tanto tiempo ha ocupado en la
literatura española del siglo xv. Los hechos en que se funda
son los siguientes :
APÉNDICE C. 203
1.° Ni en las crónicas ni en las cartas de la época en que se
supone vivió el Bachiller, se halla la menor mención de su per-
sona ; hecho muy notable en verdad , en medio de las noticias
circunstanciadas y minuciosas que tales libros nos proporcionan,
hablando de casi todos los personajes importantes de la corte
de D. Juan II , y muchas veces de individuos menos considera-
dos que lo era el médico y confidente del Rey.
2.° No se ha encontrado códice alguno de tal correspon-
dencia.
3.° La primera noticia que se tiene de estas cartas es su pu-
blicación en un tomo en 4.° de 166 hojas, y de letra gótica, que
se dice impreso en Burgos en 1499, y cuyos ejemplares no son
tan raros como otros libros del siglo xv. Don Nicolás Antonio,
que murió en 1684, manifiesta ya (Bibl. Vetus, t. n, p. 250)
alguna duda acerca de la autenticidad de dicha edición. Bayer,
en la reimpresión de 1788, y en una nota al pasaje que trata de
la obra del Bachiller, dice era opinion común entre los litera-
tos de su tiempo que la edición habia de atribuirse á D. Anto-
nio de Vera y Zúñiga (que murió en 1638); y Méndez (en su
Tipografía, 1796, pp. 291 y 293) declara que la edición es, á
no dudarlo, posterior de cincuenta años á la techa que repre-
senta; estos tres eruditos son testigos muy abonados é inteli-
gentes en la materia, además de ser un hecho que, en mi con-
cepto , no podia ocultarse á nadie que estuviese familiarizado
con los libros españoles del primer siglo de la imprenta, y que
haya examinado detenidamente un ejemplar del supuesto Cen-
tón de 1499. A esto debe añadirse que el nombre de Juan de Rey
es enteramente desconocido entre los impresores de Salamanca.
4.° La segunda edición del Epistolario de Cibdareal es la de
Madrid de 1775, hecha por D. Eugenio Llaguno y Amírola, se-
cretario de la Real Academia de la Historia, quien igualmente
opinó que la edición primitiva era posterior al año de 1600 ; cir-
cunstancia mas que probable , puesto que no hay autor alguno
de tiempos anteriores que haga referencia á dicha obra ni la
cite. En efecto, si Vera y Zúñiga intervino en la impresión,
debió verificarse bastante después, puesto que en 1600 este
caballero tenia unos diez años.
5.° El bachiller Cibdareal no pone fecha á ninguna de sus
204 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
epístolas, pero hállanse con tal facilidad en la misma O'ónica de
Don Juan 11 los hechos y alusiones que en ellas se contienen,
que el editor del Epistolario en 177o pudo, sin mas auxilio que el
de aquella, señalar las fechas respectivas á las ciento y cinco car-
tas de que consta el Centón; operación punto menos que impo-
sible si ambas obras se hubieran escrito independientemente
una de otra.
6.° El estilo de las cartas, aunque acomodado con sumo in-
genio y grande habilidad á la época en que se suponen escritas,
no es, sin embargo, uniforme, y adolece de arcaísmos muy no-
tables ; diremos mas aun : abunda en frases y modismos de que
no hay ejemplo en la lengua castellana, como el uso del ca en
lugar del que, expresión de todo punto inadmisible, y así es que,
para que hiciese sentido, se corrigió en la edición de 177-');
otros de menos bulto se pudieran citar, y entre ellos, el uso
constante y sistemático de la c por z en palabras que nunca se es-
cribieron con dicha letra.
7.° Las breves palabras del «Aviso al Letor», y las todavía
mas concisas con que se encabezan los versos hacia el final
del tomo, aparecen como del editor del libro, quien, según Ba-
yer, Méndez, etc. , vivió después del año 1600, y por lo tanto,
debieran estar en el lenguaje propio de la época de Cervantes y
Mariana ; mas no sucede así, sino que corresponde exactamente
al de las cartas, que se suponen escritas siglo y medio antes, y
lo que es peor aun , adolece de los mismos defectos que el de
aquellas, empleándose el ca por el que, expresión que, según
queda dicho, es propia y peculiar del Bachiller, y no usada
antes por otro alguno.
8.° Las mejores noticias y mas autorizadas son de que Juan
de Mena murió en Torrelaguna en 1456 , de edad de cuarenta y
cinco años (Anton., Bibl. Vetus, edic. Bayer, t. u, p. 266; y
Romero, Epicedio, 1578, fól. 486, al fin de los Proverbios de
Hernán Nuñez); y el supuesto Cibdareal (epíst. 20) pone á Juan
de Mena en 1428, es decir, á la edad de diez y siete años, en re-
laciones íntimas y de familiaridad con el Rey, haciéndole ya
coronista suyo y suponiendo que tenia muy adelantada su obra
del Laberinto, lo cual es harto inverosímil, si recordamos que
Romero dice expresamente que Juan de Mena tenia veinte y tres
APÉNDICE C. 205
años cuando se dedicó «al dulce trabajo de aquel buen saber».
(Véanse las noticias de Juan de Mena.)
9.° La relación burlesca y satírica que Cibdareal hace del
buen obispo Barrientos es muy impropia de un cortesano , que
á buen seguro no se atrevería á hablar en tales términos de un
personaje tan importante y que subió rápidamente á los pri-
meros puestos del Estado, además de ser absolutamente falsa.
Supone, en efecto, que aquel ilustre prelado quemó, sin examen
previo, multitud de libros de la biblioteca de D. Enrique de Vi-
llena, cuyo expurgo le fué encargado por el Rey después de la
muerte de aquel noble, acusado, mientras vivió, de darse al es-
tudio de la magia ; pero casualmente tengo extractos de una
obra inédita del mismo Barrientos , en que refiere él mismo el
caso de muy diferente manera. En un erudito tratado sobre las
artes divinatorias, que escribió de orden de D. Juan II y dedicó
á este monarca, y en el prólogo de la segunda parte, declara que
quemó los libros de orden del mismo Rey , é indica que , en su
opinion , debieron conservarse :
«Este libro es aquel que, después de la muerte de D. En-
rique tú, como rey christianísimo, mandaste ámí, tu siervo
é factura, que lo quemase á vueltas de otros muchos ; lo qual
yo puse en execution en presencia de algunos tus servidores.
En lo qual , aáy como en otras cosas muchas , paresció é paresce
la gran devoción que tu Señoría siempre ovo á la religion Chris-
tiana , y puesto que aqueste fué é es de loar , pero por otro res-
pecto en alguna manera es bueno guardar los dichos libros,
tanto que estuvieren en guarda é poder de buenas personas fia-
bles, tales que no usasen dellos, salvo que los guardassen á fin
que en algund tiempo podría aprovechar á los sabios leer en los
tales libros ; » etc.
10. El acontecimiento mas notable mencionado en las cartas
de Cibdareal, así como uno de los mas importantes en la historia
de España del siglo xv, es, ano dudarlo, el suplicio del condes-
table D. Alvaro de Luna, verificado en Valladolid á 2 de junio
de 4453. El Bachiller dice que estuvo con el Rey en dicha ciu-
dad el dia mismo del suplicio y toda la noche anterior; que Don
Juan se mostró muy vacilante é irresoluto hasta los últimos
momentos, que pasó la noche antes inquieto y desasosegado; y
206 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
finalmente, que nadie se atrevió á decirle que la justicia era
cumplida hasta después de haber comido ; añadiendo á estos
curiosos pormenores la pintura de varios incidentes locales,
como si hubiera sido testigo de vista de aquello que refiere.
Pero la verdad del caso es , que el Rey no estuvo en Yalladolid
aquel dia ni algunos antes ó después, y en verdad que hubiera
sido el colmo de la inhumanidad el residir allí en los momentos
en que un antiguo favorito y ministro, á quien nunca dejó de
amar con cariño , subia las gradas de un patíbulo por satisfacer
ala turbulenta nobleza, que siempre tuvo sujeta y oprimida. En
efecto , el Rey se hallaba entonces en el sitio de Maqueda, villa
situada unas cuantas leguas de Toledo , como lo prueban varias
cédulas y provisiones suyas, de 29 de mayo , 2 , 5 , 4 , o y 6 de
junio, que desmienten completamente la relación deCibdareal,
y prueban la falsedad de su epístola 403. Dice además el su-
puesto Bachiller que el suplicio se verificó « víspera de la Mag-
dalena»; confundiendo así la muerte del Condestable con la del
Rey, ocurrida en dicho dia al siguiente año, y contando como
sucedido en 21 de julio , víspera de la Magdalena, lo que efecti-
vamente sucedió el 2 de junio , en cuyo dia , después de discusio-
nes eruditas, promovidas muchos años después de la publicación
de las cartas, se ha fijado el suplicio del Condestable. Tan grose-
ra equivocación en las cartas del supuesto Bachiller debió nacer,
según creemos, parte de descuido, y parte por ignorar una fe-
cha entonces incierta, y que hoy está averiguada y conocida.
(Véase á Méndez , Tipograplüa, 1796, pp. 256, 260, y Quintana,
Vidas, tomo m, pp. 457, 459.)
11. La época en que yo supongo se forjaron las cartas de
Cibdareal, fué muy pródiga en supercherías y adulteraciones del
mismo género. No hacia mucho tiempo que Guevara había man-
tenido que su Marco Aurelio era una verdadera historia. Las «Lá-
minas » de Granada y los « Cronicones » del padre Roman de la
Higuera , aquellas declaradas auténticas y genuinas por la au-
toridad civil, y recibidos estos con general aplauso, lograron su
mayor boga desde lo9o hasta 1652, si bien desde entonces
acá han sido examinados sin pasión y declarados apócrifos. No
es probable que hombres tan eminentes como Mariana y Arias
Montano diesen crédito á semejantes fábulas ; pero lo cierto es
ArÉNDICE D. 207
que ni el uno ni el otro se sintieron con fuerzas bastantes para
atacarlas de frente y hacer que menguase su influencia. Las co-
sas en tal estado, nada tiene de extraño que un escritor de inge-
nio y travesura , quizá el mismo Vera y Zúñiga, tan sagaz y
despreocupado como aquellos dos sabios , aunque menos es-
crupuloso, concibiese la idea de imitar á Roman de la Higuera
en la tentativa, no ya de introducir á sabiendas hechos falsos
en la historia nacional, sino de burlarse del público y de los
literatos por mera diversion y entretenimiento.
A estos mis argumentos se contestará , no lo dudo , con la
naturalidad y sencillez de las cartas , con sus interesantes por-
menores, su colorido, tan propio de la época que pretenden ilus-
trar , y principalmente con la circunstancia de que durante dos
siglos han sido citadas como autoridad de primer orden , en
cuanto á los hechos que refieren; circunstancia , sin embargo,
cuyos quilates bajan considerablemente al recordar la escasez
que siempre hubo en España de criterio y buen juicio en estas
materias , y el hecho, casi análogo, del bachiller Francisco de la
Torre, bajo cierto aspecto mas notable aun que el del bachi-
ller Cibdareal. Mas, sea de esto lo que fuere , ello es cierto que
de este personaje no sabemos mas sino que la primera edición
de sus supuestas cartas es ya una falsedad tipográfica, con la
cual se quiso encubrir alguna cosa, probablemente lo espúreo y
apócrifo de toda la obra.
APÉNDICE D.
SOBRE EL BUSCAPIÉ.
(Véase el tomo a, pág. 210 y siguientes.)
Mucho se ha hablado, de setenta años á esta parte, y sobre
todo últimamente (1847-1849), de un cuaderno ó librillo intitu-
lado El Buscapié, que algunos suponen escrito por el mismo
Cervantes á poco de publicada la primera parte de su Quijote.
Esta cuestión , aunque no muy importante , no deja por eso de
ofrecer algún interés; y así, indicaremos los hechos principales
208 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
relativos á ella, que son, si no estamos equivocados, los siguientes:
En la vida de Cervantes , escrita por D. Vicente de los Rios,
que precede á la magnífica edición de la Academia Española,
hecha el año de 4780, se afirma que, según cierta tradición (no
mencionada, alo que creo, hasta entonces), al salir á luz,
en 1605, la primera parte de aquella novela, fué recibida del
público con frialdad y disgusto, y que, á consecuencia de esto,
el autor publicó un librillo anónimo, llamado El Buscapié, en
que, haciendo una graciosa crítica de su Quijote, insinuaba ser
este una sátira encubierta de ciertos personajes elevados y co-
nocidos , aunque sin dar la mas mínima señal de quiénes pu-
dieran ser estos; lo cual, como era natural , excitó la pública
curiosidad de una manera extraordinaria , y llamó la atención
hacia la obra , obteniendo de este modo su autor un éxito com-
pleto.
En una nota (p. cxci) unida á esta narración tradicional, se
halla una carta de D. Antonio Ruydiaz, sugeto de quien no se
tienen mas noticias que las que de él dio el mismo D. Vicente,
calificándole de hombre instruido y verídico. Este caballero,
pues, asegura, en carta escrita á 46 de diciembre de 1775, que
hacia ya unos diez y seis años que habia visto en casa del conde
de Saceda un ejemplar del Buscapié, y le habia leido ; que era
un tomito pequeño, anónimo, impreso en Madrid con buen
carácter de letra y en mal papel ; que aparecía estar escrito por
persona que no se cuidó de comprar ni leer el Quijote recien
publicado ; pero que, habiéndole, por último, comprado y leido,
quedó lleno de admiración y prendado de su mérito , y se pro-
puso, por lo tanto, encomiarlo y ensalzarlo; que el librillo en
cuestión declaraba ser imaginarios en el fondo los caracteres
representados en el Quijote, aunque insinuando al propio tiem-
po que habia cierta intención de aludir á los proyectos mili-
tares y lozanías del emperador Carlos V y de alguno que otro de
sus principales cortesanos; y que, por muerte del conde de Sa-
ceda, á quien dicho ejemplar del Buscapié habia sido prestado
por persona enteramente desconocida del escritor de la carta,
no pudo este dar razón mas circunstancial de su paradero.
Esta narración, que, como el lector habrá observado, es muy
diferente de la tradición mencionada en el texto , y á que va
APÉNDICE D. 209
unida , y principalmente en lo relativo al emperador Carlos V,
fué considerada desde luego como poco fehaciente y satisfac-
toria. Pellicer, entre otras dudas muy fundadas, llegó á propo-
ner la de que Cervantes fuese autor de semejante escrito , aun
dado caso que lo hubiese habido (Don Quijote, edic. 1797, to-
mo i, p. xcvn), y Navarrete fué de opinion que en todo esto ha-
bía alguna equivocación , y que era imposible que Cervantes
aludiese al Emperador de la manera que se decia. (Vida de Cer-
vantes, 1819, § 105 y siguientes.) Posteriormente Clemencin
sugirió la especie de que el ejemplar del Buscapié que Ruydiaz
dijo haber visto pudo muy bien ser un engaño hecho al conde de
Saceda, que en materias de libros era rico y goloso. (Edic. del
Don Quijote, tomo iv, 183o, p. 50.) En efecto, son tan absurdas
de suyo las alusiones á Carlos V, y tan conocido el hecho (gene-
ralmente ignorado cuando la Academia publicó su edición de
1780) de que dentro del año mismo de su primera publicación
se habían hecho cuatro ediciones de la primera parte del Quijo-
te, prueba evidente de la impaciencia y curiosidad de los lecto-
res, y de la gran popularidad del libro, que no tardó el público
en persuadirse que no se habia escrito nunca por Cervantes ú
otro alguno tal Buscapié. Cesó, pues, toda discusión en el asun-
to, y solo continuaron ocupándose de este incidente las personas
dedicadas á escudriñar los pormenores mas íntimos de la vida
de Cervantes.
Mas en 1847 retoñó de nuevo el asunto. Don Adolfo de Cas-
tro, caballero andaluz muy dado á investigaciones literarias, y
autor de varias obras históricas asaz curiosas, y recibidas con
bastante aprecio, anunció al público el descubrimiento de un
ejemplar del Buscapié, que publicó luego en Cádiz en 1848, en
un tomo en 8.°, con notas muy eruditas; cuyo texto, impreso
en letra clara, grande y espaciada, ocupa 46 páginas, mientras
que las notas llenan 180, y á haberse impreso en el mismo
carácter de letra, hubieran sin duda pasado de 250.
Dice el Sr. Castro en su prólogo que el Buscapié que da á
luz está sacado de una copia manuscrita que fué de D. Pascual
de Gándara, abogado en la ciudad de San Fernando, cuya li-
brería, por muerte de su dueño, se habia llevado á vender,
hacia unos tres meses, á Cádiz, donde el Sr. Castro reside;
TOM. ív. 14
210 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
que el manuscrito, que, á no dudarlo, es obra de Cervan-
tes, se intitula : El muy donoso librillo llamado Buscapié, don-
de, demás de su mucha y excelente dotrina, van declaradas
todas aquellas cosas escondidas, declaradas en el ingenioso hi-
dalgo Don Quijote de la Mancha, que compuso un tal de Cer-
vantes Saavedra; que el manuscrito no es autógrafo de Cervan-
tes, sino copia hecha en Madrid, según se expresa á conti-
nuación del título, el 7 de febrero de 1606 , para Agustin de
Molina , hijo de Gonzalo Argote de Molina , que después pasó á
la biblioteca del duque de Lafóes, de la casa real de Braganza;
que no contiene ninguna alusión poco respetuosa al emperador
Carlos V, á quien Cervantes, en opinion del Sr. Castro, pro-
fesaba sincera admiración; qua, según la aprobación de Gutierre
de Cetina, fecha á 27 de junio de 1605 , y la de Tomás Gracian
Dantisco, del 6 de agosto siguiente, el libro estuvo dispuesto y
preparado para la impresión ; pero que evidentemente no llegó
á imprimirse , pues en tal caso hubiera sido trabajo inútil el ha-
cer una copia manuscrita de él al año inmediato; y finalmente,
que el objeto real y verdadero del Buscapié no fué llamar la
atención del público hacia el Quijote, sino defenderlo de mu-
chos que tenian fama de instruidos, y que , como indica el Se-
ñor Castro, lo atacaron con bastante vigor.
A estas observaciones sigue el famoso Buscapié, en el que
Cervantes supone que, saliendo él de Madrid un diaporla puer-
ta de Toledo , montado en una rnula, después de pasar la puen-
te toledana, vio venir hacia sí un bachiller, caballero en un mal
rocin,elcual, después de una grave contienda con su jinete sobre
si seguiría ó no adelante, da con él en tierra. Cervantes, con su
acostumbrada cortesía, ayuda al caido á levantarse y á cabalgar
de nuevo, y después de breves palabras, convienen ambos en
pasar el calor del dia, que se les venia á mas andar, á la sombra
de unos árboles allí cercanos. El Bachiller, que está represen-
tado como de pequeña estatura, corcovado, casquivano y pe-
tulante, saca por via de entretenimiento dos libros que llevaba :
el uno Los versos espirituales de Pedro de Enzinas, que ambos
elogian , y de cuyo autor Cervantes se dice conocido y amigo;
y el otro *el Don Quijote, que el Bachiller critica y Cervantes
defiende, algún tanto desconcertado, calificándolo en términos
APÉNDICE D. 211
generales de obra de mérito , aunque callando que él sea el
autor, y fundando su 'principal defensa en que el libro no es
otra cosa sino una feliz tentativa para desterrar del mundo la
institución de la andante caballería.
El Bachillerejo , por su parte ,' hombre locuaz é impertinen-
te, se distrae á menudo del asunto principal , hablando de sí
propio y refiriendo anécdotas de su padre, y Cervantes se tra-
baja por volverle al asunto del Quijote. El Bachiller entonces
ataca el libro de frente y calificándolo de absurdo, por reco-
nocer como cosa positiva y real en su tiempo la existencia de la
andante caballería; hechoque Cervantes admite y defiende, ale-
gando, en prueba de su verdad, los ejemplos de Suero de Qui-
ñones y del emperador Carlos V; á lo que el Bachiller contesta
que se alegraría mucho fuese así, porque abrazaría luego la
profesión, y ganaria de ese modo una princesa y un reino, como
lo habían hecho antes que él muchos caballeros ; y esto lo dice
en lenguaje tan apasionado y maniático como el del mismo hé-
roe manchego. Replica Cervantes, sosteniéndola existencia real,
positiva'y presente de la caballería andante, y trayendo en
apoyo de su opinion los ejemplos de Olivier de la Marcha y
otros , tan importunos como los de Quiñones y Carlos V, antes
citados ; en estos términos continúa la disputa hasta que sobre-
viene una verdadera pelea entre el cuartago del Bachiller y la
muía de Cervantes, muy parecida á la de Rocinante con las
jacas gallegas en el capítulo xv de la primera parte del Qui-
jote, la cual termina con la derrota y vencimiento del jamelgo
del Bachiller; incidente que interrumpe la conversación y da
fin al libro , dejando Cervantes á su compañero salir lo mejor
que puede de su trabajo.
Al terminar la lectura de este festivo y agradable juguete li-
terario, llama desde luego nuestra atención una circunstancia
muy singular, y es, que el Buscapié que acabamos de leer y que
se declara ser obra de Cervantes, nunca impresa hasta el año
de 1848, nada tiene que ver con el otro anónimo é impreso, cu-
yo ejemplar se supone visto hacia 1759; hecho importante, que
envuelve una contradicción formal y completa de cuanto se pen-
só y dijo sobre este asunto antes de que el libro saliese á luz ; y
que simplifica mucho la cuestión, porque el caso es enteramen-
212 HISTORIA DE LA LITERATLRA ESPAÑOLA.
te nuevo, y por lo tanto, hay que proceder en él como si nunca
se hubiese hecho mención de la existencia de tal libro; es de-
cir, que habremos de examinar el Buscapié de D. Adolfo de Cas-
tro bajo el concepto de no existir anteriormente ni la noticia da-
da por D. Vicente de los Rios, ni la caria de Ruydiaz.
Luego se presenta la circunstancia, no menos singular, de que
la copia de un libro como este, no anónimo , sino que se dice
obra del ingenio mas grande y popular de su nación, haya estado
dos siglos y medio oscurecido, sin llamar la atención de nadie;
no así como se quiera encerrado ú olvidado en el rincón de un
archivo, sino pasando de Madrid á Lisboa, y volviendo después
á España, y esto cuando durante los últimos sesenta años tanto
se ha hablado, y con tanto afán se ha buscado un Buscapié.
Tampoco la historia del manuscrito mismo que ahora se im-
prime es muy satisfactoria , considerada como narración de un
hecho; suponiéndose haber pertenecido á tres personas, acerca
de las cuales habremos de decir algo.
Según el Sr. Castro , al principio del manuscrito se lee una
nota ó advertencia del tenor siguiente : Copióse de otra copia, el
año de 1606, en Madrid, 27 de hebrero, año dicho. Para el Se-
ñor Agustin de Molina, hijo del muy noble señor (que santa glo-
ria haya) Gonzalo Zatieco de Molina, un caballero de Sevilla.
Ahora bien ; no cabe la menor duda , según la fe de muerto,
que aun se conserva, de Gonzalo Zatieco Argote de Molina, que
este escritor , de quien repetidas veces hemos hecho mención
(tomo i, pp. 81, 85, 84, '122, etc.), habia muerto ya en dicho
año. En una copia manuscrita de los documentos y materiales
que aquel iba reuniendo para una historia de Sevilla, tomo en fo-
lio, que para en poder de un amigo mió, se hallan machas noti-
cias y papeles relativos al mismo Argote, recogidos sin duda por
el curioso que primero los copió; por ellos se viene en conoci-
miento que Gonzalo Argote de Molina, por un codicilo fecho á 5
de julio de 1597, dejó á su hija, á su hermano y dos hermanas
mas, el patronato de una capellanía que él habia fundado en la
capilla que para su enterramiento y el de su familia mandó la-
brar en la parroquia de Santiago de Sevilla * , y que la obra se
1 En otra escritura detWle julio de Ibnía, func'ada por él en la dicha
1597 deja por patrouas de una cape- iglesia de Santiago, á doña Francisca
APÉNDICE D. 213
concluyó en 1600; colocándose en ella una inscripción, que de-
cía ser aquel el enterramiento de Argote de Molina , provincial
que habia sido de la Santa Hermandad , y veinte y cuatro de
Sevilla 2. Estos y otros datos demuestran que Argote falleció en-
tre 1597 y 1600. Pero ¿cómo es que en el codicilo de 1597 no
hace Gonzalo mención de hijo alguno, cuando tanto encarga la
conservación de la capilla y enterramiento de su familia después
de su muerte ? Esto lo explica bien Ortiz de Zúñiga , autoridad
irrecusable en la materia , quien, al hablar de Argote de Molina
y de sus manuscritos (de los cuales poseyó algunos), dice que
tuvo hijos , pero que todos murieron antes que él ; y que estas
pérdidas acibararon tanto los últimos años de su vida , que lle-
gó á turbarse algún tanto su razón 3. ¿ Qué diremos pues de
este Agustin, para quien se asegura haberse hecho la copia del
Buscapié del Sr. Castro, en el año de 1606, después déla
muerte de su padre Gonzalo Argote de Molina, quien , como se
ve , no dejó hijo alguno? A.
La segunda señal que se dice tiene el manuscrito es la de ha-
ber pertenecido á la librería del duque de Lafóes, y la nota que
así lo afirma está en portugués y sin fecha 5. Pero ¿es probable
que semejante manuscrito estuviese oscurecido é ignorado en
aquella preciosa colección? ¿Puede creerse que D. Juan de
Braganza, uno de los hombres mas insignes e ilustrados de su
tiempo, que nació en 4719 y murió en 1806, amigo del prín-
cipe de Ligue , de María Teresa y del gran Federico , fundador
de la academia de Lisboa, y director de ella hasta su muerte,
en cuya casa vivió Correa de Serra, y se reunían cada noche los
Argote de Molina y Mexía, su hija, y cados el 28 de enero del año 1586.
de.-pues de ella, á doña Isabel de Ar- •" Tuvo hijos que le precedieron en
gote yádoña Jerónima de Argole, sus la muerte, cuyo sentimiento hizo iu-
Eermanas, y a sus hijos y deseen- fausto el último térmioo de su vida,
dientes, y á Juan Argote de Mexía, su turbando su juicio, que lleno de al ti—
hermano, y á sus hijos, etc. vez, levantaba sus pensamientos áma-
- En dicha capilla hay una inscrip- yor fortuna. ( «Anales de Sevilla», fó-
cion del tenor siguiente : « Esta capi- íio 1677, p. 706. )
ila mayor y entierro es de D. Gonzalo i Varflora, «Hijos de Sevilla», n.° u,
Argole de Molina, provincial déla p. 76, dice :« Murió sin dejar hijos ni
hermandad del Andalucía , y veinte- caudales , y con algunas señas de de-
cuatro que lué de Sevilla, y de sus mente.»
herederos. Acabóse año de 1600.» s «Da livreria do Senhor Duque de
Compró esle privilegio por 800 du- Lafóes.»
214 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
principales escritores y literatos de aquella época; puede creerse,
repito, que una obra reconocida como de Cervantes, y acerca de
la cual la Real Academia Española hizo desde el año de 1780 las
mas exquisitas averiguaciones , estuviese en la librería de este
personaje sin que lo supiese él ni ninguno de los hombres emi-
nentes que le rodeaban ? Finalmente , y viniendo al tercero y
último poseedor del Buscapié, ¿quién admitirá que este ma-
nuscrito anduviese errante de un punto á otro, sin que nadie lo
viese ni reconociese , hasta venir á parar al oscuro rincón de
la librería del abogado andaluz don Pascual de Gándara , y que
este mismo, en pleno siglo xix , cuando Navarrete y Clemencin
mantenían aun viva la discusión de un problema literario , co-
menzada en el siglo xvni, nada supiese de la importancia y
valor déla alhaja que poseia, ó conociéndola, tuviese el capri-
cho de ocultarla á la vista de todo el mundo?
Esto en cuanto á la evidencia externa, la que, á nuestro modo
de ver, queda examinada suficientemente, y es, según creemos,
sospechosa y poco satisfactoria; si de ella pasamos á la inter-
na, las dudas aumentan, en vez de desvanecerse.
En primer lugar el Buscapié que tenemos ala vista es una imi-
tación ajustada y hasta servil del estilo y manera de Cervantes,
tal, que ni él mismo la hubiera hecho. Comienza con un prólo-
go muy parecido al de Persiles y Sigismunda, en que la con-
versación que Cervantes refiere como habida con un estudian-
te en medicina que iba de viaje , parece haber servido de mo-
delo á la que supone tuvo con el bachiller, también viandante,
del Buscapié; sigue después este examinando uno ó dos auto-
res contemporáneos, y aludiendo á otros, á la manera que lo
hace Cervantes en el famoso escrutinio de la librería de Don
Quijote , y concluye con una repetición de la aventura de los
arrieros yangüeses y sus yeguas con Rocinante, recordando
el todo diferentes obras de Cervantes, y con especialidad la
Adjunta al Parnaso. En muchos casos la fraseología está co-
piada literalmente de Cervantes; así es que, alabando á un au-
tor, se dice en el Buscapié, p. 20 : «Se atreve á competir con
los mas famosos de Italia ; » frase tomada casi al pié de la letra
de la que Cervantes usa, aplicándola á Rufo, á Ercilla y á Virués
en su Don Quijote. En otra parte (p. 22) se hace que Cervantes
APÉNDICE D. 215
diga de sí mismo, hablando en tercera persona del autor del
Quijote: «Su autor estarnas cargado de desdichas que de años;»
locución muy parecida á la hermosa y gallarda que á sí mismo
se aplica como autor déla Galatea; y finalmente, en otra (p. 10)
dice que los gritos del Bachiller á su muía eran tan perdidos
como « si los echase al pozo Airón ó á la sima de Cabra » ; frase
que, con mucha mas propiedad, usó Cervantes en la Adjunta al
Parnaso, donde aconseja á las madres que tengan hijos travie-
sos los amenacen con que vendrá el poeta, y los echará, con sus
malos versos, á la sima de Cabra ó al pozo Airón, cuevas natura-
les ambas de los reinos de Granada y Córdoba, sobre las que han
corrido mucho tiempo, y no poco autorizadas, extrañas fábulas
y consejas. {Semanario Pintoresco, 1859, p. 25; Diccionario de
la Academia, 1726, in verbo A iron; Don Quijote, edic. Clemen-
cin, tomo iv, p. 237 ; y Miñano, Diccionario geográfico.) Pero
¿para qué hacer mas comparaciones? El Buscapié está lleno de
giros y frases de esta especie , muy bien escogidas unas , y
acomodadas con gran destreza al nuevo lugar que ocupan , co-
mo son las tres alusiones á las palabras de Cervantes sobre
« echar del mundo los libros de caballerías » ; y otras que, como
las arriba mencionadas , están introducidas con poca habilidad,
y no se ajustan tan bien al asunto como lo están en el original.
Pero, bien ó mal aplicadas y bien ó mal escogidas , estas frases
del Buscapié muy pocas veces ó ninguna aparecen como re-
sultado natural del olvido y distracción de un autor que se re-
pite; mas bien suenan como palabras y frases escogidas y re-
buscadas de intento, de manera que dan á los pasajes en que
están cierto aire forzado y de violencia, y demuestran que el
escritor se mueve en un círculo reducido y estrecho; cualidad
la mas impropia y opuesta ala soltura, desenfado y lozanía, que
son los rasgos eminentes y característicos de Cervantes.
Además de lo dicho, el Buscapié contiene no pocas alusiones
á autores oscuros, á juguetes literarios mucho tiempo hace
olvidados ; pero, con alguna ligera excepción , que ostentosa-
mente se anuncia como tal (p. 12, nota B.), ninguna hay á
quien no alcance la exquisita erudición del Sr. Castro, cuyas
extensas notas, acomodadas con sospechosa exactitud al texto,
obligan al lectora creer que tan arreglado está este á aquellas,
216 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
como aquellas á este. Confirma esta sospecha un pequeño des-
cuido, cual es el escribirse varias veces, así en el texto como
en las notas, el nombre del autor de los Versos espirituales
(Cuenca, 1595), no Enzinas, como efectivamente se llamaba,
sino Ezinas, sin n, como inadvertidamente, y por errata de los
impresores aparece en la citada edición, que tenemos ala vista
(Buscapié, pp. 19, 21 , notal); equivocación poco importan-
te , que un copiante pudo fácilmente cometer en 1606, y el Se-
ñor Castro en 1847 , al copiar dicho nombre del libro impreso
que tenia presente ; pero equivocación que bien puede ponerse
uno contra mil no hubieran cometido ambos si no hubiese
entre ellos mas relación que la aparente. Poco mas adelan-
te se encuentra también otro error , hijo sin duda de la excesiva
y recóndita erudición del Sr. Castro. Úsase en el texto del
Buscapié el antiguo refrán español, «Al buen callar llaman sa-
ge » (p. 26), y en la nota (L) dice el editor : «que de la misma
manera se usa el proverbio en el Conde Lucanor y en otros li-
bros antiguos; que después se corrompió y se dijo: Al buen ca-
llar llaman Sancho 6». Pero la idea de que Cervantes usó el
proverbio en su antigua forma por ignorar ó no querer usar la
que se supone corrupta , no tiene fundamento alguno. Del úl-
timo modo aparece el proverbio en las Cartas de Garay , que
son de 1553, y en la Colección de refranes del Comendador
Griego (1555) , y aun en el mismo Cervantes (Don Quijote, par-
te ii, cap. 43), donde, al reprender D. Quijote á Sancho Panza
por los infinitos refranes que ensarta sin venir á cuento , el es-
cudero comienza prometiendo que no dirá ninguno , mas en el
mismo momento abre la boca y larga el susodicho. Creo en
verdad que la palabra sage, muy usada hasta los tiempos de Juan
de Mena, habia desaparecido ya del lenguaje culto antes de
nacer Cervantes; Nebrija la califica ya de anticuada (Dicciona-
rio de la Academia, 1739) antes del año 1500.
6 Sospecho que el Sr. Castro co- aquel libro he podido hallar el pro-
metió en este lugar otra ligera equi- verbio usado ni a lo antiguo ni á lo
vocación; poique habiendo ienidooca- moderno. Algunos escritores de fecha
sion, después de vista su nota, de leer post rior lo han usado de otro modo,
nuevamente el «Conde Lucanor», diciendo: « Al buen callar llaman sao-
conservando en la memoria su obser- to;» pero son muy raros,
vacion, en ninguno de los cuentos de
APÉNDICE D. 217
La última reflexion que haré respecto á la legitimidad del ¿fos-
cas/e publicado por el Sr. Castro, es que, aunque ofrece en la
portada aclarar « todas las cosas ocultas y recónditas» del Don
Quijote, en realidad nada dice de ellas; y aunque se supone
escrito por Cervantes para defenderse de varios contrarios sabios
y eruditos , á ninguno de ellos cita, limitándose á defenderlo
ligeramente y en tono de chanza de los ataques del Bachiller,
admitiéndolos como ciertos y fundados, aunque alegando para
justificarse que la caballería andante florece y está viva en Es-
paña; acusación que era imposible hiciese ningún hombre dis-
creto é instruido , y defensa graciosa tan solo por lo disparatada
y absurda.
Algo mas pudiéramos decir sobre este punto, como, por ejem-
plo, cuando se hace hablar á Cervantes con poco aprecio de su
patria, Alcalá de Henares (pp. lo y 14) , á la que siempre hon-
ró ; ó como cuando se pinta al Bachiller burlándose de sí mismo
y haciendo mofa de su propia deformidad y defectos corpora-
les (pp. 24 , 2o , 28 y 29) , así como de la cobardía y pusilanimi-
dad de su padre (pp. 27 , 28 y 54) , de una manera que desdice
asaz del delicado tacto y profundo conocimiento de la natura-
leza humana, que caracterizan al inmortal escritor del Quijote.
No pasaremos adelante. El libro publicado por D. Adolfo de
Castro, excepto dos ó tres pasajes algún tanto verdes 7, es un
juguete literario muy agradable é ingenioso. Manifiesta en mu-
chos trozos viveza , imaginación y talento , así como mucha fa-
miliaridad con el estilo de Cervantes y conocimiento de la lite-
ratura de aquel tiempo. Si es obra del Sr. Castro, habrá sido
sin duda su intención reservar para mas adelante la declara-
ción de que es parto de su ingenio ; y si así sucede , añadirá
un laurel mas á su corona literaria , sin arrancar ninguno á la
de Cervantes; pero si no lo ha escrito , seguramente ha padeci-
do equivocación respecto al manuscrito adquirido en circuns-
tancias que le movieron á creerlo lo que en realidad no era.
Como quiera que esto sea , no hallo suficientes pruebas para
7 Creo se han suprimido en la tra- de Cambridge», publicada en la mis-
duccion de Miss Thomasina Ross, m'a ciudad, lSi9, con juiciosas notas,
impresa en el «Magazines de Benlley unas originales y otras extractadas de
(Lóndres,agostoysetiembredel848), las del Sr. Castro,
y la de «Un colegial de la universidad
218 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
calificar el Buscapié de obra de Cervantes , ni juzgo haya fun-
damentos para colocarlo bajo la protección de tan ilustre
nombre.
Lo que sigue, continuando los anteriores observacio-
nes sobre el Buscapié, es original del Sr. Ticknor, quien
nos lo ha enviado escrito en castellano, y rogándonos
que lo insertemos en el apéndice á esta traducción de
su obra.
POSDATA.
Juzgo propio de este lugar el replicar á lo que , en respuesta
al apéndice anterior, ha creido conveniente publicar D. Adol-
fo de Castro, primero en Madrid, en El Heraldo de los dias
10 y 18 de octubre de 1850 , y después en Cádiz, juntamente
con varias omisiones, adiciones y enmiendas á la tercera edición
de su Buscapié, de 1857. A esta última edición se dirigirán,
pues, mis observaciones, tanto porque, en razón de las dichas
omisiones, adiciones y enmiendas , desdice menos de la repu-
tación de un literato, como porque deseo probar que admite
refutación adecuada y concluyente cuanto el Sr. Castro ha di-
cho en el asunto , inclusas las adiciones que se encuentran en
el discurso preliminar de dicha edición tercera del Buscapié,
p. 7, y en las notas, pp. 77-80.
I.
tSegun D. Adolfo de Castro, dice Mr.Ticknor, narrando el ar-
gumento del Buscapié, el presumido y charlatan Bachiller
prefiere hablar de sí propio y contar aventuras de su padre; y
no sin dificultad vuelve al Don Quijote , al que entonces asalta,
como un libro absurdo, reconociendo la existencia de la caba-
llería andante, cuando se publicó, y por lo tanto, en el mismo
tiempo en que se está hablando. Aquí se demuestra, prosigue
D. A. de Castro, que Mr. Ticknor no ha entendido pasajes en-
teros del Buscapié. En ninguno admite el Bachiller la existen-
APÉNDICE D. 219
cia de la caballería andante en los tiempos en que fué escrito
el Quijote. » (Notas al Buscapié, p. 78.)
A esto replico : Que no dije yo que era el Bachiller quien, en
la conversación con Cervantes fingida en el Buscapié, reconocia
la existencia contemporánea de la caballería andante , es decir
su existencia en España en 1605; sino que el Bachiller atacaba el
Don Quijote como un libro que era absurdo, porque reconocia la
existencia de la caballería en aquel tiempo, diciendo: «¿Cuándo
ha visto su infelice autor que anden tales locos por la república?»
(Ed. 4848, p. 50.) Y Cervantes, se supone, contesta: «¿Cómo
qué? ¿Es posible, amigo Sr. Bachiller, que vuestra merced de-
fienda tan acerbamente que no andan caballeros andantes por
el mundo en esta nuestra edad de hierro?» (Pág. 52.) Y en otro
lugar del Buscapié «se le hace á Cervantes sostener, de la misma
manera festiva, la existencia de la caballería en los tiempos pre-
sentes». (Pág. 44.) Por consiguiente, D. Adolfo de Castro se ha
equivocado en lo que yo he dicho , probablemente por su im-
pericia en el inglés; pues no cabe la menor duda de que al Bus-
capié se le hace sostener la existencia de la caballería andante.
Sin embargo, como ya dije antes ( pág. 517), esto tiene lu-
gar «ligeramente y en tono de chanza» ; pues claramente se ve
que el Buscapié vindica la existencia de la caballería andante
en 1605 en el mismo sentido en que Cervantes la sostiene en
su Don Quijote, es decir, como una opinion buena para que la
abrigue un loco, pero nadie mas. Esta, digo, fué la primitiva
idea de D. Adolfo de Castro en 1848; mas, como pronto vere-
mos, muy desgraciadamente la alteró en 1851 , y esto le arras-
tra al aserto mas absurdo é imposible de defender.
II.
Dice D. Adolfo de Castro : «Primeramente niega Mr. Ticknor
que en 1606 pudiese sacarse una copia del Buscapié para
Agustín de Argote, hijo de Gonzalo Zatieco de Molina , porque
el célebre Gonzalo de Argote y de Molina murió sin sucesión,
según prueba el eruditísimo anglo-americano con curiosos do-
cumentos inéditos. Pero le falló probar que el Gonzalo Zatieco
de Molina de quien se habla en el Buscapié es el mismo Gon-
zalo de Argote y de Molina.» (Notas al Buscapié, p. 78.)
220 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
¿Le faltó probar? Y ¿porqué había yo de probarlo? Don
Adolfo, en su mismo prólogo de la primera edición de su Bus-
capié (1848, p. 16), no como quiera admite, sino sienta, que
estos dos apellidos solo eran diferentes nombres de la misma
persona, pues expresamente llama á Agustin de Argote hijo
primogénito del célebre Gonzalo Zatieco (ó Argote) de Molina.
¿Para qué, pues, pide mas prueba? Pero si efectivamente la
quiere, la tiene á mano. Gonzalo de Argote y de Molina em-
pieza sus bien conocidos apuntes para la Historia de Sevilla
con estas palabras : «En la ciudad de Sevilla, jueves, 20 dias del
mes de noviembre de 1592 , yo , Gonzalo Zatieco de Molina, con
deseo de hacer algún servicio á esta ciudad, mi patria , he ad-
juntado , etc. Puede verse en Varflora (Valderrama), Hijos de
Sevilla, 1791-800, t. ni, p. 77.
Pero hay en este asunto una circunstancia que hace muy mal
efecto. Don Adolfo de Castro, en esta tercera edición del Busca-
pié (1857), ha suprimido completamente su prólogo á la primera
edición (1848), en el que se hallaba el imprudente atestado, que
entonces era su principal apoyo para probar que el manuscrito
era una copia sacada en 1605. Ahora omite igualmente la nota
de haber estado el manuscrito en la biblioteca del duque de
Lafóes. (Véase antes, p. 513 y nota 5.) Pero tanto el ates-
tado como la nota debieron haberse publicado como parte in-
tegrante , y de no poca importancia , del mismo manuscrito,
así como debió también imprimirse el prólogo en que D. Adol-
fo de Castro dio la historia de su hallazgo. El renunciar á todos
estos documentos, y de una manera tan sospechosa , sin una
sola palabra de razonó explicación, es poco menos que aban-
donar todo el manuscrito en prueba de cuya autenticidad fue-
ron en un principio presentados aquellos.
111.
Dice D. Adolfo de Castro : «Dejando aparte la evidencia ex-
terna del Buscapié, la cual Mr. Ticknor califica de sospechosa é
insuficiente,» comienza á analizar la interna. «El Buscapié,
dice , es una imitación mas fiel ( close ó estrecha) de Cervantes
que este la hubiera hecho probablemente de sí mismo. Ol-
vida desde luego Mr. Ticknor que Cervantes solia copiarse en
APÉNDICE D. 221
la invención y en las palabras.» (Notas al Buscapié, p. 79.)
Respondo que no he dicho, ni digo, que Cervantes nunca se
copiase, sino que las coincidencias entre el Buscapié y las obras
reconocidas de Cervantes no parecen ser las de un autor que
se repite por acaso ó descuido, sino mas bien modos de expre-
sión recogidos con esmero de sus obras, é ingeridos, con acier-
to unas veces, y otras sin él, para dar cierta apariencia de ver-
dad á lo que no es verdadero. Que Cervantes se copiaba sin
reparo ni cuidado lo he manifestado ya en el caso del Amante
liberal (vide supra, t. 11, p. 220), en el de los Baños de
Argel (ibid., p. 228), etc.; pero esto es muy diferente de la
manera cuidadosa y astuta con que lo hace el Buscapié, donde
se emplean, no tanto ideas y opiniones de Cervantes, como fra-
ses cortas suyas y modismos familiares.
IV.
Dice D. Adolfo de Castro : «La frase está mas que no es pe-
culiar de Cervantes, como cree el historiador de nuestra litera-
tura, sino de la lengua castellana.)) (Notas al Buscapié, p. 80.)
Contesto no haber dicho nunca que lo fuese , y que no alcan-
zo por qué D. Adolfo supone que así lo dije. Quizá le extravió
de nuevo su falta de conocimiento del inglés, á que ya he aludi-
do. Como quiera que sea, la frase está mas que, «is more than,»
noes ni siquiera peculiar del castellano, como lo da á entender
D. Adolfo de Castro, -sino que, en cuanto se extienden mis
limitados conocimientos, la creo propiedad común de todos los
autores y de todas las lenguas. Lo que yo dije es que la locu-
ción está mas cargado de desdichas que de años la usaba Cer-
vantes en su Galatea.
V.
Dice D. Adolfo de Castro : «Hace luego Mr. Ticknor la obser-
vación de que en el texto y notas del Buscapié se lee Ezinas,
en vez de Enzinas.— Frivolo error, dice, en que pudo haber
incurrido fácilmente un copista en J 606 ; » que D. Adolfo pudo
también haber cometido en 1847, al trasladar, como lo hizo, del
libro impreso que tuvo á la vista ; pero error del que no hay la
probabilidad, una vez en mil veces, de que ambos lo hubieran
cometido si no existió otra cuestión que la alegada.
222 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
t Aqui me parece, dice el Sr. de Castro, que mi sabio contra-
rio ha cometido una ligereza. Es cierto que en la edición de los
Versos espirituales, de Fr. Pedro de Enzinas , publicados en
Cuenca por Miguel Serrano de Vargas , se lee el nombre de
tal autor en la forma que queda ahora estampado; pero el mis-
mo impresor fingió segunda edición de la obra en 1597, hizo
de nuevo la portada , yen ella puso Ezinas en vez de Enzinas.
Los ejemplares mas comunes de esta colección de versos son los
de la edición supuesta en 1597, de manera que en ellos se lee
siempre el nombre de Enzinas.
«También era entonces cosa muy común en los escritores,
así en libros de mano, como en los impresos, suprimir las mm
y las nn en los vocablos, señalando el lugar de la supresión
con un tilde. Así se lee frecuentemente vegan en vez de ven-
gan, ebargo en vez de embargo. En el Buscapié así se halla
usado por dos ocasiones el nombre de Ezinas, en vez de Enzi-
nas.i (Notas al Buscapié, pp. 80-81.)
La respuesta á todo esto es muy sencilla. La razón por qué el
Sr. de Castro en su nota 1 al Buscapié, edición de 1848, escri-
bió el nombre de Enzinas sin la primera n está ya patente;
mas, por desgracia, no es razón bastante para que Cervantes
cometiese exactamente la misma equivocación, ni para que la
cometiese su copista en 1606. A la verdad , mucho antes que
llegasen á mi noticia las observaciones de D. Adolfo de Castro,
habia yo ya descubierto lo que precisamente había en el par-
ticular.
El caso es el siguiente: cuando, en 1849, publique el pasaje
que tanto turba al Sr. Castro, únicamente habia yo visto un
ejemplar de los Versos espirituales , sin portada; mas en 1851
tuve la fortuna de conseguir otro ejemplar con la portada de
1597, é inmediatamente eché de ver de qué manera D. Adolfo de
Castro habia sido extraviado; pues el nombre de Enzinas está
efectivamente equivocado en la portada, y no en otra pane algu-
na del libro, precisamente como el Sr. de Castro lo equivocó,
tanto en el texto de su Buscapié como en las notas; es decir,
omitiendo la n primera, y escribiendo Ezinas, sin tilde, diéresis,
ni cosa alguna que indicase la ausencia de una n, como D. Adol-
fo de Castro pretende que se hace siempre en dicha edición.
APÉNDICE D. 223
Tres cosas, pues, saltan desde luego á la vista. — Primera. El
nombre , tal como está en la portada de mi ejemplar completo,
que tiene fecha de 1597, aunque la nota final es de 4596, es, á
no dudarlo, una mera errata del impresor; (a) porque luego
en los preliminares á la misma obra , se halla escrito Enzinas
mas de una docena de veces por los amigos del autor y por
otros, (b) Porque Nicolás Antonio (Bibliolheca Nova, tomo n,
p. 589) conserva la primera n. (c) Porque la conservan los
Scriptores ordinis prcedicatorum (fól. 1721 , tomoi, p. 521,
col. 2). Y (d) porque, según me informan de España, la con-
servan otros autores; en suma, porque la conservan todos,
menos el cajista ó compositor de la portada de la edición de
1596-1597 , y D. Adolfo de Castro, que copió la errata de dicho
cajista. Enzinas, por consiguiente, era, sin disputa, el nom-
bre que daban al autor de los Versos espirituales sus amigos
y conocidos.
Segunda. Pero en el Buscapié del Sr. Castro se le hace
decir á Cervantes : « Conocí á su autor ; » y si lo conoció , debió
escribir su nombre de la manera que lo escribían sus demás
amigos, y no de aquella manera equivocada de D. Adolfo de
Castro y del impresor de la portada.
Tercera y última. El Sr. Castro tenia ciertamente á la
vista un ejemplar de los Versos espirituales , porque en su no-
ta 1 á la edición de 1848, p. 29, cita el título con minuciosa
escrupulosidad, errata.y todo; pero repárese bien en esto, sin
la tilde ó diéresis que ahora nos dice halló sobre la E de Ezinas.
Por donde se echa de ver desde luego el modo y manera' co-
mo el Sr. Castro fué inducido á error; y, repito, no es proba-
ble, una vez entre mil, que Cervantes y un copista de escrito al-
guno suyo hubiesen coincidido en 1605 y 1606 de manera á co-
meter entrambos á dos exactamente la misma equivocación.
Lástima es, por cierto, que el Sr. Castro no leyese los pre-
liminares á los Versos espirituales, ó acertase por otro medio
y por sí mismo con la verdadera manera de escribir y pronun-
ciar el nombre de Enzinas por Cervantes y sus amigos. Pero ya
no tiene remedio , y todos los extremos tienden fuertemente
á probar que las notas al Buscapié y su texto son parto de un
solo y mismo ingenio.
224 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
VI.
Dice el Sr. Castro: * Continúan las observaciones de Mr. Tick-
nor : mas adelante ocurre un error que parece deberse á la
excesiva y recóndita erudición de D. Adolfo. El antiguo pro-
verbio castellano, Al buen callar llaman sage, se encuentra
en el texto del Buscapié, y D. Adolfo, en la nota á dicho refrán,
nos informa que de la misma suerte que está aquí usado por
Cervantes dicho proverbio , se lee en el Conde Lucanor y en
otras obras mas antiguas. Alguno lo corrompió (dice) en « Al
buen callar llaman Sancho». Pero la idea de que Cervantes se
adhirió á una antigua forma del proverbio porque desechó ó
no conoció el supuesto corrompido, no está bien fundada. * (No-
tas al Buscapié, p. 81.) Y aquí pasa D. Adolfo á citar el prover-
bio «Al buen callar llaman Sancho» de colecciones publicadas
en 1515, 1555 y 1582, una de las cuales habia yo ya citado :
la de 1555.
A esto replico: Que sus observaciones y citas ni siquiera to-
can la dificultad que yo suscité. El Sr. Castro dio motivos para
inferir que Cervantes no conocía el refrán en la forma «Al buen
callar llaman Sancho» , y yo probé que lo conocía , citando un
pasaje de su Quijote , parte n , cap. 43 , en que está empleado.
Igualmente demostré que estaba en uso en 1555 y 1555, y que
«Al buen callar llaman sage » no está en el Conde Lucanor, á
pesar de asegurarnos el Sr. Castro (nota 1 , edición de 1848,
pp. 55 y 36) que hoy lo está; todo lo cual no se atreve á con-
tradecir.
Pero del mismo modo que renuncia , suprimiéndolos en esta
edición de 1851 , al prólogo y al atestado de la copia del Bus-
capié de 1606, en que tanto se apoyó en 1848, así en 1851
guarda completo silencio respecto á la importante nota sobre
«Al buen callar» , según aparece en la edición de 1848, disi-
mulando así sus errores acerca del Conde Lucanor y otros pun-
tos. (Véase la nota 1 de la edición de 1848, y compárese con la
nota 2 de la edición de 1851.)
Un poco mas adelante asegura D. Adolfo de Castro que yo
no supe que Sanchez el Brócense habia empleado este prover-
bio para explicar una estanza de las Trecientas de Juan de Me-
APÉNDICE D. 225
na, diciendo : «No leyó, en verdad, un libro que, sin embargo,
cita.» (Pág. 81.) Pues, á pesar de esto, si el Sr. Castro hubiese
leido mi Historia (t. i , p. 190, nota, ed. de Nueva-York, 1849),
habría visto que yo citaba aquella misma estanza de las Tre-
cientas, en prueba del uso de esta misma voz sage, y la ver-
dad es, que la misma nota que el Sr. Castro dice no leí, fué la
que llamó mi atención hacia dicha palabra.
Por último, á mi observación, «Nebrija antes de 1500 dice
que sage era anticuado,» contesta D. Adolfo de Castro intré-
pidamente : «Nebrija jamás dijo tal cosa, » y cita por su parte
una edición del Vocabulario de Nebrija (Granada, 1545), en
que «solo halla (dice) las palabras sage, casi adivino, sagaz,
prcesagus*. Pero esto no hace á la cuestión de lo que Nebrija
dijo antes de 1500. La primera edición de su Vocabulario se
imprimió en 1492, y él murió en 1522. Las siguientes edicio-
nes de aquella obra, empezando ya con la de 1556, fueron,
como es bien sabido, alteradas y aumentadas. (Muñoz, Memo-
rias de la Real Academia de la Historia, t. m, p. 10; y
Brunet, Manuel, ed. 4.a) Mas la Academia , que yo cité, usó
la primera edición , y aun conserva un ejemplar de la obra en-
tre sus preciosidades bibliográficas. Además, en 1759, dice la
Academia terminantemente, en el quinto tomo de su Dicciona-
rio grande, en lá voz Sage : «Tráele Nebrija en su Vocabula-
rio, pero dice que es anticuado;» la misma palabra que yo usé.
Queda pues la cuestión éntrela Academia y el Sr. Castro; y
yo, como no tengo á Nebrija , me fio de la Academia.
VIL
Dice el Sr. Castro: «La última observación que tengo que
hacer (prosigue el autor anglo-americano) , relativa á la auten-
ticidad del Buscapié publicado por D. Adolfo de Castro , es que,
aun cuando en la portada de su libro se anuncia explanar to-
das las cosas escondidas y no declaradas en el Quijote , ni si-
quiera alude á una de ellas.
i Ya he demostrado , prosigue el Sr. de Castro , que Mr. Tick-
nor no ha entendido pasajes del opúsculo mencionado; y aho-
ra vuelvo á confirmar mi opinion en vista de su extraño argu-
mento. En el Buscapié se dice que el verdadero objeto del autor
tom. iv. 15
226 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
de Don Quijote es burlarse, no de los libros caballerescos, como
se afirma clara y terminantemente en el prólogo y otros pasa-
jes del Ingenioso Hidalgo , sino de las prácticas de la andante
caballería, que estaba en uso en tiempo de Cervantes. » (Notas al
Buscapié, p. 82.) Casi lo mismo viene á decir elSr. Castro en su
prólogo á esta edición de 18ol , donde nos informa con grave-
dad (pág. vn) que tía caballería andante , en la parte realizable,
existia aun en España cuando Cervantes se determinó á escri-
bir su Don Quijote».
Pero esta es evidentemente una segunda idea del Sr. Castro,
y por cierto muy poco feliz. El aserto puesto en boca de Cer-
vantes en el Buscapié, de que la caballería andante existia en
esta nuestra edad de hierro, es decir, en 160o, no se hizo en un
principio por el autor del Buscapié con mayor seriedad que lo
fué por Cervantes el argumento en igual sentido, que en la pri-
mera parte del Don Quijote pone en boca del loco caballero, en su
conversación con el discreto canónigo, ó que el respeto burlón
que profesa Sanson Carrasco á la andante caballería, en la segun-
da. Pero no hallando otra respuesta que dar ala objeción de que
su Buscapié nada explicaba de aquello mismo, cuya explicación
se ha dicho constantemente (desde los dias en que por primera
vez lo mencionaron Pellicer y los Rios, por los años 1778-1780,
hasta la publicación del Sr. Castro en 1848) era el objeto pri-
mordial para que se escribió el Buscapié, desesperado el Señor
Castro, declara que se compuso para revelar el profundo se-
creto, jamás antes sospechado, de que Cervantes escribió su
Don Quijote, no ya para desterrar la lectura de los libros de ca-
ballería, sino para derrocar la misma institución de la caballería
andante, como una institución que existia en su tiempo.
Ni fué otro el objeto que el Sr. Castro se propuso al citar,
en 1848, las apócrifas aprobaciones de Gutierre de Cetina y
Tomás Gracian Dantisco, de 160o, declarando su respeto al
Buscapié, como libro provechoso para los que quisieren dester-
rar del mundo la vana lección de los libros de caballería , y de
ningún modo una reprensión de la misma institución de la an-
dante caballería como si entonces existiera. A la verdad , ha-
bría Cervantes de haber sido tan loco como su D. Quijote, para
creer que en su tiempo florecía la caballería andante en Espa-
APÉNDICE D. 227
ña, y el Sr. Castro no hubiera aventurado tal absurdo como su-
ponerlo en Cervantes , si no se hubiera visto arrastrado a ello
para defender su insostenible aserto.
Habíase estado diciendo durante setenta años, siempre que de
un Buscapié se hablaba, que se escribió para explicar cierta sig-
nificación satírica del Quijote, bien sea relativa á Carlos V, bien al
duque de Lerma, bien á algún otro personaje, ó cosa por el estilo.
Hacíase, pues , forzoso para el Sr. Castro el conformarse de al-
guna manera con la antigua tradición, de suerte que el Buscapié
que presentó en 4848 explicase algo; mas cuando en 1851 se vio
precisado á decir qué era lo que en él explicaba, solo pudo
echar mano de dicha estratagema. Sensible me es decir que el
recurso que ahora imagina ni siquiera puede reducirse á los lí-
mites de una mediana probabilidad , porque , á lo que creo, es
muy seguro que durante el reinado de Felipe III no existió en
España ningún caballero andante fuera de la imaginación de
D. Quijote, y que nadie pretende hoy mantener semejante ab-
surdo, exceptuando tan solo D. Adolfo de Castro.
VIII.
Continúa el Sr. Castro: «El docto anglo-americano , para
sustentar sus dudas acerca de la autoridad del referido librillo,
dice : Aunque confiesa (en el Buscapié) haber escrito Cervantes
(el Quijote) con objeto de defenderse de ciertos doctos adversa-
rios, no cita á ninguno de ellos.» (Notas al Buscapié, p.82.)
Aquí hay un error de traducción, debido á la ignorancia del in-
glés del Sr. Castro. Debió haber traducido : Aunque declara (el
Buscapié) haberse escrito por Cervantes con objeto de defenderse
de ciertos doctos adversarios , no cita á ninguno de ellos. En otro
lugar llama D. Adolfo de Castro á estos doctos adversarios mu-
chas personas que tenían la reputación de doctos. 'Prólogo, 1848,
p.12.)
La réplica es muy fácil. El Sr. Castro no pretende que el Bus-
capié cite ninguna de tales personas, y por consiguiente, no da
contestación á lo que dije, ni á mi indicación deque el hecho
alegado pedia que nombrase su Buscapié las tales personas. Pero
cambia de táctica. Dice : «Absorto quedé en leer esta observa-
ción de Mr. Ticknor, considerando que pudo muy bien este se-
228 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
ñor hallar su respuesta en libros que parece haber tenido pre-
sentes, puesto que los cita en su curiosa obra.» (Notas ut supra.)
Y enseguida, para sustentar su proposición alega dos autores
que yo menciono, á saber, Valladares de Valdeloraar y Gracian,
de los cuales, el primero, en su Caballero venturoso, y el segun-
do, en suCriticon, aluden á Cervantes con poco respeto. Pero
los nombres de estos escritores en nada mejoran su aserto, pues
en 160o, supuesta fecha del Buscapié, fué de todo punto impo-
sible que Cervantes respondiese á Gracian, que no publicó el Cri-
ticón hasta 164o, ni á Valladares, que no escribió hasta 1617 el
Caballero venturoso, nunca jamás impreso. (Véase ante, p. 88.)
Igual observación es aplicable á otros cuatro ó cinco auto-
res citados por D. Adolfo de Castro con igual intención en su
prólogo (1831, p. 9), porque publicaron sus burlas ó críticas de
Cervantes demasiado tarde para que estas puedan favorecer al
Sr. Castro; á saber : Salas Barbadillo, 1627; Hortensio Paravi-
cino, 1618; Vicente Espinel, 1618; Suarez de Figueroa, 16)7,
y Manuel de Villegas , 1617. Todos ellos en verdad después de
la muerte de Cervantes, ocurrida en 1616. Ni la cita que en se-
guida hace el Sr. Castro de Juan Gallo de Andrade , que , en
una especie de carta al fin de los Proverbios de Patón, pa-
rece aludir á un pasaje del prólogo del Quijote, le puede servir
de nada, puesto que no escribió hasta 161 o, diez años después
de la supuesta fecha del Buscapié.
En verdad que el Sr. Castro ha equivocado completamente el
punto que se discute, porque no es la cuestión si en algún tiem-
po tuvo Cervantes doctos adversarios, sino si ya en mil seiscien-
tos y cinco tenia algunos que impidiesen el éxito de su Quijote,
y á quienes de hecho contestase en un Buscapié escrito por aquel
año. Esta es la cuestión, y el Sr. Castro ni aun se ha aproxima-
do á ella.
IX.
Continúa D. Adolfo de Castro : «Dice Mr. Ticknor que á Cer-
vantes se hace hablar mal de Alcalá de Henares en el Buscapié,
cuando este autor solia en sus escritos rendir muchas alaban-
zas á su patria. Pero Mr. Ticknor no comprendió que no es Cer-
vantes quien habla, sino el ridículo Bachiller , el cual se jacta á
APÉNDICE D. 229
cada paso de ser graduado en Salamanca, y no en Alcalá de He-
nares, siguiendo la necia presunción que tenían todos los estu-
diantes de aquella universidad.» (Notas al Buscapié, p. 83.)
La respuesta es obvia. Si Cervantes no ha de considerarse
responsable de las burlas sobre Alcalá , porque están puestas
en boca del Bachiller, tampoco merece nada por las alabanzas
de aquella ciudad que se hallan en su Galatea y Don Quijote,
porque en el primer caso las pone en boca de la pastora Teolin-
da (Galatea, libro i y n), y en el segundo en la del mismo D. Qui-
jote (parte i, cap. xxix). Pero este es un resultado que no
desearian alcanzar sus biógrafos y admiradores, los cuales quie-
ren naturalmente que su alma generosa tenga todo el mérito de
haber hablado bien del lugar de su nacimiento. Y con razón,
porque siempre que un autor alude, en bien ó en mal , al lugar
de su nacimiento ó á alguno de sus contemporáneos, sea quien
fuere aquel bajo cuyo nombre oculte dicha alusión , es consi-
derado personalmente responsable de ella. Así ha sido siempre,
así será, y así es justo que sea.
X.
Prosigue D. Adolfo de Castro : t Dice Mr. Ticknor que Cer-
vantes, en el donoso librillo, representa á su imaginario Bachi-
ller hablando de sus propias y penosas fealdades personales y
de la despreciable cobardía de su padre, de una manera incom-
patible con el tacto y el conocimiento de la naturaleza humana,
que están entre los mas grandes rasgos característicos del autor
del Quijote. » Esta observación de Mr. Ticknor, dice, no es me-
nos vana que todas las anteriores, pues la mayor parte de
nuestros poetas cómicos y novelistas han caido en ese pretenso
defecto.» (Notas al Buscapié, p. 84.) Y en seguida aduce pa-
sajes en que Salas Barbadillo y Moreto hicieron lo propio.
Bespondo que es cierto que lo hicieron, y que otro tanto han
hecho muchos escritores, así en español como en otras len-
guas. Pero Cervantes rayaba mas alto, y no creo incurriese nun-
ca en semejante desacierto , como tampoco incurrió en él Sha-
kespeare. No es honrar á Cervantes el suponer que así lo hizo.
230 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
XI.
Continúa el Sr. Castro : «También dice Mr. Tickuor que no
hay en el Buscapié cosa alguna que yo no haya anotado , lo
cual le hace sospechar que , así como las notas pudieron escri-
birse para el texto , pudo muy bien escribirse un texto para las
notas. Las muchas nuevas, y necesarias, añade el Sr. Castro,
para la claridad de la obra, que salen á luz en esta edición del
Buscapié me excusan de responder al argumento de mi sagaz
adversario.» (Notas al Buscapié, p. 84.)
Pero esta no es respuesta. Por el contrario, cuantas mas no-
tas añada, tanto mas demuestra que poseia los minuciosos co-
nocimientos que se requieren para la formación de un texto
ficticio. Con todo, sus adiciones de esta clase en la edición
de 1851 no son nada considerables, y difícilmente pueden lla-
marse necesarias. En verdad yo las juzgo supérfluas, como mu-
chas de la primera edición.
XII.
Dice D. Adolfo de Castro : «M. Landrin en Francia comba-
tió furiosamente en La Presse del 8 de junio de 1848, la auten-
ticidad del Buscapié; pero mi respuesta á sus observaciones
de tal forma le convenció , que en los dias 4 y 10 de enero del
presente año (1850) publicó en el mismo una traducción fran-
cesa del mencionado librillo , como obra de D. Miguel de Cer-
vantes, desentendiéndose de lo que dijo, de las razones con que
contradije sus hablillas y denuestos, y del nombre del que
habiadado á luz por vez primera el opúsculo famoso.» (Notas
al Buscapié, p. 84.)
Replico : Que M. Landrin en 1848 impugnó en efecto la au-
tenticidad del Buscapié en el periódico La Presse; cuya impug-
nación tengo. En 1850 tradujo el mismo Buscapié para la misma
Presse , sin añadir prólogo ni comentario, y sin dar opinion al-
guna sobre su autenticidad; cuya traducción tengo también. Yo
podría hacer ahora lo mismo que hizo M. Landrin en 4 y 10 de
enero de 1850, y sin embargo, tengo el Buscapié por apócrifo.
APÉNDICE D. 231
xni.
Dice, por último, elSr. Castro: «Perdone Mr. Ticknor, perono
reconozco en extranjero alguno, por muy grande que sea su
erudición en cosas de España, la autoridad bastante para califi-
car de auténtico ó apócrifo cualquiera de nuestros libros.» (No-
tas al Buscapié, p. 84.)
Respondo : Que si así es, ningún extranjero es competente
para escribir la historia de la literatura española , porque las
cuestiones sobre la autenticidad de Cibdareal, de Tomé de Bur-
guillos, del bachiller La-Torre y del Gil Blas, todas han do
discutirse y resolverse en obras de esta naturaleza. Personas de
muchos mayores conocimientos que los mios en la literatura es-
pañola, tanto en España como fuera de ella, son, sin embargo, de
mi misma opinion, á saber : que el Buscapié no es obra de Cer-
vantes. Y esta es la convicción (me atrevo á añadir) á que han
de llegar con el tiempo las personas de buen juicio, aun las no
versadas en dicha literatura, si consideran atentamente los fun-
damentos en que D. Adolfo de Castro apoyó las pretensiones
del Buscapié, cuando por primera vez lo publicó en 1848, y los
muy diferentes que ahora aduce en su edición de 1851; ó si
fijan la atención en el hecho de que en los cinco ó seis años que
han trascurrido desde que anunció la existencia del manuscrito,
y durante los cuales se ha disputado su autenticidad , no lo ha
sometido á ninguna de las academias de Madrid , ni á ningún
otro tribunal competente para fallar si en realidad es lo que en
un tiempo nos declaró tan resueltamente , á saber : una copia
manuscrita de una obra de Cervantes, sacada en 160G para
Agustin de Molina, hijo primogénito del célebre Gonzalo Zatie-
co (ó Argote) de Molina. (Véase el prólogo de 1848, pági-
nas 6 y 16.) Ni ha faltado á D. Adolfo de Castro amplia amo-
nestación sobre el particular. Por el contrario, D. Bartolomé
José Gallardo, á quien, en el prólogo de su Buscapié (1848), ala-
ba el Sr. Castro como «el muy docto filólogo español» , le re-
quirió de la manera mas formal á que lo hiciese (Zapatazo á Za-
patilla, Madrid, 1851, 800, p. 88), y sometiese su manuscrito
apersonas hábiles en la materia, presentando sus títulos de au-
tenticidad á una comisión de académicos. Esto, repito, D. Adolfo
232 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
de Castro no lo ha querido hacer, y mientras no lo haga, y ob-
tenga una decision declaratoria de la autenticidad de su libro, no
puede alegar excepción alguna que le escude de un examen
como el que he creído deber hacer de su Buscapié, ya se haga
tal examen por un español de nacimiento, ya lo haga un extran-
jero tan humilde como yo, animado tan solo de respetuosa ad-
miración por Cervantes y afición sin igual á la literatura del
país que le dio el ser.
APÉNDICE E.
DE LAS DIVERSAS EDICIONES É IMITACIONES DEL DON QUIJOTE.
(Tomo ii, pp. 238-56 )
Interesa tanto todo lo relativo al Quijote, que he pensado dar
aquí noticia de las varias ediciones, traducciones é imitaciones
que de él se han hecho, en prueba de su inmensa y extraordi-
naria popularidad, así en España como fuera de ella.
La primera edición de la Primera parte del Don Quijote, de
la que tengo á la vista un ejemplar, salió á luz con este título :
El ingenioso hidalgo, Don Quijote de la Mancha, compuesto
por Miguel de Cervantes Saavedra, dirigido al duque de Béjar,
marqués de Gibraleon, etc., aT\o 1605. Con privilegio, etc. Ma-
drid, por Juan de la Cuesta, 4.° En el mismo año salieron tam-
bién á luz otras tres 'ediciones, á saber : una en Madrid, otra en
Lisboa, y otra en Valencia. Estas, y la de Bruselas de 1607, que
hacen cinco, son las únicas ediciones publicadas antes que el au-
tor pensase en enmendar algunos de los errores y equivocacio-
nes del impresor ; pero, como ya dijimos en el texto, esto lo hizo
muy imperfectamente y con mucho descuido. Entre otras varia-
ciones , introdujo la de no dividir ya el tomo en cuatro partes,
como antes estaba, si bien al hacerlo, ni siquiera se tomó la mo-
lestia de quitar del texto las comprobantes de dicha division,
como puede verse al fin de los capítulos vm, xiv y xxvn , donde
terminaban respectivamente cada una de aquellas partes, sub-
APÉNDICE E. 233
sistiendo aun en todas las ediciones modernas los rastros de
aquella primera division. Estas correcciones pues, y varias al-
teraciones que juzgó oportuno hacer en la escritura de algunas
voces , aparecieron por primera vez en la edición de Madrid
de 1608, 4.°, de que también poseo un ejemplar. Aunque
algún tanto mejor que la primera , esta edición de 1608 no
se distingue por la corrección y el esmero ; mas al fin , como
tiene las únicas enmiendas que Cervantes hizo , es mas apre-
ciada y mas buscada que la primera , y por lo mismo ha ser-
vido de texto á todas las buenas impresiones que posterior-
mente se han hecho. Sigue á esta la edición de Milan de 1610,
otra de Bruselas de 1611, anteriores ambas á la publica-
ción de la Segunda parte en 1615, de manera que en nueve
ó diez años se hicieron ocho ediciones de la Primera parte del
Quijote; éxito brillante, que no alcanzaron con sus obras Sha-
kespeare , Milton , Racine ni Moliere,. ilustres escritores de la
misma época , que tomamos por lo mismo por tipos de com-
paración.
La primera edición de la Segunda parte de Don Quijote, que,
lo mismo que la de la Primera está malísimamente impresa, se
intitula : Segunda parte del ingenioso hidalgo Don Quijote de
la Mancha, por Miguel de Cervantes Saavedra, autor de su
primera parte, dirigida á D. Pedro Fernandez de Castro, conde
de Lemos, etc., año 1615. Con privilegio. En Madrid, por Juan
de la Cuesta , 4.° Imprimióse también por separado en Valen-
cia, 1616; Bruselas, 1616; Barcelona, 1617, y Lisboa, 1617;
después acá no sabemos se haya reimpreso sola en ninguna
parte *.
Vemos, pues, queen diez años se hicieron ocho ediciones de
la Primera parte, y en dos, cinco déla Segunda. En 1617 sa-
1 Es muy curioso que el «índice borrados en el ejemplar de la prime-
Expurgatorio» de 1667, p. 794, yelde ra edición que tengo á la vista. Cer-
1790, p. 51, mandan tachar dos ren- vántes, pues, caminaba bajo un su-
glones del cap. 56, y no tocan nada puesto falso cuando afirmaha, en el
mas al resto de la obra ; los dos ren- cap. 20 de la misma primera par-
glones así tachados decían que «las te, que su «Don Quijote» no contenia
obras de caridad hechas con espíritu ni siquiera un pensamiento que no
débil, nada aprovechan, ni sirven de fuese verdadera y rigurosamente
cosa alguna». Están cuidadosamente cristiano.»
234 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
lieron á luz ambas en Barcelona en dos tomos en 8.°, y desde
entonces acá se han ido repitiendo y multiplicando las edi-
ciones, tanto en España como fuera de ella, contándose ya mas
de cincuenta de alguna importancia, y entre ellas, cinco que
merecen ser mencionadas muy particularmente, á saber : 1.° La
edición de Tonson (Londres, 1758, cuatro tomos 4.°), publicada á
instancias de Lord Carteret , en obsequio á la Reina, y adornada
con la vida de Cervantes, por I). Gregorio Mayans y Sisear, á que
ya antes hemos aludido; primera tentativa de publicar el Qui-
jote y la vida de su autor con algún primor y elegancia. 2.° La
magnífica edición de la Academia Española (Madrid, 4780, cua-
tro tomos 4.°), en la que se restableció el texto genuino con bas-
tante habilidad, enriqueciéndolo con algunas notas, una vida de
Cervantes, y un análisis ó mas bien elogio y defensa de su Qui-
jote, escrito por D. Vicente de los Rios; papel algo extravagante,
reimpreso varias veces después , aunque la exagerada y á veces
inoportuna admiración del autor por Cervantes lia hallado de
vez en cuando impugnadores. Fué uno de ellos, y no de los
menos resueltos y decididos, un español llamado D. Valentin
Foronda, autor de notas muy embozadas y capciosas tú Quijote,
escritas en forma de cartas, entre los años de 1795 y 1799, y
publicadas en Londres, en 1807, con el título de Observaciones
sobre algunos puntos de la obra de Don Quijote, por T. E. A Cle-
mencin debemos el nombre de este autor , que de otro modo
nos seria desconocido. (Ed. del Quijote, t. i, p. 505.) 5.° La
muy esmerada en tres tomos, dos de texto y uno de anotacio-
nes, índices de nombres propios, palabras mas notables, y va-
rias lecciones, que publicó en Salisbury, de Inglaterra, en
1781, 4.°, y en castellano, el reverendo Juan Bovvle, párro-
co de una pequeña aldea inmediata á aquella ciudad, quien
consagró catorce años de continuo é ímprobo trabajo á dicha
empresa, estudiando como base principal de sus notas é ilustra-
ciones los antiguos autores españólese italianos, y especialmente
los romanceros y libros de caballerías, y terminando su tarea li-
teraria, ó al menos fechando su prólogo, el 25 de abril, aniver-
sario de la muerte de Cervantes. Pocos libros habrá de tanto
estudio y erudición, y al propio tiempo de tan pocas pretensio-
nes, como este tercer tomo, verdadera base y cimiento de
APÉNDICE E. 235
cuanto después acá se ha trabajado para explicar é ilustrar el
Don Quijote, debiéndosele masa Bowle, en este concepto, que
á ninguno de los editores y anotadores de dicho libro , excep-
tuando tan solo á Clernencin. 4.° La edición (Madrid, 4797-98,
cinco tomos en 8.°) de D. Juan Antonio Pellicer, caballero ara-
gonés, quien empleó veinte años en prepararla. (Latassa, Bibl.
Nov. Arag., t. vi, p. 319.) Contienen las notas á esta edición
muchas noticias curiosas, aunque no siempre oportunas; las no-
tas al texto son pocas y no explican mas que una pequeña parte
de las dificultades que aquel ofrece. También es de observar
que Pellicer tomó de Bowle mucho mas de lo que él mismo
confiesa, y que de vez en cuando incurre en errores muy re-
parables en punto á hechos históricos. o.° La de D. Diego
Clernencin (Madrid, 1835-39, seis tomos 4.°), con uno de los
comentarios mas completos que se conocen sobre autor alguno,
antiguo ó moderno. Está escrito con buen gusto y sana crítica
en lo relativo al mérito de Cervantes, mostrándose el autor libre
de aquella ciega idolatría que distingue á D. Vicente de los Ríos
y á la edición de la Academia ; y aunque peca por demasiada
extension , también es cierto que apenas deja pasaje oscuro
que no declare competentemente. Siguió Clernencin el mismo
sistema que Bowle, y así es que la erudición sólida y oportuna
con que su comentario está adornado deja en realidad muy po-
co que desear en cuanto á anotaciones.
No es menos conocido el Don Quijote fuera de España, sien-
do digno de observarse que hasta el año de 1700 son tantas las
ediciones del original hechas en países extranjeros como las es-
pañolas, sin contar las muchas y varias traducciones á diferentes
idiomas. La primera version francesa es de 1620, y desde en-
toncesse han hecho otras seis ó siete, entre ellas la muy pobre de
Florian, que ha sido la mas leida, y la excelente de Luis Viardoí
(Paris, 1 856, dos tomos 8.°), admirablemente ilustrada por el pin-
tor Granville, aunque tratada con excesiva dureza por F. B. F.
Tiedermann, en un folleto intitulado : Don Quichole est la tache
de ses traducteurs (Paris, 1857, 8.°). La mas antigua que hay en
inglés es la de Skelton, 1612-16*20, cuya primera mitad, según
él mismo anuncia en su dedicatoria, hizo algunos años antes en
cuarenta dias; siguió á esta, otra en estilo vulgar y ramplón, y
236 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
al propio tiempo infiel, de un tal Juan Phillips , sobrino de Mil-
ton, en 1687; otra de Motteux, 1712; otra de Jarvis, 1742, de la
cual Smollet se aprovechó con mucha libertad para la suya de
175o; otra de Wilmot, 1774; y finalmente, la anónima de 1818,
cuyo autor se aprovechó de todas las anteriores. Las mas de es-
tas traducciones se han reimpreso varias veces ; pero la mejor
y mas agradable de todas, aunque demasiado libre, es, á nues-
tro modo de ver la de Motteux, según la edición de Edim-
burgo (1822, cinco tomos 12.°), á la que acompañan notas y tra-
ducciones aclaratorias de M. J. J. Lockhart, llenas de gracia y
energía. Ningún país extranjero ha hecho tanto por Cervantes y
su Don Quijote como Inglaterra, ya publicando ediciones del ori-
ginal, ya traduciéndolo varias veces. En 1654 Edmundo Gayton,
mancebo alegre y de buen humor, á quien Wood, sin embargo^
trata de una manera que le hace poco honor, publicó en Lon-
dres un tomo en folio, no muy abultado, con el título de Notas
amenas al Don Quijote, que es, á no dudarlo, la mejor obra sa-
lida de su pluma, yse juzgó digna de la reimpresión en el siguien-
te siglo por la mucha soltura y gracia con que está escrita, á
pesar de que sus observaciones en nada ilustran los pasajes
oscuros y difíciles del original ; parte de la obra está en verso,
y toda ella fundada en la traducción de Skclton.
Ni dejaron por eso las demás naciones europeas de buscar los
medios de disfrutar de la lectura del Don Quijote en sus idiomas
nativos, puesto que hay traducciones latinas, italianas, holan-
desas, dinamarquesas, rusas, polacas y portuguesas. Probable-
mente ninguna de ellas compile en fidelidad y exactitud con la
version alemana de Luis Tieck, hecha con una valentía verdade-
ramente admirable, y con profundo conocimiento del carácter
de Cervantes, publicándose luego cuatro ediciones de ella desde
el año 1815 al 51 , y condenando , como era natural , al olvido
las cinco traducciones alemanas que ya existían, y que comien-
zan con una tentativa bastante imperfecta en 1669. Asimismo
debemos observar que las ediciones del original hechas en Ale-
mania durante los cincuenta últimos años son en mayor nú-
mero que todas las impresas en otros países extranjeros desde la
publicación del Quijote.
De las imitaciones hechas fuera de España solo citaremos
APÉNDICE E. 237
tres. Es la primera la Vida de Don Quijote, alegremente traduci-
da en verso hudibrásticopor Eduardo Ward (Londres, 1711, dos
tomos 8.°), tentativa desgraciadísima, llena de chistes groseros
y de mal gusto, que no se hallan en el original. La segunda el
Don Silvio de Rosalva, de Wieland, cuyo objeto es poner en ri-
dículo la creencia en fadas, duendes y otros agentes sobrenatu-
rales; primera obra de este autor en el género romántico y que
nunca gozó gran concepto. Y finalmente , la tercera es un cu-
riosísimo poema en doce cantos , escrito por Meli , el mejor
de los poetas sicilianos, quien se propuso contar en el dialecto
de su país la historia de Don Quijote, en octavas fáciles, escritas
con toda la ligereza heróico-cómica del Ariosto. Adolece su
obra de grandes defectos, como es el representar á Sancho Pan-
za muy versado en erudición clásica y mitología griega. El poe-
ma ocupa los tomos ni y iv de la colección intitulada Poesie
siciliane de Meli (Palermo, 1787, cinco tomos 12.°). Todas estas
tentativas, así como el Sir Launcelot Graves , de Smollet , y
el Don Quijote femenino, de Mr. Lennox , publicados ambos
en 4762, son imitaciones declaradas del Don Quijote, y bajo este
punto de vista, á cual mas desgraciadas. El Hudibras, de Butler
(primera edición, 1663-78), libro lleno de gracia, sal y viveza, es
quizá el que mas se aproxima á su modelo, y el mayor esfuerzo
que pudo hacer el ingenio humano en el campo de la imitación.
Don Quijote ha sido presentado varias veces en la escena
española, á saber: en una comedia de Francisco de Avila, pu-
blicada en Barcelona en 1617; en dos de Guillen de Castro,
de 1621; en una de Calderón, que se ha perdido , y en otras de
Gomez Labrador, Francisco Martí, Valladares, Melendez Val-
dés, y últimamente por D. Ventura de la Vega, de las cuales
hemos citado algunas al tratar de la poesía dramática , aunque
todas ellas han tenido poco éxito. (Clemencin, edic. del Don
Quijote, t. iv, 1835, p. 399, nota.)
En cuanto á las imitaciones en prosa hechas en España, si
exceptuámosla de Avellaneda, publicada en 1614, ninguna co-
nocemos durante el primer siglo. Mas desde que renació en
España la popularidad del libro original, aparecen varias, como
la de Cristóbal Anzarena, con el título de Empresas literarias
del ingeniosísimo Don Quijote de la Manchuela (Sevilla, 12.°, sin
238 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
año, aunque impresa al parecer hacia 1767), en la que el autor
trató de ridiculizar el gusto literario de sus tiempos, y después de
pintar la educación del héroe, acaba ofreciendo una segunda
parte, que no dio á luz. Otra de ellas, intitulada Adiciones á
Don Quijote, por Jacinto María Delgado (Madrid, 12.°, s. a.), im-
presa, al parecer, al mismo tiempo que la anterior, refiere la vida
de Sancho Panza después de la muerte de su amo, y le supone
viviendo con los duques en Aragón, donde, con rhuy poca gra-
cia por cierto, le hacen creer que es barón ; otra de D. Alonso
Bernardo Ribero y Larrea , llamada El Quijote de la Cantabria
(Madrid, 1792, dos tomos 12.°), refiere los viajes á la corte de un
hidalgo llamado D. Pelayo , su residencia en ella, y su vuelta á la
montaña, admirado y sorprendido de que los vizcaínos y mon-
tañeses no estén reputados en todas partes por los mas nobles é
ilustres del mundo. Hay aun una cuarta imitación, que es la His-
toria de Sancho Panza (Madrid, 1793-98, dos tomos 12.°); tenta-
tiva desgraciada, cuyo objeto parece ser el dar cierta impor-
tancia á Sancho, como persona separada é independiente de su
señor, haciéndole, después déla muerte de este, alcalde de su
pueblo, llevándole después á la capital de la provincia , donde
hace cierto papel, y concluye por ir á la cárcel ; desenlace por
cierto triste, y que desdice bastante de la vida alegre y entrete-
nida del pobre escudero. Finalmente, una quinta, de D. Juan
Francisco Siñeriz, bajo el título de El Quijote del siglo xyiii, en la
que pinta á un filósofo francés, que, acompañado de su escu-
dero , sale á regenerar el mundo; mas al volver á sus hogares,
cuando cabalmente terminaba la revolución francesa, ocurrida
mientras él estaba en Asia, se cura de su manía filosófica con-
templando los resultados de aquella terrible convulsion política;
obra pesada , necia y difusa , tan poco agradable como la his-
toria en ella contenida. Quizá haya algunas mas imitaciones es-
pañolas del Don Quijote, pero ninguna conocemos de bastante
mérito para ser aquí mencionada.
Esta noticia , aunque incompleta , de las diversas ediciones,
traducciones é imitaciones que durante dos siglos han corrido
por Europa, siempre será una prueba patente del éxito inmenso
y popularidad de este libro extraordinario. Mas singular es to-
davía el ver que millares de individuos que ni le han leido, ni
APÉNDICE F. 239
oido nunca nombrar á Cervantes, conocen, sin embargo, á Don
Quijote y á Sancho Panza , y sus nombres les son tan familiares
como las voces mas vulgares y domésticas de la vida común.
Por lo mismo puede asegurarse que ningún autor moderno ha
alcanzado tan alto grado de fama y nombradla.
APÉNDICE F.
DE LAS PRIMERAS EDICIONES DE COMEDIAS ANTIGUAS ESPAÑOLAS.
Durante el siglo xvn salieron á luz, en diferentes puntos de
España , dos grandes colecciones de comedias , y varias mas
pequeñas , muy parecidas las unas á las otras , tanto en su con-
tenido como en la forma de su publicación ; á la manera que en
el siglo anterior se imprimieron los Romanceros. Dignas son de
ser particularmente mencionadas dichas colecciones, en cuanto
presentan con mucha claridad la peculiar fisonomía del anti-
guo drama español , proporcionando así materiales copiosos é
importantes para su historia.
De la primera colección , cuyo principal título parece haber
sido Comedias de diferentes autores , suponemos seria casi im-
posible formar hoy dia una serie completa ó que se aproximase
á serlo ; solo poseo tres tomos de ella , y tengo noticias bastante
auténticas de otros dos. De estos, el primero es el tomo xxvde
la colección, impreso en Zaragoza, en 1633, por Pedro Escuer.
Como casi todos los de su clase, es en 4.° menor y contiene doce
comedias , siete de ellas atribuidas á Montalvan , autor á la sa-
zón en su mayor boga, y una á Calderón, que comenzaba enton-
ces su carrera como autor dramático ; mas una de las siete atri-
buidas á Montalvan no es suya, sino de su maestro, Lope de Vega,
y la de Calderón está mal impresa, y tiene además muy adulte-
rado el texto. El tomo xxix se imprimió en Valencia en 1636, y
el xxxii en Zaragoza en 1640 ; pero no he logrado ver ninguno
de ellos. En el xxxl , impreso en Barcelona en 1638 , las doce
comedias se dan como anónimas, aunque sabemos quiénes fue-
240 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
ron sus autores, y el xlih, impreso en Zaragoza en 1650, con-
tiene comedias de Calderón, Moreto y Solís, y algunas mas de
autores desconocidos , hasta completar el mismo número de
doce. Es bastante singular, por cierto, que se sepa tan poco de
una colección compuesta de cuarenta y tres tomos ; pero así es.
Tal maña se dieron la Inquisición y el confesonario en la última
mitad del siglo xvn y reinado del imbécil Carlos II, á la sazón
que el teatro habia entrado en su período de decadencia , que
en muy pocos años destruyeron y aniquilaron la mas antigua y
copiosa colección de comedias publicada en España , y la que
mas desearíamos hoy dia poseer.
Siguió á esta la conocida con el título de Comedias escogidas
de los mejores autores; titulo por cierto no muy propio por lo
que respecta á algunos de sus tomos, la cual fué mas feliz que
la anterior. No por eso es menos escasa; nunca la he podido ver
completa, aunque de los cuarenta y ocho tomos que la compo-
nen he logrado reunir cuarenta y uno, y tengo noticia exacta del
contenido de los siete restantes.
Publicóse la primera parte de esta segunda colección en 1652,
y la postrera en 1704; pero en los últimos años del período com-
prendido entre aquellas dos fechas llegó el teatro español á tal
grado de postración , que aunque al principio salían dos ó tres
tomos cada año , en los veinte y tres posteriores á la muerte de
Calderón, ocurrida en 1681 , no se publicó mas que el último,
ó sea la parte cuarenta y ocho. Consta toda la colección de
quinientas setenta y cuatro comedias, de todas las formas y gé-
neros del antiguo drama español, acompañadas algunas de ellas
de sus correspondientes loas y entremese s ; hay entre ellas treinta
y siete anónimas, y las quinientas treinta y siete restantes son
de ciento ochenta y ocho ingenios diferentes.
La colección , como era de esperar, es sumamente desigual.
De Calderón , el mas célebre y feliz escritor de su época , hay
cincuenta y tres comedias, de las cuales, ni una sola se imprimió
con su licencia y por copias correctas y esmeradas, como podrá
verlo el que las compare con las ediciones auténticas de sus
obras. De Moreto, que como escritor dramático y popular, ocu-
pa el puesto inmediato á Calderón, hay cuarenta y seis, impre-
sas del mismo modo, con la misma incorrección, y probable-
APÉNDICE F. 241
mente sin su consentimiento , puesto que miró siempre el es-
cribir para el teatro como una ocupación profana, y se retiró
á un convento en 1657. Matos Fragoso, que vivió poco después,
tiene treinta y tres ; Fernando de Zarate, veinte y dos ; Antonio
Martínez, diez y ocho; Mira de Mescua, diez y ocho; Zavaleta,
diez y seis; Rojas, diez y seis; Luis Velez de Guevara, quince;
Cáncer, catorce ; Solís, doce ; Lope de Vega, doce ; Diamante,
doce ; Pedro de Rósete, once ; Belmonte, once, y Francisco de
Villegas , once. De otros varios autores las hay en menor nú-
mero aun, y además figuran en la colección sesenta y nueve
autores mas , casi desconocidos , y algunos de ellos con nom-
bres supuestos, de quienes solo se incluye una comedia.
Que las comedias contenidas en la colección no todas per-
tenecen á los autores á quienes están atribuidas, es un hecho
averiguado, como también lo es el que el colector ó colecto-
res tuvieron tan poco esmero en este punto, que la designación
allí hecha apenas puede citarse como autoridad respetable.
Trece á lo menos de las atribuidas á Calderón no son suyas , y
una conocidamente de su pluma, que es La Batida y la Flor,
aparece como anónima en la parte xxx, con el título de Hacer
del amor agravio; y otra, Amigo, amante y leal, se halla repetida,
pues está en la parte iv, 1653, y en la xvm, 1662 ; aunque muy
diversamente impresa, y tomada en uno y otro caso de un ma-
nuscrito muy defectuoso.
Lo mismo pudiera decirse con respecto á otros autores; hay
en la colección varias comedias de Solís impresas dos veces, y
una tres; y en dos tomos seguidos, que son la parte xxv y xxvi,
nos encontramos con una misma comedia de Matos Fragoso,
muy conocida y popular en su tiempo, la de Lorenzo me llamo.
Por consiguiente, bien mirada esta colección y la anterior , no
son mas que especulaciones de mercaderes de libros, hechas
sin el consentimiento de los propios autores , cuyas obras ro-
baban sin el menor escrúpulo, y algunas veces sin la menor con-
sideración á sus fundadas quejas y reclamaciones. El escándalo
y desvergüenza con que esto se ejecutaba resulta de los hechos
que acabamos de citar, y otros muchos que pudiéramos traer en
apoyo de nuestro aserto; baste decir que el Vencimiento de Tur-
no, en la parte xn , se atribuye sin escrúpulo alguno á Calderón,
TOM. IV. 16
242 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
y después, al concluir, se restituye, en los últimos versos, á su
verdadero autor, Manuel del Campo.
Con todo, á pesar de tantos defectos, estas dos grandes co-
lecciones , y los tomos sueltos que de vez en cuando solian pu-
blicar mercaderes de libros é impresores , como Mateo de la
Bastida en 1652, Manuel Lopez en 1653 , Juan de Valdés en
1655 , Robles en 1664, y Zafra y Fernandez en 1675, de todos
los cuales me he servido al tratar de la poesía dramática, nos
presentan una pintura fiel y animada de lo que era el teatro es-
pañolen el siglo xvn ; porque las comedias allí contenidas son las
mismas que se representaban de ordinario y en todos los teatros
de la Península, y porque la colección nos las ha conservado, no
ya como las escribieron sus autores, sino arregladas por los au-
tores y empresarios de compañías para la representación escé-
nica, imprimiéndose por manuscritos de cómicos y apuntadores,
y quiza también copiándose en los mismos teatros, por libreros
piratas, durante la representación.
APÉNDICE G.
DEL ORIGEN DEL MAL GUSTO Y DEL CULTERANISMO EN ESPAÑA.
(Véase el tomo ni, p. 202.
A fines del siglo xvm se suscitó en Italia una cuestión muy
notable acerca del origen del mal gusto, conocido en la literatu-
ra española, desde 1600 en adelante, con el nombre de cultis-
mo ó culteranismo; echándose unos á otros la culpa los hom-
bres mas eminentes y distinguidos de ambos países, que toma-
ron parte en dicha contienda ; las circunstancias especiales del
caso, que, bien miradas, pueden considerarse como parte de la
historia literaria de España, son las siguientes :
En 1773 el abate Javier Bettinelli, escritor superficial, aunque
bastante popular, en su Risorgimento d' Italia negli Studj, etc.,
dopo il Mille, acusó á la España, y particularmente al teatro es-
pañol, del mal gusto que reinó en Italia luego que aquella nación
APÉNDICE G. 243
quedó en gran parte sujeta al dominio español, añadiendo, des-
pués de una ligera noticia de Lope de Vega y Calderón, las si-
guientes palabras: «Este es el gusto que pasó á Italia, y corrom-
pió todo lo puro y lo bello. » (Parte n, cap. 3.°, Tragedia é Com-
media.) Jerónimo Tiraboschi, en su Storia della letteratura ita-
liana, publicada por primera vez entre los años de 1772 y 1785,
mantuvo la misma opinion , pretendiendo hallar las causas del
mal gusto en el mismo suelo y clima de España, buscando su
origen en la antigüedad, y sentando como principio q\ie también
la literatura clásica latina se corrompió con la ida de España á
Roma de los Sénecas y Marciales, como en tiempos mas moder-
nos fueron los españoles causa de los desatinos del Marini y de
su escuela. (Tomo n, üisertazione preliminare, § 27.)
Preciso es confesar que ambos escritores, al enunciar tan re-
sueltamente su opinion en la materia, usaron un tono demasiado
doctrinario; mas, como para ello ni uno ni otro se valió de frases
duras ó expresiones denigrantes, no se figuraron ni remotamen-
te que sus observaciones serian miradas como un ataque violen-
to á la literatura y buen nombre de un país extraño, que preci-
samente habia de provocar súplicas y contestaciones, y estas dar
lugar á una polémica larga y empeñada.
Casualmente habia á la sazón en Italia gran número de es-
pañoles instruidos, que, perteneciendo á la Compañía de Jesús,
habian sido desterrados en 1767; hombres que no tenían mas
recurso ni distracción que las letras, y que, á fuer de buenos es-
pañoles, no dejaron por un momento de amar muy de veras á su
patria, aunque expulsados de ella por orden superior. Así es
que, casi sin excepción, todos ellos quedaron resentidos de estas
y otras opiniones análogas de Bettinelli y Tiraboschi, y lo sintie-
ron tanto mas, cuanto estos distinguidos escritores pertenecían
también á la perseguida Compañía de Jesús.
Comenzaron, pues, á publicarse respuestas á dichas inculpa-
ciones, publicándose dos de ellas el año 1776 : una del Padre
Tomás Serrano, jesuíta valenciano, quien, en varias cartas lati-
nas, impresas en Ferrara, defendió á los escritores latinos espa-
ñoles de la acusación formulada por Tiraboschi (Jimeno, to-
mo íi, p. 335; Fuster, t. n, p. 111), y otra del Padre Juan An-
drés, quien, en una disertación impresa en Cremona, defen-
244 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
dio el mismo tema que mas tarde amplió y esforzó con nuevos
argumentos en su grande obra sobre la literatura general (Dell'
origine , progresso e statto attuale d'ogni letteratura, 4782-1799,
nueve tomos 4.°), en la que, no solo sostuvo la dignidad y
honrosos timbres de la literatura patria en todos ramos, sino que
dejó sentado que lo mas florido y brillante de las literaturas
modernas de Europa se debia á la influencia de los árabes, que,
saliendo de España, se propagó, pasando porProvenza, aFran-
cia é Italia.
Respondieron luego á las cartas de Serrano, Clemente Vanet-
ti, á quien iban dirigidas, y Alejandro Zorzi, amigo de Tirabos-
chi, y á la disertación de Andrés, el mismo Tiraboschi, aunque
en términos muy corteses, en las notas á las ediciones posterio-
res de su Storia della letteratura. (Véanse Angelo Ant. Scotti,
Elogio storico del padre Giovanni Andres, Napoli, 1817, 8.°, pá-
gina 1514; Tiraboschi, Storia, edi. Roma, 1782, t. n, p. 23.)
Entre tanto otros jesuitas españoles, desterrados en Italia,
como Arteaga, que escribió mas tarde su apreciable obra de las
Rivoluzioni del teatro musicale, 1785, y el P. Isla, célebre
por su Fray Gerundio, 1758, tomaron parte en la cuestión (Sa-
las, Vida del Padre Isla, Madrid, 1803, 12.°, p. 156.) Mas el es-
critor que mejor la ilustró, empleando para ello erudición no
vulgar, y dándola cierta importancia en la historia literaria de
España, fué D. Francisco Javier Lampillas ó Llampillas, jesuita
catalán, nacido en 1751, y catedrático de humanidades en Bar-
celona, el cual, desde su destierro en 1767, hasta su muerte
en 1810, vivió siempre en Genova ó en sus cercanías, dedicado
exclusivamente a estudios literarios, y publicó de vez en cuan-
do obras, ya en prosa, ya en verso italiano, que escribia con
bastante pureza.
Fué una de ellas el Saggio storico apologético della letteratu-
ra spagnuola, impreso entre 1778 á 1781, en seis tomos en 8.°,
y destinado á defender formalmente la literatura española
de los ataques de Bettinelli y Tiraboschi, corrigiendo de paso
los errores de otros escritores, que, como Signorelli, habian tra-
tado la misma materia. En las disertaciones sueltas de que se
compone este libro, bastante notable y digno de atención, dis-
cute el autor el enlace y conexión entre los poetas latinos es-
APÉNDICE G. 2Í5
pañoles y los romanos en la época inmediata á la muerte de
Augusto; examínala cuestión del clima de España, suscitada por
Tiraboschi; reclama para su patria mayor antigüedad en el cul-
tivo intelectual que la de Italia, así como también mayor exten-
sion é importancia; afirma que España no debió á Italia la res-
tauración de las letras dentro de su propio recinto durante los si-
glos medios, ni el conocimiento de la navegación, que la abrió
las puertas del Nuevo-Mundo ; al propio tiempo que asegura de-
ber la Italia á España gran parte de la reforma de sus estudios
teológicos y jurídicos, principalmente en el siglo xvi; terminan-
do su trabajo, en las disertaciones sétima y octava, con una ex-
posición bistórica de los muchos títulos que tiene la poesía es-
pañola en general, y con una defensa del teatro español, desde
el tiempo de los romanos hasta sus dias.
Verdad es que algunas de estas pretensiones carecen de fun-
damento sólido, y otras están llevadas mas allá de lo justo; tam-
bién lo es que el tono general de la obra tiene mas de declama-
torio que de filosófico y templado; pero también es fuerza confe-
sar que la defensa en muchas partes está muy bien entendida, y
que la obra toda contiene datos y noticias de la literatura espa-
ñola, si no importantes, á lo menos de interés. Sea como fuere,
el hecho es, que la obra de Lampillas influyó favorablemente
en la opinion pública de Italia, y que, gracias á ella y á los tra-
bajos que mas tarde publicaron allí mismo Arteaga, Eximeno,
Clavigero, Andrés y otros jesuítas españoles, expulsados de su
patria, se consiguió ir desarraigando las muchas preocupacio-
nes que entre italianos habia respecto á la literatura castellana;
preocupaciones nacidas en los tiempos en que los españoles do-
minaban aquel país á guisa de conquistadores, atrayendo sobre
sí la aversion y mala voluntad de los vencidos.
Ni faltaron tampoco réplicas á la obra de Lampillas, aun an-
tes que acabase de publicarla; Bettinelli imprimió una en el to-
mo xix del Diario de Modena, y Tiraboschi otra en 1778, en un
cuaderno suelto, que mas tarde reunió á las diferentes edicio-
nes de su grande obra. A ambos contestó Lampillas, en 1781,
con no menos ira que lo habia hecho en su Ensayo apologético,
aunque no con tan buen éxito, pues no pudo mantener algunas
posiciones que sus adversarios supieron elegir, y en que le ata-
246 HISTORIA EE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
carón con habilidad, ni probar algunos hechos que estos pu-
sieron en duda. Tiraboschi reimprimió esta réplica de Lampi-
llas con notas suyas propias, y no le volvió á contestar.
Mas en España el triunfo de Lampillas fué mirado como com-
pleto y decisivo. La Real Academia de la Historia recibió con
grandes muestras de aprecio, así su Ensayo apologético como la
Defensa; obras ambas que, traducidas al castellano por Doña
María Josefa Amar y Borbon, dama aragonesa de alguna repu-
tación literaria, se imprimieron primeramente en 1782 en seis
tomos, y después en 4789 en siete. Pero lo que mas debió com-
placer al autor fué, que Ciarlos 111, el mismo monarca por quien
habían sido expulsados los de su religion , le señaló en premio
una decente pension , después de haber mandado reconocer el
mérito y cualidades de la obra por su ministro, el conde de Flo-
ridablanca, quien, en un extenso informe, elogia al autor por su
erudición y urbanidad, prenda esta última que hoy dia, y pa-
sado ya el calor de la contienda, no es fácil hallar en los escritos
del ex-jesuita español. (Serapere, Bibliot., t. m, p. 165.)
Con esto fué debilitándose la controversia, hasta cesar de to-
do punto, advirtiéndose solamente en las notas con que Tira-
boschi fué enriqueciendo las ediciones sucesivas de su impor-
tante obra, hasta el año de 1794, época de su muerte. El resul-
tado de la contienda prueba, á nuestro modo de ver, que tanto en
España como en Italia, principalmente desde los tiempos deGón-
gora y de Marini, reinó muy mal gusto literario, que este mal
gusto pudo en cierto modo aumentarse por las relaciones y sim-
patías existentes á la sazón entre ambos pueblos, pero que á
ninguno de ellos puede hacerse exclusivamente responsable de
su origen y propagación.
APÉNDICE H. 247
APÉNDICE H.
POESÍAS inéditas.
Hemos dado mayor ensanche á esta nuestra obra, con el so-
lo y único fin de dar á luz algunos de los muchos trozos de an-
tigua poesía castellana, que nos han sido suministrados por Don
* * , de Madrid ; sintiendo que nos falte el espa-
cio para publicarlos todos.
NÚM. 1.
POEMA MORISCO ALJAMIADO DE JOSÉ EL PATRIARCA.
(Biblioteca Nacional de Madrid, Cg., núm. 101.)
EL ALHADITS * DE JÚSUF áleihi-s-selúm (sobre él la paz!).
Bismi-llahi-r~rahmani-r-rahimi (en el nombre de Alá piadoso, de piedad).
Loamientoad Alláh ; el alto es y verdadero,
Honrado écomplido, señor dereiturero,
Franco é poderoso , ordenador sertero.
Grande es el su poder, todo el mundo abarca;
Non se le encubre cosa queen el mundo nasca,
Siquiera en la mar ni en toda la comarca,
Ni en la tierra prieta ni en la blanca.
Fágovos á saber., oyádes, mis amados,
Lo que acontesió en los tiempos pasados
A Yacop y á Yusuf y á sus dies hermanos ,
Por cobdisia del hobieron á seyer malos;
Porque Yacop amaba á Yusuf por maravella,
Por qu'él era ninno puro é sin mansella ;
Era la su madre fermosa é bella ,
Sobre todas las otras era amada ella.
Aquesta fué la rason porque le hobieron envidia :
Porque Yusuf sonnó una noche ante el dia;
Sueño por que entendieron sus hermanos todavía
Que siempre que viviese levaría mejoría.
Aquesto fué que vio onse estrellas
Que marras2 la guerra era tan ahí con ellas,
Que el sol y la luna era que andaba entre ellas,
i Cuento, relación , historia.
i^Marras, del arábigo marra y marralan, una vez, en cierto tiempo.
2'í8 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
E á Yusuf se humillaban con todas sus parellas.
Como hí era Yusuf nimio de pocos annos,
En visándolo 3 el padre, non se encubrió de los hermanos,
E contóles el suenno-que vido en los altos;
Pensáronle traision é andáronle en enganno.
Disieron todos á una : «Fagámosla sertera,
Rueguemos á nueso padre rogada verdadera ,
Que nos dé á Yusuf en comanda sertera * ,
E mostrarle hemos mannas de muy buenas maneras.»
Esto hobieron fecho y á su padre rogado.
Yacop les dijera : «Fijos, los mis fijos
Non vos lo hubiera á dar ni menos fiado;
Ca podría ser '-> »
Disieron ellos : «Padre, eso non pensédes;
Nos somos onse hermanos , aquesto non dubdédes;
Que seriamos taraidores aquesto non pensédes.
•> Aquesto facemos, sábele el Criador,
Porqu'él válese mas é ganase el vuestro amor ,
Y hubiese las ovejas y el ganado mayor;
Pero si non vos place , mandad como sennor. »
Atanto le dijieron de palabras piadosas ,
Atanto le prometieron de palabras fermosas,
Qu'él les dio el ninno, é dijoles las horas
Que lo catasse Alláh de manos engannosas.
Diógelo el padre , como non lo debia far ,
Enfiáudose en ellos, non quiso mas dubdar.
Dijo: «Filhos, los mis filhos, lo que os quiero rogar6,
Que me lo catéeles y me lo querádes guardar,
»E me lo volvádes luego por amor del Criador 7 ;
A mi farédes placer, y á él muy grant sabor 8.
En esto 9 non fallescádes , fijos , por mi amor ;
Encomiéndolo ad Alláh , poderoso sennor.»
Leváronlo en cuellos mientras el padre los vido.
Desque se vieron lejos , verédes qué fueron á far :
Derrocante del cuello ,0, en tierra lo van á posar.
Cuando esto vido Yusuf, por su padre fué á sospirar.
5 Mirándose en él.
* Lo mismo que «en encomienda verdadera».
s El original de donde se han sacado las nueve primeras estrofas de este poema está
estropeado por la humedad , de suerte que no se han podido leer algunos trozos de él.
De aqui en adelante lo designaremos con la letra A., y llamaremos B. al de la Biblioteca
Nacional, que le es muy inferior bajo todos conceptos.
6 Dijo : «Escuitadme, los mis filhos, lo que os quiero rogar.» (.4.)
? E que venga ahina por amor del Criador. (B.)
8 A mí taréis grant placer, é á él muy grant favor. (B.)
9 Desto. (B.)
'o Bajáronlo de los cuellos. (B.)
APÉNDICE H. 249
Dejábanlo zaguero, malandante é colpado ;
Era él aun tierno, é fincó muy querebantado;
Dijoles: «Atendedme, hermanos, que voy muy cansado;
Non queráis que finque aquí desmamparado.
«Non queráis que finque de sin padre é sin madre,
Y non queráis que muera de sete ni de fambre ;
Dadme agua de fuente, de rio ó de mare ;
Miémbreos lo que os dijo el cano de mi padre.»
Uno de los hermanos cuando esto oyó,
Dio de mano al agua , en tierra la vació ,
Y de punnos é de calces H atan mal lo firió ,
El ninno con las sobras en tierra cayó.
Afeyábanlo sus hermanos, diciéndole : ''¿Es torozón?
Es torozón? ¿Es landre? Válante tus fados.
¿Quién cree en tus suennos que vies en los altos?
Aqui las pagarás todas por mal de tus pecados 12.»
Húbose de rencorar á uno de los hermanos ,
Yahuda es el su nombre, muy arreciado de manos,
Fuésele á rogar ad aquellos honrados,
Non murió estonces; quisiéronlo sus fados.
Tomaron su consejo , é hubiéronlo por bien
Que lo levasen al monte, al pozo de Sayen 13;
Frió es é muy fondo, las fieras allí yacían,
Porque se lo comiesen y nunca mas lo verían.
Pensaron que dijesen al su padre honrado
Que vino á las ovelhas un lobo airado ,
Estando durmiendo Yusuf á su costado,
Vino el lobo maldito, á Yusuf hobo matado.
Yacop en este medio estaba entrepensado,
Por rason de su tardar, que non via á su amado ,
Diciendo : « ¡ Ay Sennor! en tí creio é fio;
Tú me guarda á Yusuf de fieras é de frió.»
Yacop, con el sentido, salióse á las carreras14
Por saber de sus fijos nuevas verdaderas;
Asomáronse al monte, bajando las laderas,
Disiendo : «¡Oh hermano Yusuf, de tan buenas maneras!» •
Cuando él los vido venir con tal apellido,
Luego en aquella hora cayó amortesido;
Cuando llegaron á él, no le hallaron sentido.
Disíeron todos : «Sennor, dadle el perdón complido.»
** Lo mismo que coces.
12 Toda esta estrofa falta en el manuscrito de la Biblioteca Nacional.
*3 Que lo echasen al pozo del monte d'Azrayel. (B.)
i* Yacop, afligido, salióse á las carreras
Por oir é saberlas nuevas verdaderas ;
Vidolos venir meciendo las cabezas,
Disiendo : «¡°h hermano Yusuf, de tan buenas maneras!» (B.)
230 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Allí, dijo Vahuda á todos sus hermanos,
«Vayamos á Yusuf, adugámoslo privado ,3,
Y habremos el perdón de nueso padre honrado;
Yo vos prometo selar cuanto habédes yerrado.»
Dijieron los hermanos : « Aquesto uon farémos ;
Mas vayamos á Yusuf, é lo esmembremos 1R,
Ed asy á nueso padre aquesto le diremos :
Que se lo comió el lobo, é seremos creederos.»
A poco de rato qu'el padre hobo acordado,
Dijo á los sus fijos : «¿ Dó es el mi amado?
¿Qué lo habédes fecho? ¿ En dó lo habédes echado?»
Ellos le respondieron : « El lobo se lo habrá tragado.»
Dijo : (Non vos creio , mis fijos, en lo que me desídes;
Mas cazad al lobo alli de do venídes;
Yo le taré fablar, corvas las cervices ,
Con ayuda de Alláh, si verdad me desídes.»
Fuéronse á cazar al lobo con falsía muy mala,
Disiendo que había fecho muerte tan grauada ;
Aducieron la camisa de Yusuf ensangrentada,
Porque Yacop creyese aquello sin dudansa.
Rogó Yacob al Criador, y el lobo luego fué á fablar:
«No manda Alláh que á nabí 1T fuese yo á matar,
En tan extranna tierra me fueron á buscar;
Hanme fecho pecado, viéngolo á lacerar.
» — Non vos creio, mis fijos, ca tuerto me tenédes;
En cuanto me prometides, en todo me fallescédes;
Mas yo fio en Alláh que aun lo verédes,
Todas estas cosas aun las pagarédes.»
Volvióse Yacop, é volvióse llorando;
Quedaron sus filbos como desmamparados ;
Fuéronse á Yusuf, donde estaba encelado,
E lleváronlo al poso por el suelo rastrando.
Echáronlo en el poso con cuerda muy larga,
Cuando estuvo al medio, hubiéronla cortada,
E cayó entre una peña y una fiera airada ;
Mas quiso Alláh del sielo que non le nució nada.
Allí cayó á Yusuf en aquella agua fría,
Por do pasaba gente con mercaduría.
Que tenían sed con la calor del dia ,
E enviaron por agua allí do él vacia.
*S" Volvamos por Yusuf donde estaba encelado. (A.)
*6 El manuscrito de la Nacional trae los tres últimos versos de esta estrofa de muy
distinta manera :
Somos dies hermanos, eso bien sabemos ;
Vamos á nuestro padre é todo se lo contemos;
Que contándole aquesto, seremos creederos.
«" Profeta.
APÉNDICE H. 251
La ferrada echaron , en la cabesa le daban ;
Non la podían sacar , que mucho les pesaba.
Por rason que Yusuf della se trababa ;
Pusieron hí esfuerzo , salió la bella barba.
Ellos, de que vieron lan noble criatura,
Maravell.ironse todos de su grant fermosura;
Leváronlo á su señor, placióle la su figura,
Prometióles muy grant bien y muyta mesura.
A poco de rato sus hermanos vinieron
A demandar á Yusuf, su cativo lo ficieron:
Él se lo otorgó, pues ellos lo quisieron ,
Yahuda los consejó allí por do vinieron.
Dijo ei mercader : «Amigos, si los querédes ,
Teinte dineros daré por él , si lo vendédes.—
Plácenos, dijieron ellos, con que lo empresionédes
Fasta la Tierra Santa , que non lo soltarédes.»
Ficiéronle sus cartas de cómo lo vendieron ,
E todo por sus manos por escripto lo pusieron ,
Ad aquel mercader su carta le rindieron ,
E lévanlo encadenado así como pusieron.
Cuando vino el mover, Yusuf iba llorando,
Por espedirse de sus hermanos mal iba quejando,
Maguer qu'ellos eran malos, él facia su guisado;
Ruego al mercader, otorgóselo de grado.
Dijo el mercader : «Esta hí es maravella,
Ellos te vendieron como si fueses ovelha ,
Diciendo que eras ladrón y de falsa pellelha.
Yo por tales como aquesos non daria una arbella.
Fué Yusuf á sus hermanos, la cadena rastrando ,
Yahuda aquella no^he los estaba velando ;
Espertólos á todos muy apriesa llorando,
Dijo : « Levantad vos, señores, y ved al torteado.»
Dijo Yusuf : «Hermanos, perdónevos el Criador
Del tuerto que me tenédes; perdóneos el Señor;
Que siempre é nunca se parta el nuestro amor. »
Abrazó á cada guno, é partióse con dolor.
Iban muy grant gente con aquel mercadero,
Allí iba Yusuf solo é sin compañero,
Pasaron por un camino, por un fosal sennero .
Do yacia la su madre aserca de un otero.
Dio salto del camello do iba cabalgando ,
No lo sintió el negro que lo iba guardando ,
Cayó Yusuf en tierra , la cadena rastrando,
Fuese para la fuesa de su madre lorando.
Dijo : «Madre , señora , perdónete el Criador ;
Madre, si me veyeses , de mí hobieses dolor ;
Liévanme con cadena captivo, con sennor,
252 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Vendido de mis hermanos, como si fuera laraidor.
«Kilos me han vendido non teniéndoles tuerto ;
Partiéronme de mi padre ante que fuese muerto,
Con arte y con falsía ellos me hobieron vuelto,
Por mal presio me vendieron , é voy ajado é cueyto.»
Desí volvió el negro que iba en la camella ,
Requirió á Yusuf, é non lo falló en ella;
Tornóse por el camino, aguda su orella ;
Fallólo en el fosal llorando, qu'es maravella.
Cuando el negro lo vido, húbolo mal ferido,
E luego en aquella hora cayó amortesido ;
Dijo : «Tú eres malo é ladrón complido;
Ansi nos lo dijeron los que te hobieron vendido.»
Dijole Yusuf: « Yo... no soy malo ni ladrón ,
Mas aquí vas la mi madre , é vengóla pedir perdón.
Ruego ad Allan del cielo é le fago oración
Que si culpa non te tengo, él te dé su maldición. »
Andaron toda la noche fasta el otro dia ,
Enturbíeseles el mundo, un gran viento corría ,
Fallecióles el sol á hora de mediodía;
Non vedian por dó ir con la mercadería.
Fizóse el mercader mucho maravellado
De aquesta fortuna que facía el pecado,
Dijo á sus compañas: «Yo vos mando privado
Qui pecado ha fecho que vienga acordado.
»Qu'es aquesta fortuna que agora habernos
Por algunos pecados que entre nosotros tenemos ;
Qui pecado ha fecho perdone é perdonemos ,
Camiarémos ventura, todos escaparemos.»
Dijo el negro : « Señor , yo di una puñada
Ad aquel vuestro cativo que fuia á la alborada. »
Llamó el mercader á Yusuf una vegada ,
Que se vengase del negro é de la su yerrada.
Dijo Yusuf : «Amigo , eso no es de mi afar ;
Que yo non so de aquesos que se quieren vengar,
Mas soy de tal rais, que quiero perdonar 18.
Gran yerra que seia , yo asi lo quiero far. »
De que aquesto fué fecho , é el negro perdonado ,
Aclareció el dia é el mercader fué pagado,
Dijo á Yusuf: « Ah hermano , ay amigo granado ,
Si no por la composición, ya habríate soltado 19.»
A pocos de dias á la su tierra llegaron ,
i Yo no vengo d'aquellos que se quieren vengar,
Antes vengo d'aquellos que quieren perdonar. (B.)
*o Sino por lo compuesto, soltaríate de grado. (B.)
APÉNDICE H. 253
Yusuf luego fué suelto , en el rio lo vaciaron,
De púlpura y de seda muy bien lo aguisaron ,
De piedras preciosas muy bien lo agastonaron 20.
Cuando por la villa entró, las gentes se maravellaban,
El dia era nublo y él bien lo aclaraba,
Maguer que era oscuro , él bien lo blanqueaba,
Por do quier que pasaba él todo lo alombraba.
Decían las gentes ad aquel mercadero
Se era aquel ángel ú hombre santurero,
Dijo: «Anda 21 mi es cativo leal y verdadero,
Querríalo vender, sil' fallase mercadero.
Fizo saber la hora que lo vendería al mercado.
Salieron luego nuevas por todo el reinado 22f
Vinieron todas las gentes el dia señalado,
Estando Yusuf apuesto, en un banco posado.
Non fincó en la comarca hombre ni mujer,
Ni chico ni grande, que non lo fuese á ver;
Alii vino Zalija, que lexó 23 el comer,
Cabalgada en una muía cuanto podia correr.
Por él daban su peso de plata bien pesado,
Asimismo facían otro de oro esmaltado,
De piedras preciosas, como dice el deitado 2I,
Asimismo su peso de aljóhar * granado.
Compiólo el Rey por su peso de alchohor 26,
Llevólo á su mujer Zalija , con amor,
Tomáronlo por lilho legítimo y mayor,
Amáronlo entrambos de muy buen amor.
Levantóse el pergonero y pergonó á sabor,
Dijo : «¿ Quién compra profeta cuerdo y sabidor,
Leal y verdadero, firme en el Criador,
Ansí como paresce por su fecho é valor?»
Dijo Yusuf: «Non pergones, amado,
Di, quien comprará cativo torpe y aviltado.»
Dijo el pergonero : « Eso non faré , amado ;
Que si aqueso dijiese non te mercarian de grado.»
Dijo Yusuf: «Si eso non quieres pergonar,
Pergona la verdad , y non quieras falsar ;
Di : ¿Quién compra profeta y de alto lugar?
Filho es de Yacop, si le oistes nombrar.»
Cuando el mercader supo que era de tal natura,
80 El de la Nacional afeitaron.
2* Es la partícula arábiga enda ó inda, que significa «en casa, en poder de».
82 El otro ejemplar condado.
23 Lexó está por dejó.
2* El dictado.
23 Aljófar.
2f> Alchohor es voz arábiga que vale tanto como «joyas, piedras preciosas».
254 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Rogó al comprador se lo tornase por mesura ;
E doblarle y ha el precio de su compradura ;
Non loquería far por guardar ventura.
Besándole pies y manos que lo quisiese far,
Él por ninguna guisa non lo quiso derogar.
Túvose por malandante, la cuenta le fuéá tornar;
Salvando lo que costó . non le quiso mas tomar.
Dijo el mercader a Yusuf en esta sazón
Que rogase ad Alláh del cielo le diese criazón
Y le alargase la vida lo que fuese razón ;
Que de doce mujeres que tenia , todas con amor,
Que en todas doce le diese criazón.
Rogó Yusuf «ad Alláli y le tizo oración;
Ficierónse todas preñadas cada una en su sazón,
Cuando vino el delibrar parieron de dos en dos 8T.
Cuando la hora fué que hubieron de librar
Plació ad Alláh del cielo, todas fueron á echar
Muy nobles criaturas, figuras de alegrar,
Alláh nuestro Señor las quiso ayudar.
Criólo Zalija; muy bien lo hubo criado
E de buen corazón lo hubo guardado;
Como era apuesto, pagóse del privado,
Demandóle barato é nol' semejó guisado.
Dijo á su privaüa : «. Ya sabes, hermana,
Como yo crié á Yusuf en cada semana ,
Muy bien lo guardé de noche y de mañana ,
Y él no me lo precia mas que si fuese vana.
Dame sabiduría é sapiensa clara,
Ca yo non puedo facer qu'él acate mi cara ;
Solamente que él me vediese é luego me amara,
E ficiese a mis guisas en lo que yo mandara.»
Dijo la su privada : «Yo vos daré un consejo,
Vos dadme haber é yo faré un bosquejo,
Yo habré un pintor que mestorará 28 arrecho,
Yo faré de manera que él vienga á vuestro lecho.»
Cuanto la demandó, todo fué bien guisado;
Fizo facer un palacio apuesto é cuadrado,
Todo lo fizo blanco , paredes é terrado ,
27 El manuscrito de la Nacional trae estas dos estrofas de may distinta manera :
Rogó el mercadero á Yusuf la sazón
Que rogase ad Alláh del cielo, poderoso señor,
Que en doce mujeres que tenia, todas doce con amor,
Que en todas le diese lilhos é criazón.
Levantóse Yusuf é fizo loacion,
Rogó ad Alláh del cielo , de buen corazón ,
Que alargase la vida al bueno del varón,
Y empreñáronse todas, cada una á su sazón.
*8 Mestorar es lo mismo que pintar.
APÉNIMCE H. 255
Fizólo figurar á un pintor privado.
De Yusuf v de Zalija allí fizo lasfeguras,
Que se abrazaban ambos privados sin mesura;
Que semejaban vivos con seso y cordura,
Poique era figurado de mistura por natura.
Desque el palacio fué fecho todo bien acabado
Allí vino Zalija y asentóse de grado ;
Enviaron por Yusuf luego con el mandado :
«Yusuf, tu señora quiere que viengas privado.»
Allí vino Yusuf do Zalija sedia ,
Como quiso denttar, luego sintió falsía;
El quísose tornar, ella non lo consentía,
Trabólo de la falda, llevólo do vacia.
Allí fincó Yusuf con muy grande espanto,
Falagábalo Zalija , é él volvíase de canto ;
Prometiéndole habere riquezas abasto;
«Agora , dijo Yusuf, Alláh mandará á fasto. »
Do quiera que cataba veía fegura artera,
Diciéndole Zalija : «Esta es fiera... manera ;
Tú eres mi cativo, é yo tu señora sertera,
E no puedo faser te guies á mi carrera.»
Yusuf en aquella hora quísose encantar ;
El pecado lo fasia que lo queria engañar ;
Mas vido que no era á su padre honrar,
Repentido fué luego , comencóse de afermar.
Luego volvió las cuestas é comengó de fuir;
De zaga íbale Zalija , non lo podía sofrir ,
Trabólo de la falda, como oirías desir,
Echando grandes voces : «Aquí habrás de venir. »
Oyólo su marido por do vino allí privado,
Falló á Yusuf llorando su mal fado ;
Rota tenia la falda en su costado,
Y el su corazón negro por miedo de pecado.
Zalija tenia tendidos sus cahellos,
En manera de forzada, los sus olhos bermelhos,
Diciendo al buen Rey : «Ya, Señor, de tus parelhos
Aquí son menester todos los tus conselhos.
»Cata aquí tu cativo que tenias en fieldad ,
Hame caesido por sin ninguna piedad,
Habiéndolo criado con tan grand poridad
Como face madre á filho, ansí yo lo quise far.»
Dijo el Rey á Yusuf aquesta razón :
«¿Cómo me has pensado en tan grande traición,
Toviéndote aquí puesto en mi corazón? —
La hora, dijo Yusuf, no vengo de tal morgón. »
Reutaban á Zalija las dueñas del lugar
Porque con su cativo queria voltariar;
256 HISTORIA DE LA LITEKATURA ESPAÑOLA.
Ella de que lo supo arle las fué á buscar
Convidólas á todas é llevólas á yantar.
Diólas ricos comeres é vinos esmerados ,
Que iban lii todas agodas de dictados ;
Diólas sendas toronjas é cannineles en las manos.
Tajantes é apuestos é muy bien temperados.
Y fuese Zalija adó Yusuf estaba
De púrpura é de seda muy bien lo aguisaba
E de piedras preciosas muy lo afeitaba,
Verdugadero en sus manos , á las dueñas lo enviaba.
Ellas, de que lo vieron, perdieron su cordura,
Tanto era de apuesto é de buena fegura ;
Pensaban que era tan ángel, é tornaban en locura,
Cortábanse las manos, é non de habian cura,
Que por las toronjas la sangre iba andando;
Zalija , cuando lo vido , toda se fué alegrando ;
Dijoles Zalija : «¿Qué faces, locas , de sin cuidado,
Que por vuesas manos la sangre iba andando?»
Ellas, desque lo vieron, sintieron la su locura,
Diciéndoles Zalija: "¿Dó vais, 'locas, sin cordura;
Que á por una vista sola tomádes tal tristura?
¿Qué debria yo facer dende el tiempo que me dura? >
Dijiéronle las dueñas : « A tí non le colpamos ;
Nosotras somos las yerradas que del te razonamos,
Mas antes guisaremos que él venga á tus manos,
De manera que seáis avenidos erilerambos. »
E fuéronse las dueñas á Yusuf á rogar ,
Yedéredes cada una cómo lo quería far;
Pensábase Zalija que por ella iban á rogar
Mas cada una iba para sí á recabar.
Yusuf, cuando aquesto vido, reclamóse al Criador,
Diciendo: «Padre mío, de mi náyades dolor,
Son tornadas de una muchas en mi amor ;
Pues mas quiero ser preso que non ser traidor. »
Cuando Zalija vido la cosa mal parada,
Que por ninguna via no pudo haber de entrada,
Dijo al buen Rey: «Este me ha difamado,
No teniendo yo culpa, mas á falsía granada.»
Echólo en la prisión aquí á que se volviese
E que por aquello á ella obedeciese,
E entendiólo el liey anle que muriese,
E juró que non salria mientras que él viviese.
E cuando aqueslo fué fecho, Zalija fué repentida,
Non lo habría querido facer en dias de su vida,
Diciendo: «¡Oh mezquina! nunca seré guarida
De este mal tan grande en que soy caída;
»Que si yo supiera que esto había de venir
APÉNDICE H. 257
Que por ninguna via no se ha podido eomplir,
Que yo no lie podido de este mal guarir,
Por deseo de Yusuf habré yo de morir.
Allí yace diez años como si fuese cordero
O'aquí á que mandó el Rey á un su portero
Echar en la prisión dos hombres, y el tercero,
El uno su escanciano , é el otro un panicero,
Porque habían pensado al Rey de far traición,
Que en el vino é en el pan que le echasen ponzon;
Probado fué al panicero , é id escanciano non ,
Porque mejor supo catar é encobrir la traición.
Allí do estaban presos muy bien los castigaba,
E cualquiera que enfermaba muy bien lo curaba,
Todos lo guardaban por do quiera que él estaba,
Porque él lo merecía, su figura se lo daba.
Soñó el escanciano un sueño tan pesado,
Contólo á Yusuf, y sáceselo de grado;
Dijo : «Tú fués escanciano de tu señor honrado,
Mas hoy en serás á tu oficio tornado ,
»E abrás perdón de tu señor.
Ayúdete el seso, é guíete el Criador;
Ca á quien AUáh da seso, dale grande honor,
Volverás á tu oficio con muy grand valor.»
Dijo el panicero al su compañero :
* Yo diré á Yusuf qué he soñado un sueño
De noche, en tal día, cuando salía el lucero,
Y veré qué me dice en su seso certero.»
Contóle el panicero el sueño que quería,
E sáceselo Yusuf, é nada non le mentía;
Dijo : « Tú fués panicpro del Rey y todavía ,
Mas aquí yacerás, porque ficieste falsía;
»Que al tercero día serás tú luego suelto ,
E serás enforcado á tu cabeza el tuerto,
E comerán tus meollos las aves del puerto;
Allí serás colgado hasta que sias muerto.»
Dijo el panicero : « Non soñé cosa certera;
Que yo me lo decía por ver la manera.»
Dijo Yusuf: « Esta es cosa verdadera;
Que lo que tú dijistes, AUáh lo envió por carrera.»
Dijo Yusuf al escanciano aquesta razón :
«Ruégote que recuerdes al Rey de mi prisión,
Que harto me ha durado esta gran maldición.»
Dijo el escanciano: «Pláceme de corazón.»
Luego al tercer dia salieron de grado
E fuéronse delante el Rey, su señor honrado.,
E mandó el panicero ser luego enforcado ;
Dijo : «El escanciano á su oficio ha tornado.»
TOM. IV. 17
258 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Olvídesele al escanciano de decir el su mandado,
E no le membró por dos años, ni le fué acordado
Fasta que soñó un sueño el Rey apoderado;
Doce años estuvo preso, é esto mal de su grado.
Aqueste fué el sueño que el Rey hubo soñado:
De que salia del agua un rio granado ,
Anir era su nombre, grande é muy preciado,
E vido que en39 salian siete vacas de grado;
Eran bellas é gordas , é de lay muy cargadas ,
Y vido otras siete magras , flacas y delgadas;
Comíanse las flacas á las gordas granadas,
E no se les parecía ni henchían las hilladas.
E vido siete espigas muy llenas de grano,
Verdes é fermosas como en tiempo de verano ;
E vido otras siete secas con grano vano,
Todas secas é blancas como cabello cano.
Comíanse las secas á las verdes del dia,
E non se les parecía ninguna mejoría;
Tornábanse todas secas, cada guna vacía,
Todas secas é blancas, como de niebla fria.
El Rey se maravelló de cómo se comían
Las flacas á las gordas granadas,
Y las siete espigas secas á las verdes mojadas,
Entendía que en su sueño habia largas palabras ,
E no.podia pensar á qué fuesen sacadas.
Y llamó á los sabidores, é el sueño les fué á contar,
Que se lo sacasen, é no ge diesen vagar,
E ellos le dijeron: «Nos queráis aquejar,
Miraremos en los libros, ó non te daremos rogar.»
Dijéronle: «Señor, no seáis aquejado,
No son los sueños ciertos en tiempo arrebatado;
Los amores crecen, según nos, ó cuidado,
Mas a las de veras suelen tornar en falso.»
Y amansóse el Rey y dióles de mano,
Porque él entendía que andaban en vano;
E hubo de saber aquello el escanciano.
E vínose al Rey, é díóle la mano,
E dijole: «Señor, yo sé un sabidor honrado,
El cual está en prisión firmemente atorteado,
Dos años habernos que del non me he acordado,
He fecho como torpe, é siénteme yerrado.
i) Ya me sacó uu sueño, cierto le vi venir.»
Y el Rey le respondió: «Amigo, empieza de ir
E cómaselo todo , como has oido decir,
E librarlo hemos muy presto, é sacarlo ye de allí.»
29 Está por ende. Anir es el río Hilo.
APÉNDICE H. 259
E fuese el escanciano á Yusuf de grado
E dijo: «Perdóname, amigo, que olvidé tu mandado,
E fizólo el miedo de mi señor honrado;
Mas agora es tiempo de mandarlo doblado.
»Mas ruégote, hermano, en amor del Criador,
Que me saques un sueño que vido mi señor. —
La hora, dijo Yusuf, pláceme de corazón,
Pues que no puedo salir fasta que quiera el mayor.»
E contóle el sueño todo bien cumplido ,
Porque no yérrase Yusuf en lo que era sabido;
Cuando el sueño fué contado, Yusuf hubo entendido,
Dijo Yusuf: «El sueño es cierto é tenido.
»Sabrás que las siete vacas gordas é granadas,
E las siete espigas verdes é mojadas,
Son siete años muy lluviosos de aguas,
Do quiera que sembráredes todas nacerán dobladas;
» Y las magras vacas y las secas espigas ,
Son siete años de muy fuertes prisas.
Cómense á los buenos bien á las sus guisas ,
Do quiera que sembráredes no ya saldrán espigas;
»Por que face menester que sembrédes abasto
En estos años buenos que haberédes á tarto,
Y desédes provienda para vos y el ganado,
E alzédes lo otro, ansí el fecho llegado,
»Con su espiga mesma sin ninguna trilladura ,
E la palla sea guardada muy bien de afolladura ,
Porque no se caiga polilla ni ninguna podredura ,
Porque en estos tiempos secos tengádes folgadura ;
»Porque en aquestos años tengádes qué comer,
E vuestros bestiales é las vacas de beber,
E todos vos esforcédes é podádes guarecer,
E saldréis al buen tiempo é habréis mucho bien.»
Cuando el escanciano vio del sueño la glosa,
Volvióse al Rey con verdadero goso,
E fizóle á saber al de la barba donosa
Cuanto era el sueño con razón fermoso.
E placióle mucho al Rey , é hobo gran placer ,
E súpole muy mal de tal preso tener,
Cuerdo é verdadero complido en el saber,
E mandó que lo trayesen, que él lo queria ver.
E fuese el escanciano á Yusuf con el mandado,
E dijo cómo el Rey por él habia enviado,
E que fuese presto, del Rey non fuese airado ;
E dijo Yusuf: «No seré tan entorbiado;
»Mas vuélvete al Rey , y dile desta manera :
Yo, ¿qué fiuza tendré en tu merced certera,
Que me tuviste preso doce años en cárcel negra
260 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
A tuerto é sin razón y á traición verdadera?
»Mas yo de su prisión non quiero salir
Fasta que me venga de quien allí me fizo ir,
De las dueñas fermosas que me ficieron fuir
Cuant se cortaban las manos é non lo podían sentir.
«Aplácelas el Rey, pues que me dañaron ,
Que digan la verdad por qué me acusaron,
O por cuál razón en la cárcel me echaron,
Porque entienda el Rey por qué me colparon;
»E cuando serán ajuntadas, é Zalija con ellas,
Demándelas el Rey verdad á todas ellas,
E cuando él verá que la culpa tienen ellas ,
La hora yo salré de muy buenas maneras.»
Aplazólas el Rey, é demandólas la verdad ;
Ellas le dijeron : «Todas fecimos maldad,
E Yusuf fué certero manteniendo lealtad,
Nunca quiso voltariar ni le dio la voluntad.»
Y levantóse Zalija, y comenzó de decir
A todas las dueñas : « No es hora de mentir,
Sino de seyer firmes é con verdad venir,
Que yo me entremetí, por mi loado vivir.
»Que todas hicimos yerro, si 30 nos valga el Criador,
E le tenemos culpa; Alláh es perdonador;
Yusuf es fuera de yerro é de pecado mayor.»
El Rey cuando las oyera, maldiciólas con dolor.
E fizo saber el Rey á Yusuf la manera
Cómo era quito, cosa verdadera,
De todas las dueñas con prueba certera:
E la hora salió Yusuf de la cárcel negra.
Y en el portal de la prisión fizo facer un escripto :
«La prisión es fuesa de los hombres vivos,
E sitio de maldición é banco del abismo;
Alláh nos cure de ella á todos los amigos.»
Envióle el Rey muy rica cabalgadura
E gran caballería que lo habian á cura ,
Levábanlo en medio, como señor de natura ,
E fuéronse al palacio del buen Rey, de mesura.
El Rey, como lo vido, luego se fué á levantar,
Y el Rey se fué á él , lo que no solia usar,
Y asentólo cabo á él , lo que no solia far,
Y en la hora la dijo el Rey : «Mi filio te quiero far.»
Con setenta fablaches 31 el Rey le hobo fablado,
E respondióle Yusuf á cada uno privado,
E fabló Yusuf al Rey, é el Rey no supo dar recabdo,
50 Lo mismo que asi.
•1 Lengua, idioma, dialecto.
APÉNDICE H. 261
E maravillóse el Rey de su saber granado.
Dijo el Rey á Yusuf : «Ruégote, hermano,
Que me cuentes el sueño que te dijo mi escanciano,
Que lo oiga de tu lengua, y sea yo alegrado,
Y adrezarémos nuestras cosas , seyendo yo librado.»
Y dijo Yusuf al Rey: «Encomiéndote al Criador,
Que de aqueste sueño habrás muy grande honor;
Mas tú has menester de hombre de corazón
Que ordene la tu facienda y la guie con valor.
»Mas adreza tu facienda como yo te he fablado,
Que el pan de la tierra todo seya alzado,
El de los años buenos para el tiempo afortunado,
Que de sede é de fambre todo el mundo sea aquejado.
»Verná toda la gente en los tiempos faltos,
Y mercarán el pan de los tus alzados
Por oro y plata y cuerpos y algos,
De manera que serás señor de altos y de bajos.»
Y el Rey, cuando esto oyera , comenzó de pensar;
Yusuf, como le vido, volvióle á tablar
Y dijole : « En eso no pensédes que Alláh lo ha de librar,
Que yo habré de ser quien lo habré de guiar.»
Dijo el Rey : « Oh amigo , y cómo me has alegrado,
Yo te lo agradezco , de Alláh ende habrás grado,
Que tú serás aquel por quien se ensalzará el condado,
Y que de hoy adelante te dejo el reinado;
«Porque tú perteneces mandar el reinado,
Y á toda la gente, ivierno y verano ;
Todos te obedeceremos, el joven y el cano,
Como las otras gentes quiero ser de grado.
¿Porque tú, lo mereces, de Alláh te venga guianza; ;'
Pero ruégote, amigo, que seyasen amiganza
Queme vuelvas mi reino y non pongas dudanza
Al cabo de dicho tiempo, non finques con mal andanza.
»Con aquesta condición , que te quedes en tu estado,"
Como rey en tu tierra , mandando y sentenciando ;
Que asi lo mandaré hoy por todo el reinado ,
Que no quiero yo ser ya mas rey llamado.»
Y placióle á Yusuf y húbolo de otorgar,
En el sitio del Rey luego se hubo de sentar,
Y mandó el Rey á la gente delante del humillar,
Firmemente lo guardaban como lo debian far.
Y cuando vido Yusuf la luna prima y delgada
En el sino 3- que se iba con planta apresurada ,
Que dentraban los años de ventura abastada,
Mandó juntar la tierra y toda su compaña.
*2 Está por signo.
262 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Y de que fueron llegados todos sus vasallos,
Fizóles á saber por qué eran llegados ;
Que se fuesen á sembrar los bajos y altos,
Que sembrasen toda la tierra , valles y galachos.
Y fuéronse á sembrar todos con cordura ,
Así como mandaba su señor de natura,
Venian redoblados con bien y con ventura,
Y, maravilláronse de su sabencia pura.
Y luego mandó Yusuf á todos sus maestros
Que ficiesen graneros de muy grandes peltrechos,
Muy anchos y largos, de muy fuertes maderos,
Para adalzar el pan de los tiempos certeros.
Nunca vieron los hombres estancias tamañas,
Unas encima de otras , que semejaban montañas ,
Y mandó segar el pan ansí entre dos tallas,
Y ligar los fachos con cuerdas delgadas.
Y facíalos poner en los graneros atados,
Ansí con sus espigas que fuese bien guardado,
Que no y cayese polilla ni nada hubiese cuidado,
Cada año lo fizo ansí facer, y ficiéronlo de grado.
E tanto llegó del pan, que no le fallaban cuantía,
E cuando vido la luna en el sino que se iba ,
Que dentraba la seca de muy mala guisa,
Mandó que no sembrasen después de aquel dia,
Fasta que pasasen otros siete años cumplidos,
Que de sete é de fambre serian fallecidos ,
E no hí habia aguas de cielo nin de rios ,
Ansí como lo dijo Yusuf, así fueron venidos.
Y puso el Rey fieles para su pan vender,
Buenos é verdaderos, según el su saber,
E mandó que diesen el drecho, ansí lo manda facer,
E precio subido por el que fiz prender.
E mandó á sus fieles que vendiesen de grado
El uno á los de la tierra, y el otro á los de fuera del reinado,
A cada guno demandasen nuevas de dó eran privados,
O si eran de la tierra, que no les diesen recabdo.
Que á pocos de dias las tierras fueron vacías
De todo el pan é mercaderías,
E no ya y habia que comer en cibdades ni en villas,
E mercaba de Yusuf el que sabia las guaridas.
Los primeros años con dinero é mobla 33 mercaron,
Levaron plata é oro, é todo lo acabaron,
E luego, empues de aquello, la criazón gastaron,
E non les bastó aquello, que mucha res ya llevaron.
Que al seteno año vendieron los cuerpos,
33 Bienes muebles.
APÉNDICE H.
E fueron lodos cativos, todos vivos é muertos,
E todo volvió al Rey, las tierras élos pueblos,
E extendióse la fambre en reinos extranjeros.
Pues cuando lo vido Yusuf todo á su mandar,
E todos los cativos que podia vender ó dar,
Volvióse al Rey é l'uéle á fablar,
Dijo : «¿Qué te parece, Rey, de lo que me has visto far?»
E dijole el Rey : « Tú harás por el reinado,
Porque tú mereces mandar el condado.
Porque tú perteneces mandar el reinado;
Que yo no quiero ser ya mas rey llamado. »
Dijo Yusuf al Rey aquesta razón :
« Ya fago franco á todos é quito con honor,
Y á tí tu reismo 3i con todo señor. —
La hora, dijo el Rey , eso no seria razón;
»Que no me lo consintiria el mi corazón,
Que tan noble sabencia fuese á baldón,
Antes de hoy adelante quiero que tu seyas señor.»
35
E cuando Yusuf vido la fambre apoderada ,
Que por toda la tierra era tan recargada,
Entendió que á tierra de su padre seria llegada,
Puso ya regimiento cómo la nueva fuese arribada.
Mas á pocos de dias la fambre fué llegada
A tierras de Yacop é de su barba honrada ,
Tenia mucha gente é una moyer guardada ,
Todos á su propia costa é bien apoderada.
Dijo Yacop : «Filhos, yo be sentido
Que en tierras de Egito hay un rey cumplido,
Bueno é verdadero, franco y entendido,
E tiene mucho pan partido é vendido.
«Querría que tomásedes deste nuestro haber,
E que fueseis luego ad aquel rey á ver,
Contadle nuestra cuita, é querrá vos creyer,
Con la ayuda de Alláh querrá á vos vender.»
Dijieron sus lilhos: «Plácenos de grado;
Iremos á veyer ad aquel rey honrado,
E veremos la su tierra, é también el su reinado,
E con la ayuda de Alláh él nos dará recabdo. »
De que llegaron á la tierra avistada
Preguntaron por el Rey dó era su posada;
Dijo un escudero : « Aquí es la su morada,
Yo vos daré del pan é también de la cebada ;
» Que yo soy fiel del Rey, que vendo el pan alzado
3* Derechos reales, regalia.
35 Parece fallar un verso.
264 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
A los de fuera del reino ; á los otros no me es mandado;
Decidme de dónde sois, é libraros he de grado,
Ca si sois de aquesta tierra, non vos daré recabdo.
Decidme de dónde sois ó de qué lugar,
Porque podcis ansi d'aqueste pan levar,
E daré á cada guno cuanto queráis mercar,
Segunt el dinero lo haré yo mesurar.
Y ellos le dijieron todos sus dictados
E la tierra de do eran, é cómo eran hermanos,
Filhos de Yacop é de Isac, muy amados
En Jerusalen, allí do eran fincados.
E dentro el escudero al Rey é contóle la razón,
E de qué logar eran é de cuál morgón,
Filhos de profeta é de buena generación;
« Señor, si tú lo mandas, librarlos he con amor. »
E mandó el Rey que entrasen delante del privado,
E que los diesen á comer del mayor pescado,
E que los guardasen por todo el reinado,
E no los dejasen ir, é toviesen su mandado.
Y el Rey, como los vido, hobo placer con ellos,
E mandóse adrezar luego de vestidos bellos,
Mil caballeros al costado esquerro, mil al drecho,
De una parte placer, de otra gran despecho.
Los vestidos que traia eran de gran valor,
Eran de oro é de seda, é de fermosa labor,
E traia piedras preciosas , de que salia claror,
Mas traia algalia é muy rico golor.
E mandó que dentrasen á veyer su figura,
E diéronle salvación , según su catadura,
E mandólos asentar con bien y apostura,
Maravilláronse mucho de su buena mesura.
Ellos estando en piedes y el Rey posado,
Hételos al Rey fieramente catando,
Ellos no se dudaban nin de habían cuidado,
Tratábalos el Rey con amor é de grado.
E de que vieron al Rey bella su catadura,
Yúdasdijo: « Hermanos, oid mi locura;
Temóme de este rey y de su encontradura,
Ruguémosle luego nos envié por mesura.»
Por mucho que le dijieron, él no lo quiso far,
Fasta el tercero día allí los fizo estar,
Fizóles mucha honra, cuanta les pudo far,
Ansí como á filhos los mandaba guardar.
La mesura del pan de oro era obrada,
E de piedras preciosas era estrelada,
E era de ver toda con tal guisa enclavada,
Que facia saber al Rev la verdad apurada.
APÉNDICE II. 265
Dijoles el Rey, nuevas les demandaba,
La mesura en su mano, que se la meneaba,
Diciéndoles el Rey que mirasen lo que hablaban,
Que si decían mentira ella lo declaraba.
Quien con el Rey habla guárdese de mentir,
Ni en su razón non quiera mentir,
Porque cuando lo facia hacíala retiñir,
Y ella le decia verdad sin cuentradecír.
Díjolesel Rey: «¿De quién sedes fllhos,
O de qué linaje sedes venidos?
Veos yo de gran fuerza, fermosos é cumplidos ,
Quiero que me lo digádes, é seremos amigos.»
Ellos le dijeron: «Nosotros, Señor,
Somos de profeta, creyente al Criador ;
De Yacop somos filos, creyente al Criador,
E venimos por pan si hallamos vendedor.»
E firió el Rey en la mesura é fizóla sonar,
Pónela á su orelha por oir é guardar,
Díjoles el Rey, é no quiso mas dudar :
«Según dice la mesura , verdad puede estar.»
Díjoles el Rey : «¿Cuántos sos, amados?»
Ellos le dijieron : «Eramos dose hermanos,
Al uno se comió el lobo, según nos cuidamos,
E el otro queda con él, su amor acabado.»
Díjoles e! Rey: «Prometo al Criador,
Sino por acatar á vuestro padre é señor,
Yo os tendría presos en cadena con dolor,
Mas por amor del viejo, enviaros he con honor.»
Ellos dijieron: «Señor, rogárnoste en amor,
Por el Señor del mundo, que te dio honra é valor,
Nos quieras enviar á nueso padre é señor,
Y habrás gualardon é merced del Criador.
»E non cates á nos mas al viejo de nueso padre,
Porque es hombre muy viejo é flaco en verdad,
Que si tú le conocieses, querríasle honrar,
Porque es hombre muy sano é de buena voluntad.
» — Yo no cato á vosotros , mas á quien debo mirar
E aquel hombre bueno que me venídes á rogar,
Alláh me traiga en tiempo que yo lo pueda honrar,
Que como face filho á padre, yo así lo quiero far. '
«Saludadme al viejo, á vueso padre el cano,
Y que me envié una carta con el chico, vueso hermano,
E qué fué de su tristeza que ha tornado en vano;
E si aquesto olvidáis, no os daremos grano..
»Mas en vosotros no me fio ni me caye en grado,
Mas porque á mí seya cierto, quede el uno restado
Hasta que venga la carta con el chico, vueso hermano,
266 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Yen esto echad suertes cuál quedará arrestado.»
E cayó la suerte á uuo que decían Simeon,
El que cortó la soga á Yusuf la sazón
Cuando lo echaron en el pozo, y cayó allí el varón,
E hubo de fincar ende con la dicha condición.
E luego el Rey mandó la moneda dellos ser tomada,
E luego á cada uno en su jaco ligada,
E ellos no se dudaban nin de habian cuidado,
Fizólo el Rey porque tornasen de grado.
Y espidiéronse del Rey, é vinieron muy pagados,
E contaron al su padre del Rey é sus condados,
Que nunca vieron tal rey, é de tantos vasallos
E de buena manera é de consejos sanos.
E que se verificaba en todo su afer 36
A su padre Yacop, en honra é saber,
Quien no lo conociese é lo fuese á ver,
Entendería que es profeta , é habrialo á creyer.
Desataron los sacos del trigo, é hubieron catado,
Fallaron la cuantía que hubieron llevado;
Dijeron á su padre : «Este es hombre abonado,
Que sobre toda la honra la cuantía nos ha tornado.
»Mas sepádes, padre, que él os envia á rogar
Que le enviés á vuestro filho, é non le queráis tardar,
Con una carta escripia de todo vueso afar.
Padre, si no nos lo dádes, no nos cabe mas tornar.
»Ni nos dará del pan ni seremos creídos ;
Padre, si nos lo dádes seremos guaridos;
Tememos nuestra fe é seremos creídos,
E trairémos del pan é ganaremos amigos. »
Dijoles el padre : « No lo podría mandar;
Este es mi vida, é con él me he de conhortar,
Ni en vosotros yo non quiero mas Dar.
Porque antes de agora me hobiestes á falsar.
«Cuando Devastes á Yusuf é no me lo tornastes,
Quebrantastes vuestra fe é vuestros homenajes,
Perdisles á mi filho como desleales,
Yo me quiero guardar de todas vuestras maldades. »
Por mucho que le dijieron, él no lo quiso far,
Ni por ninguna via lo quiso otorgar;
Hobiéronse de sofrir, é no ya quisieron tornar,
Fasta que el pan fué comido, é no ya habia que amasar.
E la hora tornaron á su padre á rogar
Que les diese á su hermano é los quiera guiar;
Que al buen Rey prometieron de sin él no tornar,
E qu'ellos lo guardarían sin ninguna crueldad.
36 Lo mismo que afar, del francés nfaire.
APÉNDICE H. 267
Tanto le dijieron é le fueron á rogar,
Que viendo la gran fortuna , hóbolo de otorgar,
Y ellos le prometieron de muy bien le guardar
E de no volver sin él jura le fueron á far.
Y á uno de sus filhos tizo facer un escripto ,
En el cual decia: « A tú, rey de Egipto,
Salud é buen amor de Yacop el tristo ,■
Yo te agradezco é tu fecho é tu dicto.
» A lo que me demandas , qué fué de mi estado ,
Sepas que mi vejez é mi bien he logrado ,
O lami ceguedad, que ya soy quebrantado,
Primeropor pavor del Criador honrado,
»E por Yusuf, mi ülho, parte de mi corazón ,
Aquel que era fuerza de mí en toda sazón ,
Y era mi amparo , é perdilo sin razón,
No sé, triste , si es muerto ó vivo en prisión.
» Entiendo que soy majado del Rey celestial ;
Y ansí , que deste mi ülho tomes mancilla é pesar ,
E lo que yo te ruego , como á rey natural ,
Que me vuelvas á mi filho , ca por él soy yo mortal.
» Que si no por este filho , yo ya seria finado ;
Que él me daba conhuerto de Yusuf, el mi amado,
Yo te lo envió en fe que me lo tornes privado,
Enguárdete el Alláh, señor apoderado.»
De que la caria fué fecha , dijolos él de grado :
«Filhos , los mis filhos, complid el mi mandado;
No dentreis por una puerta , mas por muchas privado,
Porque seria mejor, porque ansí lo he probado.»
Despidiéronse de su padre, é fueron con alegría;
Caminaron todos juntos la noche y el dia,
E llegaron á la cibdad con la calor del dia ;
Y el Rey, como lo supo, hubo gran mejoría.
E mandóse adrezar el Rey de ricas vestiduras,
Y á toda su gente muy ricas cabalgaduras,
Enbalsamienta de oro é safomerios de gran mesura ,
De diversas maneras, y olores de gran altura.
Cuando fué acabado lo que el Rey hobo mandado,
Mandó que dentrasen delante de él privado ,
Yr cuando ellos iban por la corte dentrando,
Echóles palmas el chico en las loores de grado,
E besóles por su cara é por su vestidura;
Rebtábanlo los otros que hacia gran locura ,
Diciendo: «¿Qué haces, loco, de sin cordura?
¿Entiendes que por tí han puesto aquesta fermosura? »
Díjoles: « Hermanos, ruégoos no vos quejédes;
Oid mi razón, que luego la sabrédes;
Mas conviéneos , hermanos , que os aparejédes ,
268 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Porque entienda el Rey que parientes buenos tenédes.»
E conocieron todos que tenia razón,
Tomaron su consejo como de buen varón ,
E fueron delante el Rey con buena condición,
De parte del padre era la su generación.
Tanto era el Rey de apuesto , que no lo conocían;
Unos certificaban, y otros no podian ,
Y el Rey se sonrió, é dijo qué querían
O de qué tierra eran, que buena gente parecían.
Y ellos le dijeron del afar pasado ,
De cómo traían la carta con el chico su hermano ;
Ansí como prometieron, con homenaje dado
Pusiéronle delante é placióle de grado.
Traía con él una carta escreipla,
Del estado de su padre é de su vida feita ;
El Rey, cuando la leyó, lloró con gran mancilla,
Y encubrióse de los otros, que ellos no lo vían.
E luego mandó el Rey á todos sus menesteres,
De embasillamiento de oro que henchiesen las mesas,
E otras tantas de plata de diversas maneras ,
E mandóles asentar á que comiesen en ellas.
E de que fueron sentados, mandó que los sirviesen ,
E mandó el Rey que de dos en dos comiesen ,
Ansí como nacieron , que ansí lo Hiciesen ,
Porque á él le parecía que no se ende estoviesen.
De que vieron de comer entre dos una escodilla ,
Hubo de fincar el chico con su mano en la mejilla ,
Porque fincaba solo, triste con mancilla,
Por tristeza de su hermano , que eran de una nacida.
E vedósele el comer , por dolor de su hermano ,
Porque cada guno comía con su par cormano ,
Llorando con tristeza , y él su meollo vano ,
E dejó de comer el buen filho del cano.
Cuando aquesto hobieron techo , cayó amortecido ,
E el Rey , cuando lo vido, á él fué arremetido ;
Tomólo de la mano, é honrólo el valido.
37.
Dijo el Rey : « Amigo , ¿quién te ha ferido ? »
Dijo él: « Vos sos , señor cumplido ,
Que me membrastes á mi hermano el bellido ,
El cual mi corazón no lo echó en olvido. i>
Dijo el Rey : « Amigo , ¿ quiérasme perdonar ,
Que yo no sabia quién eras ni de qué lugar"?
Pues que tú fincas solo, habréte de acompañar
En lugar de tu hermano, con tú quiero yantar.»
*7 Parece faltar un verso.
APÉNDICE H. 269
Sirvióle el Rey de muy buena voluntad,
E mandó que le parasen mesa de gran beldad ,
Que quiere comer con él, que le había piedad.
Tanta fué la bondad del Rey, y honra que le fué á dar,
Que le quitó la ira , é comió con él de grado;
Sus hermanos , que lo vieron , tomaron mal cuidado ;
E por invidia quisieran haberlo matado;
Diciendo unos á otros : « Aqueste nuestro hermano
»Allá con nuestro padre luego fará grandía,
De que seremos en nuestra tierra éél todavía.
— Yo comi con el Rey porque lo merecía ,
Y aquestos á mis piedes de noche é de dia. — »
Díjole el Rey si habia mover é filho;
Y él le dijo: «He moyercon tres niños;
Por deseo de Yusuf , púseles nombres piadosos ,
Al cual mi corazón no le echa en olvido.
» Al uno dicen Lobo , y al otro dicen Sangre ,
Y al otro dicen Yusuf, filho de buena madre ,
Esto porque dijieron mis hermanos á mi padre
Que el lobo maldito en Yusuf se fué afartado.
» Trajeron en sangre la su camisa clara ,
E yo con aquestos nombres no olvido su cara;
No lo olvido ni de noche ni de dia encara 38,
Porque él era mi vida é era mi ampara.
* Nacimos dambos juntos en el vientre de mi madre ,
Y húbose de perder en el tiempo de mi padre;
No sé , triste , si es muerto ó vivo en tierra ó mare,
Habéismelo mandado, é tícísteme pesare.»
Y aquejósele al Rey á la hora el corazón ,
Y quiso echar voces j encubrir la razón ,
Y tomólo de la mano y apartólo á un rincón ;
Y díjole el Rey y hablóle como varón.
Díjole el Rey: «¿Conócesme, escudero?»
Y él le dijo : «No , á fe de caballero.»
Dijo: « Yo soy Yusuf, yo soy tu hermano certero.»
Y abrazáronse dambos y andarían un mulero.
Tanto tomó del gozo con Yusuf su hermano,
Que cayó amortecido el su meollo vano ;
Y el Rey , como le vido , tomóle de la mano.
Díjoles: « No hayas miedo mientras yo seya sano.»
Apartólo el Rey , y díjole esta razón :
«Yo quiero que finques con mí en toda sazón ;
No lo sabrá ninguno, muyer ni varón ;
Yo hacerlo he con buen arte é muy buena razón.
» E por farlo mas secreto , te fago sabidor,.
38 Lo mismo que aun.
270 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Porque non hayas miedo ni ninguna temor ;
Yo mandaré meter la mesura de valor,
Dentro en el tu saco , y esto por tu amor. »
Ninguno sabia del Rey la poridad ,
Y envióles á todos de buena voluntad ;
Caminaron todos juntos , toda la hermandad ,
Ed allí oyeron voces de gran crueldad.
E paráronse todos á ver qué querían ,
E vieron que era el Rey con gente , que corrían ,
Disiendo : «¡Guardaos, traidores, que habéis hecho falsía!
Mala obra obrastes al Rey todavía.»
Quedáronse todos cada gimo espantado
Del dicho que oyeron á tan mal airado;
E dijieron todos: «Aun ganádes gran pecado,
De llamarnos ladrones no siéndonos probado.
» Decidnos , ¿qué querédes ó qué demandádes ,
O qué os han furtado , que ansí os aquejádes?»
E ellos les dijieron : « La mesura vos tomastes,
La que decía al Rey todas las verdades.
»Déla quien la tiene, y albricias le daremos
Un cafiz de trigo del mejor que tenemos.»
Y ellos les dijieron : « Por la fe que tenemos ,
No somos mal fautores, que nos non lo farémos.
» No venimos de natura de facer desaguisados;
No lo habernos fecho en el tiempo pasado ;
Esto bien sabédes, pues nos lo habéis probado;
Nonos quejéis aquejamiento airado.»
E dijo un caballero aquesta razón :
«Amigos, si mentédes, ¿qué será en gualardou?»
Y ellos les dijeron : « Cativo quede el ladrón ,
Al uso de la tierra con muy buena razón.»
Ruscaron los sacos del trigo , é cada uno privado ,
Dejáronse en tal mente el del chico atado ;
Sus hermanos, de que lo vieron, tomaron mal cuidado,
Porque como su saco no lo habian buscado.
Dijieron al Rey, y también á su caudillo,
Por qué no habian buscado el saco de su hermanillo ;
Dijieron ellos : «Antes vamos al castillo.»
E ellos uiesmos le buscaron , é fallaron el furtillo.
E de que vieron ellos todos los hermanos
Que era la mesura , quedaron espantados.
Dijieron : «¡Oh hermano! cómo nos has aviltado ,
Que te habé acontecido, quedamos deshonrados.»
Dijo : « Hermanos, ruégoos no vos aquejédes;
Oidme razón , que luego lo verédes ,
Que yo culpa no vos tengo , é luego lo otorguédes ;
No lo querría far por cuanto vosotros tenédes.
APÉNDICE H. 271
»Mas acuérdeseos, hermanos , cuando failastes la cuantía,
Cada uno en su saco , no supiéndola aquel dia ;
Si aquello vos furtastes , de noche ó de dia ,
Ansí he furtado yo la mesura todavía.
» Si decis que no sabéis , tampoco sabo yo ,
Que aquesto nunca furté , ni nunca tal fice yo. »
Sus hermanos , que lo vieron ansí razonar ,
Luego con aquello hubieron á sosegar ;
Dijieron: «Señor, si ha furtado, nolohayasámaravella;
Que un hermano tenia de muy malapelelha ;
Cuando era chico , furtónos la cinta bella;
Ellos eran de una madre, é nosotros non de aquella.»
E sonrióse el Rey dentro en su corazón,
De la palabra mala dicha á sin razón.
Díjoles el Rey : « Yo vos digo la sazón ,
Que todos á mí tenédes trazas de ladrón. »
E mandó que lo tomasen é lo levasen rastrando ,
Mas no de manera que lo habia mandado,
Mas porque sus hermanos fuesen certificados
Que lo levaban preso, y esto mal de su grado.
Mandólo el Rey levar á su cámara real
Fasta que sus hermanos fuesen á yantar;
E cuando fueron idos é mandados del lugar,
El Rey se fué aprisa á su hermano á fablar.
E tomáronse los dos luego de mano á mano ,
Disiéndole el Rey : «Yo soy Yusuf, tu hermano,
El que fué perdido de mi padre el cano ,
El cual por mí es triste, y yo por él no soy sano.»
Mandólo adrezar el Rey de nobles paños privados,
Los mejores que habia en todos sus reinados.
Díjoleel Rey : « Hermano acabado,
Ruégote que te alegres é fagas lo que mando.
» Ir he á nuesos hermanos, y veré en qué andan
O qué querrán facer , é veré qué demandan. »
Cuando el Rey fué á ellos , fallólos que pensaban ,
Tristes é malandantes, con vergüenza andaban.
Firió el Rey en la mesura , como de primero ,
El son escuitaba el buen Rey verdadero,
Diséudoles: «¿Qué diceeste son certero?»
Y dijiéronle ellos : « No lo entendemos á fe , caballero.
» — Dice aqueste son que todos habéis pecado,
De treinta años acá , que no os habéis tornado.»
E comenzaron de plorar é dijieron : «Señor honrado,
Quiérenos perdonar, é del mayor ende habrás grado.
»E no cates á nos, que andamos en vano ;
Mas cata á nueso padre, que ya es anciano;;
Que si tú le conocieses á nueso padre el cano,
272 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Luego le enviaras al preso nueso hermano.»
E cuando oyera el nombre de Yacop nombrar,
Atligiósele el corazón, y el Rey cuidó llorar;
Díjoles: « Amigos, si no fuera por acatar
A vueso padre Yacop , yo vos faria matar.»
Dijoles el Rey: «Id vuesa carrera;
No vos he menester por ninguna manera ;
Vueso padre me rogó por su carta verdadera
Que luego os enviase en toda manera.»
Volviéronse al Rey de cabo á rogar
Que les diese á su hermano é los quiera guiar.
Que á su padre prometieron de sin él no tornar,
E que tomase al uno dellos, é lo pusiese en su lugar.
Díjoles el Rey : «Eso no seria razón ,
Que yo tomase al cativo é dejase al ladrón;
Id de aquí, no me enojéis , que me hacéis gran sermon,
Y empezad de caminar; que no habréis mas razón.»
Apartáronse a consejo , en qué manera farian,
O á su padre qué razón le darían ,
O si por fuerza de allí lo sacarían,
E la fe que dieron cómo se la tendrían.
Comenzó de decir Yúdas el mayor :
«Id á vueso padre é contadle la razón ,
Que su filho ha furtado , fizónos deshonor,
Que el Rey lo tiene preso por furto de grand valor.
¿Porque sepádes, hermanos, que yo de aquí no partiria ;
Que todos le prometimos de no facerle falsía,
Ni á nueso padre mentir no se podria;
Fasta que el Rey lo mande, yo de aquí no iria.
«Mas fagamos tanto , si nos cave en grado,
Volvamos al Rey , é roguémosle privado ,
Y si no lo quiere facer , pongamos hí recabdo,
Combatiremos el castillo, en la cibdad entrando.
»Yo fallo en la cibdad nueve barrios granados,
Y el palacio del Rey es al un costado,
Yo combatiré al Rey é matar le beá recabdo,
Y vosotros á la cibdad, cada uno á su barrio.»
Y dentro Yúdas al Rey, sañudo como un león ,
Dijo:«Ruégote, Rey, queme dédes un don,
Que me des á mi hermano, y habremos gualardon;
Yr si no lo quieres facer, tomar non quieras honor.
»Que si echo una voz , como face el cabrón ,
No fincará en la comarca mujer ni varón ,
Ni aun preñada, que no mueva á la sazón,
Todos amortecidos caerán á baldón.»
Díjoles el Rey : «Faced lo que querrédes;
Que en mal grado os lo pongo , si vos no lo facédes ;
APÉNDICE H. 273
Que si vos sois de fuerza, otros end fallarédes,
Que en lugar sois agora ó menester la habrédes.»
Yúdas se ensañó del una saña muy airada,
El tomó una muela mucho grande é pesada.
Echóla por cima el muro, como si fuera manzana ;
Mandóla volver el Rey á su lugar sitiada.
Allegóse el Rey á la muela privada,
Y puso el pié en el o!ho 59, y echóla muy airada,
Muy alta, por cima el muro donde era posada,
E fizólo ligieramente sin la falda arremangada.
Yúdas en aquella hora empezóse de ensanyar,
Y el Rey , como lo conocía , dejóle bien hinchar,
E cuando entendió que habia de vaciar
Aseñó á su filho que lo fuese á tocar.
E levantóse su filho, é fuélo á tomar
Delante del Rey su padre lo fué á levar,
E luego la saña se le fué á quitar,
E también la fuerza le fué á faltar.
Fué á buscar á sus hermanos, é non dubdó cosa,
«En mi alma me ha locado esta criazón donosa,
Entiendo que es criazón de Yacop, esa barba canosa; »
E fuélos á buscar por la cibdad fermosa.
E cuando Tos falló dijo : «Hermanos, ¿quién me ha tocado?»
Ellos le dijieron : «No no-s, á la fe , hermano. »
Dijo: «Cierto yo soy, según mi cuidado,
De la crianza de Yacop anda por el mercado.»
Allí fabló Yahudaá todos sus hermanos:
« Este es el consejo de los hombres malos ;
Cuando yo vos decía no seyamos yerrados,
E no mequisistes creyer, caímos en los lazos.
«Cuando yo deria algún bien , no me queríais escuchar,
De mi padre me pasa cuanto me puede pasar ,
Roguenios al Criador que nos haya piedad ,
E también al noble Rey que nos quiera perdonar. »
Allí fué á hablar Yúdas el mayor:
«Vamos delante el Rey con muy fermosa razón,
E de cualquiera manera demandémosle perdón ,
Querría que fuésemos fuera del reino del Leon.»
E fuéronse al Rey, é dijiéronle esta razón:
«¿Quieres acatar primero al Criador
Yá nueso padre Yacop, de Alláh conocedor?»
Díjoles el Rey : «Guerra me hicistes y error.
»Yo os quise mostrar mi fuerza é mi ventura,
Porque entendiésedes todos con seso é cordura
Que la nuestra fuerza nos sobra por natura.» *
39 El ojo ó encaje de la rueda de molino.
TOM. IV. 18
274 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
E perdonólos el Rey, y asentóse la mesura.
Ellos estaban alegres, porque el Rey los ha perdonado,
E dijoles el Rey : «Amigos, la mesura me ha fablado ;
E dice que ad aquel vueso hermano en un pozo habéis echado";
Yo creo que lo ficistes, é eso mal su grado.
»E cuando lo sacastes, por mal precio fué vendido,
Dísteslo por veinte dineros, como mozo abatido. —
Rogárnoste, Señor, que seamos creídos,
No creyas tales malezas , de tal parte no venimos. v
E sacó el Rey una carta que tenia en alzado,
Escripia en hebraico del tiempo pasado;
De cómo lo vendieron é lo hubieron mercado,
Guardada la tuvo el valido fasta daquel estado.
Yúdas tomó la carta é leyó los dictados,
Llorando de sus olhos, todos maravillados;
Diciendo: «¿Quién dio estacarla al Rey en sus manos?»
Dijoles el Rey: «Non seyádes dudados.»
Dijieron: «Señor, aquesta es la carta
Del cativo que temarnos, é dimosla por falsa.»
Yúdas leyóla toda de sin falta;
Dijoles el Rey : «Sois de muy mala casta.»
E Crió el Rey en la mesura como de primero,
Y el son escuilaba el buen Rey verdadero,
Disiéndoles enpues : «Dice este son certero
Que aquel vueso hermano es vivo é caballero.
«Además siniíica que él cierto non es muerto,
E que aun vendrá con muy gran conhuerto ,
E dirá á todas las gentes los que se habian vuelto,
Y á todos los de la tierra los que le han fecho tuerto.
»E dirá aqueste son , que todos sois pecadores,
E que á vueso padre hicisteis malas labores,
Y que es la su tristeza por los vuesos yerrores,
Cada dia le entristecédes, como facen traidores.»
Y el Rey, cuando aquesto vido , llamó á sus privados ,
Que veniesen los ferreros é les cortasen las manos,
Y ellos, desque los vieron con cuchillos y mazos,
Dijieron: «Perdidos somos por nuesos pecados.»
E dijieron al Rey : «Si nosotros lo viésemos,
La tierra que él pisase lodos la besaremos ;
Mas conviénenos que nos remediemos
E mejoremos ventura, é lodos escaparemos.»
E perdonólos el Rey, pues que conocieron
Que andaban yerrados, é se arrepintieron ,
E ficieron buenas obras, é ansí lo prometieron,
E fueron á su padre, é grande alegría ficieron.
Allí se fué á quedar Yúdas é Simeon,
Y no fueron á su padre mas de ocho, non ,
APÉNDICE H. 275
Y el padre, cuando los vido, dijo aquesta razón :
«No habédes vergüenza de mujer ni de varón.
«¿Qué son de vuesos hermanos, el mayor é menor,
Candela de mis olhos, que por él soy con dolor?»
Dijiéronle : «Padre , la mesura furló al Emperador,
El Rey lo habria muerto, sinon fuera por tu amor.
»Y quedan por tu vergüenza Yúdas y Simeon,
Non quisieron venir por ninguna razón.»
E dijoles el padre : «Venídes con traición ,
De guisa farédes que non de quedará morgón.
»Cadadia menguádes, é crece mi tristura ,
Y aun tesliguádes firmemente en locura
Que mi filho furto al Rey la mesura.»
Y dijiéronle : «Padre, lo que vimos es cierto todavía.»
E fizóles una carta para daquel rey honrado;
Enviábale á decir que buscasen á su hermano,
A Yusuf el chico, el malaventurado ,
Por do quiera que pasasen siempre preguntando.
Y dijiéronle: «Padre, volved en vuesa cordura,
Agora no os hí mentédes de muertos sin figura. »
Díjoles: «Faced lo que yo mando; que yo sé déla altura
Lo que vosotros no sabéis , de buen Señor de natura í0.»
Núm.. 2.
Discurso de la luz y descendencia y linaje claro de nuestro cau-
dillo y bienaventurado anaví ' Muhamad, compuesto y acopilado
por el siervo y mas necesitado de su perdonanza , Muhamad
Rabadán, aragonés, natural de Rueda, del rio de Xalon,
repartido en ocho historias , y mas la distinción de la línea de
Izháq , patron del pueblo de Israel. Va asimesmo añadida la
historia del dia del juicio, y los ayunos y azalaes 2 de las doce
lunas del año , y los nombres de Alláh en arábigo, y sus decla-
raciones alchemiadas 3. Fué compuesto el año de 1605 del naci-
miento de lea i.
PRÓLOGO.
Las causas mas principales, creyente y discreto lector, que
rae movieron á hacer esta copilacion, entre otras muchas, fue-
•»o No hemos podido hallar lo restante de este poema , que , como se echa de ver,
está incompleto, aunque no deben faltarle muchas estrofas
1 Profeta.
•- Plural de azala, que es oración.
5 Escritas en aljamia ó lengua de cristianos.
* Jesús.
270 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
ron haberme hallado personalmente en muchas pláticas y con-
versaciones con hombres de raro juicio de nuestra nación y
reino, donde vi tratar y argüir sobre las excelencias de nuestro
caudillo y bienaventurado profeta Muhamad altas y delicadas
razones, en tin de las cuales todos quedaban absortos . alaban-
do al sumo Hacedor, que tal especialidad y merced hizo á los
de su familia, creyendo y afirmando ser la mayor y mas aven-
tajada gracia que su bondad divina ha hecho a criatura suya en
cielo y en tierra , preferida á la de los demás navies y profetas,
y en especial á la de lea, siendo resollo de su Hacedor y en-
gendrado sin instrumento de varón ; diciendo que era grande
lástima no haber quitéb s señalado sobre su descendencia y ge-
nealogía, que trate cual conviene de esto solo, haciendo men-
ción de la de Abdulmúnef y Héxim, y quedando obscura y se-
pultada toda la demás genealogía; viniendo rectamente des-
de Edam hasta nuestro verdadero y último profeta, de padre
á hijo, sin interrupción ni atajo. Y como esto fué, y el tiem-
po andaba tan rompido, y los pobres muzlimes tan amedren-
tados, mezclaban la línea de Izháq con la de la Luz, hacién-
dolo todo un linaje, ignorando la diferencia que en ello habia,
y los qne la entretuvieron y llevaron desde Edam hasta Bráhim,
y de allí hasta Muhamad. Y sobre todo lo dicho , el ver la común
voz y opinion de los cristianos, que con tantas veras y certidum-
bre aplicaban é imputaban de botado 6 ai justo Izmael y á toda su
varonía y linaje , quitándole la palma del sacrificio y dándola a
Izháq, poniendo objeto en el buen Abraham y en nuestro cau-
dillo, diciendo que por ser de línea bastarda no podia ser pro-
feta ; y aunque la fe y creyencia estaba refirmadísima en todo
nuestro reino por la gracia de Alláh , siempre las tales cosas,
entre la gente flaca suelen causar tibieza , y escándalo en los
de entendimiento levantado, en especial en corazones tan fla-
cos, de amonestación muy limitada, y tan incitados é induci-
dos y amenazados y punidos de los bravos alquefirinos\ que
solo en esto ponían su felicidad y gloria.
Viendo, pues, una tan notable ofensa hecha al sol y luz de
3 Libro.
6 Vano, nulo.
" ínfleles, descreídos.
APÉNDICE H. 277
todos los navies, y caudillo y amparo nuestro, para quien to-
das las cosas habian sido criadas, siendo él uno de ellos , co-
mo es el igualarle con los demás , cuando todos los demás na-
vies gustaron y se gloriaron ser anunciadores de su santo ad-
venimiento y criados por cosa suya , determiné de salir á la
defensa con mi poco caudal , como el soldado que temeraria-
mente se arroja á la pelea y venganza de un grande agravio
hecho a su capitán y caudillo ; mas adornado de su buen celo
que de sobradas fuerzas, con acuerdo y auxilio de los sobre-
dichos , y sobre todo, con el amparo y auxilio de su divina bon-
dad, que ayuda y da esfuerzo á los buenos propósitos , acu-
diendo á lo que su divina Alteza nos manda, que sea su santa
ley enseñada á todo el mundo, y el nombre de su naví y sus de-
cretos defendidos con armas ó como mejor se pueda, y su adin 8
ensalzado y mantenido. Puse, pues, mano en esta labor, decla-
rando el fundamento, origen y descendencia de nuestro profe-
ta bienaventurado , y distinguiendo la de ízháq y la de Izmael,
dando á cada uno su principio y discurso, cosa que tan obligados
estamos los muzlimes á saber y traer en la memoria ; porque,
como dice Alhacan , es la metad de la creencia , y la segunda
palabra déla unidad, aprobando con la misma verdad la lim-
pieza y castidad de Bráhim, y deshaciendo las dudas que so-
bre ello se podian ofrecer , dando á Izmael su derecho , y ale-
grando á los muzlimes con la mayor gracia y merced que su
divina bondad ha hecho á ninguna nación declarada y paten-
te, sin ninguna confusion ni embeleco, en lo cual he puesto el
cuidado y trabajo que solo Alláh sabe (él me sea testigo), bus-
cando escripturas y papeles en diversos partidos y riberas de es-
te nuestro reino, que ya, por miedo de la inquisición, estaban
perdidas y ofuscadas ; á lo cual su divina bondad me dio la mano,
y de tal manera, que cosas que en mi niñez habia estudiado y
visto por sombra , en luz me venían á la memoria , y aquello
que buscaba para conseguir mi propósito , todo venia á mano
diestra; y hice la compusicion en verso llano y apacible, por-
que con mas suavidad y gusto se caulleven en la memoria cosas
tan dignas de ser tratadas y memoradas. Pues si en esta copila-
& Religion .
278 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
cion y discurso se hallare alguna disonancia ó cosa mal aplicada,
al discreto lector suplico la corrija y enmiende con discreción y
prudencia , considerando piadosamente mi buen celo , pues es
cierto habrá sido ignorancia, de la cual no se puede librar el
mas sabio , cuanto mas un miserable ; que nadie tanto desea
acertar como el que se pone á cosas semejantes. Plegué á su
divina bondad me dé gracia para que á su divino loor y en
agradable aplazo y beneficio de los muzlimes de la aluma 9 de
Muhamad.
Canto primero , eu que se dedica esle libro á solo Alláh, criador de toda
cosa.
Canto segundo , en el cual se cuenta la criazón y formación del mundo,
hasta la caida de nuestros primeros padres.
Segunda historia: habla del engendramiento de Siz, segunda parte de la
Luz , y los que de él descendieron hasta Nob.
Canto tercero: trata del diluvio de Noh, y pasa á la varonía de la Luz
hasta Bráhim, donde se cumplió la segunda edad del mundo.
Historia de Bráhim: comienza desde su nacimiento, y lo que le vino con
el Bey Namerud.
Segundo canto de la historia de Bráhim.
Tercera historia de idem.
Canto cuarto de la historia de idem.
Canto quinto de idem : cuéntase en este canto la linea de Izháq, patron
de los judíos y cristianos, y el asiento del pueblo de Israel.
Historia cuarta del discurso de la luz de Muhamad.
Historia de Héxim , hijo de Abdulmunef y bisabuelo de nuestro anaví
Muhamad.
Segundo canto de la historia de Héxim : trata la conclusion de su casa-
miento la noche que envió Héxim á su hermano Almutálib á visitar á Zalma.
Canto cuarto de la historia de Héxim : trata su muerte,}' el nacimiento de
Jaibacanas.
Historia de Abdulmulálib, cuyo nombre se llama Jaibacanas, hijo de
Héxim.
Segundo canto de la historia de Abdulmutálib.
Canto tercero de idem.
Canto cuarto de idem.
Historia de Abdulmulálib, y del discurso déla luz de Muhamad.
Segundo canto de la historia de Abdulmutálib.
Historia de nuestro anavi Muhamad : trata su nacimiento.
9 Pueblo, nación, gente, congregación.
APÉNDICE H. 279
Canto segundo de la declaración del honrado Alcoran , y las propieda-
des de nuestro anavi Mnhamad.
Canto tercero : trata el subimiento de los cielos y ensalzamiento de los
cinco azalase.
Canto de la declaración de la azora™ de Alhamdulillehi.
Canto de la muerte de nuestro anavi Muhamad.
Historia del espanto del dia del juicio.
Canto segundo de la historia del dia del juicio.
Canto de las lunas del año : cuéntanse los ayunos, y dias blancos y azalaes
que se han de hacer, y las racas M en cada dia.
Los nombres de Alláh en arábigo, y sus declaraciones alchemiadas, con
su rogaria al cabo.
HISTORIA DE HEXIM, HIJO DE ABDULMUNEF Y BISAGUELO DE NUESTRO
ANABÍ MUHAMAD.
Contiene cuatro cantos.
CANTO PRIMERO.
Ya queda atrás referido
Cómo la luz de Muhamad,
Primero que la sacase
El que mereció llevarla,
Sus madres la entretenían
Mientras estaban preñadas ;
Cuyas caras mas hermosas
Que la luna se mostraban.
Pues como Héxim casase
Con mujeres de su casta,
Y en ellas tuviese hijos,
Según Alhacan * señala,
Siete varones y hembras,
Y la luz siempre asentada
Estaba sobre su frente ,
Que ninguno la sacaba.
Y esto se le bacía de mal
Y le daba pena tanta,
Que todos los dias orando
io Capítulo del Coran que empieza con
las palabras Alhamdulillehi (las loores á
Dios).
*' Genuflexiones.
1 Autor árabe que escribió una vida de
Mahoma.
Al derredor del Aleaba %
Andaba rogando ad Alláh
Le dé un hijo, por quien mudada
Sea la luz de su frente,
Y al debido curso vaya.
Andaba, pues, de esta suerte
Con esta ansia cotidiana,
Cuando durmiendo una noche,
Oyó una luz que le habla :
«Anda, vés á Yaciriba 5,
Do hallarás que te aguarda
Una mujer de alto prez,
Rica y muy acaudalada ,
Limpia, casta y muy honesta ;
En esta será mudada
Esa luz que te da pena,
Qu'es digna de tal comanda ;
En esta tendrás un hijo
De la línea ensalzada.
Ella se dice Zalma,
Ornar su padre se llama. »
2 Casa santa, ó templo cuadrado en la
Mecca.
o Nombre primitivo de la ciudad de Me-
dina, en la Arabia.
280 HISTORIA DE LA L1TERA71RA ESPAÑOLA.
A esta que tanto me alabas;
Iremos haciendo prueba
De la obra que nos llama.»
Todos ellos respondieron :
« Hágase como lo mandas ;
Que nos te acompañaremos
Con afición voluntaria.»
Héxim despertó admirado,
Y juntando sus compañas,
Les da cuenta de aquel caso
Qu'el Señor le revelaba.
A todos pareció bien ,
Y el que mostraba mas gana
Era su hermano Almutálib *,
Y respondió estas palabras :
«Ya sabes, querido hermano,
Que te han sido señaladas
Hijas de reyes y grandes,
Y otras de muy grandes famas,
Para casarte con ellas ,
Y jamás les fué aceptada
Voluntad de nuestra parte;
Porque esta nuestra prosapia,
Mas que de reyes , estima
La limpieza y su alleganza;
Y ahora digo que es bien
Que lo que se negó á tantas,
A esta se le conceda,
Por ser digna de esta palma.
Yo la conozco muy bien
A Zalma, su padre y casa;
Es muy gallarda y bella,
Lo que puede ser de honrada,
Cumplida de entendimiento,
Afable, honesta, estimada,
Entre todas conocida,
Tenida y reverenciada
En Yaciriba y su tierra,
Donde se extiende su fama.
Mira cómo quies que sea,
O si quieres que yo vaya
Apidilla en casamiento,
Iré de muy buena gana,
Porqu'esmal perdido tiempo
El que este caso dilata.»
Dijo Héxim : «Si os parece,
En esta alegre jornada
Yo quiero ser mensajero,
Que Dios ansí me lo manda ;
Iré yo en compaña vuestra
* Su nombre verdadero fué Abdu-l-niu-
tálib , como mas adelante escribe el poe-
ta, pero conviniendo á la medida del verso,
lo abrevió en Almutálib.
Con esto se aparejaron,
Y otro día de mañana
Sus hermanos y parientes,
Y toda aquella compaña
De los de Abdulmunef,
Con gran gozo aderezaban.
Muchos camellos cargaron
De sus provisiones y armas,
Y con todo este aparato,
Héxim se despide, y marcha
Con cuarenta caballeros,
Todos señores de salva ;
Parten contentos y alegres,
Y él su persona arreada
Con vestidos de Aliaman 3
Trae rica y bien labrada,
Tendido el pendón antiguo
De Micera 6, que lo llevaba
Por ensignia antigua y grave
Desta linea ilustrada.
Llegaron á Yaciriba
De n8che,y como entraban,
La luz de la frente de Héxim
Entraba por las ventanas
De las casas, y salían
Las gentes maravilladas
De ver qué podia ser
Aquello que relumbraba
Por las hendrijas y puertas,
Y dentro de sus moradas
Clareaba, cual los rayos
Del sol y la luna clara.
Y como viesen entrar
Tan hermosa cabalgada,
Llamábanse unos á otros
•> Entiéndase el Yemen, ó Arabia Feliz.
6 Egipto.
APÉNDICE H.
281
A grandes voces que salgan
A ver tan lucida gente,
A quien todos preguntaban,
Deseosos de saber
Quién eran ó qué buscaban.
Decían : «¿Quién sois vosotros?
Que gente tan noble y rara
No vimos en nuestra tierra,
Y mas que en su cara
Lleva esos ramos de luz
Que desde los cielos baja.»
Almutálib responde :
« Somos de la casa santa
Moradores, y vecinos
De AHáh en su silla estimada ;
Somos de los de Curax 7,
Del linaje, tribu y raza
De la gran casa de Caebu,
Hijo de Enai, qu'en Meca
Es nuestro asiento y guarida,
Villa de Allah especialada.
Este es nuestro hermano Héxim,
Especialado en la gracia,
Y viene á vuestras honras
(La suya sea ayudada,
Y que en vuestra ciudad sea
Esta luz aposentada),
Por Zalma, hija de Ornar
Única, y á esta causa
Somos venidos, cual veis,
Desde nuestras propias casas.»
Omar, que en esta ocasión
Entre las gentes estaba,
Respondió con alegría :
«Buena sea vuestra llegada,
Oh varones ensalzados,
Señores de la alabanza,
De alteza y ensalzamiento,
Príncipes de la silla alta,
Corona de la franqueza,
Los que agospedan y gastan
Por los huéspedes de Alhichan 8.
Con largueza y mano franca
A vosotros será dado,
7 Corayx.
8 Peregrinos.
Con voluntad agraciada ,
Todo cuanto me pidiereis,
Y mas de aquello sin falta ;
Qu'esa doncella es mi hija
Muy querida y muy amada,
Y aunque se juzga por sí
El gobierno de su casa,
Ayer se salió al mercado
De Caicanea la nombrada,
Con gran gente de los suyos,
A cosas que le importaban.
Si entre tanto sois servidos
Ser mis huéspedes, mi casa
Será honrada con vosotros,
Y lo que mis fuerzas bastan,
Harán en vuestro servicio
Lo que en él son obligadas.»
Así fueron hospedados,
Sin tener mas alteranza ,
Todos en casa de Ornar,
Padre de la desposada,
Adonde fuerou servidos
De muy sabrosas viandas ,
Con gran copia de presentes
Que de la gente estimada
De la ciudad le traian ;
Y con alegría sobrada
Pasaron aquella noche,
Y otro día á la mañana
No quedó dueña de honor
Ni doncella de importancia
Que á ver á Héxim no fuesen,
Su beldad y linda cara
Codiciantes, á su luz
Rendidas v aficionadas.
Mas tanto cuanto de alegres
Estas gentes se mostraban,
Tanto mas tristes y feos
Los falsos judíos andaban ,
Muestras dando de malicia ,
Envidia, rencor y saña
Que contra Héxim tenían,
Porque en su escriptura hallan
Qu'el patron de aquella luz
Que cubre su frente y cara,
282 HISTORIA DE
Habia de ser el cuchillo
De la torpeza en que estaban.
Lloraban los adevinos
De aquella gente malvada.
Dijo el mayoral de todos,
A quien por nombre llamaban
Armón , hijo de Caiton ,
Y el que mas saber alcanza :
«El lloro y el sentimiento ,
El pesar, tristeza y ansia ,
A vosotros pertenece ,
Solo á vosotros es dada ;
Llorad , pues podéis llorar,
Que ya la hora es llegada;
Que viene el Señor del tiempo
Con la promesa fadada.»
¡ Oh ceguedad de enemigos,
Dureza liera, obstinada ,
Descreencia á ojos vistos ,
Horror á vista declarada! '
Vióse en todas las naciones
Malicia tan arraigada ,
Que abominan y persiguen
Lo que á su pesar alaban.
¡Oh pernicioso accidente!
Oh pésima y mortal Haga,
Que á trueque de contentarse,
Siegan su propia garganta!
«Este es, prosigue el adevino,
Aquel caudillo esmerado
Que borrará vuestro nombre ,
Vuestras tierras y murallas ,
Vencerá los barraganes ,
Contrastará vuestras armas,
Destruirá vuestros castillos,
Asolará vuestras casas.
Robaros ha vuestros hijos,
Vuestras mujeres y hermanas,
Derramará vuestra sangre,
Descubrirá vuestras trazas;
Aquel que los almalaques 9
Siempre serán en su guarda,
Conocido en la Escriptura
Profetiza abeniciada10;
9 Angeles.
*« Sin duda quiso decir por profecía
anunciada ab initio.
LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Que el que aquí viene es su rostro,
Que en esa luz lo señala.»
A las razones que el sabio
Decia con tanta basca,
Lloraban amargamente
Aquella liera canalla,
Diciendo todos á una :
« Mira , sabio , lo que mandas
Que hagamos en este caso;
Quizá tendremos libranza
De este mal que nos anuncias. »
Dijo Armón con voz turbada :
« Tan guay , tan guay de vosotros,
Que no os puede valer nada,
Que os faltarán vuestras fuerzas ,
Vuestras espadas y lanzas,
Porque nosotros hallamos
En nuestra Escriptura Santa
Qu'este Muhámad será
De tan cumplida ventaja ,
Que hablará con su señor
Mano á mano y cara á cara. »
Dijeron : « Pues si es ansí ,
Qu'es este la semejanza
Del que tiene de venir,
Y tanto mal nos amenaza,
Nosotros á matar hemos
Esta luz antes que haga
Ramos, y la tallar hemos ,
Porque su dueño no nazca. »
Esto dijeron , y entre ellos
Pensaron mil trazas malas
Contra Héxim y su gente ;
De do quedó comenzada
La enemistad y rencor
Contra la luz de Muhámad.
Dejar quiero estos malignos
Con su intincion indignada ;
Que siempre el que está entre malos
Está cerca de su fama.
Ellos vendrán á su tiempo ,
Que á sus horas ciertas llama,
Y el tiempo será testigo
De lo que aquí se dilata ;
APÉNDICE II.
283
Volvamos á los taquíes u ,
Pongámonos de su banda ;
Qu'el lado de un hombre bueno
Es espía de la gracia.
Ya se aparejaban todos
Sus caballos, ropas y armas,
Para salir al mercado,
Do Zalma dijo que estaba;
Y para esta salida
i Oh qué bien se aderezaban !
De ricas ropas vestidos ,
Aljubas lindas, preciadas,
Coronadas las cabezas
Con diademas laureadas ,
Y la insignia de Micera
Tiende al aire la vanguardia.
Héxim , entre medio de ellos ,
Y Omar, que los acompaña
Con toda su parentela
Y la gente mas granada
De Yaciriba y su tierra.
Toda esta nobleza marcha
Al mercado, que era donde
Muchas gentes se allegaban
De la propia Yaciriba
Y otras tierras arredradas; ,
Y en el punto que ¡legaron
Al mercado , relumbraba
La luz de la frente de Héxim ;
Y' cuantos en la gran plaza
De Caicanea se hallaron,
Por ver esta cabalgada
Desmampararon sus tiendas,
Sus tratos , pompas y trazas,
De la luz embelesados
Los ojos que la miraban ,
Siempre aumentando sus rayos;
Que ya el Señor da estas trazas
Cuando su estrecho juicio
Quiere que se cumpla y haga.
Estaba en esta ocasión
Zalma de donde miraba
La gente, la luz y á Héxim,
Sin que ella fuese mirada
De nadi , y decia entre sí ,
11 Justos.
Cuando en Héxim contemplaba
Su claredad y hermosura :
« ¡Oh qué bienaventurada
Será la que á tí se allegue
En coyugal alleganza !
¡ Ah , el de la cara hermosa ,
De la luz cumplida y alta ! »
Estaba tan placentera ,
Y tanto de verle gustaba,
Que de la grande alegría
Las carnes le tremolaban ,
Cuando llegó con gran priesa
Su padre , y ansí le habla :
«Ave albricias, hija mia,
De una embajada , que causa
A tu padre gran contento,
Y á tí ennoblece y ensalza.
— Déjame, padre, responde,
No me digas ahora nada,
No me diviertas la vista
Ni á mí me hables palabra;
Que las albricias mayores ,
La nobleza y alabanza,
La riqueza y la grandeza,
El cumplimiento y la gracia,
Y todo cuanto este mundo
Ciñe , comprende y abarca ,
No llega á lo que mis ojos
Agora miran y alcanzan
En la frente de aquel hombre,
Que le relumbra su cara.
— Pues esas son mis albricias,
Hija; que por tu causa
Viene á casarse contigo,
Y es de los taquíes de fama ;
Héxim, hijo de Abdulmúnef,
El de la honra ensalzada ,
Varón de alto linaje,
Caudillo y señor de Maca. »
Cuando aquesto oyó á su padre ,
Quedóse muy atajada,
Muy afrentada y corrida
De las razones pasadas,
Y al tin de muchas que dijo
En satisfacion de su falta ,
Dijo á su padre : «No dudes
Que aunque la honra y las gracias
284 HISTORIA DE LA
Está en esta genle ilustre,
Que á todo el mundo aventaja ,
Si de mí y mi casamiento
Se satisface y agrada ,
Y quieren que yo convenga
Con ellos, es cosa llana
Que ha de ser cuando me cumplan
En dote , alhadia n y arras,
Lo que á mi honor pertenece,
Sin que le falte una dará 13;
Y no hiciéndolo ansí.
Será en vano su llegada. »
Aquesto decia Zalma
Por dar color á su habla,
Y que no entienda su padre
Su afición tan á la clara.
Era prudente y di«creta ,
Trascendida y avisada ,
Hermosísima y briosa ,
De lindo cuerpo terciada,
En grosura y de faiciones
Cumplida y perficionada;
Muy paladina de lengua,
De sabroso acento y gracia,
De apresurada respuesta,
Aguda y bien dotrinada ,
Afabip , grata y muy leda ,
De toda virtud apurada,
Limpia de toda rudeza,
Colmada de toda gracia;
Y en todo lo sobredicho
Lleva Héxim la ventaja ;
Que cuantos lo ven le invidian ,
Y enamora á cuantos habla.
Luego se volvió su padre
Donde dejó la compaña;
Que de contento no coge
En sí, al ver allegada
La hora de que su hija
Sea con Héxim casada.
Mas ¿qué diré de la invidia,
Del infernal fuego y saña ,
i2 Regalo de boda.
15 Adirham ó drarma.
LITERATURA ESPAÑOLA.
Con qu'el maldito Lucifer
Quema sus fieras entrañas,
Buscando medio por donde
El casamiento deshaga?
Y para poder cumplir
Su pésima y mortal rabia,
Se puso en traje de viejo ,
De bellas y blancas canas,
Ropas largas, venerables,
Que la vista aficionaba,
Muy paladino de lengua,
Y á Zalma se presentaba
Con gran recato y crianza.
Dando sobre ella azálem u
Muy cumplida y con gran salva,
Y apartándola en secreto,
Ansí le dice y le habla :
n Has de saber, gran señora ,
Que yo soy de la compaña
De Héxim , que á causa suya
He salido de mi casa,
Y á mí invia á que te diga
De su venida la causa.
Sabe, pues, que á semejantes
De mí les es grande causa
Qu^mientan á tal señora,
Y que el honor de mis canas
Deje de ser manifiesto
Donde quiera que se halla ;
Y aunque soy casamentero ,
Y me obliga la comanda
De Héxim á hacer su parte,
Has de ser desengañada
De mf , de sus condiciones,
De sus defectos y tachas,
Porque nunca, en ningún tiempo,
De tu parte me sea dada
Afrenta , ni por los tuyos
Mi cara sea avergonzada. »
Dijo Zalma : « Ye, buen viejo .
No calles ni encubras nada ;
Dime la verdad en todo ,
Desnuda , patente y clara ;
Que la mentira en los hombres
i* El saludo habitual : «La paz sea con-
tigo.»
Es cuchiliu de su fama ,
Y no bay maldad que se iguale
Al que con malicia engaña. »
Dijo aquel rayo de invidia :
« Sabe , señora estimada ,
Que Héxim es muy hermoso,
Cual ves , de presencia y cara,
Salvo que sus condiciones
Toda su hermosura manchan.
Trata mal a sus mujeres,
No las respela ni acata ;
No dura con él ninguna ,
Por muy cuerda y por muy casta
Que sea, mas de diez dias ,
O un mes la que mas duraba ;
Y cuanto fuese en el mundo
La mas discreta y honrada,
Dura un año ; y á mas desto ,
Es muy vil , de prendas bajas ,
Escaso, sin honra alguna,
Nunca huésped vio su casa ;
Cobarde, triste y medroso ,
Huyela lid y batalla;
Ya le conocen sus vicios
En toda nuestra comarca ;
Por eso viene á la vuestra ,
Porque en la suya no halla
Mujer; que de lasque tiene
Tienen expiriencia tanta
En su vicio y malos tratos;
Por eso todos se guardan
De no convenir con él.
No sé yo cómo te agrada
Con todo esto que te he dicho ,
Qu'es la verdad pura y llana.
— ¿Cómo me ha de contentar
Un hombre , que en él se hallan
Tan infames propiedades,
Cual aqui tú me señalas;
Que con la menor de aquellas
Pudiera ser excusada
Su venida y casamiento,
Cuanto y mas que son nombradas
Tres cosas tan aborridas
A los que la honra guardan :
Decir qu'es cobarde y huye
La lid y guerra trabada ,
APÉNDICE H. 285
Y que deja las mujeres,
Siendo ya con él casadas ?
Homenaje ad Alláh hago
De no otorgar su demanda ,
Si ya no me hicieran fuerza
Con rigor de duras armas;
Vete de aquí, viejo, ai punto,
No me repliques palabra. »
Y así se fué el enemigo ,
Dejándola tan airada,
Cuanto arrepentida y triste
Por la aticion en que estaba.
No se contentó con esto
El Ebliz ,s esta jornada,
Que otras tres veces volvió *
Con ropas diferenciadas,
Refiriendo las razones
De la jornada pasada,
Por donde venia á ponerla
De puro enojo embriagada.
En esto llegó su padre ,
Y viéndola tan mudada
De lo que l'habia dejado
Con las albricias pasadas ,
Le preguntó la ocasión
De aquella nueva mudanza.
«¿Cómo quies, padre, que sea,
Dijo Zalma , desposada
Con hombre que de los suyos
Han venido aquí do estaba
Tres hombres, que me han contado
Mil bajezas y mil tachas?»
Y díjole todo aquello
Que el Axaitan & le informara,
De lo cual quedó espantado
Ornar , y aunque procuraba
Quitarle de la memoria
Las informaciones falsas ,
No pudo , porque el Ebliz
Aseguró bien su traza.
Al üu la dejó y se fué,
Diciéndole que ella haga
A su libre voluntad ;
Y ella quedó tan cargada
« Diablo.
16 Satanás.
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
28G
De enojo y de pesadumbre ,
Que no sabia dónde estaba.
Mas como los corazones
Son hechos de carne humana ,
Y los formó en libertad
El que los hizo de nada ,
Quiso su bondad divina
Que el Axaitan y sus trazas
Fuese roto y abatido ,
Inflamando las entrañas
A Zalma con amor puro ,
Que le enciende cuerpo y alma ;
Y para satisfacerse
De las grandes varianzas
Que aquel dia había tenido,
Siendo la noche llegada ,
Se desnudó del vestido
Que llevaba , y disfrazada ,
Se determinó á salir
En busca de quien le causa
Aquel amortan ardiente,
Que las entrañas le abrasa.
Y así , en diferente traje
Salió acaso de su casa.
Preguntando va por Héxim
A cuantos topa en la plaza ,
Hasta que le dio la luz
Que desde los cielos baja
Hasta la frente de aquel
Que busca con tanta gana ;
Y respondióle una voz :
« Yo soy Héxim. ¿Quién me llama'
Y como le dio la luz ,
Espavorida y pasmada ,
Volvió su cara á un lado,
Y luego la luz se aparta.
Viéronse estos dos amantes
Tan iguales en la llaga ,
Que punto no se difieren ;
Ninguno lleva ventaja.
Salúdanse el uno al otro,
Y con sabrosas palabras
Se dicen sus pretensiones,
Do quedó desengañada
Zalma de los falsos dichos
Qu'el Ebliz le denunciaba.
Y al fin de lodo le dijo
Estas palabras formadas:
«Respondiendo á lo que dices,
¡ Oh Héxim ! doy mi palabra
Que soy contenta y me place
Ser tu mujer cual lo mandas;
Pero adviértote una cosa :
Que aunque en la vida quedaras ,
Y te pidan mas de lo justo ,
Que no repares en nada ;
Mira que hay grandes contrarios,
Y entre ellos mi nombre y fama
Es tenida y reputada
Sobre la honra mas alta ,
Que de aquello y lo demás
Te hago derecho y gracia.
Sobre Alláh y su delitaje 1T,
Que no te será trocada
Esta palabra que doy,
Sino fija y contrastada.))
Héxim le agradeció mucho
La oferta tan libertada ,
Diciendo : « A tí será dado
Lo que su nobleza aguarda,
Y todo cuanto me pidan
Digo que otorgo sin falta. »
Dijo Zalma : « Una cosa ,
Si te place , me sea dada ;
Y es que , como sabes , soy
Mujer tenida y preciada ,
Y me honran en mi ciudad,
Y obedecen mis palabras;
Que no me has de sacar della ,
Ni me has de llevar á Maca. »
Dijo Héxim : « Soy contento ;
¿ Tienes mas otra demanda ? »
Dijo Zalma : « Que si acaso
Tendré hijos de tu casta ,
Que no los quites de mí ,
Sino que estén en mi guarda. »
Dijo Héxim : <t Que me place ,
Y tan bienaventurada
Serás, si parieres hijo,
17 Está por deleitaje, y significa gloria,
paraíso.
APÉNDICE H.
287
Que parezca esta comanda.
¿ Quieres olra cosa alguna? »
Dijo : < Si acaso te apartas
De mi , y con otras mujeres
Te fueres , por esta causa
Me pueda quitar de ti ,
Quedando desobligada.
— Lo demás que has demandado,
DijoHéxim, muy de gana
Otorgo, mas eso no,
Y no respondo á esa causa.
Mira si quies otra cosa
Que por tu contento haga. »
Dijo Zalma : « Harta estoy ;
Yo soy contenta y pagada
Con aquello que tú quieres;
Levantarte has de mañana
A hacer el casamiento
Con toda nuestra compaña ; »
Y dándose azalem los dos ,
Se vuelven á sus posadas.
Pues cuando vido el Ebliz
Que sus malditas marañas
Ninguna surtió en efeto ,
Todas fueron desligadas,
Hizo ajuntar los judíos
Que en el mercado se hallan,
Para incitarlos á ira ,
Todo por la enemiganza
Que contra Muhámad tiene
De su salida y estada,
Porque de su nacimiento
Tanto daño se le apaña ,
Que asolar ha la herejía ,
Qu'es su sustento y vianda.
Estaba, pues, aquel dia
Lleno el mercado y sus plazas
De los vecinos judíos
Y de toda la comarca ,
De las villas y castillos;
Que no quedó esta jornada
Judío que no viniese
A esta boda emplazada ;
Y en medio de tanta gente
Enemiga y adversaria
De la compaña escogida ,
Se les presenta y prepara
En figura de hombre sabio ,
Cuya presencia enseñaba
Un aspecto de hombre antigo ,
Ropa larga y barba blanca;
Y como venir lo vieron
Aquella fiera canalla,
Con muy grande reverencia
Lo reciben y lo honraban ,
Desando su mano y ropa ,
Y la tierra do pisaba
La cogían á gran priesa ,
Y para salud la guardan ,
Diciendo : « ¿Cómo , Señor,
No nos lia sido avisada
Tu venida , y no cayera
Sobre nosotros la talla
De salirte á recebir?
Perdona nuestra ignorancia. »
Dijo el Ebliz : « Anoche vine ,
Nunca fuera mi llegada,
Ni pisara en vuestra villa,
Ni viera lo que se trata ;
Y no veis lo que yo veo.
¿No habéis visto esa compaña
De Maca?» Dijeron : «Sí.
— Pues en esa cabalgada ,
¿ No visteis un hombreen ellos,
De muy hermosa asomada,
Que le relumbra su frente
Con una luz , que se llama
Héxim , y viene á casarse ,
Según que ya deilo hay fama,
Con Zalma?» Dijeron: «Si.
— Pues tened por cosa llana
Que si casa entre vosotros,
Os pesará en las entrañas,
Porque os quitará los algos ,
Vuestro sosiego amenaza ,
Cautivará vuestros bijos ,
Comerá vuestras viandas ,
Y os vendrá á señorear
A todos de banda á banda.
Este es aquel que de sabios
En la Escriptura se halla,
Derramador de las sangres :
288 HISTORIA ÜE LA
¡Ved qué confusion tan brava !
¿Qu'es lo que determináis
En remedio desta llama? »
Dijo Armón : « Ya les lie dicho
Qu'es este aquel que se llama
Deshacedor de las leyes
Y el que las traiciones arma. »
— Dijo el Ebliz : « Si vosotros
Determináis que se haga
Remedio, cortad el árbol,
Y no crecerán sus ramas.
Cumpliréis vuestros deseos ,
Libertaréis vuestra patria
Deste monstruo sin segundo :
Y para que de aquí salga
El el'eto que aguardamos,
Cuando venga la mañana ,
Que á demandar á Zalma
El casamentero vaya ,
Haciendo su parlamento ,
Turbalde todos su plática ,
Y á las primeras palabras,
Dad sobre ellos de improviso
Con vuestras furiosas armas,
De suerte que todos mueran
A vuestras manos y espadas ;
Que al fin ellos son muy pocos.
Gente triste, descuidada;
Y pues vosotros sois muchos ,
Juntad una fuerte escuadra
De cuatrocientos varones ,
Armados de suerte, que haya
Diez para cada uno dellos,
Y haréis á vuestra salva ;
Que yo estaré allí entre tanto ,
Y haré de muy buena gana
Todo cuanto mal pudiere
Contra la parte contraria.»
Esto dijo el malaon 18,
Y ellos todos afirmaban
Aquel consejo por bueno ,
Y al efeto se aprestaban.
Así pasaron la noche ;
»8 El maldecido.
LITERATI KA ESPAÑOLA.
lléxim se acostó en su cama ,
Y vio en su dormir un sueño :
Que unos perros le cercaban,
Y se leponiau delante
Con las colas enroscadas,
Batiendo varios aullidos ;
Y como que con su rabia
Querían saltar sobre él ,
Y él tirando de su espada,
Les cercenaba los rostros,
Y aquellos que mas mostraban
Ser mas bravos que los otros,
Su espada los alcanzaba.
Despertóse espavorido ,
Y llamando su azihaba <,J,
Les dio parle de aquel sueño,
De lo cual se admiraban.
« Si dices lo que coliges
Que desta absolución salga.»
Dijo : «Sabed qu'eslos perros
Son gente perversa y mala,
Insidiosos , que procuran
Todo mal , toda zizaña.
Alláh sea con nosotros ,
Nuestra ayuda y nuestra guarda ,
Y nos defienda de aquellos
Qu'en nuestra contra se amañan;
Adviértoos, queridos deudos,
Pues en vosotros se halla
El valor y la cordura ,
La prudencia y la constancia ,
Estéis en alerta todos ,
Apercebid vuestras armas,
Mirad con atentos ojos
A todas partes, no haya
En vosotros negligencia,
Mas cuidado y vigilancia,
Siempre las manos asidas
En el puño de la espada,
Porque si acaso se ofrece ,
Podáis bien ejercilallas ;
Qu'en solo Alláh y vuestros brazos
Estriba la buena andanza.»
Todos ansí le ofrecieron ,
Y á lo emplazado se amañan.
ly Compañeros.
APÉNDICE H.
289
CANTO SEGUNDO
De la historia de Héxim. Trata de la conclusion de su casamiento.
Al tiempo qu'el alba bella
Enseña su rostro aleare,
Y rompiendo las tinieblas.
Su clara luz resplandece ,
Dando las nuevas qu'el dia
En su seguimiento viene,
Y el rojo Apolo tras ellas,
Dorando los campos verdes;
Cuando las avps noturnas
Se recogen en su albergue,
Y las que la luz gobiernan
El delgado viento hienden;
Cuando los hombres despiertan
Y el pesado sueño vencen,
Para dar á su Hacedor
El débito que le deben;
Entonces la honrada compaña
Del hijo de Abdulménef 20
Se levanta y apercibe
Al casamiento solemne.
Hacen primero oración
Y limpieza de aziguéque 21 ,
Y con preciosos olores
Sus bellas ropas guarnecen
Con resinas Gloríenlas.
Con almizcladas especies,
Y en sus caballos bien puestos,
Con sus pajes y sirvientes,
Marchan todos al mercado
Con graciosos continentes;
Y en entendiendo Zalma
Que ya la compaña viene,
Manda cá su padre y deudos
Que se apresten y aderecen
A recebir los de Maca ,
Y que á ello se aparejen
Los mas preciosos asientos,
Adonde los aposienten
2° El poeta escribe unas veces Abde-1-
ménef, otr.is AIde-1-múnef, según lo pide
el asonante.
21 Ablución , lavatorio, principalmente
la que se hace restregando el cuerpo.
TOM. IV.
Con gran honra y alegría.
Cual su valor lo merece.
Hizo armar ella una tienda
En campo raso, do fuese
Recogida, y á los otros
Todos de su compaña
Mandó tender los tapetes,
Mesas lindas y abundantes ,
Muy delicados comeres.
En esto asomó el pendón
De la compaña , do vienen
Cuarenta principes, tales,
Que en el mundo par no tienen ,
Sobre caballos ligeros ,
Preciosísimos jaeces ,
Arreos'lindos, galanes,
bordados de todas suertes ,
Hopas largas, rozagantes,
Con vistosos aruleles 22
Debajo sus fuertes armas,
Para si acaso se ofrece.
Héxim iba muy galán.
Cual á su estado conviene,
Vestido al antiguo traje,
Hermoso extremadamente.
Aquellos arreos que lleva
Ya de muy atrás los tiene;
No los envejece el tiempo,
Porque el tiempo no envejece
Lo que, sin tiempo criado,
Siempre en un ser pertenece.
De su padre Abdulménef,
Guarnecida y plateada,
Y sobre su linda frente, .
La corona de Cuzay,
De quien era descendiente
El andel de Curax.
Todos príncipes y reyes.
Llevaba en sus pies calzados,
Como en tales casos suelen ,
22 Mantos d capas ; debió decir ar-ri-
dées, y es palabra arábiga.
19
290 HIST0IUA DE LA
Los zapatos del gran Siz,
¡ 01), qué bien que le parecen !
Que en todos los pies se ciñen
Cual de su hechura fuesen.
Llevaba el bastón de Bráliim
Y el arco del fuerte Izuiéil ,
Y la estimada divisa
De Micer al aire tiende;
Y él en medio su compaña ,
Como el sol qu'en el oriente
Asoma , y con sus rayos
Dora las tierras campestres,
Ansí la luz de su cara
Todo el mercado comprende,
Que cuantos ojos le miran
Su clara vista amedrece ;
Pues cuando venir le vieron ,
La gente noble y parientes
De Zalma se adelantaron
Con muestras graves y alegres,
Todos con muy lindas faces
La paz y salud se rienden ;
Y ansí, los aposentaron
Seguo la usanza que tienen.
Acudió grande gentío,
Luego el Ebliz con los judios,
Aquellos fieros infieles;
Acudieron muchas gentes
De naciones diferentes,
De Yaciriba y su tierra,
Al casamiento presente.
Y estando en sosiego todos,
Que nadi la lengua mueve,
Soltó la voz Almutálib,
De los hermanos de Héxim
Mas paladino de lengua
Y en razones mas prudente ,
Y con el debido acato,
El rostro exento y alegre ,
Diceles, mirando á todos,
Estas razones siguientes :
«Las loores son ad Allá h,
El alto Rey de los reyes,
El que nos puso en su silla
Cobernadores y reyes ,
El que nos ha contentado
En estado premiuente,
LITERATURA ESPAÑOLA.
Y nos doló con su gracia
Bendiciones y mercedes;
Somos güéspedes de Alláh,
Moradores y sirvientes
En su casa , la ensalzada ,
Nos y nuestros decendientes;
Somos los especialados
Sobre todos los vivientes ,
Escogidos con la insignia
De la luz resplandeciente,
Por la cual somos guiados
Del alto alarx i'\ do pende
Por la alcanzara ** famosa,
Pura, limpia y sin dobleces;
Por los caños mas lucidos
Y por los mas castos vientres
De los mas perfelos hombres
Y mas guardadas mujeres,
Desde nuestro primer padre,
Como sucesivamente,
Pasando de padre en hijo,
Su indíuido 2;i corriente
Por Luay, Caebu, Cuzay ,
Hasta qu'en Abdulménef ,
Nuestro antecesor y padre,
Ha venido á entretenerse;
De donde fué trasladado
A este nuestro hermano Héxim ,
Qu'es candela entre los hombres
Y defiende nuestras leyes.
Somos libres del fornicio
Y todos sus albelees -,;,
Por lo cual nos hizo Alláh
Los casamientos háleles -' ;
Y ansí, por Alláh guiados,
Este nuestro hermano Héxim,
Como veis , acompañado
De sus deudos y parientes,
A pidir viene por mujer,
Con la honra que se debe,
A Zalma, hija de Ornar,
23 El trono de la Majestad divina.
2i Cadena ; pero también significa la
fuente ó manantial de donde proceden los
rios del paraíso.
23 Indiviso, no interrumpido.
2i¡ Tentaciones.
27 Licilos.
Bendita, qu'eslá presente.
Por t;uito, honrada-; compañas.
Ved lo que en esto os parece ;
Que nosotros ofrecemos
Todo lo que os acontente
Cumplir, sin tallar un punto ,
Con honra y con interese;
Y pues tenéis entendido
La voluntad que nos mueve,
Responded , si sois servidos ,
Cuál vuestra voluntad fuere.»
Aquí cerró Almutálib ,
Aguardando respondiesen,
Y luego le respondió Omar,
Qu'el responder le compele :
«La paz y salvación sea ;
La honra y los altos preces,
Las reverenciadas salvas
Solo a vosotros se deben,
¡Oh compaña especialada ,
Los mejores de las gentes ,
Pobladores de la casa
Agraciada y reverente!
Respondiendo á vuestra causa,.
Yo , en nombre de los presentes .
Digo que somos contentos
Y. se admite y obedece
Vuestra graciosa demanda.
Y muy contentos y alegres,
Damos fe del casamiento ,
Porque á nosotros conviene
Allegará vuestras honras,
Con las cuales se ennoblecen
Nuestro linaje y estado ,
Y nuestro nombre engrandecen.
Digo que yo y mi hija
El alhadia y presente
Seremos con toda gracia
Para vosotros y á Héxim ;
Empero ya os es notorio
El alto precio que tiene
El estado de mi hija ,
La virtud en que florece ,
El caudal tan poderoso.
La riqueza é interese ;
¿Qué es lo que señaláis
En su dote competente,
APÉNDICE H. 291
Que á todos los circunstantes
Satisfaga y acontente?»
Dijo Abdul-mutálib : «Darle hemos
Cien annecas-s muy valientes,
Nuevas , grandes y bragadas ,
Ved qué mas os apetece. »
Estaba en esta ocasión
Aquella infernal serpiente
Junto á Ornar y aseñóle
Ser poco ; que no lo hiciese. .
Dijo Oniar : «¡Oh maucebo!
No iguala lo que prometes
Al estado de mi hija ;
Alarga, si te parece.»
Dijo : «Darle hemos mil doblas
Jazarinas -9, juntamente
Con las annecas.» Y á esto
Dijo el Ebliz: «Di que no quieres;
Qu'es muy poco lo que manda,
Y á tu hija no conviene. »
Dijo Ornar : « Bueno es eso
Que mandas, empero crece
Mas de aquello que has mandado. —
Pues para que os acontente,
Dijo Almutálib, darle hemos,
Con que su persona arree ,
Treinta ropas escogidas
En Misera y Alireque 30,
Tejidas de seda y oro,
Caulias hechas de arbete 3I ;
¿Sois contento?» Y el maldito
Aseñóle que no lo hiciese.
Ornar con grande vergüenza
Volvió á decir: «Ciertamente
Es mucho lo que has mandado,
Y por tal se os agradece;
Pero acrece alguna cosa
Sobre lo que dicho tienes.—
Creceré, dijo Almutálib ,
Porque á vuestro gusto llegue ,
Mas cien aludas52 de alambre,
Y otras cien de almizcle lleve ;
2s Camellas jóvenes.
2'J Del Jazar, ó tierra á orillas del mar
Caspio.
3u Egipto y el país de Babilonia.
31 Alcabteas ó piezas de lienzo.
32 Labor de nudos.
292 HISTORIA DE LA
Ved si contentaros puede.»'
Y como el maldito Ebliz
No hay cosa que le avergüence ,
Volvió á decir : «Qu'es poco
Cuanto te mandan y ofrecen. i>
Volvió Ornar sobre Ebliz,
Airado, y dice : "¿No lomes,
Viejo invidioso, malvado,
Que desta suerte me afrentes?
¿Hasla cuándo lia de durar
Tu desvergüenza en traerme?»
A oslo dijo Almulálib:
« l)¡ lú, viejo, lo que quieres;
Veamos lo que propones,
Y si será suficiente
Tu razón, la cumpliremos,
Aunque mas algo nos cueste.
— Pues advierte, dijo Ebliz,
El dote que habéis de hacerle ,
Conforme a! estado suyo ,
Que es en la forma siguiente :
Que le fragües un alcázar
Muy alto, que se sustente
En los aires, de manera
Que admire á cuantos lo vieren;
Tenga en largo una jornada ,
Y en anchura lo siguiente
Otro tanto, y en alteza
Sobrepuje á cuantos fueren;
Que desde sus miradoras
Se pueda ver claramente
Los navios que en la mar
Naveguen hacia poniente,
Apartamiento de un mes ,
Cuanto la vista comprende;
Y que le cavéis un rio.
Que dentro el alcázar Uenlre,
Y en él se parlan tres ramos
Con caudalosas corrientes,
Que por cualquiera de aquellos
Que los navios naveguen ;
Y en todas estas orillas
Deslos rios plantar deben
Datileras en tal compás,
Que unas á otras se mezclen ;
Y estas que produzgan fruta
En todo tiempo igualmente,
LITERATURA ESPAÑOLA.
Madura, tierna, sabrosa,
Todo género d'especies,
Y que lleguen estos rios ,
Plantados de aquesta suerte ,
Desde los mares de Uzmen 33
Hasta entrar en Alireque3*. »
Alinutálib, que ya estaba
De la cólera impaciente ,
Le dice : <¡ Calla, malvado,
Falso, Heno de dobleces,
Invidioso , viejo malo,
Que ya en lo que dicho tienes
Se conoce tu malicia ;
No hay para qué nos enseñes
Tus desatientos de loco,
Tus malditos acídenles. —
Yo cumpliré , dijo Ebliz ,
Lo que digo, y mas si quieren ;
Cásenme á mí con Zalma,
Y lancen de aquí esta gente ;
Que, como lo quieren ellos,
Es justo que aquí se quede
Entre nosotros casada
Mejor que con el ausente. >
En esto gritó Zalma
De manera que la oyesen
Todos los que estaban fuera,
Diciéndoles que no otorguen
Ni admitan los falsos dichos
De aquel viejo impertinente.
A esto replicó Armón,
Aquel tirano rebelde:
a Pesar para vuestro dicho,
Y á vuestro consejo cueste;
Es sabio de los mas sabios
El abid 33 santo, que tiene
Fama en Axem 30 y Alireque,
Y es justo lo que defiende,
Que te quedes entre nos,
Que no que de aquí te lleven ;
Y nosotros cumpliremos
Todo lo qu'ellos ofrecen,
Sin faltar en cosa alguna,
33 Oman.
1,1 La Iraca ó Caldea-.
"' Sanio," religioso, devoto.
3i¡ Persia.
Y te daremos mas , si quieres. »
Dijo Zalma: « ¿No hais vergüenza
En vuestras caras raheces
De querer ser importunos
A quien tantóos aborrece?
Que no quiero á vuestros algos,
Ni los qifese viejo cliéiiil"
Propone con su malicia ;
Que cuanto aquí dice luiente.
Ni á él ni á vosotros quiero.
Aunque el mundo se atraviese.
Solo Héxim me content:! ,
Los demás no me amolesten. »
Respondió el traidor de Armón :
«Pues no será lo que quieres ;
Que aquí te habrás de quedar,
Aunque pese á cuantos pese.»
Y aseñando á los judíos,
Dándoles voces crueles,
Sacan las ocultas armas ,
Y en I punto qu'esto ven
Los hijos de Abdulménef,
Como que se desenvuelven ,
Viendo declararlo el sueño
Que soñó su hermano Iléxim ,
Ponen mano á las espadas
Como leones valientes,
Y con coraje encendido
Solos cuarenta acometen «,
Aquel feroz escuadrón
De tanta maldita gente ;
Y aunque eran pocos los nuestros ,
El coraje los enciende
De la generosa sangre
Que dentro del pecho hierve.
Dan sobre aquellos traidores ,
Destruyen , matan y hieren,
Desgobiernan, parten, cortan ,
Derriban, matan y hienden,
Cortan, golpean , deshacen,
Aquí acuden , allí vuelven ;
Espántanse sus contrarios ,
Huyen , blasfeman y temen ,
Corre sangre aquel mercado ,
Que por lanías partes vierten.
APÉNDICE II.
Ya los cuerpos se amontonan
De los que á sus manos mueren
Sin defensa, que defiende
Estos rayos de la muerte.
Sobre el malvado Armón
Almutálib arremete ;
Pelean como leones,
Y aunque el traidor se defiende,
Queda hecho dos pedazos,
Sin poder nadie valerle.
Y como vio la revuelta,
El que todo lo revuelve, >
A su gusto ya encendida,
Quiso salirse, y ponerse
En salvo de la batalla,
('orno acostumbrado siempre;
Y al tiempo que fué á salir
Acertó Héxim á verle,
Y saltó sobre el traidor
Antes que se le ascondiese;
Y asióle de los cabezones
Y le sacudió tan fuerte,
Que le aboconó 38 en la tierra,
Y él aullando como sierpe,
Cuando lo cubrió la luz
Que Héxim lleva en su frente.
Salió Zalma de su tienda
Al alarido que tienen,
Estrope/.ando en sus haldas,
Y como asidos los ve,
Dijo : «Señor, da Vitoria
A Héxim, ayuda á Héxim,
Contra su fiero adversario,
Ayúdale y favorece.»
Cuando el Axaitan se vio
Asido de aquella suerte,
Y que ya sus falsas trazas
No bastan para asconderse ,
«Déjame, Héxim, le dice.
¿Hasta dó llegar pretendes?
Que muy en vano trabajas,
Si piensas darme la muerte;
Que no llegan hoy tus fuerzas,
Ni el Señor te las concede:
Que soy de los aquejados
293
57 Tonto, necio.
58 Le hizo hocicar en tierra.
294 HISTORIA DE LA
Hasta la postrera suerte.»
Dijo Héxim : «¡Oh Axaitan,
Traidor, confundido fueses,
Qu'enlre los siervos de Alláh
Tantos daños hechos tienes!»
Y así lo dejó, y se fué,
Y volvió á mirar su gente;
Qu'entre aquellos descreídos
Yacían, y de los suyos
Ninguno falta ni puede;
Llamólos luego y les dijo
Que de la matanza cesen ,
Qu'el que urdió la maraña
Era el Ebliz ciertamente.
Así pasó la pelea,
A costa de tantas muertes
Que hicieron estos varones,
De la Luz muralla fuerte,
LITERATURA ESPAÑOLA.
Quedando muy indignados
Estos judíos, de suerte
Que duró contra Muhámad
Su hinchazón perpetuamente.
Omar Ibnu Zaidin
Hizo paces al presente,
Y el casamiento acabaron
Sin ningún inconviniente;
Y en vez de la colación
Que en tal caso partir deben,
Hizo repartir Zalma
Espléndida y largamente
Muchas doblas y adirhames ,
Por la circunstante gente;
Y con olores dealmizque
Cubrió las ropas de Hóxina,
Y todos con gran contento
A Yaciriba se vuelven.
CANTO TERCERO.
Aquella propia noche invió Héxim á su hermano Almutálib á visitar á Zalma, y con su
hermano invió preciosísimas joyas en arras del desposorio, y las recibió ella, y vol-
vió ella otro tanto en satisfacción de aquello y mucho mas, y pasó con Almutálib las
palabras siguientes :
«Advierte, hermano Almutálib,
Escucha no te diviertas,
Mientras te digo mi historia,
Déla que te doy larga cuenta.
Sabrás que he sido casada
Otra vez, á menos desta,
Y he tenido otro marido,
A quien he sido sujeta ;
Este se llamó Uchaichate,
Tan rico de algos y rentas,
Cuanto á todos en su tiempo
Sobrepujó su nobleza;
Tuvo ganados sin cuento,
Camellos , vacas , ovejas,
Datileras, servidores,
Grandes campos y dehesas.
Tuvo mas este Uchaichate ,
Con la que está en tu presencia,
Noventa y nueve mujeres,
Todas vírgenes y bellas;
Y cuando casó conmigo
Capitulé de manera,
Que mi gusto fué medida,
Si después lo mantuviera ;
Pósele por condición
Que si burlando ó de veras.
El me daba mala vida,
Sin ser yo la causa della.
Me pudiese quitar del
Sin darle razón ni cuenta,
Ni él pudiese impedir
El ser de su yugo absuelta;
Pero, como pocas veces
Lo que el sugeto argumenta
Suele salir al compás
De lo que su dueño piensa,
Salió mi cuenta al revés,
Como acontece en las cuentas
Que se cuentan sin el dueño,
Salir de ordinario adversas;
Quiso mi suerte que, siendo
Su mujer, que no debiera,
Con muy malas condiciones
Trocó su naturaleza.
Luego aborreció á mi padre
Y á loda mi parentela ,
Y á mí me tenia oprimida,
Como si fuera su sierra.
Yo, viendo qu'en duro invierno
Se trocó mi primavera,
Y en cautiverio mi vida,
Siempre mi salud enferma,
Quise valerme de un medio
Que avisé siendo doncella;
Mas por donde quiera hallaba
Con mil candados las puertas;
Y viéndome tan perdida,
Buscaba modo y manera
Por donde poder salir
Desla esclavitud tan fiera;
Pasaba los tristes días
Entre congojas revuelta,
Y las noches sin dormir ,
Fabricando mil quimeras;
Y (odas salian en vano,
Porque su cierta sospecha
Hacia que de ordinario
Estaba en mi centinela;
Desocupó sus negocios,
Todos sus tratos y haciendas,
Y en solo guardarme p uso
Todo su cuidado y veras.
Sacóme de mi ciudad,
Y de mis deudos ;ijena,
En un castillo me puso,
Que por mi desdicha hiciera.
Aquí me tenia encerrada,
Adonde mi edad tan tierna
A mas andar consumía
Con esta grande estrecheza.
Quiso su Bondad divina
Que en medio de tantas penas,
Pariese un hijo, que fuese
Bonanza de mi tormento;
No porque su padre hiciese
Mejora de vida buena.
Cual suelen hacer los padres
APÉNDICE H. 295
Que con los hijos se huelgan;
Antes bien , en daño mió ,
Su mal humor siempre aumenta,
Y siempre á mi lado estaba,
Siempre estaba en mi presencia ;
Y al fin, como es cosa cierta
Que aquella parte revienta
Que con mas veras la tiran
O con mas veras la aprietan,
Determiné de poner
Remedio á morir siquiera,
Dando un tiento á la fortuna,
Que tanto en mi daño rueda.
Después de haberme acostado
Una noche, en ira envuelta,
Con mi marido y mi hijo,
Algo alterada y suspensa,
ToMé á mi hijo querido
Y atéle un hilo de seda
En su pierna delicada
Lo que ser pudo de prieta.
Lloraba el niño inocente,
Padeciendo culpa ajena;
Que á veces un hijo paga
La culpa de quien lo engendra.
Su padre, muy congojado,
No sabiendo mi cautela,
Veló mas de lo ordinario;
Y al punto que las tinieblas
En medio su curso estaban,
Aflojé al niño la cuerda,
Y al punto cesó su lloro,
Y él y su padre sujetan
Los ojos al dulce sueño;
Mas los mios se despiertan.
Probo á llamarle una vez,
Por ver si duerme ó si vela;
Mas él no me responde ;
Que ya la suerte siniestra
Puso treguas á «¡i daño ;
Y como vi que sosiega.
Dejé de presto la cama ,
Cual si me abrasara en ella,
Y até á mi cuerpo una soga
Y por entre dos almenas,
De la torre del castillo
Me dejé caer por ella,
296 HISTORIA DE LA
Por donde medí el espacio
Que habia de allí á la tierra;
Y al punto senté las plañías,
Cual suele el ave que sueltan
Dentro las redes y lazos,
Volar con mas ligereza.
Volvíme á casa de padre,
Adonde esluve resuelta
De jamás volver al yugo
De Uchaichale, ni volviera
Si contra mi conspirara
El mundo y toda su fuerza.
Así, querido Almutálib,
Toda esta pasada arenga,
Cual demi boca lias oido,
A tu hermano se la cuenta,
Para que de mis trabajos
Todo este discurso entienda,
Y el mal término de aquel
Siempre en su memoria tenga ,
Y en el trato lo aventaje,
Como en la naturaleza,
LITERATURA ESPAÑOLA.
I Y yo pued'haber trocada
| Aquella continua guerra,
Y en su poder, cual confio,
En paz y amor se convierta.»
Con esto cesó su historia,
Y Almutálib dio la vuelta
Adonde estaba su hermano,
A quien luego dio sus nuevas,
De lo cual quedó admirado;
Y en aquella tarde mesma
Se vieron los dos en uno.
Y con alegría inmensa
Folgaron aquella noche;
Con que la suma grandeza
Mudó la luz i Zalma,
Que era lo que mas desea;
Y asi, amaneció preñada
Con la luz alta y perfela,
Insignia de varonía
De la escogida linea
CANTO CUARTO
De la historia de Héxini. Trata de su muerte y del nariraiento de Jaibacanas.
Luego como vido Héxim
Que su esposaba recibido
La luz del santo homenaje,
Y él sin ella ha amanecido,
Recibió el mayor cemento
Qu'ensu vida habia tenido
Viéndose con sucesor
Del linaje preferido;
\ para cumplir con ella
Lo que le tenia ofrecido ,
Puso por obra de ir
Por las joyas y vestidos;
Y primero de partirse.
Con amor enternecido
Llamóla en lugar secreto,
Ydesta suerte le dijo:
«¡Oh cara y amada esposa!
Advierte esto que te digo ,
Cumpliendo al honor que tengo
A tu valor ofrecido;
Ese que en tu vientre tienes
Es varón santo y bendito;
Yo te lo encargo , cual Adán
Lo encargó á todos sus hijos ,
Y unos á otros hicieron ,
Todos lo han mantenido.
Si acaso siendo yo ausente
Parieres , sea contigo
Como la luz de tus ojos ;
.Mira que tiene enemigos,
Mira que lo quieren mal
Estos traidores judíos;
Que los contrarios del padre
Lo serán también del hijo.
En habiéndolo criado,
Invíalo con sus lios
A la antigua y noble Meca,
Su patria y antiguo nido,
Po pstá su genealogía,
Todos sus deudos y amigos,
En la casa de su honra
En el asiento debido;
Mira, Zalma, que no hagas
Otro desto que has oido;
Que á mi me darás contento,
Y al Señor harás servicio. »
Dijo Zalma : « Yo obedezco
De voluntad lo que has dicho,
Así como me lo mandas
Te ofrezco que sea cumplido,
Aunque con tu proceder
Me has alterado el sentido ;
Empero tengo fianza
Que volverás sano y vivo.»
Después llamó á sus hermanos ,
Y con un amor crecido
Les amonesta y previene,
Como si el último aviso
Fuera aquel: qu'es gran prudencia
Del hombre qu'es advertido
Prevenir á lo futuro ,
Cual si lo tuviese visto.
«¡Oh hijos de Abdulmúnef,
Hermanos, deudos y amigos,
Sobre cuyos hombros carga
El prez del culto divino!
Ya sabéis cómo la muerte
Es ordinario camino ,
Que ha de caminar por él
El que fué una vez nacido,
Y ha de gustar de su acíbar
El viejo, mancebo y niño,
El emperador y el rey ,
El labrador y el mendigo;
A nadie troca la suerte,
A ninguno da desvío
De cuando le llega el punto
A su plazo, está medido;
Y he de partir de vosotros ,
Y no sé si en el camino
Ordenará su bondad
De llevarme al otro siglo:
Encomiéndoos la hermandad,
La concordia y amorío;
Socórreos en vuestras cuitas ,
APÉNDICE I!.
Al pobre y al afligido ;
No os dividáis unos de otros,
listad todos siempre unidos,
Y seréis sobre los reyes
Respetados y temidos;
Y en mi nombre y mi lugar
Quiero sea instituido
Mi caro hermano Almutálib,
Que dest. i comanda es digno;
Y si yo acaso muriere,
Rendiréisle el señorío
De todo mi potentado ;
Respetalde en nombre mió ,
Dalde las llaves de Maca
Y del abrevado rio,
La cámara del Consejo,
Las llaves de los archivos ;
Dalde el pendón de Mieera ,
Y los zapatos antiguos,
Con el arco de Izmael,
Y todo aquel poderío
Que á mi me dejó mi padre.-
Haceldo como os lo digo,
Y sobre todo, os encargo
Cómo de vosotros lio
Lo que pariere Zalma ,
Que será de hecho altivo,
Y en teniendo edad cumplida ,
Todo lo de arriba dicho
Le entregaréis, cual yo hago,
Que es su derecho ofrecido.»
Todos ansi lo ofrecieron,
Sin faltar nada, cumplirlo,
Aunque su razonamiento
Les dio grande escandalizo;
Que siempre los corazones ,
Con estos tristes avisos,
Profetizan de ordinario
El daño que está vecino.
297
Pasadas estas razones.
Ya de lodos despedido,
Se sale de Yac. riba
Con un contento crecido ;
Cente noble le acompaña,
De los suyos escogidos ,
298 HISTORIA DE LA
Con gran copia de sirvientes
Que siempre lleva consigo.
Llegó en Axem , y compró
Todo aquello que convino,
Muchas ropas y preseas
D'estima y de precio rico.
Ya que todo estaba á punto ,
Puesto en los cofres ó lios,
Para volver á su tierra,
Siendo el día amanecido,
Quiso la Bondad divina
Que , por lo que fué servido,
Allí se acaben sus dias,
Pues ya se engendró en tal signo.
Después de haberse acostado
En su cama , fué herido
De aquel último acídente
Que ha de guslar lodo vivo;
Y como se vio aquejado
Con un dolor excesivo,
Mandó llamar á los suyos
Cuantos con él habian ido,
Y dijoles: «Partid luego,
No estéis aquí detenidos ;
Que yo soy muerto sin duda,
Y mi plazo es ya cumplido;
Llevaréis de mí las nuevas
Qu'el mandamiento divino
Se ha de cumplir donde quiera.
No hay darle ningún desvio.»
¡Oh, cómo dijo verdad
Aquel pronóstico antiguo,
Que se vería apartado
El amigo de su amigo!
Bienaventurado d'aquel
Qu'entre hermanos y vecinos
En su propia casa muere
De todos favorecido.
Sus compañas le esforzaban ,
Aunque muy entristecidos,
Porque en extremo le amaban,
Que era de todos querido;
Y no quisieron partirse,
Aunqu'él los ha persuadido,
Hasta á ver de su señor
El trance difinitivo.
Pasó ansí toda la noche ,
LITERATURA ESPAÑOLA.
Y al tiempo qu'el alba vino,
Con voz flaca y congojosa,
Papery tinta ha pidido",
Sobre la cama acostado,
Ya todo el vigor perdido,
Con la mano tremolando
Esta breve carta ha escrito.
i A vosotros rrrfs hermanos ,
Los del linaje escogido,
Invio la salvación
Entre estas letras que escribo;
Sabed que estando yo á punto
Para emprender mi camino,
Me ha llegado el mandamiento
Del Señor engrandecido,
Que quiere que comparezca
Ante su estrecho juicio,
Dando de mano á este mundo
Y á sus deleites y vicios;
Y pues la muerte y la vida
Para juzgamos la hizo ,
Aquí y en todo lugar
lia de ser obedecido.
Ahí os invio mi hacienda,
línlre vosotros parlildo,
Y todas las demás cosas
A vuestro honor las remito;
Encomiéndoos á mis hijas.
Como vuestros propios hijos,
Y como si vuestras fuesen
Les aplicad los maridos.
Llevad de mí el azalem
A la que en la vida ha sido
Candela y luz de mis ojos ,
Regalo y contento mío;
Ruégoos en amor de Dios,
Si nunca los be merecido.
Que de vos sea visitada
Mas que si yo fuese vivo;
Mirad que tiene en su vientre
Mi hijo y vuestro sobrino,
En el cual está influida
La luz de vuestro apellido;
Yo os lo encomiendo, que queda
Güérfano sin ser nacido , ■
Y pues no conoció padre ,
Conozca el amor de tios.
Sacarlo heis de Yaciriba
Después que sea nodrido,
Y llevaldo entre vosotros
A su prometido sitio.»
Y dando azalem sobre ellos,
Con un profundo suspiro
Cerró la carta y sellóla
Con su acostumbrado signo,
Y dijo que lo acostasen ,
De todas fuerzas vacío.
Sudando el sudor postrero,
Acongojado y rendido,
Alzando al cielo sus ojos ,
Muy humilde y dolorido,
Dijo: « Señor, piedad
Deste siervo enílaquecido,
Siquiera por el espacio
Que mi frente ha poseído
La luz de tu mensajero ,
El mejor de los nacidos.»
Y diciendo estas palabras ,
Vino el postrer parasismo
Y' recibió Azarayel
Aquel arroh 39 santo y limpio.
Amortajaron su cuerpo
Los que con él habian ido,
Y diéronle sepollura
Como mejor han podido;
Y luego marcharon todos
Con las recuas y cautivos ,
Caminando á grande priesa
Tan tristes y desabridos.
Ya Zalma con su compaña
A recebir ha salido
La cabalgada de Héxiin ,
Largo trecho en el camino,
Cuando la compaña triste
Asomó por los egidos ;
Rasgadas todas sus ropas,
Sus rostros todos hendidos,
Todos venían llorando ,
59 Alma.
APÉNDICE H. 299
Dando grandes alaridos,
Que los montes retronaban
Con un eco entristecido ;
Acémilas y camellos
Mostraban sentir lo mismo,
Trasquilados los copetes,
Las clines, colas y hocicos;
Y para causar mas duelo ,
Cada acémila un vestido
Traía de los de Héxim
Sobre la carga tendido.
Y ellos, que venían gritando,
Dando voces y gemidos,
Repitiendo á cada paso
El nombre de su caudillo.
¿Quién podrá contar en breve
Los duelos, llantos y gritos
De los que aguardando estaban,
Cuando vieron tal prodigio?
¿Porqué término diremos
El sentimiento excesivo
De lo que su esposa aguarda
Por momentos tan medidos,
Con tanto apercebimiento
De contento y regocijo,
Con tantas mesas tendidas
De manjares escogidos ,
Con tantos honrados deudos
Para honrar á su marido?
Y había de ser en obsequias
Todo el placer convertido ,
Qu'es bien qu'en la muerte se honre
Quien fué tan honrado vivo.
Tantos extremos hacia ,
Sentada en el suelo frío ,
La triste Zalma , que causa
Dolor y espanto en decillo ;
Hiere con golpes su cara ,
Su hermoso rostro hendido,
Haciendo de su persona
Un lastimoso martirio ;
Decia á voces : « ¡ Oh Héxim ,
Oh señor, oh caro amigo ,
Oh luz de quien te adoraba!
¿ üó quedas , dulce bien mío?
Con tí murió mi alegría
Desla qu'en tus manos puso
300 HISTORIA DE LA
El ser que (ena influido.
Falló la luz de las vegas
En fallarles lu apellido ,
Y á mí me falló el consuelo,
Mi confianza y abrigo.
¿Quién será á tu amada esposa
Su compañero y marido ,
Y amparo y padre fiel
De lu desdichado hijo?»
Tantas lástimas dec¡:i ,
Qu'es mejor cortar el hilo ;
Que nunca la lengua dice
Lo que siente un bu<m sentido.
Pues ¿qué diremos de Maca*0,
Cuando en ella fué entendido
Por sus hermanos y hermanas
Y por sus deudos y amigos?
La impaciencia de sus hijas ,
Los lloros y desatinos ,
Que sin tiento decian
Tan terribles desvarios.
Cuando lieron la carta
Do su testamento hizo,
A cada le!ra lanzaban
*o Lo mismo que Meca 6 La-Mtxca.
LITERATURA ESPAÑOLA.
Mil laslimosossospiros.
Pasado el Manto y tristeza,
Luego , como Héxim dijo ,
Entregaron á Almutálib
El señor tal señorío.
Quiso Alláh qu'entre estos duelos
Vino su divino auxilio;
Que nunca vino trabajo
Sin algún placer cumplido.
Parió /.alma en estos di;is
Un infante hermoso y lindo
Con la luz del homenaje;
Y ansi como fué nacido,
Vieron que estaba riendo,
Dando de alegría indicio,
Que la venida anunciaba
Del mejor de los nacidos.
Sacó la cabeza cana ,
De donde tomó apellido
De llamarle Jaibacanas ,
Varón insigne y altivo,
Cuyas famosasbazañas
No es bien se echen en olvido ,
Y pido para contallas
Que se me dé atento oído.
HISTORIA DE ABDULMUTAL1B , CUYO NOMDRE SE LLAM\ JAIBACANAS,
HIJO DE HÉXIM.
Contiene cuatro cantos.
CANTO PRIMERO.
Jaibacanas fué criado
En la noble Yaciriba,
En custodia de su madre ,
En buena y santa dotrina;
Y luego dio á conocerse
Entre aquella gente inica,
Porque su sangre y nobleza
Es bien sea conocida.
Todos lo quisieron mal ,
Porque es ya regla sabida
Que la enemistad se hereda
Y la amistad multiplica.
Siendo ya de siete años,
Fué su fama tan temida,
Que sus obras los espanta
Y' la luz los consumía ,
Y por do quiera que andaba
En altas voces decía :
« Yo soy el hijo de Héxim ,
El de la línea escogida. »
API
Eslo es lo que abominaban ,
Eslo es lo que aborrecían ,
Tanto, que ya procuraban
El acortarle la vida.
Diciendo aquellas palabras ,
Sucedió acaso que ui; dia
Pasara un hombre de Maca ,
Y notó lo que decían ;
Paróse y dijo :*« Mancebo ,
Dime ahora, por tu vida ,
¿Quién eres , de adó desciendes'?»
Y él , al momento ie explica
Su nombre y el de su padre ,
La parte do descendía ,
Y dijo mas: « Pues la suerte
Ha querido que tu via
Fuese por este lugar ,
Lleva esta mensají
Diles a mis nobles tíos
Que por qué en tan pocos dias
Olvidaron de su hermano
La encomendada al guacia ';
Porqué me han desmamparado,
Por qué tan presto me olvidan,
Por qué tan solo me dejan
Entre esta gente enemiga ;
Arredrado de mi patria ,
Ht.érfano, sin compañía,
Sin saber quién son mis deudos ,
Ni yo saber dónde habitan.
Así el Señor le socorra
En todas tus agonías,
Que luego en llegando á Maca,
Aquesta encomienda digas;
No lo pongas en olvido,
Duélale de mi mancilla.»
Este llevó la embajada,
Y luego al siguiente dia
Puso por obra Alinulálib
Ce partir á Yaciriba ,
En un caballo ligero,
Su espada al lado ceñida ,
Que la ejercitaba bien
Cuando menester la habia.
Lleva una darga embrazada
1 Encomienda, albaceazgo.
NblCIÍ II. 301
Y pendiente de la silla,
Y el arco del fuerte Ismael,
Que á él pertenecía.
Este fué el que por sus hechos
Alcanzó lal nombradla ,
Que adonde llegó su nombre
Era su espada temida.
Cubierto llevaba el rostro
Con la toca que traía ,
Para no ser conocido
De los que le conocían ;
Y porque su intente era
Llevar lo que pretendía ,
Por hurto ó como pudiese ,
Por paz ó guerra reñida.
Llegó al fin de su jornada ,
Y antes de entrar en la villa ,
Vio los mancebos jugando
Que'n mil pruebas se ejercitan.
Estaba Jaiba 2 con ellos ,
Y entre otras pruebas que hacia,
Era arrojar un gran canto
Á quien mas trecho le lira ;
Y como llegó Almutálib ,
Conoció la luz alliva
Sobre la frente de Jaiba ,
Oue le dio grande alegría ;
Y mas que oyó á su sobrino ,
Cuando e! canto despidia ,
Decir: «Anda, hijo de Héxim,
Señor de la santa villa.»
Llamóle aparte Almutálib
Con amorosas caricias ,
Y diósele á conocer,
Y dijo á lo que venia.
«Mira, dice, si es contento,
De ir en mi compañía
Á tu patria , entre tus deudos ,
Á tu principado y silla,
Donde vivieron tus padres
Y toda tu varonía ,
Y donde manda el Señor
Que sus sucesores vivan.
Mira , pues , sobrino amado ,
Qu'es lo que te determinas ;
2 Abreviatura de Jaibacanas.
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
302
Que do he salido de Maca
Mas de por la causa dicha. »
Cual suele el azor que aguarda
La seña , cuando le avisan
Cómo la jara arremete
Donde la caza divisa ;
Así el bravo mancebo,
Que vio la seña esculpida
En la lengua de su tio,
Cosa qu'él tamo codicia,
Sin responderle palabra ,
Con presteza nunca vista ,
Salta á las ancas y dice:
« Suelta las riendas y pica ;
Salgamos de entre esta gente,
Antes que de mi partida
Tenga noticia mi madre,
Y por suerte '■ nos la impida."
Así los dos á caballo
Á grande priesa caminan,
Contentísimo Almutálib
De la ocasión sucedida ;
Viéndose con su sobrino,
Que mas que á sí lo quería.
Pasan por Ddsilefala
Á la qu'el sol se ponía *,
Y allí tomaron refresco
Del cansancio que traían.
Y como cerró la noche ,
Por el monte se metían ,
Por no topar con algunos
Que les estorben su vía.
Pues cuando menos cuidaban
Y con mas cuidado aguijan ,
Oyeron un gran ruido ,
Grande gente y vocería ;
Paráronse de su andar,
Por ver qué cosa seria ,
Y al fin se certificaron
Que sus pisadas seguían.
Dijo Almutálib: ¿Qué liaremos,
Sobrino , en esta agonía?
3 Lo mismo que acaso ó casualidad.
* Es decir, «á la hora» que se ponia
el sol.
¿Cómo nos esconderemos,
Si esa luz que va influida
En tu frente nos descubre,
Y nuestro hecho publica'»
Dijo Jaiba: a ¡Ah mi buen tio!
Si quieres que no sea vista
Mi luz , cúbreme la cara
Con mi toca, y será impidida.»
Así lo hizo Almutálib ,
Viendo tan gran maravilla.
« Grande es tu hecho, sobrino,
No hay para que esté escondida;
Que aquel que te honró con ella
Será en nuestra compañía.
Él será en nuestra defensa,
Nuestro amparo y nuestra guia ;
Á él solo le encomiendo,
Él te guarde y te bendi
Estas palabras hablaba,
Cuando mas con vocería ,
Cargados de todas armas,
Liego la caballería.
Siempre pensaron que fuesen
Los barraganes de estima
De la gran casa de Zalma ,
Que de ordinario tenían
Gran gente de parentesco
Y otros que su pan comían ,
Y que venían por Jaiba
Para volvello a su villa;
Mas presto vio el desengaño.
Jaiba, que los conocía,
Dijo, mirando á su tio :
« Malas señas se divisan ;
Otro es de lo que cuidamos ,
Y aun peor, si bien se mira;
Al contrario lo juzgamos.
Si no me engaña la vista ,
Estos son mis enemigos ,
Que vienen en busca mía ;
Que de ordinario procuran
Mi muerte y fin de mis dias. »
Cuando Almutálib oyó
Lo que su nietu decia ,
Apretósele el temor,
No sabiendo qué haria ,
Mas por su amado sobrino
Que por temor de su vida ;
Llorábale amargamente ,
Viendo su edad lan florida,
Y aquella luz de su cara ,
Que hasta los cielos subia,
Y que de sus enemigos
Ya escapar no se podia.
Del todo desconliado
De poder librar sus vidas ,
Besábale entre sus ojos ,
Y estas palabras decía :
«¡Oh caro y dulce sobrino!
Si yo hubiera noticia
Destos que aquí te persiguen
Y que tan mal te querían,
Nunca te hubiera sacado
De dentro de Yaciriba ;
Mas por Alláh te aseguro
Que has de ver aquí tendida
Mi persona , eu este llano,
Despedazada y rompida ,
Primero que vea en la tuya
Una mínima herida.
— ¡Esfuerza, esfuerza , buen
No te espantes ni te aflijas!
Dijo Jaiba ; qu'esta noche
Has de ver gran maravilla '
En el hijo de tn hermano,
Con el ayuda divina.»
Á vista de donde estaban
Unos á otros se miran.
Ellos estando en aquesto,
Llegó la tropa enemiga.
Dijo Alhazan s la ocasión
Y el camino que traían ;
Fué que aquellos mozuelos
Que con Jaiba combatían ,
Tirando el canto ó la barra,
Oyeron lo que decían
Tío y sobrino, y al punto
Luegoffc sus padres avisan;
Y aquella noche marcharon
APÉNDICE H.
De la judaica cuadrilla
Setenta hombres armados,
Con la sedienta codicia
De ver cumplido el deseo
Que guardaron estos días,
Que era ver á Jaibacanas
Donde, á costa de su vida,
Pudiesen vengar la rabia
Que contra la Luz tenian.
Al fin llegaron al punto
Que deseado tenian,
Sobre ligeros caballos
Y lanzas gruesas tendidas,
Sus adargas-embrazadas ,
Armados de brazo arriba;
Y á resistir tantas armas,
Tanta rabia , tanta ira ,
Sale un muchacho desnudo,
Que á los diez años no arriba;
Figura del gran David
Con el soberbio Golías.
Deja á su tio llorando
Y grande trecho s'esvia
tio, Á recebir la canalla
Con gran valor y osadía,
Y antes que á él se allegasen
Con voz humilde y sencilla ,
Alzando al cielo sus ojos ,
Estas palabras decía:
«Señor, que la escuredad
Y las tenebrosas sombras
Con lu claredad encubres,
Y alumbras á quien te adora ;
Sabio, que en los corazones
Mas encerrados te asomas,
Y lo mas oculto sabes,
Pues no se te asconde cosa;
Oidor de quien te llama
En su apretada congoja ;
Socorredor de las cuitas ,
Recebidor de las obras ,
Ordenador de los plazos
Que tus halecailbs 6 gozan ;
303
5 Nombre del autor á quien sigue el
poeta en su relato.
6 Criaturas.
304 HISTORIA DE LA
Pues panto no se diluían
De lo que pinta lu hoja 7.
Si en lus secretos juicios
Adelantaste la obra
Esla, que tus escogidos
Han gozado siempre y gozan ,
Suplico a tu gran bondad
No permitas qu'esta hora
En mi poder se derogue,
Por ser mis fuerzas tan pocas;
Sino que arredoblezcas
La gracia de que le adornas,
Y en el ensalzamiento suba
De lo que ba sido hasta ahora.
Señor, por el homenaje
Desla luz alta y preciosa
Con quo sellaste mi frente
Y me ennobleces y adornas,
Te ruego que me defiendas
Desla compaña alevosa ,
Que quieren malar tu luz
Porque su gran prez ignoran;
Todas las airadas manos
Ante la tuya se postran ,
Y las poderosas fuerzas
Solo á tu nombre se postran.
I'ues ¿cómo tendré yo miedo
Á los que eu lu ofensa osan
Levantar los brazos lieros
Con indignación rabiosa?
Si en mi encerraste el secrclo
Que á lus nacidos importa ,
Y adelantaste mi hecho ,
Como esla !uz lo denota ,
Por ella vuelvo a rogarle
jQue en este paso me acorras,
Y estos que atajar la quieren ,
Tu grande poder conozcan,
Y caiga el az,ods sobre ellos
De la furia cavernosa ;
Que tú á ios soberbios hundes,
Y á los humildes coronas.»
Por Alláh , dijo Almulálib,
' De lo que está escrito en tu libro.
8 Azote.
LITERATURA ESPAÑOLA.
Que al tiempo qu'esto decía
Le alcanzaban ya las puntas
De las lanzas enemigas;
Y cual la pelóla vuelve
Del suelo hacia quien la tira ,
ü como resurte 9 cuando
Hiere en la pared maciza ,
Desta propia suerte fueron
Con tal fuerza rebatidas,
Como si airas las tiraran
Con aquella fuerza misma.
Ellos, espautados deslo,
Necio los caballos pican,
Pugnando llegar á Jaiba;
Mas ¡ or demás los herían ,
Que ios cerros encorvados
Revuelven y el cuello erizan;
Dando bufidos, corcovos,
Huyen de espanto y se empinan,
lil animoso mancebo,
Que sin lemor se los mira
Corridos y avergonzados,
Á voces les dice y grita:
« ; Ah suciedad de judíos,
Canalla torpe J maldita ,
Naturaleza de gimios,
Gente infame y abatida!
¿ Qué os parece del misterio
Con que el Señor os avisa,
Con que nuestra luz ensalza ,
Y vuestro inlenlo castiga?
¿Queréis amatar la luz
Que á los altos cielos fija ,
Y el Señor la especíalo,
Por su gran sabiduría,
Para guiar á sus siervos
Y acabar la idolatría ,
Y puesto su grande amparo
En 10 vuestra inunción maligna,
Ha menguado vuestras fuerzas?
Por lanío, gente perdida,
Yolved eu paz y seguros,
Dejad esa fantasia ; f
Si uo, rogaré ad Alláh
9 Bota.
io En está aqui por contra.
Que confunda vuestras vidas. »
Respondió el capitán dellos,
Que se llamaba Lelía:
« ¡Oh liijo del fuerte Héxim,
Déjate desa porfía;
Que nosotros no dudamos
Qu'está la honra cumplida
En vos los de Abdulménef,
Á quien los demás se humillan
Pero vivis engañados ,
Según tu razón publica ,
En decir que por matarte
Salimos de nuestra villa;
Antes bien somos venidos
Por volverte á Yaciriba
Á los ojos de tu madre ,
Qu'está triste y afligida.
A mas desto, tú bien sabes
La amistad y cortesía
Con que todos te tratamos;
No hay razón por qu'eso digas;
Que tú eres nuestro contento,
Nuestro placer y alegría ,
Candela de nuestros ojos,
Regalo de nuestras vidas.
— Todos sois mis enemigos ,
Esto es cosa conocida ,
Replicó Jaiba animoso ;
Ya está vuestra intuición vista;
Siempre me quisistes mal.
Porque toda vuestra vida
Me mirastes con mal ceño,
Siempre con cara fingida,
Y todas vuestras razones
Son fundadas en mentira;
Sino que vuestras cautelas
Han salido cuesta arriba ,
Y no han llegado al efecto
Á que vuestra inunción aspira ;
Porque la promesa inmensa
De fuerza ha de ser cumplida. »
Y con un desden gracioso,
Sin muestra de cobardía,
Los dejó y se fué á su lio
Adó dejado lo había.
Como lo vieron volver,
Ton. ív.
APÉNDICE H.
Los judíos descendían
Apriesa desús caballos,
Y con una infernal ira
Sacan las fuertes espadas ,
Y á pies los acometían.
Cuando losvido Almutálib,
De hedíase apercebia
Para salir al encuentro;
Mas Jaiba se lo impidia,
Diciendo: «Agora verás
La segunda maravilla;
Ruégote que te estés quedo,
Estáte agora á la mira ,
Dame tu arco y las jaras ,
Que yo haré la conquista.
— No podrás , dijo Almutálib;
Tus pocas fuerzas retira,
Porque no hay en toda Maca
Hombre que á lo tal se atreva,
Sino los de Abdulménef,
Por su santa fortaleza.
Este es el arco de Ismael,
Que tu padre lo tenia
En Axem , cuando murió,
Y á mi quedó remitido;
Con él demandamos agua
Y otras muchas rogativas,
Que su divina bondad
Nos tiene ya concedidas.
— Dámele pues, dijo Jaiba,
Que esta prenda á mí es debida ;
Que yo también soy de aquellos,
Aunque mi edad lo desdiga.»
Y tomándole en sus manos ,
Con tal fuerza lo impelía,
Que casi los dos extremos
En uno juntar hacia.
Armólo, como si fuera
Varón ya de edad cumplida ,
Y como si el arco fuera
De verde mimbre cogida.
Ya los judíos llegaban,
Cuando, tomando una vira ,
El diestro joven apunta,
Y al mas orgulloso tira ;
Dióle por el corazón ,
Y luego el feroz raquía,
20
305
306 HISTORIA DE
Dando voces como (¡era ,
El aliña infernal vomita,
Y sin perder ocasión ,
Otra jara despedida,
Y otra luego, y tras de aquella
La cuarta saeta envia,
Tan ciertas, que todas cuatro
Rebataron cuatro vid;¡s ;
Y cuando flechaba el arco
En alias voces decia :
« Yo soy el hijo de Héxini,
Jaibacanas me apellidan. »
Dijo el traidor de Lelía:
« Esa razón averigua;
Que no pare la culebra
Sino ponzoñosas víboras.»
Y volviéndose á los suyos,
Les dice : « ¡ Gente rendida !
¿No neis vergüenza que un mozuelo
Vuestro poder afemina?
Salgamos de un tropel lodos,
Y de impetuosa corrida
Demos sobr'ellos con furia,
Y mueran de arremetida ,
Aunque de nos maten diez,
Pues les quitemos las vidas,
Vivirán después honrados
Los que de nosotros vivan. »
Esto dijo el enemigo,
Y hechos todos una pina ,
Fueron á les embestir ;
Mas antes que les embistan
Temieron de las saetas
La fuerza con que venían ;
Y al fin se determinaron
Pedir concierto, y decían
Á Jaiba , como valiente :
«Pidímoste en cortesía
Que apartes de nos las flechas,
Que tan sin razón nos liras ,
Y veremos entre todos
El mejor camino y via
Que habrá para que te vuelvas
Aquí en nuestra compañía.
Mira que á todos nos pesa
Que salgas deuuesira villa,
Porque al claro nos agravias:
LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Mira que al fin has nacido
Entre nosolros, y mira
Que todas nuestras mujeres
Te han servido de nodrizas ;
En sus haldas te criaste,
En sus pechos le tenían,
Y en pago de estos regalos ,
¿ Por qué de nos te desvias?
Y en pago de la agonía
Que todos poní pasamos,
Nos tratas de aquesta guisa,
Que has muerto de nos cuatro
De la gente mas lucida ;
Y todos lo Lacemos bueno,
Todo se deja y se olvida ,
Aunque fueran otros lautos;
Entiende que mas se estima
De nosotros tu contento
Que cuanto hay en esta vida.
Deja tu lio Almutálib ,
Vaya en buen hora su via ,
Y tú vuelve con nosolros
Á tu natural guarida,
Donde vivirás honrado
Y adonde es razón que vivas ;
Y no quieras caullevar
La conduelma y gran mancilla
De tu madre y de tu agüela
Por tu arrostrada salida,
Sin dispidirte de naide
Y sin que fuera entendida
De loda lu parentela
Y tú les dieras noticia.
¡ Oii si los vieses , mancebo ,
Cómo los dos se lastiman ;
Moverle han compasión
Las lágrimas que destilan !
; Cómo se rasgan sus caras !
Cómo gimen y apellidan!
Ea pues, querido Jaiba,
Resuélvete y determina,
Considera estas razones,
Que tan de admitir son dignas.»
Tales las razones fueron
Que aquel traidor proponía ,
Que ya de su buen sobrino
Almutálib desconfía:
Y dijo, casi llorando:
«Ya sabes que mi venida
Solo por li fué de Maca ,
Porque en tu ditado y silla
Vivas como tus pasauos
Han vivido en reta línea;
Mas veo tantas razones
Como estos te notifican ,
El amor con que te llaman ,
La honra con que te albrician,
La fama en que estás entre ellos ,
Cómo lodos te acarician;
Saben tu claro linaje.
Tu estado y caballería ;
Si le contenta ir con ellos ,
Vés en la hora bendila ,
Y cuando el tiempo te llame,
Siendo ya de edad cumplida ,
Tú te volverás á Maca.»
Dijo Jaiba : «¡Cómo tu deuda te obliga
Y cómo te han decebido ",
Y cuan preslo facilitas
Sus razones de estos sucios ,
Y cómo los acreditas!
¿No sabes que son judíos ,
Canalla torpe y maldita ,
Malvados y fementidos ,
Llenos de engaño y falsías?
No te ablanden sus razones;
Que no hay verdad que estos digan ,
Compañeros de Luzbel ,
Que siempre siguen su via ;
Déjalos ir con la saña
Del Señor, y con la ira.»
Holgóse de esto Almutálib,
Al punto se apercebia ,
Toma su espada y adarga
Y contra el traidor de Lelía
Se sale como un león
Que el suelo temido pisa.
Gritábale en altas voces,
*t Engañado.
APÉNDICE H.
Y estas palabras decia :
« Tú , que has echado al aire
Tantas razones fingidas,
Envueltas entre cautelas ,
Entre engaños y mentiras ,
Deja el hablar doble y falso,
Y mira si en tu cuadrilla
Hay quien con mí mano á mano
Acabe nuestra porfía.
Salga luego , que te aguardo ;
Qu'es bien que las obras digan *
Lo que la lengua blasona ,
Porque eslo ansí se averigua.»
Dijo Lelía á los suyos:
«Ya veis que nos desafia
Este qu'en su genealogía
Alcanza mas Hombradía,
Capitán de los taquíes H ,
Flor de la barragania,
Reprobado 13 en toda Arabia ,
En sus ciudades y villas ,
Y nadi vencer le puede
Ni su fuerza resistilla ;
Y si á él vencer podemos
Y le quitárnosla vida,
Muerto es su sobrino Jaiba ,
Y su luz esclarecida.
Ea, guerreros famosos ,
Que el que le quite la vida ,
Le mando cien datileras
Nuevas , tiernas, femininas.»
Respondió el uno de aquellos,
Que Elsemio se decia:
« No quiero de ti otra cosa
Que me des , si le vencia ,
Mas de que me afranques **
La deuda que te debia.
— Pláceme , dijo el traidor,
Y mas otro tanto encima.»
Asjfué contra Almutálib,
Que á recibirlo salia,
En cuyas valientes manos
Dio la vida descreída ;
Hendióle hasta los pechos,
« JuStOS.
13 Dos veces probado.
" Me hagas franco y quito.
307
308 HISTORIA DE LA
Y luego dijo Letía :
« Muerto es Elsemio; salga otro
De la gente mas lucida.»
Salió, y por la misma via
Muchos judíos murieron ^
Hasta que dijo uno de ellos :
« Lelía , esto mal se pinta.
¿ Quieres que nos mate á todos ,
Y tú te estés á la mira?
Salta tú al campo con él;
Que s*olo con tu salida
Fenecerá la contienda ,
Porque es cosa conocida
Que su fuerza entre 'tus manos
Al punto será rendida.»
Dijo el traidor: « Yo saliera,
Sin que nadi me lo diga ,
Sino por el gran respeto
Que á su madre le tenia
Y á toda su parentela ,
Y porque Zulma no diga
Que yo le maté á su hijo ;
Pero', pues ya tengo vista
Vuestra voluntad, saldré,
Pues la ocasión lo pidia. »
Alteróse el enemigo,
Mostrando grande osadía;
Quedaron de blancas hojas,
De fino acero lucidas,
Sus fuertes miembros armados ;
Persona grande y fornida
Con una adarga embrazada ,
La espada alzada y saluda ,
Saltando cual suelto gamo ,
Qu'el mirar lo atemoriza ,
Diciendo : «Llama á tu nieto ,
Que salga en tu compañía;
Para que los dos á una
Me entreguéis aquí las vidas.—
Llama, responde Almutálib,
A tu cobarde cuadrilla ,
Que te libre de mis manos,
Pues antes que venga el dia
Heis de morir todos juntos,
Sin quedar persona viva.»
LITERATURA ESPAÑOLA.
Ansí, los dos se toparon
Con fuerza tan sin medida,
Como si fueran dos peñas,
O como cuando martillan
Los herreros en el yunque;
Ansí, con tal osadía
Se daban tan fuertes golpes ,
Que no hay lengua que lo diga.
Los judíos esforzaban
A su caudillo y su guia,
Y admíranse que Almutálib
Tanto se le defendía.
Asimismo Jaibacanas,
Que á su noble tiomira,
Comiéndose de coraje
De ver que se sostenía
Un hombre solo á su lio ,
Loque muchos no podían;
Pone la vira en el arco ,
Sin poder regir su ira,
Y al traidor de Leitia apunta,
Y con tal fuerza la envía,
Que le dio por las espaldas
Y le pasó á la barriga.
Cuando los judíos vieron
Muerto al que los defendía,
Movidos de grande rabia,
Contra Jaiba acometían,
Sino que les puso pausa
Una grande vocería
Que vieron venir tras ellos;
Y vueltos adó la oían,
En una gran polvareda
Vieron cómo relucían
Armas , espadas y adargas,
Grebas, brazaletes, picas,
Grande tropa de caballos ,
Gente esforzada y lucida,
En sudor y polvo envueltos.
Llegaron á grande prisa
Cuatrocientos caballeros;
En medio de ellos venia
Zalma, su padre y parientes ,
Porque tuvieron noticia
De los traidores judíos
El intento que traían.
Y en el punto que llegó
Toda la caballería,
Sin admitirles palabra,
A la canalla maldita
APÉNDICE H.
Los degollaron á todos,
Sin quedar persona viva.
309
CANTO SEGUNDO
de la historia de Abdulrautálib.
Muertos todos sus contrarios,
Y cesando el grande estruendo,
El suelo corriendo sangre,
Cubierto de cuerpos muertos,
Cansado de combatir
En tantos tieros encuentros,
De descargar tantos golpes
Y dividir tantos miembros.
De sustentar la batalla
Toda aquella noche en peso,
Que cuando de bronce fuera ,
Quedara roto y deshecho;
En su caballo arrimado,
Y desahogado el aliento ,
Que suspendido le tuvo
Mientras duró el vencimiento ,
Estaba el fuerte Almutálib
Apercebido de nuevo,
Las armas al fuerte brazo-,
Y el animoso denuedo
Contra los que le ayudaron
Como fieles compañeros;
Que no es socorro el socorro
Bajo de interese hecho.
Si á su sobrino le piden ,
Quiere morir defendiendo
Su opinion , sin admitir
Mas razones y conciertos.
Toma la Hecha en la mano ,
Y contra los cuatrocientos
Que vinieron en su ayuda
Apuntó el agudo yerro.
Dijo Zalma en altas voces,
Que bien los dos lo entendieron :
«¿Quién ha sido el atrevido
Que sin mas conocimiento,
Sin darme parte ninguna ,
A sus parientes ni deudos,
Me ha sacado á mi hijo
De mi casa, y mi sosiego? —
Yo soy, responde Almutálib ,
Quien lo ha traído a este puesto ,
Y el que pretende llevarlo
A cumplir mi justo intento, #
Al estado de*su honra,
A la silla que tuvieron
Todos sus antecesores ,
Sus padres y sus abuelos;
A ser señor de la villa
Que tuvieron todos estos ,
Y al mas noble potentado 15
Que hay en todos los imperios.
Y por si acaso me igroras
En las señas de mi gesto ,
O finges que no te acuerdas
De aquel ya pasado tiempo,
Almutálib es mi nombre.
Del fuerte Curax soy nieto ,
Hijo soy de Addulmúnef ,
De los de Curax deciendo;
Hermano de tu marido ,
Héxim, el del cumplimiento,
Quien siempre le acompañó
Mientras vivió en este suelo.
Soy quien te casó con él ;
Que si bien te acuerdas de esto,
Mucha sangre ajena y propia
Vertimos por tu respeto;
Tío carnal de tu hijo,
Y padre en todos mis hechos ;
Quien mas que tú le desea
Vida , salud y provecho.»
<5 Está sin duda por potentazgo, siendo
aquí sustantivo, y no adjetivo, como pudiera
creerse. Es como si dijera : «Al mas noble
señorío,» etc.
310 HISTORIA DE LA
Quedó Zalma tan contenía,
Que con el rostro risueño
Miraba al buen Almutálib,
Estas palabras diciendo :
«Pues ¿cómo, querido hermano,
Cupo en tí tan grande yerro?
¿Sin decirme á mí palabra,
Sin mas hacer cumplimiento
Con esta que lo ha parido,
Con mi padre y con mis deudos,
Sacarlo de mi ciudad
Y ponerlo en tanto riesgo,
Que , si no por esta gente ,
Hubiérades sido muertos?
Y tú, radiante hijo mió,
Que te olvidabas tan presto
De los pechos de tu madre,
Cual si fueras hijo ajeno,
Puedes creer una cosa ,
Por el Señor que te ha hecho :
Que sino tuviera aviso
De estos traidores sedientos,
Que por matarle venían ,
No fuera en tu seguimiento ;
Porque en venir con tu tio,
Por averiguado tengo
Que vas con la mayor honra
Que le puede dar el suelo.
Y pues que al fin has salido
De junto mi lado diestro,
Y\o he venido á este punto
Con este acompañamiento,
Présenle está aquí tu tio,
A tu discreción lo dejo,
Que escoja la compaña
Que te diere mas contento;
Si quieres irte con él ,
Tu voluntad no la tuerzo ,
Y si con mí quies volver,
Ya sabes lo que te quiero.»
Abajó Jaiba los ojos
Y estuvo un rato suspenso,
Que le cobija la cara
Aquel vergonzoso velo;
Mira una vez á su madre ,
Y aquel pecho blando y tierno
Que lo llevó nueve meses
LITERATURA ESPAÑOLA.
Y le dio el primer sustento ;
Otra vez mira á su tio
Y aquel tan debido deudo
Que le obligaba á seguir
El mandamiento paterno;
Al fin respondió á su madre
Con un singular respeto :
« A lauto merecimiento ,
Querría seguir mi tio,
Si á tí no desobedezco.
Temoad Alláh si le enojo;
Y por lanío , me resuelvo
Que iré donde tú quisieres,
Supuesto lo que he propuesto.»
Como conoció Zalma
Adó el principal deseo
De su hijo caminaba,
No quiso mas detenerlo;
Antes bien con grandes muestras
De amor y contentamiento
Lo bendice , abraza y besa ,
Y luego se despidieron
Delia con gran reverencia
Y grandes ofrecimientos
De la una y otra parte,
Y su camino emprendieron.
Ella se fué á Yaciriba
Y ellos á Maca se fueron,
Y andando por el camino,
Almutálib, muy contento,
Dijo á su caro sobrino :
« Escucha lo que te advierto :
Si te pregunlan quién eres,
Tendrás tu nombre en secreto ;
No digas qu'es deudo mío,
Sino dirás que es mi siervo;
Y mira que si en Yaciriba
Traidores te persiguieron,
No menos en esta villa
Hay de la sangre de aquellos;
Y en el ínter que no seas
Para regir este pueblo,
No conviene que se emienda
Tu linaje ni aun por señas.»
Ansí entraron por Maca,
Con este apercebimieulo,
APÉNDICE H.
311
Aunque de la luz los rayos
Entraron los delanteros.
Cuantos á Jaiba miraban
Tan hermoso, ¡indo y bello,
Que relumbraba su cara
Como cristalino espejo,
Preguntaban : «¡Oh Almulálib!
¿ Dó traes ese mancebo?»
Respondió : «Es mi criado,
Que lo traigo de otro reino
Para mi casa y servicio;»
Y dióle nombre de siervo.
Aquí se permutó el nombre
De Jaiba, porquel' creyeran
Ser criado de Almulálib 1C;
Y así, por este respeto ,
Fué llamado Abdolmutálib,
Dejando el nombre primero;
A quien la ciudad amaba
Y le honraban por extremo ,
Que su luz los incitaba
A bendecillo y querello ,
Con que en todas sus congojas
Rogaban al Rey del cielo 17 ;
Con ella pidian agua
En tiempos fuertes y secos,
Y en todas las demás cuitas
Que consigo trae el tiempo,
Y siempre fueron oídos
Del Señor todos sus ruegos ,
En nombre de aquella luz
De su patron y heredero.
Extendióse su renombre,
Su hermosura y grandes hechos
En Maca y toda su tierra,
En los de cerca y de lejos.
Y como siempre los tales,
Cuanto mas justos y rectos,
A veces tienen mas ciertos
Los émulos envidiosos ,
Los enemigos secretos ,
Que al bueno siempre persiguen,
Si no un traidor, otro reo;
<u Abdo-1-miih'iiib significa en arábigo el
siervo de Al-mul;tlib.
'7 Asi m el códice; pero debe de haber
error ú omisión.
Este los tuvo continuos ,
Pues desde su nacimiento
Le fueron buscando modos
Para acabarlo y perderlo.
Era en este tiempo en Maca
Un hombre allegado en deudo,
De este Abdulmutálib primo,
Del buen Abdulmúnef nieto ;
Hombre grave y muy altivo,
A quien guardaban respeto
Por su linaje y riqueza,
Gran regidor de consejo.
Tenia á Maca á su mando,
Era el todo en el gobierno ,
Y todos se le humillaban
Yá todos tenia sujetos;
Qu'es la invención grande madre
De cargos y cargamientos.
Y como ya Aldulmulálib
Llegó á ser hombre perfecto,
Casado ya, con un hijo,
Aunque sin la luz y herencia,
Olvidaron á su primo,
Como si ya fuera muerto.
Ningún caso del hacían
En cosa del regimiento ,
Ni á su mandado atendían;
Antes bien á Jaiba dieron
Las llaves de la ciudad
Y las casas del Consejo,
Los archivos y escripturas
Y el señorío del templo.
Hiciéronle adelantado,
Caudillo y capitán de ellos,
Y lodos le obedecían
Con grande amor y contento,
De lo cual nadi ha sentido.
Enojado de ver esto ,
Lleno de rabiosa invidía,
De ambición y de ira envuelto,
Ruscó ocasión por do asirse
De razones con su deudo ,
Y acaso un dia lo tuvo,
Lleno de cólera , ciego
Y con indignado pecho,
312 HISTORIA DE
Delante de alguna gente
Le dijo tales denuestos :
«;,Adónde quieres llegar,
Mozo, con tus pensamientos ,
Y di quién pretendes ser,
Que ansí desplegas al viento
Tu necedad vana y triste ,
Sin raíz de buen cimiento?
O di , ¿por ventura piensas
Que aquí no te conocemos?
Ayer veniste á esta villa
Desnudo, pobre y mozuelo,
Que estabas en Yaciriba
Algaribo1* y entre hebreos,
Y aquí entre nos has sido
Mozo de los mozos nuestros;
Aquí te habernos honrado
Y te habernos dado asiento ,
Y tú quieres entonarte
Con tu caudal t n pequeño ,
Que no tienes ningún hijo
Ni es hombre para tenerlo.
Pues ¿por qué te ensoberbeces
Con nosotros, conociendo
Que no te da el Señor hijos,
Solo por no merecellos?»
Abdulmutálib, corrido
De aquel decir tan soberbio,
Mostrando el valor altivo,
Y su enojo reprimiendo ,
Respondió, algo turbado :
«Si no por el parentesco
Que el Señor puso entre nos ,
A lo cual miro y atiendo ,
Yo te cruzara esa cara ,
Descarado y sin respeto ,
Y te hiciera desdecir
El blasón tan torpe y ciego;
Pues por tener solo un hijo,
Pudiendo también tenellos,
Que es poner tasa en mi honra
Porque solo un hijo tengo.
Homenajead Alláh hago,
Y ante su deidad lo ofrezco ,
is Extraño, peregrino, forastero; es pala-
bra arábiga.
LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Que si diez hijos me diese,
Sacrificaré uno de ellos
En su alcorben ,9 y holocausto.»
Y para confirmar esto
Se fué á la casa ensalzada ,
Y en la santa aleaba puesto ,
Trabado de las acitras 20 ,
Lo dicho afirma, diciendo :
«Señor del alarx granado ,
Que desde su grande altura,
Estás mirando los hechos
De la una y otra adunia -' ;
Tú, que estás en todas partes ,
Y ningún lugar ocupas ,
Y donde quieren te hallan
Los que demandan tu ayuda;
Tú , que á lí solo se deben
Las suplicaciones justas ,
Como universal Señor,
Que riges, gobiernas, juzgas ;
Tú, que solo es el que sabes
El cómo de tus criaturas,
Y de sus madres los sacas
Del talle que las figuras ;
Tú, que de tu divina esencia
Las buenas nuevas relumbras ,
Y las nocientes y adversas
Cambias, truecas y mudas;
Tú, que sabes que me afrentan
Por lo que no tengo culpa ,
Pues solo lo que tú quieres
Se hace , y es bien se cumpla ;
Si por lo que en mí encerraste ,
Me menosprecian é impulan ,
Justo será que á mis faltas
Tu divina gracia supla.
Señor, si me das diez hijos
Que á tu santa ley acudan,
Y á tí solo reverencien,
Como tus siervos se aunan ,
Desde aquí vuelvo á ofrecerte
•o Sacrificio.
20 Cortinas que rodean la aleaba o casa
santa
¿i Mundo.
Cumplir sin ninguna duda
Lo ofrecido á tu servicio,
Sin faltar en cosa alguna.»
Fué la oración tan contrita ,
Y su hablar tan sincero,
Que su divina Bondad
Satisfizo á su deseo.
Diez Lijos le dio varones,
De seis madres procedieron ,
APÉNDICE H.
Todas de nobles linajes ;
Y el menor de todos ellos
Sacó la luz escogida ,
A quien por nombrel' pusieron
Abdullá, lindo y hermoso,
Gallardo y de bellos miembros,
A quien el cielo bendijo,
Y quien alegraba el suelo.
313
CANTO TERCERO
de la historia de Abdulmutálib.
Tanto debe ser tenida
La dedicación y oferta ,
Cuanto en provecho resulta,
Si en el efecto se acierta;
Que cuanto en provecho sube
Ante la bondad inmensa,
Tanto desmerece y pierde
Si dedicada la dejan.
La promesa es voluntaria,
Pero después que está hecha ,
Poniendo al Señor por medio ,
Es como que la preceptan;
Y derogarse de aquello,
Supuesto qu'el tal no peca ,
Pierde el crédito de siervo-2,
Su palabra y nombre afea ;
Y así es bien lo considere
Quien dedica una promesa ,
Que's lo que hace y por quién ,
Antes que lo tal emprenda.
No se arroje de improviso,
Haga despacio su cuenta ,
Y ajuste lo que promete
Con lo que sustentar pueda ;
Y hecha su resolución ,
Afírmela de manera
Como que á cumplir le obliga
Su mas estimada prenda ;
Porque en las cosas deidosas
22 Es decir, siervo de Dios , que le acata
y obedece.
Hase de hablar siempre veras',
¡\'o burlas , que no se sufren
Aun en las cosas terrenas.
Virtud es muy conocida,
Él que , en su salud entera ,
Por ver lascosac divinas
Al mundo los ojos cierra ,
Cuando su libertad priva
Y su voluntad refrena ,
Cuando su gusto reprime
Y su apetito sujeta.
Esto es lo que mas afirman
Nuestros alimes 23 , y aprueban ,
Cuanto á los divinos ojos
Mas aplace y mas contenta ;
Pero entre las buenas obras,
La que escogen por mas buena
Es la ofrecida , que á Dios
Y á sus ángeles alegra ;
El voto es superlativo ,
Que nada con él se allega ,
Cuando la lengua lo dice
Y el corazón lo cimienta ,
Cuando para confirmalle
Se junta la vehemencia ,
Y hacen un mismo consorcio
Los sentidos y potencias ;
Entonces se graba en el pecho,
Entonces se desapega
De! mundo, y'graciosamente
23 Sabios y doctores.
314 HISTORIA DE LA
Pone sobre sí esla deuda.
Bien es verdad que seria
Mejor que nuestra vivienda
Fuese tal , que no tuviese
Necesidad de estas pruebas ;
Mas, como tan quebradiza
Fué nuestra naturaleza ,
Rómpese á veces, y es bien
Que se soldé con la inmienda.
. Evitemos la ocasión
Del vicio , porque con ella
No se grava la oblación ,
Que casi viene por fuerza.
Ya que ocasión tengamos,
No seamos causa de ella ,
Porque la causa que es justa,
Es justo se salga á ella.
Ocasión tuvo quien duda
Que no fué grande la afrenta
Que recibió Abdulmutálib
En la pasada contienda ;
Grave fué sin duda alguna,
Cuando, por salir de aquella,
Ofreció a! Señor, de un hijo
La vida, que tanto cuesta.
Era en aquel tiempo en Maca ,
Y en todas las demás tierras ,
Tenido el hombre sin hijos
Por hombre de bajas prendas;
Y es cierto que si otra cosa
Su contrario conociera
Que mas afrenta le hacia ,
Otra peor le dijera;
Porque en tales ocasiones
Suele la cólera ciega
Provocar palabras tales
Que á quien las dice afrentan ;
Y á un hombre de tanta estima
Como Abdulmutálib era,
Fué desconcierto muy grande
Tratallo de tal manera,
Por tomar lo que era suyo,
Su patrimonio y herencia,
Y aquello que le venia
Por tan derecha linea;
LITERATURA ESPAÑOLA.
Y así, no podrá decirse
Qu'él fué la ocasión primera
Por do después le obligasen
A satisfacción tan fiera;
Pero fué mucho arrojarse,
Derogó su gran prudencia;
Que fué temeraria cosa
El ofrecer vida ajena;
Cosa incierta de cumplir ,
Y en caso que la cumpliera,
A todos sus descendientes
Daba ejemplo de crueza.
Ejemplo que tanto obliga
A dar ejemplarias muestras
A los que para dechado
Los puso Dios en la tierra;
Aquellos que tras de sí
Los ojos del vulgo llevan,
En cuyos hechos miraban
Y a cuyas obras se apela.
Ya sus diez hijos tenia,
De edad cumplida y entera ,
Padres con hijos, algunos
Casados y con haciendas,
("uando de verlos á todos
Mas se contenta y se huelga;
Y cuando mayor regalo
Le causaban sus presencias,
Y cuando mas descuidado
De su pasada promesa
Está , que el tiempo vario
Mueve su inconstante rueda,
Recordóle la memoria
(Que Alláh es al fin quien remiembra
Los hechos de sus amigos,
Porque su gloria no pierdan)
Aquel alto ofrecimiento
Que él hizo á la suma Alteza,
De sacrificar un hijo
Si á los diez sus hijos llegan ;
Y al punto que fué acordado,
Con afligida conduelma,
Sin dar una hora de espacio,
Que la dilación no es buena,
Antes con las cosas tales,
Mejor cuanto mas se abrevian,
Llamó á sus hijos queridos ,
Y puestos en su presencia,
A todos diez les declara
Lo que al Señor ofreciera.
Ellos quedaron suspensos,
Que nadie mueve la lengua ,
Abajadas las ciervices ,
Los ojos puestos en tierra;
Mirábanse unos á otros,
Altéranse y titubean ,
Que la muerte en medio de ellos
Les cuajó la sangre nueva.
Ninguno nada responde ,
Porque cada cual recela
La suerte del sacrificio,
Que no es mucho que la tengan;
Y al fin , rompiendo el silencio,
Con cara alegre y serena ,
Abdullá , el menor de todos ,
Dio la siguiente respuesta:
«Cierto, carísimo padre ,
Que has ofrecido una empresa
Que jamás en tiempo alguno
Ha sido por nadie hecha;
Pero, pues que ya la hecisle,
No hay para qué mas se atienda
Mas de cumplir lo ofrecido
A su divina obediencia;
Y jamás Alláh permita
Que entre nos haya otras señas
Que aspiren mas de á servirle
En cuanto mandes y quieras.
Todos diez somos tus hijos ,
Todos damos la obediencia
Al Señor que nos crió
Y al padre que nos engendra ;
Todos somos muy contentos,
Todos sus vidas entregan,
Y yo , por todos, ofrezco
Mi garganta la primera. »
Volvióse el padre á los otros,
Por ver si lo dicho aprueban ,
Y todos le respondieron
De aquella propia manera,
Diciendo: «No solo el uno ,
Mas si le place que mueran
Todos, lodos moriremos
APÉNDICE H. 315
Con voluntad muy sincera.»
Quedó tan agradecido
De la humildad y nobleza
Con que todos se ofrecían,
Sin dar muestra de flaqueza,
Que mil veces les bendice,
Deshecho en lágrimas tiernas ;
Y dijoles : « Hijos míos,
Pues así queréis que sea,
Y lal esfuerzo me dais,
Cuando la mañana sea
Tahar aréis 2i vuestros cuerpos,
Y vestiréis ropas nuevas;
Encomendaos ad Alláh ,
Como el que á morir se adreza;
Despedios de vuestras madres
Y hijos , el que los tenga ;
Iréis al aleaba santa ,
Y porque nadie se ofenda,
Echaros he á todos suerte,
Y el que Alláh mande que muera,
Aquel será el escogido
Al sacrificio y degüella.»
Todos ansi lo hicieron ,
Y al tiempo que el alba quiebra,
Se levantó Abdulmulálib
Y á lo dicho se apareja ;
Tahara su cuerpo , y luego
A su Señor se encomienda ;
Vístese ropas preciadas,
Reliquias de los profetas ,
Toma un alfanje de Alliinde 25,
Y luego al hecho se apresta.
Salió á llamar á sus hijos,
Y todos con gran presteza
Salieron sin detenerse,
Y ante el padre se presientan.
Solo Abdullá se tardaba ,
Aunque al salir no empereza,
Sino que su madre triste
Lo deliene y no le deja.
Salió abrazada de él ,
2* Tnhnrar es aümpiar ó purificar.
*3 De Hind ó Hindostán.
316 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Cuanto mas dalle la muerte ,
Siendo de mi luz candela ;
Mas la ofrenda del Señor
No es razón que yo la tuerza
Por su beldad y tu duelo
Ni cuanto el mundo sustenta;
Yo le soy mas piadoso ,
Yo le quiero con mas veras
Que todos cuantos le quieren ,
Ni cuantos duelos le muestran;
Yo le llevaré al aleaba ,
Y quizá én la mente eterna
Será juzgado en que viva,
Con su piedad inmensa ;
Y si le.diere la suerte,
Habremos de obedescella;
Que no hay que torcer el juicio
Del que nos manda y devieda.»
Y él, por desasirse de ella ,
Niega aquel materno amor
Que enterneciera á las piedras ,
Diciendo: «Dejadme ir
Adó mi padre me espera,
No me notéis de cobarde
O de alguna negligencia;
Que mas me obliga aquel deudo
Que cuantas lágrimas echas.
Déjame, que si el Señor
Ordenara que yo muera ,
Yo mereceré la palma
Qu'esta mi alma desea ,
Y libraré á mis hermanos
Y á mi padre de esta deuda ;
Y si no , yo \olveré,
Si Alláh se sirve que vuelva.»
En esto llegó su padre
A llamarle con gran priesa ,
Y vuelta Fatima á él,
Toda en lágrimas deshecha ,
Le dice: «¿Dónde has hallado,
En qué parte ó en qué tierra ,
En qué escritura has leído
Que el padre que un hijo engendra ,
Lo degüelle por sus manos,
Sin que nadie le haga fuerza?
¿Hay crueldad que se iguale,
Cuando de ti el mundo entienda
Que degollaste tu hijo
Por un enojo siquiera?
Y si acaso no se excusa
De hacer esto que intentas,
Toma de los nueve el uno ,
Y este mas pequeño deja;
Duélete de su niñez,
Su hermosura considera;
Mira la luz de su frente ,
Que hasta los cielos clarea ;
Mira que en solo su muerte
Esta triste vida cuelga,
Y es cierto que no tendré
Mas vida que la que él tenga.»
Respondió Abdulmutálib:
«No dudes que á mí me pesa
Quitalle solo un cabello
De encima de su cabeza ,
Esto dijo Abdulmutálib,
Y luego el hijo se adreza;
Despídese de su madre,
Y ella lo bendice y besa,
Diciendo tales palabras,
Que hicieran llorar las piedras
«¡ Oh hijo, á quien el Señor
Ordenó que en mi presencia
Tu padre te degollase,
Y que estos nys ojos vean
Refregar tu hermosa cara
En la sangre de tus venas!
Oh hijo, que en solo verte
Remediabas mis conduelmas,
Y agora me da tu vista
Congoja , pena y tristeza !
Hoy se acaba mi contento,
Y mi amargura comienza ;
Porque ya no habrá consuelo
Que dentro mi pecho quepa;
Hoy pierde Maca su lumbre,
Hoy se escurecen sus venas,
Porque en faltarles tu luz
Se cubren de duras nieblas.
Acompañen hoy mi lloro
Cuantos en ella se encierran,
Yacudanáver mi duelo
Las comarcas extranjeras.
¡Oh hijo, que en lu rescate
Mi propia vida pusiera ,
Si con ella se apagara
Y algo de importancia fuera;
Voy buscando tu remedio
Entre mis Hacas quimeras,
Y no hallo medio humano
Por donde librarle pueda.
Correrán mis ojos agua ,
Mientras lo sufran sus telas;
Y cuando aquellas se rompan,
Sangre les haré que viertan,
Y de hoy mas ningún descanso
Quiero que conmigo sea ;
Pues el que hasta aquí he tenido
Será mi pasión perpetua !»
Esto Fátima decia,
Llorando con lanías veras,
Como si viera á su hijo
Degollado á su presencia.
Abdulmutálib lloraba,
Convertido en tierna cera;
Que lágrimas tan ardientes .
No es mucho le enternezcan.
Al fin . mandó á su hijo,
Sin buscar mas detenencia
Ni dar audiencia á mas lloros ,
Salirse la puerta afuera.
La triste Fátima sigue
Tras de ellos como la oveja
Que el tierno hijo le quitan ,
Y con él le hacen señas.
Así llorando camina,
Turbada y en agua envuelta,
Que sus haldas la acongojan,
En ellas mismas tropieza ;
Derrámase en la comarca ,
En Maca y toda su tierra
La nueva , y ansí vinieron
Cuantos oyeron las nuevas.
Llegóse tanto gentío
A ver esta gran tragedia ,
Que en la ciudad no cogían
Su gente y la forastera.
Vinieron los adevínos
De aquella gente perversa,
APÉNDICE H. 317
Que siempre á los de la luz
Fueron armando cautelas;
Porque siempre estos traidores
Tenian cierta sospecha
Que el patron de aquesta luz
Acabaría sus sectas,
Y mas , que en sus relicarios
Estos malditos profetas
Tenian una camisa
Que fué con la sangre envuelta
Del justo Yah y je 2G, y decían
Sus escripturas y letras
Que al tiempo que aquella aljuba
Gotease sangre espesa ,
Se acercaba la venida
De la espada de su guerra.
Y como nació Abdullahi ,
Vieron patentes las señas ;
Que á toda prisa la sangre
De la túnica golea,
Y por aquí conocieron
Que su perdición se allega;
Y á esta causa juntaron
En las ciudades y aldeas
Los barraganes mas fuertes ,
Dándoles orden expresa
Que matasen á Abdullahi
Por donde quiera que puedan.
Así llegaron á Maca,
Con la codicia sedienta
De haberlo puesto en la lista
De la ofrecida degüella ;
Y por si acaso la suerte
Daba á su gusto la vuelta ,
Se ofrecieron grandes dones,
Grandes joyas y preseas.
Llegó, pues, Abdulmutálib
A la casa reverenda ,
Con sus diez hijos delante ,
Y las suertes luego ordena ,
Según entonces se usaba,
Y al sortero las entrega.
Dióle también sus diez hijos ,
Y luego en el aleaba entran
Los mancebos y el sortero,
2ts San Juan Bautista.
318 HISTORÍA DE LA
Quedando el padre defuera
Con el alfanje en la mano,
Que al delgado dio tiembla ;
Que alterado al fin era
De esta compostura humana ,
Fundada en tantas flaquezas;
Y antes que las suertes echase ,
A las acilras se allega ,
Y asido dellas rogaba
Ad Alláh que en su degüella
Reciba con la afición
Que lo hace y lo desea.
Rogó también que Abdullahi
Libre de la muerte sea ,
Y que la suerte cayese
Sobre los otros que quedan;
Porque este solo cuidado
Era el que mas le apreta ,
Porque mas á este amaba
Que si tuviera cincuenta.
Acabada su oración ,
Luego las acitras deja,
Diciendo al sortero que eche
Las suertes, y no se detenga.
Estaba este justo entonces
Puesto en pública almoneda,
Tanto mirado de lodos
Y con tanta deferencia.
Estaba todo el gentío
En torno de la ancha puerta ,
Aguardando que saliese
El que la suerte condena ;
AIM estaban sus amigos,
Sus émulos y invidiosos ,
Que lo persiguen y aguezan ;
Los unos se compadecen
De su trabajo y conduelma ,
Que el bueno tiene de ser
Como el suyo es bien lo sienta;
Otros quisieran mas verle
En miserias mas estrechas;
Qu'el malo mas mal concibe
Que el que por defuera muestra.
Los unos al padre llaman ,
Los otros mal le desean;
Los unos al hijo aman ,
Los otros ya le condenan.
LITERATURA ESPAÑOLA.
De esla manera* la turba
De la gente estaba puesta ,
Condición del vulgo vario.
Que nunca lo bueno aprueba.
Las tristes madres présenles,
Que cada cual teme y piensa
Dar á su hijo tal suerte ;
Sus parientes allí eran
En medio la turba inquieta;
Sus blandas manos torcían ,
Gimen de cuidado y tiemblan
Por aquel trasgo que aguardan
Entre congoja y tristeza.
Asi de esta suerte estaban ,
Mirando la santa puerta,
Tantos ojos sin moverse
Las pestañas y las cejas;
Unos por cima de otros
Se levantan y enderezan,
Sobre las puntas se empinan ,
Se alargan y el cuello infieSlan 27;
f.uando la puerta se abre ,
Y vieron salir por ella
Al sortero , y tras de sí
Al buen Abdullahi lleva;
Una toca al blanco cuello ,
Dada por él una vuelta ,
Sin luz su cara amarilla ,
Temblando sus carnes bellas,
Y tras del sus nueve hermanos
Llorando, y por él vocean
El sentimiento excesivo,
Como si en ello se vieran.
Cuando lo vio Abdulmutáüb,
Vino á dar consigo en tierra,
Sino qu'el ánimo fuerte
De su prosapia lo esfuerza.
Alzó la gente un ruido ,
Gimen, suspiran , lamentan , '
Viendo el mas gallardo mozo
Que crió naturaleza,
El cuchillo á la garganta ,
En la edad mas tierna y bella .
87 Alargan.
319
¿ Qué diremos de su madre ,
Cuando su cierta sospecha
Vio patente y a la clara
Averiguada y deshecha?
Considérenlo las madres,
Que una llaga muy pequeña
De sus hijos las destina -s ,
Las aflige é impacienta.
¿Qué hará la que lo mira
Como al toro en la trinchera?
Esta tenia otro hijo ,
Mancebo de grande cuenta,
Hermano de padre y madre
Del que está en ¡a degüella ;
Abulálib se llamaba,
El cual con cara serena ,
Incitado y conmovido
De aquella bondad inmensa
Que de sus antecesores
Tiene por línea reta ,
Ante su padre se humilla ,
Y dice que le conceda
La rogaría que al Señor
Quiere hacer en la defensa
De la vida de su hermano,
Poniendo la suya en trueca.
«No osaré , dijo su padre ,
Hacer otra en contra de esta;
Que al Señor no ha de volverse
Su servicio y obidiencia.
— Pues para que en nada faltes
Replicó Abulálib , echa
La suerte segunda vez,
Veremos si á mí endereza;
Que yo rogaré al Señor,
Que esta mi rogaría acepta
Sea de su gran bondad ;
Que al fin oye á quien le ruega.
Y diciendo estas palabras,
En el aleaba se entra ,
Y asido de las acitras.
Implora de esta manera :
ORACIÓN DE ABUTÁLIB.
t¡Oh Señor de las naciones ,
28 Está por desatina.
APÉNDICE H.
Que tus secretos criaste ,
Donador de las mercedes,
Furmador de los alarjes 2<J !
Has juzgado sobre nos
Aquello que á ti te place ,
De lo cual somos contentos
Nosotros y nuestro padre ,
Que prometió una promesa
liarlo fuerte y harto grave,
Pues ofreció nuestras vidas
Antes que nos engendrase.
Cumplístele su codicia
En lo que fué á demandarte,
Y ahora viene á cumplir
Lo que ofreció consagrarte.
Echónos á todos suertes
Porque ninguno se agí avie ,
Y ha caido al mas tenido ,
Como tú, Señor, bien sabes;
Es luz de nuestro contento,
Consuelo de nuestros males ,
Claredad de nuestros ojos ,
Espejo de su linaje.
Señor , si eres servido
En mi alcorben apagarle,
Y libertar á mi hermano
De la suerte que le cabe ,
Yo digo que muy contento,
Si tú quieres acetarme,
Por redimir á mi hermano
Daré mi vida en rescate;
Y por piadad que del tengo ,
Por el amor entrañable,
Trueco mi arroh50 por el suyo,
Y su sangre por mi sangre.
Señor, redime á mi hermano,
Habe piedad de su madre,
Y aceta mi petición,
Pues ya mi designio sabes.»
Y dejando las acitras,
A su padre dice y ruega
Que en su garganta ejecute
El débito de su oferta.
Y para desengañarle
29 Plural de alarx, que significa el trono
de la Majestad diviua.
50 Alma.
320 HISTORIA DE LA
La segunda suerte echan,
Y dieron sobre Abdullalii,
Como la suerte primera.
Juzgado está ya este hecho ;
No hay buscar otras arengas ,
Sino cumplir lo juzgado
Por su santa Providencia.
Y tomando al justo hijo
Con muy grande diligencia,
Le puso en aquel lugar
Digno de tal adahea 3I.
El mancebo, que ya estaba
Sin luz su cara tan bella,
Esforzaba á su buen padre,
Diciendo: «Padre, ¡10 temas;
Ala mis pies y mis manos
Con fuerza ligera y presta,
Que al tiempo de hacer el hecho
No te embarace ni empeza;
Y si cuando el crudo hilo
Atravesare mis venas
Te movieres á piedad ,
Apreta y los ojos cierra ,
Apresurando el cuchillo,
Para que no te enternezcas.
Desnúdate de piedad,
Y de paciencia te arriedra;
Que obedeciendo al Señor,
Harto consuelo te queda.
Yo soy contento y gozoso
De que en edad tan pequeña
El Señor con mí se apague,
Y sea bastante prenda
Para redemir la causa
Dedo tu congoja cuelga.
Adviértote que desvies
Tus ropas, porque no sean
Goleadas de mi sangre ,
Que te causará tristeza,
Y porque no se apasione
Mi madre cuando las vea,
Y á tí en algo te culpe;
Si fundare justa queja,
Consolarla has , padre amado ,
31 Víctima sacriQcatoria.
LITERATURA ESPAÑOLA.
En su llanto y en mi ausencia;
Que al fiu es madre piadosa,
Femenil, de entrañas tiernas.
Alláh sea en vuestro consuelo
Y esparcie vuestra conduelma,
Y concluye el mandamiento;
Y tú alcorben delibera.»
Al tiempo que el tierno joven
Inclinó el cuello y cabeza,
Despidió su hermosa frente
Hayos que á los cielos llegan
De aquella luz relumbrante
Que entrerompe las esferas
De las celestiales cortes
Hasta la esfera setena ,
De donde los almulaques,
Aquellos qu'el alarx llevan ,
Daban voces de humildanza
Al Señor de la nobleza,
Diciendo : « Señor piadoso,
Habe piedad y clemencia
De estos justos , pues bien sabes
Sus entrañas tan sinceras.»
Dijo Alláh : «Todo lo veo ,
Todo pasa en mi presencia;
Soy tárduo, no me apresuro,
Ni hay cosa que me comueva ;
Yo reprobaré á mis siervos
El muelle de su firmeza ,
Y libraré á quien me llama
Y a cuantos de mí se acuerdan.»
Cuando ya Fálima vido
La luz de sus ojos puesta
Al agudo y cruel cuchillo,
Sin remedio su dolencia,
En tanto que Abdulmutálib
Apreta las duras cuerdas
En los delicados miembros
Y al efecto se apareja ,
Sale d'en medio la gente,
Que mas no aguarda ni espera ,
Como la leona brava
Cuando á su hijo le ajenan,
O como la vaca fiera
Que le quitan la becerra;
Gime, rabia y se lastima,
APENDICií H.
321
Brama, apellida y vocea,
De calle en calle corriendo,
Llamando de puerta en puerta,
Que vengan á socorrella
Y de su hijo se duelan ,
Y que á su hijo rescaten
Por armas ó como puedan.
Eran tantos los clamores
Y los alaridos que echa ,
Que toda Maca retumba ,
Sus calles, plazas y vegas;
De cuyo dolor movidos
Los hombres que están en ella,
Digo los de su prosapia ,
De su casa y parentela ,
Y los demás que en tal caso
De gente noble se precian,
Acudieron con gran furia ,
Y aquel tumulto atropellan ,
Con las espadas desnudas ,
Haciendo ancha carrera.
Llegaron á Abdulmutálib
Al mesmo punto que afierra . ■
El cuchillo á la garganta
Y el sacrificio acelera ,
Y con un pecho furioso
Y con denostanza honesta
Le quitaron el cuchillo
Que tiene en la mano diestra ,
Reprendiéndole su intento,
Diciéndole : «Ten vergüenza
De matalle á esta mujer
Su hijo á fuerza violenta,
Sin darte ocasión ninguna.
¡ Hay semejante crueza !
Así pues, tened por cierto
Que antes que en tus manos veas
Ese cuchillo teñido
En esa sangre inocente,
Que todos los que aquí vienen
Morirán en su defensa ,
Y no habernos de permitir
Esa crueldad que intentas.»
Dijoles Aldulmutálib :
«¿Por qué queréis que yo tuerza
El juzgo de mi señor,
TOM. IV.
Y que le desobedezca?
¡ Señor! juzga entre mí y estos
Este caso ; que me fuerzan
Y me impiden el servicio
Que debo á tu gran nobleza.»
Ellos estando en aquesto ,
Heos que oyeron defuera
Venia un hombre gritando,
Clamando que se detengan ;
Qu'él dará la traza y modo
Por do cese su contienda.
Así se sosegó el ruido ,
Y al punto que el hombre llega ,
Mirando á Abdulmutálib,
Le dice de esta manera :
« Tú eres caudillo de Maca
Y regidor de sus vegas
Y el mayor adelantado,
Todo por tí se gobierna :
Y podrá ser que algún cha,
Si ese tu hijo degüellas,
Algunos te vituperen
Y te culpen y reprehendan;
Porque querrán imitarte
Los que después de tí vengan
En sacrificar sus hijos,
Pues eso tú les enseñas ;
Cosa que sobre los reyes
Ha de parecer muy fea,
Y esto será á cargo tuyo,
Si acaso en culparte yerran.
No dudes, Abdulmutálib,
Que un hombre de tantas prendas
Como tú dar mal ejemplo
Mal parece y muy mal suena.»
Respondióle Abdulmutálib :
«¿Será bien que desfallezca
La ofrenda del que me ha hecho
Por cuanto en el mundo se encierra?»
Respondió el buen Igrama,
Que así su nombre propio era :
«Yo le daré buena traza.
Si quieres valerte de ella :
Aquí en tierras-de Alhichez 32,
S2 Hechaz ó Hechez, provincia deArabía.
21
322 HISTORIA DE
De nuestra comarca cerca ,
Vive una mujer muy docla ,
Que á semejantes querellas
Da muy bastantes remedios
Y aplaca muchas conduelinas.
Vamos allá, si tú quieres;
Que tengo por cosa cierta
Qu'hemos de tener remedio
De lo que tanto te aqueja.»
A todos pareció bien
Lo que Igrama aconseja,
LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Y parando el sacrificio,
Determina de liacer pruebas
Si por ventura habrá medio,
Sin que al deudo contravenga.
Para librar á su hijo;
Y así , su jornada ordena
Adó estaba la mujer;
Que siempre el que está en tinieblas
Confia que ha de salir
Do vea la luz febea.
CANTO CUARTO
tie la historia de Abdulmuiálib.
; Oh llaga corrupla y fiera ,
Infernal tósigo amargo,
Cáncer que acabas las vidas,
Sin valer de medio humano;
Ihvidia, que á tantos buenos
Consumes y das el cabo,
A cuántos hombres abajas
Y ensalzas á tantos malos!
¿Qué hiciste del justo Hebil? "
Y si mas atrás tornamos ,
¿Quién destronizó á su padre
De aquel sumo potentado ?
Quién á Jacob dio tristeza?
Quién á Yusuf hizo esclavo?
Quién lo puso en la cisterna?
Quién á Daniel en el lago?
Quién á David en destierro,
En vez de ponerle un lauro?
Y ¿quién le abrevió su curso
Al gran monarca Alejandro ?
Quién al mancebo Abdullahi
Tiene puesto en tal estado ,
El cuchillo á la garganta
Y atado de pies y manos?
Quién al buen Abdulmuiálib
Hace andar peregrinando,
Buscando para sus males
Algún consuelo ó reparo :
33 Abe!.
Inquieto, afligido y triste,
Sus deudos con tal cuidado;
Unos culpando su ofensa ,
Otros su intento culpando;
Puesta Maca en competencia
Si fué bien ó mal mirado?
¡ Oh cuánto mal sufre un bueno ,
Y cuánto mal hace un malo !
Cuando fué el tercero día
Del sacrificio coulado,
Que no le dio mas lagar
Aquel profundo cuidado ,
Parte el buen Abdulmuiálib
Adó le fué aconsejado
Por el prudente Igrama ,
Varón insigne y muy sabio,
Con ochenta caballeros ,
Que le van acompañando,
Nubles de nobles linajes,
Deudos suyos muy cercanos ,
Que á todos les da la pena
De su caudillo el trabajo ,
Y la muerte de su hijo
Les causa mayor quebranto;
El cual dejaron en Maca ,
Que no quisieron llevarlo.
Acabada su jornada,
Cuando á la mujer llegaron ,
Después de muchas promesas
Y joyas que presentaron ,
Con grandísimas caricias
Que cada cual por su cabo
Le ofrecía largamente
Si por ventura ó acaso
Les daba buena esperanza
Deaquelloque van buscando;
Ella con muy grande amor
Los recibe, y dice : « Hermanos ,
Holgad de vuestra venida;
Que si querrá el Soberano ,
Mañana os daré soltura
De lo que me habéis preguntado. »
Pasaron toda ia nociie
El claro día aguardando,
Y cuando fué la mañana ,
Después que la saludaron,
Les dijo : « Noble compaña ,
Señores de alto estado ,
Moradores en la casa
Del perdón asegurado ,
Volved en paz y contentos,
Siempre en Allah confiados
Que os ha de dar la saluda
De su piadosísima mano;
Y para que el sacrificio
En nada quede menguado,
Tomaréis muchos camello ;,
Y en el lugar señalado
Los pondréis, que estén preséhtes
Con el mozo señalado,
Y echad sobre los diez de ellos
La suerte, y en entre tanto
Que caiga sobre el mancebo
De diez en diez, y adjuntando
La suma de los cnmellos ,
Y siempre la suerte echando,
Hasta que sobre ellos caiga ,
Y tomaréis todos cuantos
La suerte lleve y comprenda,
Yen alcorben degollaldos;
Que con su sangre de aquellos
Será el Señor apagado. »
Con esto se despidieron
Delia, y á Maca lomaron
Contentísimos y alegres,
APÉNDICE H. 323
Y algunos se adelantaron
A demandar las albricias
A Fátima del espacio
Qu'en la degüella traian,
De que lodos se alegraron.
Cuando llegó Abdulmutálib
Y los que le acompañaron,
Saliólos á recibir
Abdullá y sus nueve hermanos,
Y dijo : «En el alma siento
Este afán que te has lomado ;
Que yo muy contento fuera
Que cumplieras lo mandado;
Empero hazme á saber
Si por ventura has hallado
Descanso á tu afligimiento ;
Qu'eslo es lo que yo mas amo. »
Díjole su padre entonces,
Tomándole entre sus brazos,
Besándole entre sus ojos:
«¡Oh hijo y dulce recalo!
He hallado confianza
Para cumplir mi holocausto;
Quizá si es el daño tuvo ,
Aunque á costa de mis algos ;
Qué, aunque todos se atraviesen ,
Pensaré comprar barato;
Lo cual probaré mañana ,
Cuando el pueblo esté juntado
Ame tu misma presencia ,
Con licencia del Rey alto. —
A todo estaré obidiente
Cuanto sea tu mandado;
Ordénalo como quieras,»
Respondió el mancebo honrado.
A esto llegó su madre,
Que aun de llorar no ha cesado ,
Abarrancada su cara ,
Sus ojos apestañados,
Diciendo: «Abdulmutálib,
No repares en los algos;
Que yo y mi madre tenemos
Mil camellos aprestados
En rescate de mi hijo;
Todos puedes degollarlos,
Y si mas querrá el Señor,
Daremos de los ganados ,
324
HISTORIA DE LA
Carneros , vacas y ovejas
Los que fueren necesarios;
Y si mas qu'esto pidiesen,
Yo daré de muy buen grado
Á todos los alhijantes s*
Mesa franca en ancho y largo ;
Y si de esto no se paga,
Nuestro tesoro te damos,
Ajorcas de plata y oro,
Lo por labrar y labrado;
Y si todo esto no basta,
Mis parientes me lian mandado
Que pondrán en su remedio
Camellos y oro guardado ;
Y si no fuere bastante,
Jré a los reinos extraños,
En Aüaman y Axem ,
Y á los perlados romanos ,
Y trastornaré este mundo
Á la una y otra mano;
Y si todo será poco,
Y no podré contentarlo
Sin la vida de mi bijo,
Sea por siempre loado;
Cúmplase su voluntad,
Á cuyo juzgo me Hamo
Y á cuyas obras me apelo.»
Respondióle Abdulmutálib :
« Por cierto que me he holgado
De tu grande ofrecimiento;
Empero estoy confiado
Serán mis algos bastantes,
Sin echar del tuyo mano.»
Mandó luego á sus pastores
Que todos cuantos rebaños
De ganado apacentaban
En las montañas y llanos ,
Camellos, cabras y vacas
Traigan al punto asignado;
Y él tomó luego su alfanje ,
Las cuerdas y el aparato ,
Su hijo delante de él,
Y en llegando ad aquel patio
Que ha de ser Alláh servido,
Todo el pueblo congregado
r>i Peregrinantes.
LITERATURA ESPAÑOLA.
Y los camellos presentes,
Grande copia de ganados,
Tomó al humilde mancebo,
Y con un valor sobrado
Lo tendió sobre la tierra,
Atado de pies y manos,
Y hizo atar diez camellos
Tras de su hijo amarrados ,
Y él se entró en el aleaba ,
Y las acitras trabando,
En altas voces decia,
Á sus criados llamando:
«Señor, lo que á tí se ofrece
Es débito preceptado,
Y tu juicio es derecho,
Que se da á cumplir forzado ;
No hay salir de tu reismo,
Tuyos somos y á tí vamos.
Señor, el siervo es tu siervo
Y el algo es también tu algo ;
Si el siervo quies, helo aquí
Humilde y aparejado;
Si con el algo te apagas,
Tu voluntad solo aguardo.»
Y mandó lanzar las suertes,
Gomo hablan comenzado,
Y sobre Abdullá salieron,
Y' luego al momento ataron
Diez camellos con los otros ,
Y otra vez la suerte echaron ;
Y salió sobre Abdulíahi ,
Y con los veinte juntaron
Otros diez, que fueron treinta,
Y las suertes continuando,
Salieron sobre el mancebo,
Y sin poner mas espacio,
Fueron otros diez camellos
Con los treiuta señalados;
Y siempre la dura suerte
Seguía su acostumbrado;
Asimismo los cincuenta
Y todos cuantos echaron ,
Hasta llegar á noventa ,
Y el buen mancebo, aunque atado
Estaba sobre la tierra ,
Dio voces , algo enojado ,
Diciendo : « ¿Hasta dó pretendes
Rcvellar 3S el tiempo en vano,
Echar al aire las suertes?
Que yo estoy avergonzado
De ver que á contra derecho
Trocas lo que te han mandado.
Veo mi obra menguada
Y mi lugar aviltado;
Desfalleces mi servicio,
Y he de ser menospreciado;
Que no pertenece al siervo
Ser remiso ni arrimado ;
Que el Señor quiere una cosa ,
Y él porlia lo contrario;
Y pues ya ves claramente
Tan patente el desengaño,
Allégate á mí, si quieres,
Acaba lo comenzado,
Y cumple el apagamiento
Del Señor que está á tu cargo. »
Aquí cayó gran bullicio,
Grande lloro y grande llanto
En todo aquel gran contorno
Cuando oyeron lo hablado.
Dijo el buen Abdulmutálih,
En su intincion afirmando:
« Siempre el que á una puerta llama
Confia ser apiadado.»
Allegando los camellos
Al número centenario, s
Alzando al cielo su cara ,
Dijo : « Señor soberano ,
Rey de la casa ensalzada ,
Ordenador de los plazos ,
La redemision recibe
Por tu piadoso amparo ,
Por la gracia de esta luz
Con que nos has ilustrado,
Criada ante que criaste
Los espíritus humanos,
Corriendo por los varones
Mas limpios y mas honrados ,
Hasta que nos la entregaste
Por tu saber encumbrado,
Por cuyo prez y homenaje
Pido tu divino amparo. »
33 Gastar.
APÉNDICE II. 325
I Y dichas estas palabras,
Siempre al Señor invocando ,
Mandó al sortero que echase
Las suertes con gran cuidado:
Y toda la demás gente ,
Digo los de pecho sano,
Rogaban á su Hacedor
Se contente y sea pagado.
Y Alláh , el poderoso, inmenso.
Que á sus siervos mas amados
Por su saber los estrecha
Hasta el mas estrecho paso,
Siempre por su beneficio ,
Y para que su dechado
Ejemple 3G los deste suelo,
Que ya su piadosa mano
Los crió de tal figura ,
Tan perfectos y afinados ,
Que á todas las tentaciones
Tienen ya su yugo dado ;
Y como ya el Señor sabe
Sus pechos tan acendrados,
Y que por ninguna fuerza
Tienen de ser denunciados,
Alumbra á los hijos de Edam
Con la luz de sus trabajos ,
Considerando que fueron
Hombres los que le pasaron:
Quejamos á nadi apreta
El Señor en ningún caso
De lo que la suficencia
De que lo tiene dotado.
Así fué con estos justos ,
Que estaban determinados
De cumplir su ofrecimiento,
Y vínoles despacio
De la mano poderosa ;
Cuando ellos menos cuidaron
Cae sobre los camellos
La suerte, que alegró á tantos ,
Y de dentro del aleaba
Salió una voz sonorando.
Que jamás en este suelo
Otra mejor no ha sonado,
3(> Ejemplar está aquí
ejemplo».
usado por «dar
326 HISTORIA DE LA
Diciendo: « Ya es recibida
La redemision en pago
De la ofrenda á mi debida ,
Ya es el tiempo allegado
Que salga y alegre al mundo
Muhamad el deseado.»
En diciendo eslo la voz ,
Aparecieron los rayos
De la luz esclarecida,
Tan relumbrantes y claros,
De la frente de Abdullahi,
Que cielo y tierra alumbraron.
¿Quién podrá significar
El contento tan sobrado,
Las alabanzas sin cuerno
De toda la gente, cuando
Vieron declinar la suerte
Á lo que lodos codiciaron?
Y' cuando la voz oyeron
Con tanto gusto y regalo,
Unos tiran con gran prisa ,
Corriendo y antecuitados ,
Á desalar al mancebo ;
Otros muy apresurados
Á degollar los camellos
Que estabau aparejados;
Unos á oíros se encuentran,
De muy alegres, turbados.
Dijoles Abdulmulálib:
« Poco á poco , sosegaos ;
Que por ventura el sortero
En la suerte se ba engañado ;
Que habiendo dado diez veces
Sob:e mi hijo á una mano,
No será bien que una tuerza
Lo que diez han aiirmado.
Volvamos á echar las suertes;
Que si del cielo es mandado ,
Aunque cienlo las echemos,
Que tuerza será excusado.»
Conocieron su razón,
LITEIÍ.ÍTURA ESPAÑOLA.
Y al punió se sosegaron,
Y aquella vez y oirás dos,
Porque llegaron á cuatro,
Dieron sobre los camellos,
Y en siendo certificados
Que ya de su ofrecimiento
Era el Señor apagado ,
Aunque quiso echar mas suertes,
La gente no le dejaron.
Levantaron al mancebo,
Paciente, humilde y honrado,
Y á desalar sus liganzas
Corrieron sus nueve hermanos.
Tomólo su amada madre
Con muchos besos y abrazos ,
Dando al Señor loaciones
Porque se lo hubo librado;
Y no quedó hombre ninguno
De cuantos allí se hallaron,
tN¡ mujer en toda Maca,
Que todas no le abrazasen;
Y llevándole á su casa,
Dijo su padre: «Dejaldo;
Que quiero que esté presente
Al hecho redemisario.»
Y allí , en su misma presencia,
Sin mas punto dilalallo,
Acolaron cien camellos,
Y siendo despedazados,
Mandó que se repartiesen
Á todos en igual grado,
Á ricos y principales,
Á los parientes y extraños,
Á pobres y á pasajeros,
Peregrinos y acuitados,
Y las aves y animales
Todas sus carnes gustaron.
Después fueron á su casa
Contentos y descansados,
Alabando á su Señor,
Que les libró de! quebranto.
APÉNDICE H. 327
Num. 3.
POEMA ANÓNIMO EN ALABANZA DE MA1IOMA.
Las loores son ad l Alláli, el alio, verdadero,
Honrado y comalido, Señor muy derechero,
Señor de todo el mundo, uno solo y señero ,
Franco, poderoso, ordenador serlero;
Al cual pido y demando su ayuda y favor ,
Y perdón de mis pecados, de mi gran falta y error,
Y á mi padre y a mi madre y á todos mis hermanos
Él nos quiera perdonar nuesas yerras y pecados.
Y tornando á declarar lo que tengo en inunción
De alabar y ensalzar á quien es tanta razón ,
Pues que por su nacimiento fué nuesa redención,
Y fuimos todos librados y quitos de perdición,
No me siento yo complido para esto declarar;
Porque soy muy torpe y rudo para haber de hablar
En tan alta criatura , luna clara y de beldad ,
El de la gran hermosura, sol de alteza y claridad.
Pero quiero declarar lo que está bien asentado
Y se halla por verdad que estaba profetizado,
Que juró nueso Señor, el alto, de la gran dia,
Que si no por nueso amado , cosa criado no habria.
Así fué luego enviado con descanso y bendición
Al reparo de las gentes y muy gran consolación,
Y con ley muy claro declarando la verdad,
Desfaciendo la mentira de loda la Treuidad.
Y como al mundo salió, demostró su gran bondad,
Que luego hizo obediencia al Rey alto de verdad ;
Alzó luego su cabeza, aseñando "2 con su dedo
Que era solo y sin segundo el Rey alio , verdadero.
Y también pidió perdón por su alomma 3 a su Señor,
Lo segundo que habló con cuidado y con amor.
Pues que nos tuvo en memoria en todas sus peticiones,
Razón es que lo tengamos puesto en nuesos corazones.
Pues lo quiso demosar* en su alto puiamienlo5,
Son cosas lau excelentes, que no tienen ningún cuento';
i Ad está aquí, y en casi todos estos libros, usado en lugar de la preposición á; la
eufonía de la lengua arábiga consiente iura vez el choijue de dos vocales; y asi, los
moriscos escribían y pronunciaban ad aquel, ad este, ad Allah.
* Señalando,
s Pueblo.
* Demostrar.
5 Celsitud, majestad.
328 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Que toda la idolatría fué luego derribada ,
Y la casa en que nació de almalaques 6 rodeada.
Y las aves revolando y los montes relumbrando ,
Y los cielos bien abiertos almalaques deballaban 7,
Y los peces de la mar, en las ondas donde estaban,
Y las alimañas brutas, en los bosques do posaban ,
Todas están al rededor, que no se pueden contar,
Diciendo : « Sea ensalzado el que lo quiso enviar ;
Que por su nacimiento fuimos todos reparados
De este amigo amado, santo , bienaventurado.»
Fue tomando muy aprisa sin tardanza ni vagar,
Rodeando todo el mundo por la tierra y por la mar;
Porque todos lo viesen que era el Enviado ,
El que estaba prometido , escrito y profetizado.
Fué luego tornado con muy grande acatamiento ,
Cuando fuere complido todo suexcitamiento8 ;
Todas á él venian por haberlo de criar ,
Mas al fin fué Jalima , la de aquel alto lugar ;
Que oyeron un clamante que clamaba y decía :
«Ensalzada será la que leche le daría;
Pueblo , si en tí entrara esta luz de bendición ,
Seremos todos librados y quitos de perdición.»
Luego salieron aprisa del pueblo que ha hablado ,
Y todas se fueron á Mecca de gran prisa y de grado ,
Y nenguna lo vido á este bienaventurado ,
Sino Jalima la noble , que esto le fué mandado.
Como fué llegada á Mecca , fuese luego sin tardar
A la casa de su madre , ad haberlo de tomar.
Fuá contento su agüelo de este profeta amado
Que lo hubiese de criar 9
Tomóle luego Jalima para darle á tetar;
Púsole en la teta izquierda , mas non la quiso tomar ;
Mosando l0 con la derecha al mundo fué enviado ,
Que tenia un hijo que venia de aquel lado.
Pues contar aquella limpieza que fué en su criazón
Es descanso á los ojos y alegría al corazón;
Jamás de él salió suciedad ni rudeza,
De la luna de beldad , mas de bondad y limpieza.
Tornando á declarar lo que se siguió adelante,
Se me rompe el corazón y me pone solevante ,
En ser yo tana'revido en sus cosas de hablar,
Mas con su poder y ayuda algunas he de contar.
o Angeles- é
i Abajaban, hadan bajar, enviaban «le lo alto.»
8 Salida.
9 Falta lo restante del verso.
*Q Mostrando.
APÉNDICE H. 329
Que volvió con gran derecho la tierra de gran verdad,
Y quitó aquella ceguera de falsía y de maldad,
Hasta en tanto que dejó la tierra bien asentada ;
Aunque la halló sola , la dejó muy alabada.
Su corazón fué sacado de su cuerpo sin dudar ,
Lavado y alimpiado, luego vuelto á su lugar;
Y la luna vino á él riendo y con humildad ,
Haciendo el sala " sobre él, diciendo: «Ya, Mohammad,
»Dime lo que quies que haga luego, sin demás tardar,
Ya mi amigo amado , quien honró este lugar;
Que mandado me ha seido del Rey alto, verdadero,
Que te sea obidiente en todo y por entero.»
En la cueva se salvó cuando fué reacosado12,
La taratana tesió luego por donde hobo entrado ,
La paloma hizo nido por cerrar el agujero,
Porque no fuesen hallados él y su buen compañero.
La peña le voceó, diciendo que le hablase;
El árbol se arrancó, diciendo que le mirase;
El tronco le halagaba, diciéndole : «¡Muy amado!
¿Por qué te has ido de mí , que tan triste me has dejado?»
El hardacho le habló y dijo de esta manera :
Que siguiendo y amando su camino y carrera ,
Que la gloria alcanzarían todos amigos y amados,
Donde muchos lo oyeron que estaba cierto probado.
El lobo con él habló riendo y con alegría ,
Y le dijo : « Mensajero, á tí un pastor vernia ,
Que yo lo he desengañado, que creerá en tu Señor,
Y que á tí venga de grado , luego sin nengun temor.»
Luego vino el pastor sin nengun detardamienlo
A nueso amigo amado á muy gran razonamiento,
Diciendo que él quería tornarse á la creencia,
Porque era la ley mejor enviada de la Esencia.
Pues contar aquel milagro de su alto puiamiento
A la corte celestial con grande acatamiento,
Que todos los siete cielos los ando en un momento ,
Y llegó á su Señor á muy gran razonamiento ;
Que nadie puede pensar el secreto tan excelente
Que con su Señor pasó en aquella noche presente ;
Que llegó á una grada donde nadie habia llegado ,
Y todo lo que allí habia le fué cierto demosado ,3 ;
Y todos los almalaques con honor y alegría
Lo salieron á recebir y hacerle compañía ;
De todos fué visitado con placer y albriciado ,
h Oración.
** Alude el poeta á la ocultación de Mahoraa y de Abu-Bequer en la cueva de Tsur á
la sazón que iban perseguidos por los de Mecca.
<3 Demostrado.
330 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Diciendo que él era cierto el bienaventurado.
Y que Allah no jaleco u cosa de mas gran valer,
Y qu'él era el Profeta y el tresoro y el saber,
Y qu'él fué cierto el mayor de los que en el mundo fueron,
Y' el fiel mas ensalzado de todos los que nacieron.
Las flores y las olores nacieron de su sudor,
Y el día del judicio cierto él será rogador;
Que sino por su rogaría nadie fuera escapado,
Y de su tristeza de él nadie severa librado.
De sus manos nacieron fuentes de agua de bendición
Cuando estaba eu el desierto y la gente en perdición. —
¡Oh escogido y amado, luna clara y de alegría!
Señor, con ti me defiende en la noche y en el dia.
Que según son mis pecados de mi gran falta y error,
Que en todas las heladas l* no hay mas torpe pecador
Que yo, torpe, desdichado ; tú me quieras perdonar,
Y por su rogaría del tú me quieras escapar 1C.
Y pues hallo de mi cuenta que no hay quien pueda cantar
Sus gracias ni maravillas, ni poderlas declarar,
Basta que él es el mayor que al mundo fué enviado,
El liel mas rogador en el dia atribulado.
llagamos el sala n sobre él, que no se pueda contar,
En la noche y en el dia, luego, sin demás tardar ;
Ruguemos ad Alláh nos saque ¡untos con él
En el dia del judicio, cabo él y en su tropel.
Y por su alta excelencia él nos quiera amparar ,
Y en esta alta creencia nos deje bien acabar,
Y al fin de nuesas vidas nos deje testimoniar
Aquella noble palabra , que nos podamos salvar.
En la entrada de la fuesa nos dé fuerte corazón
Para bien le responder en aquella tentación ;
Que es tan recia y tan amarga, que no lo oso decir,
Pensando y mirando en Monearon y Nathir 18.
No quiero de esto paga de este mu:.do de tristura,
Ni tampoco vanagloria ni nenguna hermosura ;
Porque lo que yo he hablado es gracia de mi Señor,
Yr no cierto agudeza de mí , torpe pecador.
' Y cumple de apaganza ad aquella compañía
Que siguieron á Mohammad en aquella agonía,
Y á todos los seguidores y á mi Señor honrado,
Y á todos los muslimes por su honra y estado.
M Crió.
15 Regiones, países.
»6 Lo mismo que «salvar ó hacer escapar del fuego».
*7 Azula ó pregaría.
is Nombres de dos ángeles que, según las creencias mahometanas, atoraeataa al
muerto eu rl sepulcro.
APÉNDICE ir. 331
Núm. 4.
EL LIBRO DEL RABBI SANTOB.
Estas poesías, obra de un judío, natural de Carrion
de los Condes, cuyo nombre se halla escrito de varias
maneras, se imprimen por el códice de la Biblioteca
Nacional, Bb, 82. Ya en el t. i, pp. 86-7, tratamos de
ellas y de su autor; y por lo tanto, no se nos ocurre otra
cosa que decir en este lugar, sino que seria de desear
que el manuscrito de Madrid se cotejase escrupulosa-
mente con el del Escorial.
CONSEJOS Y DOCUMENTOS DEL JUDIO RABBI DON SANTO
AL REY DON PEDRO DE CASTILLA.
Como quiera que dice Salomon , é dice verdat , en el Libro
de los Proverbios, «quien acrescienta ciencia, acrescienta do-
lor; > pero que yo entiendo que á esto que él llama dolor, que
es trabajo del corazón é del entendimiento; éasí non le debemos
tener el tal dolor por malo, ca él non lo dijo mal dolor, nin causa
porque home debe excusarse de la ciencia é de la buena arte,
ca la ciencia es causa al entendido ponerle en folgura corpo-
ral é espiritual. E aun digo que Salomon antes é después que
escribió é dijo en los dichos Proverbios « el que acrescienta
ciencia acrescienta dolor» , al acrescento ciencia amos del ha de
hoy vista en la Biblia que le e1 el dicho Libro de Proverbios,
é el Libro de los Cantares ó Canticores, é el Libro de Vanidades
ó Clesiasticas, é íiso el Libro de Sapiencia: amad justicíalos que
judgádes la tierra. E sea así, que se entiende que non lo dijo por
mal dolor ; ca si lo él sintiera por dolor, non se trabajara de acres-
centar ciencia; pero este dolor es asemejado al trabajo de bien
faser, que trabaja home en ir luengo camino por alcanzar com-
* El códice de la Biblioteca, único en que se encuentra este prólogo, está falto c
muchos lugares, y además muy viciado^
332 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
plimiento de su deseo, é es aquel trabajo folgura, gloria, é non
dolor, aunque pasa por él, porque lo mucho del bien fase ningu-
no aquel dolor, é así que dijo « acrecienta dolor », porque quien
mucho lee mucho trabaja, é mientra mas acrescienta el es-
tudio, mas acrescienta trabajo por el fruto que el entendido
toca del tal trabajo. Porque el fruto ó dolor es de tamaña gloria,
que el trabajo é dolor con que se alcanzó es ninguno é cosa ol-
vidada é non sentida, nin empecible, mas antes fué é es cau-
sa de bien é es afigurado, como sy diesen á omen contar doblas
para él; cierto es que trabaja en el contar, pero mas pro saca
mientra mas contare. Así que, non lo elijo por dolor empecible ni
malo, ca dolor hay que home desea a las veces, que con él ha-
brie grant folgura, é non sin él ; así que es muchas veces deseado
dolor, ct comino la mejor manera que todavía cobdicia aquel
dolor mas que todas las folguras é vicios del mundo, porque es
causa de todo su deseo; así que, es dolor necesario ó provechoso,
é por esto non debe cesar de fablar ciencia el que la sabe, por
cuita de sofrir trabajos ó dolor, mayormente que es notorio que
■viene por devina influida de Diosen el homen que la tiene. Así
que non la da Dios para que la calle nin para aquel iniluido, solo
salvo para faser bien , commo la sacra ley que dio á Muysen non
sollámente para él, mas para su pueblo, de generación en gene-
ración, é aun para todos los nascidos que á su ley se allegaron,
como dice Isaías en el capítulo « El linaje que lo sirviere será
contado á él por público suyo;» así que, el Señor da sabiduría á
uno para enseñarla á muchos; también la podría dará los mu-
chos, é en verdat para qué ó por qué es esto, diría yo á él; res-
póndote que también podría dar Dios la ley sin que se enseñase
por escritura á cada nascido, pero no se le entendria nin seria
sabido que venia de Dios, nin por acarreamiento del Espíritu
Santo. Así que, non seria Dios tan conoscido, é por esto es en
el secreto de Dios é vien lo que á nos non se entiende, ca el Señor
todas las cosas que él fiso é son con sabiduría acabada que es en
él; así que, debemos creeré es bien aprender que quien pretende
é las fiso entiende punar en el tal trabajo, que nace dello gloria
é folgura; así que, non es dolor doloroso, mas es dolor prove-
choso. Pues así es, placiendo á Dios, declararé algo en las trovas
de Rabi Santob, el judío de Carrion, en algunas partes que pares-
APÉNDICE H. 333
cen escritas, aunque no son escritas, salvo por cuanto son trovas,
é toda escritura rimada parece entrepatada, é non lo es; que por
guardar los consonantes dise algunas veces lo que ha de desir
después; díselo antes. E esto quiero yo trabajar en declarar con el
ayuda de Dios, para algunos que puede ser que leerán, é non en-
tenderán sin que otri gelas declare, comino algunas veces lo ha-
yan visto esto, por cuanto sin dubda las dichas trovas son muy
notable escritura, que todo homen la debiera decorar, ca esta
fué la entencion del sabio Rabi que las fiso, porque escritura
rimada es mejor decorada que non la que va por texto llano. E
dise así el prólogo de sus rimas, que es veinte é tres coplas fasta
do quiero desir del mundo :
i.
Señor Rey, noble, alto,
Oyd este sermon ,
Qu'os viene decir Santo,
Judío de Carrion.
2.
Comunalmente trovado
De glosas moralmente,
De filosofía sacado,
Según que va siguiente.
3.
Cuando el rey don Alfonso
Finó , fincó la gente
Como cuando el pulso 2
Fallesce al doliente.
Que luego non cuidaba,
Que tan grant mejoría
A ellos fincaba,
Nin homen lo entendia.
2 El Cod. Esc:
«El rey don Alfonso finado,
Así fincó la gente
Como el pulso cuando.»
Cuando la rosa seca
En su tiempo sale ,
El agua della finca3
Rosada, que mas vale.
6.
Así vos lincastes del
Para mucho turar,
E faser lo que él
Cobdiciaba librar.
7.
Como la debda mia,
Que á vos muy poco monta,
Con la cual yo podria
Vevir sin toda onta1,
Estando yo en afrueuta
De miedos de pecados ,
Que muchos fis sin cuenta ,
Menudos é granados,
3 Cuando es seca la rosa,
Que ya su sazón sale,
Queda el agua olorosa.
* Lo mismo que vergüenza.
334
HISTORIA DP, LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Teníame por muerto,
Mas vínome el talante
Un conhorte muy cierto,
Que me fizo bien andante.
10.
Homen torpe, sin seso.
Seria á Dios baldón
La tu maldat en peso
Poner con su perdón.
11.
Él te fizo nascer,
Vives en merced suya ;
¿Cómo podría vencer
A su obra la luya ?
12.
Pecar es la tu maña,
E la suya perdonar;
Él alongar la saña ,
Los yerros olvidar.
15.
Ríen commo es mas alto
El cielo que la tierra,
El su perdón es tanto
Mayor que la tu yerra.
14.
Segunt el poder suyo,
Tanto es la obra suya;
Segunt el poder luyo ,
Tal es la obra tuya.
lo.
Obra de homen que nada
Es todo el su fecho ,
Ca su vida penada
Es a muy poco trecho.
16.
¿Cómo seria tan grande
Como la del Criador,
Que lodo el mundo anda,
E fas en derredor
17.
Andar aquella rueda,
El sol y las estrellas,
E jamás nunca queda,
E sabe cuenta dellas?
18.
Cnanto el tu esta,do
Es ante la su gloria,
Monta el tu pecado
A su misericordia.
19.
Seria cosa extraña.
Muy fuera de nalura,
La tu yerra tamaña
Ser como su mesura.
20.
El desto non temas;
Porque ser non podría
Que non tornes jamás
En la tu rebeldía,
21.
Mas en te arrepenlir
E facer oración,
Et merced le pedir
Con magnifestacion
De todo lo pasado,
E partir delío mano;
Con lanío perdonado
Serás bien de liviano.
23.
Et non sabe la persona
Torpe que non se baldona
Por las priesas del mundo
Que nos da á menudo.
24.
E non sabe que la manera
j Del mundo esta era,
Tener siempre viciosos
A los hombres astrosos ,
£5.
Et ser (de) guerreados
Los Lomes honrados.
Alza los ojos é cata,
E verás lámar alta,
26.
Et sobre ias st-5 cuestas
Anclar cosas muertas,
E yacen ¿afondadas
En él piedras presciadas.
27.
Et el peso así
Abajar otrosí,
La mas llena balanza
E la mas vasía alza.
28.
Et en el cielo estrellas,
E sabe cuenta dellas ,
Non escuresce dellas una ,
Sinon el sol é la luna.
29.
Las mis canas tefiílas, '
Non por las aborrescer,
Nin por desdesirlas,
Nin mancebo parescer,
50.
Mas con miedo sobejo
De bornes que buscarían
En mí seso de viejo,
E non lo fallarían.
51.
Pues trabajo me mengua.
Donde puede haber,
Prod iré5 de mi lengua
Algo de mi saber.
52.
Cuando no es lo que quiero,
Quiero yo lo que es;
s Produciré, publicaré.
APÉNDICE II. 335
Si pesar he primero,
Placer habré después.
53.
Mas, pues aquella rueda
Del cielo una hora
Jamás non está queda,
Peora el mejora.
5L
Aun aqueste lazo
Renovará el escripto,
Este pandero manso
Habrá el su retinto ,;.
55.
Sonará ; verná día
Habrá su libertad,
Paresció como solia
Valer el su caudal.
5fi.
Yo probé lo pesado,
Probaré lo liviano;
Quizá mudaré fado
Cuando mudare la mano.
57.
Rescelé, si fablase,
Que enojo faría,
Pero si me callase
Por torpe Anearía.
Aquel que non se muda,
Non falla lo quel' pías;
Dicen que ave muda
Agüero nunca fas.
59.
Porque pisan por aquella
Sazón , yerran peilando 7,
6 Lo mismo que retintín, del verbo
retiñir.
7 Así en el códice de la Nacional;
pero no parece estar completo el sen-
tido, y en el del Escorial se lee faltan
en lugar de pisan, en el tercer verso.
336
Homes que pisan , ella
Para siempre callando.
40.
Entendí que en callar
Habrie grant mejoría,
Aborrescí fablar,
E fu eme peoría.
41.
Que non só para menos
Que otros de mi ley,
Que hobieron buenos
Donadíos del Rey.
42.
Mas vergüenza afuera
Me ¡ io, y á pro,
Si non (anlo no fuera,
Sin honra é sin pro.
43.
Si mi rason es buena,
Non sea despreciada,
Porque la dis presona8
Rafez; que mucha espada.
44.
De fino acero, sano,
Se ve de rola vaina
Salir, e del gusano
Fascer la seda fina.
45.
E un tosco garrote
Facer muy ciertos fechos ,
E algunt astroso pellote
Cubrir los blancos pechos.
Et muy sotil trolero
Aduce buenas nuevas,
E muy vil vocero
Presenta ciertas pruebas.
8 Porque de hombre suena.
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAISOLA.
47.
Por nascer en el espino
No val la rosa cierto
Menos, nin el buen vino
Por nascer en el sarmiento.
48.
Non val el azor menos
Por nascer de mal nido,
Ni los enjemplos buenos
Por los decir judío.
49.
Non me tengan por corto;
Que mucho judio largo
No enlraria á coto
A facer lo que yo fago.
50.
Bien sé que nunca tanto
Cuatro tiros de lanza
Alcanzarian cuanto
La saeta alcanza;
51.
Et raz*on muy granada
Se diz en pocos versos ,
E cinta muy delgada
Sufre costados gruesos.
52.
Et mucho home entendido,
Por ser vergonzoso,
Es por lorpe tenido
E llamado astroso.
53.
Et si viese sazón
Mejor é mas apuesta,
Diria su razou
Aquel que lo denuesta.
54.
Quiero decir del mundo
E de las sus maneras ,
E comino del dubdo
Palabras muy certeras.
APÉNDICE H.
337
55.
Que non sé tomar tiento
Nin facer pleitesía,
De acuerdos mas de ciento
Me torno cada dia.
56.
Lo que uno denuesta
Veo á otro loallo,
Lo que este apuesta 9
Veo á otro afeallo.
57.
La vara que menguada
La diz el comprador,
Esta mesma sobrada
La diz el vendedor.
58.
El que lanza la lanza.
Seméjale vaguarosa 10,
Pero al que l'alcanza
Seméjale presurosa.
59.
Diré , si quier no diese
Pan nin vino al suelo,
En tal que lióme viese
Ya la color del cielo.
60.
Olvidado habernos
Su color con nublados,
Con lodos non podemos
Andar por los mercados.
61.
Lo mucho non es nunca
Bueno nin de especia fina;
Mas vale contralla poca
Que mucha melecina.
9 Considera hermoso ó lindo.
'0 Pesada , tardía»
TOM. IV.
62.
Non puede cosa ninguna
Sin fin mucho crescer;
Desque finche la luna
Torna á fallescer.
63.
A todo home castigo;
De sí mesmo se guarde
Mas que de enemigo,
Con tanto seguro ande.
64.
Guárdese de su envidia,
Guárdese de su saña,
Guárdese de su cobdicia,
Que es la peor maña.
65.
Non puede home tomar
En la cobdicia liento;
Es profundo mar,
Sin orilla é sin puerto.
66.
De alcanzar una cosa
Nasce cobdicia de otra
Mayor é mas sabrosa;
Que mengua de bien sobra.
67.
Quien buena piel tenia
Que es amplia para el frió,
Tabardo non pidiria
Jamás, sinon por brio:
Porque'l su verino11,
Buen tabardo tenia,
Con celo el mezquino
En cuidado venia.
' 69.
Fué buscar tabardo,
E fallólo á otra cuesta
" Forrado de peñas veras.
22
338
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Por otro mas honrado
Para de fiesta en fiesta.
70.
Etsi aquel primero
Tabardo non fallara ,
Del otro disantero
Jamás non se membrara.
71.
Cuando lo poco viene
Cobdicia de mas cresce;
Cuanto mas home tiene,
Tanto mas le fallesce.
72.
Et cuanto mas alcanza,
Mas cobdicia dos tanto,
AI fin, desque calza,
Calzas tiene por quebranto.
73.
De andar de pié camino
Va á buscar rocin ;
De calzar calzas vino
A cobdicia sin fin.
74.
Para el rocin quier hombre
Quel' piense , é cebada,
Establo é buen pesebre,
E desto todo ó nada.
Non te menguaba nada,
Las calzas non tenia;
Los zapatos solados,
Su jornada complia.
76.
Yo fallo en el muedo
Dos homes, é non mas.
E fallar nunca puedo
El tercero jamás.
Un buscador que cata.
E no alcanza nunca,
E otro que nunca se farta.
Fallando cuanto busca.
Quien falle é se farte
Yo non puedo fallarlo;
Que pobre bien andante
Es rico homen llamado.
79.
Que non es homen pobre,
Sinonel cobdicioso,
Nin rico, sinon homen
Con lo que tiene gozoso.
80.
Quien lo quel' cumple quiere
Poco le ahondará,
E quien sobras quesiere,
El mundo non le cabrá.
81.
Cuanto cumple á hombre ,
De su algo se sirve ;
De lo demás es siempre
Siervo á cuanto vive.
82.
Todo el dia lazrado,
Corrido por traello;
A la noche cintado
Por miedo de perdello.
83.
El tanto non le place
Del algo que haberlo,
Cuanto pesarle face
El miedo de perderlo.
84.
Non se farta , non le cabiendo
En afán nin en talega;
Et lazra non sabiendo
Para quién lo allega.
83.
Siempre las almas grandes,
Queriéndose honrar,
APÉNDICE H.
339
Facen en sus demandas,
A los cuerpos lazrar.
86.
Por cumplir sus talantes
Non les dejan folgar;
Facen los viandantes
De logar en logar.
87.
La alma granada viene
A perderse con el celo ,
Cuanto que demás tiene
Su vecino un pelo.
88.
Tiene grant miedo fuerte,
Que le aventajaría ,
E non le membra de la muerte,
Que los igualaría.
89.
Por buscar lo demás
Es cuanto mal habernos;
Por lo nescesario jamás
Muy poco lazrarémos.
90.
Si non que te mengüe quieres
Deja la tu cobdicia;
Lo que haber podieres,
Solo eso cobdicia.
91.
Tanto es un dedo fuera
De la raya asignada,
Commo si lueñe tierra fuera
Dende una jornada.
Cuanto mas que habiia
Pesar el homen loco,
Lo qu'este perdia
Por mucho que por poco.
93.
Cuando por poco estorbo
Perdió lo que buscaba ?
Del grant pesar que hobo
Nunca se conhortaba.
94.
Non sabe que por cobrirse
Bel ojo cumple tanto
Un lienzo, como si fuese
Muro de cal y canto.
95.
Tanto es lo que yace
Detrás del destajo ,
Cuanto lo que face
El de allende Tajo.
96.
Lo que suyo non era,
Tanto, con dos pasadas ,
Lueñe es como si fuera
Dende veinte jornadas.
97.
Tan lueñe es de ayer
Commo el año pasado ,
A aquel que ha de ser
De feridas guardado.
98.
Tanto val un escudo
Entre él é la saeta,
Como si todo el mundo
Entre él é ella meta ;
99.
Ca, pues non lo lirio,
Tal es un dedo cerca
Del , commo la que dio
Allende la cerca.
100.
El dia de ayer tanto
Alcanzar podemos,
Nin mas nin menos cuanto
Hoy mili años (aremos.
101.
Nin por mucho anda»
Aliñar su pasado ,
340 . HISTORIA DE
Nin pierden por quedar
Lo que aun non es llegado.
102.
Tan fea nin fermosa
En el mundo, ya ves,
Se puede alcanzar cosa,
Sinonporsu revés.
103.
Quien ante non esparce
Trigo , non allega,
Si so tierra non >ace,
A espiga nunca llega.
104.
Non se puede coger rosa
Sin pisar las espinas,
La miel es dulce cosa,
Mas tien agrás vecinas.
105.
La pas non se alcanza
Sinon con guerrear;
Non se gana folganza
Sinon con e! lazrar.
106.
Por la grant mansedat
A home follarán,
E por grant cueidat
Todos lo aborrescerán.
107.
Por la grant escaseza
Tener lo han por poco ;
Por mucha franqueza
Razonar lo han por loco.
108.
Si tacha non oviese
En el mundo pobreza ,
Non dudo que valiese
Tanto como la flaqueza ;
109.
Mas ha en ella una
Tacha que le empesce
LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Mucho, que , comino la luna ,
Mengua é después cresce.
110.
La franqueza sosobra
Es de toda costombre,
Que por usarla cobra
Saber las cosas hombre.
111.
Lo que homen mas usa,
Eso mejor aprende ,
Si non es esla cosa
Que por usarla mas pierde.
112.
Usando la franqueza,
No se puede excusar
Üe venir á pobreza
Quien mucho la usar.
113.
Que todavía dando
Non fincaria qué dar ;
Así que, franqueando
Menguará el franquear.
114.
Comino la candela mesma,
Tal cosa es el hombre
Franco, que ella se quema
Por dar á otro lombre.
lio.
Al Rey solo conviene
De usarla franqueza,
E siguranza tiene
De non venir á pobreza.
116.
A otro nonesbieu
Sinon lo comunal ;
Dar é tener convien,
E lo demás es mal.
117.
Si homen dulce fuere,
Gommo agua lo venerarán :
APÉNDICE H.
341
E si agro sopiere ,
Todos lo escopirán.
Siquier por se guardar
De los astreros hombres,
A menudo mudar
Debe las costombres.
119.
Que tal es ciertamente
El homme commo el vado.,
Recelando la gente
Ante que lo han pasado.
120.
Uno dando voces :
«¿Dónde entrádes?
Fondo es cient bracas ,
¿Qué vos aventurádes?»
121.
Desque pasa á la orilla
Diz : «¿Quédubdádes?
No daá la rodilla;
Pasad é non temádes.»
122.
Et bien tal es el hombre ,
Desque es barruntado
En alguna costombre ;
Por ella es entrado.
123.
Por esto los hombres,
Por se guardar del dampno .
Deben mudar costombres ,
Como quien muda panno.
124.
Hoy bravo , eras ,2 manso
Hoy simple, eras lozano ;
Hoy largo, eras escaso ;
Hoy en cerro, eras en llano,
« Mañana
125.
Una vez humildanza,
E otra vez baldón ,
E un tiempo venganza,
E en otro tiempo perdón.
126.
Bien está el perdón
AI que se puede vengar,
E sofrir el baldón
Cuando se puede negar.
127.
Con todos non convien
Usar por un iguaj ;
Mas á los unos con bien,
A los otros con mal.
128.
Pagado é sañudo
Vez deja é vez ti en,
Que non ha mal en el mundo
En que non haya bien.
129.
Tomar del mal lo menos
Elo demás del bien ;
A malos é á buenos ,
A todos esto convien.
150.
Honrar por su bondat
Al bueno es probado;
El malo di? maldat
Fuya, por ser guardado.
131.
Lo peor del buen hombre.
Que non vos faga bien ,
Que daño de costombre
Del bueno nunca vien.
152.
Et lo mejor del malo ,
Que mas del n'on hayádes,
Ca nunca bien fallarlo
En él non entendádes.
342
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
133.
Pues ser bomme manso
Con todos non convien ;
Mas hoy priesa , eras paso ;
Veces mal , veces bien.
134.
El que quisiere folgar
Ha de lazrar primero ;
Si quiere á paz liegar,
Sea antes guerrero.
13ÍJ.
El que torna del robo
Fuelga, maguer Jazrado,
Place al ojo del lobo
Con el polvo del ganado.
136.
Siembra cordura tanto
Que non nasca pereza ,
E vergüenza en ciíanto
Non la llamen torpeza.
157.
Fizo para laceria
Dios al borne nascer,
Por ir de feria en feria
A buscar do guarescer.
138.
Por rúas é por feria
A buscar su ventura ,
Ca es muy grant soberbia
Querer pro con folgura.
139.
Non ha tal folgura
Commo laceria compró ,
E quien por su cordura
Su entencion cumplió.
140.
Quien por su seso cierto
Quiere acabar su fecho,
Una vez entre ciento
No sacará provecho.
141.
Ca en las aventuras
Yace la pro colgada,
E es con las locuras
La ganancia comprada.
142.
Quien las cosas dubdará
En todas non se metió ,
De lo que cobdiciare
Poco acabará.
143.
Por la mucha cordura
Es la pro estorbada,
Pues en la aventura
Está la pro colgada.
144.
Pues por regla derecha
El mundo non se guia ;
El mucho dubdar echa
A home en astrosía.
145.
Mal seso manifiesto
Non digo yo usar,
Qu'el peligro presto
Débelo excusar.
146.
Mas igual uno de otro
El menguar é el sobrar,
A lazrar ó encuentro
Débese aventurar.
147.
Quien vestir non quiere
Sinon piel sin ijada,
De frió que liciere
Habrá razón doblada.
148.
Quien de la pro quiere mucha
Ha de perder en brio ;
Quien quiere tomar trucha
Aventúrese atrio.
APÉNDICE H.
343
149.
Quien los vientos guardare
Todos non sembrará ;
E quien las nueve catare,
Jamás non segará.
150.
Non hay sin noche dia,
Nin segar sin sembrar ,
Nin hay fumo sin fuego ,
Ni sin zomas iT> farina.
151.
Ni ganar sin perder,
Ni sin bajar alteza,
Salvo en Dios poder
Qu'él lo ha sin flaqueza.
152.
Ni ha sin tacha cosa,
Ni cosa sin sozobra,
Ni sin fea hermosa,
Ni sol ni luz sin sombra.
153.
La bondal de la cosa
Sanen por su revés;
Por agrá la sabrosa,
La faz por el envés.
151.
Sin noche non hobiésemos
Ninguna mejoría;
Conoscer la sabríamos
A la lumbre del dia.
155.
Non ha piel sin ijadas ,
Ni luego sin después ,
Ni vientre sin espaldas ,
Ni cabeza sin pies.
156.
Demás que son muy pocos
Los que saben el seso;
'3 Lo mismo que salvado.
Tampoco van los locos ,
Los cuerdos por un peso.
157.
Uno non sabe el cuánto
Buscar de lo que debe ,
E el otro dos tanto
Del derecho se atreve.
158.
El uno por allende
Buscar de su derecho,
El otro por aquende
No hobieron provecho.
159.
Et los que trabajaron
Délos en paz meter,
Por muy torpes fincaron
Solo en lo cometer.
160.
De sí da cuenta cierta
Quien orgullo mantieu ,
Que poco en su tiesta
De meollo non tien.
161.
Que si non fuere loco,
No usaría así,
Si conosciese un poco
Al mundo é á sí.
162.
Si esta paz fisiera,
Ligero fuera luego
De creer que volviera
Al agua con el fuego.
165.
Usa el home noble
A los altos alzarse,
Simple é convenible
A los bajos mostrarse.
. 164.
Muestra la su grandeza
A los desconocidos,
344
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
É muestra gran simpleza
A los bajos caídos.
165.
Es en la su pobreza
Alegre é pagado,
É en la su riqueza
Muy simple mesurado.
166.
Su pobreza encubre ,
Dase por bien andante ,
É la su priesa sufre
Mostrando buen talante,
167.
Revés usa el villano ,
Abajándose á los mayores ;
Alto é lozano
Se muestra á los menores.
i 68.
Mas de cuantas es dos tanta ,
Muestra su mal andanza;
En el mundo espanta
La su buena andanza.
169.
En la su mala andanza
Es mas bajo que tierra ,
É en su buena andanza ,
Al cielo quiere dar guerra,
170.
Al que oir quisiere
Las nuevas del villano,
Porque cuando lo viere
Lo conozca de plano,
171.
Non fas nada por ruego ,
É la pena consiente;
Quebrantadlo, é luego
Vos será obediente.
172.
Como el arco lo cuenta
Yo en lodo su fecho ,
Que fasta quel' facen tuerto,
Nunca fiere derecho.
173.
Peor es levantarse
Un malo entre la gente ,
Mucho mas que perderse
Diez buenos ciertamente.
174.
Ca perderse los buenos ,
Cierto el bien fallesce ;
Pero el daño menos
Es el que mal crece.
iTJ.
Cuando el alto cae,
El bajo se levanta ;
Vida al fumo trae
El fuego que amata.
176.
El caer del rocío •
Faz levantar yerbas ;
Hónranse con el oficio
Del señor las siervas.
177.
Home que la paz quieres,
E non temes merino,
Cual para tí quisieres,
Quieras para tu vecino.
178.
Fijo de home, que te querellas
Cuando lo que te aplace
Non se cumple, é rebellas
En Dios porque no face
179.
Todo lo que tú quieres,
E andas muy irado ;
;,Non te miembras que eres
De vil cosa criado?
180.
De una gota sucia ,
Podrida é dañada ,
E tiéneste por lucia
Estrella, muy preciada.
181.
Pues des veces pasaste
Camino muy avikado ,
Locura es preciarte;
Daste por menguado.
182.
En mas que un mosquito
El tu cuerpo non val;
Desdeaquel esprito
Quel' mesce del sal.
183.
No se te encuentra cima ,
E andas de galope,
Pisando sobre la sima ,
Do las muestra don Lope,
184.
Que tu señor seria
Mil veces; et gusanos
Comen de noche é de día
Su rostro é sus manos.
185.
Mucho te maravillas ,
Tiéneste por menguado ,
Porque todas las villas
No mandas del regnado.
186.
Eres rico , non te fartas ,
E tiéneste por pobre ;
Con codicia que has , non catas
Si ganas para otre.
187.
E de tu algo, pocas
Para envolver tus huesos
Habrás varas pocas
De algunos lienzos gruesos.
188.
Lo ál heredará
Alguno que no te ama;
APÉNDICE H.
Para tí no fincará
Sola la mala fama.
189.
345
Del mal que en tus dias ,
E la mala verdat,
En las plazas facia*
E en tu poridat.
190.
Cuando las tus cobdicias
Ganas para ser mintroso,
Por muy sabio te precias,
E antes por astroso.
191.
Et los enjemplos buenos
Non murieron jamás ,
15 cuanto es lo de menos ,
Tanto es lo de mas.
192.
El seso certero,
Al que da Dios ventura,
Acierta de ligero,
E non por su cordura ,
193.
A facer lo que place
A Dios en todo pleito;
Homme nada non face
Por su entendimiento .
194.
Si fas por ventura
Lo que á él le placía ,
Tien qu'es por su cordura
E su sabiduría.
193.
E face del escarnio
Dios, porque quiere creer
Que puede alongar daño,
E provecho traer.
196.
Pero por non errar,
Este es seso cierto;
346 HISTORIA DE
Conlhiúe trabajar
Quien fallará puerto.
197.
Que las gentes no digan
Del que es perezoso ,
Nin del escarnio fagan,
NI lo tengan por astroso.
198.
Trabaje, y non cese
Commo si en el poder
Del hombre mesmo fuese
El ganar ó el perder.
199.
Et, por conhortarse,
Si su lazrar es vano,
Debe bien acordarse
Que no es en su mano.
200.
Lazre por guarescer
Homme é la pro cuelgue
En Dios, que lo nascer
Fizo porque no fuelgue.
201.
Darle ba su galardón,
Bueno é sin destajo,
No querrá que sin don
Sea el su trabajo.
202.
Non puede cosa nascida
Sin afán guarescer,
E non habrá guarida
Menos por bollescer.
203.
Non quedan las estrellas
Punto en un lugar;
Seria mal lazrar ellas,
E los homes folgar.
204.
No se mescen las estrellas
Por facer á sí vicio;
LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Es el merced dellas
Facer á Dios servicio.
205.
Et el merced del homme
Es para mejorar
A sí , é non á otre
Lo mandaron lazrar.
206.
Dióle Dios entendimiento
Porque busque guarida,
Porque fallescimiento
Non haya en su vida. *
207.
Si cobro non falló
Por el bollescer,
Non dicen que valió
Menos por se mescer.
208.
Por su trabajo quito
De culpa fincará ,
E quizá dia y vito il
Alguno fallará.
209.
Es por andar la rueda
Del molino presciada,
E por estar queda,
La tierra es follada.
210.
Establo es de huerto,
En que fruto non cresce;
Non vale mas que muerto
El homme que non se mesce.
211.
Non cumple que non gana ,
Mas lo ganado pierde;
Faciendo vida penada
El su cabdal expiende.
11 Vito, parece estar aquí usado por
vicio, del latin vicias, alimento, susten-
to diario, y bollescer en la estrofa 202,
por bullir ó menearse.
APÉNDICE H.
347
212.
Non ha mayor afán
Que la mucha folgura ,
Que pone á home en grant
Baldón é desmesura.
215.
Face el cuerpo folgado
El corazón lazrar ,
Con mucho mal cuidado ,
Que lo trae á errar.
214.
Demás, el que quisiere
Estar siempre folgado,
De lo que mas hobiere
Menester será menguado.
215.
El que lo desearía,
Cuando lo non toviese á ojo,
Veyéndolo cada dia ,
Toma con él enojo.
216.
Sacan por pedir lluvia
Las reliquias é cruces ,
Cuando el tiempo non uvia 15,
Dan por ella voces.
217.
Et si viene á menudo,
Enójanse con ella,
E maldicen al mundo,
E la pro que vien della.
218.
Farian dos amigos
Cinta denn anillo,
En que dos enemigos
No meterían dedillo.
219.
Aun lo que Lope gana,
A Domingo empobresce ;
13 Avuda.
Con lo que Sancho sana ,
Pedro adolece.
220.
Cuando viento se levanta,
Ya apelo, ya aniego ltí,
La candela amata ,
Enciende el grant fuego.
221.
Do luego por mi sentencia,
Que es bien del crescer ,
E tomar grant acucia
Por ir bollescer.
222.
Que por la su flaquesza
La candela murió,
E por su fortaleza
El grant fuego vivió.
223.
Mas apelo á poco
Rato de este juisio,
Que veo escapar el ílaco
E perescer el recio.
224.
Que ese mesmo viento
Que á esos dos mal facia,
Fizo zozobra deslo,
En este mesmo dia.
225.
El mesmo menuzó
El árbol muy granado,
E non se espelusó
Del la yerba del prado.
226.
Quien sus casas se quema
Grant pesar ha del viento ;
ig En el del Escorial :
«Ya otorgo, ya niego;»
pero en uno *y otro nos parece viciado
el texto ; quizá debió decir :
«Ya solano, ya avrego.»
HISTORIA DE LA LIT^IUTURA ESPAÑOLA.
348
Cuando sus eras aventa ,
Con él ha grant pagamiento.
Por ende non sé jamás
Tenerme á una estaca,
Nin sé cuál me val mas ,
Si preta nin si blanca.
228.
Cuando cuido qu'el drecho,
En toda cosa s' presta ,
Fallo á poco trecho
Que no es cosa cierta.
229.
Si uno pro ha ,
A otro caro cuesta;
Lo que el peso loa,
El arco lodenuesta.
230.
Ca el drecho del arco
Es ser tuerto fecho ,
E su placer del maestro
Haber pesar derecho.
251.
Por ende non puedo cosa
Loar ni denoslalla,
Ni desirla fermosa
Nin por fea faohalla.
232.
Segunt es el lugar
E la cosa cual es,
Si faz priesa ó vagar
El faz llama envés.
235.
Yo nunca hequerella
Del mundo y de sus fechos
E de aquellos muchos
Se tienen por mal trechos.
234.
Que faz bien á menudo
Al torpe é al sabio,
Mas el entendido.
Esto ha por agravio.
233.
Et visto como homme
Sálvase , grande ó chico ,
Faz al acucioso pobre,
E al que se duerme rico.
236.
E aquesto Dios usa ,
Porque uno de ciento'
Non cuida que faz cosa
Por su entendimiento.
237.
Unos vi por locura
Alcanzar grant provecho ,
E otros que por cordura
Pierden todo su fecho.
238.
Non es buena locura
La que á su dueño baldona ,
Nin es mala locura
La que loa persona.
239.
Yo vi muchos tornar
Sanos déla facienda,
E oíros ocasionar17
Dentro en la su tienda.
240.
Et muere el doctor
Que la física reza,
E por guarescer el pastor
Con la su grant torpeza.
241.
Non cumple grant saber
A los que á Dios non temen ,
Nin acumple el haber
De que pobres non comen.
17 Lo mismo que morir.
APEMMCE H.
242.
Cuando yo meto mientes ,
Mucho alegre seria
Con lo que otros tristes
Veo de cada dia.
243.
Pues si certero bien
Es aquel que cobdicio ,
¿Por qu'el que lo tien
No toma con el vicio?
244.
Mas esta es señal
Que non ha bien tercero
En el mundo , é non La mal
Que sea verdadero.
24o.
Bien cierto el servicio
De Dios es ciertamente ;
Mas por quitar el vicio
Olvídalo la gente.
246.
Es otro bien á par deste
El servicio del Rey,
Que mantiene la gente
A derecho é ley.
247.
Suma de la razón
Digo qu'es grand torpedat,
Librar toda sazón
Por una egualdat.
248.
Mas tómase á menudo
Como el mundo se torna,
A las veces escudo,
A las veces azcona.
249.
Toda buena coslombre
Ha cierta medida,
E si la pasa hombre,
Su bondat es perdida.
250.
De las cobdicias siempre
Los sabores dejando,
E de toda costumbre
Lo de medio tomando.
251.
De las muchas querellas
Que en corazón tengo,
Una, la mayor dellas,
Es la que contar vengo.
252.
Dar la ventura pro
Al que usa malicia,
A los unos buena pro
A los otros cobdicia.
253.
De poco algo ganar
Faria gran astrosía,
E de querer perdonar.
Esto non lo podría.
254.
Que la ventura tiene
Por guisado de le dar,
Mucho mas que viene
Por boca de mandar.
255.
Et íacele bien andante
De la honra é valía ,
Lo cual por talante
Buscar no pensada.
256.
Ventura quiere usar
Subir, de tal subida,
Cual nunca cobdiciar
Osó en la su vida.
257.
El siempre trabajado,
De melerse'ha á cuanto
Baldón tiene el honrado
Por mal é por quebranto.
350
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
2o8.
Tenerse-ia por vano.
Sin solo cuidar en ella ,
E viénele á la mano
Sin trabajar por ella.
259.
Al sabio preguntaba
Sudisciplo undia
Por qué trabajaba
De alguna merchandía,
260.
Et ir á bollescer
De lugar en lugar,
Para enriquescer
E mas faciendo ganar.
261.
Et respondióle el sabio
Que por facienda cobrar
Non tomaría agravio
De un punto lazrar.
262.
Diz: « Porque buscaré
Cosa de que jamás
Nunca me farlaré,
Fallándola, é mas.»
263.
Acucia nin cordura
Non ganan haber;
Gánase por ventura
Non por sí nin por saber.
264.
Piérdese por franqueza
Facer , é mucho bien ,
Guardando escaseza ,
Vileza non mantien.
26o.
Et por esta razón
Faria locura granada
El sabio que sazón
Perdiese en tal demanda.
266. *
Con todo eso, convien
Al que algo hobiere ,
Facer del mucho bien
Cuanto él mas pudiere.
267.
Non lo pierde franqueza
Cuando es de venida,
Nin lo guarda escaseza
Cuando es de ida.
268.
Non ha tan buen tesoro
Como el bien facer ,
Nin haber tan seguro ,
Nin con tanto placer.
269.
Como el que tomará
Aquel que lo íiciere ,
En la vida lo honrará
E después que muriere.
270.
El bien fecho non teme
Que lo furten ladrones ,
Nin que fuego lo queme ,
Nin otras ocasiones.
271.
Nin ha por guardarlo
Condesijo 18 menester,
Nin en arca cerrarlo,
Nin so llave meter.
Fincarle ha buena fama ,
Cuando fueren perdidos
Los algos é la cama,
E los buenos vestidos.
273.
Por él será honrado
El linaje que fincare,
*s Sitio donde se condesa d guarda
alguna cosa.
Cuando fuere acabado
Lo que del heredare.
274.
Jamás el su buen nombre
Non se olvidará;
Que lengua de todo hombre
Siempre lo nombrará.
275.
Por ende del bien facer
Tu poder mostrarás,
En ál de tu placer
Lo demás dejarás.
276.
De toda cobdicia
Deja la mayor parte ,
E de facer malicia
Los homes han talante.
277.
Quien de mala ganancia
Quiere sus talegas llenas ,
De buena seguranza
Vaciará sus venas.
278.
Nonhá tan dulce cosa
Como la seguranza ,
Nin ha miel mas sabrosa
Que por homildanza.
279.
Nin ha cosa tan quista
Como la humildanza;
Nin tan sabrosa vista
Como la buena andanza.
280.
Nin ha tal lozanía
Como la obediencia,
Nin tal barraganía
Como la buena sufrencia.
281.
Non puede haber tal maña
Homen como en sofrir ,
APÉNDICE H.
Nin faga con la saña
Que le fagan repentir.
282.
El que porque sufrió
Se tovo por aviltado,
Ala sima salió
Por mas aventurado.
283.
Non ha tan atreguada
Cosa como la pobreza ,
Nin cosa guerreada
Tanto como la riqueza.
351
284.
Digo que homen pobre
Es príncipe deshonrado ,
Así el rico homen
Es honroso lazrado.
285.
Quien se enlozanesció
Con honra que lecrescia,
A entender bien dio
Que no !o merescia.
28G.
Tiene la lozanía
El seso tan desfecho ,
Que entrar non podria
Con ella so un lecho.
287.
Nunca homen nasció,
Que cuanto le pluguiese,
Segunt lo cobdició,
Tal se le cumpliese.
288.
Quien quiere facer pesar,
Convienle apercebir
Que non se puede excusar
De atal rescebir.
. 289.
Si quieres facer mal ,
Pues fazlo á tal pleito ,
352 HISTORIA DE LA
De rescebir atal
Cual tú Gcieres cierto.
290.
Morí puedes escapar,
Si una mala obra
Ficieres, de topar
En rescebir tú otra.
291.
Sabe que non nascisle
Por venir apartado,
Al mundo non veniste
Por ser aventajado.
292.
En el Rey mete mientes,
Toma enjemplo del,
Mas lazra por las gentes
Que las gentes por él.
293.
Por sus mañas el hombre
Se pierde ó se gana,
E por su costombre
Adolece ó sana.
¿94.
Cosa que tanto le cumple
Para amigos ganar,
Non ha como ser simple
E bien se razonar.
295.
Sin que esté presente,
Conoscerás de ligero
Al homme , en su absenté,
En el su mensajero.
296.
Por su cara será
Conocido de cierto;
Por ella parescerá
En su entendimiento.
297.
En el mundo tal cabdal
Non ha como el saber,
LITERATURA ESPAÑOLA.
Nin heredat , nin ál,
Nin alguno otro haber.
298.
El saber es la gloria
De Dios é la su gracia,
Non ha tan noble joya ,
Nin tan buena ganancia,
299.
Nin mejor compañón
Qu'el libro, nin tal,
E lomar entencion
Con él , mas que paz val.
500.
Los sabios muy granados;
Que homme deseaba,
Filósofos honrados
Que vercobdiciaba.
301.
Lo que de aquellos sabios
El cobdicia había,
Eran sus petaQos 19
E su sabiduría.
302.
Allí lo fallará
En el libro signado;
Respuesta habrá
Dellos por su dictado.
303.
Fallará nueva cosa
De mucho bien é cierto ,
De mucha buena glosa
Que Ccieron al texto.
304.
Non querría sinon leer
Sus letras é sus versos ,
Mas que non ver
Sus carnes é sus huesos.
Ede los sus labios
Oir sabiduría.
APÉNDICE H.
353
305.
La su sabencia pura
Escrita la dejaron;
Sin ninguna voltura
Corporal la asuntaron.
506.
Sin vuelta terrenal
De ningún elemento ,
Saber celestial,
Claro entendimiento.
507.
Por esto solo quier
Todo home de cordura
A los sabios ver ,
E non por la figura.
308.
Por ende tal amigo
Non ha como el libro,
Para los sabios digo;
Que con torpes non lidio.
509.
Ser siervo del sabio
E siervo del homme nescio,
De estos dos me agravio ,
Que andan por un prescio.
310.
El homen torpe es
La peor animaba
Que en el mundo es,
Cierto é sin falía.
311.
Non entiende facer
Sinon deslealiad;
Non es su placer
Sinon facer maldad.
512.
Lo que él mas entiende
Que bestia, es cobdicia;
En engi.ños lo expiende ,
Y en facer malicia.
T01I. IV.
513.
Non puedes otro haber
En el mundo tal amigo,
Como el buen saber,
Nin peor enemigo
314.
Que la su torpedat;
Que del torpe su saña
Mas pesa en verdat
Que arena é maña 20.
515.
Non ha tan peligrosa
Nin ocasión tamaña,
Como en tierra dubdosa
Camino sin compaña.
516.
Nin tan esforzada cosa
Como la verdat,
Nin cosa mas dobdosa
Que la deslealiad.
517.
El sabio con corona
Como león sempja;
Ma verdat es leona,
La mentira gulpeja -l.
518.
Decir siempre verdat ,
Maguer que daño tenga ,
29 Maña parece estar aquí por mari-
na; pero el códice del Escorial trae
estos versos de diferente manera :
«Del nescio que es grand pena ,
Es mas pesada en verdat
Que plomo ni arena.»
2t Culpcja es zorra, del latin vulpécula.
El códice de la Nacional trac estos ver-
sos asi:
«El sabio, coronada
Leona semeja.
La verdal es formada,
La mentira gulpeja.»
23
354 HISTORIA DE
E non la falsedat,
Maguer pro della venga.
319.
Non ha cosa mas larga
Que la lengua del minlroso,
Nin ama mas amarga
De comienzo sabroso.
520.
Face ricos los homes
Con sus prometimientos,
Después fállansc pobres,
Odres llenos de vientos.
5-21.
Las orejas tiene fartas.
El corazón fambrienlo.
El que oye lascarlas
"Y dichos sin cimiento.
522.
Non ha fuerte castillo
Mas que la lealtad,
Nin tan ancho portillo
Como la mala verdat.
523.
t'on ha home tan cobarde
Como el que mal ha fecho,
Ni barragan tan fuerie, grande ,
Como el que trae derecho.
524.
Non ha tan sin vergüenza
Como es el derecho,
Que face esa fuerza
Del daño que del provecho.
32-j.
Tan sin piedat mata
Al pobre é al rico ,
E cen un ojo cata
Al grande é al chico.
326.
Al Señor no lisonja
Mas que al servicial:
LA LITERATURA ESPAÑOLA.
I El Rey non aventaja
Sobre su olicial.
527.
Para el jaez malo
j Fácese del muy franco ;
J Al que no lo lien dalo,
Face vara del arco.
328.
El mundo en verdat
De tres cosas se mnnlien:
De juicio é de verdat,
E paz, que dellos vien.
329.
Pero el juicio es
La piedra cimenta!;
De todas estas (res
Es la que mas val.
530.
Ca el juicio faz
Descobrir la verdat,
E con la verdat , paz
Viene é amistad.
331.
Et pues por el juicio
El mundo se mantiene,
Tan honrado oficio
Baldonar non conviene.
Debíale catar antes
De dar tal petición,
Al homen que bien cate
Que le es su enlincion -i.
Tal homen que non mude
La regla del oficio,
2? El del Escorial :
«Débese catar ¡inte
Al que dan tal meneo,
Qiiu sea hombre constante
Y tenga buen deseo.»
APÉNDICE Hi
355
Ni entienda nin cuide
Que fué dado por vicio
334.
Ca por perro del ganado
Es puesto el pastor,
Non se pone el ganado
Por la pro del pastor;
335.
Non cuide que fué fecho
Porque por presente
Del ajeno derecho
Faga al su pariente.
536.
Nin porque dé por suelto
Al que fué su amigo,
E sin derecho tuerto
Faga al su enemigo.
337.
Canon se puede ayunar
Jamás este pecado,
Al sano perdonar
Feridas del llagado.
538.
Al pagado soltar
Demanda del forzado ,
Al entrego testar
La voz del torliciado.
339.
Por amor nin prescio
Maldícelo la ley,
Ca de Dios el juicio
Es solo é del Key.
340.
A las veces teniente
Es de Dios el del Rey,
Porque juzgue la gente
A derecho é á la ley.
341.
Mensajero lo ficfcron
De una cosa signada,
Fn poder non le dieron
Crescer uiu menguar nada.
342.
Para sí non entienda
Levar sinon las voces ,
Su salario atienda
De aquel quel' da las voces.
343.
Ft cual oura ficiere,
Tal gualardon habrá ;
Fl que en esto entendiere
Jamás non errará.
344.
Al juez sin malicia
Es afán é embargo ,
Al juez concobdicia
Válele un obispado.
345.
Cobdiciaé derecho,
Esta es cosa cierta,
Non entrarán en un techo
Nin so una cubierta.
546.
Nunca de una camisa
Amos se vistieron;
Jamás de una devisa
Señores nur.ca fueron.
547.
Cuando cobdicia viene,
Derecho luego sale;
Do este poder tiene,
Este otro poco vale.
348.
El oficro a! hombre
Fs cosa emprestada ;
F la buena costombre
Es joya muy presciada.
340.
Quien de dos tiene fuerza
Non faga del anillo;
356 HISTORIA DE LA
Guarde Dios la cabeza
Quu non menguará el capillo.
550.
Lo que es suyo pierde
Hornen por su maldat ,
E lo ajeno puede
Ganarlo por bondat.
351.
Perderse ha un consejo
Por tres cosas privado:
Saber el buen consejo
Que non es escuchado,
552.
E las armas tener
El que no las defiende,
E algo haber
El que non lo despiende.
555.
Fallo tres dolencias
Que non pueden guarescer.
Kin ha tales especias
Que las puedan vencer.
551.
El pobre perezoso
Non puede haber consejos,
Mal querencia de envidioso
E dolencia de hombres viejos.
555.
Si de los pies guaresce,
Duélele luego la mano,
Del bazo adolece
Cuando del figado es sano.
556.
Et malquerencia que vien
De celo non se puede
Partir, si aquel bien,
El que lo ha non pierde.
557.
A los hornos el celo
Mata é lacobdicia;
LITERATURA ESPAÑOLA.
Pocos ha so el cielo
Sanos desla dolencia.
558.
Ha celo uno de otro,
El alto é el simple;
E el que tiene cuatro
Tatito de lo quel' cumple.
559.
Cuanto quier que mas algo
Ha el su vecino,
Tiene lodo su algo
Pomada el mezquino.
560.
Tan bien grant mal le fas,
Non le teniendo tuerto,
Por venir tú en paz,
Se tiene el por muerto.
561.
¿Qué venganza quisiste
Haber del envidioso,
Mayor que estar él triste
Cuando tú estás gozoso?
562.
Tres son los que viven
En cuidado profundo,
E de los que mas deben
Dolerse todo el mundo.
365.
Fijodalgo que menester
Ha al home villano,
K con mengua á meter
Se viene en su mano.
564.
E fidalgo de nalura,
Usado de franqueza,
Ttájolo la ventura
A mano de vileza.
565.
E justo ser mandado
De señor torticiero
un do facer forzado ,
E el olro tercero.
366.
Sabio que ha por premia
De servir señor nescio ,
Toda la otra laceria
Ante esta es grant prescio.
367.
Con un pan se gobierna,
E de fruía se farta ,
E en cada taberna
Bebe basta que se farta.
368.
Este solo en el mundo
Vive sabrosa vida ,
E otro ha segundo
De otra mayor medida
369.
El torpe bien andante ,
Que con su grant torpeza;
Non le pasa en talante,
¿Qué puede haber pobreza?
370.
Faciéndolo quel' place,
Non entiende el mundo, *
Nin los cambios que face
Su rueda á menucio.
371.
Cuida que estará
Siempre de una color,
E que non abajará
Él de aquel valor.
Como el pesce en el rio-
Vicioso é riendo.
Non sabe el sandio
La red qneF van tejendo.
373.
Mas bomen entendido ,
Sabio, por bien quel' vaya ,
APÉNDICE H.
Nunca en el mundo vido
Bien con que placer baya.
371.
Rcscelando del mundo
E de sus cambiamienlcs ,
Ede cómo á menudo
Se cambian los sus vientos.
357
575.
Sabe que la riqueza
Pobreza es su cima,
Y so la alteza
Yace fonda sima.
576.
Ca el mundo conosce,
E que su buena obra
Muy ahina fallesce,
E pasa como sombra.
577.
Cuanto es el estado
Mayor de su medida ,
Ha domen mas cuidado ,
Temiendo la caida.
378.
Cuanto mas cae de alto,.
Tanto peor se fiere ;
Cuanto mas bien ha, tanto
Mas teme, si se pierde.
579.
El que por llano anda
Non lien que descender;
El que non tiene nada -5,
Non recela el perder.
580.
Esfuerzo en dos cosas
Non puede bomen tener;
Tanto son dubdosas:
El mundo é la mar.
SJ El que algo non manila,
358
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
381.
El bien non es seguro.
Tan ciertos son sus cambios ;
Non es su placer puro
Con sus malos resabios.
332.
Torna sin detenencia
La mar mansa muy brava ,
E e¡ mundo hoy desprecia
Al que ayer honraba.
583.
Por ende el grant estado
Ha homen de rabér;
Fócelo vevir cuitado
E tristeza haber.
584.
El homen que es hombre
Siempre vive cuitado;
0 de rico ó de noiire,
Nunca le mengua cuidado.
58o.
El afán el fidalgo
Sufre en sus cuidados,
E el villano su algo
Y afán en sus costados.
586.
El homen presciado
Non es mas que el muerto ,
E el rico guerreado
Es , nou teniendo tuerto.
387.
Del homen dicen
J.as gentes cus maldades ,
E desque muere , facen
Cuenta de sus bondades.
388.
Cuando pro non le terna
Lóanlo bien la gente,
De !o que le non verná
Danle bien largamente.
389.
Et cuando es vivo, callan
Con celo lodos cunnios
Bienes ha et» él , é fallan
Desque mueren dos tantos.
590.
Que mientra vivo fuere
Siempre le crescen celosos,
E menguan desque mueren,
E crescen minlrosos.
391.
Quien de sus mañas quiere
Ser enderezado,
E guardado quesiere
Ser bien de pecado,
592.
Nunca jamás fará
En escondidamente
Cosa quel' pesará
Que lo sepa la gente.
505.
Poridat, que querría
Encohrir de enemigo,
Non la descubriría
Tampoco al amigo.
594.
Ca puede ocasionar,
Fiando de amigo.
Que se podrá tornar
Con saña enemigo.
595.
Ca por poca conlienda
Se cambian los talantes,
E sabrán su fasíenda
Homes que querría antes
396.
Morir, que barruntado
Hobiesen el su fecho,
E repentir se ha cuando
Non le terna provecho.
APÉNDICE B.
359
597.
Sin eslo que ha él ,
Olro amigo suyo
E él , liando del ,
Descubrir le ha lo sujo.
398.
Et el amor del tuyo
Non te aprovechará,
Pues qu'el amigo suyo
Tufasienda sabrá.
599.
Ca , puesto que non venga
Daño por el primero,
Non sé que pro te tenga,
Pues lo sabe el tercero.
400.
Es enjemplo certero
Que lo que salten tres,
Es ya pleito placero,
Sábelo toda la res.
401.
Demás, es grant denuesto
E fealdat é mengua,
Su corazón angosto ,
E larga la su lengua.
402.
Son las buenas costombres
Ligeras de nombrar,
Was son pocos los hombres
Que las saben obrar.
403.
Seria muy buen hombre
El que sopiere obrar
Tanla buena costomhre
Que sabría yo nombrar.
404.
Todo bomme non es
Para decir é facer;
E asi (orno alguna vez
En las contar placer.
403.
Pesar lomo después
Porque las sé nombrar
Tan bien , que cumple , pues
Que non las sé obrar.
M'entrctcngo en nombrallas ,
Como si las sopiese
Obrar, y en contallas
Como si las sopiese.
407.
Sin las obrar decirlas,
Si á mi pro non lien ,
Algunos en oirías
Aprenderán algunt bien.
408.
Non decir nin facer
Non es cosa loada;
Cuanto quier de placer,
Mas vale algo que nada.
409.
Non tengas por vil home,
Por pequenno que le veas,
Nin esc. ibas lu nome
En carta que no leas.
410.
Dolo que tú querrás
Facer al tu enemigo,
Deso le guardarás
Mas; eslo te castigo.
411.
Ca por le empescer
Te lernas en mal , cuanto
Non te podrá noscer
Del enemigo lanío.
412.
Todo el tu cuidar
Primero é mediano
Sea en bien guardar
Luego á ti de mano.
360
BISTORÍA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
413.
Et desque ya pusieres
Bien en salvo lo luyo,
Entonces v si quisieres ,
Piensa en daño suyo.
414.
Fasta que puesto haya
En salvo su reino,
El rey cuerdo non vaya
Guerrear el ajeno.
415.
Lo que ahina quisieres
Facer, faz de vagar;
Ca si priesa te dieres ,
Conviene le embargar .
416.
Por endereszar erranza
Nascerá el quejarte,
E será lu tardanza
Mas por apresurarle.
417.
Quien rebato sembró,
Cojo repenlimienlo,
Quien con sosiego obró,
Acabó su tálenlo.
418.
Nunca h ornen perdió
Cosa por la sufrencia ,
E quien priesa se dio
liescebió repentencia.
419.
De peligro é mengua
Si quisieres ser quilo ,
Guárdale de tu lengua,
E mas de tu esprito.
420.
De una fabla conquista
Puede nascer é muerte ;
E de una sola vista
Crescer grant amor fuerte-
421.
Pero lo que fablares ,
Si en escrito non es,
Si tú pro tallares,
Negar lo has después.
422.
Negar lo que se dice
A veces ha lugar;
Mas si escrito yace ,
Non se puede negar.
423.
La palabra á poca
Sazón es olvidada ,
E la escritura finca
Para siempre guardada.
424.
E la razón que puesta
Non yace en escrito,
Tal es como saeta
Que no llega a! lito.
42o.
Los unos de una guisa
Dicen , los otros de olra ;
Nunca de su posquisa
Viene cierta obra.
426.
De los que hi eslovieron
Pocos se acordarán ;
De cómo lo oyeron
Nunca se concertarán.
427.
Si quier brava , si mansa,
La palabra es tal,
Como sombra que pasa
E non deja señal.
428.
Non ha lanza quépase
Todas las armaduras,
Nin que lanío traspase,
Como las escrituras.
APÉNDICE H.
361
Que la saeta lanza
Fasta un cierto filo,
E la letra alcanza
Desde Burgos á Egibto.
430.
Que la saeta fiere
Al vivo que se siente ,
E la letra conquiere
En vida é en muerte.
431.
La saeta non llega
Sinon al que es presente ,
E la escritura llega
Al de allende Oriente.
432.
De saeta defiende
Al moro un buen escudo,
E lodo el mundo ende ,
E de letra non pudo.
453.
A cada placer tiene
El sabio asignado
Tiempo, é ende viene
Todavía menguado.
45 1.
Placer de nuevo paño
Dura un mes después;
Todavía lian daño
Fasla que rolo es.
45o.
Un año es cosa nueva ,
En cuanto la lanilla
Es blanca , fasta que lueva
E se torna amarilla.
436.
Demás, que ha por natura
El hombre de enojarse
De lo que mucho tura,
E con ello quejarse.
437
Por tal de mudar cosa
Nueva de cada dia,
Por poco la l'ermosa
Por fea cambiaría.
438.
Placer que toma nombre
Con quien bien lo entiende,
Mejor placer el hombre
Tomar nunca puede.
439.
Pues la cosa non sabe
Con que á él le place,
Que lure ó que acabe ,
Delia fuerza non face.
440.
Mas la que entendiere
Que della ha placer,
Fará cuanto podiere
Por la facer crescer.
441.
Por aquesto fallesce
El placer corporal,
E el que siempre cresce
Es el espiritual.
442.
Tristeza ya non siento
Que mas me faga penar
Qu'el placer que só cierto
Que se ha de acabar.
443.
Turable placer puedo
Decir del buen amigo;
Lo que me diz entiendo,
E él lo que yo digo.
444.
Muy grant placeí el que
Me entiéndeme faz,
E mas porque sé que
Del mi bien le plaz.
362
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
445.
Aprendo todavía
Del buen entendimiento,
E él de mí cada dia
Nuevo departimiento.
446.
El sabio, que las glosas
Ciertas facer non queda Zi,
Dice que de las cosas
Las hay de una manera.
447.
Et en el mundo non habria ,
Nin sobre fierro, oro,
De lan gran mejoría
Commo ba bombre sobre otro ;
4 ¡8.
Ca el mejor caballo
En el mundo non val cierto,
E un bomen yo fallo
Que val de otros un ciento.
449.
Onza de mejoría
Del oro espiritual
Comptar non se podría
Con cuanto e! mundo val.
480.
Todos los corporales
De sin entendimiento,
Mayormente metales
Que non lian sentimiento ;
451.
Todas sus mejorías
Podrían poco montar
E en muy pocos de días
Se podrían descontar.
452.
Las cosas de sin lengua
E sin entendimiento,
2» «Non queda» está aquí por «i
deja de liacei».
Su placer va á mengua
E a fallescimienlo.
455.
Desque á desdecir
Su compostura venga
Nunca mas sabrá decir
Cosa que pro le tenga.
454.
Por esto el placer
Del homen crescer debe
En decir e en facer
Cosa que lo renueve.
455.
El liomme de metales
Dos es confacionado;
Metales desiguales,
Uno vil , otro honrado.
456.
El uno terrenal ,
E él bestia semeja,
E el otro celestial ,
Angeles le apareja.
457.
Et en que come é bebe
Semeja animaba;
Asi \ive et muere,
Como bestia sin falia.
458.
Del mundo entendimiento
Commo el ángel es;
Non ha deparlimienlo,
Sí por el cuerpo non fues.
459.
Quien peso de tin dinero
Ha mas de entendimiento,
Dor aquello señero,
Vale un home por ciento.
4C0.
Ca de aquel cabo tiene
Todo su bien el hombre;
APÉNDICE II .
363
De aquella parle le viene
Toda buena coslombre.
461.
Mesura é franqueza,
Discreción é buen saber,
Cordura é simpleza
E vergüenza tener23.
462.
Del otro cabo nasce
Toda la mala maña,
E por allí cresce
La cobdicia é saña.
463.
De allí le viene malicia
E la mala verdal,
Fornicio é avaricia
E toda enfermedat.
464.
Engaños et mala arte
E desnuda entincion;
Que nunca Dios departe
Eu la mala condición.
46o.
Por ende non faüesce
Placer de compañías, *.
E de hommes sabios cresce,
E va á mejoría.
466.
Place á homen con ellos,
E á ellos con él;
Entiende él á ellos,
E ellos también á él.
467.
Porque aquesta compaña
Deliomme entendudo,
Alegría tamaña
Non La en el mu'ido.
*» E las cosas saber.
463.
Porque amigo claro,
Leal y verdadero,
lis de fallar muy caro,
Non se falla a dinero.
469.
Homme es grave de topar
En compliscar egual;
De fallar en su par
Duen amigo leal.
470.
Amigo de fortuna,
Prospera cuando cresce,
Tura mientras es una ,
Cuando mengua fallesce.
471.
Si amigóte loar
De bien que non feciste,
Non debes del fiar
El mal que non desiste.
472.
Afeártelo bien lia
En pos tí20, cierto seas,
Pues por su costumbre ha
Lisonjar, non le creas.
473.
Por lisonjarte quien
Te dijere de otri mal,
A otros atan bien
Dirá de ti alai.
474.
El homme lisonjero
Miente á cada uno ,
Ca amor verdadero
Non ha con ninguno.
473.
Anda joyas 27 faciendo
De mal deste á este;
2j Detrás de ti.
2' Parece estar por gozos, alegrías, del
364 HISTORIA
Mal de uno diciendo,
Fase al olro présenle.
476.
Tal homiíie nunca acojas
Jamás en tu compaña ,
Que con las sus lisonjas
A los hombres engaña.
477.
Quien la buena hermandat
Aprenderla quisiere,
E una amistad
Usar sabor hobiere,
478
Siempre mientes debía
Meter en las tiseras:
Delias aprendería
Muchas buenas maneras.
470.
Que cuando meto mientes
Cosas tan derecheras,
Non fallo entre las gentes
Como son las tiseras.
480.
Parten al que las parte,
Et non por se vengar,
Si.ion con gran talante
Que se han de juntar.
481.
Como en rio quedó
El ques'melió entre ellas ,
Dentro el su dedo
Molió entre dos muelas.
482.
Quien mal recibe dellas
El mesmo ge lo busca;
Que de grado de aquellas
Non lo buscarán nunca.
francos jnie , italiano g'wia. En el códi-
ce cscurialen.se se lee en efecto yozos.
DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
483.
Desque de entre ellas sal ,
En lai.lo son pagadas.
Que nunca facen mal
En cuanto son juntadas.
484.
Yacen boca cou boca
E manos sobre manos ;
Diferencia tan poca
Non vi entre dos hermanos.
483.
Tan grande amor hobieron'.
Leal é verdadero,
Que amas se ciñieron
De un solo cintero.
488.
r Por amor de estar en uno
Siempre amas á dos ,
Por facer de dos uno,
Facen de uno dos.
487.
Non ha mejor riqueza
Que buena hermandat
Nin tan mala pobreza
Comino la soledat.
488.
La soledat aduce
Mal pensamiento fuerte;
Por ende el sabio induce
Compañía ó muerte.
489,
Porque tal podría
.Ser la soledat,
Que mas que ella valdría:
Esta es la verdat.
400.
Mal es la soledat,
Mas peor es compaña
De homen sin verdat ,
Que á su amiga dapna.
APÉNDICE H.
365
491.
Poor compañía ileslas
Es liotnme torpe pesado;
Traer querría á cuestas
Albarda, mal de su grado.
492.
Muevo pleitesía
Por tal que me dejase ,
Digol'que non querría
Que por mí se estorbase.
493.
Id vos enhorabuena
A librar vuestra facíenda;
Quiza que pro alguna
Vos venia á la tienda.
494.
El diz : « Por bien non tenga
Dios que solo linquédes,
Fasta que alguno venga
Otro cou quien fablédes.»
493.
Él cuida que placer
Me hace su compaña,
E yo querría mas yacer
Solo en la montaña. . N
496.
Yacer en la montaña
Entre sierpes cercado
Que non entre compañas
De homes torpes , pesados.
497.
Él cuida queen irse
Seria desmesurado,
E yo temo caerse
Con ñusco el sobrado.
498.
Ca de los sus enojos
Esto ya tan cargado,
Que fasta en mis ojos
Son mas que él pesado.
499.
El medio mal seria
Sí él callar quisiese;
Yo del cuenta faria
Como si un poste fuese.
500.
Non dejaría nunca
Lo que me place cuidar;
Mas él razones busca
Para tiuuca quedar.
501.
No le cu mple decir juntas
Cuantas vanidades cuda28;
Mas él face preguntas
Necias , á que él recuda.
502.
Yo querría ser mudo
Ante que le responder,
E sordo, si ser pude,
Aules que lo entender.
503.
Cierto es par de muerte
La soledat; mas tal
Compañía é tan fuerte ,
Estar solo mas val.
504.
Si mal es estar selo,
Peor es tal compañía ;
El bien cumplido á dolo
¿Fallar quiéu lo podría?
503.
Non ha del todo cosa
Mala, nin toda buena;
Mas que suya fermosa
Querría feu ajena.
50G.
El homme non eobtiicia
Sinon lo que non lieue,
*8 Está por cuida.
366
HISTORIA DE LA
E lupgo lo desprecia
Desque á mano le viene.
507.
Suma de la razón
Non lia en el mundo cosa
Que non haya sazón,
Quier fea ó fermosa.
508.
Pero lo que los hombres
Loamos en general
Es de las costombres
Lo mas comunal.
500.
Mal es mucho tablar,
Mas peor es ser mudo;
Ca non fué para callar
La lengua, segunt cudo.
o 10.
Pero la mejoría
Del callar non podemos
Negar de to I avía
Con bien que la tomemos.
511.
Porque la miatad de
Cuanto oíamos fablemos ,
Una lengua por ende
E dos orejas tenemos.
512.
Quien mucho quiere Tablar
Sin grant sabiduría,
Cierto en se callar
Mejor barataría.
513.
El sabio que loar
El callar bien querría,
E el fablar afear,
Esta razón decia :
514.
«Sí fuese el fablar
De plata figurado,
LITERATURA ESPAÑOLA.
Sería el callar
Üe oro debujado.»
515.
De los bienes del callar
La pas uno es de ciento,
El menor mal de fablar
Es arrepentimiento.
510.
E dice mas, á vuelta
De mucha mejoría,
Que el callar sin esta
Sobre el fablar hahia.
517.
Sus orejas fasian
Pro solamente á él,
De su lengua habían
Pro los otros , é non él.
518.
Conlesce al que escucha,
A mí cuando yo fablo
Del bien se aprovecha,
E réstame lo malo -°.
519.
El sabio, por aquesta
Razón , calkir querría,
Porque su fabla presta
Solo al que lo oia.
520.
Querría él castigarse
En otro, él callando,
Mas que castigarse
Otro en él /ablando.
521.
Las bestias han alan
E mal por no fablar,
E los homes lo lian
Los mas por non callar.
29 Contesce al que escucha
Los dichos de mi lengua,
Del bien se aprovechó
Por el mal medio mengua.
APÉNDICE H
367
522.
El callar tiempo no pierde,
E piérdelo en fablar;
Por ende home non puede
Perderlo por el callar.
523.
El que calla la razón
Que lu cumpliera fublar
Non mengua la sazón
Min perdió por el callar
524.
Mas quien fabla razón
Que debiera callar,
Perdió ya la sazón,
Que non podrá cobrar.
525.
Lo que hoy se callare
Puédese eras fublar,
E lo que hoy se fablare
No se puede callar.
526.
Lo dicho dicho es;
Lo que dicho non lias
Decir lo has después,
Si hoy no, será eras.
527.
Fabla que non podemos
En olla mal fablar
Es la que despendemos
Eu loar el callar.
528.
Pero porque sepamos
Que non ha mal sin bien,
Nin bien sin mal , digamos :
« A par dello convien.»
529.
Pues que tanto denostado
El fublar ya habernos,
Semejante guisado
De hoy mas lo loemos.
530.
E pues tanto habernos
Loado el callar,
Sus lachas contaremos,
Loando el fublar.
531.
Con el fablar decimos
Mucho bien del callar,
Callando no podemos
Decir bien del fablar.
533.
Por ende es derecho
Que sus bienes contemos ;
Ca bienes ha de fecho
Porque non lo denostemos.
533.
Porque todo liomme vea
Que en el mundo cosa
Non ha del todo fea
Nin del todo fermosa.
534.
Et el callar jamás
Del todo non loemos,
Si non fahlamos, mas
Que bestias no valemos.
535.
Si los sabios callaran ,
El saber se perdería ;
S¡ ellos non fablaran,
Diciplo non habrían.
530.
Del fablar escribamos ,
Por ser él muy noble;
A bien que pocos fallamos
Que lo sepan como comple.
537.
Mas el que sabe bien
Fublar grand virtud usa ;
Que diz lo que l'convien ,
E lo demás excusa.
368
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
558.
Por bien fablar honrado
Será en toda plaza;
Por él será nombrado,
Ganará bienandanza.
539.
Por razonarse bien
Será lióme amado ,
E sin salario lien
Los Lomes á mandado.
540.
Cosa que menos cuesta
E que lanía pro tenga ,
Non ha como respuesta
Buena , quier corla ó luenga.
541.
No ha tan fuerte gigante
Como la luenga tierra,
Niu que así quebrante
A la saña la pierna.
5i2.
Ablanda la palabra
Buena la dura cesa,
A la voluntad agrá
Faz dulce é sabrosa.
543.
¿ Si término hobiese
El fablar mesurado
Que decir no podiese
Siuon lo guisado?
544.
En el mundo non habría
Cosa tan presciada;
La su grant mejoría
Non podría ser comprada.
54o.
Mas porque ha de poder
De mal se razonar,
Por ende el su perder
Es mas que el su ganar.
Que los torpes mili tantos
Son que los entendidos,
L no saben en cuántos
Peligros son caídos.
547.
Por el fablar por ende
Es el callar loado;
Mas para quien entiende,
Mucho es denostado.
548.
Ca el que apercebir
Se sabe en fablar
Sus bienes escrebir
En labias non podrau.
549.
El fablar es clareza,
E el callar escure/a;
E el fablar es franqueza,
Et el callar escaseza.
550.
E el fablar ligereza,
E el callar pereza ;
E el falilar es franqueza,
E el callar pobreza.
551.
Et el callar torpedat,
El fablar saber;
El callar ce¿uedat,
E el fablar vista haber.
Cuerpo es el callar,
E el saber su alma;
Home es fablar,
Et el callar su cama.
553.
El callar es lardada,
E el fablar ahina;
El saber es espada,
El el callar su vaina.
APÉNDICE SI.
369
354.
Talega es el callar,
Et algo que yace
En ella es el fablar ,
E provecho non face.
555.
En cuanto encerrado
En ella estudiere,
Non será mas honrado
Por ello cuyo fuere.
556.
El callar es ninguno,
Que non meresce nombre;
E el fablar es alguno,
Et por él es home hombre.
557.
Figura es el fablar
Al callar; é asi,
Non sabe el callar
De otro nin de sí.
558.
El fablar sabe bien
Al callar razonar ;
Que mal guisados lien
De lo gualardonar.
559.
Tal es en toda costombre ,
Si bien parares mientes,
Fallarás en todo hombre
Que lo es el que denuestes.
560.
Segunl que el raíz lien,
El árbol así cresce;
Cual es el home é quien
En sus obras paresce.
561.
Cual talante hobiere,
Tal rostro mostrará ;
E como sesudo fuere,
Tal palabra oirá.
TOM. IV.
562.
Sin tacha son falladas
Dos costumbres cruentas ;
Amas son igualadas,
Que non han comprimentas.
565.
La una es el saber,
E la otra es el bien facer ;
Cualquier destas haber
Escomplido placer.
564.
De todo cuanto face
El home se arrepiente;
Con lo que hoy le place
Cras loma mal tálente.
,-)65.
El placer de la sciencia
Es complido placer;
Obra sin dependencia
Ella del bien facer.
566.
Cuanto mas aprendió,
Tanto mas placer tiene;
Nunca se arrepintió
Home de facer bien.
567.
Home que cuerdo fuere ,
Siempre se rescelará;
Del gran bien que hobiere
Mucho nol' lineará.
568.
Ca el gran bien se puede
Perder por culpa de hombre ,
E el saber nol' defiende
De ál sinon de ser pobre.
569.
Ca el bien que dello
Fisiere le fincará,
E para siempre aquello
Guardado estará.
24
370
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
570.
E fucia non ponga
Jamás en su algo,
Por mucho que lo tenga
Bien parado é largo.
571.
Por rason que en el mundo
Han las cosas sosobras ,
Fase mucho á menudo
Contrarias cosas de otras
572.
Cambiase como el mar
De ábrego á cierzo ;
Non puede home tomar
En cosa el esfuerzo.
573.
Non debe fiar sol
Un punto de sn obra ,
Veses lo pon al sol,
E veses á la sombra.
574.
Todavía, por cnanto
I.a rueda se trastorna,
El su bien el santo
Fas igual de corona.
De la sierra al val ,
De la nube al abismo,
Segunl lo pone, val
Como letra de guarismo
576.
Sol claro é placentero
Las nubes Tacen escuro.,
De \\n día entero
Non es home seguro.
577.
El home mas non val
Nin monta su persona
De bien, é asi de ál
Como la espera trastorna
578.
El home que aviltado
Es en su descendida,
Asiinesmo honrado
Es en la subida.
579.
Por eso á menudo
El home entendido
A los cambios del mundo
Está bien aperccbi.lo.
580.
Non temen apellido
Los hornos avisados;
Mas val un apercebido
Que muchos desarmados.
581.
Home cuerdo non puede,
Cuando enlrompezare
Olri , que lome alegría
De su pesar, pues él
582.
Seguro non há que tal
A él non acaesca,
Ni se alegre flftl mal
Que á olri se aconlesca.
585.
De haber alegría
Sin pesar nunca cuide,
Como sin noche dia
Jamás haber non puede.
581.
La merced de Dios sola
E* la liucia cierta.
Otra ninguna non la ha
Hombre sin refierta.
585.
De lo que á Dios piase
Nos pesar non tomemos;
P>ien es cuanto él face,
Aunque non lo entendemos.
APÉNDICE H.
371
AI home mas le dio
E de mejor mercado
De lo que entendió
Que le era mas forzado.
587.
De lo que mas aprovecha,
De aquello mas habernos ,
Pan é del agua mucha
E del aire leñemos.
588.
Todo home de verdat
E bueno es debdor
De contar la bondat
De su buen servidor.
589.
Cuando serviese por prescio
0 por buen gualardon ,
Mayormente servicio
Que serviendo meresció.
590.
Por ende un servicial.
De que mucho me prescio,
Quiero; (anlo es leal
Contar el su bollicio.
591.
Ca debdor só forzado
Del gran bien conoscer ;
Que me han adelantado
Sin ge I o mcrescer.
592.
Non podría nombrar
Nin sabría en an año
Su servicio conlar,
Qu'él es cuan extraño.
593.
Sirve boca, callando ,
Sin faser grandes nuevas ;
Servicio muy granado
Es sin ningunas bielmas 30.
so Asi en uno y en otro códice.
594.
Cosa maravillosa
E milagro muy fiero;
Sin le decir yo cosa,
Fase cuanto quiero.
595.
Con el ser yo mudo,
Non me podria noscir;
Ca fas cnanto quiero
Sin gelo yo desir.
590.
Non desir é faser
Es servicio loado ;
Con que toma plaser
Todo home granado.
597.
Ca en cuanto home eu desir
Tanto ha mengua
Del faser é fallescer
La mano por la lengua.
598.
Leyendo é pensando
Siempre en mi servicio ,
Non gelo yo nombrando,
Faré cuanto cobdicio.
599.
Esta cosa mas ahina
Que del ninguna nasce,
Nin quier capa nin saña ,
Nin zapato que calce .
000.
Tal cual salió
Del vientre de su madre ,
Tal anda en mi servicio
En todo lo quel' mande.
601.
Eningunt gualardon
Non quiere por su destajo;
Mas quiere servicio en dou ,
E sin niugunt trabajo.
372
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
602.
Non quier manjar comer,
Sinon la boca
Ua poquillo mojar
En gota de agua poca.
603.
E luego que la gasla,
Semejal' que tien carga,
E esparce la gota ,
Jamás della non traga.
604.
Non lia ojos, nin ve
Cuanto en corazón tengo,
E sin orejas lo oye,
E tal lo fase luego.
605.
Callo jo, é él calla,
E amos nos fablamos ;
En callando non fabla
Lo que amos buscamos.
606.
.Non quier ningunt embargo
De comer rescebir,
De su afau es largo
Para buenos servir.
607.
Si me piase ó pesa ,
Si fea ó fermosa ,
Tal mesma la fase
Cual yo pienso la cosa.
608.
Vesino de Castilla
Por la su entencion ,
Sabrá el de Sevilla
En la su condición.
609.
Las gentes lian acordado
Despagarse del non ;
Mas de cosa tan pagado
Non >6 yo cómo del non.
610.
Del dia que preguntado
Hobe á mi señora si non
Habla otro amado
Sinon yo, dije que non.
611.
E sin fuego lióme vida
Un punto non habría,
E sin fierro guarida
Jamás non fallaría.
612.
Mili tanto mas de fierro
Que de oro fallamos,
Porque salvos de yerro
Unos de otros seamos.
613.
Del inundo mal dcsimos
E en el otro nial ,
Non lian sinon nos mismos,
Nin vestigelos 3I nin ál.
614.
El mundo non tiene ojo,
Nin entiende faser
A un lióme enojo
E á otro plaser.
615.
Rason lia cada uno,
Segunt la su fasienda;
El non ha con ninguno
Amistad \,\\-, contienda.
616.
.Nin se paga niu se ensaña,
Nin ama nin desama ,
Nin ha ninguna maña,
Nin responde nin llama.
617.
Él es uno todavía
Cuanto es denostado ,
A tal como el dia
Que es mucho loado.
•"'' Vestiglos.
APÉNDICE H.
373
618.
E! rico le rasona
Bien , é tenlo por amigo .
La cuita lo baldona
E tienlo por enemigo.
619.
Non le fallan ningunt
Cambio los sabidores ,
Los cambios son segnnt
Los sus rescebidores.
020.
La espera del cielo
Nos fase que nos mesce ,
Mas amor nin celo
De cosa non le cresce.
621.
So un cieio todavía
Encerrados yacemos,
E fasemos noche é dia ,
E nos á él non sabemos.
(¡22.
A esta lueñe tierra
Nunca posimos nombre:
Si verdal es 6 mentira,
Delia mas non sabe hombre.
623.
E ningunt sabidor
Non le sopo ú hombre cierto,
Sinon que obrador
Es de su cimiento.
624. .
Dé Dios vida el Rey,
A nuestro mantenedor,
Que mantiene la ley
E es defendedor.
625.
Gentes de su tierra
Todas á su servicio
Traiga, é aparte guerra
Delia, mal é bollicio.
626.
E la mercet que el noble
Su padre prometió
La terna como comple
Al Santob el judío.
Nüm. 5.
LA DANZA GENERAL DE LOS MUERTOS.
De este poema , hasta ahora inédito, se trató ya en
el tomo i, pp. 95-97, y en la nota Ti de la p. 95 pro-
pusimos la conjetura de que su asunto habia sido tomado
de otro poema francés mas antiguo; pero debemos aña-
dir en este lugar que, á pesar de lo que entonces diji-
mos, no conocemos ninguno anterior á este y bajo la
misma forma en las demás literaturas de Europa. El
374 HISTORIA. DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
original se conserva en la librería del Escorial, en el
cajón iv, let. B, núm. 21.
DANZA GENERAL.
Prólogo en la tradadacion.
Aquí comienza la Danza general , en la cual íracta cómo la
Muerte avisa á todas las criaturas que paren mientes en la bre-
viedad de su vida, é que della mayor cabdal non sea fecho que
ella meresce. E asimesmo le dice é requere que vean é oyan
bien lo que los sabios pedricadores les dicen é amonestan de
cada día , dándoles bueno é sano consejo , que pugnen en facer
buenas obras, porque hayan complido perdón de sus pecados.
E luego siguiente, mostrando por experiencia lo que dice, lla-
ma é requere á todos los estados del mundo que vengan, de su
buen grado ó contra su voluntad. Comenzando, dice ansí :
DHJE LA MUERTE.
Yo só la Muerte cierta á lo-das criaturas
Que son é serán en el mundo duraute;
Demando y digo : ; Oh home! ¿ Por qué curas
De vida tan breve, en punto pasante?
Pues non hay lan fuerte nin recio gigante,
Que deste mi arco se pueda amparar,
Conviene que mueras, cuando lo tirar,
Con esta mi frecha cruel, traspasante.
¿Qué locura es esta tan magniilesta?
¿Qué piensas tú, home, que el otro morra
É tú quedarás, por ser bien compuesta
La tu complision, é que durará?
Non eres cierto, si en punto verná
Sobre ti á deshora alguna corrupción ,
De landre ó carboneo ó tal ¡nficion,
Poique el tu vil cuerpo se desatará.
O piensas por ser mancebo valiente,
O niño dedias, que á lueñe estaré,
E fasta que llegues á viejo impotente,
La mi venida me detardaré.
APÉNDICE II. 37$
Avísate bien que yo llegaré
A lí á deshora, que non he cuidado,
Que tú seas mancebo ó viejo casado,
Que cual te fallare , tal te levaré.
La plática ser pura verdad
Aquesto que digo, sin otra fallencia,
La Sancta Escriplura con certenidad
Da sobre todo su firme sentencia ;
A todos diciendo : Faced penitencia,
Que á morir hahédes , non sabédes cuándo ;
Si non ved el fraire que eslá pedricando ,
Mirad lo que dice de su grand sabiencia.
DICE EL PEDRICADOft.
Señores honrados, la Santa Escriplura
Demuestra é dice que todo home nacido
Costará la muerte, maguer sea dura,
Ca trujo al mundo un solo bocado.
Ca papa ó rey ó obispo sagrado ,
Cardenal ó duque excelente,
O emperador con toda su gente ,
Que son eu el mundo de morir han forzado.
DUEÑO É SANO CONSEJO.
Señores, punad en facer buenas obras,
Non vos fiédes en alios estados,
Que non vos valdrán tesoros ni doblas
A la Muerte, que tiene sus lazos parados.
Gemid vuestras culpas, decid los pecados ,
En cuanto podádes con satisfacion ,
Si querédes haber cumplido perdón
l)e aquel que perdona ¡os yerros pasados.
Faced lo que digo, non vos detardédes,
Que ya la Muerte escomienza á ordenar
Una danza esquiva , deque non podédes
Por cosa ninguna que sea escapar ;
A la cual dice que quiere levar
/lodos nosotros, lanzando sus redes;
Abrid las orejas, que agora oirédes
De su churumbela un triste cantar.
376 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
DICE LA MUERTE.
A la danza mortal venid los nacidos,
Que en el mundo soes, de cualquiera estado;
El que no quisiere á fuerza é amidos
Facerle he venir muy tosté parado,
Pues que ya el fraire vos ha pedricado,
Que todos vayáis á faser penitencia ;
El que non quisiere poner diligencia ,
Por mí non puede ser mas esperado.
(Primeramente llama á su danza á dos doncellas. )
Esta mi danza trae de presente
Estas dos doncellas que vedes fermosas,
Ellas vinieron de muy mala mente
A oír mis canciones , que son dolorosas :
Mas non les valdrán flores é rosas,
Nin las composturas que poner solían ;
De mí , si pudiesen , partir se querrían ,
Mas non puede ser, que son mis esposas.
A estas é á todas por las aposturas
Daré fealdad la vida partida ,
E desnudedad por la vestidura
Por siempre jamás muy triste aborrida ;
E por los palacios daré por medida
Sepulcros escuros, de dentro fedientes,
E por los manjares gusanos royentes ,
Que coman de dentro su carne podrida.
E porque el Santo Padre es muy alto señor,
Que en todo el mundo non ha su par,
E desta mi danza será guiador,
Desnude su capa , comience á sotar;
Non es ya tiempo de perdones dar,
Nin de celebrar en grande aparato ;
Que yole daré en breve mal rato.
Danzad , Podre santo, sin mas detardar.
DICE EL l'ADKK SANTO.
; Ay de mi triste, qué cosa tan fuerte !
A yo, que tractaba con gran prelacia .
Haber de pasar agora la muerte,
E non me valer lo que dar solía ;
Beneficios é honras é grand señoría
APÉNDICE H. 377
Tove en el mundo, pensando vevir;
Pues de tí , Muerte, non puedo luir,
Valme Ihesucristoé la Virgen María.
HICE LA MUERTE.
Non vos enojédes, señor Padre Santo,
De andar en mi danza , que tengo ordenada ;
Non vos valdrá el bermejo manto ,
De lo que fecistes hahrédes soldada ;
¡Non vos aprovecha echar la cruzada ,
Proveer de obispados nin dar beneficios ,
Aquí morirédes sin laser mas bollicios. —
Danzad, imperante, con cara apagada.
DICK EL EMPERADOR.
¿Qué cosa es esta que atan sin pavor
Me lleva á su danza á fuerza , sin grado?
Creo que es la Muerte, que non ha dolor
De home , que grande ó cuitado,
Non hay ningund rey nin duque esforzado.
Que della me pueda agora defender;
Acorredtne todos, mas non puede ser,
Que ya tengo della todo el seso turbado.
DICE LA MUERTE.
Emperador muy grande, en el mundo potente
Non vos cuitédes , ca non es tiempo tal
Que librar vos pueda imperio nin gente ,
Oro nin plata , nin otro metal ;
Aquí perderédes el vuestro cabdal ,
Que atesorastes con grand tiranía ,
Faciendo batallas «de noche y dedia» ,
Morid, non enredes. — Venga el Cardenal.
HICE E!. CARDENAL.
¡ Ay Madre de Dios! nunca pensé ver
Tal danza como esta, á que me fasen ir;
Querría, si pudiese, la muerte eslorcer,
Non sé dónde vaya , comienzo á tremer ;
Siempre trabajé , noctar y escrebir.
Por dar beneficios á los mis criados ,
Agora mis miembros son todos torbados .
Que pierdo la vista é non puedo oir.
378 HISTORIA DE LA LITKRATfJRA ESPAÑOLA.
DICE LA MUERTE.
Reverendo padre, bien vos avisé
Que a<|ui habriudes por fuerza á llegar,
En esla mi danza , en que vos faré
Agora ahina un poco sudar;
Pensasles el mundo por vos Irastornar ,
Por llegar á papa é ser soberano,
Mas non lo serédes aqueste verano. —
Vos, rey poderoso, venid á danzar.
DICE EL RE7.
Valia , valia , los mis caballeros ,
Yo non querría ir á tan baja danza;
Llegad vos con los ballesteros,
Amparadme lodos por tiier/.a de lanza;
Mas ¿qué es aquesto que veo en balanza,
Acortarse mi vida é perder los sentidos?
El corazón se me quebra con grandes gemidos,
Adiós, mis vasallos ; que muerte me trauza.
DICE LA MUERTE.
¡ Ay fuerte tirano, que siempre robastes
Todo vuestro reino ó lenohistesel arca!
De faser justicia muy poco curastes ,
Segunt es notorio por vuestra comarca ;
Venit para mí , que yo só monarca ,
Que prenderé á vos é á otro mal alto ;
Llegad á la danza cortés en un salto,
En pos de vos venga luego el Patriarca .
DICE EL PATRIARCA.
Yo nunca pensé venir á tal pinito,
Nin estar en danza tan sin piadad ,
Ya me van privando, segunt que barrunto,
De beuelicios é de dignidad.
¡Oh home mesquino, que en grand ceguedad
Andove en el mundo, non parando mientes ,
Cómo la Muerte, con sus duros dientes,
Roba á lodo lióme de cualquier edad!
apéndice a. 379
DICE LA MUERTE.
Señor Patriarca , yo nunca robé
En alguna parle cosa que non deba ;
De matar á lodos costumbre lo lie,
De escapar alguno de mi non se atreva;
Esto vos ganó vuestra madre Eva
Por querer gostar fructa devedada ,
Poned en recabdo vuestra cruz dorada ;
Sígase con vos el Duque , antes que mas veva.
DICE EL DUQUE.
¡ Oh, qué malas nuevas son estas, sin falla,
Que agora me traen : que vaya á tal juego!
Yo tenia pensado de laser batalla;
Espérame un poco, Muerte, yo te ruego.
Si non te detienes, miedo he que luego
Me prendas ó me males , habré de dejar
Todos mis deleites , ca non puede estar
Que mi alma escape de aquel duro fuego.
DICE LA MUE11TE.
Duque poderoso, ardite valiente,
Non es ya tiempo de dar dilaciones»
Andad en la danza con buen continente,
Dejad á los otros vuestras guarniciones;
Jamás non podrédes cebar los halcones,
Ordenar las justas nin faser torneos;
Aquí habrán fin los vuestros deseos.—
Venit, Arzobispo, dejal los sermones.
DICE EL ARZOBISPO.
¡Ay Muerte cruel! ¿qué te merescí,
O porqué me llevas tan arrebatado?
Viviendo en deleites, nunca te temí,
Fiando en la vida , quedé engañado ;
Mas si yo bien rigera mi arzobispado,
De tí non hobiera tan fuerte temor;
Mas siempre del mundo fui amador.
Bien sé que el ¡níierno tengo aparejado.
380 HISTORIA DK LA LITERATURA ESPAÑOLA.
MCE LA MUERTE.
Señor Arzobispo, pues tan nial registes
Vuestros subditos é cleresia ,
Gostad amargura por lo que comistes ,
Manjares diversos con grand golosía ;
Estar non podrédes en Santa María
Con palo romano en pontifical ;
Venit a mi danza, pues soes mortal. —
Pase el Condestable por otra tal via.
DICE EL CONDESTABLE.
Yo vi muchas danzas de lindas doncellas,
De (hienas fermosas de alto linaje .
Mas, segunt me paresce, non es esta dellas,
Ca el tañedor trae feo visaje ;
Venid , camarero, desid á mi paje
One traiga el caballo, que quiero fuir :
Que esta es la danza que disen morir ;
Si della escapo tenerme han por saje.
DICE I.A MUERTE.
Fuir no conviene al que ha de estar >piedo;
Estad, Condestable .dejat el caballo,
Andad en la danza alegre, muy ledo,
Sin faser ruido, ca yo bien me callo:
Mas verdad vos digo que al caniar del gallo
Serédes tornado de otra fisura.
Allí perderédes vuestra fermosura.—
Venit vos , Obispo, á ser mi vasallo.
DICE EL OBISPO.
Mis manos apriete de mis ojos lloro,
Porque soy venido á tanta tristura ;
Yo era abastado de plata y de oro.
De nobles palacios é mucha folgura;
Agora la muerte con su mano dura
Tráeme en su danza medrosa, sobejo.
Parientes, amigos, ponedme consejo
Que pueda salir de ta! angostara.
APÉNDICE H. 381
DICE LA MUERTE.
Obispo sagrado, que Tuestes pastor
De ánimas muchas por vuestro pecado,
Ajuicio irédes ante el Redentor,
E darédes cuenta de vuestro obispado;
Siempre anduvistes de gentes cargado
En corte de rey é fuera de igreja,
Mas yo gorsiré la vuestra pelleja. —
Venit , caballero que estádes armado.
DICE EL CABALLERO.
A mi noa paresce ser cosa guisada
Que deje mis armas é vaya á danzar
A tal danza negra , de llanto poblada ,
Que contra los vivos quisiste ordenar;
Segunt estas nuevas , conviene dejar
Mercedes é tierras que gané del Rey ;
Pero á la fin sin dubda non sey
Cuál es la carrera que habré de llevar.
DICE LA MUERTE.
Caballero noble, ardite ligero,
Fased buen semblante en vuestra persona,
Non es aquí tiempo de contar dinero,
Oid mi canción, por qué modo entona;
Aquí vos faré correr la atahona ,
E después verédes cómo ponen treno
A los de la banda que roban lo ajeno. —
Danzad , abad gordo, con vuestra corona.
DICE EL ARAD.
Maguer provechoso só á los religiosos,
De tal danza, amigos, yo non me contento;
En mi celda había manjares sabrosos,
De ir non curaba comer á convento ;
Darme hédes signado como non consiento
De andar en ella, ca he gran rescelo,
E si tengo tiempo, provoco y apelo;
Mas non puede ser, que ya desatiento.
382 HISTORIA OE LA LITERATURA ESPAÑOLA,
DICE LA MUERTE.
Don Abnd bendicto, Colgado, vicioso,
Que poco curaste de vestir celicio,
Ahrazadme agora , serédes mi esposo,
Pues que deseastes plaseres é vicio;
Ca yo só bien presta á vuestro servicio,
Habedme por vuestra, quitad de vos safia ,
Que mucho me piase en vuestra compaña. —
E vos, escudero, venit al oficio.
DICE EL ESCUDERO.
Dueñas é doncellas, Imbed de mí duelo,
Que lácenme por fuerza dejar los amores ;
Echóme la Muerte su sotil anzuelo,
Fácenme danzar danza de dolores ;
Non traen por cierto firmalles nin flores.
Los que en ella danzan , mas grand fealdad.
¡Ay de mí cuitado, que en gran vanidad
Andove en el mundo, sirviendo señores !
DICE LA MUERTE.
Escudero polido, de amor sirviente ,
Dejad los amores de todo persona,
Venid, ved mi danza é cómo se a dona ,
E á los que danzan acompañaf édes ;
Mirad su figura , tal vos tornarédes . .
Que vuestras amailas non vos querrán ver";
Habed buen conhorte , que así ha de ser. —
Venit vos , Dean , non vos correrédes.
DICE F.L DEAN.
¿Qu'es aquesto, que yo de mi seso salgo?
Pensé de fuir, é non fallo carrera ,
Grand renta tenia é buen deanasgo,
E mucho trigo en la mi panera;
Allende de aquesto, estaba en espera
De ser proveído de algund obispado;
Agora la muerte envióme mandílelo,
Mala señal veo, pues fasen la sera.
apBxmce i!. 383
DICE LA MUERTE.
Don rico avarienlo, Dean muy ufano,
flue vuestros dineros trocasles en oro,
A pobres é á viudas cerrasles la mano,
E mal despendisles el vuestro tesoro;
Non quiero que eslédes ya mas en el coro ;
Salid luego fuera sin otra peresa;
Yo vos mostraré venir á pobresa. —
Venit, merendero, á la danza del lloro.
!)íf.fí El. MERCADERO.
¿A quién dejaré todas mis riquezas
E mercadurías, que traigo en la mar?
Con muchos traspasos é mas sotilezas
Gané lo que tengo en cada lugar.
Agora la muerte vínome llamar;
¿Qué será de mi? Non sé qué me faga.
Olí muerte, tu sierra á mí es grand plaga ;
Adiós, mercaderos, que voyme á finar.
DICE LA MGERTE.
De hoy mas non curédes de pisar en Flándes ;
Estad aquí quedo, é irédes á ver
La tienda que traigo de bubas y landres,
De gracia las dó, non las quiero vender;
Una sola dellas vos fará caer
De palmas en tierra en mi botica,
E en ella entrarédes maguer sea chica.—
E vos, Arcediano, venid al tañer.
DICE EL ARCEMANO.
¡Oh mundo vil, malo é fallescedcro,
Cómo me engañaste con tu promisión !
Prometisteme vida , de tí non la espero;
Siempre mentiste en toda sason.
Faga quien quisiere la vesitacion
De mi arcedianasgo, por que trabajé.
Ay de mi, cuitado, grand cargo tomé;
Agora lo siento, que fasta aquí non.
384 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
MCE I.A MUERTE.
Arcediano amigo, quitad el bonete,
Veuil á la danza suave é honesto,
Ca quien en el mundo sus amores mete,
Él mesmo le fase venir á todo esto;
Vuestra dignidad, segiinl dice el texto.
Es cura d'ánimas é darédes cuenta ;
Si mal las registes, haluvdesafruenta. —
Danzad, Ahogado, dejad el Digesto.
DICE II. ABOGADO.
¿Que fue lior;i . mesquino, de cuanto aprendí,
De mi saber lodoé mi liberar?
Cuando estar pensé , entonce caí ,
Cegóme la muerte, non puedo estudiar ;
Kescelo lie grande de ir al lugar
Do non me valdrá libelo nin fuero:
Peor es, amigos, que sin lengua muero,
Abarcóme la muerte, ¡ion puedo fablar.
MCE I.A MUERTE.
Don falso Abogado, prevalicador,
Que de amas las partes levaste salario,
Véngase vos miente cómo sin lemor
Volvistes la foja por otro contrario ;
El Chino é el Bartolo é el Coletario
Non vos librarán de mi poder mero;
Aquí pagarédes, como buen romero.—
E vos, Canónigo, dejad el Breviario.
HICE EL CA.XÓ.MGO.
Vete agora , Muerte , non quiero ir contigo ;
Déjame ir al coro, ganar la ración ,
Non quiero tu danza nin ser tu amigo,
En folgura vivo, non he turbación ;
Aun este otro día hobe provision
Desta calongía, que me dio el prelado,
Desto que tengo soy bien pagado,
Vaya quien quisiere á tu vocación.
APÉNDICE II. 385
DICE LA MUERTE.
Canónigo amigo, non es el camino
Ese que pensádes; dad acá la mano,
El sobrcpelís delgado de lino
Quitadlo de vos, é irés mas liviano ;
Danos lie un consejo que vos será sano:
Tornadvosá Dios éfased penitencia,
Ca sobre vos cierto es dada sentencia.—*
Llegad acá, Físico, que esláües ufano.
DICE EL FÍSICO.
Mintióme sin dubda el fin l de Avicena,
Que me prometió muy luengo vevir,
Rigiéndome bien á yantar é cena ,
Dejando el beber después del dormir;
Con esta experiencia pensé conquerir
Dineros é plata , enfermos curando,
Mas agora veo que me va llevando
La muerte consigo ; conviene sufrir.
DICE LA MUERTE.
Pensastes vos, Físico, que por Galeno
O don Hipocrás, con sus iiilbrismos,
Seriades librado de comer del tono2,
Que otros gastaron de mas sologisniOS;
Non vos valdrá laser gargarismos ,
Componer jaropes nin tener diecta;
Non sé si lo oisles, yo só la que aprieta. —
Venidos vos, don Cura, dejad los bautismos.
DICE EL CORA.
Non quiero excepciones ni conjugaciones,
Con mis perroquianos quiero yo Colgar,
Ellos me dan pollos é lecliones,
E muchas obladas con el pié de altar ;
Locura seria mis diesmos dejar,
E ir á tu danza, de que non sé parle;
i Lo mismo que «el fino de».
2 7/», que se pronuncia ten, es voz arábiga, que vale tanto como lodo, barro. También
se llamaba ten cierta tierra arcillosa como la de los búcaros, de que se hacia hastaule
uso en medicina durante la edad media, y abunda mucho cu el distrito de Toledo,
Tou. ív. 25
386 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Pero á la fin no sé por cuál arte
Desta tu danza pudiese escapar.
DICE LA MUERTE.
Ya non es tiempo de yaser al sol
Con los perroquianos , bebiendo del vino ;
Yo vos mostraré un re mi fa sol
Que agora compuse de canto muy fino;
Tal como á vos quiero haber por vecino,
Que muchas ánimas tovistes en gremio ;
Segunt las registes habrédes el premio. —
Dance el labrador que viene del molino.
DICE ELLAURADOR.
¿Cómo conviene danzar al villano
Que nunca la mano sacó de la reja?
Busca, si te place, quien dance liviano,
Déjame, Muerte, con otro trebeja ;
Ca yo como tocino, é á veces oveja,
Ees mi oficio trabajo é afán ,
Arando las tierras para sembrar pan ;
Por ende non curo de oir tu conseja.
DICE LA MUERTE.
*" Si vuestro trabajo fué siempre sin arte,
Non fasiemlo furto en la tierra ajena,
En la gloria eternal habrédes grand parte ,
E por el contrario, sufrirédes pena ;
Pero, con todo eso, exponed la melena,
AHegadvos á mi , yo vos buiré 3,
Lo que á otros fice á vos lo faré.—
E vos, monje negro, tomad buen estrena.
DICE EL MONJE.
Loor é alabanza sea por siempre
Al alto Señor, que con piadad me lieva
A su santo reino, adonde contemple
Por siempre jamás la su majestad ;
De cárcel escura vengo á claridad ,
Donde lmbré alearía sin otra tristura ;
Por poco trabajo habré grand folgura. —
Muerte, non me espanto de tu fealdad.
s Buir es aguzar o hacer puntu.
APÉNDICE H. 387
MCE LA MOEÜTB.
Si la regla santa del monje bendicto
Guardastes del modo, sin otro deseo,
Sin dubda tened que soes escripto
En libro de vida , segunt que yo creo ;
Pero si fesistes lo que faser veo
A otros que andan fuera de la regla,
Vida vos darán que sea mas negra. —
Danzad, usurero ; dejad el correo.
DICB EL USURERO.
Non quiero tu danza nin tu canto negro,
Mas quiero , prestando, doblar mi moneda;
Con pocos dineros que m'dió mi suegro,
Otras obras fago, que non uso Beda ;
Cada año los doblo, demás está queda
La prenda en mi cesa, que está por el lodo,
Allego riquezas y arriendo de cobdo;
Por ende tu danza á mí non es leda.
DICE LA MUERTE.
Traidor usurario, de mala conciencia ,
Agora verédes lo que faser suelo;
En fuego infernal , sin mas detenencia ,
Porné la vuestra alma cubierta de duelo ; ■
Allá eslarédes do está vuestro abuelo,
Que quiso usar según vos usasles;
Por poca ganancia mal siglo ganastas. —
E vos , fraire menor, venid á señuelo.
DICE EL FRAIRE.
Danzar non conviene á maestro famoso,
Segunt que yo só en la religion ,
Maguer mendigante, vivo vicioso,
E muchos desean oir mi sermon ;
Decídesine agora que vaya á tal son ,
Danzar non querria, si me das lugar;
¡Ay de mi cuitado! que habré á dejar
Las honras é grado , que quiera ó que non.
338 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
DICE LA. MUERTE.
Maestro famoso , solil é capaz ,
Que en todas arles Cuestes sabidor,
Non vos acuitédes , limpiad vuestra faz,
Que á pasar habrédes por este dolor;
Yo vos lavaré ante un sabidor,
Que sabe las arles sin ningunt defecto,
Sahrédes leer por otro decreplo. —
Portero de oíaza, venid al tenor.
DICE EL PORTERO.
¡ Ay del Rey varones , acorredme agora ,
Llévame sin grado esta muerte brava ;
Non me guardé della , tomóme a deshora ;
A puerta del Rey aguardando estaba;
Hoy en este día al Conde esperaba
Que me diese algo porque le di la puerta;
Guarde quien quisiere ó finqúese abierta,
Que ya la mi guarda uo vale una faba.
DICE LA MUERTE.
Dejad esas voses, llegad vos corriendo,
Que non es ya tiempo de estar en h vela,
Las vuestras baratas yo bien las entiendo,
E vuestra cobdicia porqué modo suena ,
Cerrádes la puerta , demás cuando biela,
Al borne mezquino que vien á librar;
Lo que del levastes habrés á pagar. —
E vos, ermitaño, salid de la celda.
DICE EL ERMITAÑO.
La muerte recelo , maguer que só viejo;
Señor Jesueríslo, á tí me encomiendo,
De los que te sirven tíi eres espejo;
Pues yo te serví , la tu gloria atiendo;
Sabes que sufrí laseria viviendo
En este desierto, en contemplación,
De noche é de día faciendo oración,
E por mas absliuencia las yerbas comiendo.
APÉNDICE H. 389
DICE LA MUERTE.
Fases grand cordura, llamar te ha el Señor,
Que con diligencia pugnasles servir;
Si le servisles, habrédes honor
En su sanio reino, do babés á venir,
Pero con todo esto, habrédes á ir
A esta mi danza con vuestra barbaza;
De matar á todos aquesta es mi caza.—
Danzad, Contador, después de dormir.
DICE EL CONTADOR.
¡Quién podria pensar que tan sin disanto
Había á dejar mi contaduría,
Llegué á la muerte é vi desbarato
Que facia en los homes con grand osadía;
Allí perderé toda mi valía,
Haberes y joyas y mi grand poder,
Fasa libramientos de hoy mas quien quisier,
Ca cercan dolores el ánima mía.
DICE LA MUERTE.
Contador amigo, asi bien vos catádes,
Como por favor, é á veces por don ,
Libraste? hs cuentas, razón es que hayádes
Dolor é quebranto nor tal ocasión;
Cuento de alguarismo nin su division
Non vo terna. i pro, é irédes conmigo;
Andad acá luego, asi vo lo digo. —
E vos, Diácono, venid á lección.
DICE EL DIÁCONO.
Non veo que tienes gesto de lector,
Tú que me convidas que vaya á leer,
Non vi en Salamanca maestro nin doctor
Que tal gesto tenga nin tal parescer;
Bien sé que con arle me quieres facer
Que vaya á tu danza para me malar;
Si esto así es, venga administrar
Otro por mí , que yo vóme á caer.
390 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
DICE LA MUERTE.
Maravillóme mucho de vos, Diacon,
Pues que bien sabédes que es mi doctrina
Malar á todos por justa razón,
E vos esquivádes oír mi bocina;
Yo vos vestiré almática fina ,
Labrada de pino, en que miuistrédes;
Fasta que vos llamen en ella irédes. —
Venga el que recabda, é dance ahina.
DIOE F.L RECABDADOB.
Asaz he que faga en recabdar
Lo que por el Rey me fué encomendado;
Por ende non puedo nin debo danzar
En esta tu danza, que non he acostumbrado;
Quiero ir agora apriesa priado,
Por unos dineros que me han prometido,
Ca he esperado é el plazo es venido;
Mas veo el camino del todo cerrado.
DICE LA MUERTE.
Andad acá luego, sin mas detardar,
Pagad los cohechos que habédes levado,
Pues que vuestra vida fué en trabajar
Cómo robaríedes al home cuitado;
Dar vos he un poyo en que estéis asentado
E fagádes las rentas , que tenga dos pasos;
Allí darés cuenta de vuestros traspasos.—
Venid , Subdiácouo, alegre é pagado.
DICE EL SUUDIÁCOXO.
Non he menester de ir á trocar,
Como fasen esos que traes á tu mando,
Antes de Evangelio me quiero tornar
Estas cuatro témporas que se van liegando;
En lugar de tanto, veo que llorando
Andan todos esos, non fallan abrigo;
Non quiero tu danza , así te lo digo ,
Mas quiero pasar el salterio rezando.
APÉNDICE H. 391
DICE LA MUERTE.
Mucho es supérfluo el vuestro alegar,
Por ende dejad aquesos sermones;
Non tenes maña de andar á danzar,
Nin comer obladas cerca los tisones;
Non iiédes mas en las procisiones,
Do dábades voces muy altas en grito,
Como por enero facia el cabrito. —
Venid, sacristan, dejad las razones.
DICE EL SACRISTAN.
Muerte , yo te ruego que hayas piadad
De mí, que só mozo de pocos dias,
Non conocí á Dios, con mi mocedad,
Nin quise tomar nin seguir sus vias;
Fia de mí , amiga, como de otros fias,
Porque satisfaga del muí que he fecho;
A tí non se pierde jamás tu derecho,
Ca yo iré, si tú por mí euvias.
DICE LA MUERTE.
Don Sacristanejo, de mala picana,
Ya non tenes tiempo de saltar paredes
Nin de andar de noche con los de la caña ,
Faciendo las obras que ves bien sabédes ;
And ir á rondar vos ya non podrédes,
Nin presentar joyas á vuestra señora,
Si bien vos quiere quinte vos agora. —
Venid vos, Habí; acá meldarédes ■».
DICE EL RABÍ.
Helohim é Dios de Abraham ,
Que prometiste la redempcion,
Non sé qué me faga con tan granel afán,
Mándanme que dance é non entiendo el son;
Non ha home en el mundo de cuantos y son,
Que pueda luir de su mandamiento;
Veladme, dayanesy, que mi entendimiento
Se pierde del todo con grand aflicción.
* Meldarédes dice el códice, verbo cuyo significado nos c's desconocido; quizá debió
decir mcldirédes, contracción de me lo duales.
6 Vayan es voz hebraica, que vale tanto como jues, en materias de religion.
392 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
DICE LA MUERTE.
Don Rabí barbudo, que siempre esludiastes
En el Talmud é en los doctores ,
E de la verdad jamás non curastes,
Por lo cual habédes penas é dolores,
Llegad vos acá con los danzadores,
Ed ¡redes por canto vuestra verana6;
Danos han posada con rabí Azá. —
Venid, Alfaqui, dejad los sabores.
DICE El. ALFAQTJÍ.
Sí Alláh me vala , es fuerte cosa
Esto que me mandas agora facer.
Yo tengo mujer discreta graciosa ,
De que he gasajado ó a«as placer;
Todo cuanto tengo quiero perder,
Déjame con ella solamente estar,
De que fuere viejo mándame levar,
E á ella conmigo , e i á ti ploguiere.
DICE LA MUERTE.
Venid vos , amigo , dejad el zalá 7,
Ca el gameño pedricarédes
A los veinte é siete: vuestro capellá ,
Nin vuestra camisa non la-veslirédes
En Meca nin en Layda , y non estarédes
Comiendo buñuelos en alegría;
Busque otro alfaqui vuestra morería —
Pasad vos, santero; veré qué dirédes.
DICE EL SANTERO.
Por cierto, mas quiero en mi ermita vevir
Que non ir allá do tú me dices;
Tengo buena vida , aunque ando ó pedir,
E como á las veces pollos v perdices;
Sé lomar al tiempo bien las codornises
E tengo en mi huerto asaz de repollos;
\ ele. que non quiero tu gato con pollos,
A Dios me encomiendo y á señor San Ueliscs.
C Lo mi«mo que bendición, do baracá.
' Lo mismo que azala ú orador.
APÉNDICE H. 393
DICE LA MUERTE.
Non yos vale nada vuestro recelar;
Andad acá luego vos, don Taleguero,
Que non quisisles la ermita adobar,
Fesistes alcuza de vuestro garguero;
Non vesitarédes la bola de cuero
Con que a menudo solíades beber,
Zurrón nin talega non podrédes traer ,
Nin pedir gallofas, como de primero.
LO QUE DICE LA MUERTE Á LOS QUE KON NOMBRO.
A todos los que aquí no lie nombrado,
De cualquier ley é estado ó condición ,
Les mando que vengan muy tosté priado,
A entrar en mi danza sin excusación ;
Non recibiré jamás excepción ,
Nin otro libelo nin declina! oria ,
Los que bien Asieron habrán siempre gloria ,
Los que contrario, habrán dapnacioo.
DICEN LOS QUE HAN DE PASAR POR LA MUERTE.
Pues que así es que á morir habernos
De necesidad , sin otro remedio,
Con pura conciencia todos trabajemos
En servir á Dins sin otro comedio;
Ca él es principe, fin é el medio
Por do, si le place, habremos folgura,
Aunque la muerte con danza muy dura
Nos meta en su corro en cualquier comedio.
Este poema y los dos anteriores de José el Patriarca y el Rab-
bi Santob, particularmente este último, contienen bastantes
errores, causados por la habitual torpeza é ignorancia de an-
tiguos copiantes. Algunos de ellos se reconocen á primera vista,
y pudieran fácilmente haberse remediado ; pero me ha parecido
que no era propio de un extranjero el engolfarse en un asunto
puramente nacional y filológico. He debido, pues, limitarme á
394 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA."
reproducir dichos poemas de la manera que hoy se encuentran,
y con la puntuación que me ha parecido mas conveniente para
su inteligencia, dejando á los literatos españoles el cuidado de
ilustrarlos y corregirlos. A ellos, y al acendrado patriotismo de
que siempre han dado pruebas muy marcadas, encomiendo la
agradable tarea de publicar de nuevo, así los trozos poéticos con-
tenidos en este apéndice, como también la Crónica rimada, de
Fernán Gonzalez; el Rimado de Palacio, del gran canciller Pero
Lopez de Avala ; el Aviso par a cnerdos, de Diego Lopez de Haro;
las poesías de Juan Alvarez Gato, y tantos otros monumentos de
la antigua literatura como he citado en varios lugares de esta
historia; puesto que, hallándose comunmente, como el poema de
José el Patriarca , en solo un ejemplar, y rara vez en mas de
dos ó tres, están, por consiguiente, expuestos álos muchos pe-
ligros que generalmente corre este género de monumentos, y
pueden ser irremisiblemente perdidos para las letras.
NOTAS
ADICIONES DE LOS TRADUCTORES.
NOTAS Y ADICIONES.
Capítulo i, p. 18. — Moracs se había ya ensayado con un
poema heroico en alabanza de los Sousas, que imprimió en
Córdoba (4696 , 4.°) con el título de Panegyrico historial genea-
lógico de la familia de Sonsa ; consta de 88 octavas reales, en
que el autor refiere las hazañas de aquella antiquísima familia.
Cap. i, p. 19. — Don Pedro de Peralta, Barnuevo, Rocha y
Bcnavidcs, doctor en ambos derechos, catedrático de prima de
matemáticas en la universidad de Lima, y contador de cuentas
y particiones de su audiencia, escribió una Historia de España
vindicada, que se imprimió en Lima (1750, fól. ) por solicitud y
á costa de D. Ángel Ventura Calderón, á quien se la había dedi-
cado. Es un tomo bastante abultado, en que el autor hace la des-
cripción de España, población, lengua y reyes primitivos, de-
fiende la venida y predicación del apóstol Santiago , la aparición
de Ntra. Sra. del Pilar de Zaragoza , vindica la primitiva historia
eclesiástica , y discute largamente de sus mártires , todo con mas
erudición que crítica y de un modo que revela á las claras el es-
píritu dominante de su época. En un segundo tomo, que no llegó
á imprimirse , prosigue, ó mas bien empieza, la historia de Es-
paña.
Al mismo asunto hay otro poema épico , compuesto por el
P.Rodrigo de Valdés, jesuíta, que se imprimió en 1687 con el
siguiente título : Poema heroico hispaiio-latino-panegírico de la
fundación y grandezas de la ciudad de Lima; Madrid, por Anto-
398 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
nio Roman, 4.° ; no tiene mas de notable que el estar escrito en
latin y castellano á un tiempo , y de manera á poderse leer en
cualquiera de los dos idiomas ; esfuerzo raro de ingenio, de que
hay algunos ejemplos en nuestra literatura , y cuando no para
otra cosa, sirve para probar la gran semejanza entre ambos idio-
mas.
Cap. i, p. 19, nota. — El poema de Butrón, mencionado en esta
nota del autor, se intitula : Harmónica vida de Santa Teresa de
Jesús, fundadora de la reforma de Carmelitas Descalzos y Des-
calzas, por el P. Josef Butrón y Muxica; Madrid, por Fran-
cisco del Hierro, 4722, 4.° Es de lo mas disparatado y extra-
vagante que se ha escrito en dicho género. El de Lara se anun-
ció con el pomposo título de El Sol Máximo de la Iglesia, San
Jerónimo, Poema heróyco en octavas ritmas, su autor el Padre
Maestro Fr. Francisco de Lara; Sevilla, por Francisco Sanchez
Reciente, 1726, 4.°
Cap. ii, p. 2G. — Durante todo el tiempo que duró la guerra
de Sucesión, la poesía popular tomó, como era natural, un
giro político , escribiéndose por poetas anónimos infinidad de
versos en que , con la vena satírica propia del pueblo , se ponia
en ridículo a Guido-Staremberg , al general Stanhop, marqués
de las Minas y otros caudillos del ejército aliado. Fieles siempre
á la tradición , y los últimos en abrazar reformas literarias de
gusto extranjero, los que tales composiciones escribían para el
pueblo seguían en todo su inspiración poética ; de manera que
algunas de ellas, aunque escritas por los años de 1717-21 ^le-
van el sello propio de la poesía popular del siglo anterior. Cita-
remos como prueba lostitulos de algunas de estas composicio-
nes las mas notables, como son la zarzuela intitulada La vida es
sueño y Lo que son juicios del cielo, y la de Hacer cuenta sin la
huéspeda; la comedia de El sueño del perro, el entremés de I.os
valientes de la Ampa y Fanfarrón de la Europa, la loa de A ?nas
tinieblas mas luces, Al llanto mas alegría, lascarías de Magda-
lena la loca y María la tonta, los Donayres de Perico y Marica,
el papel intitulado Entre bobos anda el juego, y otros muchos,
que aunque impresos en forma popular, y por consiguiente,
sueltos, se encuentran en colecciones de papeles varios de aque-
lla época. Algunos de los mas chistosos y de los que mas se acer-
ADICIONES Y NOTAS. 39ü
can á la poesía vulgar del siglo anterior reconocen por autor á
un ingenio de esta corte llamado Francisco de Castro, á quien
no cita Baena entre los hijos de Madrid.
Cap. u, p. 35. — Lamentable era por este tiempo el estado
de los estudios en nuestras universidades, como lo prueba Don
Francisco Perez Bayer en dos informes suyos muy extensos é
importantes, redactados de orden de Carlos III, y que permane-
cen aun inéditos. Es el uno de ellos el intitulado : Por la libertad-
de la literatura española. Memorial al Rey Nuestro Señor Don
Carlos ///(1769 , en dos tomos en folio) ; en el que su autor hace
ver cómo los colegios mayores de las universidades de Alcalá,
Valladolid y Salamanca , que en otro tiempo habian dado varo-
nes eminentes á la Iglesia y al Estado , gloria á los tribunales,
fomento y prosperidad á la monarquía , eran á la sazón , por la
inobservancia de sus mismos estatutos, é introducción de otros,
contrarios al espíritu de sus fundadores, causa de la decadencia
y exterminio de las mismas universidades, del general desaliento
de la juventud española , y el único embarazo y obstáculo para
la reforma.
En el segundo, que consta de tres partes, y se escribió en el
año de 4778, Bayer describe menudamente los progresos de la
reforma comenzada en 1771, y que se llevó por fin á cabo, no
sin mucha resistencia por parte de los colegios, en 20 de enero
de 1778. Uno y otro obran originales en nuestro poder, y con-
tienen noticias literarias de mucha importancia.
Cap. ni, p. 44. — El fomo m de la obra de Fr. Nicolás de
J-esus Belando , que comprende la cuarta parte tie la Historia
civil de España, desde el año 1713 aide 1752, se mandó reco-
ger por la autoridad , siendo hoy dia excesivamente raro. Para
obviar á este inconveniente, el célebre jurisconsulto D. Melchor
Macanaz escribió un compendio de lo contenido en dicho tomo,
que , aunque no llegó á imprimirse, circula entre los curiosos, y
se halla frecuentemente llenando el lugar de tercero en ejem-
plares de aquella obra.
Cap. ni, p. 47. — Tenemos á la vista las actas originales de
las sesiones de esta academia, celebradas en casa y bajo la pre-
sidencia de la condesa de Lémus, marquesa de Sarria, D.* Jo-
sefa de Zúñiga y Castro, con las poesías que en ellas se leyeron,
400 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
firmadas de sus respectivos autores. Componían la academia
Luzan, Nasarre, Montiano, Velazquez, Porcel, y otros, como se
puede ver en una nota á la edición de la Poética de Luzan que se
hizo en Madrid en 1789 (p. xix). Duraron sus sesiones, que eran
mensuales , desde el o de enero de 1749 hasta el lo de setiemhre
de 1751. Leyeron poesías el Peregrino (D. Ignacio Luzan), el
Aventurero (D. José Porcel), autor de las Églogas venatorias ci-
tadas por Quintana. Este escribió para la academia un graciosí-
simo papel en prosa, intitulado Juicio lunático, censurando las
obras de sus co-académicos y sus mismas Églogas. De dicho pa-
pel resulta que en la academia del Trípode de Granada era
conocido con el nombre del Caballero de los Jabalíes. Era secre-
tario de la Academia, con el seudónimo de El Humilde , Don
Agustín Montiano y Luyando, de quien hay varias poesías iné-
ditas, así como del Marítimo (D. Luis José Velazquez), del Di-
fícil, conde de Torrepalma; el Justo desconfiado, que parece
ser el abarquer de Moutellano; y otros, como el Sátiro, el
Amusso, el ícaro, el Incógnito, el Remiso y el Zángano, cuyos
verdaderos nombres no hemos podido aun hallar. Del último de
ellos hay un saladísimo vejamen en verso.
Cap. ni, p. 48. — De D. Diego José Velazquez , marqués de
Valdeflores, hemos visto varios trabajos literarios é históricos,
que no han visto la luz pública, y tenemos á la vista un tomo
de cartas autógrafas escritas por el á su grande amigo D. Agus-
tín de Montiano y Luyando , secretario de la Real Academia de
la Historia , durante el tiempo que , por encargo del Gobierno,
recorrió nuaefcras provincias , buscando documentos para una
historia de España, según el método y plan por él concebido. Véa-
se su Viaje de España, Madrid, 1740. Fué Velazquez erudito y la-
borioso en extremo, como lo manifiesta su colección de papeles
y apuntes, conservada en la Academia ; hombre de chispa y de
no vulgar ingenio , de humor algún tanto satírico, y bastante pa-
gado de su propia persona y merecimientos. Adicto á la escue-
la francesa, contribuyó poderosamente, con Luzan, Mayans,
Nasarre y otros, á lo que ellos llamaban el «renacimiento del
clasicismo en la literatura castellana ¡>. En la correspondencia
á que aludimos rara vez alaba, y casi siempre zahiere, á los que
al mismo tiempo que él cultivaban las letras ; verdad es que su
ADICIONAS Tí NO>TAS. 401
carácter, algún tanto adusto y fuerte, debió agriarse en fuerza de
la injusta persecución de que fué víctima, habiendo estado mu-
chos años preso de resultas del ruidoso motin de Esquiladle.
Cap. ív, p. 69, nota 23.- — De lo mucho que escribió este sa-
bio y modesto benedictino tan solo imprimió en vida suya la
defensa que,- con el título de Demostración crítico-apologética,
hizo de las obras del P. Feijóo ; sus demás obras, á excepción
de Las memorias para la historia de la poesía, y alguno que otro
opúsculo publicado por sus aficionados, permanecen aun ma-
nuscritas. Fué el P. Sarmiento una de las lumbreras del siglo ,
y su erudición , verdaderamente inmensa, solamente puede ser
comparada con la de su maestro Feijóo , a quien imitó en la
noble empresa de desterrar vulgares preocupaciones , así en
literatura como en ciencias. Echase de ver en sus escritos un
noble deseo de ser útil á sus iguales , y aunque su estilo es
bastante desaliñado, y adolece de la confusion y repeticiones
consiguientes á quien escribe de corrido y sin intención de dar
sus obras á la imprenta ; aunque de vez en cuando, y en cuestio-
nes literarias principalmente, se deja arrastrar de su patriotismo,
algún tanto exagerado, preciso es confesar que en todos ellos
resplandece la sana crítica y un juicio recto, y que ningún
eclesiástico de su tiempo le aventajó en erudición profana. Re-
suelto á no dar sus trabajos á la imprenta, pasó su vida copiando
sus propios escritos para repartirlos entre unos pocos admira-
dores que concurrian diariamente á su celda. Fué en esto tan
minucioso, que en 28 de noviembre de 4767, cinco años antes de
su muerte, ocurrida á 7 de diciembre de i 772, hizo de su puño y
letra un resumen ó catálogo de todas las obras que habia escrito
en aquella época, señalando escrupulosamente la fecha de cada
una y el número de pliegos de que constaba , resultando que
á los 72 años de su edad habia escrito mas de 3,000 pliegqs
marquilla á varios asuntos. A la vista tenemos, original y autó-
grafa, dicha noticia , ó mas bien efemérides , en la que están
igualmente apuntados algunos sucesos de su vida , comenzando
de esta manera : Catálogo de los pliegos que yo, Fr. Martin Sar-
miento, benedictino y profeso en San Martin de Madrid, he es-
crito de mi mano, pluma y letra sobre diferentes asuntos. Dice
que nació el 8 de marzo de 1695 y que fué bautizado el 19 con
tom. ív. 26
402 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
el nombre de Pedro José; que el 3 de mayo de 1710 salió de
Pontevedra para esta corte á vestir el santo hábito ; que á últi-
mos de octubre del siguiente fué al colegio de Irache, en Navar-
ra , á estudiar artes, y á mediados de abril de 1714 á San Vi-
cente de Salamanca á estudiar teología. A primeros de junio
de i 7 16 volvió á Madrid, y en 1720 por noviembre salió para
Asturias, parando cinco años en Zelorrio. En 1754 salió de Ma-
drid para Pontevedra, donde pasó algunos años acopiando pre-
ciosos materiales para una descripción física del reino de Gali-
cia, estudiando la lengua y costumbres de sus habitantes, y
reuniendo datos arqueológicos de la mayor importancia.
Cap. iv, p. 75. — La edición délas Noches lúgubres, hecha
en Barcelona en 1804, tiene añadidos varios papeles satíricos del
coronel Cadalso , como la Guia de hijos de vecino y forasteros
para este año, el que viene y todos los demás, etc. ; una carta es-
crita á nombre de una señora andaluza , cuyo marido se hallaba
en la corte, y al parecer no bien entretenido, exhortándole á
que vuelva cuanto antes al hogar doméstico ; y por último, los
Anales de cinco dias, ó Carta de un amigo á otro , que es una in-
vectiva harto punzante contra el lujo, modas y usos importados
de allende el 'Pirineo.
Cap. v, p. 1 14, nota 14. —Desde que el autor anglo-america-
no escribía esta nota, pagando así tributo al mérito y virtudes
sociales del ilustre vate, á quien parece haber conocido y tra-
tado durante su permanencia en la Península, la muerte nos le
ha arrebatado, y susamigos y admiradores han debido vestir luto
por él, el 1 1 de abril último. Poco mas de dos años antes, el 25 de
marzo de 4855, Quintana recibía de sus compatriotas una de
aquellas recompensas que muy de tarde en tarde suelen conce-
derse al talento: era públicamente coronado por mano de S. M.,
y la corona de oro que ciñó sus plácidas sienes, legada por él
mismo á la Real Academia de la Historia, habia solemnemente de
depositarse allí como un monumento de la mayor prez y estima.
Cap. vi, p. 116, nota 6. — Escribió este autor no pocas co-
medias, de las que hemos visto sueltas como unas catorce, to-
das ellas, á excepción de El Paulino, en el género bastardo que
cultivaron Zamora y Cañizares. La Tutor a de la Iglesia y Doc-
tora de la Ley, en tres partes, fué agriamente censurada por
ADICIONES Y NOTAS. 403
los redactores del Diario de los literatos, contestándoles Añor-
be en el prólogo á una zarzuela intitulada Júpiter y Dañas, im-
presa en 1638 y dedicad» á D. Pedro Vedoya. Su principal ar-
gumento consiste en citas de Lope de Vega y Suarez de Figue-
roa y otros, que , despreciando las reglas del arte , se dedicaron
exclusivamente á dar gusto al público. En 1740 imprimid su
Paulino en imitación del China de Corneille , declarando en el
prólogo que el principal motivo que le habia movido á salir del
camino castellano fué el haberse di^ho delante de él que no ha-
bia ingenio español que supiese hacer una tragedia conforme á
las leyes de Horacio y á la práctica de Corneille en su Cinna, y
que lo intentó con todas sus fuerzas, violentando su ingenio á lo
que no era de su genio.
Apéndice A, p. 490, sobre el origen de la lengua castellana. —
A la luminosa, cuanto erudita disertación que nuestro autor con-
sagra á los orígenes de nuestra habla castellana, poco ó nada
tenemos que añadir ó reparar. No estamos, sin embargo, con-
formes con la division y clasificación de todas las voces de nues-
tra lengua, hecha por el P. Sarmiento , á que el autor se refiere
en lap. i 90 de dicho apéndice. Creemos no ser tantas como él su-
pone las llamadas eclesiásticas ó griegas, y mayor el número de
septentrionales, si por tales han de entenderse todas aquellas que
tienen origen teutónico , ya se introdujesen en España por los
godos , ya viniesen por' medio del francés y provenzal. Al pro-
pio tiempo somos de opinion que el elemento oriental no pue-
de suficientemente ser apreciado y calculado, mientras no se
haga un estudio formal y detenido de la lengua castellana en
sus primeros períodos. Verificóse en el siglo xvi, propiamente
llamado « el siglo de oro de nuestra literatura » , una verdadera
revolución en la lengua , la cual se latinizó mucho mas de lo que
ya lo estaba, gracias á los esfuerzos hechos por nuestros mejores
escritores para amoldar su frase y su dicción á la de los clásicos
latinos. Formado mas tarde el diccionario de autoridades de la
lengua castellana, sobre las obras de escritores considerados clá-
sicos, y cuyo principal trabajo consistió en descartar todas aque-
llas voces que tenian sabor arábigo, debió naturalmente resul-
tar que las palabras en él incluidas no representasen, ni con mu-
cho, el estado de la lengua en sus diferentes períodos. ¿No se
404 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
añaden cada dia voces de origen extranjero , dándoles, por de-
cirlo así, carta de naturaleza, y agregándolas al caudal de la
lengua? ¿Porqué, pues, privar de ella * infinitas voces usadas por
escritores de los siglos xiv y xv , y que se encuentran aun usa-
das por el vulgo en algunas provincias? A nuestro modo de ver,
el Diccionario académico debiera ser un vasto repertorio de toda
palabra, hablada ó escrita, que pertenezca ó haya pertenecido á
la lengua, por mas que la neta de anticuada nos indique que ya
no está en uso. No sucedería entonces lo que ahora sucede, que
á cada libro antiguo es necesario hacerle su correspondiente
glosario , si los lectores han de entenderle.
Reducido, pues, el elemento oriental á la parte que hoy dia
ocupa en el Diccionario de la Academia Española, no puede du-
darse que no forma, ni con mucho, la décima parte de las voces
de la lengua; pero si se agregan á él las infinitas que han estado en
uso antes del siglo xvi y han sido posteriormente expulsadas del
idioma, fuerza será convenir que su número es mucho mayor.
No es decir por esto , como han pretendido algunos , que la len-
gua arábiga haya contribuido mucho á la formación del romance
castellano. Aserción es esta que , aunque repetida hasta la sa-
ciedad , es errónea é infundada, pues una lengua de índole com-
pletamente diversa , que no ha dado á la nuestra sino muy po-
cos verbos , una sola preposición y alguna que otra interjección,
no puede decirse, sin cometerun solecismofilológico, que ha ser-
vido para la formación del castellano. Lo que sí hay es, que, su-
periores á nosotros en civilización y cultura, así como en artes y
comercio, los árabes introdujeron en España infinidad de voces
de agricultura, industria, comercio y artes , y que las ciencias
mismas, la medicina, la botánica, química y astronomía, la ar-
quitectura, y hasta los oficios mecánicos, tenían hasta mediados
del siglo xv una nomenclatura exclusivamente arábiga, que des-
pués se ha sustituido con la latina.
Apéndice B, p. 493. — Aunque en todo conformes con la
doctrina y opiniones de nuestro autor en lo que respecta á las
colecciones de poesía popular, conocidas con el nombre de Ro-
manceros, habremos de advertir alguna que otra omisión, naci-
da principalmente de no haber el Sr. Ticknor tenido presentes
y á un tiempo las varias ediciones de estos rarísimos libros. Tam-
aligiomjs y \otas. 405
poco podemos lisonjearnos de haberlas visto todas ; pero tenien-
do algunas de ellas á la vista, y valiéndonos de los excelentes
trabajos publicados ya porlosSres. Duran y Wolf, vamos á acre-
centar, en cuanto nos sea posible, la curiosa cuanto intrincada
bibliografía de nuestros romanceros.
Y en primer lugar , la opinion de que la Silva de varios ro-
mances, impresa en Zaragoza, por Esteban G. de Nájera, 1550,
es la edición príncipe de dicho libro, y la que sirvió de tipo á la
publicada sin fecha, en Ambéres, por Martin Nució; opinion de
que nosotros mismos participábamos, antes de haber leido las
eruditas investigaciones de D. Fernando José Wolf ( Primavera
y flor de romances, prólogo) , habrá de abandonarse en vista de
los argumentos y pruebas presentadas por este distinguido lite-
rato. Por mas natural y probable que nos parezca aquella , aten-
dida la práctica casi constante en este género de publicaciones,
que se hacían primero en la Península, y se reproducían después
en Flándes y en Italia, habremos de convenir en que con este
notabilísimo libro sucedió todo lo contrario, y que la primera
edición de la Silva se hizo fuera de España. Repetimos que tal
es el convencimiento que han dejado en nuestro ánimo las sóli-
das razones del bibliófilo alemán.
Pedro de Flores, editor de la sexta parte, y que, ano dudarlo,
es el mismo que mas tarde reunió las nueve en un solo tomo,
habia antes impreso en Lisboa untomito en 12.° con el siguiente
título: Ramillete de flores; cuarta, quinta y sexta parte de flor de
romances nuevos, hasta agora nunca impresos , 4593. Era, según
parece , continuación de otro tomo, intitulado Primera , segunda
y tercera parte de la Flor de romances, etc. , que algunos años
antes habia dado á luz el cronista Pedro de Moncayo , natural,
á loque creemos, de Borja de Aragón , y no de Berja, como
comunmente se lee escrito. El mismo Moncayo habia antes im-
preso por separado (Huesca , 1589, 12.°) la primera parte, mas
tarde las dos , y por último las tres , si bien es de suponer que
al verificarlo no hizo mas que refundir las colecciones anterior-
mente publicadas por los valencianos Andrés Villalta y Felipe
Mey.
Mas al mismo tiempo que Flores publicaba su continuación,
saha á luz otra hecha por Sebastian Velez de Guevara, con el
406 HISTORIA BE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
título de Cuarta y quinia partes, si bien distintas en todo de
aquellas, como puede fácilmente inferirse de la circunstancia
de haberse compilado é impreso en diferentes puntos las dos
colecciones , aquella en Lisboa, esta en Burgos. Viene en se-
guida la Sétima, de Francisco Enriquez, Madrid, iodo, y Tole-
do, 1593, 12.°; la Octava, de Luis de Medina, Toledo, 4596, 4-2.°,
y una Novena (Madrid, 1597, 12.°), de colector anónimo. La
sétima y oclo,va reunidas se reimprimieron en Alcalá, 4597, 42.°;
y por último, con los romances de estas nueve partes, no ínte-
gras, sino algo alteradas, formó mas tarde Pedro de Flores su
Romancera General, impreso en Madrid, 1600, 4.°, aunque hay
motivos para sospechar que también se imprimió antes, en 1599.
Apéndice B, p. 498. — A lo que nuestro autor dice acerca de
las varias ediciones del Romancero General, añadiremos que
en 4602 salió á luz en Medina del Campo, impresa por Juan
Godinez de Milus , una nueva y segunda edición en 4.° de las
nueve partes primitivas, aumentadas con otras cuati o. Brunet, en
su Manuel du libraire, t. iv, p. 17, dice equivocadamente que
son diez y seis las partes , no siendo en realidad mas que trece.
A esta segunda edición siguió de cerca otra tercera, hecha en
Madrid por Juan déla Cuesta, 1604, 4.°, que, aunque con la acos-
tumbrada nota de añadido y aumentado, no contiene mas ni
menos que la anterior. Viene, por último, la de 4644, reproduc-
ción servil de las dos anteriores, y en que por primera vez apa-
rece en la portada el nombre del colector Pedro de Flores, li-
brero ó mercader de libros, que ya en 4595 había hecho im-
primir en Lisboa por Antonio Alvarez, en 12.°, Ya. cuarta, quinta
y sexta partes del Ramillete de flores, según queda dicho ante-
riormente.
Apéndice B, p. 499. — De la colección de romances formada
por Flores hay cuatro ediciones distintas, cuando no cinco,
puesto que, según dejamos ya sentado anteriormente, hay fun-
damento para creer se imprimió en 4599. La primera conocida
lleva el título de Romancero General, en que se contienen todos
los romances que andan impresos cu las nueve partes de roman-
ceros : aora nuevamente impreso , añadido y enmendado. Ma-
drid , 4600 , 4 .°, con licencia y tasa de 46 de diciembre de 4599.
La segunda es de Medina del Campo, Juan Godinez de Mi-
ADICIONES V NOTAS. 407
llis, 1602, 4.° La tercera está encabezada : Romancero General,
en que se contienen todos los romances que andan impresos. Aora
nuevamente añadido y enmendado. Año de 1604. Con licencia.
En Madrid, por Juan de la Cuesta. Véndese en casa de Fran-
cisco Lopez. Tomo en 4.", á dos columnas, de 499 hojas, con 7
mas de tabla y 4 de preliminares. Contiene, además de las nue-
ve partes anteriores, otras cuatro, hasta trece. Licencia á Fran-
cisco Lopez, mercader de libros, fecha en Madrid a 16 de fe-
brero de 1601. Tasa, fecha en Valladolid á 11 de setiembre
de 1604. Fe de erratas, firmada por el licenciado Murcia de la
Llana, en Alcalá á 2o de agosto de 1604. Advertencia del bi-
bliopola Francisco Lopez al lector (Madrid 50 de setiembre de
1604), en la que, después de anunciar que el tomo « contiene,
repartidos en trece partes , los romances que han sido oidos y
aprobados generalmente en España » , añade : « Y de aquí he
cobrado ánimo para exponerlos á la mas rigurosa censura, que
es la de la lección, pues agora escritos y desnudos del adorno
de la música , por fuerza se han de valer por sí solos y de las
fuerzas de su virtud. » Otra cuarta y última edición es la cono-
cida con el título de Romancero General, etc., ahora nueva-
mente añadido y enmendado por Pedro Flores. Año de 1614. En
Madrid, por Juan de la Cuesta. A costa de Miguel Martinez. Es
reimpresión textual de la anterior, hecha á plana y renglón, y
la única y primera, según queda dicho , en que aparece en la
portada el nombre del colector.
La edición de 1604 va generalmente acompañada de un se-
gundo tomo , publicado por Miguel de Madrigal , y en el cual se
incluyeron bastantes poesías que no son romances. Su título ín-
tegro es : Segunda parte del Romancero General y Flor de di-
versa poesía, recopilados por Miguel de Madrigal. Dirigida á
Doña Catalina Gonzalez, mujer del licenciado Gil Ramirez de
Arellano, del Consejo Supremo de su Majestad. Armas de los
Arellanos. Año 160o. Con privilegio, en Valladolid, por Luis
Sanchez. Tasa en Valladolid á 11 de julio de 1605. Aprobación
de Antonio de Herrera de 20 de octubre del mismo año. Licen-
cia para imprimir de 12 de noviembre. Dedicatoria sin fecha.
Tomo en 4.°, de 220 hojas, con 4 mas de tabla y otras 4 de pre-
liminares. Hasta el folio 120 inclusive son romances, lo restante
HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
del toma hasta el fin son canciones, sonetos, octavas y versos
largos.
Apéndice C, p. 202. — Esta cuestión de la legitimidad de las
cartas atribuidas al bachiller Cibdareal ha sido tratada con mu-
cha crítica y erudición por el Sr. marqués de Pidal , en un
artículo de la Revista española de ambos mundos, correspon-
diente al mes de julio de 1854, f. n , pp. 257-80. No todos los
argumentos que presenta Mr. Ticknor para probar la completa
falsificación de las Car-tas le parecen igualmente aceptables á
nuestro crítico ; pues aun cuando admite la falsificación de la
supuesta edición de 1499 , y reconoce también la interpolación
de varios pasajes que, por referirse á la familia y ascendencia de
los Veras, persuaden á que el conde de la Roca, y no otro, fué el
verdadero autor de ellos, rechaza la suposición de que el Centón
todo sea obra de dicho escritor. «Mientras no se descubra, dice
en sustancia, el verdadero objeto que este pudo tener, aparte del
engrandecimiento y glorias genealógicas de su familia, no se con-
cibe que se tomase tan improbo trabajo como el de acomodar su
estilo, algún tanto enfático y amanerado, al sencillo y familiar
del tiempo de D. Juan II; puesto que pudo muy bien, viniendo á
sus manos algún cartulario de persona residente en dicha corte
(ya fuese médico del Rey ó no , se llamase Cibdareal ó de otra
manera), alterarlo de manera á introducir en él noticias relati-
vas á su propia familia; noticias, por cierto, que, comparadas con
las de otros escritores de linajes, resultan ser completamente
falsas y gratuitas.» Este, si no estamos equivocados, es el modo
que nuestro amigo el Sr. Marqués tiene de considerar la cues-
tión , negando, por lo tanto, la completa falsificación de las Car-
tas ; de manera que si algún crítico se tomase el trabajo , no li-
gero por cierto, de estudiar detenidamente los giros y modismos
del Centón , analizar su sintaxis y compararla con la de otros
escritos de la misma época, y al hacerlo así, hallase esas contra-
dicciones y veleidades, que rara vez se encuentran en un escritor
original , caería por tierra el principal argumento del Marqués,
y se probana que el Epistolario es, por mas que á primera vista
nos parezca empresa punto menos que imposible , obra exclusi-
va del conde de la Roca. No disimulamos que tal es nuestra
convicción ; la inexactitud de la mayor parte de los hechos his-
AffifclttKES V NOTAS. 409
tóricos, no tornados de la crónica de Di Juan lí, nos parece
probada ; por otra parte, cuando las cartas están conformes con
ella, lo están de manera, que alejan toda suposición de que pu-
diesen escribirse de otro modo que teniendo á la vista la crónica
de D. Juan ; de manera que no nosquedaria absolutamente otro
argumento en prueba de su autenticidad parcial que la particu-
lar gracia , aplomo y espontaneidad con que parecen escritas.
Apéndice D, p. 207. — La última parte de este apéndice
(pp. 218-32) son nuevas observaciones del autor, contestando
á dos artículos de D. Adolfo de Castro en defensa de su Busca-
pié, publicados en los números del fleraldo correspondientes
al 40 y 18 de octubre de 185o. Hanse insertado aquí á ruegos
del autor, quien, á últimos de 1855, nos las remitió para su pu-
blicación , no ya escritas en inglés como el resto de la obra , sino
en castellano y de la manera que las hallarán nuestros lectores.
A esto añadiremos que . habiendo nosotros , los traductores,
ilustrado en cuanto nos era posible algunas de las muchas cues-
tiones literarias suscitadas en esta obra, parecía natural que
consignásemos también nuestra opinion en asunto que tanto ha
llamado la atención , y sobre el cual se ha escrito no poco. Se-
remos breves : El Buscapié es , á nuestro juicio, un juguete li-
terario del Sr. Castro, quien sin duda se propuso divertirse á costa
de sus muchos amigos y cofrades en el estudio de las letras. Hay
cierta vanidad literaria en embaucar á los que de críticos se pre-
cian y se llaman maestros en estas materias ; vanidad que nada
tiene de reprensible cuando se trata de un supuesto hallazgo,
que, como el presente, nada aféctalas creencias históricas y reli-
giosas de nuestro país. A este sentimiento parece haber cedido el
Sr. Castro; y si, como hemos oido asegurar, algunos de nues-
tros literatos creyeron en un principio que el Buscapié era
efectivamente obra del inmortal Cervantes , el Sr. Castro debe
estar pagado y satisfecho, aunque otros, ó mas incrédulos ó mas
versados en los misterios de nuestra lengua y literatura, hayan
desde luego descubierto su travesura.
Apéndice E, p. 252, de las diversas ediciones del Quijote. —
Poco ó nada tenemos que añadir á la erudita disertación que el
autor consagra á las principales ediciones del Quijote , proban-
do así la popularidad y buen éxito que desde luego tuvo, y lo
410 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
general que se hizo su lectura en toda Europa. Cita el Sr. Tick-
nor cuatro ediciones de la primera parte , todas dentro del
ano 160o ; á estas podemos añadir una mas de Valencia, distin-
ta de la conocida y descrita por Brunet, y años atrás vimos en la
Haya, en poder de un aficionado á libros castellanos , otra que
no recordamos bien si era de Pamplona ó de Barcelona. La de
Valencia á que nos referimos es en 8.°, de 768 páginas y 16 ho-
jas de preliminares. Está también impresa por Pedro Patricio
Mey; pero, á diferencia de la otra, tiene en la portada, encima
de la fecha, un grabadito en madera que representa á un caba-
llero con lanza en el acto de acometer.
Apéndice F. — Además de los cinco tomos aquí descritos por
el autor de la colección de comedias generalmente llamada de
varios, la antigua ó la de fuera, para diferenciarla de la mas
moderna de las escogidas, que comenzó en 1652, y cuyas partes
todas se imprimieron en Madrid , podemos citar las siguientes
partes, á saber : la xxx, impresa en Zaragoza en 1636; la xxxm,
de Valencia, 1642; la xxxviu, en Huesca, 1654; la xli, cuyo lu-
gar y año de impresión nos son desconocidos, por estar falto de
portada el ejemplar que se cita; la xlii, de Zaragoza, 1650;
la xliv, de Zaragoza, 16o:2. De manera que , empezando la se-
gunda colección donde concluye la primera, aunque con dis-
tinta numeración, y como formando nueva serie, casi podria
reputarse como continuación de aquella. No falta, sin embar-
go, quien crea, atendida la suma rareza de los tomos de esta
colección, que no todos llegaron á imprimirse, sino que libre-
ros de fuera, estimulados por la ganancia que sin duda hacian
los de la corte, publicaban de vez en cuando tomos con la nu-
meración que se les antojaba; porque es preciso tener en cuenta
que nada escasea tanto entre bibliófilos como los tomos de co-
medias, siendo muy pocos los que pueden vanagloriarse de te-
ner completa la segunda y menos rara de las dos colecciones. A
continuación, pues, insertamos la descripción de los pocos to-
mos de ella que hemos logrado ver, algunos de los cuales des-
cribió ya Von Schack en su Geschichteder dramatischer literatur
und Kunstin Spanien.
Parte veinte y cinco de comedias recopiladas de diferentes
ADICIONES Y NOTAS. 4ii
autores é ilustres poetas de España, dedicadas á diferentes per-
sonas. En el hospital real y general de Nuestra Señora de Gracia
de la ciudad de Zaragoza , 1652 , á costa de Pedro Esquer , mer-
cader de libros.
Cómo se engañan los ojos, de Juan de Villegas.
No hay vida como la honra, de Montalvan.
Amor, lealtad y amistad, de idem.
El capitán Belisario, de idem.
Los celos en el caballo, de Enciso.
El gran Séneca de España , Felipe II, de Gaspar de Avila.
La mas constante mujer, de Montalvan.
Sufrir mas por querer mas, de Villarizan (léase Villaizan).
De un castigo dos venganzas, de Montalvan.
El amante astrólogo , de Calderón.
El mariscal de Virón, de Montalvan.
El discreto porfiado , de D. Juan de Villegas.
Parte veinte y ocho de comedias de varios autores. En Huesca,
por Pedro Blusón, impresor de la Universidad, año de 4654,
á costa de Pedro Esquer, mercader de libros. El tomo está fal-
to, y contiene tan solo cuatro de las doce comedias que le com-
ponían, á saber : 5, La industria contra el poder, y el honor con-
tra la fuerza; 7, El celoso extremeño ; 8, Un castigo en tres ven-
ganzas ; 42, La Cruz en la sepultura.
De unos apuntes que nos ha facilitado nuestro amigo D. Agus-
tín Duran , resulta que las demás comedias contenidas en esta
parte vigésimaoctava son : 4, La despreciada querida; 2, El la-
brador venturoso; 4, El Palacio confuso; 5, La porfía hasta el
temor; 6, El juez de su causa; 9, el Príncipe D. Carlos; 40, El
Príncipe de los Montes ; 4 4 , El Príncipe Escanderbeg.
Parte veinte y nueve, ó sea doce Comedias famosas de varios
autores. Valencia, por Silvestre Esparsa, 4656; 4.° Contiene esta
parle veinte y nueve las siguientes comedias :
Un gusto trae mil disgustos, de Montalvan.
La dama duende, de Calderón.
El galán valiente y discreto, de Mira de Mescua.
Hay. verdades que en amor, de Lope.
4P12 HISTORIA DE LA LITEIUTL'ISA ESPAÑOLA,
Aborrecer lo que quiere, de Montalvan.
Venga lo que viniere, de Villaizan.
Olimpo, y Viveno, de Montalvan.
El guante de Doña Blanca, de Lope.
Casarse por vengarse, de Calderón.
La Toquera vizcayna, de Montalvan.
Per siles y Segismundo, de Rojas.
Casa con dos puertas, de Calderón.
Parte treinta de comedias famosas de varios autores. Zaragoza,
en el hospital real y general de Kuestra Señora de Gracia,
año 1636, 4.°; contiene :
Lo que son juicios del cielo.
La doncella de labor, de Montalvan.
La dama duende, de Calderón.
La vida es sueño , de Calderón.
Ofender con las finezas, de Jerónimo de Villaizan.
La mentirosa verdad, de Juan de Villegas.
El marido hace mujer, de Antonio de Mendoza.
Casarse por vengarse, de Francisco de Rojas.
El privilegio de las mujeres, de Montalvan.
Persiles y Sigismundo , de Rojas.
El guante de Doña Blanca , de Lope.
El catalán Serralonga (sic), de Coello, Rojas y Luis Volez
de Guevara.
('orno es fácil de advertir, algunas délas comedias conteni-
das en esta parte estaban ya impresas en la anterior de Valen-
cia, lo cual prueba lo que ya hemos dicho antes, de la especie
de independencia con que se publicaban.
Parle treinta y una de las mejores comedias que hasta oy han
salido, recogidas por el doctor Francisco Torivio Ximenez. Y á
la fin va la comedia de Santa Madrona , intitulada La viuda tira-
na, y conquista de Barcelona. En Barcelona , 1658, en la im-
prenta de Jaime Romeu, á costa de Juan Sapero, mercader de
libros. Contiene las siguientes, sin expresar el nombre de sus
autores :
Darles con la entretenida, de D. Luis de Belmente.
ADICIONES Y NOTAS. 413
Con quien vengo , vengo , de Calderón.
Celos, honor y cordura.
Contra valor no hag desdicha, de Lope de Vega.
El silencio agradecido.
El conde de Sex, de Ü. Antonio Coello.
El valeroso Arislomenes Messenio, del maestro Alfaro.
El valiente negro en Flándes, de Andrés de Glaramonte.
Los amotinados en Flándes, de D. Luis Velez de Guevara.
Santa Isabel, reina de Portugal, de Rojas.
Los trabajos de Job , del Dr. Felipe Godinez.
Santa Madrona, la viuda tirana, y conquista de Barcelona.
Parte treinta y dos, con doce comedias de diferentes autores,
dedicada al ülustrissimo señor D. Juan Martin de Villanueva,
conde de San Clemente, señor de las villas de Asso, Bisinbre y
del lugar de Sanol. Con licencia, en Zaragoza, por Diego Dor-
mer. Año mdcxl, á costa de Giusepe Ginobart, mercader de
libros. — Aprobación. Deste Colegio de San Vicente Ferrer, de
Zaragoza, á 12 de mayo de 1640.— Licencia. En Zaragoza
á xin de junio de mdcxl ; 442 páginas, en 4.°. Contiene las co-
medias siguientes :
Obligados y ofendidos, de D. Francisco de Rojas.
El duque de Memoransi, del Dr. Martin Peyron y Queralt.
Virtudes vencen señales , de Luis Velez de Guevara.
Donde hay valor, hay honor, de D. Diego de Rojas.
El enemigo engañado, de Lope de Vega Carpió.
Lastres mujeres en una, delDr. Remon.
Amor , ingenio y mujer, de D. Pedro Calderón.
El sufrimiento del honor , de Lope de Vega Carpió.
El caballero sin nombre, del Dr. D. Antonio Mira de Mescua.
Los desagravios de Cristo, de D. Alvaro Cubillo.
El santo sin nacer, y mártir sin morir, del Dr. D. Antonio
Mira de Mescua.
Basta intentarlo , del Dr. Felipe Godinez.
Parte treinta y tres, de doce comedias famosas de varios auto-
res, dedicadas al muy illustre señor D. Antonio de Córdoba y
414 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Aragón, etc. , en Valencia, 4642, por Claudio Macé, á costa de
JuanSonzoni, mercader de libros.
Los trabajos de Tobías, de Rojas.
Morir pensando matar, de idem.
Vida y muerte del falso M ahorna , de idem.
Mira al fin , de D. Pedro Rósete.
El gran Tamorlan de Persia , de Lope de Vega Carpió.
Ello es hecho, de D. Pedro Rósete.
El valiente sevillano, 4.a parte, de D.Rodrigo Jimenez de
Enciso.
— — 2.a parte, de idem.
La victoria por la honra, de Lope de Vega Carpió.
El buen vecino, de idem.
Santa Margarita, de Diego Jimenez de Enciso.
La mayor hazaña de Carlos V, de idem.
Parte cuarenta y dos de comedias de diferentes autores. Zara-
goza, \ 650, 4.°.
No hay burlas con el amor, de D. Pedro Calderón.
El secreto á voces , de idem.
El pintor de su deshonra, de idem.
Manases, rey de Judca, de D. Juan Horozco.
Del Rey abajo ninguno, de D. Pedro Calderón.
La hija del aire, de Antonio Enriquez Gomez.
Transformaciones de amor, de Villaizan.
Lo dicho hecho, de D. Antonio Coello.
El mayor desengaño, del maestro Tirso de Molina.
El prisionero mas valiente.
El labrador mas honrado , de tres ingenios.
Los celos de Carrizales.
Parte cuarenta y tres de comedias de diferentes autores. Za-
ragoza, 1650.
Los mártires de Córdoba , de D. Antonio de Castro.
El demonio en la mujer, y Primera parte del rey Ángel de
Sicilia, de Juan de Moxica.
El príncipe demonio, y Segunda parte del rey Ángel de Sici-
lia, del mismo.
ADICIONES Y NOTAS. 415
La de? dicha de la voz, de D. Pedro Calderón.
Hacer cada uno lo que debe, de D. Jerónimo Cuellar.
La mas hidalga hermosura , de tres ingenios.
Palmerin de Oliva, delDr. Juan Perez de Montalvan.
Lo quemerece un soldado, de D. Agustín Moreto.
Amparar al enemigo, de D. Antonio de Solís.
Las academias de amor, de D. Cristóbal de Morales.
El padre de su enemigo, de Juan de Villegas.
A un tiempo rey y vasallo , de tres ingenios.
Tiene al fin unas coplas de Cáncer con el título de Pintura de
una dama.
Parte cuarenta y cuatro de comedias de diferentes autores. En
Zaragoza, por los herederos de Pedro Lanaja y Lamarca, im-
presores del reino de Aragón y de la Universidad, año de 1652.
Los amantes de Teruel, del Dr. Juan Perez de Montalvan.
El guante de Doña Blanca, de Lope de Vega Carpió.
La mas constante mujer , de Montalvan.
El mas impropio verdugo por la mas justa venganza, de Rojas.
El divino portugués , San Antonio de Padua, de Montalvan.
De un castigo dos venganzas, de idem.
El mariscal de Virón, de idem.
Sufrir mas por querer mas, del Dr. Villaizan.
Ofender con las fuerzas, del licenciado D. Jerónimo de Vi-
llaizan.
El juramento ante Dios, del alférez Jacinto Cordero.
El villano en su rincón , de Lope.
Por último, el expresado VonSchack, en su Geschkhte, etc.,
describe un tomo de comedias, que, á juzgar por su título, per-
tenece á la misma colección, aunque no se expresa qué parte
sea. Intitúlase: Doce comedias de varios autores, los títulos de
las cuales van en la siguiente oja. Con licencia, empreso en Tor-
tosa en la emprenta de Francisco Martorell , año de 1658, y con-
tiene las siguientes :
La hija de Geptea (tragedia).
El santo sin nacer, y mártir sin morir, que es San Ramon
Nonat.
El primer conde de Orgaz y servicio bien pagado.
416 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
El cerco de Túnez y ganada de la Goleta por el emperador
Carlos V, del licenciado Sanchez, natural de Piedrahita.
La isla bárbara , de Lope de Vega.
El renegado Zanaga, del licenciado Bernardino Rodriguez,
vicario de Santibañez , diócesis del obispado de Coria.
El corsario Barbaroja y huérfano desterrado, 2.a parte, del
licenciado Juan Sanchez, natural de Piedrahita.
Los celos de Bodamonte, del Dr. Mira de Mescua.
La bienaventurada madre Santa Teresa de Jesús, de Luis
Velez de Guevara.
El cerco de Trcmccen , de D. Guillen de Castro.
El espejo del mundo, de Luis Velez de Guevara.
Doña Inés de Castro (tragedia), del licenciado Mexia de ,1a
Cerda.
Apéndice H, p. 247. — Nuestro autor, según se ve, ha enri-
quecido su interesante obra con un apéndice de poesías inédi-
tas que años atrás le mandamos á Boston, cumpliendo así la
oferta que entonces nos hizo de imprimirlas al fin de su obra.
Merece por esto el Sr. Ticknor el reconocimiento y las gracias
de todos los amantes de nuestras glorias literarias. Ya están,
por decirlo así , exhaustas las fuentes de las literaturas euro-
peas, y la nuestra, tan rica en este género de producciones,
apenas cuenta mas colección que la de D. Tomás Sanchez, im-
presa, es verdad , varias veces , pero no continuada , á pesar de
los varios anuncios que de tiempo en tiempo se han hecho.
Sensible nos es decirlo, pero los extranjeros han hecho en
este punto mas de lo que debería razonablemente esperarse de
ellos, mucho mas de lo que nosotros mismos hemos hecho.
Grimm Bohl de Faber, Wolf, son nombres que irán siempre
unidos á las glorias de nuestra antigua poesía. — No hace
mi año que Ludivig Lembke publicó en Leipzig, coa el título
de ¡landbuch der spanisches liter alur, tres gruesos tomos de
trozos y extractos de nuestros mejores autores, así en prosa co-
mo en verso, antiguos y modernos. Pocas colecciones hemos
visto hechas con el juicio y buen tino que se advierte en esta;
siendo también de advertir que las noticias biográficas en alemán,
que preceden á cada sección, son en general exactas y tstán
bien hechas. Comprende el primer tomo trozos de las Partidas,
ADICIONAS Y NOTAS. 417
de D. Juan Manuel, del Amadis, del Centón epistolario del Ar-
cipreste de Talayera , Alfonso Martinez de Toledo ; de los Claros
varones, de Fernán Perez de Guzman; de las Generaciones y
semblanzas, de Hernando de Pulgar; de la Celestina; de Fernán
Perez de Oliva, de Francisco Cervantes de Salazar, de Diego
Hurtado de Mendoza, Montemayor, Perez de Hita, Alemán,
Herrera (Antonio), Mariana, Granada (Fr. Luis) , Perez (Anto-
nio), Cervantes, Guevara (Luis Velezde), Quevedo, Saavedra
(D. Diego), Gracian (Baltasar), Soils (D. Antonio), Feijóo, Isla,
Cadahalso, Muñoz (D. Juan Bautista), y otros distinguidos es-
critores, justamente apreciados dondequiera que se cultiva y
aprecia la habla castellana. Los dos tomos restantes de la colec-
ción están consagrados al teatro, y contienen muestras bien es-
cogidas de nuestros mejores dramáticos, desde Torres Naharro
y Juan de Encina hasta nuestros dias.
Por esto , repetimos , es muy laudable el celo con que el Se-
ñor Ticknor ha publicado por primera vez algunas poesías iné-
ditas ; de buena gana hubiéramos aumentado algo en este punto
á no habernos faltado el tiempo y el espacio , y á no tener la
seguridad de que muy en breve verá la luz pública un tomo de la
Biblioteca de Rivadeneyra, que, á mas de las recogidas por San-
chez, contenga otros monumentos notables de nuestra antigua
poesía.
El primero de los poemas publicados por el Sr. Ticknor es el
titulado Historia de José, el Patriarca, acerca del cual ha-
bremos necesariamente de extendernos algún tanto en estas
nuestras notas , atendida la clase á que pertenece, la singula-
ridad de estar escrito con caracteres arábigos y ser obra de un
morisco aragonés.
El original se conserva en la Biblioteca Nacional , en un cua-
derno de papel y letra, al parecer , de principios del siglo xvn.
Está escrito en caracteres arábigos, como acostumbraban los mo-
riscos á hacerlo siempre que se servían del castellano , ya de-
seasen de esta manera encubrir sus escritos, ya les repugnase ó
no quisiesen usar las letras de nuestro alfabeto. Esta última ra-
zón nos parece mas probable, si se atiende á.que de todos tiem-
pos las naciones de origen oriental han manifestado una venera-
ción casi supersticiosa por sus caracteres, considerándolos como
TOM. ív. 27
418 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
revelados y sagrados. Así es que los judíos modernos escriben
todas las lenguas de Europa y Asia con sus propias letras hebrai-
cas ; que algunas tribus de la India se sirven aun de las antiguas
sánscritas y de las de otras lenguas ya perdidas, para expresar
sonidos de dialectos que ninguna conexión tienen con aquellas.
Olvidaron los moriscos españoles su lengua, hasta el punto de ser
muy contados los que , á fines del siglo xvi , podían hablarla y
entenderla; mas no por eso dejaron de enseñar á sus hijos las
letras en que fué escrito su libro sagrado, el Coran; servíanse
de ellas para escribir el castellano, y muy rara vez usaban de las
nuestras ; empleando varios sistemas de ortografía , según la
localidad ó provincia en que habitaban.
No deja de ser vasta é importante la literatura así producida
por el choque de ideas y lenguaje entre dos razas opuestas en
origen, religion y costumbres, hallándose en ella no pocos li-
bros de poesía, historia tradicional, leyes y jurisprudencia; si.
bien, por causas que no se explican fácilmente, ha sido hasta
hace poco descuidada por completo y casi desconocida. El que
ahora se imprime fué calificado por Casiri de poema en lengua
persa, no sospechando este erudito ni remotamente que el libro
que describía era castellano j otro tanto sucedió con otro poe-
ma, que mas adelante nos proponemos publicar, y que fué tam-
bién calificado por un célebre orientalista francés de poema en
lengua berberisca. Abundan en nuestras bibliotecas, así públi-
cas como particulares, los libros de este género, que bien me-
recerían un capítulo separado en una historia como esta; nos-
otros hubiéramos de buena gana emprendido tan gustosa al
par que útil tarea, á no habernos retraído la idea de que asunto
de esta naturaleza , tan íntimamente ligado con la condición so-
cial, historia y costumbres de los moriscos españoles , mas bien
que capítulo de una obra, debía ser objeto de un libro especial.
Así pues, habremos de limitarnos á hacer aquí algunas ligeras
observaciones acerca déla materia en general, y en especial sobre
el poema que ahora se publica ; refiriéndonos por lo demás al
Memorial Histórico de la Real Academia de la Historia, t. vi,
y á cierto artículo del British and Foreign Review de Londres,
1837 . donde ya se trató con alguna mas extension el asunto
que ahora nos ocupa.
ADICIONES Y NOTAS. 419
No es fácil averiguar en qué tiempo los moriscos españoles
comenzaron á servirse de sus letras para escribir nuestra len-
gua ó la que ellos llamaban aljamia (mezcla del castellano y
arábigo); el libro mas antiguo que conocemos así escrito nos
parece ser este mismo poema de José ; pero, si bien su estilo
y lenguaje revelan mediana antigüedad, hay motivos fundados
para creer que se escribió á mediados del siglo xvi. Se nos dirá
que el metro en él empleado, la rudeza de la versificación, y
sus muchos arcaísmos , revelan una antigüedadhnucho mayor ;
pero á esto responderemos que en un pueblo vencido y sujeto á
otro mas poderoso, la lengua propia ó adoptiva se mantiene fija
y estacionaria, sin adelantar, y conservando, por consiguiente,
por mucho tiempo su tipo primitivo ; y no podia menos de ser
así entre los moriscos españoles, que, ó vivían aislados en po-
blaciones de corto vecindario , ó separados con esmero de los
cristianos viejos, ya ejerciendo industrias ú oficios que necesi-
taban poco ó ningún roce con las clases mas privilegiadas de la
sociedad , ya privados casi enteramente de aquel trato y comu-
nicación que provocan y determinan la modificación , adelanta-
miento ó corrupción de una lengua. Hoy dia los judíos de la
costa de Africa, los de Tesaldnica, Esmirna y Constantinopla ha-
blan con corta diferencia el mismo castellano que se usaba al
tiempo de su expulsion ; y el que entre ellos alcanza mediana
literatura y ha bebido en buenas fuentes, escribe con tanta pu-
reza y elegancia como lo harían, si viviesen, Juan de Mena y el
marqués de Santillana. En Constantinopla se publica actual-
mente el Aor Israel, periódico en castellano y con caracteres
hebraicos, que pudiera, atendido su estilo y lenguaje, referirse
á los tiempos de Alfonso el Sabio.
Ni puede razonablemente asignarse al poema de José mayor
antigüedad de la que dejamos sentada, puesto que no es de pre-
sumir que entre la conquista de Valencia y Sevilla, acaecida en
el último tercio del siglo xni, y la de Granada , que se verificó
en 1492, es decir, en un período de poco mas de dos siglos,
se verificase en un pueblo numeroso , á la sazón rico, muy ape-
gado á sus tradiciones , y habitando en grandes centros de po-
blación , el singular fenómeno de olvidar completamente su
idioma natal ; pues no de otra manera se explica la existencia
420 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAROLA.
de esta literatura, como lo atestiguan sus propios escritores,
haciendo ver la precision en que se hallaban de usar la lengua
odiada de los cristianos, si se habían de hacer entender de los
suyos. «Ni uno]solo de nuestros correligionarios (dice un autor
morisco) sabe algarabía (la lengua arábiga), en que fué revelado
nuestro santo Alcoran , ni comprende las verdades del adin
(dogma) , ni alcanza su excelencia apurada , como no le sean
convenientemente declaradas en una lengua extraña , cual es
la de estos perros cristianos, nuestros tiranos y opresores (¡ con-
fúndalos Alá !). «Así pues, séame perdonado por aquel que lee lo
que hay escrito en los corazones, y sabe que mi intención no
es otra que abrir á los fieles muslimes el camino de la salvación,
aunque sea por tan vil y despreciable medio.»
Así se expresaba un alfaqui morisco que escribía en 1G02 un
Compendio ó suma breve de los dogmas y preceptos de la reli-
gion musulmana , dando así patente testimonio de que la lengua
•arábiga era ya tan extraña á sus correligionarios como lo era
á nuestros cristianos viejos. Al aportar los expulsos en las playas
de Argel, no solo no podían hacerse entender de turcos y alar-
bes , sino que cincuenta años después era aun común la habla
aljamiada, allí como en Túnez, en poblaciones y aduares ocupa-
dos por los moriscos.
Probada ya la especie de fijeza y estabilidad que la lengua ad-
quiere entre una raza perseguida y privada de todo contacto,
se comprenderá fácilmente cómo un morisco pudo en el siglo xvi
componer un poema en estilo y lenguaje parecidos á los del
siglo xiv. Lo propio se advierte en el que mas adelante impri-
mimos en elogio de Mahoma , y en los del morisco aragonés
Mohamad Rabadán, que escribía en 1603; unos y otros mani-
fiestan mayor antigüedad de la que realmente tienen. Como
podrá fácilmente suponerse , este olvido de la lengua debió de
ser lento y parcial , y no tan completo , que no quedasen en la
morisca aljamia muchas voces de origen arábigo , aunque con
terminaciones castellanas. En Aragón , sobre todo , donde por
causas locales comenzó antes la amalgama y fusion de las
dos lenguas, hubo pueblos en que se hablaba y escribía una jer-
ga casi ininteligible para los no versados en la lengua arábiga ;
en Castilla y Andalucía , por lo contrario , se hablaba y escribía
ADICIONES Y NOTAS. 421
mejor, y libros hemos visto, escritos en Toledo y Granada, cuyo
estilo y lenguaje no desmerecen de nuestros clásicos. En Va-
lencia se formaba por el propio tiempo una aljamia particular,
que participaba, como es consiguiente, del dialecto lemosin,
y era, por lo tanto, distinta de la castellana. En libros devotos y
ascéticos, ó en materias que se rozaban con la fe musulmana,
solían los moriscos aragoneses y castellanos emplear aun con
mas profusion voces tomadas de la lengua arábiga, como si les
repugnase usar las castellanas para designar k>s objetos de su
culto y creencia ; así es que en algunos escritos de este género
no es raro tropezar con frases enteras que reconocen un origen
arábigo, como por ejemplo esta, tomada de la obra de un expo-
sitor, natural de Almagro, en la Mancha ; Jalacó Allah el adonia
y los asemaes y las anochomas relonbrantes que aseñan al alhi-
chante moslim el camino de- la perfección ; así mesmo jalacó los
arrohes é influyó en ellos la espiritualidad ; lo que, traducido al
castellano, vale tanto como «Crió Dios el mundo y los cielos,
como también las claras estrellas, que señalan al peregrino mus-
lím el camino de la perfección ; asimismo crió las almas, etc>>
Réstanos decir algo acerca de la forma y fondos del poema.
Su asunto es la historia de José el Patriarca según el Coran y
las tradiciones musulmanas ; y si no estamos equivocados , su
autor no hizo mas que poner en verso castellano alguna de las
muchas versiones de esta historia popular que corría entre los
moriscos. En cuanto al metro , se ve que su autor se propuso
emplear el llamado «nueva maestría » por Berceo , y es el de
los mas antiguos monumentos de nuestra poesía nacional. Úsa-
le el poeta sin cuidarse mucho de la medida del verso, emplean-
do unas veces estancias de tres versos, otras de cuatro, y echan-
do mano indistintamente del asonante y del consonante. Ver-
dad es que en la manera de contar las sílabas hay que tener en
cuenta, así en este poema como en otros, la peculiar ortografía
de los árabes, que nunca pronuncian sin intermedio de vocal
dos consonantes en una misma sílaba, escribiendo palaza por
plaza , pelebe por plebe , pirivado por privado , porovecho y
puluma por provecho y pluma, como también tai abajo, tere-
bejo, aaranada, pereboste, baladoro, estupuro, y así á este tenor.
Faltábanle al ejemplar del poema que se conserva en la Bi-
422 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
blioteca Nacional, y es el mismo publicado por Mr. Ticknor, se-
gún una copia que años atrás le remitimos, las ocho primeras
estrofas ó estancias ; pero afortunadamente se han podido suplir
con otro de mayor antigüedad (aunque también falto al fin), que
ha sido hallado en un tomo de historias y cuentos tradicionales,
de letra arábiga del siglo xvi , traido últimamente de Aragón , y
encontrado en una cueva á vueltas de otros varios de la misma
especie y de algunas armas de fuego, escondidas sin duda allí
para burlar la vigilancia de las autoridades. Cotejado con el de
la Biblioteca, este último presenta diferencia bastante en el texto
para hacer suponer que es la redacción primitiva, y que el que
la copió un siglo después corrigió el estilo , alteró la ortografía
y perfeccionó algún tanto la versificación y la rima : solo así
pueden explicarse las muchas y considerables variantes que en
él se advierten.
Pág. 27o. — Discurso de la luz, etc. El códice original de don-
de se ha sacado este poema se conserva en la biblioteca del
Museo Británico de Londres, y fué traido de Túnez por Joseph
Morgan , cónsul de Inglaterra en aquella regencia por los años
de 1705. En una obra harto interesante, que dicho Morgan dio á
luz á su vuelta á Londres, intitulada Mohammedanism explained,
y en la cual hace larga mención y aun traduce trozos enteros de
este libro , cuenta el^modo que tuvo de hacerse con él , y lo
muy estüuado que era de los hijos y nietos de moriscos espa-
ñoles que habitaban aun en Túnez y sus alrededores. Otra copia
mas moderna y bastante defectuosa se guarda en la biblioteca
Imperial de Paris, la misma que ya describió el Sr. Ochoa en su
catálogo de manuscritos españoles.
Del autor Mohamad Rabadán no sabemos mas que lo que él
mismo nos dice : fué natural de Rueda , en Aragón, y debió ser
uno de los pocos que en su tiempo, al comenzar el siglo xvii, sa-
bían la lengua y cultivaban aun la literatura arábiga, pues todo
lo que escribió está evidentemente tomado y traducido de obras
conocidas, y principalmente de una que escribió Alhasan con el
título de Quitáb Al-anwár, ó Libro de las luces, y es una Vida de
Mahoma y sus ascendientes. Debió emigrar á Túnez , pues se-
gún declara Morgan , su memoria era aun muy respetada entre
los moriscos de cierta población bastante próxima á Túnez, don-
ADICIONES Y NOTAS. 423
de se recogieron gran parte de los expulsos de Valencia, y en la
que en su tiempo muchos hablaban aun castellano.
Para dar mejor idea de su contenido hemos copiado el índice
que sigue al prólogo ; y de muy buena gana hubiéramos impre-
so íntegros los varios poemas de que se compone el libro, á no
habernos faltado el tiempo y el espacio. Bastará, sin embargo,
esta muestra para dar á conocer que su autor manejaba la len-
gua con soltura , y que , á pesar de su desaliño é incorrección,
se advierten en él accidentes de poeta.
Apéndice H,núm. 4. p. 527. — Hállase este poema aljamiado
en un tomo de misceláneas arábigas , en 4.° , de letra, al pare-
cer, de fines del siglo xvi, y que, según nos han informado, pro-
cede de la villa de Borja , en Aragón , donde fué hallado en 1842
á vueltas de otros varios, al derribar unas casas que en lo anti-
guo fueron aljama ó ayuntamiento de moriscos. El que los descu-
brió, hombre codicioso é ignorante, creyó desde luego, como
en semejantes casos acontece, que aquellos libros eran otros
tantos indicios de algún tesoro allí encerrado desde el tiempo
de los moros; túvolos algunos años en su poder, reservándolos
hasta de su propia familia , y sin dejarlos ver de personas que
pudieran haberle desengañado acerca de su contenido, gastó
no pequeña parte de su hacienda en hacer secretamente exca-
vaciones que le condujesen á vista del supuesto tesoro ; y á su
muerte, ocurrida catorce años después, tan solo pudo hallarse
el que ahora se describe. Hemos creído deber hacer esta digre-
sión por ver si se puede así poner coto á la especie de persecu-
ción que á todas horas y en todos los ángulos de la monarquía
se está ejerciendo contra estaclase de monumentos escritos , que
así pueden aumentar el caudal de nuestra literatura, como ar-
rojar luz sobre la historia civil de aquella raza, resto de los anti-
guos conquistadores.
Quién sea el autor del poema se ignora de todo punto ; nin-
guna indicación hemos hallado en el resto del tomo , que se
compone casi en su totalidad de fragmentos de libros caste-
llano-arábigos, reunidos por el colector. El estilo y lenguaje,
atendidas las razones ya expuestas en otro lugar , nos parecen
pertenecer al último tercio del siglo xvi , es decir , medio siglo
después que el poema de José.
424 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Apéndice H, núm.4, p.oói. El libro del Rabbi Santob.— Razón
tenia el autor para desear que el códice de la Nacional, defectuoso
y sobremanera incorrecto, se cotejase con el del Escorial. Algo
de esto habíamos ya hecho, restableciendo el texto en algunos
lugares en que conocidamente estaba viciado, y corrigiendo en
otros no pocas palabras alteradas por el copiante , cuando tuvi-
mos ocasión de ver el escrupuloso cotejo que de uno y otro tiene
hecho el Sr. D. José Coll y Vein, catedrático de Autores Clásicos
en el instituto de San Isidro , sugeto aficionado á este linaje de
estudios y que prepara actualmente un tomo de poesías anterio-
res al siglo xv para la Biblioteca de Autores Españoles de Riva-
deneyra. No habiendo dicho señor tenido inconveniente alguno
en manifestarnos su interesante trabajo, nos hemos aprovechado
de él, así para corregir el texto del Rabbi en algunos pasajes,
como para añadir las muchas estrofas contenidas en el códice
escurialense y que no se hallan en el de la Biblioteca Nacional.
Está aquel conforme con este , aparte de algunas ligeras va-
riantes , en las 22 primeras estrofas ; mas, concluidas estas, en-
tran en el códice escurialense las 10 siguientes, que faltan en el
de la Nacional :
En menos una fremosa
Besaba una vegada,
Estantío muy medrosa
De los de su posada.
Fallé boca sabrosa,
Salina, muy lemprada,
Non vi tan dulce cosa,
Mas agrá la dejada.
Non sabe la persona,
Secreto es muy profundo ;
Torpe es quien se baldona
Con los bienes del mundo.
Non sabe su manera
Que á los hombres astrosos
Del mundo, lo mas era
Tener siempre viciosos.
Según el peso asi
Abaja todavía,
La mas llena, otrosí,
Ensalza la vasia.
Un astroso cuidaba ,
Y por mostrar que era
Solil , yo le enviaba
Escripto de tisera.
El nescio non sabia
Que lo fice por infinta,
Porque yo non quería
Perder en él la tinta.
Ca por non le deunar
Fice vasía la llena ,
Y non le quise donar
La carta sana buena.
Como et que tomaba
Meollos de avellanas
Para si, y donaba
Al otro cascas vanas.
Yo del papel saqué
La razón que decia,
Con ella me finqué,
Díle carta vacía.
Siguen después la 29 y 50 hasta la 55 , omitiéndose casi en su
ADICIONES Y NOTAS. 425
totalidad las 23, 24, 25, 26, 27 y 28. Concluida la estrofa 30,
hay una suscricion que dice :
T Acaba el prólogo,
y comienza el tratado.
suscricion que falta enteramente en el códice de la Nacional
y que parece natural hubiese , atendido que el poema consta
evidentemente de dos partes : prólogo ó preámbulo, y colección
de documentos. Por otra parte , no se hallan en el del Escorial
ni las estrofas 56 y 37 ni los tres primeros versos de la 38 , ni
hay de la 39 mas que el primero.
Falta la estrofa 42 en el códice de la Nacional , y en el del Es-
corial la que este pone como 46, y empieza : tEt muy sotil trote-
ro.» Después de la estrofa 58 el del Escorial pasa á las señaladas
con los números 218 y 219 en el de la Nacional, y después con-
tinúa :
Camino errado anda J La mejilla fase prieta ,
Ycaederahes, El lienzo emblanquesce.
Ca nunca cosa demanda El tal es y tal yase
La sal y otra la pez.
Por lo que este fase
Cosa , otro la deja ;
Con lo que á mí piase ,
Otro mucho se queja.
El sol la sal aprieta
Y la pezemblandesce,
En la su grande altura,
Cuando grande frió fase
Como cuando calura.
Con frió lo fase fiesta,
Y sale á su encuentro
El que cuando fase fiesta
Se está la puerta dentro.
Inmediatamente después de las anteriores estrofas , que no se
hallan en el de la Nacional , siguen en el del Escorial las allí se-
ñaladas con los números 220-48, volviendo después á la 91, que
empieza :
Tanto es un dedo fuera.
Los dos primeros versos de la estrofa 69 forman mejor senti-
do , según se hallan en el códice del Escorial :
Un tavardo alcanzado
La su cuita se enfiesta.
De aquí en adelante el códice del Escorial , aunque mas con-
forme en la lección , presenta gran variedad en el orden de las
estrofas , y tanta , que no es fácil atinar con la causa della. He-
426 HISTORIA DE LA LITERATURA" ESPAÑOLA.
mos dicho que desde la estrofa 248 pasaba á la 91 , sigue con-
forme con el otro hasta la 159, donde pasa á la 191, y continúa
así sin interrupción hasta la 217. Después de esta, pasa repen-
tinamente á la 59 , sigue hasta la 90 , y volviendo á la 250, pro-
sigue hasta la 285 , terminada la cual pasa á la 159 hasta la 199.
Las estrofas 77 y 78 presentan bastante variedad en el códice
del Escorial :
Un buscador que tienta
Y cosa non alcanza ,
Otro non se contenta
Fallando en abastanza.
Quien falla é se contenta
Nunca puede fallarlo,
Ca podría ciertamente
Rico hombre ser llamado.
Pág. 559. — También la 87 se halla algo alterada en el códi-
ce del Escorial. Dice así:
Tanto que hombre se tiemple,
Basta con lo que toviere,
Del demás será siempre
Siervo cuanto viviere.
Pág. 545, estrofa 196. — Los dos últimos versos de esta es-
trofa , según los pone el de la Nacional , son :
Trabaja por lazrar
Si quier ladra de riebto.
Pág. 548. — La estrofa 252 y dos siguientes , en el códice del
Escorial, dicen de esta manera :
Segunt es el lugar,
Y el tiempo cual es,
Fase priesa el vagar,
E las tornar envés.
Yo nunca be querella
Del mundo y de sus fechos ,
Aunque muchos de aquellos
Se tienen por mal trechos.
Cuando al malo aprovecha
Dañar al bueno aducho ,
El mal por el bien pecha ,
Desto me agravio mucho.
Pág. 552.' — Después de esta estrofa 297, hay en el códice
del Escorial la siguiente, que falta en el de la Nacional :
Cuanto mal va tomando
Con el libro porfía,
Tanto irá ganando
Buen saber todavía.
Pág. 556, estrofa 558. — En lugar de esta estrofa, el códice
escurialense trae la siguiente :
ADICIONES Y NOTAS. 427
El celo con su obra
Al que es meuguado gasta ,
Y al rico que le sobra
Cuatro tanto que le basta.
También la siguiente presenta variantes de consideración :
Cuidando que mas largo
Algo ha su vecino ,
Tiénese por amargo
Con lo suyo el mesquino.
Pág. 357. —Después de la 366 hay estas cinco en el del Esco-
rial:
Estos bien lazrados
De cuerpo y corazón ,
Amargos y cuitados ,
Viven en toda sazón.
De noche y de dia
Cuitados, mal andantes,
Fasiendo todavía
Revés de sus talantes.
El derecho amando,
Fase por fuerza tuerto,
Pág. 357, estrofa 576 :
Y yerros cobdiciando ,
Obrar el seso cierto.
Hombre tanto folgado
Nunca nasció jamás,
Como el que nunca ha pensado
De nunca valer mas.
Hombre rahez , astroso,
Tal que nos ha vergüenza,
Este vive vicioso,
Que nin piensa nin sueña.
Sabe si el mundo alaba
Cosa, ó por mejor nombra,
Que muy ahina se acaba,
Y pasa como la sombra.
Pág. 561, estrofa 458. — Esta estrofa se halla muy viciada en
uno y otro códice. El del Escorial la trae así :
Placer que toma hombre
Con lo que non entiende
Medio placer ha hombre,
Y tura non es ende.
Pág. 562, estrofa 447:
E en el mundo non habria
Nin sobre fierro otro hombre
De tan grande mejoría
Como de hombre á hombre.
Pág. 565. — De muy diferente manera se halla esta estrofa
470 en el códice de la Nacional :
428 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Amigo de la buena
Andanza cuando cresce,
Luego así se loma
Cuando ella fallesce.
Pág. 364 , estrofa 482 :
Quien mal recibe dellas
Él se busca lo tal,
Ca del grado de aquellas
Nunca 1* farian mal.
Entre las estrofas 494 y 49o se hallan en el códice del Es-
corial las siguientes :
Es de huésped compaña
De las cosas pesadas;
Que á todo el mundo dapna
Fallo algunas vegadas.
Non digo por pariente
O amigo especial ,
Que ha por bien la gente
Compañía deste tal.
Sabe mi voluntad
Esto con él en gloria ,
Non tenga poridad
Que á él non es notoria.
Mas hombre que pesado
Es en todo su fecho ,
Quiere tal gasaiado
Que en anchura, en estrecho.
Que al tal nin por ruego
Non querría fablar,
Cuanto mas tras mi fuego
Escuchar su parlar.
Y si uno non es ido,
Catar otro do llega ,
La mengua que non vido
Al otro non se niega.
Cuando uno se parte
Pienso perder querella ,
Viene por otra parte
Quien desfase su huella.
Hoy me preguntaba
Alegre por mi puerta,
Non sabie si quedaba
La mujer medio muerta.
Con la poca farina
Del dinero otro tal ,
Descubrióse ahina
El suelo del cabdal.
Si vendí mi ganado
Por mengua de cebada,
El de resien llegado
Non piensa desto nada.
Quiera que á su caballo
Buen aparejo salle,
Yo con vergüenza callo ,
Paseando por la calle.
Por ver algún vesino
Si me querrá dar de la paja
A treque de algunt vino,
Rescelandb la baraja.
Va mujer por villa
Si sabe que lo buscase ,
Era cierto rensilla
Por pagarme fincase.
Él quiere buen semblante
En todos, de placer ;
Cosa sin catar ante
De lo que puede ser.
Sí non basta el primero
Nin el dia segundo,
Mas quiere en el tercero
Que si le via el mundo.
Cierto es y non fallezce
Proverbio todavía
El huésped y el pece
Fiedenal tercero día.
Además de su empacho ,
Que enojado me deja ,
ADICIONES
De otra cosa le tacho
Con que doblo mi queja.
Ca los de mi compaña
Pasarían con quienes quiera ,
Por mostrarles fazaña
Doles yantar entera.
Ga en casa regida
Pág. 365, estrofa 506:
Y NOTAS.
Con la sazón convien ,
Gobernarse la vida
Cras mal, eras bien.
Y siervo que mendrugo
Comería de centeno,
Por su causa madrugo •
A comprarle pau bueno.
429
Homme non querría
Sino daquello que non lieu,
Desprecíalo el día
Que á la mano le fien.
Pág. 566, estrofa 518. — Esta estrofa se halla de muy distinta
manera en el códice escurialense :
Contesce al que escuchó
Los dichos de mi lengua,
Del bien se aprovechó ,
Por el mal me dio mengua.
Pág. 567. — Inmediatamente después de la estrofa 531 si-
guen en el códice del Escorial las siguientes:
Al que non quiera engaño
Nin en don nin en prescio,
Por fuír del dapno
Rasónaslo por nescio.
Por algos allegar
Falsandoy robando,
Y la verdad negar,
Sobre ello perjurando.
Conosce tu medida,
Y nunca errarás ,
En toda la tu vida
Soberbia non farás.
Cual quieres rescebir
Tal sea rescibido
De sí y sabe servir
Si quieres ser servido.
Fas pagados los hombres,
Y faserte han pagado ,
Honrarás los sus nombres
Si quieres ser honrado.
Pág. 567. —Esta estrofa 556 se halla en el códice escuria-
lense de la manera siguiente :
Del fablar extrañamos
Non por á él tachar,
Mas pocos fallamos
Que lo sepau templar.
430 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
Pág. 368, estrofa 552:
Cuerpo es el callar,
El fablares el alma;
Animal el fablar,
f El callar es la salma.
Salma aquí está conocidamente por enjalma.
Pág. 369, estrofa 559:
En toda costumbre tal
En todos hombres esto,
Verás que hay bien y mal,
Han loor y denuesto.
La estrofa 5G1 falta en el códice del Escorial , y en la si-
guiente el verso tercero se lee de esta manera :
Dos pieles sin ijadas.
Estrofa 564. — El último verso:
Cras el contrallo siente.
Estrofa 568:
Como grant bien se pueda
• Perder sin que mal obre ,
Nin por su saber cueda
Defender de ser pobre.
Estrofa 592:
Lo que cria y defiende ,
De aquello mas habernos ,
Agua mucha por ende
E del aire tenemos.
Tales son las notables variantes que presenta el códice del
Escorial cotejado con el de la Biblioteca Nacional; variantes
de tal especie, que casi nos hacen sospechar sea una redacción
posterior y mejorada de la misma obra. Solo así se explica la
falta de identidad que se nota en uno y otro.
Antes de cerrar las notas correspondientes al Apéndice, ha-
bremos de advertir que, aunque en la pág. 256 del tomo n pro-
metimos dar á luz el Diálogo entre Caronte y el alma de Alejan-
dro Farneüo, obra del célebre D. Diego Hurtado de Mendoza,
no es ya necesario, por haberse anticipado nuestro amigo Don
Adolfo de Castro, publicándolo en el tomo de Curiosidades
bibliográficas, xxxvili de la Colección de Rivadeneyra.
ADICIONES Y NOTAS. 431
Apéndice H , núm. 5, p. 373. — Este poema déla Danza ge-
neral de la muerte ha sido publicado el año pasado en Paris
por D. Florencio Janer, aunque sin las notas é ilustraciones que
el público tenia derecho de esperar de quien tiene dadas mues-
tras de erudición y aprovechamiento en estas materias. Ignoraba
sin duda que el Sr. Ticknor lo habia ya dado á luz en 4853 , pues
de lo contrario es de creer no hubiera omitido el conveniente
cotejo entre el códice del Escorial y el manuscrito, mas moderno,
de la biblioteca Imperial de Paris, del cual, sin embargo, nos
hemos aprovechado alguna vez que otra para corregir palabras
y frases viciadas en la copia impresa por nuestro autor.
Del asunto del poema se ha dicho ya lo bastante en el curso
de esta obra para que sea necesario volver sobre él ; baste decir
que fué general en toda Europa, hallándose en latin y en todas
las literaturas , como lo hizo ya notar el Sr. marqués de Pidal
en cierto trabajito sobre un «fragmento inédito de poema anti-
guo castellano». A este mismo asunto, y copiando á veces las
palabras del poema, escribió Juan de Pedraza , tundidor y veci-
no de Segovia, una farsa, que se imprimió en 1 551 , en un tomo
en 8.° mayor, intitulada: Farsa llamada Danza de la muerte ,
en que se declara cómo d todos los mortales , desde el Papa hasta
el que no tiene capa, la muerte hace en este mísero suelo ser
yguales, y á nadie perdona. Contiene mas : cómo cualquier vi-
viente humano debeamar la razón, teniendo entendimiento della;
considerando el provecho que de su compañía se consigue. Va
dirigida á loor del Santíssimo Sacramento : hecho por, etc. Hcá-
llase esta farsa en un precioso tomo de farsas y églogas de la bi-
blioteca de los duques de Baviera, de que dio ya extensa noti-
cia el erudito é infatigable D. José Wolf, publicando íntegra di-
cha farsa, ilustrada con notas críticas y filológicas de no escaso
valer. Eine Spanisches Frohnleich nasspiel von Todtentanz
(sobre un auto sacramental de la Danza déla muerte), Vie-
na, 1852.
SUPLEMENTO A LAS NOTAS.
Por causas independientes de nuestra voluntad nos hemos
visto precisados á emplear mas tiempo del que era regular en la
publicación de los cuatro tomos de que se compone esta Histo-
ria de la literatura ; pero esto mismo nos ha dado ya , y nos
da ahora, ocasión y motivo de hacer en ellos algunas adiciones
y rectificaciones de importancia. El mismo Sr. Ticknor, con
cuya amistad nos honramos, y con el cual seguimos hace años
una correspondencia en extremo amena , al par que instructi-
va, aprovechándose -del largo intervalo que, mal que nos
pese, ha transcurrido entre la impresión del tomo primero de
esta nuestra traducción y los siguientes , ha tenido á bien re-
mitirnos nota de algunas rectificaciones que deseaba se hiciesen
en su texto , y así lo hemos hecho exactamente siempre que
sus indicaciones y deseos han llegado á tiempo de cumplirse.
También nosotros , volviendo sobre lo que ya hemos dicho en
las notas á los tres tomos anteriores , aprovechamos la ocasión
que se nos ofrece, ya de reparar omisiones, ya de corregir da-
tos y noticias que no son enteramente exactas ; porque , como
dice el adagio latino, errare humanum est, y mas queremos con-
fesar nuestras culpas, á fuer de pecadores arrepentidos, que no
pasar plaza de renitentes é inducir en error á nuestros lectores.
Tomo i, nota 14, p. 25o. — Al tratar del Dr. Ferreira hemos
citado mal el titulo de su obra , que no es Poesías lusitanas, se-
gún allí dijimos , sino Poemas lusitanos ; y mas adelante hemos
tom. ív. 28
434 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
dicho equivocadamente , siguiendo en esto á nuestro autor, que
dicho poeta portugués atribuyó el Amadls al infante D. Antonio
de Portugal, siendo así que á quien el hijo de Ferreira, que pu-
blicó sus poesías, alude, es á D. Alfonso. En la misma página,
nota 1 2, está mal escrito el nombre de Briolanja, y á la vuelta,
pág. 254, donde dice García Ordoñez de Montalvo, castellano
de Medina del Campo, habrá de leerse regidor.
Pág. 244. — Dijo el autor equivocadamente, y nosotros lo
repetimos en la traducción, que Anaxártes, el héroe caballeres-
co, creado por la fértil inventiva de Feliciano de Silva , fué hijo
de Lisuarte de Grecia , lo cual es un error, como puede verse en
el árbol genealógico de esta familia , que hace poco publicamos
entre los preliminares al tomo xl de la Biblioteca de autores
españoles. Anaxártes fué hermano de D. Florisel de Niquea, é
hijos ambos de Amadís de Grecia.
Tampoco está citado con exactitud (en la pág. 255) el título
del libro de caballerías que compuso Gonzalo Fernandez de
Oviedo. No habíamos entonces logrado tener á la vista esta ra-
rísima obra, de la que no conocemos mas que un solo y único
ejemplar con el siguiente título : Libro del muy esforzado et in-
vencible caballero de la Fortuna , propiamente llamado Don Cla-
ribalte, que, según su verdadera interpretación, quiere decir feli-
ce ó bienaventurado, nuevamente imprimido et venido á esta
lengua castellana, etc. Valencia, 1519.
Pág. 25o, habrá de leerse Baladro por Baladros , y en la 272
Gil Arribato por Gil de Ribato.
Pág. 282 , en lugar de Domingo de Castega habrá de leerse
Domingo de Gaztelu. Fué este un caballero vizcaíno muy aficio-
nado á las letras, que residió por muchos años en Milan, Vene-
cia y otros puntos de Italia, con algún cargo ó comisión de Car-
los V, ya que no sea el mismo Gaztelu que le siguió después á
Yuste, y fué secretario de su hijo Felipe II. No fué autor de
ninguna continuación de la Celestina; lo que hizo fué publicarla
de nuevo en Venecia en 1556, juntamente con la segunda
parte de Feliciano de Silva, que acababa de salir á luz en España.
Pág. 285. — Juan Sedeño, que puso en verso la Celestina,
no fué traductor del Tasso, como dice nuestro autor; es otro
Sedeño distinto, que vivió cerca de un siglo después, y que tam-
Sll'LEMENTO A LAS NOTAS. 435
bien tradujo Le lagrime di San Pietro de Luigi Tansilo. Y en
cuanto á la comedia intitulada El celoso , de que se trata en la
nota 25, correspondiente ala p. 284, habremos de advertir
que es la misma intitulada La Lena , con la circunstancia de que
en un mismo año la imprimía dog veces en Milan un mismo im-
presor , una vez con el título de Celoso, otro con el de Lena. En
una de ellas el autor se denomina Alfonso Velazquez de Velas-
co , lo cual no deja duda en cuanto al significado de la abre-
viatura Vz.
Pág. 531. — Donde dice Guillermo Ameller habrá de leerse
Anelier ó Aneliers, y por Plagues, Plagues.
Pág. 453. — Aquí se llamó inadvertidamente á Fernando de
Pulgar Fernán Perez de Guzman.
Pág. 500. — Hay aquí error en la fecha en que se compuso
el Libro de Patronio, ó sea El Conde Lucanor; en lugar de era
m,cccc lxsx años, habrá de leerse m,ccc é lxxxui, que corres-
ponde al año de 1345. Don Juan Manuel , habiendo nacido á 5
de mayo de 1282, tenia á la sazón sesenta y tres años.
Pág. 576. — Al tratar en la Addenda el Corrigenda á este to-
mo i, del fuero de Oviedo y de la carta-puebla de Aviles, que
son hasta ahora los documentos mas antiguos que se conocen
en castellano , citamos , bajo la autoridad de un erudito tan
distinguido como D. José Velazquez , un privilegio otorgado por
el conde Garci Fernandez al conde Hernán Mentalez, su vasa-
llo, en la era de 988, suponiendo que tenia mas antigüedad que
aquellos. Pero examinada mas de cerca la cuestión , y habien-
do reconocido algunas copias de dicho documento, tenemos
motivo para sospechar que fué redactado primeramente en latín
y después romanceado.
Tomo ii, p. 47. — En la nota 55 , correspondiente á Francisco
Sanchez el Brócense, y al hablar de la traducción del Garcilaso
hecha en Londres por J. H. Wiffen , dijo nuestro autor que
estaba precedida de una Vida de aquel poeta y de un Discurso
sobre la poesía castellana. Esta última noticia necesita rectifica-
ción. Lo publicado por el editor es el discurso del Sr. Quintana
que precede á la colección de sus poesías*. En la misma nota,
pues , y columna siguiente , donde dice disertación , habrá de
leerse vida.
436 HISTORIA DE LA. LITERATURA ESPAÑOLA.
Cap. xni, nota 45, p. 280. — Donde se dice que la primera
edición del Peregrino en su patria es de Madrid, habrá de leerse
Sevilla.
Cap. xv, p. 514. — Hay equivocación en el número de co-
medias que Lope anunció ya como suyas en 4605 , pues en
lugar de 541 , como dice el texto, habrá de leerse 219 ; si bien
él mismo se contradice, pues en el prólogo al Peregrino, 1605,
dice que son 250, y en algunas ediciones posteriores, y princi-
palmente en la de 160o , que sirvió para la reimpresión de sus
Obras sueltas , t. iv , se dice terminantemente que fueron 558.
Tomo m, cap. xxiv, p. 56. — Donde dice Astrónomo fingido,
habrá de leerse Astrólogo fingido.
Cap. xxvn, p. 149. — Donde dice Tomás Caundish , habrá de
leerse Cavendish ;y en la 152, línea 20, en lugar de punto
bastante elevado, habrá de decir puesto.
Pág. 158, lin. 9. — Por Gutierrez de Cetina, léase Gutierre.
Pag. 185, nota 20, col. 1.a, lin. 8. — Hace poco honor, in-
sértese tan.
En la p. 514 citó el autor la Historia de la reina Sevilla, y
el libro de los Honestos amores de Peregrino y Ginebra , dos de
las novelas mas populares del género llamado caballeresco. No
habiendo entonces logrado ver ni una ni otra, no nos fué posi-
ble decir nada en las notas; mejor informados hoy dia, dire-
mos que en la primera de ellas, fundada en un episodio de la
historia fabulosa de Carlomagno, aparece un personaje llamado
el conde Tomillas , «gran traidor y aleve», que pudiera muy
bien ser el mismo de quien Cervantes asegura haber historia
escrita.
De la segunda hemos visto una edición hecha en Sevilla por
el mismo Jacobo Cromberger, 1527 , 4.° , con el siguiente títu-
lo : Libro de los honestos amores de Peregrino y Ginebra, etc.,
fingidos por la mayor parte moralmenie , etc. Fué su autor Her-
nando Diaz, estudiante de Salamanca.
Cap. xxxix, p. 450, lin. 22. — Donde dice Avisos de Foras-
teros, habrá de ser Guia y Avisos.
Pág. 481. — Donde dice Sebastian Mathevrad, léase Mathevad.
Pág. 489. —Aquí citamos mal el libro de D. Juan Hurtado de
Mendoza , señor del Fresno de Torote , pues en lugar de Siete
SUPLEMENTO Á LAS NOTAS. 437
discantes, debe ser: El buen placer trovado, en trece discan-
tes, etc.
Pág. 546. — Al citar en las adiciones á la nota 4 del capítu-
lo xxxv algunos títulos de novelas del género llamado caballe-
resco-sentimental, cometimos alguna inexactitud por no tener
presentes los libros á que nos referíamos. Mejor informados hoy
día , diremos que las dos primeras componen un solo libro con
el siguiente título : Tractado compuesto por Johan de Flores á
su amiga. Al fin : «Acaba el tractado compuesto por Johan de
Flores , donde se contiene el triste fin de los amores de Grisel y
Mirabella , la cual fué á muerte condemnada por cierta sen-
tencia disputada entre Torrellas y Bracayda , sobre quién da
mayor ocasión de los amores, los hombres á las mujeres, ó las
mujeres á los hombres , y fué determinado que las mujeres son
mayor causa. Donde se siguió que, con su indignación y mali-
cia, por sus manos dieron cruel muerte al triste de Torrellas. » La
edición que hemos visto es en 4.°, sin año ni lugar de impresión,
pero debe ser del siglo xv.
Otra hay mas moderna de Sevilla, 1524, 4.ü, con el título
algo cambiado : La historia de Grisel y Mirabella, con la dispu-
ta, etc., y por fin otra tercera de Toledo, 1526, 4.°
La de Luzman y Arbolea es la misma conocida con el título
de Selva de aventuras, de que ya se trató en el t. ni, p. 314 de
esta traducción.
En la n. 548 ciiamos una historia del moro Abindarraez an-
terior al año de 1565, en que publicó su Inventario Antonio de
Villegas. En efecto, hemos visto una intitulada: El moro Abin-
darraez-}! la bella Xarifa, 4.°, letra de Tórtis, sin año ni lugar
de impresión , aunque hecha, al parecer, entre lósanos de
4555 y 1540. Se reimprimió mas tarde con el mismo título en
Toledo, por Miguel Ferrer , 156! , 12.° Del Inventario de Ville-
gas, además de la edición en 8.° de 156o. hay otra anterior
en 4.°
Pág. 549. — Por cálculo solo fijamos la muerte del célebre no-
velista Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo á fines del año 1654
ó principios del siguiente; pero de un cuaderno formado por Don
Tomás Vargas Ponce á la vista de los libros de defunciones de
las parroquias de esta corte , y que original se guarda en la bi-
438 HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA.
blioteca de la Real Academia de la Historia , resulta que murió
á 40 de julio de 4635 , en la calle de Toledo, en las casas de la
0 Compañía.
El autor del Meson del Mundo, á quien equivocadamente
llamamos Ribero en la p. 552 de este tomo ni, es el misino Ro-
drigo Fernandez de Ribera, secretario del marqués de Algaba,
de quien ya se hizo mención en la p. 544 del mismo tomo.
Tomo ív, cap. vi, nota 18, pág. 452. — Por su omisión de
Lope, y otras no menos notables en su Teatro español, Huerta
fué vivamente atacado en un papel intitulado Carta á D. Vi-
cente García de la Huerta, etc., por D. J. D. C. (Madrid, 4787,
42.°, pp. 56-46). También se escribió contra él otro papel con
el título de Diálogo transpirenaico é hiperbóreo (s. a., 42.°),
en el que, entre otras cosas, se le ridiculiza por el empleo de vo-
ces extrañas , como las de instremeos , puzibilidad , y otras, y
por escribir Xaira en lugar de Zaira en su traducción de dicha
tragedia.
Cap. vi, p. 457. — La postración del drama continuó hasta
los tiempos de Moratin el joven y sus triunfos. El autor de la
Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia (8.°,
Madrid, 4781 , reimpreso en 4797) , después de dar una noticia
muy amplia y favorable de los teatros de Paris , aprovecha la
ocasión de dar su opinion acerca de la reforma de los teatros
españoles, y le dice al amigo á quien escribe, estas notables
palabras : « Empiece V. por echarlas abajo, y después hablare-
mos.» Parecía en verdad no haber ala sazón otro remedio
para el teatro que el que aconseja este autor , quien fué nada
menos que duque de Almodóvar, embajador en Lisboa, San-
Petersburgo y Londres , y á su muerte director de la Academia
Española. Su Década está escrita con gracia y ligereza, si bien
es algo superficial. Aunque su autor se manifiesta partidario de-
cidido de la escuela francesa en materias literarias, ataca con
vehemencia la filosófica. Hay un elogio del Duque , escrito por
D. Nicolás Rodriguez Laso , que se leyó en la Academia el 2 de
julio de 4794 , y se imprimió al siguiente año en 4.°
Cap. vi, nota 22, pág. 140. — Antes de publicarse la Comedia
Nueva, ya habia Moratin, en su Derrota de los pedantes (Madrid,
1789 , 12.°), atacado á los poetas dramáticos de su tiempo, po-
SUPLEMENTO Á LAS NOTAS. 439
niéndolos de gente « que embadurnan y apestan al teatro con
unas cosas que llaman comedias, Compuestas de retazos mal ar-
rancados de aquí y de allá, atestadas de mas defectos que los
originales que copian , y sin ninguna de aquellas perfecciones
que disculpan ó hacen olvidar los errores de los antiguos». (Pá-
gina 8.)
Cap. vni, nota 2, p. 151. — Mas ya para entonces habia
Martinez de la Rosa levantado á su memoria un monumento
mas noble y duradero con su Viuda de Padilla, representada por
primera vez en Cádiz en 1812, durante el sitio de los franceses,
en un teatro provisional construido al efecto , por hallarse el de
la ciudad expuesto á las bombas que arrojaba el enemigo. El
sagaz embajador de la república veneciana á Carlos V, Andrea
Navagiero , se halló en Toledo cuatro años después del suplicio
de Padilla , y hace una relación sucinta , aunque bien trazada,
de todo el suceso (Viaggio, 1563, f. 10).
ÍNDICE ALFABÉTICO
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS CONTENIDAS
EN LOS CUATRO TOMOS D2 ESTA HISTORIA.
F. significa floreció. — M. murió. — C. compuesto.
Aarsens de Somerdyck , su Viaje por
España. Tomo mi , página 17.
Abad (Pedro), chantre de Sevilla en
tiempo de S. Fernando, i , 495.
Abarbanel. sus Diálogos, traducidos
por Garcilaso. ni, 59o.
Ai.bad i Per), copiante del Poema del
Cid. i, 10.
Abencerraje (El), de Villegas. m,551.
Abril (Pedro Simon), sus traduc-
ciones de los antiguos dramáti-
cos, íi, 156.
Academia de Barcelona, iv, 17.
— del buen Gusto. ív, 47, 599.
— de los Desconfiados. ív, 17.
— Española de la Lengua
(Creación de la). ív, 9. — Diccio-
nario. 12.
Academia de los Nocturnos. n,428.
Academia Real de la Historia, ív, 17.
Academias al uso de Italia. ív, 16.
Academias del Jardín , de Polo de
Medina, ni, 551.
Academias de las Musas, de Polo, ni,
227.
Acaecimiento amoroso, silva de Jáu-
regui. ni . 225.
Acero (El) de Madrid , por Lope de
Vega. ii. 520.
Acevedo (Alonso de), F. 1615. — Su
Creación del mundo, ni. 155; 480.
Acosta (Cristóbal de), F. 1578. ni, 414.
Actores y cómicos (especies de), n,
480. — A veces improvisados. 597. —
Su condición y número, ni, 111. —
Pagados al dia. 115.
Actrices ó cómicas ; representaban
papeles de hombre, m, 112.
Fernando de), M. 1580.— Su
vida y obras, u, 50-54.— Sobre el
imperio universal y sus versos suel-
tos. 51.— Su amistad con Silves-
tre. 60.
Addison (J.), dedicatoria de sus obras.
ii,234.
Adenez, su Ogier le Danois. i, 250. —
Su Cleomádes. 256.
Adjunta al Parnaso, por Cervan-
tes, ii , 224.
Adorno. ( V. Espinel. )
Adriano, cardenal, inquisidor gene-
ral y papa, n, 15.
Advertencias para reyes, m , 425.
Afectos de odio y amor, comedia de
Calderón, m , 65.
Agmar ( ¿ Aguiar? i . García del , poeta
del siglo xv. i, 570.
Agonía ( La ) del Tránsito , por Vene-
gas, n , 98.
Agraz (Juan), poela popular del si-
glo xv. i,570.
Agreda y Vargas í Diego de), F. 1620.
— Novelas, ni, 540.
Aguas Sanias (Nuestra Señora de;,
poema por Diaz, ni , 154.
Agudeza y Arte de Ingenio, por Gra-
dan, ni , 451.
Aguiar (Diego de), F. 1621 . — Sus ter-
cetos en latin congruo. ív, 191.
Agdilar (El maestro), F. 1655. m,
512.
Aguilar (Gaspar de), autor dramá-
tico, F. 1625.ii , 424-8. — Amigo de
Lope. 425. — Obras líricas. 527.
Agdilar (Juan bautista), poeta, F.
1080. ni, 252.
Aguirre del Pozo (Matías ) , F. 1654. —
Noveh'S. ni, 550.
442
Aguja ( La ) de navegar cullos, de Que-
vedo, ii, 407.
Agustín (Antonio), arzobispo de Tar-
ragona, F. 1560. — Sus cartas, m,
364.
Aimeric de Bellinoi , trovador, i , 47.
— de Peguilaix, trovador, i, 328.
Alarcon (Fr.. Arcángel de), F. Io-i0.
ni. 270, 523.
Alarcon (D.a Cristobalina Fernan-
dez de), F. -1600. m, 196, 507,528.
Alarcon (Juan Ruiz de), M. 1659.—
Sus coinedias, ii , 466 , 470.
Alarcos (Conde), romance, i, 130. —
Comedias á este asunto. 131.
Alra (Antonio, duque de), protector
de Lope de Vega, ii, 261.
Alba (Duque de), Poesías del , en el
Cancionero General, i, 475.
Alba (I). Fernando, duque de), su
conducta examinada por la Inquisi-
ción, ii, 16. — Discípulo de Dos-
can. 30. — No es el mencionado en
la Arcadia de Lope. 261. — Hace im-
primir las obras de Fr. Luis de
dañada, m , 416.
Albigenses (Guerra de los), i , 329. —
Poema sobre la. 330.
Albornoz (Carrillo de), F. 1564. i,358.
Alburquerofe (Duque), Poesías del,
en el Cancionero General, i , 475.
Alcalá (Universidad de). II, 25.
Alcalá (Jerónimo de). ( V. Yañez. )
Alcalá y Herrera (Alonso de), F.
1611. — Sus novelas, ni, 317.
Alcalde (El ) de Zalamea, por Calde-
rón, ii , 3*>2 : ni .42, 64.
Alcázar (Baltasar de), M. 1606.—
Sus Poesías, m, 21o.
Alciato (Emblemas de), m, 256.
Alcocer ( Hernando de) , F. 1550. —
Su traducción del Orlando Furio-
so, ni . 485.
Ai.dana (Francisco de),M. 1590. —
Su Poesía didáctica, m , 253.
Aldana (Cosme de), F. 1586. — Su
Asneida. m , 168,496.
Alday y Vergar\ (Doña Ana María de),
poetisa, ni ,507.
Aldeanos críticos . del P. Isla, iv, 63.
Alderetf (Bernardo de), Antigüeda-
des de España, n , 544. — Origenes.
iv, 185.
Alderetf. (Pablo) , publica algunas de
las obras de Quevedo. n , 404.
Aldos (Los) protegidos por D. Diego
de Mendoza, n ,69.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Alegoría (La) , de Boscan. n, 35.
Alegoría cómica, de Castro, vi, 116.
Alejandra (La), tragedia de Lupercio
Leonardo de Argensola. n, 159. 160.
Alejandro de París , poeta francés, su
Historia de Alejandro Magno, en
verso, i, 61.
Alejandro el Grande (Poema de), por
Lorenzo Segura, i, 61. — Asunto
muy cultivado de los poetas de to-
dasnacioues. 62.
Alemán (Mateo), F. 1609. — Su su-
puesta caria á Cervantes, ni, 295 —
Su Guzman. 294. — Ortografía. 427.
— Su San Antonio de Padua. vi, 14.
Alemana (La), baile, m, 125.
Alfarache. (V. Guzman de)
Alfay (Josef), F. 1654.— Su colección
de poesías, ni , 505. — Sus Delicias
de Apolo. 506.
Alfonso , ó fundación del reino de
Portugal, vi, 18.
Alfonso (Pedro), F. 1106. — Su Dis-
ciplina Clericalis. i, 75 , 76; ii, 556.
Alfonso II de Aragou , M. 1 196. — Sus
Cobles, i, 528.
AlfonsoIII de Aragón, M. 1291.1,540.
— IVde Aragón, M. 1556. i, 541.
— V de Aragón , M. 1458. i, 356,
370, 559.
Alfonso VII de Castilla, Fueros que
dio á Aviles, vi , 187.
Alfonso VIH de Caslilla, en la Jeru-
salen de Lope de Vega, u , 281 .
Alfonso IX de Castilla, M. 1214.— Sus
relaciones con poetas provenzales.
ii, 512.
Alfonso X de Castilla, el Sabio. M.
1284. — Sus relaciones con los tro-
vadores, i , 47 . 542. — Su vida. 58 ,
41.— Su carta á D. Alonso Perez de
Guzman. 40. — Lista de sus obras.
42. —Las Cantigas 46. — Las Que-
rellas. 48. — El Tesoro. 48. — Su
traducción de la Biblia. 48. — Su
gran Conquista de ultramar. 49.—
El Fuero Juzgo. 51.— El Espéculo.
42, 53. — El Fuero Real. 55.— Sie-
te Partidas. 54.— Opúsculos legales.
53. — Crónica General. 161. — Ro-
mances fundados en esta obra, ni ,
262. — Escuelas para la enseñanza
de la lengua arábiga, vi, 183.— In-
fluencia de esta en el idioma caste-
llano. 192. — Forma la lengua, n ,
110.
Alfonso XI de Caslilla, M. 1350.— Su
DE NOMBRES PKOPIOS Y MATERIAS.
Libro de monteria. i, 82. — Crónica
rimada de su reinado. 83 — Manda
poner en ejecución el código de las
Partidas. 54.
Aliaga (Fr. Luis de) , F. 1605.— Creí-
do ser el mismo que Avellaneda.
H, 24o; ni, 554.
Alivios de Casandra, novela de Cas-
tillo Solorzano. ni, 547.
Aljamia, qué cosa sea. iv, 419.
Al llanto mas alegría , loa. ív, 598.
Almela. (V. Rodriguez de.)
Almirante (Las cuatrocientas del), n,
86.
Alonso, mozo de muchos amos, por
Yañez y Ribera, u , 507.
Alonso, gramático, poeta ó juglar, i,
492.
Alonso (Agustín), F. 1585. — Hazañas
de Bernardo del Carpió, m , 157.
A lo que obliga el amor . comedia de
Enriquez Gomez, in, 9 1.
A lo que obligan los celos , comedia
de Zarate, ni, 91.
Altamira (Vizconde de), poesías del,
en el Cancionero General, i, 475.
Altamira (Pedro de) , autor dramáti-
co^. 1527.ii.150.
Altamip.ano y Portocarrebo (Balta-
sar) , F. 1646. — Novela de. m, 551.
Altamonte (Pedro de) , poeta, ni, 559.
Alvarez (Joam), su Crónica. ■ n , 51.
Alvarez (Fr. Damián), F. 1613. — Su
traducción de Tansilo. m, 541.
Alvarez Baena (José Antonio), Hijos
de Madrid, i , 214.
Alvarez Gato (Juan), poeta del si-
glo xv. i , 460.
Alvarez de Lugo y Uso de Mar (Pe-
dro), F. 1664. — Sus Poesías, ni,
526.
Alvarez de Toledo (Alonso), poeta
del siglo xv. i, 461.
Alvarez de Toledo (Gabriel), F. 1720.
— LaBurromaquia. ni.
Alvarez de Yillasandino (Alfonso),
poeta, i, 416,520,534.
Alvaro de Córdoba, iv, 182.
Alvaro de Luna. (V. Luna.)
Alventosa (Pedro de), F. 1550.— Su
poema de los Amantes de Teruel.
IM.496.
Amadís de Caula, el original portu-
gués perdido, i , 255.— En español
porMonlalvo.254.— Origen del. 251,
520. — Su carácter. 256. — Libros de
la descendencia de Amadís. 244-6.
443
— Alabado por el Tasso.241. — Por
D. Diego de Mendoza, u , 68.
Amadís de Ganla, comedia de Gil Vi-
cente, ii, 150.
Amadís de Grecia, libro de caballe-
rías, i , 244.
Amante (El) liberal, de Cervantes.
n,220.
Amantes (Los) de Teruel , comedia de
Artieda. ii , 156 ; m , 498.— De Mon-
talvan. n, 447.— De Tirso. 448.
Amantes (Los) de Teruel, poema de
Yagiie de Salas, ni, 164.
Amar y Borbon (María Josefa), iv,
246.
Amar después de la mutrle , de Cal-
derón, ni, 34, 39.
Amar por razón de estado, comedia
de Tirso, u, 461.
Amarilis (La)« de Fígueroa. ni, 286.
A mas tinieblas mas luces , loa satíri-
ca, iv , 598,
Amat (D. Félix Torres), Biblioteca de
autores catalanes, i ,527.
Amaya ( D. Francisco de ), F. 1655. —
Comenta el Polifemo de Góngora.
ui.208,512.
América (Relaciones antiguas de).
ii,114.
Americanas ( Palabras) en el castella-
no, ii , 548.
Amescua. (V. Mira de Mescna.)
Amigo, amante y leal, de Calderón,
ni , 54.
Aminla (La), del Tasso, traducida por
Jáuregui. ni, 221.
Amírola (D. Eugenio Llaguno y), pu-
blica varias obras, u, 206.
Amor con amor se paga , de Mendo-
za, n ,465.
Amor (El) enamorado, de Jacinto Vi-
llalpando. m , 163.
Amor (El) por la piedad , novela de
Castillo Solorzano. m , 550.
Amor, engaños y celos, comedía de
Manuel Bolelbo. m, 515.
Amores (Los) de Clareo y Florisea,
por Reinoso. m, 515.
Amorosa (La), égloga de Lope, u,
579.
Amphryso, sobrenombre poético de
D. Antonio, duque de Alba, n,
265.
Amplivtrion de Planto, por Villalobos,
i. 308; ii, 151,520.
Anacreonte, de Quevedo. n , 419.
Anaxárete, por Gallegos, m , 223.
444
Anaxartes (Historia de), libro de ca-
ballerías, i, 244.
Andosilla Larramendi (Juan de), u,
490.
Andrada (Pedro Fernandez de), F.
1599.— Libro de la Gineta. iu.427.
Andrés (Giovanni), Sobre el origen de
la poesía moderna, iv, 179.— Sobre
el cullismo. 244.
Andrómeda (La), de Lope de Vega.
ii , 293.
Andújar (Juan de), poeta del siglo xv.
1,561,366.
Anelier (Guillermo) , trovador pro-
venzal. i , 551.
Anfiteatro de Felipe el Grande, por
Pellicer. ni ,511.
Ansel (E!) de la Guarda , de Valdi-
vielso. ii , 464.
Angélica. (V. Lágrimas'.)
Angélica (La hermosura de), poema
caballeresco de Lope de Vega, n,
267.
Ángulo (Juan de), F. 1555. ni, 561.
Ángulo y Pulgar (Martin de), F. 1635.
— Defiende a Góngora contra Cas-
cales, ni, 511.
Antenor(EI), por Montengon. iv, 82.
Antes que todo es mi dama , de Cal-
derón, ni, 34, 57.
Antiguos metros, imitados en Espa-
ña, ni. 225.
Antigüedades de España y África, por
Aldrele. n, 544.
Antillon (Isidro), Sobre los Amantes
de Teruel, ni , 165.
Antiquijote (Examen crítico del), i,
52.
Antolinez de Piedrabuena (Novela
de), ni, 550, 552.
Antonio (Luis), F. 1658. —Sus Poe-
sías, ni .531.
Antonio (Nicolás) , M. 1684.— Cartas
de. ni, 372.
Antruejo, significado de esta voz. i,
295.
Anzuelo (El) de Fenisa , comedia de
Lope. íi , 550.
AxÑorre y Corregel (D. Tomás de ),
F. 1740 —Comedias, iv, 116,402.
Apolo y Climene , de Calderón, m, 64.
Apología de Paravicino , por Jáure-
gui. ni, 532.
Apolionio (Libro de), juicio de este
poema. i,28. — Sacado deAGestaRo--
manorum.29.
Aponte (Jerónimo de) , su edición de
ÍNL1CE ALFA11ET1C0
las comedias de Calderón, m, 15.
Apotegmas (Los) de Thamara. m, 556.
Apotegmas (Los seiscientos) de Juan
Ruló. iii,173, 189,498.
Arábiga (Lengua) , su extension y uso
en España, iv, 180. — Su mezcla con
el castellano. 182.
Aragón (Anales de), por Zurita, m,
375.
Aragón (D. Enrique de). (V. Yille-
na.)
Aragonés (Juan), anécdotas de. ni,
334.
Arana de Varflora (Fermín), seudó-
nimo del P. Valderrama , F. 1791.
—Sus Hijos de Sevilla. in,216.
Aranda(Luís de), su Comentario á
las coplas de Jorge Manrique, i,
436.
Aramia (Conde de ) , protege el dra-
ma, iv, 121.
Araucana (La), de Ercilla. ni, 158. —
Continuada por Osorio. 144.— Tra-
ducida por Hayley. Ibid.
Arauco domado, poema de Pedro de
Oña. ni, 146.
Arauco domado, comedia de Lope de
Vega.n, 547.
Árbol El) de la vida, de Valdiviel-
so. ii , 464.
Arbolanciies (Hyerónimo), F. 1566. —
Su* Havidas. m, 557.
Arcadia, de Sannazaro. n, 262.
Arcadia (La), de Lope, ti, 263.
Arcadia ( El bachiller de ), seudóni-
mo de don Diego de Mendoza , Car-
ta de. ii , 74.
Arellano (Luis de), F. 1634.— Avisos
para la muerte, ni, 266.
Argel fingido, comedia de Lope, ii,
552.
Arejel (Cautiverio de Cervantes en), n,
lüfl. — Descripción de, por Haedo.
191. — Esclavitud, y su influencia en
el drama. 95. — En la novela espa-
ñola, ni. 275. 515.
Argensola. (V. Leonardo.)
Argentina (La), de Darco Centenera.
ni , 148.
Arcóte de Molina (Gonzalo), F. 1570.
— Su nobleza de Andalucía, i, 43. —
Publica El Conde Lucanor. 69, 81 .
— El Libro de montería del rey don
Alonso. 82.— Su muerte, iv . 213.
Arguello (Francisco de). poeta. i,474.
Arguello (Gutierre de) , poeta de! si-
glo xv. ! . "
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Argihjo (Juan de), poeta sevillano,
F. 1605. — Sus Epístolas en verso.
m,2i6,239.
Arias del Busto , poeta del siglo xv.
i , 562.
Arias Montano (Benito), M. 1598. —
Sus Cánticos de Salomon, n, 171. —
Biblia poliglota, mi, 580.
Arias Perez (Pedro), F. 1623.— Su
primavera de romances, m , 268; ív,
199.
Ariosto, su Orlando. (V. Alcocer,
Alonso, Bolea, Garrido de Villena,
Urrea y Vázquez de Contreras.)
Aristófanes, imitado por Lope de
Rueda, ii, 158.
Aristóteles, su Poética, traducida
por el príncipe de Viana. ni, 405.
Armada ( La Invencible ), Lope de Ve-
ga sirve en la. n, 266.— Oda de
Góngora a la. m, 204.
Armas (Las) de la Hermosura, co-
media de Calderón, ni, 55.
Armona (Antonio), corregidor de Ma-
drid ,F. 1790. — Sus memorias cro-
nológicas del teatro, n , 542.
Arnalt ó Arnaldo Plagnés, trovador
provenzal. i , 351.
Arnalte y Lucenda, de Diego de San-
pedro. i, 456.
Aróstegui (Jerónimo de), poeta, F.
1621.iii,509.
Arredondo (Gonzalo de), F. 1522. —
Su Crónica poética de Fernán Gon-
zalez, ni, 136.
Arrieta, su Espíritu de Cervan-
tes, ii, 222.
Ar-romí , signilicado de esta voz. ív,
189.
Arroyal (Leon de), F. 1784. — Sus
odas. ív, 82.
Arte Cisoria, de Villena. i, 381.
Arte de galantería de Francisco de
Portugal, ni , 428.
Arte de la pintura, de Céspedes, ni,
255.
Arte de trovar, de Villena. i , 582.
Arte nueva de hacer comedias , por
Lope, ii, 316.
Arte poética de Rengifo. ív, 30.
Arteaga ( Stefano) , su Teatro musi-
cale. ni, 103; ív, 245.
Arteaga. ( V. Paravicino.)
Artemidoro, seudónimo de Micer Rey
de Artieda. (V.)
Artes (Jerónimo de), poeta del si-
glo xv. i, 473.
445
Artes y Muñoz (Rodrigo de), poeta,
F. 1680. ni , 232.
Artieda. (V. Rey de.)
Artiga ( Francisco José de) , F. 1725.
— Su Elocuencia española. ív , 32.
Artüs y su Tabla Redonda, i. 229.
Arlús de Algarbe, libro de caballe-
rías, i , 523.
Arze Solorzano (Juan de), F. 1604.
— Sus Tragedias de amor, ni, 285.
A secreto agravio secreta venganza,
de Calderón, ni, 46.
Asneida (La), de Cosme de Alda-
na. ni, 168,496.
Asonante , qué cosa sea. i , 1 17. — Ca-
rácter del. 118. — Su gran populari-
dad. 119.— El inglés. 117. — Carta
sobre el. 509.
Áspides (Los) de Cleopatra, de Ro-
jas, ni , 85.
Astarloa, su Apología de la lengua
vascongada. ív, 161.
Astorga ( Marqués de) , poeta del si-
glo xv. i, 475, 570.
Astrea ( La ) , de Pellicer. ni , 510.
Astrólogo (El) fingido, comedia de
Calderón, m, 56.
Astry (Sir John), su traducción de
Saavedra. ni , 425.
Atabualpa (tragedia de), por Cor-
les, ív, 450.
Atalanta, fábula de Céspedes, m, 495.
Atalanta y Hipomene , de Monca-
yo. ni, 163.
Ataúlfo, tragedia de Montiano. ív, 1 17.
Atila furioso, tragedia de Virués. ir,
155.
Auditorios del teatro en el siglo xvn.
ni , 1 14. — En el xvm. ív, 127 , 144.
Aula Dei , de Dicaslillo. ni, 257.
Aulnoy (Mad. la condesa de), sus
viajes por España, ni, 25.
Aurelia (La), de Timoneda. n, 446.
Aurora (La) en Capocabana, de Cal-
derón, ni, 55.
Auroras (Las) de Diana , de Castro y
Anaya. ni, 545.
Ausencia y soledad tre amor, novela
de Villegas, ni, 531.
Anstriada (La), de Rufo, ni, 174,
498.
Auto de Clarindo , por Antonio Diez
(1535). iii,527.
Auto de la angustia de Nuestra Seño-
ra, por Molina, ni, 518.
Auto de la cena de Emaus, por Alta-
mira, ii, 130.
446
Autora, ó primera dama, m, 108.
Autores de compañías teatrales, pues-
tos en ridiculo por el auditorio, m,
409.
Autos sacramentales, u, 569. — Su an-
tigüedad y popularidad. 570. — Los
de Lope. 571. — Colección manus-
crita de ellos. 572. — Los de Mon-
ta! va i. 451.— De Tirso. 460. — De
Valdtvielso. 464.— De Calderón, iii,
46— De Hojas. 8o.
Aveilaneda (Alonso Fernandez de),
seu lónimo de Fr. Luis de Aliaga,
atac:i a Cerrantes, h, 214.— Su con-
tinuación del Quijote. 245. — Répli-
ca de Cervantes. 947. — Traducido
por Le-Sage. iv, 66. (V. también
Aliaga, Blanco de Paz, Le-Sage.)
Aveilaneda (Fr. Francisco de), F.
4618. ni, 528
ÍNDICE ALFABÉTICO
Ayamonte (Marqués de), poeta, F.
4655. ni, 511.
Ayli.on (Diego Jimenez de). F. 1579.—
Su poema del Cid. ni, 156.
Ayllon. (V. Peralvarez de.)
Aymihicdf. Bellikoi, trovador provea-
sal, asiste en la corte de D. Alfon-
so IX de Castilla, i, 47.— Y de Al-
fonso X. Ibid.
Ayrolo (Gabriel de), F. 4624. — Su
Laurentina. ni, 501.
Azara (José Nicolas de), su edición de
Garcilaso. n, 47.
AzKMWi ii. Nec.ro, trovador. 1.550.
Azote (El), de su patria, porMoreto.
ni. 96.
Azucena (La), de la Etiopía, comedia
de Bolea, ni, 529.
AziRAiíA (Gomes Eannes de), cronista
portugués. i,251.
Avellaneda (Fr. Tomás de), F. 164-0.
—Su fábula de Dido y Eneas, ni. 494.
Avf.ndaxo (Francisco de), escritor Bacallar y Saxna , marqués de San
dramático, F. 4555. n, 153. Felipe, M. 4726. iv, 24.
Avendaño (Pedro de), poeta, F. 4617. j Bachiller (El) de Salamanca, iv.66.
ni, 509. Bachiller (El) Trapaza, de Castillo So-
Aviia (Diego de). F. 4516, quizá el lorzano. m, 508.
mismo que Diego Guillen de Avila Badajoz. (V. Garcisancliez.)
(V.). ni, 466. Baena (Francisco de), poeta, F.4450.
Avila (Francisco de), F. 1576. ii,510
— Su comedia de Don Quijote, iv,
257.
Avila (GoilleB de),F. 4500— Su Pane-
gírico de la Beina Católica. m,460.
— Su traducción de Sexto Julio
Frontino. 466.
Ávila, poeía del siglo xv. i, 475.
Avila (Gaspar de), su Gobernador
pi udente. n. 64.
Avila (Juan de), perseguido por la In-
quisición , M. 1569. ii, 16.— Su epis-
tolario. 98; ni. 418.
Avila y Heredia (Andrés). F. 4650. —
Su defensa del tentro. u¡. 25.
Avila y Zuñtga (D. Luis de), F. 1 ^40 .
— Su guerra de Alemana, ni, 577.
Aviles (Fueros de), iv, 187.
Aviso y Guia de. Forasteros, ni, 450.
Avisos para la muerte, de Arellano,
ni, 266.
Ayala. (V. Lopez de.)
Avala (Pero Lopez de, el Canciller). —
Su Bimado de Palacio, i, 105 , 506.
— Crónicas. 484.— Obras y traduc-
ciones. 486. — Proverbios de Salo-
mon, en verso. 507.— Libro de ca-
za. 508.
i , 542.
Baeha Uuan Alfonso de). F. 1450.—
Su Cancionero, i, 417,459, 512.
Baena. ( V. Alvarez.)
Baile nacional, i, 149: m, 425.— En el
teatro. 124.— Entremesado. 01,126.
Bal;id;is , inglesas y escocesas, i, 156.
Baladro (El) de Merlin, i, 235.
Balbi de Corregió (Francisco), F.
4567. — Su historia de Abindarraez,
en verso, ni. 555. 547.
Balblena (Bernardo), M. 4627. ni,
227 . 284.
B.iHovjnos (El), de Cáncer, m , 168.
Baltasar i Francisca), actriz y mon-
ja, ni. 415.
Balvas Barona (Antonio), poeta,
F. 4627.— Sus églogas, ni, 216.514.
Ballesteros Saavf.dra (El capitán),
F. 1610. — Traduce la Eufrosina.
i , 285.
Bamba (Comedia del rey), por Lope
de Vega, u, 546.
Bances Cándamo ( Francisco). M. 4704.
— Sus comedias, u.5.0, 555 — Poe-
sías, ni, 99. 252, 45i.
Banda (La) y la Flor, de Calde-
rón, ni, 60.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Baños de Argel , de Cervantes, ir, 228.
Barahona de Soto (Luis), F. 1596. —
Sus Lágrimas de Angélica, in, 158.
— Poesías líricas. 189, 237.— Éclo-
gas. 246.
Barbadillo. (V. Salas.)
Bárbara (Santa), por Guillen de Cas-
tro, ii, 451.
Babbazan, su colección de Fabliaux
ó fábulas antiguas en verso, i, 89, 90.
Barbosa (Arias), ii, 24.
Barbosa Machado (Diego), su Biblio-
teca lusitana, ni, 401.
Barceló (Juan), poeta, F. 1680. m,
252.
Barcelona (Literatura provenzal en).
i, 52o. —Tomada á los árabes. 526.
— Consistorio de la gaya ciencia
en. 546. — Influencia de este en la
poesía. 593.
Barcia (Andrés Gonzalez), M. 1745.
— Sus historiadores primitivos de
Indias, n, 115.
Barco Centenera (Martin del), F.
1600. ni, 149.
Baretti (Juan), publica en Londres el
Fray Gerundia, de isla, iv, 61.
Barnuevo. (V. Mosquera.)
Barnuevo.(V. Peralta.) .
Barón (El), comedia (le Moralin.
iv , 140.
Barreto (J. V.) v Monteiro (.1. G.)
dan á luz las obras de Gil Vicen-
te, i, 298.
Barrientos (Fr. Lope de), i, 580, 543.
Barrios (Miguel de), comedias, ni, 92.
—Poesía lírica. 252.— Églogas. 247.
Barros (Alonso de), F. 1567. — Sus
Proverbios morales, ni , 41 1, 556.
Bastardo (El) Mudarra, comedia de
Lope, ii , 547.
Bastida (Mateo de la), su colección
de comedias, iv, 242.
Basurto. (V. Enriquez.)
Bataille ( La ) de Karesme et de Char-
nage (La batalla de la Cuaresma y
del Carnaval), composición poética
de un trovador francés, imitada
por el arcipi este de Hila, i , 89.
Bataille des vins, composición poe-
tic;) del trovador D'Andeli. i , 89.
Batalla (La) del honor, comedia de
Lope, ii, 252.
Batalla (La) naval, de Cervantes.
ii , 199.
Bautismo (El) del príncipe de Mar-
ruecos , de Lope, u , 363.
447
Bautismo (El) de San Juan, auto.
ii,130.
Bavia (Luis), F. 1615. — Versos de
Góngora á su Historia pontifical.
ni, 203. — Fué poeta. 512.
Bayer. (V. Perez.)
Bavle, su Juicio de Alonso X. i, 59.
Becerra (Domingo), F. 1585. — Tra-
duce el Calateo de Giovanni della
Casa, ni, 560.
Bei.ando ( Fr. Nicolás de Jesús), per-
seguido por la Inquisición, iv, 44.
—Su Historia civil de España. 44,
599.
Belardo, seudónimo poético de Lo-
pe, ii , 265.
Belerma (Romance de), i, 137.
Belianísde Grecia, libro de caballe-
rías i, 252.
Belisa , anagrama de Isabela, esposa
de Lope, n, 266.
Belmonte (Luis), sus Hechos del mar-
qués de Cañete, ii, 470.
Bello (Andrés), loque dice del aso-
nante, i, 117.
Bembo, sus églogas, m, 275.
Benavekte (Luis Quiñones de), F.
1650.— Sus loas., ni, 120.
Benavente y Benavides ( Cristóbal ),
F. 1643. ni. 425.
Benedictina (La), de Bravo, ni, 152.
Be>egassi y Luxan (Juan José de),
F. 1745. — Sus Poesías, iv, 21.
Berceo (Gonzalo de), F. 1220. — Sus
Poesías, i, 52.
Bergedá ó BERGEDA:v(Guillaume de),
trovador provenzal. i, 551. — En
otra parte llamado Guillen de Ber-
guedá. 534.
Bermudez de Castro (Salvador) , su
Antonio Perez, ni, 570.
Bermudez ( Jerónimo ) , M. 1590.— Sus
dramas, n, 157.
Bernaldez (Andrés), cura de los Pa-
lacios, F. 1480.— Su Crónica de los
Reyes Católicos, i, 196.
Bernard deRoyenac, trovador, i. 532.
Bernardo del Carpió (Romances de), i,
141. — Tomados á menudo de las
crónicas castellanas. 142. — Histo-
ria de, en la general. 159. — Dra-
mas de. 111,546. — Poema de Bal-
buena. 227. 284.
Bernardo del Carpió, comedia de Juan
de la Cueva, ir, 152.
Bernardo en Francia, comedia de Lo-
pe, ii, 346.
448
Berriozábal (Juan Manuel), su re-
fundición de la Cristiada. ni, 15L
Bertrán Carbonel, trovador pro-
venzal, dedica sus obras á D. Al-
fonso el Sabio, i, 47.
Bertcch, traduce al alemán la Galo-
máquia de Lope, u, 293.
Bélica (Con(|uista déla), por Cueva.
(V. Conquista.)
BETTiNELLi(Saverio),su opinion acer-
ca del cultismo, iv, 215.
Beuve. ( V. Sainte Ueuve.)
Bias contra fortuna , composición
poética del marqués de Santula-
ria. 1,397.
Biblia, traducida al castellano por
orden de U. Alonso el Sabio, i,
42-48. — Lemosina. 540. — Catala-
na. 5t3i.— Arábiga, iv, 183.
Bibliotecas. ( V. Amat, Antonio, Bar-
bosa , Castro , Faster, Rodrigue:,
Xitneno.)
Bidpay (Fábulas de), i, 73.
Bisbe y Vidal, seudónimo de Juan Fer-
rer, su Tratado de las Comedias.
íi, 538.
Bizarrías (Las) de Belisa, comedia
de Lope, u, .121, 331.
Blanco de Paz i Fr. Juan), creído ser
el mismo que Avellaneda, u, 245.
Blasco (Francisco Hernandez), i.
1580. ni. 150, 474.
Blasco (Luis Hernandez), F. 1600. ni,
47L
Blasquasset, trovador, i, 534.
Boba (La) para los otros y discreta
para sí , de Lope, n, 328, 363.
Bobo (El) en los autos, n, 572.
Bocacio , sus obras conocidas en Es-
paña, i , 537. — Imitadas, ni , 35 í .—
Su Ameto. 275
Bocanegra (Francisco de), poeta del
siglo xv. i, 570.
Bocángel r Unzüeta (Gabriel de),
M. 1658. — Obras poéticas de. m,
513.
Bcdas (Las) de Camacho, comedia de
Melendez Vaklés. iv, 131.
Boecio, Be consolación, traducido
por Avala, i. 186.
Boecio, traducido por Villegas, ni,
22!.
Bolea (José de), poeta dramático, F.
1667. ni, 72.
Bolea y Castro (Martin Abarca de), F.
1578. — Su Orlando determinado,
ni. 186.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Boloña (Lniversidad de), i, 568.
Bonilla (Alonso), F. 1617.— Sus Poe-
sías, ni, 508.
Borja (García de), poeta del siglo xv.
i, 570.
Borja y Esquilache. (V. Esquiladle.)
Borra (Mosen), trovador, i, 555.
Boscan Alsiogacar (Juan) , M. 1515. —
Su vida, ii , 28. — Sus relaciones con
Navajero. 29. — Su erudición clási-
ca. 51.— Obras. 52-8, 488.
Boschan (Johan). i , 555.
Botelho de Carvalho ( Miguel ), F.
1252. — Su pastor de Clenarda. m,
286.
Botelho de Oliveira (Manuel ), sus
Poesías, ni, 515.
Botelho (El capitán Miguel), F. 1641.
— Su Filis, novela en verso, m,
286,545.
Botelho Moraes (Francisco). iv, 19,
597.
Bou (Baltasar), i , 555.
Bouscal (Guerin de), imita los dramas
españoles, n , loó.
Bouterwek (Frederic) , M. 1828. — Lo
que dice del poema del Cid. i, 27.
— Su historia de la literatura espa-
ñola. 57. — Su opinion del Quijote,
u, 259.
Bovadilla. (V. Gonzalez- de.)
Bowle, su carta al doctor Percy, u,
212.
Boxador (Andreu), trovador. i,555.
Boyardo. (V. Garrido de V Hiena.)
Brasil (El) restituido, comedia de Lo-
pe, ii , 551.
Gravo (Nicolás), su Benedictina, m,
152.
Bhemom , traduce al francés el Guz-
man tic A I far ache, in, 501.
Breton de los Herreros , sus Poesías
satíricas, ni, 1 17.
Breve relación de la jornada del du-
que de Alba á Flándes, poema de
Vargas, ni, 500.
Brevísima relación de la deslrui-
cion de las Indias, por Las Casas,
ii, 125.
Briant (Sir Francis) , traduce á Gue-
vara, ii, 103.
Bristol ( Lord), imita á Calderón, m,
56.
Brócense (El). (V. Sanchez.)
Brut d'Angleterre, por maislre Wa-
ce. i,520.
Boelna (Conde de). (V. Niño.)
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Buen (El ) repúblico , de Agustin de
Rojas, ni, 421, 558.
Buen placer, trovado, de Mendoza, u,
505 ; nt, 552.
Buen-Retiro (El), auto de Calderón,
tu , 72.
Buena (La) guarda , comedia de Lo-
pe. n,552.
Buitrago ( El señor de) , romance de.
i, 149.
Bulow (Edward) , su traducción ale-
mana de la Celestina, i , 285.
Bululú, qué sea. n, 480.
Bun'sen (Chevalier), su Disertación
sóbrela lengua vascongada. ív, 162.
Bureo (El) de las musas, de Polo de
Medina, m, 552.
Burgos (Diego de), poeta del siglo xv,
secretario del marqués de Santilla-
na. i , 460, 570.
Blrguillos (Tomé de), n , 289, 291,
292; ni, 238.
Burlador (El) de Sevilla, de Tirso, n,
455.
Buscapié, de Cervantes (Juicio del).
ii, 240; iv, 207-52, 410.
Bustamante , su edición de Gomara.
ii,U7,
Bustos ( Francisco Gonzalez de) , es-
critor dramático del siglo "xvi. u,
146.
Butler, su Hudibras y Don Quijote.
ív, 257.
Butrón y Muxica (P. .losé de), F. 1722.
— Su poema de Santa Teresa. ív,
198.
Byron (Lord), su Don Juan, n, 457.
Caballería celestial, por San Pedro,
i , 257 , 524.
Caballería cristiana, i, 257.
Caballería ( Instituciones de la) en Es-
paña, i, 254.
Caballerías. (V. Libros de.)
Caballero de la Clara Estrella, i , 257.
Caballero de la Cruz, Lepolemo, li-
bro de caballerías, i, 522.
Caballero del Febo, libro de caballe-
rías, ii, 243.
Caballero de Olmedo, de Monteser.
in,168.
Caballero Determinado , de Acuña,
íi, 51.
Caballero ( Diosdado), su opinion
acerca del Centón Epistolario. ív,
202.
TOM. IV.
449
Caballero (El) Asisio, de Fr. Gabriel
Mata, ni, 150, 474.
Caballero ( Fermín), Pericia geográ-
fica de Cervantes, ir, 222.
Caballero perfecto, novela de Salas
Barbadillo. ni, 558.
Caballero puntual , novela de Salas
Barbadillo. ni, 559.
Caballero venturoso, de Valladares de
Yalddoincir. m, 325.
Caballero y escudero ( Libro del), por
D. Juan Manuel, i, 70, 74.
Caballeros (Los) comendadores, co-
media de Lope, ii, 544.
Cabezade Vaca (Alvar. \uñez),F. 1540.
— Sus Naufragios, n, 127.
Cabrera (Luis), F. 1635. ni, 512.
Cáceres (Francisco de) el Judio, F.
1663. — Traduce del italiano la Vi-
sion deleitable, i, 446.
Cáceres (Pedio de), publica las obras
de Silvestre, u, 66.
Cáceres. (V. Felices.)
Cadahalso (José), M. 1782. — Sus
obras, iv, 75. 402. — Influencia so-
bre Melendez. 84. — Sus comedias
y traducción de Young. 120.
Cadira (La) del honor, i, 546.
Caer para levantar, comedia de Mo-
reto. ii, 465.
Cuida de príncipes, deBocaccio, tra-
ducida por Ayala. i, 186.
Caida (La) de Luzbel, por Melendez.
ív, 88. — La de Valderrábano. Ibid.
Cairasco de Figueroa (Bartolomé),
M. 1610.— Obras poéticas, m, 525.
Cal Traviesa (Pedro de. la), poeta
del siglo xv. i, 570,571.
Calaínos (Romance del moro), i, 137.
r.ALATAYLD (El P.), denuncia el tea-
tro, ív, 145.
Calataydd. (V. Enriquez.)
Calavera (Fernán), poeta del siglo xv.
i,419.
Calderón de la Barca (Pedro), M.
1681.— Vida de. ni, 5-15.— Come-
dias, autos sacramentales. 17-23.
— Coinedias de santos. 24. — Pro-
fanas. 34. — De capa y espada. 56.
Calderón (María ), cómica, madre del
segundo D.Juan de Austria, m, 111.
Calixto y Melibea (Tragicomedia de).
(V. Celestina.)
Calvo (Sebastian de Nieva), F. 1625.
ii!, 155.
Calzada (Bernardo María de), F. 1792.
— Gil Blas, iv, 64.
450
Calzas (Diálogo de las), por Lope de
Rueda, u, 145, 540.
Callecerrada (Marcelo Diaz), F. 1627.
— Su Endimion. in,495.
Camargo. (V. Domínguez.)
Gahargo (Ignacio), ataca el drama.
ni, 2o.
Camargo y SALGADo(Fr. Fernando),
F. 1628.— Su poema de San Nicolás
deTolentino. uí, 482.
Camerino (José), F. 1623.— Sus nove-
las, ni, 341.
Camino de la perfección, de Sta. Te-
resa, ni, 11".
Camoens ( Luis ), F. 1360.— Su poesía
epigramática, m, 249.
Campillo de Baile (Ginés), F. 1689.
— Novelas, ni, 344.
Campo (Meudo de), poeta del siglo xv.
i, 370.
Campo Raso (Josef de), su Contiiyia-
cion de losComeutarios de san Fe-
lipe, iv, 26.
Campomanes (Conde de), su vida de
Feijoó. ív, 40.
Camporedondo. (V. Fernandez.)
Camls (Felipe), i, 523.
Cáncer y Velasco ( Jerónimo de),
M. 1654. — Sus comedias, ni, 90. —
Poesías. 230.
Cancionero catalán de la universidad
de Zaragoza. i , 533.
Cauciónelo de Baena. i, 439.
Cancionero de Estúñiga. i, 55, 440,
560-6.
Cancionero de Ixar. i, 566. ,
Cancionero de Lopez de Ubeda. ni,
52(1.
Cancionero de Lopez Maldonado. m,
190.
Cancionero de Luzon, in, 516.
— de Llavia. i, 426.
— de Martinez de Burgos.
460-1.
Cancionero de Montemayor. m, 189.
— de Montesino, ni, 517.
— de obras de burlas, pro-
vocantes á risa, i , 474.
Cancionero de Romances. iv, 195.
Cancionero Espiritual, del P. Las
Casas, ni. 519.
Cancionero Espiritual, por un reli-
gioso de San Jerónimo (C. 1549).
!ii,519.
Cancionero General, de Hernando del
Castillo, i, 463.
Candamo. (Y. Dances.)
ÍNDICE alfabético
Cantar (El) de los Cantares , de Fray
Luis de Leon, n, 174.
Cantigas de serrana , usadas por el
arcipreste de Hita, i, 88.
Cantigas ( Las) de Alfonso el Sabio
(Juicio de). 1,42,46,47.
Cantoral. (V. Lomas.)
Canlorbery (Los cuentos de), obra
de un monje inglés, i , 62, 76.
Cantos (Los cuarenta), de Fuentes,
ni, 260.
Cantos (Los) morales, de Fr. Gabriel
Mata, ni, 475.
Cañizales. (V. Cañizares.)
Cañizares ó Cañizales (Diego y Alva-
ro), poetas del siglo xv. i , 570.
Cañizares y Autiaga (José), M. 1660.
— Poeta dramático, m, 104.— Imita
el teatro francés. 105.
Capmany, sus Memorias históricas, i ,
541 .— Su Teatro de la Elocuencia,
ni, 562.
Caporali (Cesare), imitado por Cer-
vantes, ii. 225.
Caracteres arábigos, usados para es-
cribir el castellano. ív, 419.
Carbonel. (V. Bertrán.)
GAp.BONELL(Pero Miquel). i,535.
Cárcel de amor, de Diego de San Pe-
dro, i, 431; ni. 314, 346. — Conti-
nuada por ¡N'uñez. i , 455.
Cardenal de Belén (El), de Lope de
Vega, ii, 564.
Cardenal (Pedro), trovador proven-
zal. i, 532.
Cárdenas (Pero), poeta del siglo xv.
i, 570.
Cárdenas (Rodrigo), poeta del siglo
xv. 370.
Cardona, poeta del siglo xv. 475.
Cariucho (Vincencio), F. 1651. — Sus
diálogos, ni, 429.
Garew ( Richard), su traducción de
Huarte. ni, 428.
Caricatura, tendencia á la, en la lite-
ratura española, ni, 168.
Cario Famoso, de Luis Zapata, m, 155.
Carlomagno (Libro de caballerías de).
1.230.255, 524.
Carlos II , M. 1700. — Efectos de su
reinado, ni, 445 ; ív, 5. —Cree estar
hechizado, ni , 444. — Lisonjeado
por Solís y por Calderón. 72 430.
CárlosIH, influencia de su reinado en
la literatura. ív, 51-55.
Carlos IV, influencia de su reinado en
la literatura. ív, 147-9. — Abdica.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS?
150. — Persigue á Jovellanos. m,
72, 350.
Carlos V en Francia, comedia de Lo-
pe, ii, 552.
Carlos V sobre Túnez, comedia de
Cañizares, m, 105.
Carnestolendas de Castilla, por Hi-
dalgo, ni, 356.
Carnestolendas de Zaragoza, por An-
tolinez de Piedrabuena. m , 552.
Caro (Rodrigo), F. 1595. m, 228.
Caro y Cejudo (Martin), sus refra-
nes, ni, 411.
Carolea (La), de Samper, i, 524; m,
155.
Carranza (Fr. Bartolomé), arzobispo
de Toledo, perseguido por la In-
quisición, i, 16.
Carrillo (Gomez), poeta del siglo xv.
i. 570.
Carrillo (José), F. 1750.— Su defen-
sa del antiguo drama y de Cervan-
tes, ii, 251.
Carrillo Lasso de la Vega (Alonso),
F. 1657. — Sus versos sueltos, n,
51.
Carrillo y Sotomavor (Luis), M. 1619.
ni , 197.
Círroz, (Francés), poeta del siglo xv.
i, 473.
Cartagena (Alonso de), obispo de
Burgos, i, 425, 55 i.
Cartagena ( Alvaro de ) , hijo de Pe-
dro, i, 555.
Cartagena ( Pedro de). — Es el poe-
ta del Cancionero, i ,423, 555.
Cartas de Magdalena la Loca y Maria
la Tonta, papel poético del tiempo
de Felipe V. iv, 398.
Cartas filológicas de Cáscales, ni. 214,
511.
Cartas (Las) del caballero de la Te-
naza, ii, 414.
Cartujano (El). (V. Padilla.)
Carvajal , poeta del siglo xv. i , 564.
Carvajal y Saavedra (Mariana de),
F. 1650. — Novelas de. ni, 345.
Carvajales (Los), poetas del siglo xv.
i , 564 , 565 , 566.
Casa con dos puertas, etc. , de Calde-
rón, ni, 57.
Casa de placer honesto, de Salas Bar-
badillo. ii, 338.
Casa (Giovanni della), su Galateo. ni,
560.
Casa (La) de juego, novela de Navar-
rete. m , 552.
451
Casa (La) de los locos de amor, de
VanderHamen. u, 417.
Casamiento (El) engañoso, novela de
Cervantes, n . 222.
Casamiento ( El) en la muerte , come-
dia de Lope, n , 547, 388.
Casandra (La), comedia de Virués.
íi, 155.
Casarse por vengarse, de Rojas, ni, 85.
Casas (Bartolomé de las), M. 1566.
— Sus obras, ii , 122. — Su opinion
acerca de la esclavitud. 123. — Su
Brevísima relación. 125. — Su His-
toria de las Indias. 126.
Cáscales (Francisco), F. 1616. — Sus
tablas poéticas. ív, 31. — Cartas,
ni, 571. — Ataques contra el drama
antiguo, ii, 476. — Defensa. 480. —
Su ataque contra Góngora. ni, 214.
Casilda (Santa), poema de Reinosa.
ív, 20.
Cassandra (Auto de), por Vicente, i,
500
Castega (Domingo de), Segunda Ce-
lestina. 1,282. — (V. Gazt'elií.)
Caste l (Louis de Vieil), su opinion
del antiguo drama, n, 475.
Castelví (Francisco), poeta valencia-
no, i, 559.
Castelví (Mosen Joan de), trovador,
i, 554.
Castellano, prevalece en el mediodía
de Espana. i, 560-4. — Su pureza,
ii, 109.— Nombre. ív, 189.— El de
Garcilaso. n, 48.
Castellanos. ( V. Vezilla. )
Castellanos (Juan de), F. 1588.—
Sus i legías. ni, 147.
Castkjlione (Balthasar), su Cortesa-
no , traducido por Boscan. n, 55.
Castigo de la miseria, por Juan de la
Hoz. ni, 94
Castigo (De un) dos venganzas, n, 453.
Castigo sin venganza , de Lope, n, 542.
Castigos ( Libro de los), por don Juan
Manuel, i, 499.
Castigos y document os para bien vivir,
obra de D. Sancho el Bravo, i, 65.
Castilla (Francisco de), F. 1536. —
Su Poesía didáctica, ni , 252, 535.
— Sus Proverbios. 251.
Castillejo (Cristóbal de),M. 1556.
n,55,499; ni, 256.
Castillo (Andrés), F. 1641. — Nove-
las. iii,346.
Castillo (Diego del), poeta del si-
glo xv. 419, 461, 561, 562, 567. —
452
Quizá e! mismo que Diego Enriquez
del Castillo (V.).
Castillo (Fernando del), su Cancio-
nero General, i , 465, 78.
Castillo interior de Sta. Teresa, ui,
417.
Castillo (Miguel del), F. 1637. — Ver-
dadero autor del Aula Dei. ni .
553.
Castillo (Pedro del), poeta del si-
glo xv. i, 564.
Castillo Solorzano (Alonso de), F.
1616.— Comedias de. n, 471.— No-
velas, ill, 508.
Castillo. (V. Enriquez del.)
Castillo. (V. Gonzalez.)
Castro (Adolfo de), n, 483.— Subre
el Busca-pié de. iv, 207-32, 410.
Castro (Conde de), poeta del siglo xv.
l, 473.
Castro (Conde de), poeta. F. 165o. m,
SU.
Castro (Damián de), cómico. ív, 143.
Castro (D. Fadrique, duque de), Cor-
te poética de. i , 461, 571.
Castro (Francisco de), F. 1720.— Sus
comedias. ív, 1 16.
Castro (Francisco de), poeta popular
del siglo xvni. ív, 399.
Castro (Guillen de), M. 1689.— Co-
medias de. ii , 428, 38.
Castro (Julian de), poeta dramático,
F. 1770. ív, 126.
Castro (La), comedia portuguesa de
Ferreira. n, 158.
Castro (Rodriguez de) , M. 177'J. —
Biblioteca española, i, 28.
Castro y Anaya (Pedro de), F. 1652.
— Novelas, ni, 545.
Castro y OROzeo(José), su Fray Luis
de Leon, u, 184.
Catalan Dialecto), i, 541, 545.— Se
cultiva aun. 565.
Cataluña (Guerra de), por Meló, m,
569.
Catariberas (Carla de los), por Sala-
zar, u , 74, 50o.
Cautivos (Los) de Argel , por Lope de
Vega, ii, 554.
Cazalla , capellán de Carlos \ , con-
denado per la Inquisición, i, 16.
Cean Bermidez, su Vida de Jovella-
nos. iv, 104.
Cecial (Tomé), seudónimo de For-
ner. ív, 95.
Céfalo y Procris, comedia burlesca
de Calderón, ni, 35.
ÍNDICE alfabético
Cejudo. (V. Caro.)
Celestial caballería, i, 524.
Celestina (C. 1480). i, 275, 282.-Con-
linuaciones é imitaciones de la.
282-5.
Celestina (La), C. 1480. i . 275. 82.—
Autores de. 277.— Fecba desu com-
posición. 276. — Estilo de sus dos
partes. 280. — Varias ediciones, tra-
ducciones é imitaciones. 285.
Celestina (La), comedia, por Antonio
de Mendoza, i, 284.
Celestina (La segunda), comedia de
Agustín de Salazar. i, 284.
Celestina (La segunda), por Feliciano
de .Silva, i, -2X-2.
Celos aun del aire matan , de Calde-
rón, ni , 55.
Celoso (El). (V. Zeloso.)
Celoso (El) extremeño, de Cervan-
tes. II, 222.
Celtas en España , su idioma. IV, 161.
Centenera. (V. Barco.)
Centiloquio de problemas, de Agus-
tín de Buescas. m , 507.
Centiloquio ( El), colección de pro-
verbios, por el marqués de Santi-
llana. i , 400.
Ceo (Violante do) , poetisa portugue-
sa, M. 1695.— Poesías, ni, 211.
Cepeda. (V. Romero de.)
Cerco ( El ) de Santafé , comedia de
Lope, ii, 591.
Cerco (El) de Zamora , comedia de
Juan de la Cueva, n, 152.
Cerco (El) de Zamora, de Diaman-
te, ni , 95.
Cerda y Rico, su edición de la Diana
de Monteniayor. m, 288.
Certamen de amor y celos, comedia
de Calderón m , 9.
Certamen poético de Santa Catalina,
i , 540.
Certamen poético de Valencia, i , 572.
Certámenes. (V. Justas.)
Cer> untes de Salazar (Francisco), n,
94.
Cervantes Saavedra (Miguel de) , M.
1 (¡ 10.— Nacimiento, educación y ser-
vicios, u , 185-94. — Su Galatea. 194
-98— Comedias. 196, 210.— Nove-
las. 214, 218. — Quijote. 238-55.—
Viaje del Parnaso. 223. — Entreme-
ses. 228. — Persiles y Sigismunda.
235-58.
Céspedes , F. 1630. — Su Atalanta, m,
493.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Céspedes (Pablo de), M. 1608. — Su
poesía didáctica, m , 254.
Céspfdes y Menéses ( Gonzalo de) , M.
1638. — Su trágico Gerardo y Sol-
dado Píndaro. ni , 324.
Cetina (Gutierre de), poeta del siglo
xvi ii, 54.
Cevaixos (Jerónimo de), ni , 440.
Cevai.los (V. Ordoues.)
Chamilo (Mendo) , poeta del siglo xv,
i , 570.
Chateaubriand, su Abencerraje, ni ,
522.
Chantillón. (V. Güaltero de )
Chaucer , poeta inglés del siglo xv,
citado, i. 87.
Chavarria , poeta granadino , F. 1655.
ni, 512.
Chrespina Marauzmana, título de un
poema lieróico-burlesco. m , 170.
Chrisliada (La), de Enciso y Monzón.
ni , 155.
Christina de Suecia (Comedia sobre),
por Calderón, m , 66.
Christopatia (La), de Quirós. ni. 480.
Chróniques d'i;spanva,de Carbonell.
1,556.
Cuidareal. (V. Gomez de.)
Cicerón (El), del P. Isla, iv, 62.
Cid (Crónica rimada ó poema del), jui-
cio, i, 19, 27,495.
Cid (El) resucitado, por Santos, ni,
555.
Cid (Noticia del), relaciones arábi-
gas, i, 19. — Su Vida por Risco y
ÍViüIler. 17. — Oscuridad de su his-
toria. 20. — Su Crónica rimada. 27.
— Noticia del, en la General. 164.—
La particular suya. 171-8. — La de
Soulhey. 19. — Sepultura de!. 172.
Cid (Poema del) , por Ayllon. ni, 156
— Por Arredondo. 157.
Cid (Poema del ) , su fecha, i, 16. —
La del único códice que se conser-
va. Ibid. — No ajustado enteramente
á la historia. 19.— Asunto, estilo. 21.
— Medido y rima. 22. — Se recita-
ba probablemente en público. 24.
Cid (Romancero del), i, 145
Ciegos (Los), paso de Timoneda. u,
148.
Cielo (Violante del), poetisa. (V. Ceo.)
Cienfuegos (í.'icasio Alvarez de) , M.
1809. iv, 131.
Cifar, libro de caballerías, i, 255.
Cigarrales de Toledo, de Tirso, ni,
342.
453
Cigarrales, etimología de esta pala-
bra, ni , 550.
Cinco CLos) mártires de Arabia, por
Rodriguez de Vargas, ni , 155.
Cipna, tragedia de Corneille. iv, 112.
Cintia (La) de Aranjuez, por Corral.
ni, 286,551.
CintioMeretisso español, su Chrespi-
na Marauzmana. m, 169.
Circe (La) . de Lope de Vega, ii, 293.
Circourt (El conde Alberto de), i, 483.
Cisma (El) de Inglaterra , de Calde-
rón, ni . 66.
Cisne (Caballero del), episodio fabu-
loso del . introducido en la Gran
Conquista de ultramar, i, 49. 496.
— Es traducción del francés. 50.
Cisneros (Alonso de), M. 1579. — Sus
autos sacramentales, n, 151.
Cisneros (Antonio), poeta dramático v
actor, F. 1579. ii, 151, 166.
Cisneros (Maria de), su historia coñ-
uda en la vida de Santo Domingo
de Silos, por Gonzalo de Derceo.
i, "6.
Citara (La) de Apolo, de Salazar. ni,
212.
Clamádes, libro de caballerías, i, 256.
Clara (La) Diana , á lo divino , de Pon-
ce. ni, 556.
Clareo y Florisea, de Reinoso. ni,
313.
Claribalte , el esforzado caballero, li-
bro de caballerías, por Oviedo, i,
253: ii, 550.
Clarindo (Auto de), u. 525.
Clarisel (Don) de las Flores, libro de
caballerías, por Urrea. ii, 511.
Claros (Conde), romance del. i, 126.
Claros varones de Castilla, por Pul-
gar, i, 450.
Clavellinas de recreación , por Sala-
zar. m,5il.
Clavuo (Ruy Gonzalez de), M. 1412.
— Su Vida del gran Tainorlan. i, 212.
— Su idea acerca de un rio del pa-
raíso, i, 218.
Clemencia (Diego de), lo quo dice del
Ruscapié. ni, 209.— Su edición del
Quijote. 255. — Su elogio de la reina
Isabel. 864.
Clemente (San), colegio español de,
en Bolonia, i, 568.
Clérigos, escriben para el teatro, m,
25.
Ci.ihente (Fabio), seudónimo de Ja-
cinto Villalpando. ni, 165.
454
Coblas, significado de la palabra, i, 328.
Cobo de la Torre (José), iv. 23.
Cuello (Antonio) , poeta dramático.
ii, 474.
Cofradías religiosas, su interés en el
teatro, u, 164.
Colmenares (Diego de), su Historia de
Segovia, u, 136.
COLOUBERO DE VILLALOBOS (Miguel), F.
^ 1629.— SuTeseo. ni, 495.
Coloma (Carlos), marqués de Espinar,
M. 1637. — Sus guerras de los Esta-
dos-Bajos, ni , 398.— Aumenta vo-
ces al castellano, iv, 9, 10.
Coloma (Juan de), F. 1379.— Su Dé-
cada de la Pasión, m, 157.
Colon (Cristóbal ), M. 1506. — Sus
obras, i. 216, 20. — .Noticias de, por
Bernaldez. 197. — Por Humboldt.
221.— Su intolerancia. 480. —En co-
medias de Lope de Vega. n,339, 42.
— Su urina y carias, m , [5.
Colon (Hernando) hijo del Almirante,
poeta, i, 343, 570.
Colonna (Giovanni). Su Mare Historia-
rían, i, 427.
Colonna (Guido), i. 62.
Colonna (Vitoria), n, 25.
Coloquio (El) de los perros, por Cer-
vantes. n,221.
Coloquio pastoril, de Torquemada.
ii, 557.
Coloquios de la Espina, por Sedaño,
ni, 254.
Coloquios (Dos) de amores , y otro de
bienaventuranza, por Juan Sedeño.
ii, 94.
Coloquios (Los) pastoriles, de Lope
de Rueda, u, 158.
Coloquios satiricus de Torquemada.
n, 536.
Collado del Hierro (Agustín), poeta,
F. lfllb. iii,5H.
Comedia Aquilana, de Naharro. i,
508, 532.
Comedia Armelina, de Lope de Rue-
da, ii, 157, 158.
Comedia Calamita, por Naharro. i,
512,552.
Comedia Clariana, C. 1522. n, 525.
— Cornelia, de Timoneda. n,
147.
Comedia Custodia, C. 1541. n, 150.
— de los Engañados, por Lope
de Rueda, n, 156.
Comedia de los Meneemos, de Timo-
neda. ii, 147.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Comedia de Preteo y Tibaldo, por Pe-
ralvarez de Ayllon. C. 1552. n, 527.
Comedia Eufemia, de Lope de Rueda,
ii, 157, 538.
Comedia Himenea , de Naharro. i,
508.
Comedia Jacobina, C. 1590, por Da-
mián de Vegas, n, 421, 504.
Comedia (La) Nueva, deMoratin. ív,
159.
Comedia Medora, de Lope de Rueda,
ii, 158, 558.
Comedia Melamorfosea, de Romero
de Cepeda. II, 154.
Comedia Nineusis, por Juan de Valen-
cia, ii, 557.
Comedia (Mea, G. 153 i. n, 130.
Comedia Radiana, por Agustín Ortiz,
ii, 135.
Comedia Salvaje, de Romero de Ce-
peda. íi. 154.
Comedia Serafina, de Naharro. i, 517.
— sin fama , qué cosa, m, 119.
Soldadesca , de Naharro. i,
512.
Comedia Tesorina, porHuete. n, 154.
Comedia Timbria, de Lope de Rueda,
ii, 140.
Comedia Vidriana, por Huele, n, 154.
Comedias á fantasía, qué cosa, i, 516.
— á noticia, i, 316.
— de apariencias, n, 550.
Comedias de capa y espada, n , o 18;
ni, 56.
Comedias de diferentes autores (Co-
lección de), ív, 239,410-16.
Comedias de figurón, m, 79.
— de gracioso, ni, 82.
— de la vida común. n,3o0.
— de ruido, n , 550.
— de santos, n , 565. — Su su-
puesta influencia religiosa. 369,
474, .478. — Tono mundano de las
mismas , y opinion de Figueroa.
ni, 52.
Comedias de Torres Naharro. i, 551.
Comedias de varios (Colección de),
llamada también la de fuera, ir,
240.
Comedias escogidas (Colección de).
ív, 240.
Comedias heroicas ó historiales, n,
531.
Comedias (Las cuatro), de Lope de
Rueda, n, 157.
Comedias latino-castellanas, n, 545
-50.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Comedias religiosas, divinas ó de de-
voción, ii , 558.
Comedíela (La), de Ponza ; no es
drama, i, 272, 598.
Comella (Luciano Francisco de),
F. 1790. — Sus comedias, iv, 154.
— Atacado por Moratin. 153.
Comentarios de ia guerra de Alema-
nia , por Avila y Zuñiga. ni , 579.
Comentarios de la guerra de España,
por S '.n Felipe, iv , 24.
Comentarios reales del Perú, por el
Inca Garcilaso. ui,395,594.
Cómico (Festejo), de Castro, iv, 116.
Cómicos (Los) amantes, novela de
Salas Barbadillo. m, 549.
Cónmodo ( El ) , de Herodiano , tradu-
cido por Zavaleta. ni , 91.
Comparaciones de Villegas, n, 58.
Compendio de boticarios , del Doctor
Saladino. i, 548.
Competencia ( La ) en los nobles , co-
media de Lope, ir, 55á.
Composición histórica, ni, 575. —
406.
Comprehensorium (El) de Valencia,
i , 572.
Conceptistas ( Escuela de los), m, 200.
Conceptos espirituales, de Ledes-
ma. ni, 199,200.
Conde (Claudio) , amigo de Lope de
Vega. íi , 264.
Conde (El) de Alarcos, comedia de
Guillen de Castro, u, 438.
Conde ( El ) de Essex , comedia atri-
buida á Felipe IV. ii , 472.
Conde ( El ) d'Irlos , comedia de Gui-
llen de Castro, n, 438.
Conde (José Antonio), M. 1821. Pró-
logo, vii. — Su opinion sobre los ro-
mances. i,114. — Sobre Miguel de
Luna. 225.— Sobre Don Quijote.
252. — Anécdota de Narvaez. 555.
Condenado por desconfiado , de Tirso
de Molina, ni, 28.
Condesa (La) de Castilla , por Cien-
fuegos, iv, 151.
Condiciones (Las) de las mujeres,
diálogo, por Castillejo, n, 56, 499.
Confessio Amantis, poema latino del
inglés Gower. i , 28.
Confusa (La), comedia perdida, de
Cervantes, u , 199.
Conquista de Granada, por Diaz. ni.
177.
Conquista de la Bética, poema de
Juan de la Cueva, m, 178.
455
Conquista de la Nueva-Castilla , poe-
ma, ni, 155.
Conquista del Perú (Relación de la ),
por Jerez, u, 128, 517,518.
Conquista (La) de Africa, por Fuen-
tes, ii, 484.
Conquista (La) del Nuevo-Méjico, poe-
ma, por Villagra. m , 149.
Conquista (La) de Méjico, porSolís.
ni , 405.
Conquista ( La ) de Sena , por Fuen-
tes, ii , 484.
Conquista (La ) de Sevilla, por San
Fernando, de Vera y Figueroa. ui,
182.
Conquista ( La Gran) de Uitramar. i ,
49, 50,495-8.
Consejo ( El) y consejeros de prínci-
pes , por Furió. n , 512.
Consejos (Libro de los), por D. Juan
Manuel, i, 69.
Consolatoria , obra en prosa , atribui-
da á D. Enrique de Aragón, i , 546 .
Consonante, qué sea. i, 117.
Constante (La) Amarilis , de Figue-
roa. ni , 285.
Contienda (La) deAjax, Telamón y
Ulíses. i, 547 ; ii , 55.
Contra valor no hay desdicha, de Lo-
pe, ii, 349.
Contreras ( Jerónimo de ) , Selva de
aventuras, ni, 314. — Dechado. 515.
Contreras , poeta del siglo xv. i , 570.
Contreras. (V. Vivas.)
Conversion ( La ) de la Magdalena, ni,
419.
Copla de cuatro versos, su introduc-
ción en España, i , 34.
Coplas de Jorge Manrique, i, 454.
Coplas de Vita Christi, por Fr. Iñigo
de Mendoza, m, 516.
Cordero (El alférez Jacinto), sus co-
medias. 11,470.
Córdoba (Ferrando Felipe de) , poeta
del siglo xv. i , 568.
Córdoba (Francisco de), F. 1655. tu,
512.
Córdoba (Gonzalo de), su Crónica, por
Pulgar, i, 210. — Versos de. 570.
Córdoba ( María de ), actriz, ni, 111.
Córdoba Salcedo (Sebastian de), tras-
lada á lo divino las obras de Boscan
y Garcilaso. i , 488.
Corneille (Pierre), imita el teatro
español, m, 108. — Toma de Guillen
de Castro, n, 457.— De Mira de Mes-
cua. 463. —De Alarcon. 469.
456
Corneille (Tomás), imita á Tirso de
Molina, ii, 456. — A Calderón, m,
78. — A Rojas. 88. — A Solís. 97.
Cornejo (Fr. Francisco Damián), au-
tor dramático, n, 474.
Córelas. (V. Lopez de. )
Coro de las musas , de Miguel de Bar-
rios, ni, 92.
Coro febeo, de Juan de la Cueva, m,
264.
Corona gótica, de Saavedra. ni, 491.
Corona trágica , de Lope, ii, 296.
Coronación (La), de Juan de Mena.
1,407.
Coronas del Parnaso, de Barbadillo.
ni , 539.
Coronel, poeta del siglo xv. i, 47o.
— ( Bárbara ) , cómica, ni, 111.
— (V. Salcedo.)
Corpus Christi (Procesión del), u,
368-72.
Corral (Gabriel de), F. 1629. -Su
Cintia de Aranjuez. ni, 286.
Corral (Pedro del ), atribuyesele la
Crónica de D. Rodrigo. i,519.
Correa de Serra (José), m, 52.
Correa (Isabel de), F. 1694. — Su tra-
ducción del Pastor Fido. ni , 285.
Corrección de vicios, novela de Salas
Barbadillo. m , 549.
Cors (Lamben li). i, 61.
Corte , influencia en la antigua litera-
tura castellana, i. 111. — Escuela de
poesía en la de D. Juan, n, 572, 476.
Corte (La) de Satanás, comedia de-
vota de Guevara, n, 442.
Cortereal (Hierónimo de), F. [578.
ni . 472.
Cortés de Tolosa (Juan). F. I(¡I7.—
Novelista. ii,68; in,562.
Cortés ( Fernando ), Dedicatoria á. n,
95. — Academia en su casa. 147;
ív, 16. — Relaciones. 414. — Opi-
nion de Las-Casas. 426. — Poemas
sobre sus hazañas, ni, 147.
Cortés, su tragedia de Atabualpa.
ív, 459.
Cortés valeroso, de Laso de la Ve-
ga, ni. 447.
Cortesano (El), de Boscan. n, 55-4.
484.
Cortesano (El), de Luis Milan, i, 486.
Cortina. (V. Gomez de la. )
Cortesano (El) descortés, novela de
Salas Barbadillo. ni, 548.
Cortesano (El) discreto, romance de
Bocángel. in, 514.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Cosquilla (La) del gusto, por Mal-
venda, ai, 550.
Costana, poeta del siglo xv. i, 497.
Costanza C La) , comedia de Castille-
jo, ii, 57,500.
Cota (Rodrigo), F. 1470. Supuesto au-
tor de las coplas de Mingo Revul-
go, i, 274. — Del diálogo entre el
Amor y un Viejo. 275. — Del primer
acto déla Celestina. 276.
Covarrlrias Herrera ( Jerónimo de),
F. 1594. — Su enamorada Elísea, ni,
283 , 542.
Covarrobias (Sebastian de), F. 1611.
Covarrurias , su Tesoro. ív, 12. (V.
Horozco.)
Creación (La) del mundo, comedia de
Lope, ii, 563.
Creación ( La ) del mundo, poema por
Acevedo. m. 154, 480.
Crespi de Borja(Luís), ataca el dra-
ma, ni, 2o.
Crespi (Luis), poeta valenciano, F.
4506.1,559.
Cristiada (La), de Diego de Hoje-
da. ni , 135, 480. — La de Encíso.
455.
Cristianismo inlroducido en España.
— Su influencia en el idioma lati--
no. ív , 170.
Criticón ( El ). de Gracian. m , 451.
Croisade 'Laj contreles hereliques
albigeois . poema antiguo francés
publicado por Fauriel. i . 55.
Crónica (abreviada) de España, por
Valera. i, 191.
Crónica de Alfonso X. i, 480.
— de Alfonso XI. r, 481.
— de D. Alvaro de Luna, i, 207.
— de D. Jaime el Conquistador.
i,555.
Crónica de D. Juan I. i, 484.
— de D. Juan II. i, 490.
— de D. Pedro el Cruel, i, 484.
— de D. Pedro Niño. i. 20o.
— de D. Rodrigo I. 518.
— de D. Sancho el Bravo, i, 180.
— de Enrique 111. i, 484.
— de Enrique IV, por Castillo.
i, 495.
Crónica de Enrique IV, por Palen-
cia. i, 195.
Crónica de España, de D. Juan Ma-
nuel, i, 70, 517.
Crónica de Fernando é Isabel, por
Pulgar i , 197.
Crónica de Fernando IV. i, 480.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Crónica de las dos conquistas, i, 518.
— del Cid. i, 171.
— del Gran Capitán, por Pul-
gar. i,209.
Crónica del Gran Tamorlan. i , 213.
— del Paso Honroso, i, 201.
— del Seguro de Tordesillas.
i, 205.
Crónica de Muntaner. r, 536.
Crónica de Navarra , del príncipe de
Viana. i, 435.
Crónica de San Luis, por Ledel.i, 227.
Crónica General de España, por el rey
don Alonso el Sabio. 1,42.
Crónica rimada de España, posterior
al poema del Cid. i, 27.
Crónica rimada del conde Fernán
Gonzalez, i, 98.
Crónica Sarrazina. i, 518.
Crónica Universal , de Maldonado.
ni . 590.
Crónicas de personajes notables, i,
207- 1 1 .
Crónicas de sucesos particulares.
i, 200-6.
Crónicas de viajes, i, 211-27. — Vida
del Gran Tamorlan. 212. — Viaje de
Colon. 216.
Crónicas fabulosas, i, 222-7. — La de
D. Rodrigo. 222.
Crónicas reales, i, 159-78.
Crónicas románticas y caballerescas,
i, 222.
Crónicas (Suma de todas las), por
Viñoles. ii, 226.
Cros (Francisco), F. 1626. m, 528.
Cruz (La), poema de Ramirez de la
Trapera, m . 256.
Cuarenta (Los) cantos de Fuentes.
ni , 260.
Cuatro (Las^ virtudes cardinales,
poema de Fernán Perez de Guz-
man, i, 426.
Cubillo de Aragón (Alvaro), F. 1654.
— Sur comedias, m, 88. — Poe-
sías 529.
Cudolada , significación de la pala-
bra, i, 355.
Cuellar. (V. Martinez.)
Cuentas (Las) del Gran Capitán,
ni , 105.
Cuento (El) de cuentos, de Que ve-
do, n . 143.
Cuerdo ( El ) en su casa , comedia de
Lope, u, 551 ;1n , 2! í.
Cuerpo (El) de guardia, de Fonseca.
111,121.
457
Cuestión de Amor. ( V. Question. )
Cueva (Juan de la), F. 1570.— Poeta
dramático, n , 152. — Poesía épica.
1"7. — Didáctica, m , 254, 505.— Ro-
mances. 261.
Cueva (La) de Salamanca, entremés
de Cervantes, n , 229.
Cuevas (Francisco de las), seudó-
nimo de Quintana, ni. 286.
Cuevas ( Las ) de Salamanca , por Mo-
raes. iv, 18.
Culpa (La) del primer peregrino, de
Enriquez Gomez, ni, 155.
Culta (La) Latiniparla, de Queve-
do. íi. 407.
Culteranismo, ni. 203-17.
Cumplida (La), de D. Juan Manuel, i,
70.
Cumplir con su obligación , comedia
de Montalvan. n, 446.
Curial (El) del Parnaso, de Matías de
los Reyes, ni, 344.
Curioso (El) impertinente, comedia
de Guillen de Castro, n, 438.
Curioso (El) impertinente , novela de
Cervantes, n, 218.
Curioso (El) y sabio Alejandro, nove-
la da Salas Barbadillo. m, 548.
Cruz (Ramon de la), F. 1790. —Sus
saínetes, iv, 128.
Cruz (San Juan de la). M. 1591.— Sus
obras didácticas, m, 417. — Perse-
guido, ii. 16.
Cruz (Sor Inés de la), M. 1695. — Su
poesía lírica, m, 252. — Sus come-
dias. 106.— Églogas. 247.
Crvselia (La) de Lidaceli , novela, ni,
522.
Dafne (La), por Villamediana. iii,163.
Dafne y Apolo (Fábula de), por Sil-
vestre, ii, 59.
Daliso de Orozco (Gaston), m, 550.
Dama Beata (La), de Camerino, ni,
541.
Dama (La) Duende , de Calderón, ni,
58.
Dama (La) Presidente, comedia de
Leyva.iu,90.
Damián (Cosme), seudónimo deFor-
ner. iv, 155.
Dante, la Divina comedia, en catalán.
i. 349.— En castellano, por Villena.
572. — Por Villegas. 438.
Dantisco. (V. Gradan.)
Danza de la Muerte, farsa represen-
458
¡ÍNDICE ALFABÉTICO
table, de Juan de Pedraza. iv, 451.
Danza general, i, 95.— No es drama.
272. — Poema de la, imitado del
francés. 95. — Traducido al catalán
por Carbonell. 5*36; iv, 434.
Danzas habladas, qué cosa, ni, 124.
Dar la vida por su dama , comedia
atribuida á Felipe IV. n, 472.
Dávalos ( D. Fernando), marqués de
Pescara. — Su crónica por Valles, n,
25, 484.
David (El), poema de Uciel. ni, 155.
David perseguido, de Lozano, ni ,
434.
Dávila (Juan ), F. 1661. — Su Pasión
del Hombre-Dios. iu,155.
Dávila y Heredia, F. 1676. — Comedia
sin música, ni, 101.
Daza, emblemas de Alciato. ni, 256.
Década (La) de la Pasión , por Colo-
ma. ii, 157.
Década (La) de los Césares, n, 101.
Décimas, ni, 188, 505.
Declamation contra los abusos de la
lengua castellana, iv, 11.
Declamación sobre el verso Quoniam
videbocoslos titos ,porD. Enriquede
Aragón, i, 545.
Declamaciones castellanas en verso,
de Bocángei. ni, 514.
Degollado (El), de Juan de la Cueva.
ii, 152.
De la Rue, Essai sur les Bardes, ci-
tado, i, 50, 91.
Deleitar aprovechando, de Tirso, ni,
343.
Deleitoso ( El ), de Lope de Rueda, n,
539.
Delgado (Jacinto María), su Don
Quijote, iv, 238.
Delgado (Juan Pinto), F. 1590 ..— Sus
Poesías, ii, 182.
Delincuente (El) honrado, de Jovella-
nos. iv, 97. 125.
Delena. (V. Rodriguez de Lena.)
Delfino ( Dominico ) , se apropia la
Vision deleitable, i, 446.
Deniell (Arnao). trovador, i, -¡34.
Dennis (Jorge), su Crónica del Cid.
i,18.
Depping (C. B.). — Su Romancero, i,
155.
Desafios, en las comedias, ni, 66.
Desden (Él) con el desden , de More-
te, ni, 85.
Desengaño al teatro, de Mora tin. iv,
126."
Desengaño de celos por Enciso. m,
282.
Desengaño del hombre, de Martinez
Cuellar. m, 530.
Desgraciada (La) amistad , de Monlal-
van. ni, 544
Desgraciada (La) Raquel , comedia de
Mira de Mescua. n, 462.
Desprecio de la Fortuna, por San Pe-
dro, i, 455.
Dessi (Juan de), F. 1600. —Su poema
sagrado, ni, 481.
Destruicion de Trova, por Cepeda,
ni, 162.
Deucalion (El) de Torrepalma. iv, 25.
Devoción (La) de la Cruz, por Calde-
rón, ni, 28.
Dextro (Flavio Lucio), Cronicón apó-
crifo de. ni, 589.
Deza (Alonso de), poeta del siglo xv.
i. 571.
Deza y Avila. F. 1663. — Sus entre-
meses, ni, 123.
Día (El) de fiesta en Madrid, novela
de Zavaleta. ni, 434.
Dia (El) de fiesta, por Zavaleta. m,
454.
Dia grande de Navarra, por Isla, rv, 65.
Dia y noche de Madrid, novela de
Francisco Santos, m, 551.
Diablo (El), anda suelto, de Santos,
ni. 354,
Diablo (El)Cojuelo, de Guevara, ni,
548.
Diablo ( El) Predicador, comedia, ii,
172.
Dialecto gallego, su importancia y
extension, i, 45.
Diálogo de la dignidad del hombre,
porXervántes Salazar. n, 94.
Diálogo de la invención de las calzas,
por Lope de Rueda, n, 145, 540.
Diálogo de las lenguas, por Valdés.
ii, 104, 312.
Diálogo de la verdadera honra mili-
lar, por Urrea. n, 96.
Diálogo de Pluton y Aqueronte, de Vi-
llamediana. ni, 312.
Diálogo entre Caronte y e! ánima de
Pedro Luis Farnesio, por Mendoza,
ii, 506.
Diálogo entre Castillejo y su pluma,
ii. 56.
Diálogo entre el Amor y un Viejo (C.
1470). i, 274.
Diálogos de amor, de Juan de Enci-
nas, tu, 554.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Diálogos de Amor, de Leon Hebreo,
traducidos por el inca Garcilaso.
i», 593.
Diálogos, de Avila, u, 509.
Diálogos de contención, etc., por Nu-
' ñez de Velasco. n, 509.
Diálogos de la pintura, por Cardu-
cho. ni, 429.
Diálogos del arte militar, por Esca-
lante. ii,509.
Diálogos de la vida del soldado, por
Nuñezde Alba. n,509.
Diálogos de Pedro de Navarra, ii,
94.
Diálogos de Pero Mejía. n, 510.
Diálogos (Los) familiares, de Juan de
Luna, ni, 559.
Diamante (Juan Bautista), F. 1674.—
Sus comedias, ni, 92. — Imita áCor-
neille. 95. — En las comedias esco-
gidas, iv, 241.
Diana cazadora, de Moratin. iv, 71.
Diana (La) enamorada, deMontema-
vor. ni, 276. — De Perez. 278. —
De Polo. 279.— De Tejeda. 557.
Diana (Las Fortunas de), de Lope de
Vega, ii, 295.
Diario de los literatos, iv, 23.
Díaz (Alonso), F.1611. ms 154.
Diaz (Bernal), F. 1556.— Su historia.
11.118.
Díaz ( Duarte ), F. 1590. — Su poema
sobre la conquista de Granada, m,
177. — Sus poesías varias. 499.
Díaz de Cárdenas (Juan), el capitán,
ii, 498.
Díaz de Rivas (El licenciado Pedro),
F. 1635. — Comenta el Polifemo de
Góngora. m, 512.
Díaz de Toledo (Pero), F. 1470.— Co-
menta los Proverbios de Santula-
ria, i, 401.
Díaz de Vivar (Rodrigo), el Campea-
dor. — Su vida y hechos, i, 17. —
Lo que .dicen de él los escritores
árabes. 19.
Díaz ( El bachiller Juan ), compone el
octavo de Amadis. i, 245.
Die astillo, F. 1657. — Aula de Dios.
iii,257.
Diccionarios, los mas antiguos caste-
llanos, ii, 107.— El de la Academia
Española. ív, 9.
Dicha (La) en el desprecio, de Ma-
tos Fragoso, ni, 95.
Dicha (La) merecida, novela de Cas-
tillo Solorzano. ni, 550.
459
Dichosos (Los mas) hermanos, de Mo-
reto. ni, 80.
Dido (La reina), i, 165.— Defendida
por Ercilla. ni, 142.
Diego de Noche (Don), por Salas Bar-
badillo. ni, 559.
Diego (San) de Alcalá , por Lope, n,
564.
Diego, trovador, i, 555.
Diez (Antonio), F. 1555, escritor dra-
mático, ii, 527.
Diez (Frederic), Poesías de los tro-
vadores, i, 58. — Su gramática déla
lengua romana. ív, 177.
Diez (J. A.), traduce los Orígenes de
la poesía , de Velazquez. ív, 48.
Diez (Mosen Rodrigo), trovador, i,
555 , 558.
Diez y Foncai.da (Alberto), m, 531.
Diferencias de los libros , por Vené-
gas. n,98.
Dineros son calidad, de Lope de Ve-
ga, ii , 519, 455.
D'Írlos. (V. Irlos.)
Disciplina clericalis, de Pedro Alfon-
so, i, 76.
Discreto (El), de Gracian. m, 432.
Discurso de la Luz, poema aljamiado
de Mohammad Rabadán, ni, 441;
ív, 275-326.
Discurso de la poesía española, por
Argote de Molina, n, 61.
Discurso métrico-ascético, de Calde-
rón, ni, 455.
Discurso militar, deLondoño. n, 502.
Discurso sobre el estilo culto, por
Jáur'egui. ni, 214.
Discursos del Danzado, por Esquivel.
ni, 458.
Discursos (Los) morales, novela de
Cortés de Tolosa. ni, 552.
Discursos morales de Boecio, por Ra-
mirez, in, 455.
Discursus de erroribus, etc., de Ma-
riana, ni, 585.
Disfrazado (El), novela de Castillo
Solorzano. ni, 550.
Disparates trovados , por Juan del En-
cina, i , 529.
Diversiones públicas (Discursos sobre
las), de Jovellanos. ív, 99.
Divina (La) comedia, del Dante, tra-
ducida al catalán por Febrer. i, 549.
—Al castellano por D. Enrique de
Villena. 570.
Divina (La) semana, de Juan Dessi. m,
481.
460
Divino (El) nazareno Sanson , come-
dia devota de Montalvan. n, 447.
Divino (El) Orfeo , de Calderón, m.
21.
Doülado (Cartas de), por Blanco Whi-
te li, 525,473; iv, 3d.
Doce novelas morales, de Agreda m,
540.
Doce Pares (Romancero de los), por
Tortajada. iv, 200.
Doce triunfos, de Padilla, i, 441.
Doctrina cristiana, en verso, obra de
un poeta del siglo xiv. i , 01.
Docl lina (La) cristiana, del P. Cór-
doba, ii, 551.
Dohrn, traduce al alemán comedias
de Lope. II, 37(¡.
Dómine (El) Lúeas, de Cañizares, ni,
1( 5.
Domingo de Don Blas, de Alarcon. H,
467.
Domingo (Santo) de Silos, por Ber-
ceo. i , 55. 36.
Domínguez Camargo (Fray Hernando),
F. 1666— Su Sanlgnacio. m, 155,
481.
Doms (Jaime), iv, 155.
Donado (El) hablador, de Yañez. m,
508.
Donaires del Parnaso, por Castillo So-
lorzano. m , 195.
Donaires CLos) del Parnaso, novela
de Castillo Solorzano. ni. 550.
Donaires (Los) de Perico y Marica,
papel poético del tiempo de Feli-
pe V. iv, 598.
Doncella (La) Teodor, historia de. u,
555, 554. — Comedia de Lope, ii,
552.
Don Enrique deVillena, comedia, i,
545.
Dones ( Lo libre de les), por Roig. i,
558.
Don Quijote, comedia de Cuillen de
Castro ii , 450.
Dohmer (Diego José), su Vida de Zu-
rita, ii, 575.
Dorotea (La), de Lope de Vega, n,
160, 298.
Doscientas (Las) preguntas, de Gon-
zalez de la Torre, u, 88.
Dos (Las) venganzas, deMontalvan. n,
452.
Dos ( Los) monarcas de Europa , por
Bartolomé de Salazary Luna, n, 26.
Dos (Los) Tobías, por el marqués de
San Felipe, iv, 24.
ÍNDICE alfabético
Dos (Los) verdaderos amigos, m,
525.
Dragonfea (La), de Lope, n , 279.
Drama antiguo clásico (Decadencia
del), i, 256. — Desterrado de España
por los árabes. 257.
Dramáticos (Poetas), consideración
de los. ni, 108. — Sus tribulaciones
y miseria. 109. — Gran número de
ellos. 127.
Driden imita á Calderón, ni, 57.
DuardosdeBretanha (Crónica de don),
por Diego Fernandez. i, 249.
Duardos (Don), comedia por Gil Vi-
cente, i, 505.
Duelo ( El ) de la Virgen, poema de
Gonzalo de Berceo. i, 55.
Duelos de amor y lealtad, de Calde-
rón, ni, 72.
Dueñas ó Dcennas ( Jelian . Juan de),
poeta del siglo xv. i, 410, 531. 562.
Dearth (Enrique de), ni. 191.
Duque de Estrada ( Diego). F. 1624. —
Su poema relativo á Filiberto de
Saboya. m. 500.
Duque (El) de Viseo, tragedia de
Quintana. ív, 157.
Duquesa ( La) de Mantua, novela de
Castillo Solorzano. ni, 550.
Duras (Agustín I, su Romancero, i,
133; iv, 281. — EslrelladeSevilla.il,
345 — Sobre el teatro español, ni,
46. — SainetesdeRamonde laCruz.
iv, 150.
Durandarte (Romance de), i, 157.
Edades (Las) del mundo, poema de
Santillana, atribuido á D. Pablo de
Ninla Maria, i, 597.
Égloga de Juan de Paris (C. 1556). ii,
15-2
Égloga de Martin de Herrera, ti, 525.
Égloga de Morales, publicada por
Argote de Molina, m, 247
Égloga de Tirsi, por Figueroa. n, 51.
Égloga interlocutoria , de Diego de
Avila, ni, 466.
Égloga real, del bachiller de la Pradi-
lla. ni. 167.
Égloga silviana, por Luis Hurtado de
Toledo, ii, 555.
Églogas dramáticas represenlables,
de Juan del Encina, i, 290.
Églogas, ni, 241-8. — Representadas
á menudo, u, 580.— En la cuestión
de amor, i, 457. — Las de Garcila-
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
so. ii, 45.— De Lope de Vega. 579.
— Melendez. iv, 84.
Églogas pastoriles, de Pedro de Pa-
dilla. hi,247.
Eichendorff (John), traduce el Conde
Lucanor. i, 81. ■
Eichhor.n (Juan Godofredo).— Su in-
troducción á la Historia de las cien-
cias , artes y letras desde su rena-
cimiento. i,57.
Ejemplar ( El) poético, de Juan de la
Cueva, ni, 234, 505.
Ejemplo mayor de la desdicha y ca-
pitán Belisario , de Lope, ii , 518.
Ejemplos (Libro de los), en la Biblio-
teca Nacional, i, 502.
Electra (La) de Sófocles, traducida
por Oliva, ii, 151.
Elegia á la muerte del infante don
(arlos, por Calderón, ni, 455.
Elegías de varones ilustres de Indias,
por Castellanos, ni, 147.
Elegías, ni, 242-44.
Elena (La ingeniosa), por Salas Bar-
badillo. i, 285; m,557.
Elisa Dido, comedia de Virués. n, loo.
Elocuencia española, de Jimenez Pa-
lón, ni, 427. — De Artiga, iv, 52. —
De Capmany. ni, 565.
Elocuencia forense, ni, 558-60. — Del
pulpito. 560. — Mal gusto en la. 562.
— Decadencia. 565.
Elocuencia (La) del silencio, de Bei-
nosa. iv, 20.
Elocuencia sagrada ó del pulpito.
ni, 560-2.
Elogios en loor de los tres famosos
varones, por Gabriel Lasso. m, 55o.
Embajador (El), de Vera y Figueroa.
ni, 182.
Emblemas, m, 256.
Emigrados (Ocios de españoles), iv,
154.
Empeños de seis horas, de Calderón.
ni, 57.
Empeños (Los) del mentir, de Men-
doza, iv, 67.
Empresas políticas, de Saavedra. ni,
424.
Ems (Gaspar), traduce al alemán el
Guzman de Alfarache. ni, 500.
Enamorada (La ) Elísea, de Covarru-
bias Herrera, m, 285.
E>ciso(Bartolomé Lopez de), F. 1586.
— Su desengaño de celos, m, 282.
— Su comedia, de Juan Latino (?).
ni, 172.
461
Enciso ( Diego Jimenez de), poeta dra-
mático, n, 470.
Enciso ( Lope ó Lopez de ). — Su co-
media de Juan Latino, m, 172.
Enciso y Monzón (Juan Francisco de),
F. 1694. ni, 155.
Encomienda (La) mal guardada, co-
media de Lope, n , 5j2.
Endechas, ni , 245.
Enemiga (La) favorable , de Tárrega.
ii , 425.
Engañados íLos) , de Lope de Bue-
da. ii , 157.
Engaños (Los) de este siglo, novela
de Loubayssin de la Marca. m,525.
Engaños (Libro de los), de D. Juan
Manuel, i, 70, 502.
Enrique IV de Castilla, M. 1474, poe-
ta, i , 475. — Decadencia de la lite-
ratura en su tiempo, ii, 22^
Enriquez (Alonso), poeta del siglo xv.
i, 562, 567, 571.
Enriquez (Andrés Gil), F. 1645, poe-
ta dramático, u , 470.
Enriquez de Guzman (D.a Feliciana),
ii , 565.
Enriquez (El hijo del Almirante), poe-
ta del siglo xv. i , 571.
Enriquez Gomez (Antonio), F. 1660. —
Comedias de. ni, 91.— Sanson, 155.
—Siglo pitagórico. 509.
Enriquez (Juan), poeta del siglo xv.
i , 571.
Enriquez (Luis) , almirante de Cas-
tilla, impugna á Herrera, n, 492.
Entre bobos anda el juego, papel
poético del tiempo de Felipe V. iv,
598.
Entremeses ( Origen y carácter de
los), ii, 142, 575; ni, 122. — Escri-
tores de. ni, 124. — Timoneda. n,
157. — Cervantes. 225. — Lope de
Vega. 375, 574, 576-8.
Entretenido (El), de Sanchez Torto-
les, ni, 544. — De Moraleja. Ibid.
Entretenimiento de las musas, por
Francisco de la Torre. m,212.
Encina (Juan de la),M. 1534. — Habita
en Boma, i, 287.— Visita á Jerusa-
lem 287, 528.— Sus obras. 288.—
Bepresentaciones. 290. — Estruc-
tura de sus dramas. 291. — Religio-
sos. 295. — Profanos. 294. — Boman-
ces. 126. — Su poética. ív, 30. —
Cancionero. 529.
Encina (Juan de la), carta de , por el
P. Isla. ív, 63.
462
Encinas 'Juan de), F. 1393.— Sus Diá-
logos de amor, ni , 554.
Encinas (Pedro de), F. 1590.— Églo-
gas, ni , 246. — Mencionadas en el
Buscapié, iv. 216. 221 , 222.
Envidia (La) de la nobleza, comedia
de Lope, n, 590.
Epigramas, ni , 249.
Epigramas y jeroglíficos de Ledes-
nía. ni , 508.
Epistolario , de Juan de Ávila, n, 98.
Epistolario cristiano, de Orozco. m,
558.
Epístolas, en verso, m , 239-42. —
En prosa. 362.
Epístolas satisfactorias, de Ángulo,
ni, 511 .
Ercilla (Alonso de), F. 1590.— Su vi-
da, m, 13S. — Araucana, líl.—
Efecto que produjo en el idioma.
iv, 9.— Comedia de Lope á su
asunto, ii. ."¡7.
Errores celebrados, de Zabaleta. ni,
134.
Erro , su lengua primitiva, iv. 161.
Eruditos á la violeta , de Cadahalso,
iv, 74.
Erving ((*. WaMo), sobre la lengua
primitiva de España, iv. 161 .
Es \< i;\ \ , poeta de! siglo xv. i, 57 1 .
Escalante i Bernardino de), n, 509.
Escanderberg, auto de Hontalvan.
ii , 43 1 .
Escarmiento de Atrevidos, novela de
Castillo Solor/.ano. ni , 550.
Escarmientos de Jacinto, de Villal-
pando. ni , 347.
Escarmientos para cuerdos , comedia
de Tirso, n, 461.
Esclava de su galán, de Lope, n, 320.
350.
Esclavo (El) del demonio, de Mira de
Mescua. i¡ , 463.
Esclavos (Los) en Argel , de Lope de
Vega, n , 226.
Escobar Careza de Vaca (Pedro de),
F. l.'iS7.— Su Lucero de Tierra San-
ta, i , 2X7.
Escobar (Fr. Luis de), F. 1552. —Sus
cuatrocientas respuestas, n, 86.
Escobar (Juan de) , F. 1600— Su ro-
mancero del Cid. ni , 268; iv, 200.
Escobar y Mendoza (Antonio de), F.
-1615— Sus dos poemas épicos sa-
grados, ni . 154 . 155.
Escoiqwz (Juan de), F. 1814.— Obras,
iv, 10o.— Su posición política. 149.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Escondido (El) y la Tapada , de Cal-
derón, ni, 71.
Escriba (El comendador), F. 1497.
— Queja de su amiga, i , 508 . 558.
Escritores ascéticos, ni, 414-21.
Escuadrón humilde, de Fernandez de
Ribera, ni, 542.
Escuela (La) de Celestina, comedia
de Salas Barbadillo. i , 185.
Escüer (Pedro) , editor de comedias.
iv, 259.
Esfuerzo bélico-heróico, de Palacios
Ruidos, ii, 97.
Esi w\ (Antonio de), F. 1609— Nove-
las, ni, 510 .
Eslata (Juan Mam Cha vero y), seudó-
nimo de Sedaño. iv, 69.
España defendida, poema épico, de
Pigueroa. hi, is: i.
España libertada, poema de D.a Ber-
narda Perreiráde la Cerda, ni, 181 .
Español (El) en Oran, de Barrios, m,
92.
Española (La) inglesa, novela de Cer-
vantes, ii. 214.
Españoles (Los) en Chile, comedia de
Bustos, ii . 146.
Especulo (El), ó espejo de todos los
derechos, i , 42.— Obra de D. Alon-
so el Sabio. 53.
Espejo para magistrados, poema in-
glés, i . 96.
Espejo y disciplina militar, por Val-
de-. ii , 509*.
Espina (Coloquios déla), por Seda-
ño, iv. 60.
Espinel Adorno (Jacinto de), F.
1630. ni. 545.
Espinel í Vicente) . F. 1625.— Toma
liarle en las lie-tas de S. Isidro.
ii. 289.— .Sus poesías, m, 188.—
Epístolas. 259. — Églogas. 247.—
Aite poética. 253.-Márcos de Obre-
gon. 505.
Espinelas (Décimas), ni, 304.
Espinosa i Viro!;!- de), F. 1550.— Su
continuac on del Orlando, n . 458.
Espinosa (Pedro de) , F. 1605.— Sus
Flores de poetas, ni , 196. — Églo-
gas. 217.
Espinosa y Malo (Félix Lucio dei. F.
Ki74. — Sus poesías líricas, m. 232.
Esplandian (Las Sergas de), por Mon-
talve. i , 247.
Expulsion de los moriscos, poema
de Perez de Culla. m , 506.
Esquilache (Príncipe de;, M. 1658.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
463
—Su Ñapóles recuperada, ur , 182,
185. — Sus poesias líricas. 229, 514.
—Epístolas. 240.— Églogas. 242.—
Elegías. 247. — Epigramas. 249.—
Romances. 268.
Esquivel (Juan de), sus discursos del
Danzado. m,458.
Estados (Los tres) de la Espiritual
Jerusalen, por el P. Márquez, ni,
423.
Estafeta (La) del dios Momo , novela
de Salas Barbadillo. ni, 548.
Estamarin, poeta del siglo xv. i,571.
Estebamllo Gonzalez, F. 1648. — Su
vida , escrita por él mismo, ni, 510.
Estella (Fr. Diego de), M. 1578.— Es-
critor en prosa didáctica, ni, 428.
'.míe.)
Estrella (La) de Sevilla , comedia de
Estrada. (V. Duque.)
estrella (La) de
Lope, ti , 54').
Estúxiga (Lope de), su Cancionero.
i. 460, 559.— Poesías. 534, 560. 561.
Esvero v Almedora, poema, por Mau-
ry, i, 202.
Eufemia (La), de Lope de Rueda, n,
158.
Eufrosina (La), comedia en prosa.
1,283.
Europa portuguesa , de Faria y Sou-
sa. i, 45.
Eusebio (El), de Montengon. iv, 81.
Eustorgio y Clorilene , novela de
Suarez dé Mendoza, n , 257.
Evia (Jacinto de), F. 1676.— Sus poe-
sías, ni, 232.
Examen de ingenios, de Huarte. m,
429.
Examen (El) de maridos, comedia de
Alarcon. n, 465, 469; m, 429.
Eximeno (Antonio), su Apología de
Cervantes, n, 252.
Expedición de catalanes, de Monea-
da, ni, 396.
Experiencias de amor, de Quintana,
ni , 286.
Extremeño (El) celoso, novela de
Cervantes, n , 222.
Fábulas (Las) ó Apólogos, de don
Juan Manuel, i, 76. — De Hita. 91.
— De Leiva. n , 90. — De Lupercio
Leonardo y Argensola. m , 238. —
Iriarte. iv, 77. — Samaniego. 79.
Fábulas ó poemas mitológicos, imita-
dos de la clásica antigüedad, m,
160-5. — Adonis, de Mendoza, ni,
161. — Apolo y Dafne, de Polo de
Medina. 551. — Céfalo y Prócris.
ni, 523. — Dafne , de Perez 162.—
Dafne y Apolo, de Silvestre. 161.—
Dido y Eneas, de Avellaneda. 494.
—Eco, por Ribera. 165.— Endimion,
de Caliecerrada. 495.— Europa, de
Laporta. 495. — Id. de Mercader.
540.— Europa y Júpiter, de Villame-
diana. 163. — Genil, de Espinosa.
247.— Hipomenes y Atalanta, de Co-
lodrero. 495.— Id. de Mendoza. 161.
—Leandro, de Roscan. 247.— Lean-
dro y Ero, porüocángel. 513.— Pan
y Siringa. 551.— PíramoyTisbe, de
Góngora. 207. — Id. de Montema-
yor. 161.— Id. de Castillejo. 162.—
Id. de Silvestre. 161.— Id. de Ville-
gas. 162.— Teseo y Ariadna, de Co-
lodrero. 495. — Tres (Las) diosas,
de Polo de Medina. 551.
Fadrique ( El conde D.) de Trastama-
ra. i, 571.
Fadrique (El duque D.). (V. Castro.)
Fajardo (Diego). i,57Í.
Faina postuma de Lope de Vega, por
Montalvan. n, 500.
Fantasías (Las) de un susto , de Mo-
ya, ni, 345.
Faria y Sousa (Manuel de). F. 1624.—
Noches claras, ni, 428. — Fragmen-
tos de antigua poesía, publicados
en su Europa portuguesa, i, 45.
Farmer (Dr.), sobre la" Diana de Mon-
lemayor. m , 276.
Farsa á manera de tragedia (C. 1557).
ii , 527.
Farsa de Jacinta, distinta de la come-
dia de Torres .Naharro. n, 155.
Farsa de Pedro Lopez P.angel (C
1555). íi, 153.
Farsalia (La) , de Jaúregui. ni , 225.
Farsas del Sacramento, n , 372. — De
Timoneda. 146.
Farsas y églogas al modo y estilo pas-
toril y castellano, por Lúeas Fer-
nandez, i , 578.
Fauriel (Charles), i, 33, 529.
Fausto (El) , de Goethe, ni , 29.
Faxaruo. (V. Guaxardo v Saavedra. )
Ferrer (Andrés), F. 1428. — Poeta
catalán; traduce la Divina Come-
dia, i , 549.
Febrer (Jaume) , F. en el siglo xm. —
Poeta valenciano, i , 552.
Felices de Cáceres (Juan Bautista).
n,287.
464
Felices (Marqués de San). (V. Mon-
cayo.)
Feliciana, hija de Lope de Vega, n,
269.
Felicísima victoria de Lepanto , por
Cortereal. 111, 173.
Felipe (Marqués de San). (V.San Fe-
lipe.)
Felipe II ( M. 1598) , misterios repre-
sentados en el bautismo de. n, 130.
— Manda cerrar los teatros. 477. —
Poesía épica en su tiempo, ni , 154.
— Su conducta con Perez. 36o. —
Con Ercilla. 144. — Influencia de su
reinado en las letras. 440.
Felipe III (M. 1621), cura milagrosa
de. por S. Isidro Labrador, n, 272.
— Mencionada por Lope. Ib. — Ca-
samiento en Valencia. 311. — Los
jesuítas representan una comedia
en su presencia, ni , 1 1 1.— Influen-
cia de .su reinado. 440.
Felipe IV ( M. 166o), falta á su pala-
bra con respecto á Lope, u , 395.—
Improvisa. 597. — Escribecomedias.
472. — Traduce a Guicbardini. Ib. —
Protege a Calderón, ni, 9, 79. —
Fiestas a su segando casamiento.
71 — Al de su bija María Teresa. 72.
— Influencia de su reinado. I ¡5.
Felipe V iM. 174ÜJ, reinado de. IV, (i.
Carácter. 7. — Proyectos literarios.
«S. — Estado de las letras en su tiem-
po. 17. — Influencia dé Francia. 26.
— Intolerancia. 41-4. — Efecto de
esta en el teatro. 1 12.
Félix Marte de Hircania, libro de ca-
ballerías, i, 252.
Fenicios en España, iv, 163.
Fénix (El |de España, comedia. ni, 32.
Fenollar (Bernardo), i, 557.
Fenollar (Mossen), trovador, i, 538.
Fenton (Sir Geoffrey), sus traduccio-
nes de Guevara, u, 102.
Fernán Gonzalez (Poema de), C. 1380.
i, 97-100.— Romances. 1 42. — Anéc-
dota de D. Juan Manuel, relativa á.
77.
Fernandez. (V. Romancero.)
Fernandez (Alfonso). (V. Hernandez.)
Fernandez (Diego), su Crónica caba-
lleresca de Don Duardos. i, 250.
Fernandez (Lúeas», escritor dramáti-
co, F. 1514. — Sus farsas, i, 575;
H, 579.
Fernandez (Sebastian), F. 1547.— Es-
critor dramático, i, 525.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Fernandez Camporedondo (Calixto),
poema de. m, 598.
Fernandez de Heredia (M. 1549), poe-
ta, i, 559, 475.
Fernandez de Heredia (Juan Francis-
co), escritor aragonés, F. 1685. — Su
prosa didáctica, ni, 435
Fernandez de Ixar (D. Juan), el Ora-
dor, Cancionero compilado por. i,
566.
Fernandez de Oviedo (Gonzalo), M.
1567. — Su Historia de Indias, ir,
119.— Quincuagenas. 121,514.
Fernandez de Ribera (Rodrigo), F.
1600.— Obras, m, 541.
Fernandez de Santaella (Rodrigo),
traduce los viajes de Marco Polo,
ni, 489.
Fernandez de Velasco (D. Pedro),
el buen conde de Haro. i, 204.
Fernandez de Velasco (Pedro), con-
denable de Castilla, ii, 492.
Fernandez y Peralta (.luán). F. 1650.
— Novelas, m, 544.
Fernando, hijo del infante I). Juan
Manuel, i, 499.
Fernando III, el Santo ÍM. 1252). i,
38,46, 111.
Fernando el Católico (M. 1516), es-
tablece la Inquisición, i, 4X1.
Fernando, el hijo de Carlos V. i, 174.
Fernando el Justo, rey de Aragón
(M. 1415), protege á los trovadores,
i, 546, 548
Fernando VI (M. 1759), estado de las
letras en su tiempo, iv, 45.
Fernando VIL Efectos de su reinado
en las lelras. iv, 150, 155.
Fernando (El), ó Sevilla restaurada,
de Vera v Figueroa. ni, 185.
Fernando (El), ó Templo de la fama,
por Bocángel. ni, 515.
Ferr.wdis (Vicente), i, 558.
Ferreira, poeta portugués, su Castro,
n, 158.
Ferreíra de la Cerda (D.a Bernarda),
poetisa portuguesa , F. 1618. m,
181, 185.
Ferreira de Vasconcellos, F. 1615.
— Su Comedia Eufrosina. i, 285.
Ferrer (Bonifacio), M. 1477. — Tra-
dúcela Biblia al catalán, i, 564.
Ferrer (Francescb). i, 554.
Ferrer (Juan), seudónimo de Bisbe y
Vidal, ii, 558.
Ferrer (Pedro;, poeta del siglo xvi.
ni, 497.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Ferreras, el historiador. ív, 45.
Ferrusó FERRCz(Pero), poeladel si-
glo xiv. 1,419,520.
Ferruz (Macslro), auto por el. ir, 372.
Feyjoó (Denilo), M. 1764.— Teatro
crüico y cartas eruditas, iv, 56. —
Defendido por ls!a.G5.
Fianza (La) satisfecha, de Lope, n,
363.
Ficción romántica á últimos del si^lo
xv. i, 433. — En tiempo de Cervan-
tes. H, 250.
Fiesta de los Carros, ii, 371.
Fiestas á D.a Margarita de Flándes,
poema descriptivo de Hernán Vaz-
quez de Tapia, m, 468.
Fiestas á la beatificación de Sta. Te-
resa, ni, 528.
Fiestas de Córdoba, ni, 528.
Fiestas de Üenia, de Lope, ii, 274.
Fiestas de la boda de la incansable
mal casada, novela de Salas Barba-
dillo. ni, 548.
Fiestas de Salamanca, ni, 527.
Fiestas de Toledo, por Ángulo, iff,
561.
Fiestas de Valencia á S. Luis Bertrán,
por Aguilar. ni, 527.
Fiestas de Valencia á S. Lúeas, m,
527.
Figueroa (José Lorenzo), traduce la
historialilerariadeSismondi. i,57.
Figueroa (Francisco de), llamado el
Divino (M. 1620), sus versos suel-
tos, ni, 188. — Églogas, ii, 51 ; m,
247.
Figueroa (Lope de), carácter de Don,
en Calderón, n, 190.
Figueroa (Boque de), comediante.
iii,H1.
Figueroa. (V. Sitar ez de.)
Figurón (Comedias de), qué cosa
sean, ni, 81. — De Cañizares. 103.
Filis (La), del capitán Botellio. tu,
286, 545.
Filis (La), tragedia de Lupercio Leo-
nardo y Argensola. u, 159.
Filomena (La ) , de Lope de Vega. ii.
295.
Filosofía antigua poética, del Pincia-
no. ív, 51.
Filosofía (La) vulgar, de ¡Hallara, ni,
411.
Filósofo (El), de Aldea, de Velazquez.
ni, 450.
Firmeza en los imposibles, novela de
Altamirano. m, 351.
TOM. IY.
465
Flamenco (Juan), Romancero de. ív,
198.
Flegetonte (El capitán). La Cryse-
lia. ni, 525. — Bompecolumnas. Ib.
Flema (La) de Pedro Hernandez, no-
vela de Marcos García, ni, 550.
Flor de la rosa fragante , libro de ca-
ballerías á lo divino, i, 258.
Flor de romances, ni, 267; ív, 197.
Flor CLa ) y la banda, de Calderón.
iii,70. '
Flora (La sabia) malsabidilla, de Sa-
las Barbadillo. n, 283.
Florando de Castilla, por Huerta, m,
159, 489.
Florares Robles (Rafael), i, 491, 518.
Flores de filosofía , libro atribuido á
1). Alonso el Sabio, i, 42.
Flores de poetas, por Espinosa, ni,
197.
Flores (Juan de), ni, 515.
Flores (Juan de), su Aurelio é Isa-
bella, ni, 515.
Flores (Sagradas) del Parnaso, iv, 22.
Floresta de varia poesía , por Pagan.
1,530; H.492.
Floresta (Pedro de la), i, 523.
Florean. (V. Rodríguez.)
Florian, su Galatea, ii, 196. — Gonzalo
de Córdoba, m , 522. — Traducción
del Quijote. ív, 235.
Florida (Historia de la) , por el inca
Garcilaso. ni, 395.
Florinea , comedia en prosa , por Ro-
dríguez Florian ; imitación de la
Celestina, i. 282,283.
Florisando, libro de caballerías, i,
244.
Florisel (Don) de Niquea, libro de
caballerías, i , 244.
Flos Sanctorum, de Rivadenevra. m,
578.
Foe (Daniel de), Sobre Don Quijote, n,
240. — Su Caballero. ív. 511.
Fogazot, el trovador, i , 549.
Folquet de Lunel, trovador proven-
zal, celebra la elección de Alfon-
so X al imperio de Alemania, i , 47.
Folquet de Marsella , trovador, i ,
550.
Fonda de San Sebastian (Tertulia li-
teraria de la). ív, 72.
Fonseca (Luis Enriquez de), F. 1669.
— Sus loas.. ni, 121.
Fontefrida (Romance de), i, 127.
Ford (Richard) , su Manual del viaje-
ro en España. n¡ , 165.
30
466
Foresto (Felipe), su Supplementum
chrouicarum. i. 226.
Fornf.r(Ju.tii Pablo), M. 1797. — Obras
de. iv , 95.
Foronda (Valentin) , sus notas al Qui-
jote, iv , 234.
Fortescuk (T.) , traduce á Pero Me-
xía. ii, 94.
Fortuna de amor (Los diez libros dej,
por Lofrasso. m, 2S0.
Fortuna (La) con seso, de Quevedo.
ii, 414.
Fortunas (Las), de Andrómeda y Per-
seo, ni. 35.
Fragoso. (V. Malos.)
Francesilla (La) , de Lope, n , 587.
Fraxch (Narcís), traduce al catalán el
Corvaclio. i . 535.
Franchi (Fabio), amigo de Lope, n ,
48(1.
Francia v Agosta ( Francisco de), F.
1657. — Sus poesías. ni, 515.
Franco (P.), traduce á Quevedo en
italiano, n . ¡lo.
Frejenal (Vasco Diaz). (V. Tanco.)
Frías (Duque de), su monumento á
Melendez. iv, 90.
Fuenhayor (Antonio de) , F. 16 l. —
Su prosa didáctica, m . 428.
Fuente (La) de Aleo ver, poema de
Mey. ni, 308.
Fuente Ovejuna, de Lope, u , 34i
Fuentes (Alonso de), sus Cuarenta
cantos, ni ,260. — Su Filosofía vul-
gar. 537.
Fuentes (Pedro ele), i. 484.
Fuero Juzgo ó Forum Judicum, paite
que en su traducción castellana tu-
vo D. Alfonso el Sabio. i,5!. — Le-
yes del, acerca de la honra domés-
tica, ii , 68.
Fuero Real, de D. Alonso el Sabio, i,
55.
Fundación <!e la orden de la Merced,
comedia de Tárrega. u , 424.
Furió Cekiol (Federico), u, 512; ni,
498.
Fuster í fücronim ó Jerónimo) . i, 541.
Foster (Justo Pastor) , F. 1 829. —Bi-
blioteca valenciana, i . 362.
Gacoi l (Jaume), poeta valenciano, i,
35S.
Gaiferos v Melisendra (Romances de).
i, 150.
Gaitas (Juana), poetisa, ni, 507.
ÍNDICE alfabético
Galán valiente y discreto , de Mira de
Mescua. n, 46o.
Galantería i Arte de), por D. Pedro
de Portugal, ni, 428.
Galatea (La), de Cervantes. H, 194-8.
Calateo (El), de Gradan Dantisco.
iu,427.
Galindezde Carvajal (Lorenzo), i, 5 IS.
Gallardo ( Bartolomé Joséj. i,575;
ii, 486, 500,505.
Gallardo (El) Escarraman, comedia
de S;ilas Barbadillo. iu,549.
Calíanlo ( El) español, de Cervantes.
ii. 2-26.
Gallardo (El) montañés, novela de
Salas Barbadillo. m, 549.
Gallego (Dialecto), i, 43, 45; n. 108.
Galli go Juan Nicasio), M. 1855. iv,
90.
Gallegos (Manuel de), M. 1665,— Su
Gigamomachia. m, 162.
Galtero ( Pedro Jerónimo), F. 1631.
ni. 53 t.
Galvanv ( Pere), trovador, i. 535.
Calvez dk Montai.vo ( Luis), M. 1591.
—Traduce las Lágrimas de San Pe-
dro. iii,280,489.
Gamez (Gutierre Diaz de), F. 1455. —
Su Crónica de Don Pero Niño, i, 206.
Ganar amigos, de Alarcon. u, ;i¡7.
Candor ó Graindor he Dolay, conclu-
ye la historia fabulosa del Caballe-
jo del Cisne, i, 50.
Cara;: (Joban , trovador, i, 533.
Garav (Blasco de), F. 1550. — Sus
Cartas en refranes, ni,
Garcés (Gregorio), F. 1798. — Su Vi-
gor y elegancia de la lengua espa-
ñola! iv, 10, 16. — Lo que dice de
D. Diego de Mendoza, u, 84.
García (Alfonso), poeta del siglo xv.
i, 345,570.
García (Marcos), F. 1657. — Sus no-
velas, ni, 350.
García (Martí), trovador, i, 555.
García (Miquel), poeta valenciano.
1,542.
García (Vicente), M. 1625. — Poeta
valenciano, i, 560.
García nt: la Huerta (Vicente), M.
1727. — Poesías, iv, 68. — Teatro,
125, 15!.
García i>e Santa MARÍA(Alvar), su Cró-
nica de D. Juau II. i, 191, 425.—
Poesías, 461.
García Oriolano (Gaspar), F. 1600.—
Su Murgetana. m, 500.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Garcilasso de la Vega. (V. Vega.)
Garcilasso de la Vega (El inca), m,
355.
Garcisanchez de Badajoz. (V. San-
chez. )
Garduña (La) de Sevilla, de Castillo
Solorzano. ni , 508.
Garibay (Esteban de), cronista, n, 113.
Garrido de Yillena ( Francisco). F.
1577. — Su Orlando enamorado,
ni, 488.
Gakzom ( Thomaso), traducido por Fi-
gueroa. ni . 560.
Gato. (V. Alvarez.)
Gatomachia (La), de Lope, ir, 291.
Gaya (La) de Segovia , por Guillen,
i , 35 1 .
Gayoso, poeta del sicclo xv. i , -Í61 .
Gayoso, F. I 74o. — Su Gramática, iv,
15.
Gayton. Notas al Quijote, iv, 256.
Gazxelu (Domingo de), iv, 431.
Gazul (Romances de), i, 150.
Genealogía de (iarci Perez de Var-
gas, por el inca Garcilasso. ni, 553.
Genealogía'' La) de Gil Blas, por Cal-
zada, iv, 64.
Generaciones y semblanzas, de Guz-
man, i. 427.
Genest, traduce áQuevedo. n,413.
Geoffroy ó Godofredo de Monmouth,
trovera anglo-normando. i, 229.
Gerardo (trágico), de Céspedes, m,
524.
Gerena, poeta del siglo xvi. 1.419.
Ger mania, qué cosa sea. ni, 265.
Germánicas (Voces) ó teutóuicas en el
castellano, n, 106.
Gerundio (Fray) , del P. Isla, iv, 57.
Gesta Romaiiomm, colección de cuen-
tos y novelas de la edad media, i,
28.
Gigantomachia, de Gallegos, m, 162.
—De Sandoval. 494.
Gigantones (Los) de Madrid, de San-
tos, ni ,551.
Gil Blas, novela picaresca, ir, 66. —
Marcos de Ohregon. ni, 506. — Pa-
dre Isla, iv, 511.
Gil (Don)de las Calzas Verdes, deTir-
so. ii . 157.
Gil (El P. Juan) v Cervantes, ii, 192.
Gil y Zarate (Antonio), Carlos II el
Hechizado, ni, 445.
Gilberto , poeta, i , 192.
Giner t'Miguel), F. 1587. — Su poema
del sitio de Ambéres. m, 177.
467
Gineta (Libro de la) , por Andrada. m,
427.
Gitanilla (La), comedia de Solís. ni,
97.
Gitanilla (La), novela de Cervantes.
n,220.
Glosas (Origen de las), i, 471.
Gobernador (El ) cristiano, de Már-
quez, ni , 422.
Gobeyos, seudónimo de Gayoso. iv,15.
Godinez (Felipe), autor dramático.
n , 470.
Godos en España, rv, 171.
Gomara. (V. Lopez.)
Gomez. (V. Enriquez.)
Gomez de Cibdareal (Fernán) i. 573.
— Su Epistolario. 574,577, 420. —
.Inicio acerca de su geuuinidad. iv,
202-7.
Gome/, de la Cortina (José) , traduce
al castellano, é ilustra con notas la
historia de Bouterwek. i , 57.
Gómez de Luqce ( Gonzalo), F. 1580.
— Su Celidon. m , 490.
Gómez de Taima , poeta granadino , F.
1580. — Su écloga al nacimiento de
la infanta D.a Isabel, i, 83; ni, 217.
Gomez de Toledo ( Gaspar) , F. 1557.
— Continúa la Celestina, i . 282.
Gomez Tejada de los Beyes (Cosme),
F. 1650. — Leon prodigioso, ni, 527.
Gósgora (Luis de), M. 1626. ni, 203-9.
— Sátiras. 259.— Epístolas. 240. —
— Epigramas. 24S. — Romances.
2' ¡9. —Teatro, n, 471 .— Polifemo. lit,
165. — Sus relaciones con Lope. 214.
— Se burla de Boscan. n , 51. — Su
escuela poética, m, 205.
Gongorismo. ni, 218.
Gonzalez (Diego) , M. 1791. —Obras.
iv, 92.
Gonzalez (Estebanillo). (V. Esteba-
nillo.)
Gonzalez de Doradilla (Bernardo),
F. 1587. — Sus Ninfas y pastores de
Henares, ni, 285.
Gonzalez del Castillo (Juan Igna-
cio), F. 1800.— Suscomedias. ivJÓO.
Gonzalez de Salas (Jusepe Antonio),
F. 1653. — Tragedia antigua. iv ,51.
Ataca áGóngora. 214.— Publícalas
obras de Quevedo. n , 404.
Gonzalez de la Torre (Juan), F. 1590.
—Sus Doscientas preguntas, n, 88.
Gótico ( Idioma) en España, iv, 174-6.
Goyeneche (Juan), editor de Solís.
ni , 99.
ÍNDICE ALFABÉTICO
468
Gozzi, imila á Calderón, ni , 78.
Govyer, su Confessio Amanlis. i. 28.
Gracia Dei (Pedro) , F. 1520. i , "190.
Gracias (Ballhasar), M. 1650. — Su
cultismo, ni , 451. — Obras. 152.
Gracias Dan risco (Lúeas). F. 1599.—
Su Cortesano, ni, 427.
Gracioso (Papel de), indicado en Tor-
res Naharro. i , 517. — Perfecciona-
do por Lope, n , 588. — En Cervan-
tes. 228.— En Calderón, ni, 17.
Graindor. (V. Candor.)
Gran (El) duque de Moscovia, de Lo-
pe, ii . 547.
Gran ( La) Cenoliia , de Calderón, m,
64.
Gran Tacaño (El), por Quevedo. u,
512; ni, 408.
Granada (Fr. Luis de), M. 1538.—
Su elocuencia en el pulpito, m, 415.
— Prosa didáctica. 414. — Persecu-
ción por la Inquisición, ii, 16.
Granada (Guerra de), por Mendoza.
ii, 77.
Granada (Guerras civiles de), por Pe-
rez de Hita, ni, 515.
Grande de Tena (Pedro), F. 1658.—
Su elogio de Montalvan. n , 4í4.
Grandezas divinas, por Vivas de Con-
treras. ui, 15*¡.
Grandezas y excelencias de la Virgen,
por Padilla, ni, 505.
Gregorio Guadaña. (V. Vida.)
Grealf El santo), que cosa, i, 252.—
La demanda del , libro de caballe-
rías. 255.
Grimalte v Fromesta (Carlas de), m,
546.
Grimm (Jacobo), su Romancero, i,
116.
Grisel y Mirabella , novela sentimen-
tal de Diego de San Pedro, m, 546.
Griselda (cuento de), en Timoneda.
ni, 554.
Glajardo Fajardo (Alonso), F. 1604.—
Sus Proverbios, ni , 557.
Gdaltero de Ciiatillon , su Alejan-
dréis, ó vida de Alejandro, en ver-
sos latinos. i,61, 62.
Guanches ( Los ) de Tenerife , por Lo-
pe, ii , 547.
Guarda (La) cuidadosa, de Cervan-
tes, ii , 229.
Guárdate del agua mansa, de Calde-
rón, ni, 57.
Guarinos (Romances de), i, !57.
Gcarinos. (V. Sempere.)
Godiel de Peralta ( Catalina), poe-
tisa, ni, 507, 5_'8.
Guerau, trovador. i,349.
Guerra, F. 1682. Deíiende el teatro.
ni, 71).
Guerra de Alemania , por Avila y Zú-
ñiga. ni . ."77.
Guerra de Alemania, por Salazar. II,
504.
Guerra de Cataluña, de Meló. m,599.
Guerra de Chile, poema de Melchor
Xufré del Águila, ni , 472.
Guerra i La) de Granada , por Mendo-
za, ii, 77-82.
Guerra civil de Navarra, i, 552.
Guerra de los Estados-Bajos, de Co-
loma, ni, 598.
Guerras de Troya, de Hita, iu, 547.
Guerras (Las) civiles de Granada,
por Perez de Hila, ni, 517.
Guerrero i Vicente), autor dramático
y representante, iv, 126.
Guevara (Antonio de), M. 1545. —
Obras, ii, 98-104.— Su Libio áureo.
99. — Sus epístolas familiares. 102.
— Tratados varios. 105. — Trabajos
históricos. 112.
Guevara (Domingo Luis de), iv, 155.
Guevara (Fernando de), i, 571.
Guevara óGuivara, poeta del Cancio-
nero General, i, 46(¡.
Guevara. (V. Velez.)
Guia y Avisos de Forasteros , por Li-
lian y Verdugo, ni, 540.
Guia de pecadores, de Fr. Luis de
('.ranada, ni, 415.
Guillen (Pero), poeta; sus varias
obras, i, 551, 555.
Giinart (Hoque), célebre bandolero.
Alusión á, eu Cervantes, i, 354.
Gusto picaresco (Origen del), u . >>7 ;
m,294.
Guzman. (V. Pérez- de.)
Guzman (Francisco de), F. 1580.— Su
poesía didáctica, ni, 252.
Guzman (Juan de), F. 1589.— Su Retó-
rica, ii, 509.
Guzman de Alearache, primera parte,
ni, 295. — Segunda supuesta. 297. —
Id. genuina. 298.— Carácter de am-
bas. 502.
Guzman el Bueno, de Guevara, u, 459.
—De Moratin. iv, 120.
Hacer cuenta sin la huéspeda, papel
poético del tiempo de Felipe V. iv,
598.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Hado y Divisa, comedia de Calderón,
ni, 71.
Haedo (Diego de), F. 161-2.— Su To-
pografía é historia de Argel, n, 191.
Ha in (L.), traduce al alemán la histo-
ria literaria de Sismondi. i, 57.
Hamlet (Tragedia de), por Moratin.
iv, 1 .12.
Haro (Conde de), el Bueno. Sus poe-
sías en el Cancionero General, i,
475.
Harpías (Las) de Madrid , de Castillo
Solorzano. in. 550.
Havidas (Las), por Arbolanches. m,
537.
Hay amigo pura amigo, comedia de
Manuel liolelbo. m, 513.
Hay verdades que en amor, comedia
de Lope, n, 551.
Hazañas de Bernardo del Carpió, por
Alonso, ni, 157.
Hecho (A lo) pecho, comedia de Mon-
talvan. n. 4 íi¡.
Hecuha (La), de Sófocles, traducida
por Oliva, ii, 132.
Heliodoro, su Theágenesy Cariclea,
traducido por Mena, i, 2o6; ii, 257.
Henrique, principe de Portugal, i,
215.
Henrique IV de Francia, ampara á
Antonio Perez. Hi, 367.
Henriquez Basürto (Diego), F. 1649.
ni, 484.
Henriquez de Calatatiid '"Pero Lopez),
F. 1594.— Traduce á Carlo Dolce,
ni, 485.
lleráclito defendido, de Vievra. ni,
424.
Heráclito y Demócrito, de Antonio
Lopez de Vega. ui,425.
Herbás (José Gerardo de). F. 1737.—
Sátiras de. iv, 22.
Hércules Furens, de /.árale, ni, 231.
Herder, su Romancero del Cid. i, 17.
Heredia. (V. Fernandez de.)
Hermano (El) de su hermana, come-
dia de Quirós. m, 510.
Hermosa (La) Ester, n, 562.
Hermosa (La) fea, de Lope, n, 519.
Hermosilla, su Juicio critico, iv, 91.
Hermosura (La) de Angélica. (V. An-
gélica.)
Hernandez (Alonso), F. 1516. — Su
Historia Partenopea. mi , 137, 470.
Hernandia ( La ), de Ruiz de Leon, iv,
106.
Hero y Leandro, de Boscan. n , 54.
Héroe ( El ), de Gracian. ni , 451.
Heroidas bélicas, de Vera Ordonez.
ni, 525.
Herrera (Antonio de), M. 1625.—
Su Historia general de las Indias.
m , 390. — Otras obras. 391.
Herrera (Fernando de), M. 1597.—
Vida, ni , 190. — Obras perdidas.
191.— Canciones y odas. 192. — Es-
(ilo poético. 194. —Elegías. 24o. —
Alabadas por Lope de Vega. 213. —
Su edición de Garcilaso/n , 58; m,
Í95.
Herrepa ( Martin de ), F. 1510. — poe-
ma y égloga á la toma de Oran, u,
523.
Herrera (Pedro de), su descripción
del Sagrario de Toledo, ni, 528.
Herrera (Rodrigo de), autor dramá-
tico, ii , 470.
Herrera. (V. Perez de.)
Hespaña libertada, por D.a Bernarda
Ferreira de la Cerda, ni, 183.
Hidalgo ( Gaspar Lúeas de), novelas.
ni , 556.
Hidalgo (Juan), Romances. m,265.
Higuera (P. Roman déla), F. 4624. m.
590.
Hija (La) de Pierres y Celestina, no-
vela de» Salas Barbadillo. m, 548.
Hijo (El) de Marco Aurelio, m , 91.
Hijo (El) pródigo de Valdivielso. n.
461.
Hinard ( Damas), Romancero, iv, 201.
Hipólito vAminta, de Ouintana. ii,
237.
Historia civil de España, por Belando.
iv, 41,399.
Historia cristiana , libro de caballe-
rías á lo divino, i , 257.
Historia de la Doncella Teodor, n, 554.
Historia de la Florida, del inca Gar-
cilaso. ni, 594.
Historia déla reina Sevilla. m,514.
Historia (La) de la Virgen, poema
épico sagrado de Escobar, ni , 154.
Historia délos amores de Abinde-Ar-
raez, ó Abindarraez. ni, 555, 547.
Historia de Lucindaro v Medusina. m,
513.
Historia de Tobías, comedia de Lope.
ii , 565.
Historia (La) deWamba, comedia de
Lope, n , 346.
Historia del cisma de Inglaterra, por
Rivadeneyra. ni, 578.
Historia general de España , por Ma-
470
riana. ni, 383. — Credulidad. 383.
— Correcciones hechas en. Ib. — Ar-
caísmos y estilo elocuente. 386. —
Areneras y pintura de caracteres.
587. — Mérito indisputable y ata-
ques contra ella. 5SS.
Historia general de las Indias, ni, ! 19,
390, 515.
Historia general del mundo, m, 300.
Historia (La) de los jJos verdaderos
amigos, novela de Loubayssin. in,
325 . 547.
Historia (La) de Sagunto, Numanciay
Carlago. poema de Zamora, m, 177.
Historia (La) tragicómica de I). En-
rique deCastro, novela de Loubays-
sin. ni, 525.
Historia lastimosa de Marcilla y Segu-
ra, in, '.'.'ii.
Historia moral del dios Momo, novela
de Noydens. ni , 323.
H'storia partenopea, poema de Alon-
so Hernandez, in, 137, 470.
Historia troyana, de Guido de Colup-
na . traducida por Ayala i. 186.
Historia universal, compilada de or-
den de D. Alonso el Sabio, i . 42.
Historiadores eclesiásticos, ni, 378.
Historiadores españoles, m . 373. — Su
prudencia y precaución. 588. — Su
carácter general. 405. — Se dedican
principalmente á la historia local.
Ib.
Historias fabulosas, de Antonio, m,
589.
Historias peregrinas, de Céspedes,
ni. 313.
Hita ( Arcipreste de),F. 1343. — Vi-
da, i. 85. — Obras. 86-93.— Apólo-
gos. 01. — Carácter. 02.
Hita. (V. Perez de.)
Hojas (Las) de la rosa fragante, libro
de caballerías á lo divino, i, 258.
Hojeda (Diego de), F. 1611. — Su
Cristiada. ni , 153.
Hojfda. c! descubridor de tierras, i,
221.
Holcboft (Tomás), traduce á Lope,
ii , 577.
Holland (Lord), su Vida de Lope,
ii , 39.
Honor (El) es lo primero, comedia
de Leiva. m, 90.
Honrador ( El) de su padre , por Dia-
mante, ni, 95.
Honrador ( El ) de sus hijas , por Fran-
cisco Polo. m, 93.
ÍNDICE ALFAÍ5ETICO
Horacio (Traducciones é imitaciones
de) . por Fr. Luis de Leon, n .181.
— Los Argensolas. 358. — Cáscales.
iv, 31. — Espinel, ni, 255. — íriar-
te. iv, 76.
Hormesinda CLa), de N. F. Mora-
lin. iv, 119.
Horozco. (V. Orozco.)
Horozco (Alonso de), F. 1568. — Su
Reina Sabá. ni, 420.
Horozco (J. Covarrubias ) , sus Em-
blemas, ni , 256.
Hospital (El) de incurables, de .la-
cinto Polo de Medina, m , 310.331.
Hospitales . su interesen el teatro, ii,
104. — Defienden la causa del dra-
ma. Í78. — Padecen algunas veces.
480.
Hotos '.luán Lopez de), maestro de
Cervantes, u, 187.
Hoz (Juan de la), escritor dramáti-
co. Y. 1689. iii,03.
Hernando de), traduce los
Triunfos de Petrarca. ii, '■'■''■
Hoarte (Juan de), F. 1500. — Exa-
men de ingenios, ni, 42S.
Hürer (V. A.), escritor prusiano. —
Su historia verónica del Cid. I, 17,
24,27, 174.'
Iíi erta (Jerónimo de), F. 1588. — Su
Florando, m , 150, 489.
Huerta. (La) de Valencia, novela de
Castillo Solorzano. m, 350.
Huerta. (V. Garda de la.)
lli fría Sigler í Antonio), comedias.
in,l02.
Hof.te C. Jaime de) , autor dramático,
F. 1531. ii, 134.
Hugai.de y Mollixedo (Nicolás), tra-
duce al castellano la historia de
Bouterwek. i , 57.
Hugo de Mataplaxa, trovador, i, 331.
Hugo de Saixt Cyr , trovador, i, 550.
Hugo (Victor), Nuestra Señora de
Paris, ni , 99.
Humboldt (Alejandro Von), sobre Co-
lon, i, 221.— SobreUrsuay Aguir-
re. ni, 148.
Humboldt (El barón Guillermo Von),
sobre la lengua vascongada, iv, 161.
Hlt.tado de Toledo (Luis), F. 1550.
— Palmerin de Inglaterra, i, 248. —
Sus églogas y otras poesías, n , 527,
553 , 556.
Hymenea (La), de Naharro. i , 508.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Iago (Mosen), poeta del siglo xv. i,
562.
Ibañez , autor dramático, F. 1770. iv,
126.
Ibañez de Segovia (Gaspar), mar-
qués de Mondéjar, su Historia de
Alfonso el Sabio, i , 41 , 45.
Iberiada (La), de Savariego. m, 180.
Iberos en España, iv, 161.
Idea de un principe cristiano, por
Saavedra. ni , 159.
Ideas de Apolo, de Vergara Salcedo.
111.211.
Iglesia ( La) , se muestra enemiga del
drama bajo Carlos V y Felipe II. n,
557 , 476, 478. — En tiempo de Cal-
derón, ni, 70. — En el siglo xvm. ív,
145.
IcLEsus(Josefde), M.1797. — Obras,
ív, 94.
Ignacio (El) de la Cantabria, por
Oria, ni . 471.
Iliada (La), parafraseada por Juan de
Mena, i , 547.
Imperial (Fr. Pedro), poeta del siglo
xv. i , 567.
Imperial (Micer Francisco), poeta del
siglo xiv. i, 418,459, 521, 554.
Imprenta, su establecimiento en Es-
paña. i,357. — Vigilada. 483. — Su-
jeta á los oidores. Ib. — Intervenida
por la Inquisición. 486.
Improvisación en España, u, 396.
Inclinación ( La) española, novela de
Castillo Solorzano. ni , 550.
índice Expurgatorio, n, 5, 12. — Pri-
mero. 483. — Último. ív, 147, 148.
Infamador ( El ) , comedia de Rlallara.
íi , 153. — De Juan de la Cueva. Ib.
Infanta (La) coronada, de Soarez de
Alarcon. m, 502.
Infante (Libro de!), por D. Juan Ma-
nuel, i, 69.
Ingenio de esta corte (Comedias de
un), ii, 472.
Ingeniosa (La) Elena, de Barbadillo.
i, 285.
Inquisición en España, i, 481. — Pro-
hibe los libros heréticos, n, 10. —
Castiga á sus autores ó dueños. 12.
— Su intervención en la imprenta.
Ib. — Persigue á los escritores. —
Ataca al teatro. 16. — Su influencia
en tiempo de Felipe II. 17. — En el
siglo xvii. ni, 445. — En el reinado
de Felipe V. ív, 41. — De Fernan-
do VI. 45. —De Carlos III. 55.— De
471
Carlos IV. 147. — De Fernando VI.
151. — Supresión de la. 155.
Intolerancia. i,479, 480. — Efecto de
la , en la cultura intelectual y en las
letras, n, 17.
Invectiva (La) poética, de Sanchez de
Meló, ni, 435.
Invectiva contra el vulgo, de Cosme
de Aldana. m, 496.
Invención de la Cruz , por Zarate, m,
167.
Invenciones, qué cosa, i, 469.
Inventario poético, de Villegas, ii, 58;
111,533,548.
Inventores (los) de las cosas, por
Cueva, ni, 234.
Iñiguez de Lequerica (Juan), su Ro-
mancero, ív, 198.
Irlos (Conde de), romance de. i, 150,
157.
Isabel la Católica (M. 1504), favorece
el establecimiento de la Inquisi-
ción, i, 481. — Protege á los sabios.
ii, 108.— Sus cartas, m, 564.
Isabela (La), tragedia de Luper-
cio Leonardo y Argensola. u , 159,
160.
Isidoro (San) de Sevilla, M. 636.— Su
latin. ív, 172.— Palabras castellanas
en. Ib.
Isidro (San ) Labrador, su vida y mi-
lagros, ii. 271. — Poema de Lope a.
272. — Fiestas en su beatificación.
286. —Id. en su canonización. 290.
— Comedia de Lope. 565, 585.
Isla (P.), M. 4781.— Su Juventud triun-
fante, ív, 53. — Día grande. Ib. —
Sermones. 56. — Fr. Gerundio. 57.
—Cicerón. 62.— Gil Blas. 64. — Sá-
tira de Pitillas, atribuida á. 25.
Tsócrates, traducido por Mejia. ii, 96.
¡sópete, ó colección de las fábulas de
Esopo. — Dos libros con este título,
en la literatura francesa del siglo
xiu , conocidos del arcipreste de
Hita y de D. Juan Manuel, i, 91.
Italia (Infiuencia de la) sobre España,
i, 364-71. — En tiempo de los Heyes
Católicos, it, 24.— De Carlos V. 23.
— Glorias de. 27.
Italiana (Escuela) en la literatura es-
pañola, ii, 24,49. — Disputas. 55-62.
—Éxito final. 62.
Italiana (Lengua), influencia de la, ea
el castellano, i, 571; n, 107.
Ixar. (V. Fernandez de.)
IziAR (Juan de), F. 1550. n , 509.
índice alfabético
472
Jacinta (La), comedia de Naharro. i,
."12.
Jacinto (San),, justa poética de. h, 213.
Jacobina (La), de Bamian de Vegas.
ii, 421, 504.
Jacopin (Carta del preste), atribuida ;i
D. Luis Enriquez y al Condestable.
íi, 492.
Jael ( La ), de Sedaño, iv , 150.
Jaime 1 de Aragon(M. 1270;, protege
á los trovadores. 331, 532. — Su
crónica. 333. — Relación de la con-
quista de Valencia. 35 4.— Libro de
la Saviesa. 333. — Historia de, por
Muntaner. 336.
Jaime II de Aragón Í.M. 1527). i, 340.
Jardín de amadores, colección de ro-
mances, ív, 199.
Jardín de flores, de Torquemada. ni,
112.
Jardín espiritual, de Padilla, ni , 503.
Jahvis . traduce el Quijote al inglés.
iv, 236.
Jádregoi (Juan de), F. 1640.— Ataca á
Góngora. m, 214.— Su Orfeo. 222.
— Farsalia. 225.— Sátiras. 238. - u
Apologia de Paravicino. 532.
Jerez. (V. Xerez.)
Jerusalen conquistada , de Lope, n,
280.
Jerusalen La), del Tasso, ira lucida
por Sedeño, iv. ¡' í.
Jesuítas (Expulsion de los), iv, 243.
— En Italia. 244.
Job (El), de Fr. Luis de Leon. u. I7¡.
Jocoseria , colección de loas y saíne-
les de Quiñones, ni. 120.
Johan (El duque), i. 535.
Johan (Perot), trovador. I, 555.
Johnson ( Samuel), lee el Félixmarte
de Hircania. i. 252. — Lo que dice
acerca de Castiglione. n, 52.
Joi.wille, cronista, i, 227.
Jonson (Ben), su opinion de Aiaman.
m , 500.
Jordí , trovado! catalán del siglo xw.
1,548.
Jornada (La) de Madrid, por Ribero
de Barros, m, 252.
Jornadas alegres, de Solorzano. ni,
347.
Jornadas en las comedias, qué cosa,
ni. 121.
José (Poema aljamiado de). ív, 247-
73.
Joseph (El) de las mujeres, de Cal-
derón. !I!, 29.
Jovellanos f Gaspar Melchor de) , M.
1811. ív, 96- 104. — Teatro de. 97.—
Protección á Llórenle, i , 46. — So-
bre la inmoralidad del teatro anti-
guo. II, 257.
Joan (Marqués de San), F. 1715. — Su
China, ni, 112.
Juan* I de Aragón (1395), lleva á Bar-
celona el consistorio de la gaya
ciencia, i , 5Í0, 547.
Joan II de Aragón (M. 1479), protege
las letras, i , 556.
Juan II de Castilla (M. 1454), su reí-
nado favorable á las letras, i , 372.
— Poeta. 577. — Muerte. 421. — Be-
cadencia de las letras en su tiem-
po, ti . 25.
Juan , obispo de Sevilla, su Hiblia ará-
biga. iv. 1S5.
Juan, poeta, judio converso, F. si-
glo xv. i . 569.
Juan de la Cruz (S.), censurado por
la Inquisición, i , 10; m . 416.
Joan (Ü.) de Austria (M. 1578), man-
da la Sania Liga. u. ISO. — Comedía
de Montalvan. 451. — !>e Zamora, ni.
104. — Inquisición, i , 10. — Fama.
tu, 172.
mii. . sobrino de B. Alonso el
Sabio (M. 1347), su Crónica de Es-
paña. 7(». — Tratado de la caza. 70.
— Cancionero. 70. — Carta a su her-
mano sobre las armas de su fami-
lia. 75 — Consejos a su hijo B. Fer-
nando, i , 74.— El libro del caballe-
ro y del escudero. 74. — Conde Lu-
canor. 75. — Otras obras. 80, 498-
506.
.Ilan Manuel, camarero mayor del
rev de Portugal (F. 1497), sus poe-
sías en el Cancionero General, i,
473. — Atribuidas equivocadamente
al infante de su mismo nombre. 70;
ii, 251.
Juana Inés de la Cruz (Sor), F, 1680.
— Poesías, ni . 232.
Judas Iscariote , de Zamora, m , 105.
Judíos (Odio á los), i, 479. — Perse-
cución de los. 481. — En tiempo de
Felipe V y Fernando VI. ív, 43.
Juegos de Noche Buena , por Ledes-
ma. ni, 508.
Juglares, i , 121.
Julio III, el papa, y B. Biego de
Mendoza, i, 70.
Justa poética de Alcalá, en 1658. ni,
529.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Justas poéticas. i, 357. — En Zarago-
za, ii, 287. — En oirás ciudades, mi,
526-29. — Lo que de ellas dice Cer-
vantes, ii, 357.
Juventud triunfante, de isla, iv, 55..
Keil (J. J.) , su edición de las come-
dias de Calderón, ni, 16.
Keller (A) , su edición del Conde Lu-
canor. i, 81. — Su Romancero del
Cid. 143.
Laberinto (El) del duque de Cádiz,
por Padilla, i, 440.
Laberinto (El) de Juan de Mena, i,
408, 412.
La Chica (Diego de), poeta, m, 270.
Ladino (Significado de la voz), iv, 191.
Lágrimas de Angélica, por Barahona
de Soto, ni, 458.
Lágrimas de un alma arrepentida, por
Calderón. 455.
Lágrimas (Las) de Mana Magdalena,
poema de Erasmo de Valvasone.
iii,541.
Lágrimas (Las) de S. Pedro, de Tan-
silo, poema traducido por Bolea de
Castro, ni, 487. — Por Juan Sedeüo.
Ib. —Por Luis Galvez de Montalvo.
281 , 487.
Lágrimas panegíricas á la muerte de
Montalvan. ii, 444
473
143.— En la Crónica General. 168. —
Comedia de Juan de la Cueva al
asunto de los. n, 152. — De Lope.
547.— De Cubillo. m,89.
Lardizábal y Uriüe (D. Manuel de), su
discurso preliminar á la edición del
Euero Juzgo, hecha por la Acade-
mia Española, i, 52.
Larra ^ Mariano), M. 1836. — Su Don-
cel de don Enrique el Doliente, i,
579, 587. — Su Macías. 587.
Larrame.mu, Sobre el vascuence, iv,
101.
Las Casas (el P.), F. 1546.— Su Can-
cionero Espiritual, ni, 519.
Laso de la Vega (Gabriel), F. 1588.
Su Mejicana, m , 147. — Romance-
ro. 55o.
Lassala, su tragedia de iligenia. iv,
150.
Latin en España (Escritores en), iv,
166. — Su cultivo general. 169. —
Efectos del Cristianismo sobre. 170.
— Corrupción. 172. — Es el funda-
mento del castellano. 189.
Latinas (Las), de Villegas, ni, 223.
Latiniparla (La culta), de Quevedo.
iv, 11.
Latino (Juan), el Negro, poeta, F.
1573. ni, 172.
La Torre. (Y. Torre.)
Laurel de Apolo, de Lope, ii, 297.
Laurentina (La), poema de Airólo, ni,
501.
Laínez (Pedro), poeta, citado en la I La Via (Francescli de la), trovador
Galatea, ti, 193.
Lamarca. (V. Loubayssin.)
Lampillas (Francisco Javier), M. 1810.
— Sobre las comedias de Cervan-
tes, ii, 251. — Defensa de la litera-
tura española, iv, 244.
Lances de Calderón , qué sean, ni, 56.
Lando (Ferrant Manuel de) , poeta del
siglo xv. 1,419,459.
Lando (Francisco Manuel de), poeta
del siglo xv. i ,512.
Lanini (Fr. Pedro) , autor dramático,
ni , 104.
Lanl/a (Iñigo), seudónimo de Luzan.
iv , 54.
LAPORTA(Jusepe), F. 1650.— Su fábu-
la de Júpiter v Europa, ni , 495.
Lara (Agustín de), F. 1682.— Obelis-
co fúnebre á Calderón, ni, 5.
Lara (P. M. Fr. Francisco de), F. 1726.
— Su poema de S. Jerónimo, iv, 198.
Lara (Siete infantes de), romances, i,
i, 535. — Su libro de Frey Bernat.
338.
Lazarillo (El) de Manzanares, por
Juan Cortés de Tolosa. n, 68; ni,
532.
Lazarillo (El) de Tórmes, por Men-
doza, n, 63. — Castigado por Velas-
co. 499, 501. — Segunda parley otras
continuaciones. 67; m,294.
Leandro (El) de lioscan. (V. Fábu-
las.)
Leandro el Bel, libro de caballerías.
i, 245, 522. 523.
Leíjrua (Antonio de), F. 1490. i, 568.
— Crónica atribuida á. i, 197. — Es-
tudios clásicos. 368; u, 23. — Dic-
cionario y gramática, iv, 15. — Or-
tografía. 13; ii, 107.
Ledel (Jacques), i, 227.
Ledesma (Alonso de), M. 1625. — Sus
conceptos, ni, 199. — Monstruo ima-
ginado. 200. — Poesías. 508.
M\
Lembee (Ludivig), su Manual de la
literatura española, iv. 247.
Lémos (Gonf)e de), virey de Ñapóles,
protege las letras, m, 219.
Lémos (Conde de), marqués de Sar-
ria (M. 1622), protege á-Cervántes.
ii, 268.
Lémos (Conde de), poeta, F. 1055. ni,
511.
Lémos (Condesa de), marquesa de
Sarria.— Celebra en su casa acade-
mias poéticas, iv, 47.
Lengua española (Origen y formación
de la). ív, 15í»-92. — Primer docu-
mento escrito, i, 13; iv, 187.
Lentiscar de Cartagena (Cusios y dis-
gustos del ), novela de Campillo y
Baile, in, r¡ í i.
Leon (Diego de), poeta del siglo xv.
i, 563.
Leon (El) de España, por Vecilla Cas-
téllanos. m, 17o.
Leon Fernandez (Melchor de), con-
cluye el último auto de Calderón.
ni. 11. — Sus comedias. 106.
LEON(Fr. Luis de),. Nacimiento y edu-
cación, ii. 168. — Enseña en Sala-
manca. 169.— Es perseguido por la
Inquisición. 170. — Sus Nombres de
Cristo. 176. — Perfecta Casada. 178.
Poesías. 181.— Publicadas por Que-
vedo. 407.
León Hebreo i'F. 1550), sus Diálogos
de amor, ni, 59o.
Leos Marchante (Manuelde), M. I6D0.
—Poeta, m, 529.
Leon prodigioso, novela de Tejada,
ni, 527.
Leonardo y Argensola(D. Bartolo-
mé), M. 1651. ni. 218-21. — Ataca
el teatro antiguo, n, 475. — Sus car-
las, ni, 571. — Anales de Aragón.
575.— Historia de las Molucas.592.
Leonardo y ARGENsoLA(Lupercio), M.
1615. ni, 219-21. — Sus tragedias.
n,158.
Lepanto (Batalla de), Cervantes se
baila en la. u, 119. — Poema de
Cortereal á la. ni, 175. — Oda de
Herrera. 192.
Lepolemo, libro de caballerías, i, 25o,
522.
Lequerica. (V. Iñiguez de.)
Lerma (Pedro de), i, 508.
Lesac.e,su Estebanillo Gonzalez, ni,
510. — Imita á Hojas, m. 8o. — Su
Guzman de Alfarache. 500.— Se sir-
INDICE ALlAi.ETICO
ve del Conde Lucanor. i, 77. — Mar-
cos de Obregon. ni, 500. — Del Dia-
blo Cojuelo. 549. — Autor del Gil
Blas. ív, 6í-8. — Echa mano de mu-
chos autores españoles. 67.
Letrillas, i, 154.
Leyba (Antonio de), escritor dramá-
tico. m,90.
Leyba ó Leiva (Francisco de), ni. 90.
Libre de les dones, por Boig. i, 555.
Libreros , sus fraudes con los escrito-
res dramáticos, ii, 520,44o; ni,lo.
Libros de caballerías (Origen y noti-
cia de los), i. 228-50.— Á lo divino.
257-65. — Influencia v desarrollo.
265-68.
Libro de caza, del canciller Avala.
i , 508.
Libro de la caballería, por D. Juan
Manuel, i , 501.
Libro de la caza, por D. Juan Ma-
nuel, i , 70.
Libro de la gineta de España, de
Andrada. ni, 427.
Libro ( El ) de las valencianas lamen-
taciones, por Juan de Narvaez.
iu,467.
Libro del Infante, por D. Juan Ma-
nuel, i, 499.
Libro de los sabios, por D. Juan Ma-
nuel, i . 501.
Libro (El) de los Cantares, por don
Juan Manuel, i , 502.
Libro (El) de los ejemplos, i, 502-5.
Libro (El) de los engeños, por don
Juan Manuel, i, 501 , 502.
Libro ( El ) de los problemas , por Vi-
llalobos'. n,89.
Libro (El) de Patronio, ó Conde Lu-
canor. i , 500.
Libro ( E! ) de todas las cosas , de
Quevedo. u, 415.
Libro infinido, de D. Juan Manuel,
i , 499.
Libros prohibidos, n , 9. — Becogi-
dos. 10. — Efectos de la intoleran-
cia religiosa sobre los. 19.
Liga (La) deshecha, de Vasconce-
los, m, 181.
Lima fundada, de Peralta. iv,19.
Lindo (El) Don Diego, de Moreto.
iii,82.
Liñan (Pedro de), F. 1605. m, 196.
Liñan y Verdugo (Antonio), F. 1620.
— Novelas, m, 540.
Lira (La) de las musas, por Bocán-
gel. iu,515.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Lisseno y Fenisa, de Párraga. m, 329.
Lisuarte de Grecia, libro de caballe-
rfas. i, 244.
Literatura española , su origen en
tiempos turbulentos. i,8. — Prime-
ra época de la. 7-488.— Segunda,
ii, 5-480; ni, 5-450.— Tercera, iv,
5-156.
Literatura francesa, su influencia en
la española, ni , 557 ; ív, 26, 46-49.
Loas, ii, 575. — De Lope, ni, 120. — De
Calderón. -16. — De otros autores.
121,
Loaisa , descubridor de tierras, i,
221.
Loaisa (El cardenal), F. 1535.— Car-
tas á Carlos V. m, 582.
Lobeira (Vasco de), M. 1403.— Su
Amadís de Gaula. i, 231-41, 521.
Lobera , escritor dramático. ív, 126.
Loco (Eugenio Gerardo), F. 1758.—
Poesías. ív, 20. — Comedias. 115.
Loco (Francisco Rodriguez), su Pri-
mavera, ni, 288.
Loco (Un) bace ciento, comedia de
Solís. ni, 97.
Lofrasso (Antonio de), F. 1573. — Su
Fortuna de Amor, m , 280.
Logroño (Auto de fe de).ui, 445.
Lomas Cantoral, F. 1578. — Sus sá-
tiras, ni, 257. — Elegías. 242. — Poe-
sía didáctica. 253.
Londoño (Sancho de), su disciplina
militar, n , 509.
Loor de virtudes, por Zamora, m,
518.
Loores de los claros varones de Es-
paña , obra en verso, por Perez de
Guzman, i, 426.
Loores de mujeres, de Acosla. ni,
414.
Loores de Nuestra Señora , poema de
Gonzalo de Berceo. i , 55.
Lope, hijo de Lope de Vega, n, 394.
López (Alonso), el Pinciano.F. 1596.
— Escribe contra el drama anti-
guo, ii, 475. — Su Pelayo. m, 179.
Lopez de Aguilar (Francisco) , F.
1618. H.558.
Lope?, df. Avala (Iñigo), su Vida de
Mendoza. n,65.— SuNumancia. ív,
122.
López de Avala (Pero), canciller de
Castilla, M. 1407.— Su Rimado de
Palacio. i,105.— Sus crónicas. 184.
—Otras obras. 186. — Juicio de
ellas. 187.
475
Lopez de Córelas (Alonso), F. 1546.
— Sus Trescientas cuestiones, n,
87; ni, 557.
Lopez de Gomara (Francisco), F.
1550. — Su Vida de Cortés, n, 116.
Lopez de Mendoza (Iñigo), marqués
de Santulona , obras de. 508-
403.— Poesías. 475, 554, 561 , 562,
568.
Lope/, de Tortajada (Damián), F.
1630. — Su colección de romances.
iu,267, 556; ív, 200.
Lopez de L'beda (Francisco), el Be-
neficiado, nombre supuesto de An-
drés Perez de Leon; su Cancione-
ro, ni , 502.
Lopez de Vega (Antonio), F. 1641. —
Poesías de. ni, 211. — Prosa didác-
tica. 425, 560.
Lopez de Velasco (.luán), n, 599. —
Corrige la Propalladia , las obras
de Castillejo y el Lazarillo, n, 499.
López de Vicuña (Juan), publica las
poesias de Góngora. m , 510.
Lopez de Zarate (Francisco), M. 1658.
Invención déla Cruz, ni, 167. —
Fiestas de San Isidro, u, 291. — Poe-
sías de Lope , atribuidas á. 295. —
Poesías líricas. 514. — Églogas, ni ,
247.
López (Manuel), su Colección de co-
medias, ív, 242.
López Sedaño (F. . I.), F. 1778. — Su
Parnaso. ív, 69. — Lo que dice de
él Iriarle. Ib. — Su Jael. 150. —
Coloquios de la Espina, m , 254.
Lo que ha de ser, comedia de Lope.
ii , 551.
Lorenzo (El martirio de San) , poema
por Berceo. i , 55.
Loubavssin de la Marca (Francisco),
F. 1617. — Su Historia tragicómica
de Don Enrique de Castro. m,524. —
Otras novelas. 557.
Loyola (Ignacio de), poema de Esco-
bar, ni, 154. — De Camargo. 155,
482.
Lozano (Cristóbal) , F. 1660. — Reyes
Nuevos de Toledo, m, 528. — No-
velas. 328. — Prosa didáctica. 434.
Lucanor (Conde), ediciones del. i,81.
Lucas , obispo de Tuy. Su Cronicón.
1,172.
Li'cena (Juan de), F. 1455. — Su Vita
Beata, i, 445.
Lucero de Tierra Santa, poema por
Escoliar, i, 287.
476
Luces de la Aurora, ni, 529.
Lucindaro y Medusina (Historia de), i,
456.
Lucrecia (La) , de M. F. Moratin. iv,
119.
Ludueña , el comendador, i. 473. —
Su poesía didáctica, m , 251.
Lugo (Francisco), F. 102:2. — Nove-
las, ni , 541.
Luis Perez el (¡allego , de Calderón,
ni , 35.
Luna (Alvaro de), romances relativos
á. i , 194. — Crónica de. 207.— En-
tremeses. 271. — Su influencia en
las letras. 372. — Poema del mar-
qués de Santularia á su caida. 597.
— Poesías. 175. — Fecha de su muer-
te, iv , 20." >.
Luna (Juan de), segunda parte del
Lazarillo, u , 68. — Sus Oiálogos.
ni , 559.
Luna (La) de la Siena , por Guevara.
íi , 440.
Lüxan i Pedro de), F. 1565. i . 25 i.
Lux an de Sayavedra (Mateo), seudó-
nimo de .Marti, ni , 297.
Luz del alma , por linca y Serna, ni.
210.
I izan (Ignacio de). M. 1754. iv. 57.
— Arte poética. 50. — Otras obras.
53. — Academia del Iluen (insto. 47.
Luzon (Juan de), F. 1508.— Su Can-
cionero, ni, 516.
Luzman y Arbolea, novela caballe-
resco- sentimental , de Contreras.
ni, 546.
Llaguno v Amírola, traduce laAtha-
lia. iv, 118.
Llanos (Halad Gonzalez), sobre el
mero de Aviles, iv, 187.
Llavia (Ramon), F. 1Í92. — Su Can-
cionero, i , 420.
Llórente (Antonio) , M. 1823. — His-
toria de la Inquisición, i, 487. —
Publica los opúsculos de Las-Casas.
ii, 126. — Su opinion del (¡i! lilas.
— Oirás obras, i , 572.
Macabeo (Fl), de Silveyra. ni , 160.
Macanaz, perseguido por la Inquisi-
ción, iv, 45
Machuca. (V. Vargas.)
Hacías, el enamorado, i, 385-87,
459.
IXntCE ALFABÉTICO
Madariaga (Pedro de), F. 1505. n,
509.
Madrigal (Pedro de), su segunda
parte del Romancero General, iv ,
199,407.
Maestría, significación dada á esta
palabra por el autor del libro de
Apollonio. i, 20.
Magalona (La linda), libro de caba-
llerías, i . 52 í.
Magdalena (Conversion de la), de Ma-
lón de Chaide. ni . 410.
Mágico (El) prodigioso, de Calderón.
ui,29.
Malcasados (Los) de Valencia, por
Guillen de Castro, u , 429.
Maldonado (Alonso), F. 1620. — Cró-
nica universal, ni , 500.
Maldonado (Lopez), !•'. 1580. — Sus
poesías, ni, 190.— Epigramas. 248.
— Romances. 208.
Malineo (Guillermo), ó Van Male,
sus Carlas, u . 52.
Malí. ara (Juan de), F. 15X0. — Au-
tor dramático, ii. 152. — Refranes
de. m , 410.
Malón de Chaide (Pedro) , Poesías, ni,
199. — Su Conversion déla Mada-
lena. n . !'7; ni . 419.
. el enamorado, poeta. 1.554,
502. — Comedia de Lope á su asun-
to, ii , 530.
Mal lea ( La), de Sauz. ni. 137.
Malucas (Conquista de las), por Leo-
nardo y Argeusola. ni, 302.
Malvenda (Jacinto Alonso de), F. 1629.
m, 550.
Manojuelo de romances, de Gabriel
Laso, ni, 555.
Manrique ( Fr. Ángel ). m, 509.
Manrique (Gomez). F. 1482. i, 431.
Manrique (Jorge), M. 1479. — Coplas.
i,433, 451, 458.
Manrique (Pedro), M. 1 140. i. 430.
Manrique (Rodrigo), M. 1470. i, 451.
Manso (Fij de Ñapóles, amigo de Tas-
so y de Milton, ni, 219.
Mantua (Marqués de), Romances del.
i, 137.
Mantuano (Pedro), sus Advertencias
á Mariana, ni, 387.
Manuel. (V. Juan.)
Manuel ( Juan ) de Portugal , F. 1497.
i,70, 126,473; ni, 251.
Manuel de Lando. (V. Lando.)
Mañana (La) de San Juan, comedia de
Lope, ii, 323.
DE NOMURES PROPIOS Y MATERIAS.
Maravillas (Las) de Babilonia, u, 438.
Marcela (La), comedia de Virués. n,
15o.
Mar de historias, de Perez de Guz-
man, i, 427.
March (Arnau), trovador, i, 555.
March (Ausías), F. ¡450.— Sus poe-
sías, i, 549, 550, 555, 534, 538.
March (Jaume), trovador. F. 1571.
543, 548, 5r>">.
.March (Mosen Pere), trovador, i, 553.
Marchante. (V. Leon.)
Marche (Olivier de la), su Chevalier
Determiné, u, 51.
Marco Aurelio (El), de Guevara, n, 99.
Marcos de Obregon(El escudero;, por
Espinel, ni, 505.
Maruones. (V. Salazur.)
María Estuardo, comedia de Diaman-
te. ui,95.
María de Francia, sus poesías, publi-
cadas por Roquefort, i, 91.
Mariana (Juan de),M. 1652. — Jesuíta.
ni, 579. — Perseguido por los de su
orden. 380. — Obras. 582. —Historia
de España, ut, 579. — De Speclacu-
lis. 381.
Marina (Francisco Martinez). — Su En-
sayo crítico, i, 52. — Sobre los orí-
genes de la lengua castellana, iv,
176, 184, 187.
Marineo (Lucio) Sículo. ii, 24.
Mariner, traduce á Ausías March, i,
552.
Marinistas, m, 202.
Mármol Carvajal (Luis del), F. 1575.
1,480.
Marmolejo (Juan), poeta del siglo xv.
1,570,571.
Márquez (Juan), F. 1612.— El Gober-
nador cristiano, ni, 425.
Martin (D.), rey de Aragón, (M. 14C9),
concede nuevos privilegios al Con-
sistorio, i, 546.
Martí (Juan), F. 1605.— Continúa el
Guzman de Alfarache. m, 297.
Martin el Tañedor, poeta popuiardel
siglo xv. i, 571.
Martínez (Antonio), autor dramático,
ni, 104.
Martinez (Eugenio), F. 1600.— Su To-
ledana discreta, n, 245; ni, 492.
Martínez (Pedro), poeta del siglo xv.
i, 569.
Martínez de Ampies (Martin), F. 1495.
— Su Cancionero, ni, 516.
Martínez Cüellar (Juan), F. 1663.—
477
Sus comedias, ni, 92. — Novelas. 350.
Martínez de la Plaza (Luis), M. 1635.
— Su traducción de Tansilo. ni, 540.
Martínez de la Rosa (Francisco), i,
210,211,272; iv, 91, 152.
Martínez Silíceo (Juan), m. 190.
Martirio de San Lorenzo, poema de
Gonzalo de Berceo. i, 55.
Martorell (Johannot). i, 549, 557.
Martyr (Pedro) de Anghiera ó An-
gleria, F. 1500. n,25.
Mas (La) constante mujer, comedia
de Monlalvan. u , 452.
Mas (La) ilustre fregona, de Cañi-
zares, ni , 105.
Mas (Los) dichosos hermanos, de
Morelo. m, 80.
Mas merece quien mas ama , de Men-
doza, ii , 465.
Mas pesa el Rey que la sangre, co-
medía de Guevara, u , 440.
Mas puede el amor que la sangre, no-
vela de Castillo Solorzauo. ni ,550.
Masdovelles (Berenguer de), trova-
dor, F. 1455. i, 548.
Maspons( Mosen Domingo), trovador,
F. 1594. ii 505.
Mata (Fr. Gabriel de) , F. 1580.— Su
Caballero Assisio. ni, 150, 47o. —
Cantos morales. 475-81.
Mata (Jerónimo Fernandez), nove-
lista, F. 1658. iii,346.
Mataplana. ( V. lingo.)
Mates (Bartolomé), i , 572.
Mathieu de Qcercv , trovador proven-
zal. i , 551.
Matos Fragoso (Juan de) , M. 1668. —
Comedias, m, 94.
Maüry ( Juan María ). i , 202.
Mausinho de Quevedo (Vasco), F.
1619. ni, 5.-Í.
Mayans y Siscar ( Gregorio), M. 1782.
— Sus Orígenes, n, 10o. — Edición
de las poesías de Fr. Luis de Leon.
180. — Vida de Cervantes. 18o.—
Pastor de Filida. ni , 280.— Justina.
505. — Cartas de varios autores. 572.
—Vida de Nicolás Antonio. 590. —
Su aficiona libros, iv, 45. — Retó-
rica. 49. — Su opinion acerca del
Centón. 202.
Mayor ( El) encanto amor, de Calde-
rón, ni , 55.
Mayor (El} monstruo los celos, de
Calderón, ni, 46.
Médico (El) de su honra, por Calde-
rón, ni , 55, 42.
i 78
Medida poética , en el poema del Cid.
I, 22.— En el de Apollonio. 29. — En
Santa Maria Egipciaca. 50. — EnBer-
ceo. 55. — En Alfonso X. 42. — Ar-
cipreste de Hita. So. — En Avala. 405.
— Introducción de las italianas, u,
54. — Variedad de las de Iriarle
ív, 77.
Medina (Johan ó .Inan de), poeta del
siglo xv. i , 562.
Medina-Sidonia f Duque de), poesías
del, en el Cancionero general, i,
175.
Medina-Sidonia ( tiuque de), traduce
la ingenia, ív, 120.
Medinilla (Baltasar Elisio de), ni, 80.
Medinilla (Pedro de), amigo de Lo-
I»e de Vega, n, i
Medora(La), de Lope de Rueda, n.
138.
Medrano (Francisco de), F. 1617. —
Poeta, ni , 215.
Mejicana (La), de Gabriel Lasso de
la Vega, ni, 147.
Méjico conquistada, de Escoiquiz. ív,
105.
Mejor (El) alcalde el Rey, de Lope,
n , 347.
Mejor esta que estaba , comedia de
Calderou. ni , 56.
Mejor (La) mujer, madre y virgen,
poema sacro de Sebastian .Nieva
Calvo, ni, 155.
Mejor (El) representante >'■' Ginés,
por Cáncer. i;i . 90.
Melendez Valdés (Juan . M. ¡817. ív,
83-91 . — Arcaísmos. 90. — Come-
dia. 151.
Melindrosa ( La ), de Lope, n, 585
MelisendraiLa , auto de Lope, n.577.
Meló ( Francisco Manuel de ), M. 1666.
ni, 211.— Su Guerra do Cataluña.
599. — Epístolas poéticas. 515.
Memorial de diversas hazañas, de Va-
lera, i, 517.
Mena (Fernando de), su Teagenes y
Cariclea. i, 257.
Mena (Juan de), M. 1 156. — Su influen-
cia en la lengua castellana, i, £15.—
Crónica de ü. Juan, n , 190.— Poe-
ma a D. Alvaro de Luna. 208.— No
es autor de las copias de Mingo
Revulgo. 274. — Parodia de las Tres-
cientas. 474.— Poesías. 562,565,
566, 567,570.— Fecha de su muer-
te, ív, 294.
Mengos ( Miguel de ). ni, 533.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Méndez Silva (Rodrigo), cronista y es-
critor de linajes, su Noticia de las
primitivas representaciones, i, 291.
Mendoza ( ? ), poeta del siglo xv.
i , 563.
Mendoza (Antonio de), F. 1622.— Su
Celestina, i, 284. — Comedia con
Villamediana. n . 524
Que-
vedo. 525. — Otras comedias, n,
465. — Sobre el príncipe Baltasar.
mi , 71. — Comedia de Cubillo. 89.—
Sus loas. 120. — Poesías líricas. 230.
— Romances. 266.
Mendoza ( Üieg" Hurtado de), u. 65-84.
— Su Lazarillo. 65. — Carta del ba-
chiller de Arcadia. 74. — Carta al
cardenal Espinosa. 501.
Mendoza (Fr. Iñigo de). F. 1490.—
Su Vita Christi en verso, ni , 516.
Mendoza ( Iñigo Lopez, de), marqués
de Santillaua, M. 1458. t, 588-405,
126. — Poema de Juan de Mena en
elogio de. 107. — Proverbios ó re-
franes, tu , 409.
Mendoza (Juan Hurlado de). F. 1544.
Poesía didáctica de. n, 5i>5; ui,255,
489.
Mendoza (Pedro de), poeta del si-
glo xv. i , 570.
Mendoza (Salazar de), sobre la ex-
pulsion de los gitanos, ni ,
Mendoza. ( V. Puente de.)
Menéenos (Los) de Timoneda. n, 1 47.
Meneses (Licenciado), poeta, F. 1655.
ni . 572.
Menina é Moca, de Bernardim Ribei-
ro. ni , 288.
Meras (Ignacio de), F. 1797.— Obras,
iv, 81.
Mercader (El) amante, de Aguilar.
íi , 424.
Mercader (Gaspar de), su novela pas-
toril. iu,539.
Mercader y Cervellon ( Gaspar de),
su Alfonso VIH. ni, 424.
Mercurio general , de Isla. ív, 65.
MercuriusTrímegístus, de Patón, ni,
561.
Merlo (Juan de), i, 571.
Mesa (Cristóbal de), F. 4612.— Poesía
épica, ni, 177. — Lírica. 198. — Di-
dáctica. 253.— Ataca el teatro anti-
guo, ii, 476.
Mescua (Francesco de), trovador, i,
534.
Meson (El) del mundo, de Ribera, hi,
DE NOMDRES PROPIOS Y MATERIAS.
Mexan, poeta catalán, i, 554.
Mexía íDiego), Parnaso antartico, m,
242,531.
Mexía (Ferranl), F. 1492. — Nobiliario,
ni, 535.
Mexía (Hernán) , acaso el mismo que
el anterior. — Sus poesías en el Can-
cionero general, i, 466.
Mexía (Luis), F. 1540. n, 9í.
Mexía 'Pero), M. 1531 — Somete sus
obras á la Inquisición, ir. I!. — Su
Silva de varia lección. 95.— Diálo-
gos. 96. — Crónica. 1 13.
Mey (Felipe), F. 1580.— Sus rimas.
ni, 508.
Michel (Franeisque), literato francés,
publica la crónica rimada de Espa-
ña, r, 27.
Milagros (Los) de! Desprecio, de Lo-
pe, ni, 85.
Milagros (Los) de Nuestra Señora, de
Berceo. i, 55.
Milan (Luis), i. 486.
Milanés (JoséG.), Obras, i, 151.
Miles gloriosus, comedia de Plaulo,
traducida, u, 520.
Millot, su Historia de los trovadores,
citada, i, 59.
Mimoso (.luán Sardina), Relación de la
tragicomedia, m, ¡11.
Minerva sacra , de Toledano, ni,
506.
Mixgo Hevulgo (Coplas de), i, 272-5.—
Glosadas por Pulgar. Jb.
Miqüell (Bernat), trovador, i, 553.
Mirados de Nuestra Señora, por Cor-
ee o. (V. Milagros.)
Mira de Mescua (Antonio), F. 1635. —
Comedias, n, 462. — Su conde Alar-
eos, i, 151.
Miranda. (V. Seta.)
Miranda y Villafa5íe (Francisco), F.
1582. n, 509.
Mira val (Raimundo de) , trovador, i,
530.
Misterios antiguos españoles, i, 268.
— Tiempo de Carlos Y. 297. — Pasan
á ser autos, ir, 150.
Místicos (Escritores), m, 414. — Suin-
fluencia en la literatura. 419.
Mocedades (Las) de Bernardo, come-
dia de Lope, n, 546.
Mocedades (Las) del Cid, por Guillen
de Castro, n, 452.
Mohamad Rabadán , F. 1603. — Poe-
ma aljamiado de. ui,441 ;iv, 275. —
326, "425.
479
Mojiganga del Gusto , por Castillo, ni ,
546.
Mojigata (La), de Moratin. iv, 140.
Moliere, imita á Lope. n,321. — A
Tirso. 456. —A Morelo. ni, 83. —
Imitado por Moral in. ív, 142.
Molina. ( V. Argot e de. )
Molina (El bachiller Juan de), ni, 518.
Molina (Tirso de), sus comedias, u,
434. — Novelas, ni , 312.
Momo (Historia moral de), por Noy-
dens. ni , 525.
Monarquía (La) hebrea, por el mar-
qués de San Felipe. ív, 24.
Moncada ( Francisco de) , F. 1623. —
Expedición de catalanes, m, 596.
Moncada (Sancho de). Sobre la ex-
pulsion de los gitanos, ni, 443.
Moncayo y Gurrea (Juan), marqués
de San Felices. — Su Atalanta, ni,
163. — Poesías. 211.
Moncayo (Mosen), poeta del siglo XV.
i , 57 1 .
Moncayo (Pedro de), F. 1589.— Cro-
nista, ni , 519. — Su Romancero. ív,
405.
Moudego (El), por Saa de Miranda,
ni, 243.
Mondéjar (Marqués de), F. 1770. —
Su Yida de Don Alfonso el Sabio, i,
41. — Advertencias, m , 587.
Monestir ( Mossen del), trovador, i,
555.
Monroy, escritor dramático, ni, 92.
Monserrale (El), de Virués. ni, 151.
Monstruo (El) imaginado, de Ledes-
ma. ni, 200.
Montagnagout , trovador provenzal,
sus relaciones con Alfonso X. i,47.
Mqntalvan. ( V. Perez. )
Mo.ntalvo (Garci Ordoñez de), tra-
duce y aumenta el Amadís. i, 254. —
Sus Sergas de Esplandian. 241.
Montalvo ( Luis Calvez de). M. 1591.
— Su Pastor de Filida. m , 280. —
Sobre la escuela italiana, u , 61. .
Montañés (El) en la corte, de Cañi-
zares, ii , 103.
Montanos (Alfonso de), poeta del si-
glo xv. i,5í;5, 364,566.
Monte Calvario, de Guevara, n, 105.
Monteiro. ( V. Bárrelo.)
Montejo (Fr. Benito), su Disertación
sobre los principios de la indepen-
dencia de Castilla, i , 98.
Montemayor (Jorge de), M. 1561. —
Su Diana enamorada, u, 194; m,
480
276. — Traduce á Ausias March, i,
552. — Poesía narrativa, m, 1 tí ! . —
Lírica. 188. — Satírica. 257 — Églo-
gas. 276. — Su Historia del moro
Abindarraez. 535. — Muerte de. 536.
Montengon (Pedro de). F. 1815. iv, 82.
Montería (La) , de Alfonso XI. i , 83.
Montería (Libro de) , de D. Juan Ma-
nuel, i , 69.
Montkser, escritor dramático, ni ,92.
Montesino (Ambrosio) el Cartujano,
F. 1502. — Su Vita Christi. i, 442.
— Caucionero, tu, 517.
Montesinos (Romances de), i . 157.
Montiano y Lütando (Agustín), M.
1764. — Su Virginia, iv , 116- —
Ataúlfo. 1 17.
Montoro (Antonio de), i , 568 . 571 .
Montoro (Juan de), poeta del siulo xv.
1,571.
Montoro. (V. Perez.)
Moraes (Francisco), traduce el Pal-
merin de Inglaterra, i, 24V
Mopaes y Vasconcellos I Francisco
Botelhodej, F. 1734.— Obras. iv, 18.
?»1oraleja (José), F. 1741. — Novelas.
u¡, 544. — El Entretenido, n . 16.
Morales i Ambrosio de), M. 1591. —
Su Historia de España, ni T 596, .V>¡.
— Discursos íi, 93. — (.arta;-, ni ,
364. — Epístola en latín y castella-
no. iv , 190. — Alaba á Roscan, ii, 53.
Morales , cómico representante, ni,
111.
Morai.es (Juan de), F. 1600.— Églo-
gas, iu, 247.
Morales i Juan Bartolomé), F. 1620.
— Traduce la Primavera de Lobo.
ni, 288.
Morales (Licenciado) , F. 1655. ni .
512.
Morales. (V. finio.)
Morales de San Gregorio , por Avala.
1,18(5.
Moralidades de Lope de Vega, n, 509.
Morana , poeta del siglo xv. i , 565.
Moratin (Nicolás Fernandez de), M.
1780. — Obras, iv, 71. — Tertulia.
72. — Improvisaciones. 75. — Co-
medias. 118, 119.— Desengaño al
teatro. 126.
Moratin (Leandro Fernandez de), M.
1828. —Teatro, iv, 155-42.— Poe-
sías. 107.— Auto de fe de Logro-
ño, m, 445. — Sobre el teatro anti-
guo, i, 272, 281. — Sobre el Libro
del Tesoro y las Querellas, i , 48.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Morayma (Romance de), i, 427.
Moreno (Juan), poeta valenciano, i ,
55S.
Moreno de Vargas (Bernabé) , F. 1650.
— Lo que dice acerca de la Cróni-
ca de D. Rodrigo, i , 51.S.
Moreto (Agustín j, M. 1669. — Escri-
tor dramático, sus comedias, ni ,
79,88.
Morillo i Diego de), su Poesía didác-
tica, ni. 255.
Moriscos (Expulsion de los), ni , 440.
— Literatura de los. n , 247, 417-
25.
Moros latinados, qué cosa. ív, 1S2.
Mosquea (La), deVillaviciosa.m, 170.
Mosquera de Barnoevo (Francisco),
F. 1012. — Su Numantina. m, 180.
Mosqueteros, qué sean, ni, 115, 117.
Motes con glosa, del Cancionero Ge-
neral, i, 470.
Moxica, poeta del siglo xv. i,562, 570.
Moya (Juan Martinez de), F. 1650. m,
r>¡.¡
Moza (La) , de Cántaro de Lope, n, 550.
Mucio Escévola, de Leiva. ni, 90.
Muerte (La) de Raldovinos, de Lei-
va. ni. 90.
Muerte (La) de Raldovinos, por Cán-
cer, ni, 168.
Muirte (La), entierro y bonras de
Clirespiua Marauzmana. m, 169.
Mujeres (Loor de las), por Acosta.
ni, 414.
Mullí i; (Juan) , escritor suizo, su Vi-
da del Cid Campeador, i, 17.
Mumin ( Elj . obra de un morisco es-
pañol, ni, 440.
Müntaner (Ramon), F. 1528. — Su
(irónica, i, 556. — Uso que de ella
hizo Moneada, m , 596.
Muñecas (Las) de Marcela, por Cubi-
llo, in. Sil.
Muñoz (Antonio), F. 1759. — Obras,
iv, 21.
Muñoz (Juan Bautista), F. M. 1799. —
Historia. ív, 104.
Miratori, Delia perfelta poesía, ir,
52.
Murgelana (La) del Oriolano. m,500.
Morillo (Gregorio), F. 1600.— Sáti-
ras, ni , 257, 255.
Música (La), poema de Iriarte. ív, 78.
Música do Parnasso , por Botellio de
Oüveyra. ni, 515.
Muza (Romances de), i , 152.
Muzárabes, su condición. ív, 182.
4
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Nacimiento de Cristo, auto de Lope.
ii, 359, 381.— De Diamante, m, 102.
Nacimiento (El ) de la Mejor, de Val-
divielso. íi, 464.
Nagore (,Fr. Agustín ). m, 553.
Naiiarro. (V. Torres.)
Nájera (Esteban de), silva de Ro-
mances, iv, 194.
Ñapóles recuperada , poema del prin-
cipe de Esquiladle, ni, 182.
Narvaez (D.a Hipólita), poetisa (F.
1613). ni, 198.
Narvaez, el de Antequera, su histo-
ria, ni, 333.
Narvaez (Juan de), F. 1518.— Sus
dos poemas, ni, 467.
Nasarre (Blas), Sobre el teatro an-
tiguo español, i , 272.— Sobre Cer-
vantes, íi , 250.
Nat de Mons , trovador provenzal,
dedica á Alfonso X su poema sobre
la influencia de los astros, i , 38,
47 , 53 1 .
Natividades de Zaragoza, colección
de novelas de Aguirre del Pozo,
ni , 550.
Naufragio de Manuel de Souza. m, 173.
Navagiero (Andrea), su grande in-
fluencia en la poesía castellana,
ii , 29.
Navarra (Pedro), F. 1367.— Diálo-
gos, ii, 94.
Navarrete (Martin Fernandez de),
colección de viajes, i , 221 , 222.—
Vida de Cervantes, ii, 185. — Sobre
Lope. 217, 281. —Cadalso, ív, 75.—
Samaniego. 280.
Navarrete (Pedro Fernandez de), F.
1625.— Su perfecto privado. iii,423.
Navarrete y Ribera (Francisco de),
novelista , F. 1644. ni , 552.
Navarro (Cristóbal), escritor anti-
guo dramático, n , 569.
Navarro (Gonzalo), F. 1685. — Ataca
el teatro, m, 70.
Navarro (Mossen), trovador. i,533.
Navas (Las) deTolosa, poema épico
de Mesa, ni, 178.
Naves (Las) de Cortés, por Moratin.
iv, 71.
Navidad y Corpus Cliristi, de Lope.
ii , 359.
Navidades en Madrid , novela de do-
ña Mariana de Carvajal, ni , 345.
Neapolisea (La), de Trillo, ni, 532.
Necio (El) bien afortunado, de Sa-
las Barbadillo. ni, 339.
TOM. IV.
;81
Negrete. (V. Ta falla.)
Nibelungenlied , poema nacional de
los alemanes. — Es posterior al del
Cid, de medio siglo, i, 27.
Nicolás, el de los romances, i, 121.
Nicolás (San) de Tolenlino, de Lo-
pe. n,565.
Nidel (Fr. ), de la orden del Cristel
(seudónimo de Castillejo), n , 499.
Nieremeerg (P. Eusebio de). iii,425.
Nieva Calvo (Sebastian de), F. 1625.
—Su poema de la Virgen, ni, 155.
Ninfas y pastores de Henares, de
Gonzalez de Bobadilla. ni, 283.
Niña (La), de Gomez Arias, de Cal-
derón, mi, 38.
Niña (La) de los embustes, de Cas-
tillo Solorzano. iu,508.
Niño (Pero) , conde de Buelna , cró-
nica de. i, 206. — Versos á. 418.
Nise laureada y Nise lastimosa, de
Bermudez. n, 157.
Noche de Ivierno, de Rozas, ni, 212.
Noche (La) de San Juan, de Lope,
ii , 388.
Noche oscura . de San Juan de la
Cruz, ni, 416.
Noches alegres, de Ortiz Gallardo.
iv , 47.
Noches claras, de Sousa. ni, 427.
Noches de invierno, de Eslava, m,
340.
Noches de placer, de Castillo Solor-
zano. ni , 547.
No hay amigo para amigo, de Rojas,
iv, 67.
No hay bien sin ajeno daño, comedia
de Antonio Sigler. ni , 91.
No hay cosa como el callar, de Cal-
derón, ni ,54.
No hay plazo que no se cumpla, co-
media de Zamora, ni , 105.
No hay ser padre siendo rey, de Ro-
jas, ni, 85.
Nombres de Cristo, de Fr. Luis de
Leon, ii, 176; m, 560.
Nombres y atributos de la Virgen,
poema en octavas, de Alonso Bo-
nilla, ni, 509.
Noroña (Gaspar de), M. 1815.— Obras,
iv, 82.
Novel (Le) Confort, composición pro-
venzal , es l'a primera en que se ha-
lla usada la copla de cuatro versos.
i, 54.
Novelas amorosas, de Camerino, m
541.
31
482
ÍNDICE ALFABÉTICO
Novelas españolas (Origen y carácter
de las). iii,272-o. — Pastoriles. 275-
90.— Picarescas. 292-31 1.— Histó-
ricas. 31-2-29.
Novilens (Fr. Benito Remigio de),
F. 1660. — Historia de Momo, ni,
525. — Publica, acrecentado, el Te-
soro deCovarrubias. iv, 12.
Nució (Martin), su Romancero, iv,
195.
Nueva idea de la tragedia antigua,
de Salas, iv. 31.
Nueva Jerusalen, María, de Escobar.
ui,154, 155.
Nuevo járdin de flores divinas, por
Bonilla, n. 508.
Nuevo (El) inundo, poema de Bo-
Moraes. iv, 19.
Nuevo-Mundo de Cristóbal Colon,
por Lope, n , 339.
Nuevo-Mundo (Historia del), por Mu-
ño/.. iv, 101.
Nuevo plato de manjares, colección
de poemas, por Luis Antonio, m,
531.
Numancia (La), de Cervantes, n.
205— De Avala, iv. 122.
Kumantina (La), de Mosquera de
Barnuevo. ni, 180.
Nuñez (Nicolás), aumenta an capí-
lulo á la C reel de amor, de San
Pedro, i , i'.hi.
Nuñez. (V. Cabeza de Yaca.)
Ñi ñez de Alda (üiego), F. L'iG". n,
509.
Nuñez de -Castro (Alonso), M. 1711.
— Corona gótica. ¡ i. 401
Nuñez de Gl/man (Fernán), el co-
mendador griego, ni, 173.— Car-
tas. 364.— Refranes. 409.— Comen-
tario á Juan de Mena, i, 412.
Nuñez de Liao (F. 1600). sus Oríge-
nes de la lengua portuguesa, iv,
163.
Nuñez de Reinoso (Alonso), F. 1352»
— Su novela, ni , 515.
Nuñez de Velasco (Francisco), F.
1614.il, 510, 513.
Nuñez de Yili ai/an (Juan), F. 1530.
—Cronista, i, 181.
Obelisco fúnebre, de Lnra. m,5.
Obras \ dias , de Nieremberg. m, 425.
Obregón (El escudero Marcos de),
por Espinel, ni, 305.
Ocasipo (Floriande), M. 4553.— Cror-
nista. i", i 12. —Da á luz la Crónica
General. 115. — Su credulidad. Ib.
— Su Historia de España. 513.
Ocaña (Francisco de). F. 1603.— Sus
I oesias líricas, m, 198.
Ochoa (Eugenio de). i ,20,28.
Ocios de Castalia, de Ovando Sanla-
ren. ni , 504.
Ocios de españoles emigrados, iv,
154.
Oliva (Conde de). F. 1511.— Poeta.
i , 473.
Oliva ( Fernán Perez de), M. 1530 —
Obras. u,93i — Tr ducciones. 131.
—Diálogo latino-castellano. u; 190.
Olivante de Laura , por Tui quemada.
i, 253; ni, 4-12.
Olivares < Conde-duque de), protege
á los literatos, n , 428. — Persigue á
Quevedo. 401.
Olivares (Jerónimo de), i, 407.
Oliver ( Miguel Jerónimo), poeta va-
lenciano, i. 1)2.').
Oliveros de Castilla y Artús de Al-
garve , libro de caballerías, i , 525.
Oliveyra. (V. Botelho.)
Ollero (Fl) de Ocaña, comedia de
Guevara, u, 441.
Olmedo (Alonso de), cómico repre-
sentanle. ni ,111.
Ommi.ida (La), de Noroña. iv, 82.
Osa (Pedro de), F. 1596.— Su Arau-
co domado, m . 146 .471.
Oña (lomas de), F. 1660. -Su colec-
iii de poesías, ui. 526.
. en España, ni , 35, 104; iv,
115.
Opiniones (Las) de los sabios, de
Francisco de Guzman, m . 252.
Oración apologética, de Forner. iv.93.
Ordoñez de Ceiiai Los(Pedro),F. 1614.
— Viaje de. ni, 422.
Oí feo (El), de Jáuregui. ni, 222.— De
Monlalvan. n, 44'i.
Orfeo militar, de Ovando Santaren.
ni, 183.504.
Oria (Santa), de Pcrceo. i.32.
Oriente (Alvarez de), i , 2,".:0.
Origem da lingoa portoguesa, por Nu-
ñez. tie Liao. iv, 165.
Origen, antigüedad , etc. , de la Vir-
gen de Monserrate. m, 152.
Origen de la comedia, por Casiano
Pellicer. fu , 25.
Origen de la lengua española, por Al-
drele. iv, 105.
Orígenes de la poesía castellana, por
Velazquez, iv, 48.
DE NOMBRKS PROPIOS Y MATERIAS.
Orlando determinado, por Bolea, m,
157,486.
Orlando (Kl) enamorado, de Boyardo,
traducido por Garrido de Villena.
iu,157,488.
Orlando furioso, de Urrea. nt , 156,
483. — De Alcocer. 183 —De Vaz-
quez de Coniferas. 183.
Orlando furioso, seguíala parte, por
Espinosa, ni, 156.
Orozco (Fr. Alonso de), F. 15G9. ni,
4-20 , 558.
Ortega (Francisco de), F. en el si-
glo xvm. — Su poema descriptivo de
Monserrate. 1:1 , 152.
Ortega (Fr. Juan de), monje Jeróni-
mo, supuesto autor del Lazarillo.
n,67.
Ortkga ú Ortiiega (Jehan d'), poela
del sig'o xv. i , 565.
Ortessa (Pong d')', trovador, i, 534.
Ortiz (Agustín), F. 1555 — Escritor
dramático, su coinedia Radiana. n,
loa.
Orí iz (Alonso) , F. 1593. — Tratados
de. i,44M.
Ortiz be Calderón (Francisco), poeta
del siglo xv. i, 571.
Ortiz de Calderón (Sancho), i , 571.
Ortiz de Stuñiga ó Zuñirá (Iñigo),
mariscal de Navarra, poeta del si-
nk) xv. i, 561.
Ortiz de Zuñiga (Diego), F. 1070 —
Sus Anales de Sevillu, citados, i, 59.
— Lo que dice acerca de Argote de
Molina. ív, 213, 220.
Or ir/ Gallardo de Villaroel (Isidro),
F. 1758. — Sus Noches alegres, iv,
47.
Ortografía castellana, de la Academia.
ív, 13» — De Alemán. 14.
Osoi-.io. (V. Sanl/xtcban.)
Oro (Micer). i, 554.
Ottava rima , la mas antigua en la poe-
sía castellana, i, 48. — De Buscan.
ii,37.
Ovando Samaren (Juan de la Vicio-
ría), F. 1689. — Su Or leo militar.
Di, 185,504.
Oviedo (Cosme de), autor de compa-
ñías de teatro, ni, 1 18.
OviBuo. (V. Fernandez de.)
Pacheco (Francisco), M. 1654. Pin-
tor y escritor, m . 191.— Su Tratado
de ia pintura. 255.
483
Padecopeo (Gnbriel ), seudónimo lo-
mado por Lope, ii , 283.
Padilla (Johan de) , poela del siglo xv.
i, 561,562,571.
Padilla (Juan de), el Cartujano, F.
1515. — Su Retablo. i,440. — Doce
Triunfos. 441.
Padill\ (Lorenzo de), cronista, u, 113.
Padilla ( Pedro de), F. 1600.— Amigo
de Cervantes, n , 198. — I raduce á
Cortereal. ni, 175. — Poesía lírica.
189. — Églogas. 246. — Romances.
265.
Padre (Rl) engañado, nulo de Lope,
ii , 577.
Padrón. (V. Rodriguez.)
Paiz. (V. Tejada.)
Pagan. (V. Ramirez.)
Palacio (El) confuso, de Mira de Mes-
cua. ii, 4(j3.
Palacios (José María), su Cajista, iv,
14.
Palacios RüRios(Juan Lopez de Vive-
ro), F. 1524. — Su Esfuerzo bélico
heroico, n , 77.
Palaiox y Mendoza (Juan de), m, 440.
Palea , trovador ó juglar, i . 492.
Palencia (Alonso de), F. 1474.— Cró-
nica, i , 195. — Vocabulario, n, 107.
Palmerin de Inglaterra , por Hurtado.
i, 247.— Traducciones de. 248.
Palmerin de Oliva, i , 216.
Palsiireno (Lorenzo), F. 1570. — Pro-
verbios. ni , 4t0.
Palomf.que (Diego), poeta del siglo xv.
1 , 570.
Pamphilo Maurian ó Mauriliano, poe-
ta latiñodel siglo xiii. — Imitado por
el Arcipreste de Hita, i , 87.
Pan y Toros , sátira, iv, 104.
Panegírico (El) de Guillen de Avila.
111/400.
Panegírico funeral, de Paravicino. m,
552.
Pantoja , contra el teatro. ív , 145.
Pan/ano i Martin) , F. 1759. — Lo que
dice de Calderón. 111 , 24.
Para algunos, novela de Matías de los
Reyes. 111, 344.
Para (El)todos, deMonlalvan 111. 343.
Para sí , de Fernandez y Peralta. 111,
oii.
Paraíso cerrado, de Soto. 111. 532.
Pahavicino-y Arteaga ( Fr. Horleesio
Félix), M. 1G33. — Poela y predica-
dor de la corte. 111, 209. — Su cul-
tismo. 563, 552.
484
ÍNDICE ALFAEÉTIC)
Pardo de Monzojí (Mauuala), poetisa,
ni, 507.
Paredes (Amonio de), F. 1623.— Sus
Rimas, ii!
Paredes (Las) oyen, de Alarcon. 11,
469.
PAr.is(Juan de), escritor dramático,
F. 1558. ii, 132.
Parnaso (El) español, de Quevedo. n,
404.
Párraga Martel de la Fuente (Fran-
cisco), F. 1690. — Su Lisseno y Fe-
nisa. ni, 3¿9.
Partida (La) del ánima, de Juan de
Narvaez. ni , 467.
Partidas (Las Siete) , obra de D. Alon-
so el Sabio, i , 54. — Examen litera-
rio de ellas. 53.
Panos (los), de Gil Vicente, su se-
mejanza á los graciosos del teatro
español, n , 1 15.
Pasajero (El), de Figueroa. m, 283,
122.
Pasión de Nuestro Señor, poema en
tercetos, por el principe de Esqui-
ladle, ni , 51 í.
Pasión del Hombre-Dios, porDávila.
ni, 133.
Paso (El) de los dos ciegos, por Timo-
neda. ii, 148.
Paso (El) honroso, de Suero de Qui-
ñones, i , 201.
Pastor de Filida . de Montalvo. m, 280.
Pastor ( El ) de Clenarda , de Dolelbo.
ni , 286.
Pastor (El) Fido, de Guarini, tradu-
cido por Figueroa. m , 283, 545. —
Por I).a Isabel Correa. Ib.
Pastor ( El ) Fido, comedia de Calde-
rón, ni , 285.
Pasloi (El) lobo, auto de Lope, u, 376.
Pastoral de Jacinto, por Lope, u, 308.
Pastores de Belén , por Lope, u, 283.
Pastores de Iberia, de Bernardo de
la Vega, ni, 285.
Pastores (Los) del Bétis, de Saave-
dra. ut, 287.
Patón. (V. Ximenez.)
Pairañuelo (El), de Timoneda. m, 534.
Patricio (El Purgatorio de San) , por
Montalvan. n , 445. — Comedia de
Calderón. m,27.
Patron de España, de Mesa.ni, 177-8.
Patrona (La) de Madrid, de Barbadi-
11o. ni» 180.
Pecador (El) venturoso, novela de Sa-
las Barbadillo. ni, 549.
Pedraza (García de), poeta del si-
glo xv. i , 571.
Ped¡;.v/..\ (Juan de), F. 1551.— Su Dan-
za de la muerte, iv ,431.
Pedro , infante de Portugal (F. 1440),
poeta i, 405.
Pedro II de Aragón (M. 1212), prote-
ge la literatura provenzal. i, 529.
Pedro ill de Aragón (M. 4285). i , 540,
509.
Pedro IV de Aragón (M. 1387). i, 345.
Pedro el Cruel, rey de Castilla, su
crónica, por Ayala. i, 488. — Roman-
ces de. 189. — Comedias. 189; m,
42,81.
Peguilain ( Aimeric de ) , trovador, i,
528.
Pelato.iv, 478. — Poema de, por el Pin-
ciano. ni , 179. — l'or Soiis. iv, 46. —
Tragedia, por Quintana. 109. — Por
Jovellanos. 12í.
Pelegrin Cathalan( Blasco ),F. 4579.
— Su Poema didáctico, ni, 553.
Pei.licer (Casiano), Sobre la come-
dia española, ni, 2o.
Pellicer de Toledo (Ignacio Alvarez),
F. 4653. — Escritor dramático, ni,
401.
Pellicer (J. A.), Examen del Anti-Qui-
jote. i. 52. — Vida de Cervantes, ii,
252.— Sobre Nasarre. 250.— Sobre
el Buscapié. ív, 209. — Su edición
del Quijote. 233.
Pellicer y Torar (José), F. 4630. —
Lecciones á Góngora. ni, 207, 509,
540.
Pensil de principes , colección de poe-
sías , por Gabriel Ayrolo. ni, 501.
Peña, poeta del siglo xv. i, 570.
Peñalosa, poela del siglo xv. i, 571.
Peñasco (El) de las lágrimas, por
Francia y Acosta. ni, 513.
Peor está que estaba, comedia de Cal-
derón, ni, 56. — Imitada por Lesa-
ge. ív, 67.
Peralta Barnuevo (Pedro de), F.
4752. — Su Lima fundada. ív, 49,
597.
Perálvarez de Ayllon, su comedia
de Preteo y Tibaldo, n, 527.
Perdigón, trovador, i, 330.
Peregrino (El) curioso, de Villalba.
ni, 496.
Peregrino (El) indiano, de Saavedra.
ni, 447.
Peregrino (El) en su patria, de Lo-
pe. ii,279, 509,
RE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Peregrino (Rafael), seudónimo de
Antonio Perez, m, 56o.
Peregrino y Ginebra (Amores de), no-
vela, ni, 314.
Peregrinos pensamientos, de Boniila.
ni, 509.
Pereira (Antonio Neves), Sobre Saa
de Miranda, ni, 246.
Perez (Alonso), su poema narrativo.
111,161.-811 Diana. 278.
Perez (Antonio), M. 1611. — Cartas y
relaciones, ni . 565-70. — Suceso de,
narrado por Herrera. 591. — Argen-
sola se le muestra contrario. 218. —
Fué poeta, ni, 570.
Perez (Gonzalo), F. 1553. — Traduc-
ción de la Odisea, u, 31 ; ni, 563.
— Versos sueltos de. 31.
Perez (Juan Bautista ), F. 1595. — Ata-
ca los falsos cronicones, ni, 590.
Perez (Luis), su í<losaá las coplas de
Manrique, i, 457.
Perez (Marcos), sus Siete Sabios. w,
556.
Perez (Miquel). poeta valenciano, m,
518.
Perez (Nicolás), Sobre Don Quijote.
n, 252.
Perez. (V. Arias.)
Perez. (V. Ramirez.)
Perez BAYER(Francisco), ilustra y au-
menta la Bibliolheca Veius . de An-
tonio, i, 250. — Obras, iv, 35, 599.
Perez de Culla (Vicente), F. 1635. —
Su poema de la Expulsion de los
Moriscos, ni, 501.
Perez de Guzman (Alonso), carta de
D. Alonso X á. i, 40.
Perez de Guzman (Fernán). F. 1460.
— Sus varias obras, i, 192-4,425-29,
459. — Su parte en la Crónica de Don
Juan. ii,427.
Perez de Herrera (Cristóbal), F. 1618.
iu,411.
Perez de Hita (Ginés), F. 1600.— Ro-
mances, ni, 265. — Guerras civiles
de Granada. 513. — De Troya. 547.
Perez de Leon (Andrés). F. 1605. —
Su Pícara Justina, m, 502.
Perez de Montai.van (Juan), M. 1658.
— Su Cueva de San Patricio. u,445.
— Amistad con Lope. 444. — Come-
dias. 445. — Teoría sobre el drama.
446.— Para todos. 544.
Perez de Montoro (José), M. 1694. —
Poesías de. ni, 252.
Perez de Oliva. (V. Oliva.)
485
Perez de Veas (Bartolomé), m, 529.
Perfecta (La) casada, de Fr. Luis de
Leon, ii, 178; ni, 560. —Comedia
de Cubillo, ni. 89.
Perfecto (El) señor, de Lope de Vega,
ni, 210, 425.
Peribañez (El comendador), comedia
de Lope, ii, 545.
Pericles, drama atribuido á Shakes-
peare, fundado sobre la Historia de
Apolonio. i, 28.
Periquillo de las Gallineras, de San-
tos, ni, 552.
Perro (El) del hortelano, de Lope.
ii, 520.
Persiles y Sigismunda, de Cervantes,
ii. 235, 234. — Traducción inglesa.
234. — Imitación de. 237.
Petimetra (La), de Nicolás Fernandez
Moratin. iv, 118.
Pe Ira rqu i.stas. n. 56.
Peyiíó (Mossen Johan). i, 534.
Phaeton (El), de Villamediaiia.ii, 163.
Philosophic (La) vulgar, de Alonso de
Fuentes, ni, 557.
Piamonte (Nicolás de), su Carlomag-
no. i. 256.
Pícara (La) Justina, de Perez, ¡n, 502.
Picaresco (Gusto), novelas del. ni,
291-512.
Picarülo ( El ) en España , de Cañiza-
res, ii, 105.
Pidae (Marqués de), publica el poema
de Apolonio y el de Santa María
Egipciaca, i, 28.
Pié (El ) de la rosa fragante, libro de
caballerías á lo divino, i, 258.
Piedad y justicia , comedia de Guillen
de Castro, n, 450.
Pierres y Mamalona , novela caballe-
resca, i. 255.
Pinciano (El). (V. Lopez.)
Píndaro (Varia fortuna del soldado),
por Céspedes, m, 524.
Pineda (Juan de), publica las actas
del Paso honroso, i, 202.
Pinedo, cómico representante, alaba-
do por Tirso, m, 111.
Pinto. (V. Delgado.)
Pinto de Morai.es (Jorge), Romance-
ro iv, 199.
Pintor (El ) de su deshonra, de Cal-
derón, ni, 45.
Piramo y Tisbe (Fábula de), por Sil-
vestre. n,59. — De Góngora. ni,
207.
Pitaco (El), de Cienfuegos. iv, 151.
486
ÍNMCE ALFABÉTICO
Pitillas ("Jorge), seudónimo «Je Her-
ios, iv, 22.
Plácida y Victoriano, égloga de Juan
del Encina, i, 529.
Plagnés. (V. Arnalt.)
Plasf.ncia (Conde de). poesías de, en
el Cancionero General, i, 475.
Plauto (Comedias de), traducidas, n,
157.
Plaza universa!, de Figueroa. m,422,
560.
Pleito (El ) de Hernán Cortés , come-
dia de Cañizares, ni, 105.
Pleito (El) del diablo, comedia de
Guevara n,442.
Pobreza no es vileza, comedia de Lo-
pe, ni, 390.
Pocos bastan si son buenos, comedia
de Matos, ni, 96.
Poema aljamiado, anónimo, de José
• el Patriarca. i, 100-í; iv,247-74.
Poema anónimo en alabanza de Mab.0-
ina. iv. 52¡¡-~o. 123.
Poema castellano de Nuestra Señora
de Aguas Santas, por Alonso Diaz.
nt, 15o.
Poema irágico del español Gerardo,
novela de Céspedes, ni. 3-2!.
Poemas aljamiados, iv, 217-330.
Poemas histó tivos. m, 133-
49.— Religiosos. 150-55.— Fabulo-
sos. 155-60. — Narrativos, lomados
déla antigüedad. 160-3.— Noveles-
ros. 103-3.— Burlescos. 108-72.—
Históricos de asninos nacionales.
—172-83.
Poesía castellana,anónima en los tiem-
pos primitivos, i, 51.
Poesía lírica, m, 180-237.— Satírica.
23S-45.— Bucólica. 243.-48. — Epi-
gramática. 248-50.-Didáctica 230-8.
Poesías devotas en el Cancionero Ge-
neral, i, 46o.
Poesías varias de grandes ingenios,
por Alt'av. nt, 503.
Poeta (El), de Moratin. iv, 71.
Policiana (La tragedia), por Sebas-
tian Fernandez, imitación de la Ce-
lestina, i, 282.
Policisne de l'oecia, libro de caballe-
rías, iv, 243.
Polifemo (li.1), de Montahnn. n, 431.
—De Góngora. ni, 103. 207.
Política de Dios y gobierno de Cris
to, de Quevedo. n, 41 1 ; ni, 423.
Polo (Francisco), escritor dramático.
m, 93.
Poi.0 (Gil), F. 1304. — Églogas, ra,
246. — Su Diana enamorada. 279.
Polo df, Medina (Salvador Jacinto),
poesía lírica, m, 227. — Novelas. 550,
531.
Pompa fúnebre de Felipe III en Sa-
lamanca ni, 509.
Pompeyo(El ), de Mesa. ni. 178.
Posce (Bartolomé). F. 1582. — Vuel-
ve la Diana á lo divino, ni, 550.
PoxcEf Manuel), poeta, F. 1635. m,
512.
Posce i>f. Leon (Luis). fV. Leon.)
Pons I!ai\ra, trovador, i, 550.
Pon/a. (V. Comedíela de.)
Porfiar basta morir, de Lope. II, 550.
Por el sótano y |ior el torno, come-
dia de Tirso, ii, 401.
Por la Puente, Juana, de Lope. u,530.
Ponn as (Jerónimo de), F. 1039. — Sus
rimas, ni. 524.
Porp.fs (El Dr. Francisco Ignacio de),
F.1658. 111.529.
Por su rey y por su dama , comedia de
Dances Cándamo. ni, 100.
Portugal (Francisco de), M. 1652. —
Arte tic galantería, ir, 2í2: tu, 428.
Portugal (Manuel de), Y. 1006.— Poe-
sías, ni. 197.
Portuguesa (Lengua}, orígenes déla, i,
45. — Poesía primitiva. 45. — Voces
francesas. 44.
Portugueses (autores), escriben á me-
nudo en castellano, i, 297; III, 211,
245, 513.
Postrer (El) duelo de España, de Cal-
derón, ni, 63.
Po/.o (Ledo del), Apología de! rey D.
Pedro, i. 190.
Pradilla (El bachiller de la), F. 1520.
—Su égloga real, ni, 407.
Prado (Andrés de), F. 1005.— Nove-
las, ni, 347.
Prado (ti) de Valencia, por Merca-
der, ni, 539.
Prado (Fr. Adrian del), F. 1630. m,
541.
Prado (Sebastian de) , cómico repre-
sentante, ni, 111, 115.
Pragmática (La) del tiempo, de Que-
vedo. ii, 414.
Plática de virtudes, poema por Cas-
tilla, ni, 251.
Preceptos (Los) de buena crian/a, del
comendador Ludueña. ni, 251.
Preciosa (La), de Cervantes, imitada
á menudo, ii, 220.
DE NOMBRES PRONOS Y MATERIAS.
Pregunlns y respuestas en el Cancio-
nero General, i. 47:2.
Premio (El) ele la Constancia, por
Espinel Adorno, lir, 28(5.
Premio (El) del bien hablar, de Lope,
i!, 319.
Premia (La) redimida, de Lope. II,
564.
Premios de amor, diálogo por Lope
de Rueda. II. 1 45
Presumid';) (La) y la liermosa, come-
dia de Zarate, ni, 91.
Pretendiente (El) oculto, novela de
Solorzano. ni. 550.
Primakon, libro de caballerías, i,
247.
Primavera de romances, por Arias
Perez, in. 268; iv, 199.
Primavera (La), de Lobo, nt, 288.
Primer (El) rev de Castilla, de Lope.
ii, 584.
Primeras tragedias españolas, de Sil-
va, n, 157.
Principe (El) Celidon de Iberia, de
Con/alo Gomez de Lu(¡ue. ni. 490.
Principe ('¿1) Constante, de Calderón.
m,5i.
Principe (El) perfecto, de Lope, n,
."54.
Provza, poela del siglo xv. m. 516.
Problemas de Villalobos, n, 90.
Procés (Lo) de les olives, por Jaume
Gacull. i, 558
Proceso de carias de amores, novela
sentimental del siglo xvi. i, 456.
Pródigo (El bijo), de Lope. II, 511.
Propalladia , de Torres Na liar ro. i,
510. — Expurgada por la Inquisición,
o 10. — Edicionesde la. 5^1. — Cor-
regida por Velasco. n, 499.
Prosa, qué sea. iv, 191.
Prosa castellana (Noticias de la), i,
50, 53, 69. — Bajo .luán II. 419.—
Enrique IV. 445 —Carlos V. n, 88.
— Influencia de Italia en la. 95.
Proserpina (La), de Silvestre, iv, 20.
Provenza (Pierres de), y la linda Ma-
galona, libro de caballerías. i,524.
Provenza, su historia y situación geo-
grálica. i, 325. — Relaciones con la
Cataluña. 525 —Con Aragón. 326.
— Con los árabes españoles. IV,
178.
Provenzal (Literatura), aparecimiento
de la. i, 5-22.— En Cataluña. 525. —
Aragón. 526. — Carácter de la. 527.
— Relacionada con la berejía de
487
los albigenses. 528. — Su decaden-
cia. 559.
Provenzal (Poesía), rimas en la, abun-
dantes, i, 53. — Cultivada por Alon-
so el Sabio. 47. — Por el marqués
de Santíllana. 5!)3 — Inlluencia en
los Cancioneros. 461, 476.
Proverbios morales , de Barros, ni,
556 —Id. de Herrera. 411. — Üe
Alonso Guajardo y Fajardo. 557.
Proverbios ó refranes españoles, m,
407-1 1 . — Por Santíllana. i, 400. —
Pero Diaz. 401— Liarte, ni, 41 1.
Providencia contra fortuna, de Vále-
la, i, 192.
Prueba (La) de los amigos, n, 552.
Pruebas (Las) en la mujer, novela de
Castillo Solorzano. ni, 5)0.
Psíquis y Cupido, de Valdiviclso. n>
464.
Puente nr. Mendoza (Antonio), m , 70.
Puente (El) del mundo, de Lope, n,
575.
Puente (Juan de la), Jardín de ama-
dores, iv, 199.
Pukrtocarrero, poeta del Cancionero
Genera! , su Diálogo, i, 308.— Otras
poesías. 461.
Puiuusque (A.), su Historia comparada
de las literaturas española y fran-
cesa, i. 4G0.
Pojasol (Esteban), F. 1637.— El Sol
solo, ni, 429.
Pulgar (Fernando ú Hernando del), F.
1480.— Su Crónica de los Reyes Ca-
tólicos, i, 197. — Claros varones.
450. — Comentarios á Mingo Re-
vulgo. 274, ;:>->.
Pulgar (Hernán Perez del), el de las
Hazañas. (M. 1Ó51), Vida de Gonza-
lo de Córdoba, i, 209. — Comedias
que tratan de él. 210.
Purgatario (El) de San Patricio, por
Calderón, m, 26.
Púrpura (La)delarosa,por Calderón,
ni, 55.
Quadro (Gonzalo de), poeta, i, 571.
Quaderna via, qué signilica. i, 29, 55.
yueja y Aviso contra Amor, ó Historia
de Lucindaro y Medusiiía, por San
Pedro, i, 456; ui,515.
Quejas dé la Fortuna, por San Pedro.
IU.251.
Quercy (Mateo de), trovador, i, 551.
ÍNDICE ALFABÉTICO
488
Querella (La) de Amor, de Santil'.ana.
i,596.
Querella (La) de la fe, por Diego de
Burgos, i, 458.
Querellas (Las) de Alonso el Sabio, i,
42,48.
Question de Amor (C. 1512j, novela
del género sentimental, i, 509, 456.
Quevedo (Faustino de), iv, 155.
Quevedo Y Villegas (D. Francisco Go-
mez de), M. 1645. — Nacimiento y
educación, ¡i, 598.— En Sicilia. 599.
— Ministro de Hacienda en Ñapó-
les. 400. — Desterrado. 401. — Ca-
sado y perseguido. 402. — Sus es-
critos'. 403-20. — Juicio. 561. —Sá-
tiras, m. 25S.
Quien habla mas obra menos, come-
dia ele Zarate, m, 91.
Quijote (El), de Avellaneda, u. 245.
Quijote (El Don), juicio de. u,
— Ediciones, traducciones é imita-
ciones, iv, 232-9.
Quinquagenas, de Oviedo, n. 121.
Quinta de Laura, de Solorzano. m,
547.
Quintana (Francisco de), F. 1627.—
Hipólito y Aminta.ii, 257. — Expe-
riencias de amor, ni, 286.
Quintana (Manuel José),M. 1856.—
Su Vida del Cid. i, 17. — Del princi-
pe de Viana. 55!. —De Las-Casas, n,
125. — ¡urina una colección de ro-
mances, i, 155. — Su prólogo á la
conquista de la Célica, ni, 179.—
Su opinion acerca de las cartas de
Cibdareal. iv, 202.
Quiñones de Bexavexte (Luis) , sus
loas, ni, 120.
Quiñones (Pedro de), poeta del si-
glo xv. i. 571.
Quiñones (Suero de), Passo Honrosso
de. i, 205.
Quirós (Francisco Bernardo de). F.
-165G. m,515.
Quinos (Juan de), F. 1549.— SuChris-
topalia. m,480.
Quirós (Pedro de), F. 1670. — Poeta,
ni, 252, 515.
Qeirós, poeta del Cancionero Gene-
ral, i, 475.
Rabadán (Moliamad), F. 1605. —Poeta
aljamiado, m, 441 ; iv, 275-526.
Racionales (Paradojas), de Antonio
Lopez de Vega. w, 560.
Raimundo de Miraval, trovador. i,330.
Ramillete de divinas flores, m, 266.
Ramillete de flores poéticas, por Evia.
ni, 252.
Ramillete poético, deTafalla Negre-
te. ni, 252.
Ramírez de la Trapera (Albanio), F.
1612. ni, 256.
Ramírez de Prado (Lorenzo), F. 163o.
ni, 511.
Ramírez Pagan (Diego). F. 1550.— Su
Floresta, i, 550; n, 492.
Ramirez Perez (Antonio), F. 1698. ni,
455.
Ramón Rerenguer, conde de Barcelo-
na. 1.525.
Rana (Juan), cómico, ni, 111.
Ranjel (Pero Lopez), C. 4555.— Farsa
de. ii, 155.
Raquel (La), de Huerta, iv, 123, 131.
—Id. de L'lloa.ni, 212.
Raquel (La desgraciada) , de Mira de
Meseua. n, 463.
Raymond de Tours, trovador, i, 47.
Raynouard, Choix des poesies des
trouvadours. i, 58, 47, 328, 350;
iv, 176, 179.
Rayo (Fl) de Andalucía, de Cubillo.
in , 89.
Rayos (Los) de Faetón, de Soto de
Rojas, ni, 551.
Razón (La) contra la moda , por Lu-
zan. iv, 118.
Rebolledo (El conde Bernardino de),
M. 1676. — Poesía lírica, m, 251. —
Epístolas. 250. — Epigramas. 249. —
Poesía didáctica. 252.
Reconocimiento y lloro de pecados,
De Cosme de AÍdana. ni , 498.
Red (La), la banda y el cuadro, de
Enriquez. u ,470.
Redentor (El) cautivo, de Matos Fra-
goso, in, 95.
Redondillas, i, 117.
Reforma protestante. — Sirve de con-
trapeso al poder de España, i, 486;
n,8. — Perseguida. 15.
Refranes (Cartas en), de Blasco de
Garay.iu, 409.
Refranes ó proverbios, m , 407-37.
Reglas de trovar, deD. Juan Manuel, i,
70.
Reina (La) Sabá, de Horozco. m, 420.
Reina (La) Sevilla, historia caballe-
resca, ni, 314; iv, 457.
Reinaldos de Montalvan, libro de ca-
ballerías, i, 256.
DE NOMBRES PF.OPIOS Y MATERIAS.
■Reinar después de morir, n, 441.
Reinosa (Pedro de), F. 1727.— Su San-
ta Casilda, iv, 20.
Reinosa (Rodrigo de) , F. lo 10. — Sus
coplas, ni, 467.
Reinoso (Francisco de), poeta del si-
glo xvi. i, 47 í.
Reinoso. (V. Ñúñez.)
Rejón de Silva (Diego Antonio), F.
1786.— La pintura, iv, 77.
Relación de la tragicomedia, por Sar-
dina Mimoso, ni. 111.
Relación del sitio de Malta, por Balbi
Hi, 547.
Relaciones de Cortés, n, 1 16.— De Pe-
rez, ni, 568.
Reloj de príncipes , de Guevara. n,99
Remedio (El) de la desdicha, come-
dia de Lope, ni, 533.
Remon de Tolosa (Pedro) , trovador
i, 328.
Renault (Juan), trovera normando,
empieza la historia fabulosa del ca-
ballero del Cisne, i. 59.
Renegada (La) de Valladolid, porLuis
Belmonte. ii, 470.
Rencifo (Juan Diaz), F. 1392.— Arte
poética, iv, 50.
Repetición de amores, por Lucena
1,538.
Repúl)üca(La) literaria, de Saavedra.
m,4i6,560.
Requesens (Alosen Luis de), trova-
dor, i . 5o5.
Resende (García de), F. 1516.— Can-
cionero, i, 70.— Sobre Juan del En-
cina. 500.
Residencia (La) de amor, por Casti-
llejo, ii , 59.
Restauración (La) de Buda, come-
dia de Bances Cándamo. m, 100
Restauración (La) de España, iv, 185.
—Poema épico por Mesa, m, 178
Retablo (El) de la vida de Cristo , por
Padilla. i,440.
Retórica (La) de Guzman., n, 512.
Retrato panegírico del infante D. Car-
los, poema de Üocángel. iri.515.
Revelación de un ermitaño. (V. Vi-
sion.)
Rey de Artieda (Andrés), F. 1605
m, 196.— Sátiras. 237.— Poesía di-
dáctica. 255.— Se muestra contrario
al antiguo drama, ii, 584, 557.—
Sus Amanles de Teruel, m, 496.
Rey decretado del cielo, por Urrulia.
iv, 113.
489
Rey (Del) ¡ibajo ninguno, de Roías.
' iii,83
Rey valiente y justiciero, de Moreto.
ni, 81.
Reyes (Cosme de los), m, 528.
Reyes (Matías de los), F. 1624— Su
novela. m,344.
Reyes nuevos de Toledo , por Loza-
no. in,546.
Riada (La), de Trigueros. iv,12l.
Ribas (Duque de). (V. Saavedra.)
Ribeiro (J. P.), sus Disertaciones,
publicadas por la academia de Lis-
boa, i, 44.
Ribera (Anastasio Pantaleon de),M.
1629.— Interviene en el certamen
de S. Isidro, u, 289.— Poesías, m,
165,211.
Ribera (Suero de), poeta del siglo xv.
i, 419,561.562, 568,571.
Ribero de Barros f Antonio Luis), F.
1672.— Poesías, m, 252.
Ribero y Larrea (Alonso Bernardo),
su Don Quijote, iv, 2.18.
Ribeyro (Bérnardin), F. 1537. m,
288.
Ribeyro (Santos), su Orígem da poe-
sía portuguesa. i,44.
Riego (Miguel del). i,5íi.
Rima cuaderna, qué sea. i, 55. Sin la
última sílaba, m, 505.
Rimado de Palacio , por Avala ; juicio
de este poema, i, 103.
Rimas castellanas, de Salas Barbadi-
llo. iu,5í9.
Rinconete y Cortadillo, novela de
Cervantes, n, 214, 219.
Rioja (Francisco de), M 16VS8.— Poe-
sía lírica, ni, 227.— Epistolas.259.
— Elegías. 245.
Ríos, cómico representante, m, 111.
Ríos (José Amador de los), su traduc-
ción de Sismondi. i, 57, 94, 107.
—Historia de los judíos. 94.
Ríos (Vicente de los), Vida de Cer-
vantes, ii . 183 — Sobre Don Quijote.
252.— Sobre el Buscapié, iv, 208.
Riqüier de Narbona (Giraud) , trova-
dor provenzal, dedica un poema á
Alfonso el Sabio, i , 58.— Compone
una elegía á su muerte. 58,47.
Risco (Fr. Manuel) , publica la cró-
nica latina del Cid. i, 17,494.— Lo
que dice de los Fueros de Aviles,
iv , 187.
Rivadeneyba (Pedro de), M. 1611. f
Historiador eclesiástico, m, 379.
400
índice alfabético
Rívas (El í)r. Mateo de), F. 163o. ni,
512.
Roa (Martin de). F. 1604.— Escritor
didáctico ni . 438.
Roberto el Diablo, historia caballe-
resca, i . 257.
Robi.es (Isidro <le). Navidad v Corpus
Christi. ii,3'i9.— Novelas. 371 .—Co-
lección de Comedias, iv . 242.
Robo (El) de Diana, comedia de Lope,
ii , 363.
Robo(EI infeliz) de Helena porPáiis,
poema de Romero de Cepeda, ni,
102.
Roe* y Serna (Ambrosio do 1:»), M.
1649.— Poesía lírica, ni, 210. — Ro-
mances. 21!".
Rocauerti (Juan) el vizconde, trova-
dor. i. 349, 533.
Rodomontadas castellanas, m.33n.
Rodrigo, el Godo, romances, i. 13!.
—Comedia de Lope. 159. — Cróni-
ca, íi, 222. — Historia verdadera por
Miguel de Luna. 223.
fioDiuco. (V. Ximenez de Rada.)
Rodríguez. ( José ) , M «703.— Biblio-
teca Valentina, i . 561.
Rodríguez i>f. Almf.la( Diego), F. 1 172.
_ Su Valerio tic las historias, i,
.Ü7. — Oirás obras. 557.
Rodríguez de Castro (José),M. 1799.
_ Su Biblioteca española, i , 28.
Rodríguez de la Cámara, ó del Pa-
drón Molían), poela del siglo xv.
i,419, 561, 562.— Parte que tuvo
en la Crónica de Don Juan II. 10!.
Rodríguez Florian (Juan). F. 1554.—
Su Comedia tlorinea. i. 282.
Rodríguez del Padrón. (V. Rodriguez
de la Cámara.)
Rodríguez de Tcdela (Alonso) , F.
1515.-1,547, 548.
Rodríguez de Vargas (Damián), F.
1620. — Su poema de los Mártires
de Arabia, ni, loa.
R dERS (Pedro), trovador. i, 528.
Roig (Jaume), M 1478.— Sn Librarte
les dones ó deis consells. i, 353.
Roí/, de Cormas (Juan), poela valen-
ciano, i , 359.
Roías (El Dr.), poeta de Osuna, F.
1633. ni, 512.
Rojas (Fernando de). C. 1483— Su
continuación de la Celestina.!, 277.
— Poesías de. 571.
Rojas (Francisco de) . F. 164o. —Co-
medias de. ni, 84-8.
Rojas. (V. Soto.)
Hojas Vii.i, añorando (Agustín de), sn
Viaje entretenido. ni, II!, 421,558.
— Noticias del drama antiguo. I,
2!)!.— Loas, m, 120. — Representa
comedias. 1 1 1.
Roma abrasada, de Lope, u, "2.
Romance , voz usada por el autor del
libro de Apollonio, en el sentido de
cuento, novela . historia, i , 20.
Romancero del Cid. i, 143; in,268.—
Id. espiritual de Valdivieso. 2110. —
Id. de Fernandez, iv, 200.— Id. de
Ju in de la Cueva, m, 264.— Id. Ge-
neral. 2í¡7: iv, 198 — Id. de Padi-
lla. 111,264.— Id. deTorta.jada.267.
Romanceros (Bibliografía de los), iv,
102,201, 404-8.
Romances, i. 111. 1"í; m, 259,271.—
Origen y estructura de los. 1. 113-
l'radicionales. 123.— Caballe-
rescos. 155.— Históricos. 158.— Mo-
riscos. 149.— Varios. 152.— Inédi-
tos. 509.
Romero, poeta granadino, F. 163o.
tu. 512.
Romero (Valerio Francisco), su Epi-
cedio. i . 403.
Romero of. Cepeda (Joaoum) . F. 1582.
—Sus comedias, i, 284: n.134.—
Obras poéticas, ni, 162, 100.
Romero Larrañaga (Gregorio), come-
dia sobre Garcitaso. ii, 38.
Rompecolumnas (La famosa v tome-
raria compañía de), m . 323.
Ros CCarles), poeta valenciano, i. 538.
Rosa de romances, de Timoneda. i,
263.
Rosa (La) blanca , comedia de Lope.
■i, 201.
Rosa fresca, romance. i. 128.
Roscoe (Thomas), traduce al inedés
la Historia literaria deSismondi. i,
37 — Su Vida de Cervantes, n , 186.
Roskl v Fufnllana (Riego de) , amigo
de Cervantes, ni, 506.
Rósete (Pedro), autor dramático, m,
104.
Ross (MissTbomasina). traduce al in-
glés la historia de Routerwek.i,57.
Rou (Le román du). i , 520.
Ro venan (Bernardo de), trovador pro-
venzal. i , 332.
Rozas (Gabriel Fernandez), F. 1662.
Poesías líricas, tu. 212.
Rija (Pedro de), F. 1540.— Su respues-
ta á Guevara, n, 99.
DE NOMBRES PliOPIOS Y MATERIAS
comedia por Gil Vi
Rubena (Ln> .
cenle. i, 305.
Rueda íLopede),F. 1550.— Comedias.
i!,135. — Opinion tie Cervantes y
Lope acerca de. Ib. ,144. — Amos
sacramentales. 169. — Entremeses
y pasos. 578.
Rüescas (Agustín de), F. 1518.— Su
Centiloquio, m, 557.
Rufián (El) dichoso, de Cervantes, n.
227.
Rufo (Juan Gutierrez), F. 1594. Su
Austriada. lii, 175. — Poesías líri-
cas. 189.
Ruiz (Fr. Benito), F. 1615. m , 551.
Ruiz Clunn), arcipreste de Hila, poe-
ta del síííIo xiv. Juicio de sus poe-
sías, i, 8G.
RuiZIlE RüSTAMANTE (Juail), SU ColeC-
cion de adagios y proverbios lati-
no-castellanos, ni , 534.
Ruiz de Leon (Francisco), F. 1755.—
Su Hérnandia. iv, 106.
Rute (El abad de) , F. 1635. m , 512.
Ruiseñor (El) di1 Sevilla, comedia de
Lope, ii, 330.
Ruy Díaz (Antonio), Sobre el Busca-
pié, iv, 208.
Saa df. Mm and a (Francisco) , M. 1588.
Églogas, ni , 243.
Saavedra (Ángel), duque de Rivas.
ni-, 151.209; iv, 152.
Saavedra (Antonio), F. 1599. — Su
Peregrino indiano, ni, 147.
Saavedra (Gonzalo) , F. 1635 — Pas-
tores del fiélis. ni , 287 , 546.
Saavfora Fajardo (Diego de), M.
1599. — Su Príncipe cristiano, tu,
421. — República literaria. 426. —
Corona eótica. 401.
Saavedra Venegas ( Pedro de) , poe-
ta. ui,215.
Sabia Flora Malsabidilla. comedía en
prosa de Salas Barbadillo. ni. 548.
Sabio (El) en su retiro, comedia de
Matos Fragoso, ni, 95.
Sabios (Libro de los), por D. Juan
Manuel, i, 70.
Saco (El) de Roma , comedia de Juan
de la Cueva, n, 152.
Sacrificio (El) de la Misa , poema de
Gonzalo de Berceo. i , 32.
Sa font (Jaime) , trovador, i , 533.
Sagadell , el capellán beneficiado de
491
«i
la Seu de Barcelona , trovador.
553.
Sagaz (El Estacio), novela de Salas
Barbadillo. iii,518.
Saggio slorico-apologelico, de Lam-
pinas, iv, 24Í.
Sagrada Éralos, de Carrillo, ir , 51.
Sagrario ( El ) de Toledo , poema d e
Valdivielso. ni, 153.
Saguera, trovador, i . 533.
Sagunlo (Historia de), poema de Za-
mora, ni, 177.
Sainte Beuve . sus disertaciones crí-
ticas ii, 237.
Saínetes, quesean, m, 123. — Los de
Calderón perdidos, nr. 16. — De Ra-
mon de la Cruz, iv, 129. — De Cas-
tillo. 130.
Saint Cyr (Hugo de), trovador, i, 530,
Salamanca (Escuela poética de). iv,
85. — Universidad. 1,58, 367.
Salas (Francisco Gregorio de), F.
1800— Obras. IV, 82.
Salas (.loseta de), poetisa, ni, 507.
Salas (J. T. de) , Vida del P. Isla, iv,
53.
Salas (Pedro de), poesías didácticas,
ni, 255.
Salas. (V. Yagüe.)
Salas Barradillo (Alonso Jerónimo
de), M. 1635.— Comedias, n, 471.—
—Novelas, m, 556-40, 518. — Poe-
sía lírica. 180, 227. — Escuela de
Celestina, i , 283.
Salazar (Agustín de), M. 1675. — Su
comedia Celestina, i, 284 — Poe-
sías líricas, ni, 212. — Orí'ec, do
Jáuregui, atribuida á Monlalvan
222.
Salazar (Ambrosio de), F. 1622. m,
341.
Salazar (Catalina de), ni ,507.
Salazar (Diego). u,508.
Salazar (Francisco Lobon de), seu-
dónimo del P. Isla, iv, 58.
Sai azar (Pedro de), el capitán, F.
1550.— Su Historia deh guerra de
Alemania, n , 504. — Criticada por
Mendoza. 74.
Salazar Marrones (Cristóbal de), co-
mentador de Góngora. m, 208.
Salazar y Alarcon (Dr. Eugenio de),
F. 1570.— Obras, n, 503.— Carta de
los Catariberas Ib.
Salazar y Lü\a (Bartolomé), escritor
dramático, u, 26.
Salcedo Coronel (García de), F,
492
ÍNDICE ALFABÉTICO
1650. — Comentador de Góngora.
111,200,259.
Salda ña óSaldakna (Diego de), poe-
ta del siglo xv. i, 563.
Saldce.ña (Conde de). (V. Sol/s.)
Salinas (Francisco de), su Tratado
de música, i , 487.
Salva (D. Vicente), su Repertorio
americano, i, 41 . — Sobre Don Qui-
jote. ii,241. —Gramática, iv, 15.—
Sobre los libros decaballerías. 243.
— Romancero. 200.
Salvación (La) del hombre, por Lo-
pe, ii , 509.
Salvaje (Comedia) , por Romero de
Cepeda, i, 284.
Salvo i f:¡ sastre), escribe comedias.
iv, 115.
Samaniego (Félix María de),M. 1801.
— Fábulas, iv. 80.
Sampere (Hierónimo), F. 1500. m,
155.
Sanchez (Miguel), llamado el Divino,
autor dramático, h . 471.
Sanchez (T. A.),M. 1798. — Poesías
anteriores al siglo xv. 1. 17, 20.
Sanchez ( Vicente ) , F. 1668. —Loa.
m,120.
Sanche/ de Badajoz (Garci), poeta, i,
468 , 474.
Sanchez de Jaén (Alonso), poeta del
siglo xv. i . 570.
Sanchez de las Rrozas (Francisco),
comenta á Juan de Mena. 410. — Es
perseguido, n, 15.— Publica á Gar-
cilaso. 46.
Sanchez de Toledo (Pero), F. 1590.
Historia moral y filosóüca. ni. 429.
Sanchez Tortoles (Antonio), F. 1617.
—Novelas, m , 541 ; iv , 4Q.
Sanchez de Tovar (Fernán). F. 152o.
—Cronista, i, 180.
Sanchez de Viana (Pedro), sus Meta-
morfosis de Ovidio, ni . 178.
Sancho IV, denominado el Bravo (M.
1295) , sus Castigos y documentos.
i, 65.
Sandio García (Don), tragedia de ca-
dalso, iv. 120.
Sancho Panza (Historia de), iv, 238.
Sandio Ortiz de las Roelas , refundi-
ción de la Estrella de Sevilla, u.345.
Sandoval (Francisco de), F. K¡50.—
Su Gigaulomacbia. m, 494.
Sandoval (Prudencio de). M. 1620.
— Su historia de Carlos V. ni, 587.
— De España. 577, 378.
San Felipe (Marqués de). (V. Baca-
llar y Sanna.)
San Ignacio, poema por Escobar, m,
134. — Id. por Camargo. 153.
San Luis (Francisco de), su Glosario
de voces francesas que se hallan en
el portugués, i, 44.
San Miguel , comedia de Cubillo, m,
90.
San Millan de la Cogulla ( Vida de),
eu verso , por Gonzalo de Ber-
ceo. i , "2.
Sannazaro, su Arcadia, traducida al
castellano, ni, 275.
San Pedro (Diego de), F. 1500.—
Desprecio de la Fortuna, i, 453. —
Cárcel de amor. 434.— Poesías. 126.
475.
San Pedro ( Jerónimo de) , su Caba-
llería celestial, i, 257. — Se supone
ser el mismo llamado Hierónim
Sémpere. 52 i.
San Pedro, F. 1769. — Arte del ro-
mance castellano, iv, 15.
Sanson nazareno, de Enriquez Go-
me/., ni, 155.
Sant Jorim (Mosen Jordi de), trova-
dor, i , 548, 553 , 554.
Sant Sieve (Mosen Pedro de), i. 554.
Santa Bárbara, comedia de Guillen
de Castro, u, 451.
Santa Cruz (Melchor de), su Floresta
de apotegmas, m, 411.
Santa (La) Liga, de Lope, n, 547.
Santa María "(Alonso de ), también
llamado de Cartagena, i . 425, 555.
Sania María ( Alvaro ).( V. García de.)
Santa Maria Egipciaca, poema del si-
glo xin , publicado por el marqués
Pidal. i, 50.— Juicio de. 31.
Santa María (Gonzalo de), obispo de
Plasencia (M- ***8). i, 423.556.
Santa Mama (D. Pablo de). M. 1455.—
Obispo de Burgos, i, 425,555.
San i aflea. (V. Fernandez.)
Santa Oria (Vida de), escrita en ver-
so por Gonzalo de Berceo. i, 52.
Santa Rosa de Viterbo, su Elucida-
rio, i, 44.
Santillana (Marqués de). {V.Men-
doza.)
Santistéban Osorio (Diego de), F.
1597. — Su continuación de la Arau-
cana, ni, 144.
Santo (El) milagroso agustiniano,
San Nicolás deTolentino, poema
de Camargo. ni, 482-4.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Santo Domingo de Silos (Vida de), en
verso, por Gonzalo de Berceo. i, 52.
Santob ( Babbi D.) , judío de Carrion
(F. 1330), sus poesías, i, 03; iv,
531,4-24-30.
Santos Reyes (La adoración de los
Ires), poema antiguo castellano,
publicado por el marqués de Pi-
ñal, i, 50. — Juicio de este poema.
Ib.
Santos ( Francisco ), F. 1697. — ¡Nore-
• las. ni, 351-4.
Sanz (Hipólito) , F. 1382. —Su Mal-
tea, ni, 133.
Saraos (Los) de D.a María de Zaras,
ni, 346.
Sarama ( Sonso ú Sancho de ). i, 534.
Sardina Mimoso (Juan ), su Relación
de la tragicomedia representada en
Lisboa en 1619. m, 111, 334.
Sarmiento (Fr. Martin), M. 1770.—
Sobre el dialecto gallego, i, 46. —
Sobre el Amadís de Gaula. 252. —
Memorias postumas. ív, 69, 70. —
Sobre la lengua castellana. 189. —
Noticia de su rida y escritos. 401.
Sarnés, poeta del siatlo xv. i, 365.
571.
Sarria (Marqués de). (V. Lémos.)
Satírica (Poesía), antigua en Espa-
ña, ni, 236. —Tiempo de Carlos V.
237.— Horaciana. 240. — Turo poco
éxito, y por qué. 241.
Savai.l (Ramon), trovador, i. 555.
Savariego de Santa Anna ( Gaspar ), F.
1605. — Sulberiada. m, 180.
Sablsier (Juan), F. 1612. m,559.
Savavedra. (V. Luxan.)
Schlegel (A. W.) , su elogio del poe-
ma del Cid. i, 27. — Traduce la
Banda y la Flor de Calderón, m, 70.
Scrivá (Jaime), i, 555.
Sebastian v Latre (M. 1792), refunde
comedias antiguas. ív, 120.
Secreto( A)agrario secreta renganza,
de Galderon. m, 46.
Sedaño. (V. Lopez.)
Sedeño (Juan), F. 1540. — Pone en
rerso la Celestina, i, 285.— Obras.
n,94.
Sedeño (Juan). F. 1650. — Traduce
al Tasso. i , 285. — Y á Tansilo. m,
489; ív , 454.
Seguixo (Pedro) , su supuesta tra-
ducción al dialecto gallego de la
Historia latina de dou Servando,
i. 4o.
493
Segunda ( La ) parte del Orlando, por
Espinosa, ni, 156.
Segundo (El) Escipion , de Calderón.
ni, 64.
Segura, el comendador, i. 571.
Segura (Francisco), F. 1629.— Prima-
rera de romances, ni , 268 ; ív, 199.
Segura (Juan Lorenzo de), clérigo
natural de Aslorga, su poema de
Alejandro, i, 60.
Seguro de Tordesillas , por Velasco.
i , 203.
Selra de Aventuras, de Contreras.
ni , 514.
Selva (La) sin amor, égloga de Lo-
pe, ii , 579; ni, 101.
Selvagia(La), imitación déla Celes-
tina, i, 282, 283.
Sel\ago.(V. Villegas.)
Semíramis (La), de Virués. n, 136.
Sempere (Hierónim), F. 1560. — El
mismo que Jerónimo de San Pedro.
i, 524.
Semper y Guarinos( Juan de). F. 1521.
— Biblioteca, ir, 51. — Historia del
lujo, i , 585.
Séneca, susTroranas, traducidas por
Salas, ir, 51. — Prorerbios de. (V.
Diaz.)
Señor ( El ) de noches buenas, m, 89.
Señorita (La) mal criada, de Iriarte.
ív, 121.
Señorito ( El ) mimado , de Iriarte. ir,
121.
Sentaffé, trorador. i, 554. (V. San-
tafé.)
SEPúLrEDA (Juan Ginés), cronista, n,
115. — Contrario de Las-Casas. 114.
Sepúlveda (Lorenzo), F. 1551. — Ro-
mances, ni, 260.
Sermon (El) de amores, de Fr. Ni-
del (Castillejo), ii, 499.
Serranilla , la del marqués de Santi-
llana. i, 594.
Serrano (Tomás), Sobre el cultis-
mo, ir, 245.
Sesé (Mosen Juan de), i, 571.
Setenario (El), código empezado á
formar por San Fernando, i , 55.
Sí (El) de las niñas, de Moralin.
ív, 141.
Sibylla Cassandra (Auto de la) , por
Gil Vicente, i, 500.
Siega (La) , de Lope, n, 575.
Siete (Los) dias de ia semana, sobre
la creación del mundo, poema por
Cáceres. ni, 481.
494
ÍNDICE ALFABÉTICO
Siete fLos) infantes 'le [,nn, come-
dia de Juan fie la Cueva, n, 152.—
De Lope. 547. — De Cubillo, ni . 89.
Siele (Los) pecados moríales y sie-
te obras de misericordia, nor Fer-
nán Perez de Guzman, i, 427.
Siete (Los) pecados moríales, de
Juan de Mena, i, 407.
Siete (Losl sabios de Roma, de Pe-
rez, ni, 550.
Sigler ni: Huerta (Antonio), F. 4654.
— Comedias de. ni ,91.
SÍ2I0 ( El) de oro, de Balbuena. m,
284.
SiQlof El) pitagórico, de Enriquez. 11,
509.
Signos fT.os ) que aparecerán antes
del juicio, poema de Berceo. 1, 36.
Sigxorelli en España, iv. 115. — So-
bre don Hamon de la Cruz. 150.
Sigüekza (P. José de), M. 1606.— Su
Historia de la orden de San Jeró-
nimo, ni. 579.
Silíceo. (V. Martinez.)
Silva ( Feliciano de), F. 15Ó0. — Su
segunda Celestina. r.2S2.
Silva (Juan de). 1 . 571.
Silva. (Y. Méndez.)
Silva de varios romances iv. 19í-6.
Silva ( La 1 de varia lección, de Mejía.
11. 95.510.
Silvas, metro usado en las comedias.
II. 589.
Sii.veira (Miguel de), F. 1656. — Su
M:<caheo- ni . I
Silves ( Don ) de la Selva , libro de ca-
ballerías. 1 . 241.
Silvestre (Gregorio), M. 1570. — Su
¡.•losa á Jorge Manrique. 1, 457. —
Obras. 1?, 58-61, 500.
Silvestre (Pedro). F. 1721.— La Pro-
serpina, ni. iv, 20
Sin secreto no bay amor, comedia de
Lope. 11. 551.
Siñeriz (Juan), su Quijote, iv . 338.
Sismonpi 1 Sismonde de), M. 184"2. —
Su Historia de la literatura del me-
diodía de Europa. 1 , 57. — Elogio
del poema del Cid. 27.
Sii;o (El) de Preda , comedia de Cal-
derón 111. 60.
Sitio y toma de Ambares, por Giner.
III. 197.
Skm ton, poeta inglés, M. 1529. i,553,
510.
Soarfz de A lar con (Joño), F. 1600. —
Su Infanta coronada. 111 . 502.
Soberbio (El) castigado, novela de
Castillo Solor/.ano. m, 550.
Sobregaya companbia, en Tolosa. 1,
5J4.
Sol (El) parado, comedia de Lone. 11,
500.
Sol El) solo, por Pujasol. m. 429.
Soledades de Aurelia, de Mata. n¡,
346.
Soledades de Rucaco, de D.a Bernar-
da Ferreira de la Cerda. 111, 503.
Soledades de la vida, de Lozano. 111,
346.
Soledades (Las), de Góngora. iu,207.
Sou's (Antonio de), comedias de. 111,
97.— Poesías. 99.— Historia de Mé-
jico. 401.
S01. is Folcb de Cardona (Alonso de),
conde de Saldueña , F. 1754. — Su
Pelayo. iv. 46.
Solorzano. (V. (astillo.)
Somni (Lo), de Joan Joan. i. 558.
Sonetos, usados antiguamente en Es-
paña. 1, 596. — De Posean. 11. 51. —
De Garcilaso. 42. — En las comedias.
589. — Opinion de Herrera acerca
de los. ni, 192. — Gran número
de ellos en la literatura castellana.
25 í-
Son apande Rieros (Juan), F. 1016.—
Proverbios, ni, 411.
Sordel, trovador provenzal. 1. 352.
Soria, poeta del siglo xv. 111, 516.
Sons (Leonart), trovador. 1 . .'¡55.
1 pe de), F. 1500.— Poeta del
Cancionero General. 1, 126.
So'sa (Lope de), F. 1605.— Poesías lí-
ricas de. ni, 198.
Soto. (V. Barahonn.)
Soto DERo.us(Pedro). F. 1025.— Poe-
ta. 111, 227, 248, 531.
Southev (Roberto), escritor inctlés.
—Su Crónica del Cid. 1. 17. 27.
Spongia , critica de Lope , escrita por
Torres Ramila. n, 558.
Stapfer, su Prólo-o á la traducción
francesa del Bouterwek. 1. 57.
Madama), su traducción fran-
cesa del Bouterwek. 1, ".
Su ñica. (V. Estúñiga.)
Suarez ¡Pedro), lii ¡o de D. Pablo de
Santa Maria. 1, 557.
Sr iari 7. de Figiieroa (Cristóbal), F.
ifilG. —Su Constante Amarilis. 111,
285. _ Ataca el drama antiguo. 11,
4CM. — Su vida del marones de Ca-
ñete. 111, 145. —Su típica. 181,
nn rvoviBnr.s propios y matkiuas.
528. — Pasajero. 285,536.— Pastor
Filio. 283, 543.
Suarez re Mendoza y Figueroa (Enri-
que), F. 1629. — Su Euslorgio y Clo-
rilene. n, 237.
Subida al monte Carmelo, de Santa
Cruz, ni, 416.
Suceso del segundo cerco de Diu,
por Corlereal. ni, 173.
Sueño (El) del perro, papel poético
del tiempo de Felipe V. iv, 598.
Sueños. < Los) de Quevedo. n, 415-19.
Sueños hay que son verdades, come-
dia de Lope, iv, 113. — De Cañiza-
res. II).
Suerte f La) sin esperanza, de Agriilar.
ii, 426.
Sultana (La), de Cervantes, u, 227.
Suma de todas ias crónicas, i, 22G.
Sunyer (Mosen), i. 553.
Sutil (El) cordobés, Pedro de Urde-
malas , novela de Salas üarbadillo.
ni, 549.
Swam, traduce el Cesta romanorum
al inglés, i, 29.
Tablante de Piicamonle, libro de ca-
hallerías. i, 255.
Tablas (Las) alfonsinas. obra de Don
Alonso el Sabio, i, 42.
Tablas poéticas, de Cáscales, ni, 214;
iv, 31.
Tai- ai a Negrete (José de ), F. 1700.
Poesías, ni, 233.
Talavera (Fernán Sanchez), poeta del
siglo xv, llamado por otros Calave-
ra, i, 461.
Tallante (Mosen Juan), i, 359, 465.
Tamayo. (V. Vargas.)
Tamerlan (Embajada al). 1,213.
Tanco rel Fregenai. (Vasco Diaz).
K. 1540.— Sus varias obras, u, 521;
ni . 202.
Tapada (La), de Lope, ii, 293.
Tapia (Eugenio), su opinion acerca
del poema del Cid. i, 24.
Tama (Gomez de),F. 1588.— E«!ogas.
1U.247.
Tapia (Juan de), poeta del siglo xv. i,
550,562,503.571.
Taima, coela del Cancionero General
i, 473.
Tarasca (l al departo, novela de San-
Ios, ni, "55.
Tarascas (Las) de Madrid, de Santos.
ni, 554.
495
Tardes entretenidas, de Soloizano.
iii, 3i7.
Tárrkga(EI canóniso Francisco), u,
422.
Tarsia (Piiblo Antonio de). 11,398.
Tavira (Juan de), poeta del siglo xv.
i, 564.
Teatro crítico, de Feijoó. IV, 38.
Teatro de los teatros, por Bancos
Cándame ni, 454.
Teatro (El) de las maravillas, entre-
mes de Cervantes, n, 228.
Teatro español, de Huerta, iv, 131.
Teatro español (Origen religioso den.
i, 267-71 —En el sido xv. 272-80.
— En el xvi. i.. 150-07. — Posterior
¿Calderón, i», 80-106.
Teatro fiances, traducciones, iv, 118.
— Imitaciones. 112. — Primera co-
media original al estilo del. 1 18.
Tejada Comí:/ de los Reyes (Cosme),
F. 1656. — Leon prodigioso, ni. 527.
Tejada Pa-ez (Agustín)," M. 1635. ni,
106,512.
Tejedor (El) de Segovia, de Alarcon.
ii. 467.
Telémaco (El), de Fenelon. iv, 19.
IYllez (Fr. Gabriel): (V. Molina.)
Tellez de Acevi no (Antonio), escri-
tor dramático, ni, 106.
Templo d' Apollo, comedia por Gil Vi-
cente, i. 305.
Templo militante, de Cairasco. tu,
525.
Tenaza (Caballero de la), por Queve-
do. ii, 414.
Tendida (Comiede), poesías del, en
el Cancionero General, i. 473.
Teórica de virtudes, de Castilla, ni,
232.
Teresa de Jesús (Santa), censurada
por la Inquisición, ii, 16. — Obras.
Ill, 370-417.
Tesorina (La), de íínete. u, 15i.
Tesoro (El libro del), de D. Alfonso
el Sabio, i, 4'2 — Según Sarmiento,
traducción del italiano. Ib.— Otro
libro del Tesoro, en verso. 42, 48.
Tétis y Peleo, por Polea, ni. 72.
Tiiamara (Francisco), F. 1548. — Sus
Apotegmas, ni. 550.
Tiioms, «obre los libros de caballe-
rías, i. 50. 237.
Tía (La) fingida, novela de Cervantes,
ii. 523.
Tía (La) y la sebrina, de Morcto. ni,
81.
496
ÍNDICE ALFABÉTICO
Tiempo de regocijo y Carnestolendas
de Madrid /novela de Castillo Sc-
lorz:no. ni, 550.
Tiekry (Agustín), i, 12.
Timbria (La), de Lope de Rueda, ii,
140.
Timoneda (Juan de), F. 1597. n, 133.
— liomances. ni, 263. — Novelas.
55 í.
Tinclaria (La), comedia de Naharro.
1,312.
Tirant lo Blanch, libro de caballerías,
por Martorell. i, 3i9, 557.
Tiho (Guillermo de).— Su Historia de
las Cruzadas, traducida en parte de
orden de D. Alfonso el Sabio, i, 49,
498.
Tirso de Molina. (V. Molina.)
Tobias (Los dos), de San Felipe,
iv, 24.
Todo es dar en una cosa , comedia de
Tirso. n,461.
Todo es enredos amor, dcCórdoba y
Figueroa. iv, 67.
Toledana (La) discreta, de Marti-
nez, ni, 490.
Toledano (Miguel), F. 1616. m,506.
Toledo. (V. Airare: y Diaz.)
Tolosa (Juegos llórales en), i , .">!.">.
Tomillas (El conde) , libro de caba-
llerías, i, 255.
Torquemada (Antonio de), F. 1555.
— Sus Colloquios satíricos, ii, 556.
— Coloquio pastoril. 55". — Jardin
de flores, m, 412.
Torquemada (Gonzalo de), i . 574.
Torre (Alfonso déla), F. 1460.— Su
Vision deleitable, i, 415; n,94.
Torre (Fernando de la), poeta del
siglo xv. , , 562 , 563, 561, 567,568;
ii , 561.
Torre (Francisco de la) , distinto del
anterior, F. 1654. — Poesías, u, 407.
409; ni, 211. — Epigramas. 250.
Torre (Juan de la), poeta del siglo xv.
i , 570.
Torre (Juan Gonzalez de la). ( V. Gon-
zalez.)
Torre y Seril (D. Francisco de la),
F. 1665.iii,529.
Torrellas (Pere ó Pedro), poeta del
siglo xv. i , 553 , 534 , 535, 566.
Torrepalma (Conde de), F. 1740. —
Su Deucalion, iv, 25.
Torres (Diego de), Poesías, iv, 21.
Torres (Jehan de) , trovador, i , 534,
562.
Torres Amat. (V. Amat.)
Torres Naharro (Hartolomé de) , F.
1517.— Su Propaladla, i , 509, 530.
Torres Ramila (Pedro de), F. 1018.
— Ataca á Lope, n, 558 ; m , 528.
Tortajada. ( V. Lopez de.)
Tortoles. (V. Sanchez.)
Tovar (Luis de), poeta del Cancio-
nero General, i, 475.
Tovar. (V. Sanchez.)
Trabajos (Los) de Hércules, por
D. Enrique <\*> Vil lena, i ,582, 545.
Trabajos (Los) de Hércules, de He-
redia. ni , 455.
Trabajos (Los) de Jacob, de Lope.
II, 564.
Tragedia de Mirlia , por Villalon.
(C. 1536). ii, 155.
Tragedia Policiana, por Sebastian
Fernandez, i, 525.
Tragedias de amor, de Arce Solorza-
no. ni , 285.
Tragicomedia de los jardines y cam-
pos sábeos, de D.a Feliciana Enri-
que?, de Guzman, n, 564.
Trajes de los cómicos en el siglo xvii.
ni , 150. — En el xvui. iv, 1 15.
Trampa adelante, comedia de Moro-
lo. iu,82.
Trapera. (V. Ramirez.)
Tratado de amores de Arnalte á Lu-
cenda , novela cabal leresco-senli-
mental. i,559.
Tratado del aojamiento , por D. En-
rique de Aragón, i , 545.
Tratado de la lepra, por D. Enrique
de Aragón, i, 545.
Tratado de las comedias, por Juan
Ferrer, n , 358.
Tratado de ortografía , por Lopez de
Velasco. u, 499.
Tratado de re militari , por Diego de
Salazar. n, 508.
Trato de Argel, de Cervantes, n,
200-3.
Trato ( El ) muda costumbre, de Men-
doza, ii, 165.
Trece (Los) discantes, de Mendo-
za, ni, 489.
Tres justicias en una, de Calderón.
in,66.
Tres (Las) musas del Melodino, de
Meló. iii,211.
Tres (Los) mayores portentos, co-
media devota de Guevara, it, 442.
Trescientas ( Las ) cuestiones natura-
les, de Córelas, n, 87.
DE NOMBRES PROPIOS V MATERIAS.
Trescientas (Las), de Juan de Me-
na, i, 410.
Trescientas (Las), de Juan de Ruto,
ni , 498.
Triaca (La) del alma , de Lebrija. u,
519.
Tribagia (La), de Juan del Encina,
i, 52S.
Triualdos de Toledo ( Luis ),M. 1634.
ni , 5-28.
Tribunal (El) de la justa venganza,
de Franeo-Furt , contra Quevedo.
íi . 419.
Trigueños ( Cándido María) , F. 1784.
— Refunde antiguas comedias, iv,
421.— Su Riada. Ib.— Su teatro. 150.
Trilogía de losPizarros, por Tirso,
ii , 460.
TniLLo y FiGu::noA ( Francisco de), ni,
532.
Tristan de Leonis, libro de caballe-
rías, i, 255.
Triunfo de la humildad, por Fernan-
dez de Ribera, m. 542.
Triunfo (El) de la virtud y paciencia
de Job , poema de Diego Ilenriijuez
Rasurto. ¡u , 484.
Triunfo ( El ) de las donas, i, 585,546.
Triunfo (El) de María , cancionero
de Martin de ampies, ni , 516.
Triuulo ( El) mas famoso, t!e Sardina
Mimoso, ni, 534.
Triunfos de amor y fortuna , de Anto-
nio de Solis. ni, 598.
Triunfos divinos, de Lope. n, 296.
Triunfos morales, de Guzman, ni, 252.
Triunfos ( Los doce ) de los doce após-
toles, por Padilla, i, 440.
Triunfos (Los veinte) de Frejenal.
ni , 202.
Trpbes (Les) de Mossen Jaume Fe-
brer. i , 532.
Trofea(La), comedía de ¡Naharro.
1,308.
Trofeo (El) del oro, de Pelegrin. m,
535.
Tropezón ( El ) de la risa , por Mal-
venda. iii,550.
Troya ( La guerra de) , traducida por
Ayala. i,186.
Tudela. ( V. Rodriguez de.)
Ubeda ( Reneíic¡3do de) , poeta del si-
glo xiv ; su Vida de San Isidoro, en
verso. i,84. — Su poema de Sania
María Magdalena. Ib.
TOM. IV.
497
Ureda. (V. Lopez.)
Ulloa ( Alonso de ) , F. 1553. n . 31 .
Ulloa (Luis de), poeta, F. 1674. —
Defiende el teatro. 111, 212. — Epís-
tolas. 239.— Églogas. 247.
Ultimo (El ) godo, de Lope. 11 , 547.
Universal ( La ) redención , poema de
Blasco. 111, 150.
Universidad ( La) de amor, de Polo
de Medina. 111 , 551.
Ukdemalas (Pedro de), de Cervan-
tes. n.150.
L'rrea (Jerónimo Ximenez de), F.
1550. — Su Diálogo de la verdadera
honra militar. 11, 96. — Traducción
del Orlando. 111, 156. — Caballero
Determinado. 11 , 53.
Urrea (Miguel de). 1 , 439.
Urries( Mosen Hugo d'), poeta. 1, 571.
Urrea (Pedro de), F. 1515.— Pone
en verso un acto ele la Celestina. 1,
282. — Sus poesías. 459.
Urrutia (Rodrigo Pedro de) , F. 1707.
— Escritor dramático. iv, 113.
Usátegui ( Luis de ) , yerno de Lope.
n,269.
Uzielí Jacobo), F. 1621— Su David.
ni , 155.
Vaca (Josefa), actriz. 111, 111.
Valdepeñas (Rodrigo de). 1 , 457.
Valdi rráeano (Manuel Perez), F.
1785. iv, 88.
Valderrama (El P.). iii,2I6.
Valdés ( Francisco de ). 11 , 509.
Valdés (Juan de), F. 1540.— Diálogo
de las lenguas. 11 , 105. — Otras
obras. 512."
Valdés (Juan de), F. 1655. — Su co-
lección de comedias. ív, 242.
Valdés ( P. Rodrigo de ) , F. 1687.—
Su poema lalino-hispano de la fun-
dación de Lima. ív, 597.
Valdivielso ( José de), M. 1638.— Tea-
tro. 11, 463-5.— Poesías. 287.— Su
Nacimiento de Cristo. 359. — Sobre
el bachiller la Torre. 411.— Su San
José y Sagrario. 111, 152. — Sus ro-
mances. 266.
Valencia ( Diego de), poeta del si-
glo xv. 1, 4b9,554,570.
Valencia (Juan de), F. 1570. — Sus
obras dramáticas. 11 . 544.
Valencia (Pedro de), poeta, F. 1635.
111, 511.
Valencia (Teatro antiguo de) , su prin-
52
ÍNDICE ALFABÉTICO
498
cipio al rayare! siglo xvi. n, 154. —
Su fin. 155. — Tiempo de Lope. 264,
306.512.
Valera (Mosen Diego de), F. 1481. —
Sus varias obras, i , 191. — Poesías.
562 , 563 , 561 , 570.
Valerio ( El ) de las historias escolás-
ticas , por Almela i , 417.
Valiente i El) Céspedes, de Lope, n,
548.
Valientes (Los) de la Ampa, y Fan-
farrón de la Europa, entremés del
tiempo de Felipe V. ív. 598.
Valtera ó Valtierra, trovador, i, 535,
571.
Valladares de Sotobayor (Antonio),
autor dramático del siglo xyiii. ív ,
133.
Valí adares he Valdelohar (.Iuan),F.
1617. — Su Caballero venturoso, ui,
525.
Valladolid (Johan de) , poeta del si-
glo xv. i . 567.
Valle (Juan del ), seudónimo de Ca-
dahalso, iv, 121.
Valles (Pedro de), aragonés, F. 1549.
— Crónica del marqués de Pesca-
ra, n. 25, 4(9,484.— Proverbios.
111,409.
Valles (Pedro) , de Córdoba . F. 1580.
— Su discurso de la muerte, u , 95.
Y u. i manya (Antonio de) , trovador, i,
548.
Van Male. (V. Mattneo.)
Vanda (La) v la flor, de Calderón, ni,
70.
Vasderhameh y Leon (Lorenzo), F.
1625.— Amigo de Quevedo. n , 418.
Vakegas (Alexio). ( V. Yenegas.)
Vai.hekas , trovador, i, 551.
Varflora. (V. Arana.)
Vargas (Balthasar de). F. 1560.— Su
poema relativo al duque de Alba.
ni,500.
Vargas (Rodríguez de) , F. 1621. ni,
55 i .
Vargas ( Tomás Tamayo de ),F. 1619.
— Su edición de Carcilaso. n, 47.
— Su defensa de Mariana, m, 587.
Vargas Machuca (Pedro de) , F. 1629.
H.287,544.
Vargas PoscE(José), M. 1821.— Abu-
sos de la lengua castellana. ív, 11.
Varia fortuna de Oloseo, comedia, ii,
548.
Varia fortuna del soldado Píndaro ,
novela de Céspedes, m , 324.
Varias aplicaciones y transformacio-
nes . novela de Rosel. ni , 506.
Varias hermosas llores del Parnaso ,
por Ta falla, m, 252.
Varias noticias de Figueroa. III, 422,
541.
Variedades, de Blanco While, i, 77.
Varios efectos de amor, de Alcalá y
Herrera, ni. 347.
Varios prodigios de amor, de Robles.
ni , 547.
Vascokcellos (Juan Méndez de), F.
1615. — Su Liga deshecha, ni, 181.
VasconCellos. (V. Ferreira.)
Vascongada (Lengua), iv, 160.
Vazqpez de Gontreras (Diego), F.
1585. — Su traducción del Orlando
Furioso, ni , 183.
Vazquez de Siroela (Martin). m.512.
Vazquez de Taima (Hernán), F. 1 ¡97.
— Su poema descriptivo de las lies-
tas de Santander, ni. 468.
Vega (Alonso de la), escritor dramá-
tico, M. 1566. ii. 151.
Vega (Bernardo de la) , F. 1591. — Pas-
tores de Iberia, ni, 285.
Vega (Gabriel), (V. Lasso.)
Vega (Garcilasode la),yidade.n, 28
-49.— Muerte. 41.— Églogas. 45. —
Sus obras comentadas por Sanchez.
46. — Por Herrera. 47. — Por Tama-
yo de Vargas. Ib., 488-9.
Vega (Carcilaso de la), el Inca, M.
1616. — Sus Comentarios, ni , 393.
Vega (Joseph de la), F. 1693. — Prosa
didáctica de. Ill, 455.
Vega. (V. Garcilaso de la.)
Vega. (V. Lopez de.)
Vega Carpió (Lope Félix de), M. 1655.
— Raí ¡miento y educación, u . 236.
— SU Arcadia. 261. — Hermo-
sura de Angélica. 267, 274. — San
Isidro. 272. — La Dragon tea. 277. —
Peregrino. 279. — Arte nuevo de ha-
cer comedias. 280, 504.— Jerusa-
lem 285.— Pastores de Belén. 284.
— Poesías sagradas. 285. — Fiestas
á San IsidroT 287. — Catomaquia.
291. — Filomena. 295. — La Tapada
v Fortunas de Diana. 295. —Circe.
294.— Triunfos divinos. 296. —Co-
rona trágica v Laurel de Apolo. 297.
—Dorotea. 298. — Teatro. 502-420.
Comedias heroicas. 551. — De capa
y espada. 550. — De santos. 563. —
Entremeses y loas. 578. — Églogas
representadas. 379.— Cartas. 558.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Vegas (Damián de), F. 1399.— Autor
dramático, n ,421,504. — Sus poe-
sías líricas, ni, 188.
Vejamen (El) de ingenio;? , de Cáncer.
hí , 429.
Velasco (Alfonso Vz. ó Velazquez de),
F. 1600.— Su comedia del Celoso,
i , 284.
Velasco (Antonio de), poeta del Can-
cionero General, i , 466.
Velasco. ( V. Fernandez. )
Velazquez (Baltasar Mateo) , F. 1621.
— Su Filósofo de aldea, m , 430.
Velazquez (Luis Joseph), marqués
de Valdeflores, M. 1772. — Su edi-
ción del bachiller La Torre. 408. —
Sus Orígenes de la poesía y otras
obras, iv, 48.
Velez de Guevara (Luis), M. 1644.—
Comedias. i!, 438-42. — ¡Novelas, ni,
548. — Sobre la lengua, n, 107.
Velez de Guevara (Pedio) , poeta del
siglo xv. i, 419, 461.
Velez de Guevara (Sebastian), Ro-
mancero de. iv , 197.
Venegas (Alejo de), F. 1540.— Su Ago-
nía del tránsito, etc. n , 97. — Su Di-
ferencia de libros. 98.
Venegas. (V. Saavedra.)
Venegas. (V. Vanegas.)
Venganza (La) prudente , comedia de
Lope, ii , 385.
Venganza (La) venturosa , de Lope, u,
257.
Ventadorn (Bernat ó Vicent del), tro-
vador, i , 554.
Vera (Juan de), poeta sevillano, F.
1635.iii,5l2.
Vera (Luis de), n, 489.
Vera Ordoñez y Villaquiran (Diego
de), F.1622.— SnsHeroid:is.iii,523.
VeraTássisv Villarroel (Juan). Su
Vida de Caldei'on. y edición de sus
comedias, m, 16. — Publica las
obras de Agustín de Salazar. 212.
Vera y Figieroa , conde de la Roca
(Antonio de), M. 1658. — Su Diser-
tación sobre don Pedro el Cruel, i,
490.— Su Fernando, ni, 185 —Emba-
jador. 182. — Parte que tuvo en la
composición del Centón, iv, 202-7.
Vera y Villaroel (Juan de) , escritor
dramático, m, 106.
Verdad (La) en el potro, de Santos,
ni , 555.
Verdad (La) sospechosa , de Alarcon.
ii , 468.
499
Verdadera (La) hermandad de los
cinco mártires de Arabia , poema
por Vargas, m , 155.
Verdadera narración de un desafío ,
por Fuentes, n ,484.
Verdadero ( El) amante , de Lope, u ,
507.
Verdadero (El) suceso de la batalla
de Roncesvalles , por Garrido de
Villena. ni, 157.
Vergara Salcedo (Sebastian Ventura
de) , poeta, F. 1660.— Poesías, m ,
211.
Vergel de flores divinas, de Lopez
de Ubeda. ni, 520.
Vergel de nuestra Señora, por Moli-
na, ni, 518.
Vergel de plantas divinas, de Alar-
con. ni , 523.
Verger de la Verge , de Miquel Perez,
poeta valenciano, m, 518.
Vergonzoso (El) en palacio , de Tirso
de Molina, u, 459.
Versos árabes de la Crónica General,
i, 505.
Vessach ( Fr. Tomás de), dominico,
i, 541.
Vecilla Castellanos (Pedro de la) ,
F. 1586. — Su Leon de España, m,
176.
Viaje (El ) del alma , comedia de Lo-
pe, ii . 509.
Viaje (El) del mundo, de Cevallos.
iu,422,560.
Viaje ( El ) entretenido , de Rojas, m ,
420 , 558.
Viaje del Parnaso, de Cervantes, n,
225.
Viana (Carlos) , príncipe de.— Su Cró-
nica, ni , 405.
Viana (Juan de) , poeta del siglo xv. i ,
570.
Viana. (V. Sanchez.)
Vicente ( Gil ) , M. 1557. — Sus come-
dias castellanas, i, 297,258. — Su
Amadís. 505; n, 150. — Sus Parvos,
ii , 145.
Victoria insigne de Filiberto de Sa-
boya, poema de Diego, duque de
Esirada. m , 500.
Victoria ( La ) por el amor , de Corde-
ro, ti , 470.
Vida de D. Pablo de Santa María, por
el maestrp Sanctotis. i , 556.
Vida de Estebanillo Gonzalez. in,310.
Vida del gran Tacaño ,por Quevedo.
n,412; iu,508.
500
Vida de D. Gregorio Guadaña, por
Enriquez Gomez, ni , 509.
Vida (La) de corre, por Castillejo.
u,56.
Vida ( La ) es sueño, zarzuela políti-
ca del tiempo de la guerra de su-
cesión, iv, 598.
Vida y excelencias de San José, por
Valdivielso. m, 152.
Vidal de Besalu (Ramon) , trovador
provenzal. i, 34'j.
Vida u. ( ¿Ramon?). i,534.
Vidas de Cervantes, h , 18o.
Vidas de españolescélebres, por Quin-
tana, iv, 108. — Sus demás obras.
109.
Vidriaría (La) , de Huele, u . 154
Viejo (El) celoso, de Cervantes. H,
229.
Viejo (El) enamorado, comedia de
Juan de la Cueva, n , 152.
Viejo (El) v la niña, de Moratin. iv,
138.
Vieyra (Antonio de), sus Lagrimas
de Heráclito. m,424.
Vigilias ( Las) del sueño, por Alvarez
de Lugo, ni, 526.
Vilap. asa (Luis de ), trovador, i, 518.
553 , 554.
Vi!.l (Arnau de), trovador; i, 533.
Vili. (Fr. Ramon Roger de), trova-
dor, i , 555.
Villafrasca (Marqués de), poesías
del, en el Cancionero General, i,
475.
Villagra (Gaspar de), F. Kilo. — Su
Nueva Méjico, ni, 149.
Villaizan (Jerónimo de), escritor dra-
mático, n, 470.
Villaizan (Juan Nuñez de peronista
deD. Alfonso XI. i ,481.
Villalba y Estaña (Bartolomé), F. 1390.
— Su Peregrino curioso, ni, 496.
Villalobos (Francisco de). F. 1543.
— Obras, n. 89-91. —Traducción
de Planto, i. 304. — Colloquios iné-
ditos, u, 506.
Villalobos, poeta del siglo xv. i,561,
502.
Villalobos (Simon de), F. 1605.—
Modo de pelear a la jineta, ni, 427.
Villalon (El bachiller Cristóbal de),
F. 1541. — Somete su libro á la In-
quisición, n, 10. — Comedia de. u.
135.
Vil lalpando (Jacinto de). F. 4655.—
Poesías de. m, 165. — Novelas. 547.
ÍNDICE alfabético
Villalta (Andrés de), Romancero de.
iv, 197.
Villamediana (Conde de), D. Juan de
Tássis. M. 1621. — Poeta satírico.
ni, 163, 209. — Fiesta dramática
ideada por. li, 524. — Su gongoris-
mo. iv. II.
Villancicos, su tendencia dramática.
i , 592.
Villanleva (Tomas Lorenzo de), Viaje
literario, m, 590.
Villapardo (¿Nillalpando?), poeta del
siglo xv. i. 563.
Villar (el maestro Francisco del), F.
1633. ni 512.
VillarOel (Cristóbal de), n , 489.
Villaboel (El Dr. José de), F. 1658.
IU.529.
Villaboel. (V. Ortiz.)
Yillabova (José dej. Sobre la crónica
del rey I>. Jaime, i, 535.
Vll.LASANDINO. ( V. AlVÓfeZ.)
Villaviciosa (Josepíi de), su Mos-
quea, ni, 170.
Villaviciosa (Sebastian de), come-
dias de. ni, 95.
Villegas (Antonio de), F. 1550. — Su
Inventario, ii, 58 ; m , 555, 518.
Villegas (Esteban Manuel de). F.
1662. — Sus poesías líricas ni, 224.
— Sátiras. 2 ¡ti. — Elegías. 242. —
Églogas 245. — Epigramas. 248. —
Contra el teatro antiguo, u. 476
Villegas ( Francisco de), escritor dra-
mático, ni , 104.
Villegas ( Jerónimo de), traduce á Ju-
venal, ii. 491.
Villegas (Pero Fernandez de), M.
1525. — Traduce la divina comedia
del Dante, i, 457; n, 57, 490.
Villegas (Sancho de), poeta del siglo
xv. 1,560,564.
Villegas Selvago \ Alonso de). F.
1550. — Imita la Celestina, i, 282.
Villena ( Enrique de), M. 1434 — Noti-
cia de. i, 379-81.— (¡bras. 83, 579-85,
542, 544,545. — Traducciones. 582.
Vn lena (Marqués de), F. 1710. — Plan
de la Academia Española, iv , 9.
Villena. (V. Garrido. )
Villoslada (El bachiller), F. siglo xv.
i , 5o9.
Vínoles (Narcis). F. 1510. — Su suma
de lodas las crónicas, i, 226. — Poe-
sías. 559.
Virgen (La) del Sagrario, por Calde-
rón, ni, 53.
DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS.
Virgen (La) Madre de Dios, poema de
Escobar y Mendoza, m , 155.
Virginia (La), tragedia de Montiano.
iv, 116.
Virués (Cristóbal de) , el capitán, F.
1609. — Comedias, n , 133. — Mon-
serrate. m, 151. — Sátiras. 257. —
Poesía didáctica. 25o. — Descripti-
va. 257.
Vision de un ermitaño, poema del si-
glo xiv. i,91.
Vision (La) deleitable, de Alfonso de
la Torre, i , 443; n, 94.
Vita (La) beata, de Lucena. i, 445.
Vita Christi, por Montesino, ni, 517.
Viudo (O), comedia de Gil Vicente, i,
305.
Vivas de Contreras (Fr. Duran), F.
1643. — Sus Grandezas divinas, m,
155.
Vivero (Luis de), i, 466.
Vivo (El) y el difunto, de Santos, ni,
354.
Votos (Los) del Pavón, poema con-
tinuando el de Alejandro; se lia per-
dido, i, 63.
Vuelta (La) de Egipto, de Lope, n,
376.
"Wace (Maistre ó Maese), trovera nor-
mando, autor del Roman de Brut, i,
520.
Wartox. Su Historia de la poesía in-
glesa, i, 50, 95.
Wolf ( Fernando), literato au siriaco ;
su opinion acerca del poema del
Cid. i, 17, 27. — De la Silva de ro-
mances, ív, 192.
Xácaras , qué sean, m , 124.
Xerezó Jerez (Francisco de),F. 1540.
— Su Conquista del Perú, n, 128,
514.
Ximenez pe Ayllox. (V. Atjllon-)
Ximenez de Rada (D. Rodrigo), arzo-
bispo de Toledo, obras históricas,
i, 174.
Ximenez de Urrea. (V. Urrea.)
Ximenez Patón ( El maestro Bartolo-
mé ), M. 1640. — Proverbios concor-
dados, ni, 412. — Elocuencia espa-
ñola. 427,561.
Ximexo (Vicente). M. 176L — Su Bi-
blioteca valenciana, i, 361.
501
Xufré del Águila ( Melchor), F. 1650.
— Su poema sobre la guerra de Chi-
le, ni, 472.
Yagüe de Salas (Juan), F. 1616. —
Sus Amantes de Teruel, m, 165.
Yañez y Ribera (Jerónimo de Alcalá),
su Alonso, mozo de muchos amos.
ni, 507.
Yépes (Diego de), F. 1599. — Su Vida
de Santa Teresa, ni , 428.
Yerro (El) del entendido, comedia de
Matos Fragoso, ni, 95.
Yugo (el) de Cristo, auto sacramental
de Lope, n, 552.
Zabala y Zamora (Gaspar), escritor
dramático. ív, 155.
Zabaleta (Juan de ), F. 1667. —Prosa
didáctica. iu,435. — Teatro. ív, 91.
Zabaleta (Tomás de); F. 1750. — Su
defensa de! antiguo teatro y de
Cervantes, ii, 231.— Obras, ni, 434.
Zafra y Fernandez, Colección de co-
medias, iv ,212.
Zamora (Alonso de), F. 1525. m,
518.
Zamora (Antonio), F. 1750. — Come-
dias de. iii,103. — Su Don Juan. 104.
— Poesías. Ib.
Zamora (Lorenzo de). M. 1614.— Su
Historia de Sagunto y iNumancia. ni,
¡77.
Zapata ( Luis) , F. 15G5. — Su Cario
famoso, ni, 155.
Zapata, poeta del siglo xv. i, 562.
Zarabanda, baile, m, 125.
Zarate (Agustín de), historiador, ii,
128.
Zarate (Fernando de), comedias de.
in .91. — Confundido con Enriquez
Gomez. 92. 457. — En las comedias
escogidas. ív, 241.
Zarate. (V. Lopez de.)
Zarzuela (Origen de la voz), m , 102.
— Las de Calderón. 75. — De Dia-
mante. 95. — De Bances Cándamo.
100.
Zayas (María de), F. 1647. — Nove-
las, ni, 94, 545.
Zegríesy Abencerrajes (Romances de
Tos), i, 150. — Novela, m, 316.
Zeloso ( El ), comedia á imitación de
la Celestina , por Velasco. i , 284.
502 índice alfabético de nombres propios y materias.
Zenobia (La), de Calderón, ni. 64.
Zevallos (Miguel de), F. 1798. — Su
Elocuencia del silencio, iv, 20.
Zorayda ( La), de Cienfuegos. ív, 131.
Zorrilla , poesías y drama de D. Juan
Tenorio, n, 457.
Zorzi (Alessandro) , su opinion del
cultismo. ív, 244.
Zu.mga. (V. Avila.)
Zorita (Jerónimo de), sus Anales de
Aragón, m , 573-5. — Su correspon-
dencia epistolar. 364, 533.
FIN L'EL TOMO IV Y ULTIMO.
ÍNDICE.
TERCERA ÉPOCA.
LITERATURA ESPAÑOLA DESDE Ql'E OCUPÓ EL TRONO LA DINASTÍA DE BORBOPÍ
HASTA LA INVASION FRANCESA, Ó SEA DESDE LA ENTRADA DEL SIGLO XVIII
HASTA LOS PRIMEROS AÑOS DEL XIX.
Páginas.
Capítulo primero. — Guerra de sucesión. — Rama borbónica. — Feli-
pe V. — Academia Española de la lengua ; su Diccionario , Ortogra-
fía, Gramática y otras obras. — Academia de Barcelona.— Real Aca-
demia de la Historia. — Estado de las letras.— Poesía; Moraes , Bar-
nuevo, Reinosa, Ceballos, Gerardo Lobo, Benegasi y Jorge Pitillas. 5
Cap. ii. — El marqués de San Felipe.— Influencia francesa en la litera-
tura española .— Luza n. —Sus predecesores y doctrinas. — Triste es-
tado del cultivo intelectual en España. — Feijoó 24
Cap. ni. — Intolerancia, credulidad y superstición. — Reinado de Fer-
nando VI. — Señales de mejoría.— La literatura.— Saldueña.—
Moraleja. — Academia del Buen Gusto.— Velazquez. — Mayans. —
Nasarre 41
Cap. iv.— Lentos progresos de la cultura.— Carlos III y su política. —
Padre Isla. — Su Fray Gerundio.— Su Cicerón.— Su Gil Blas. — Es-
fuerzos para restablecer la antigua escuela poética. — Huerta. —
Sedaño. — Sanchez.— Sarmiento.— Conatos de introducir la es-
cuela francesa. — Moratin el padre y su tertulia. — Cadahalso, Iriarte,
Samaniego, Arroyal, Montengon, Salas, Meras, Noroña. ... 50
Cap. v. — Escuela de Salamanca. — Melendez Valdés.— Gonzalez. — For-
ner. — Iglesias. — Cienfuegos. — Jo vellanos.— Muñoz. — Escoiquiz. —
Moratin el hijo:— Quintana ' 83
Cap. vi.— Teatro en el siglo xviu.— Traducciones del francés.— Come-
dias originales.— Operas.— Teatro nacional. Castro, ASorbe.—
504 ÍNDICE.
Imitaciones del teatro francés, Montiano, Moratiu el padre, Ca-
dahalso, Sebastian y Lalre. Trigueros, Iriarte, Avala, Huerta,
Joveilanos. — Prohibición de los autos sacramentales. — Teatros
públicos y particulares. — Ramon de la Cruz , Sedaño , Cortés,
Cienfuegos y otros. — Colección de comedias antiguas , de Huer-
ta.— Discusiones. — Valladares. — Zabala. — Cornelia. — Moratin el
joven. — Estado del drama al comenzar el siglo xix 112
Cap. vii. — Reinado de Carlos IV.— Revolución francesa.— Inquisición.
— Causa del Escorial. — Fernando VIL — Bonaparte.— Invasion y
ocupación de España por los franceses. — Restauración de Fer-
nando VII. — Su gobierno absoluto.— Interregno literario. — Reac-
ción.— Conclusion 147
Apéndices. — Apéndice A. Del origen de la lengua castellana. . . . 159
Apéndice B. üe los romanceros 192
Apéndice C. Del bachiller Fernán Gómez y su. Cenlon Epistolario. . 202
Apéndice D. Sobre el Buscapié 207
Apéndice E. De las diversas ediciones é imilaciones del Don Quijote. . 232
Apéndice F. Délas primeras ediciones de comedias antiguas españo-
las 239
Apéndice G. Del origen del mal gusto y del culteranismo en España. . 212
Apéndice \\. Poesías inéditas 247
Notas y adiciones délos traductores 397
Suplemento á las notas 433
Índice alfabético de nombres propios y materias contenidas en los
cuatro tomos de esta Historia 441
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